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Members only. El futuro de los clubs privados

95 What do ties matter, Jeeves, at a time like this? There is no time, sir, at which ties do not matter.

P.G. Wodehouse

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Leyendo la historia de nuestro club uno se da cuenta de que sus vicisitudes van íntimamente ligadas a los acontecimientos históricos por los que ha pasado la ciudad de Barcelona. El Círculo, como la ciudad, ha cambiado mucho desde que un grupo de amantes de la música, ahora hace 175 años, decidieran fundar un club que lindaba con al Gran Teatro del Liceo. Pero el espíritu de nuestro

Círculo, por lo que a uno le cuentan y por lo que ha leído, se ha mantenido inalterado durante todos estos años.

Las reformas que ha sufrido no han hecho más que mejorar su confortabilidad, pero la institución ha seguido siempre fiel a unos valores, a una tradición que enlaza con la de sus fundadores y que las sucesivas juntas directivas han sabido conservar. Muy en la línea de esos clubs de Londres que a uno le evocan lecturas juveniles, de La vuelta al mundo en 80 días y el Reform Club donde Phileas Fogg planeaba su apasionante aventura, a los relatos de P.G. Wodehouse con sus excéntricos personajes.

Y es que los numerosos clubs de caballeros de Pall Mall y Mayfair, cada uno con sus particularidades, los del SoHo y el West End, sumados a los de más reciente creación, que están leyendo muy bien las necesidades y expectativas de las nuevas generaciones, están marcando las distintas tendencias por donde se encamina el futuro de estos clubs privados.

En esta línea, y con la intención de entender mejor hacia dónde está evolucionando nuestro club, nos pareció oportuno mantener una conversación a tres bandas con nuestro presidente, Francisco Gaudier, Juan Molina-Martell, presidente de la Lliga Jove, y este plumilla, presidente de la Comisión de Cultura. Tres generaciones de socios que de alguna manera podían expresar tanto nuestros valores actuales como algunas pistas de por dónde puede evolucionar el Círculo del Liceo. Una hora larga de agradable conversación que aquí les relatamos. Llucià Homs - Las nuevas generaciones tienen otros hábitos sociales. Se sienten cómodas con las pantallas, departiendo en las redes sociales, interactuando en el metaverso… pero no declinan en ningún momento espacios físicos de socialización. Hay clubs pensados para generaciones más jóvenes y targets más concretos que van más allá de un posicionamiento social. En Barcelona hay un buen ejemplo de estos otros tipos de clubs.

