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Antonio Gramsci: Pesimismo de la inteligencia, optimismo de la voluntad
El viejo mundo se muere. El nuevo tarda en aparecer Y en ese claroscuro surgen los monstruos.
Antonio Gramsci
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POR FERNANDO MANCILLAS TREVIÑO *
Através de una exhaustiva investigación de nuevas cartas de Gramsci, en un archivo inédito y el profundo análisis de los Cuadernos de la cárcel, el historiador Andrew Pearmain arroja nueva luz sobre la vida y obra de Antonio Francesco Sebastiano Gramsci (22 de enero de 1891, Ales, Cerdeña, Italia-27 de abril de 1937, Roma, Italia), el más destacado filósofo, político, teórico social, filólogo, periodista, crítico cultural y activista social que generó Italia en el siglo XX.
Su legado —en el siglo XXI— es enorme, como señala su biógrafo Andrew Pearmain, sobre todo en sus concepciones de hegemonía y subalternidad, además de su percepción orgánica de la cultura cuando observa: “La cultura es […] organizar, disciplinar el yo interior de cada cual, es tomar posesión de la personalidad propia, conquistar una conciencia superior, por la cual uno llega a comprender su propio valor histórico, su propia función en la vida, sus propios derechos y sus propios deberes” Y fue consecuente con ello.
Desde su infancia y adolescencia en la Cerdeña —una de las regiones más pobre de Italia— Gramsci a pesar de vivir en la miseria, sobresalió como el estudiante más diligente de su familia. Más tarde en 1911 ingresa a la Universidad de Turín, desnutrido y sin el abrigo adecuado, sobrevivió con una magra beca y una minúscula ayuda familiar como estudiante en la carrera de Filología Moderna en la Facultad de Letras, como da cuenta en una carta a su familia al tener que: “atravesar la ciudad tiritando, y después, al regreso encontrar una habitación fría y […] tener que quedarme sentado un par de horas tiritando todavía […] Lo peor es que la preocu- o me paseo por la pieza para calentarme los pies, o bien tengo que quedarme envuelto con ropas y mantas porque no consigo soportar la primera helada [..] Espero todos tengan una feliz Navidad, sin temer el peligro de ser echados de la casa o tener que andar pateando el piso para calentarse los pies”
A pesar de vivir en la mayor austeridad Gramsci destacó en sus estudios universitarios obteniendo las más altas calificaciones en las materias de Geografía, Gramática Griega y Latina y Glotología. Debido a su conciencia política Gramsci se afilia en junio de 1913 al Partido Socialista Italiano sosteniendo una fuerte actividad en sus diversas campañas. En abril de 1915, Gramsci presentó su último examen en la universidad, dejando inconcluso su ciclo de grado y abandonó el sistema académico. Aunque dejó inconclusa su carrera universitaria, Gramsci aprovechó y asimiló creativamente lo mejor que le proporcionó la institución universitaria: “La Universidad de Turín era una institución académica importante, con reputación internacional en estudios avanzados e investigación, incluido el campo que eligió Gramsci, lingüística comparativa, en el cual se destacó. Sus estudios le habían aportado una sólida formación metodológica y valiosos contactos y redes, que darían frutos sustanciales en futuras colaboraciones y proyectos. Pero también habían requerido un intenso es- fuerzo intelectual y serias adversidades personales; eso sin mencionar la adaptación cultural a la vida en una gran metrópoli italiana continental”.
En plena turbulencia de la Primera Guerra Mundial (1914-1918), Gramsci había contribuido con inquisitivos artículos en el influyente periódico Avanti! Y debido a la urgencia de los tiempos y acontecimientos internacionales, en noviembre de 1915 ingresa, como escritor y redactor, al equipo del semanario político IL Grido del Popolo Asimismo, en 1916 colabora con una columna regular en la sección turinesa de Avanti!, denominada “Soto la Mole”, dedicándose así al periodismo político y cultural de tiempo completo.
En sus casi diez años como periodista, Gramsci había publicado más de mil artículos, lo que implica un material como para quince o veinte volúmenes de cuatrocientas páginas. En su experiencia como escritor, señala Andrew Pearmain: “Gramsci también juzgaba con ojo de periodista avezado aquello que era actual, relevante y significativo en todo lo que leía o encontraba, y en sus escritos siempre trasluce una sólida sensación del ritmo y la estructura de la narración. Muchas de sus cartas personales desde la cárcel, en especial aquellas que describen incidentes, jornadas o personajes interesantes, se leen más como artículos que como mensajes privados”.
