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Fritos

Probablemente los más populares en la ciudad son los boladillos. Pequeños buñuelos hechos con masa de freír y tropezones variados, que gozan del favor de los aficionados a las buenas tapas, siendo preferidos los de bacalao. Con todo el sentido, aunque no hay boladillo malo.

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El almeriense también gusta de buenas empanadillas caseras, hechas como siempre se hicieron en esta tierra. Con una masa elástica a base de aceite, vino blanco y sal a la que se incorporaba harina de trigo. Después solo faltaba dejarla reposar un rato y sacar el rodillo a pasear para extenderla. Con la misma masa se hacen también los pasteles virgitanos, primos de la bastela marroquí, pero sin remilgos a la hora de añadir jamón o tocino al relleno de pollo. También se fríen con el beneplácito local los boquerones de ribazo de Tíjola (unas judías verdes cocidas, cortadas en tiras y rebozadas), habas con cebolleta, mero con vinagreta, patatas a lo pobre, patatas con tomate, revoltillo a base de huevo y salsa de tomate, sardinas rellenas de miga y tortas de bacalao.

Hay dos tortillas cuyos adeptos son mayoría en este lugar del mundo: la de ajetes y bacalao, tan cuaresmal, y la de guisantes con cebolleta. Aunque bien mirado, no es preciso elegir entre una y otra.

Hay dos tortillas cuyos adeptos son mayoría en este lugar del mundo: la de ajetes y bacalao, tan cuaresmal, y la de guisantes con cebolleta. Aunque bien mirado, no es preciso elegir entre una y otra.

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