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Pequeña crónica. Un compromiso con la cultura
–→ TEXTO__ Jorge de Persia
Musicólogo y profesor, ha profundizado en los estudios sobre el patrimonio musical catalán, español y americano. Fue director del Archivo Manuel de Falla y colaborador del CSIC. Es autor de libros como Julián Bautista. Tiempos y espacios (Biblioteca Nacional de España). Colabora en La Vanguardia como crítico musical.
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1 Ante la idea general de que “Las clases pudientes miran la producción artística con gran indiferencia” valorando lo de fuera, se subrayan las “honrosísimas excepciones” entre las que sitúa a la Sociedad del Círculo cuando figuran a su frente personas ilustradas: “El arte en el Círculo del Liceo” (Diario de Barcelona 2-VII-1902) El 21 de septiembre de 1914 en el Libro de Honor del Círculo el maestro Amadeu Vives escribió “Al Círcol del Liceu al qui tan deu la música barcelonina”, palabras que sintetizan una historia. Ese día el Círculo le homenajeó. Catalunya celebraba al compositor en esos días de éxito por la puesta de Maruxa en el Teatro Novedades barcelonés, obra que dos años más tarde pondría el también Liceo. El Libro que conserva estas firmas y las de otras muchas importantes personalidades musicales que visitaron el Círculo es en sí una pieza de considerable importancia además de por su contenido, por ser obra en 1908 de Lluís Masriera i Rosés, orfebre y pintor muy vinculado a la vida teatral, formado con Alexandre de Riquer. Lleva en la cubierta una pieza de orfebrería con un motivo musical. Esta simbología está muy presente en el Círculo y alude a la fuerte presencia de la música en la institución. Muy estilizada –una marquetería con bella alegoría- la encontramos también en detalles de la reforma del recibidor y sala del escritorio realizada en 1901 por Alexandre de Riquer con la colaboración de Gaspar Homar i Mezquida.
La mayoría de estas acciones que llevan a la fisonomía actual del Círculo y su enorme valor artístico fueron promovidas a comienzos del siglo XX, época de las grandes intervenciones modernistas –señala Francesc Fontbona. La idea era “encargar cada sala a un artista diferente y de reputada fama, dejándoles con cierta libertad de acción”, un criterio de progreso que Bonaventura Bassegoda defiende ya en 19021 .
Y así podemos disfrutar, en pleno auge del wagnerismo en Catalunya, de las cuatro vidrieras (1903-1905) de Oleguer Junyent sobre escenas de la Tetralogía, dibujadas por Josep Pey y que realiza Antoni Bordalba.
El wagnerismo barcelonés coincide con preocupaciones como la ópera nacional, o el italianismo. Y Joaquim Pena, uno de sus promotores más activos, es aceptado como socio del Círculo en 1895. Desde el baluarte de la revista Joventut y otros medios “Predicava el wagnerisme com un apòstol”, escribe Rafael Moragas.
Una tímida firma en el Libro refleja la presencia en el Círculo de Isolde Wagner (firmaba Isolde Beidler, casada con el director Franz Beidler que dirigió en el Liceo en la Cuaresma de 1909 y Tetralogía y El Buque Fantasma en marzo-abril de 1910) y Pena les llevó a una visita al mítico Montserrat.
Otro hijo de Wagner, Siegfried, estuvo poco antes en Barcelona, en 1907. Su visita –dirigió en el Liceo- no tuvo eco y Roger Alier señala que visitó el Círculo. Muy apoyado por su madre Cósima, Siegfried estudió con
2 Joaquim Pena describe en Pel & Ploma en 1903 aquellos momentos. “El llibre den Marsillach ha sigut el nostre catecisme wagnerià i ho serà encara dels qu’ens segueixin molt temps.” setembre 1903.
3 Aún en 1921 abría una suscripción para regalar a Bretón unas insignias de la Cruz de Alfonso II, condecoración recientemente concedida. Para detalles sobre Garín y estos hechos ver mi artículo en la Revista del Círculo nº 17. Engelbert Humperdinck que, en sus comienzos aunque ya había trabajado con Wagner, estuvo en Barcelona contratado por el Conservatorio del Liceo. Allí en 1885 –cuando visitó el Círculo- inauguró su clase de armonía, contrapunto y composición y poco después una de “música clásica, instrumental de cuarteto” y con matrícula gratuita. Pero Humperdinck era poco valorado aún y en 1886, interesado en vivir en Barcelona aunque desalentado por el ambiente italianizante que no le comprendía, regresó a Alemania. Una década después Richard Strauss estrenaría en Alemania su Hänsel und Gretel que el Liceo puso en 1901, naturalmente en italiano.