El 1° de mayo de 1919 Antonio Gramsci y los intelectuales Palmiro Togliatti (1893-1964), Umberto Terracini (1895-1983) y Angelo Tasca (18921960) fundan el periódico L´Ordine Nuovo con un programa de renovación social. Gramsci fue designado “secretario editorial”. En el primer número aparece su lema: “Instrúyanse, porque necesitaremos toda nuestra inteligencia. Sacúdanse, porque necesitaremos todo nuestro entusiasmo. Organícense, porque necesitaremos toda nuestra fuerza”. Al inicio el periódico contaba con 300 suscriptores y 3 mil lectores. En 1920 tenía mil 100 suscriptores e imprimía cerca de 5 mil ejemplares, distribuidos en Turín y en el Piamonte.
Como periodista Gramsci era temido por la ironía de sus escritos con una aguda y penetrante visión del mundo político y social de la Modernidad, donde se expresa también la crítica a buena parte del periodismo prevaleciente: “Los hombres ingeniosos son una parte muy importante de la vida social moderna, y son muy populares. Suplantan la verdad con una ocurrencia que hace reír, la seriedad con una ocurrencia que hace reír, la profundidad con una ocurrencia que hace reír. El ideal de su vida espiritual es el salón elegante, la conversación fatua y brillante del salón, el aplauso mesurado y la sonrisa velada de los asiduos a salones. [Todo se reduce a] muchas palabras, amable escepticismo, levemente salpicado de sentimentalismo melancólico. El hombre ingenioso se volvió todavía más importante por obra de la última encarnación que sufrieron los salones: las redacciones de los periódicos burgueses. Así, el hombre ingenioso amplió el círculo de su auditorio y volvió ingeniosamente risible todo —la política, la guerra, el dolor, la vida y la muerte— y por ende obtuvo muchos aplausos y ganó mucho dinero”
Después de una estancia en Moscú, donde tuvo una entrevista con Lenin, Gramsci regresa el 12 de mayo de 1924, en una Italia con un movimiento obrero en reflujo y un paulatino ascenso del fascismo El 8 de noviembre de 1926 bajo un “Estado de excepción” Gramsci fue arrestado y conducido a la prisión de Regina Coeli, en Roma. En su cautiverio Gramsci concibió un plan general de sobrevivencia: a) conservar su frágil salud; b) estudiar ruso y alemán de forma sistemática; c) estudiar economía e historia, solicitando a su familia y amigos una considerable dotación e libros, a pesar de la extrema censur a en prisión.
En una carta a su hermano Carlo desde la cárcel le recuerda su filosofía de la perseverancia:
“Me parece que [en semejantes situaciones excepcionales], con semejantes vivencias psicológicas, el hombre debería […] haber adquirido una convicción muy profunda de que el hombre tiene en sí mismo la fuente de sus fuerzas morales, de que todo depende de él, de su energía, de su voluntad, de la férrea coherencia de los fines que se propone y de los medios que despliega para ponerlos en acto, de modo que nunca más se desaliente”
El juicio contra Antonio Gramsci y otros 32 líderes políticos inició en Roma el 28 de mayo de 1928. Fueron acusados ante tribunales compuestos por integrantes de milicias fascistas: de conspiración, de instigación y de promover el odio de clase. Ante la exigencia por parte de los abogados defensores de evidencias concretas de las acusaciones, y la absoluta inexistencia de ellas por parte de la fiscalía, se concluyó que los prisioneros fueron juzgados por sus ideas y actividades políticas, en lugar de algún delito cometido. El 4 de junio de 1928 Antonio Gramsci fue sentenciado a 20 años, cuatro meses y 5 días de cárcel. De ahí, la intención del fiscal Michele Isgrò en su ominosa y tristemente célebre declaración: “Durante veinte años, debemos impedir que este cerebro funcione” No lo lograron. esa era la fórmula que Goethe usaba para la investigación y la escritura sin aplicación práctica inmediata y, en ese sentido, desinteresada. Pero, precisamente por ese motivo, le permitiría arrojar luz sobre los cambios históricos de la época que habían afectado a Italia y al resto del mundo en los últimos siglos. Por el momento, los temas que deseaba explorar eran cuatro: primero la formación de las castas intelectuales y su rol en la creación de las culturas nacionales; segundo, algo relacionado con la lingüística comparada, tema de su tesis de grado antes de abandonar la universidad; tercero, un estudio de las obras de Pirandello [Premio Nobel de Literatura 1934], que había reseñado para la prensa socialista durante los años de guerra cuando nadie más tomaba en serio al dramaturgo; y por último, un estudio acerca del gusto literario popular, con el propósito de identificar y analizar pura y exclusivamente aquello que atraía a las masas que devoraban las novelas seriales que publicaban los periódicos”
En condiciones carcelarias, por demás denigrantes e infrahumanas, Antonio Gramsci persistió en su trabajo intelectual. En su estancia carcelaria en Milán “Gramsci calculaba que su celda actual medía unos 3 por 5 metros, y unos 4 metros de alto (…) Estaba justo arriba del taller de la prisión, y el ruido de las máquinas hacía temblar las paredes durante todo el día y por la noche cuando había que terminar un trabajo. Gramsci guardaba todo esto en la memoria para luego registrarlo en sus cartas, porque no tenía como escribir sus observaciones. Siguiendo la misma línea de restricción mezquina que impregnaban los reglamentos de la cárcel y limitaba su interacción con los demás reclusos a una mirada y un saludo inclinando la cabeza cuando se cruzaban en el pasillo o en la escalera” En un informe médico previo se “estableció que Gramsci había perdido recientemente 12 piezas dentales y sufría gingivitis con formación de abscesos, causada por una perturbación urémica (disfunción renal) y acompañada por agotamiento nervioso”.