En este contexto asociamos los clubs londinenses a la madera, el cuero y las buenas telas. A salones con luz cálida, un cierto lujo y los mejores trajes de Savile Row. Y los imaginamos habitados por personajes ociosos que, sentados en cómodas butacas, leen los enormes periódicos ingleses rodeados de un servicio discreto e impecable. Pero más allá de estos estereotipos… ¿Cómo veis el estado actual de los clubs sociales que entroncan con estos clubs nacidos en el Londres del siglo XVIII? Francisco Gaudier - Los clubs tienen su función a medida que uno va cumpliendo años y busca espacios en los que sentirse cómodo, reunirse con personas de su edad o incluso con gente de otras generaciones en un entorno agradable. Cuando eres joven buscas la mejor de las discotecas y cuando quieres ir a sitios un poco más tranquilos, en los que realmente puedes encontrarte gente afín, escoges aquellos en los que puedes discutir o comentar el correr de la actualidad. L.H. - Juan, ¿Cuál es el estado actual de estos clubs desde tu mirada? Juan Molina-Martell - Yo creo que sucede un poco como con la ópera. Inicialmente se ve como una cosa para gente mayor, una cosa madura, extremadamente culta, alejado de los jóvenes, pero en realidad, siempre hay una masa de jóvenes que la aprecian. A los 17 o 18 años iba solo al Liceo, a la quinta planta y había otra gente con quienes acabamos formando un grupo. Al final la clave está en encontrar el punto de encuentro. Como lo es el Círculo, un punto de encuentro de gente que tiene una sensibilidad por las buenas maneras, por vestir bien, por la cultura. L.H. – Paco, 175 años es una larga historia que indica que estos clubs no morirán fácilmente. Sin embargo, la sociedad ha evolucionado… Muchos pensamos que les esperan un futuro prometedor sólo si son capaces de conectar con las nuevas generaciones. ¿Qué legado deja el CdL a estas generaciones? F.G. - Les dejamos un club exclusivo definido por una larga historia, por una tradición. Una tradición de lo que es esta casa, pero renovada. Porque en realidad el hecho de mantener la tradición ya quiere decir que somos un poco transgresores, porque la verdad, las tradiciones se pierden a todos los niveles y nosotros lo que estamos haciendo es luchar para que la tradición se mantenga. Y la tradición no implica solamente unas buenas maneras, implica una vestimenta, una forma de ser, unos valores determinados y una manera de convivir con otras personas que podríamos definir cómo el saber estar. Y eso es un poco una escuela para los jóvenes. Me atrevería a decir que el Círculo es también una escuela. L.H. - ¿Cómo crees que evolucionarán en un futuro próximo? J.M-M – Creo que la esencia se mantendrá. Los jóvenes deberemos respetar las tradiciones, pero dando pasos para ir modernizándolo con los tiempos. Cambiará el vocabulario y las maneras, pero no va a cambiar la esencia. No vamos a convertirlo en una cosa que no es, y creo que sería un error al final convertirlo en discotecas, casinos o cines. La clave está en buscar el mensaje y la manera para atraer a los más jóvenes. L.H. - Como Presidente de la Lliga Jove del Círculo. ¿Qué club visionas para el futuro? J.M-M – Es curioso porque a veces cuando la gente me pregunta sobre el futuro parece que tenga que contestar algo transgresor o diferente y realmente no es así. Muchos piensan que los jóvenes aborrecen las noches de gala o que hay que deshacerse de la corbata, cuando en realidad son los más contrarios a cambiar estas tradiciones. Les gustan las fiestas formales porque les permite vestirse de una forma distinta a como van el resto de los días. F.G. - Porque ya van siempre sin corbata. J.M-M - La gente de otras generaciones habían ido siempre con chaqueta y corbata, con lo cual sacársela es un alivio. A nosotros nos hace hasta ilusión venir aquí vestidos con corbata, o incluso ponernos un smoking para ocasiones muy especiales. Lo que hemos hecho la Lliga Jove es rejuvenecer un poco el Círculo, organizando cosas más actuales. Justo mañana tenemos la fiesta joven, con más de 100 personas apuntadas, pondremos un grupo de jazz en directo y un disc-jockey en el salón principal para que la gente baile. El que viene aquí quiere esta parte clásica, de respeto, tradición, de cultura, pero al final somos gente de hoy en día. Es juntar esos dos mundos, el clásico y el moderno. L.H. – Paco, la literatura misma nos evoca muchos tipos de clubs… del Reform Club de Phileas Fogg que Julio Verne nos describe con detalle en su novela La vuelta al mundo en 80 días, al estrafalario Club de los Zánganos que P.G. Wodehouse nos acerca casi con ternura; pasando por el Club Diógenes, aquel en que está el hermano de Sherlock Holmes, donde no se permite hablar… O eso nos cuenta Sir Arthur Conan Doyle en las memorias del famoso detective.

Pero hablemos del CdL ¿Qué supone para un club como el nuestro estar adosado a un gran teatro de ópera? F.G. - Para nosotros es esencial. Si cuando se quemó el teatro en el año 1994 hubieran decidido construirlo en otro sitio, que era una opción, un teatro en Montjuïc, por ejemplo, con todo Barcelona a sus pies, con un parque fabuloso, un restaurante al aire libre, aparcamientos… también hubiera sido fan-

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“El hecho de mantener la tradición ya quiere decir que somos un poco transgresores”. (F. Gaudier)

tástico. Pero claro, como club, creo que estaríamos en unas horas francamente muy bajas. O sea que, para nosotros, que tengamos el club anexionado al teatro es nuestra razón de ser. L.H. - ¿Y qué personalidad le da estar al lado del Liceo? F.G. – Le da un carácter muy especial, porqué solo a nivel logístico, supone que hay un porcentaje elevado de socios que vienen aquí exclusivamente para ir al teatro. También hay socios que no vienen nunca al teatro y en cambio participan asiduamente de las actividades del Círculo, pero muchos de ellos no conciben ir al teatro sin pasar por el Círculo. L.H. - Muchos de estos clubs han establecido relevantes conexiones internacionales entre ellos. Las famosas correspondencias con clubs de otras capitales del globo. Juan, ¿Qué suponer para los socios de estas entidades disponer de este privilegio en un mundo tan globalizado como el que viene? J.M-M - Pues te diré que es uno de los puntos más fuertes para los socios jóvenes, porque al final somos gente que viajamos mucho. Un gran número de socios jóvenes, yo incluido, hacemos uso habitual de las correspondencias. Cuando voy a Nueva York me quedo a dormir en el Athletic Club; en Londres, el que me recomendaste tú, Paco, el Savile, que me encanta. Le da un toque mucho más especial a un fin de semana fuera de Barcelona. Para mí, es un gancho que además me ha ayudado a