Una de las referencias que tenía Humperdinck en Barcelona era Joaquim Marsillach, joven wagneriano a quien había conocido en el Bayreuth del Parsifal, pero a su llegada le encontró a punto de morir. En aquellos momentos iban y venían las polémicas en torno a Wagner2. Y como fondo las ideas de progreso al que el Círculo se sumó.
La Exposición de 1888 determina el comienzo de una secuencia de hechos importantes directa o indirectamente relacionados a él y a la música y la ópera. La participación con un Pabellón propio muestra la importancia que tenía esta exaltación del progreso en el marco de las ideas de la Renaixença y poco después del Modernismo.
Los pabellones presentaban actos musicales, y si aceptamos la precisión de Joan Bassegoda i Nonell, el cuadro El automóvil de Ramón Casas muestra al fondo el pabellón del Círculo y, destacado, el gesto de un director de orquesta (o banda, quizá la Municipal por tratarse del exterior) entidad que participó activamente en la Exposición.
Poco después, hacia 1889, se alienta el entusiasmo de la ciudad hacia la figura del salmantino apoyado por la Casa Real, Tomás Bretón; el Liceo daba a conocer la pretendida “ópera nacional” Los Amantes de Teruel y ante el enorme éxito que saludó su obra y su visita, Bretón prometió desde el balcón de su residencia en Barcelona que estrenaría aquí la próxima en la que ya trabajaba. Y el Círculo se implicó en ello.
Bretón trajo al Liceo su ópera Garín, o L’eremita de Montserrat que fue estrenada en 1892 con éxito también desbordante y serias afirmaciones de duda y oposición por parte de crítica y compositores. Su obra a pesar de localismos oportunistas como la sardana del último acto, no respondía a la idea de una “ópera nacional”, tan difícil de realizar.
En medio de aclamaciones a Bretón, ediciones para piano de la famosa sardana y bandas que con ella recorrían las calles, el Círculo recibió la partitura original de manos del autor con su dedicatoria, e hizo ofrenda al compositor de jugosos regalos3 .
Hay muchos testimonios del respeto y el apoyo que el Círculo, desde su creación en 1847, dio a músicos catalanes. El Círculo del Liceo de Isabel II se inauguró con un “magnífico baile” con más de mil personas el 17 de febrero de 1848, últimos días del Carnaval.
Por entonces el baile era “la diversión predilecta de la mayor parte de las personas que viven en sociedad y que aman y desean disfrutar algunos ratos de grato solaz”. En él, señala la crónica (Diario de Barcelona, 19-II-1848) las señoras –de mágico predominio- ostentaron trajes, joyas, natural belleza y finas maneras junto a “apuestos caballeros de todas clases y categorías” que acudían, recibidos con cortesía por una comisión de señores socios que acompañaban a los convidados hasta sus asientos en el “bello y espacioso salón” decorado con flores abundantes e iluminado con lámparas de gas.
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4 Joan Baptista Dalmau y Josep Jurch i Rivas (primer clarinete de la orquesta del Gran Teatro del Liceo de S.M. La Reyna Dª Isabel II). Jurch compuso mucha obra bailable para estas sesiones.
5 Se editó para piano por Andrés Vidal y Roger (s.a.) “a fin de distribuir un ejemplar a cada una de las señoras que acudan a dicha fiesta”. Diario de Barcelona 18-II-1868.
6 Calendario musical para 1860. Barcelona, 1859. (Cit en J. Radigales: Els origens del Gran Teatre del Liceu. 1998 p31)
El maestro Joan Baptista Dalmau dirigía la orquesta que tocaba cuadrillas, valses de Strauss y otros autores a la moda, junto a polkas del señor Jurch4. Una puerta –al igual que ahora- de ese salón de descanso, dice la crónica, comunicaba con las salas del Círculo que “siendo siete u ocho corridas, miradas desde dicho punto, presentaban un hermosísimo efecto.” El “director de las escuelas del Liceo” hasta su fallecimiento, Marià Obiols (Barcelona 1809-1888), participó desde los inicios del Círculo en muchas de sus iniciativas, algunas de carácter benéfico, como el concierto vocal e instrumental del 27 de marzo de 1863 “a beneficio de los pobres de Canarias” afectados por epidemia en el que tomaron parte bajo su dirección “todos los artistas de canto” del Liceo, incluso los coros. El programa, “en su mayor parte música religiosa” con arias de Rossini, Bellini y otros, incluía una Salve Regina compuesta expresamente por Obiols. El éxito determinó que el músico fuese nombrado socio de honor del Círculo, y en 1868 regaló a la entidad “unos bellísimos rigodones a que ha dado el nombre de la Sociedad” (…) a estrenar en el gran baile del día 20 de febrero5. Otra obra de Obiols dedicada “a la distinguida Sociedad del Círculo del Liceo es la sinfonía a grande orquesta” Omaggio editada en reducción para piano por José María Arteaga en Barcelona (cª 1872) y estrenada entonces en el Liceo.