“En sus casi diez años como periodista, Gramsci había publicado más de mil artículos, lo que implica un material como para quince o veinte volúmenes de cuatrocientas páginas”
Con los años e innumerables peticiones, solicitudes y trámites jurídicos las restricciones de lectura y escritura se relajaron, permitiendo a Gramsci llevar a cabo su plan de sobrevivencia, a través del estudio e investigación: “Si se concentraba en los grandes temas históricos y c ulturales, podría superar las turbulencias cotidianas de la escena política, sin mencionar la aburrida miseria de la rutina carcelaria, y crear algo für ewig. Le explicó [en una carta a su cuñada Tania] que
Con el paso de los años y un intenso trabajo, en las peores condiciones posibles, sus estudios e investigaciones rindieron fruto. Por ejemplo, más allá del estudio tradicional del folklore como elemento costumbrista, Gramsci desplegó una perspectiva más amplia: “Habría que estudiar el folklore, en cambio, como ‘concepción del mundo y de la vida’, implícita en gran medida, de determinados estratos (determinados en el tiempo y en el espacio) de la sociedad, en contraposición (también ella por lo general implícita, mecánica, objetiva) con las concepciones del mundo ‘oficiales’.” Observando su movimiento histórico: “el folklore no debe concebirse como una extravagancia, una rareza o un elemento pintoresco, sino como una cosa muy seria y que hay que tomarse en serio. Sólo así será la enseñanza más eficaz y determinará el nacimiento de una nueva cultura en las grandes masas populares, o sea, sólo así desaparecerá la separación entre la cultura moderna y la cultura popular, el folklore”
Entre sus reflexiones teóricas, trascendiendo la concepción elitista o gremial de la filosofía, Antonio Gramsci argumentó: “se puede decir que la mayor parte de los hombres son filósofos, en cuanto actúan prácticamente y su actuar práctico (las líneas directrices de su conducta) contiene implícitamente una concepción del mundo, una filosofía”.
El 19 de noviembre de 1933, Antonio Gramsci fue trasladado de la clínica carcelaria de Turi a la clínica de Cusumano, en Formia. Después de pasar casi cinco años ahí: “Durante ese tiempo, perdió la salud, casi todos los dientes, así como la mayoría de sus contactos y su reputación en el mundo exterior, y además compuso el grueso de las notas y cartas que le darían fama póstuma. Antes de que abandonara Turi, Gustavo Trombetti se las ingenió para esconder sus cuadernos en el baúl, entre sus pertenencias personales, mientras él le daba conversación al guardia de la prisión”.
Como consecuencia de su larga y penosa vida carcelaria, Gramsci sufrió, en junio de 1935, una crisis en la clínica carcelaria Cusumano, denotando severas deficiencias médicas. En su solicitud y reporte se notificó en sus detalles donde: “estos incluían un ataque de gota producto de la negligencia médica. Durante más de un mes, sin resultado alguno, Gramsci se había quejado de dolores musculares e hinchazón en los tobillos y de una incipiente hernia causada en parte por la dieta inadecuada, la falta de higiene, las moscas y hormigas en la comida, y las marcas de los dedeos en los platos. Además de sucia, la clínica era ruidosa, sobre todo porque en su pequeño edificio residía la numerosa familia Cusumano, lo cual significaba un constante barullo arriba de su cabeza desde las 5 de la mañana hasta pasada la medianoche”
Durante 10 años y medio, entre 1926 y su fallecimiento en 1937, con toda la adversidad encima, Gramsci dejó un gran legado teórico y filosófico para la humanidad con sus Cuadernos de la cárcel, publicados póstumamente, en 6 volúmenes, entre 1948 y 1955. En 1975 se publicó una nueva edición completa, en cuatro volúmenes, dirigida por el eminente filósofo Valentino Gerratana. La primera edición de las Cartas de la cárcel (218 cartas) fue publicada por Einaudi en 1947. En 1965 se publicó una edición definitiva con 428 cartas.