"Debe ser un sitio donde se escuchen diferentes opiniones"

(J.Molina-Martell)

conseguir hacer socios nuevos, porqué solo por estas correspondencias ya te vale hacerte socio. L.H. - Barcelona tiene una larga tradición de clubs privados. Dos de ellos, el Ecuestre y el del Liceo son más que centenarios. Pero al mismo tiempo en estos últimos años han aparecido en nuestra ciudad otros clubs con miradas muy particulares. Estoy pensando en el Soho House, enfocado a los profesionales creativos, el Junos House Club, enfocado únicamente a mujeres, o el By Safe House, de reciente creación. Juan, ¿Dónde entiendes que deberá posicionarse en el futuro en el CdL? J.M-M - Cada club tiene su carácter. El Ecuestre tiene una mirada más sobre lo empresarial. El Soho House está muy enfocado a la gente joven, a la fiesta y la diversión. Mientras que al CdL el carácter se lo da la cultura. F.G. – Indudablemente es un club asociado a la música y a la cultura. J.M-M – Exactamente, y creo que no debemos perderlo, tenemos que ser el club cultural de Barcelona. O sea, el día que nos salgamos de esta línea creo que nos equivocaremos. L.H. - Clubs como el del CdL, nacido en 1847, contará en unos meses con 175 años de historia. ¡Y tenemos muchas ganas de celebrarlo! Es sin duda una memoria viva de Barcelona. Si leemos textos como el de Eduard Escartín en el libro de los 150 años del CdL, Historia, art, cultura, vemos claramente que hablamos de una institución que ha sido testigo de los momentos más relevantes de la ciudad… ¿Qué papel creéis que está llamado a jugar el CdL a nivel de ciudad en un futuro próximo? F.G. - El círculo es un foro social, es la voz de lo que es la sociedad civil, y esta se puede manifestar de muchas formas, ya sea votando democráticamente, ya sea accediendo a puestos de responsabilidad en instituciones de la ciudad; como sería formar parte de Barcelona Global, que si bien no es un club, sí es un altavoz de la sociedad civil de Barcelona. Como lo es el Círculo del Liceo: un foro de conocimiento, de difusión de la cultura, un lugar donde aceptar nuevas ideas, nuevas reglas, nuevas ondas que vengan de la cultura. J.M-M - Sí, pero añadiría que el círculo se tiene que mantener neutral. Debe ser un sitio donde se escuchen las diferentes opiniones, donde se invite también a políticos o artistas, un lugar donde puedes informarte de tendencias e ideas, pero siempre de una manera absolutamente neutra. F.G. - Pienso que también nosotros podemos manifestarnos y opinar cuando viene el invitado de turno. O sea que hay que respetar las instituciones sin ofender a nadie, pero esa opinión ya no será tan neutral. Esa libertad de expresión es básica. L.H. - Por supuesto, pues cuando lees la historia del círculo te das cuenta que en momentos muy concretos había posicionamientos internos de auténtica confrontación.

Estos clubs centenarios barceloneses que comentábamos han perdido un poco ese elemento lúdico y se han enfocado más a los negocios o a lo cultural, pero hay un gap, hay una generación, quizás entre vuestras dos, la de los cincuenta y tantos, que es la mía, en la que ese punto lúdico se ha perdido un poco. Juan ¿tienes la sensación que una de las grandes aportaciones que las generaciones jóvenes pueden hacer este círculo tiene que ver con lo lúdico, con estas fiestas, con estas cenas que organizáis? J.M-M - Ha sido una manera de captar a los jóvenes. Antiguamente el acceso a los clubs era mucho más hereditario. Los padres hacían socios a los hijos, igual que pasaba en el teatro.