A través de la música pues, se promovieron con frecuencia –en forma de bailes de sociedad- actividades benéficas y de caridad como los promovidos por “la Ilustre Junta de Damas” siempre en el Círculo. Para comienzos de 1860, en palabras de su presidente Joaquim de Gispert, el Círculo se preocupó por “contribuir a proporcionar algún alivio a los heridos y huérfanos del heroico ejército que con tanto denuedo combate en los montes y playas africanas” y compró una entrada simbólica para la función de baile de máscaras del 1º de febrero del Liceo -por la que pagó “diez mil reales vellón”- para que fuese utilizada por un “valiente señor oficial a quien las gloriosas heridas” hubiesen obligado a regresar a Barcelona. En el programa figuraba la “nueva polca A la lid, de Obiols” así como su Galop militar.
Los bailes de máscaras que organizaba el Liceo ocupaban por lo general sala y escenario del Teatro, pero las actividades del Círculo tenían lugar en el llamado “salón de descanso”, o de “recreo, o de entreactos”, hoy Saló dels Miralls, que se describe en 1860 decorado “al gusto Renacimiento con dos puertas laterales que dan paso, la de la derecha al café, y la de la izquierda al Círculo barcelonés, uno de los dos principales casinos que hay en la capital de Cataluña6.”
A estas actividades sociales se sumaban también conciertos, frecuentes en la sociedad barcelonesa de aquellos años de mediados de siglo que solían llamarse Academias, y muy especialmente las de los salones de las casas importantes.
Entre otras, una soirée musical, calificada de notable, como todas las brillantes funciones que la escogida sociedad del Círculo dispone tuvo lugar el 5 de abril de 18517. Para ella “se arregló en el salón una especie de cuadrilongo formado por triple fila de sillas, ocupadas todas ellas por un considerable número de señoras distinguidas por su belleza o por su clase, y frente al mismo se colocó el piano con el cual se acompañaron todas las piezas que debían cantarse…..Los caballeros estaban de pié detrás de las señoras. Entre algunos aficionados, ventajosamente conocidos en los principales círculos filarmónicos, tomaron parte en el concierto los primeros cantantes de nuestros teatros” con arias y dúos de diversas óperas del momento.
8 26-V-1903
9 Un precioso alfiler consistente en una perla de gran tamaño rodeada de ricos brillantes. Dicha joya iba encerrada en un lujoso estuche, dentro del cual se leía “el Círculo del Liceo a Joaquín Malats”
10 Brugués, Lluís «Mercedes Padrosa, la pianista desconeguda». Revista de Girona, Núm. 314, 2019
El cuadro Sala de Descanso de Ramón Casas (cª1902) describe un espacio similar, en el que a la derecha de las dos elegantes damas se ve al pianista; o El Carnet de baile (o invitación al vals) de Francesc Miralles Galaup (cª 1894), como también Salón de descanso del Teatro del Liceo de Francesc Masriera i Masnovens.
En varias ocasiones llegaron a Barcelona instrumentistas o compositores europeos destacados que se incorporaron temporalmente a sus actividades, incluso como profesores en el Conservatorio y, como fue tradición, el Círculo les celebró y abrió sus puertas.
Como Humperdinck, fue el caso de Giovanni Bottesini virtuoso del contrabajo, director de orquesta y compositor que entre 1863 y 1866 fue responsable de la dirección musical del Liceo. Con ocasión de la puesta allí de su ópera Maria Delorme el 17 de diciembre de 1864, orquesta, banda y coros del Teatro le homenajearon participando el Círculo. El maestro había mostrado su agradecimiento a Barcelona componiendo en 1863 un cuarteto de cuerdas que llamó El Catalán, entre otras pequeñas obras de ocasión para bailes.