Desde 1972 hasta el presente se han publicado en Italia más 20 mil obras de Antonio Gramsci o sobre él. Se generó una nueva edición completa de los Cuadernos de la cárcel en 2007. También se publicó en 2009 un monumental Diccionario
Gramsciano, con 660 entradas escritas por 60 personas y 920 páginas.
En 1950 se instituyó en Roma la Fundación Antonio Gramsci, denominada como Instituto Gramsci en 1954, con el propósito del acopio de documentos sobre la obra y pensamiento de Gramsci, así como de la historia del movimiento obrero italiano e internacional. En 1982 surgió la Fundación Instituto Gramsci heredando el patrimonio documental y bibliotecario del Instituto. A partir de mayo de 2016 se denominó como Fondazione Gramsci Onlus.
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Su influencia llega hasta el siglo XXI cuando el prominente politólogo británico Bob Jessop (1946, Inglaterra, Reino Unido) lo recupera en su obra, ya que en su prólogo se señala: “La otra gran inspiración es Gramsci. El Estado en Gramsci es ´sociedad política + sociedad civil’. El Estado integral, en sentido ampliado, incorpora las actividades prácticas e ideológicas: “con las cuales la clase dirigente no sólo justifica y mantiene su dominio, sino que también logra el consenso activo de los gobernados.” (Bob Jessop, El Estado. Pasado, Presente, Futuro, 2021).
Después de inconmensurables sufrimientos y padecimientos, Antonio Gramsci sigue vivo con nosotros a través de su pensamiento sociopolítico y concepción de la vida, manteniendo siempre su ímpetu, como cuando afirma desde la cárcel en una carta a su cuñada Tania Schucht: “Estoy desgastado y al mismo tiempo van aumentando las cargas [que arrastro]; la relación entre las fuerzas disponibles y el esfuerzo que sostener siguió empeorando. Con todo, no estoy desmoralizado; al contrario, mi voluntad encuentra alimento precisamente del realismo con que analizo los elementos de mi existencia y resistencia”
El biógrafo Andrew Pearmain nació en Leeds, Inglaterra. Estudió Filosofía en la Universidad de Manchester, siendo electo vicepresidente de Educación de la Unión Nacional de Estudiantes de 1980 a 1982. Asimismo, realizó en 2002 una Maestría en Escritura Creativa y en 2010 un doctorado en Historia de la Universidad de East Anglia, cuya tesis fue publicada como libro: La política del nuevo laborismo, en 2011. Se ha especializado en historia política del movimiento obrero y socialista, enfocado en la influencia del pensamiento de Antonio Gramsci.
Sobre la vida y obra de Antonio Gramsci se han escrito infinidad de estudios a nivel mundial, redescubriendo la vigencia, actualidad y relevancia de su pensamiento para el siglo XXI, entre ellos: Perry Anderson, Las antinomias de Antonio Gramsci, Madrid, Akal, 2018. Giuseppe Fiori, Antonio Gramsci. Vida de un revolucionario, Madrid, Capitán Swing, 2016. Jean-Yves Frétigné, To Live Is to Resist: The Life of Antonio Gramsci, University of Chicago Press, 2022. Diego Fusaro, Antonio Gramsci. La pasión de estar en el mundo, Madrid Siglo XXI, 2018. Giuseppe Vacca, Vida y pensamiento de Antonio Gramsci. 1926-1937 Madrid, Akal, 2020. Giuseppe Vacca, Modernidades alternativas. El siglo XX de Antonio Gramsci, México, Fondo de Cultura Económica, 2022. Miguel Valderrama, Antonio Gramsci. Artes del retrato, Santiago de Chile, Palinodia, 2022.
Andrew Pearmain, Antonio Gramsci. Una biografía, México, Ed. Siglo XXI, 2022, 326 páginas.
*Profesor-Investigador de la Universidad de Sonora fernamancillas@yahoo.com