Pero esto hoy en gran medida se ha cortado. En el Círculo se dieron cuenta de que había un gap generacional y fue en esa época cuando entramos un grupo de gente joven, muy ilusionados, que decidimos crear un comité que se dedicase a crear eventos para atraer al público de menos de cuarenta años. De ahí salieron la fiesta de verano en la terraza, los Gin&Burgers o la fiesta de Navidad con artistas jóvenes. F.G. – Fijaos que en el Círculo lo social ha ido a más. No solamente por las noches de función en el teatro, sino por más razones, como las actividades, o la misma terraza, que ha implicado que mucha gente se haya conocido entre ellos. Se han hecho muchas amistades, muchas nuevas relaciones. De ahí las reuniones de las peñas, y sobre todo las peñas de nuevo cuño, porque las peñas antiguas de esta casa tienden a ser excesivamente cerradas. Las nuevas, como la peña Epicúreo, que han hecho un gran número de actos fuera de aquí, han creado un grupo relevante de personas que se lo pasan fantásticamente bien, en el Círculo y también fuera de él. O la Peña Raimon de Penyafort, la de los abogados, en la que se han ido incorporando muchos socios nuevos. O sea que hay encauzarlos para que hagan nuevos amigos, nuevas relaciones, porque esto es lo que se trata en un club como el nuestro. L.H. - Muchas gracias a los dos por compartir vuestra visión sobre el discurrir de los nuevos tiempos en los clubs privados y, en especial, en nuestro querido Círculo.

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El Círculo del Liceo apuesta desde hace años por tener un papel dinamizador en los debates que conciernen a la sociedad. Su enclave en el epicentro de la ciudad abona su capacidad de observación y también propicia que sea un foro de temas vinculados a la música, las artes plásticas, la literatura o la política. En los últimos tiempos ha dado ejemplo de pluralidad y apertura con la invitación a personalidades de diferente signo. –→

TEXTO __ Miquel Molina

Periodista y escritor. Director adjunto de La Vanguardia, ha publicado novelas como La sonámbula (Destino), ensayos como Proyecto Barcelona (Libros de Vanguardia), libros periodísticos como Naturaleza muerta (Edhasa) y de viajes, como el reciente Siete días en la Riviera (Catedral). Obtuvo el Premio al Periodismo No Sexista.

UN CLUB DE LA CIUDAD PARA LA CIUDAD

El significado de la palabra círculo en el diccionario de la RAE: club o sociedad con fines recreativos o culturales. Y, ahora, en la etimología: del latín circulus, figura geométrica redonda. La denominación de círculo evoca, en cualquier caso, la idea de un ámbito cerrado en cuyo interior se desarrollan unas determinadas actividades. Que este ámbito sea más o menos proclive a interactuar con lo que está fuera del círculo no depende tanto de la geometría como de la física y, en concreto, del concepto de porosidad. La historia del Círculo del Liceo es la historia de las personas que lo han liderado, pero también de los cambios sociales, políticos y económicos registrados a lo largo de estos 175 años en Barcelona, Catalunya y España y de cómo han repercutido de puertas adentro. En función de cómo han sido esos liderazgos y de su conexión con el mundo que empieza más allá del salón llamado La Pecera, puede determinarse que las paredes del club han sido más o menos porosas. O lo que es lo mismo, que el Círculo ha tenido un papel más o menos activo en la ciudad y la sociedad del momento. Es sabido que el Círculo se define por unas actividades orientadas a la cultura en un sentido amplio de este término. Al club, por su vinculación con el Gran Teatro del Liceo, le corresponde cuidar y promover un activo intangible que es el disfrute de la ópera y de todo lo que la rodea. También, por supuesto, preservar y promover su patrimonio, algo que ha empezado a hacerse de forma sistemática en años recientes. Pero cualquier asociación de este tipo se articula en torno al debate, y debatir quiere decir participar sin complejos en la vida social y política. Si hay una etapa en la que el Círculo ha acentuado esta vocación de convertirse en un activo del debate barcelonés es la actual, en especial durante las presidencias de Ignacio García Nieto (2009-2018) y Francisco Gaudier (2018). De hecho, esta participación en la vida pública se ha desarrollado en paralelo a los grandes cambios registrados en la ciudad en la última década. La crisis económica de 2008 supuso

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