Y dado que estamos en un espacio connotado con la lírica, el Círculo hizo homenaje a numerosos cantantes, como fue el caso de Julián Gayarre a quien consta que obsequió con un banquete el 20 de noviembre de 1884.
Tal como dijimos, veamos algunos apoyos a destacados músicos catalanes en sus comienzos. El malogrado Joaquim Malats (Barcelona, 18721912), primer premio en la clase de Charles de Bériot del Conservatorio de París (1893), ganó allá el prestigioso Concurso Diemer en 1903, por lo que el Círculo le envió una felicitación8 junto a “un sencillo regalo que le sea –le dicen- recuerdo casi imperecedero y expresión de las vivas simpatías de que goza entre sus consocios.”
Y a su regreso le recibieron en la estación entidades musicales y amigos, y en un posterior concierto el Círculo le ofreció un singular regalo9 y un consabido banquete que le ofrecieron varios socios.
También hubo apoyo a Enric Granados –además de las ayudas personales de Eduardo Conde y de Salvador Andreu- propiciando conciertos de Granados y Mathieu Crickboom en el Salón de Descanso en marzo y abril de 1903 con la integral de las Sonatas de violín y piano de Beethoven. Y poco después (el 4 de abril de 1903) el Círculo organizó en el Liceo una audición privada de la pequeña ópera Follet (libro de Apel·les Mestres), que permitió al joven músico, dice Pel & Ploma, ser admirado por los amantes del arte.
En el cuadro de Ramón Casas: Baile de máscaras en el Liceo de 1902 en el que se representa a la famosa bailarina Pauleta Pamies “visitando el antepalco de platea con sus discípulas del cuerpo de baile del teatro”, dice Bassegoda, a las que varios socios “hacen los honores” y menciona sus nombres. Pero lo que no identifica es, delante de la Pamies, la figura nítida de Enric Granados.
Enric Morera recibe la atención de los socios del Círculo donde es agasajado en sus salones el 2-II-1906. Algunos admiradores abrieron en el intermedio del primero al segundo acto de la ópera Emporium que se ponía en el Liceo, una suscripción que alcanzó algunos miles de pesetas que le fueron entregadas al terminar la representación. (La Vanguardia 6-II-1906) Otro signo de la atención a los jóvenes fue la visita el 9 de agosto de 1909 de la joven pianista María de las Mercedes Padrosa (Girona, 1892- Perú 1972) quien muy poco después alcanzó éxito en actuaciones en el Midi francés10 .
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11 En el libro hay firma de los Álvarez Quintero (1910), y también de Pirandello y Jacinto Benavente.
12 La Vanguardia del 16-II-1916 dice “Andrés Segovia, el exquisito artista granadino huésped, desde hace unos meses del Barcelona,”… Para octubre de 1915 ya se menciona un concierto suyo en la Academia de Bellas Artes en Barcelona. El 12 de nov de 1916 hizo en la sala Mozart un magnífico recital, con mucho público que junto a otro de diciembre parece coincidir con su marcha.
13 De Clara Beltrán Catalán: “Oleguer Junyent i Sans, pintor-escenógrafo” Universitat de Barcelona, Anexos p919
Ya estamos en el Libro de Honor, y una de las primeras firmas es la de Camille Saint-Saëns el 8 de diciembre de 1908 a raíz del estreno de su ópera Les barbares. En abril de 1909 firma Enrique Fernández Arbós, director de la Orquesta Sinfónica de Madrid, con la cual actuaba esos días de abril en el Palau en Barcelona y fue cordialmente agasajado en el Círculo.
Y la lírica de primer orden está naturalmente muy representada. Tres grandes barítonos son celebrados: en diciembre de 1909 Mattia Battistini “maestro en el bel canto, mágico prodigioso de la confidencia á flor di labro, insuperable en el hábil manejo del efecto discreto”.
A comienzos y finales de 1912 llega al Liceo el gran Riccardo Stracciari, tan celebrado, y muy poco después, el 15 de enero de 1913, visita el Círculo el barítono Titta Ruffo, que había triunfado con Rigoletto. En otro ámbito, el día 20, la Sociedad Coral de Bilbao dio un concierto en el Círculo “en obsequio a sus socios”, después de hacer un homenaje a Clavé ante su monumento. También las grandes sopranos fueron celebradas. Entre otras están las firmas de la que fue más tarde maestra de la Callas, Elvira de Hidalgo, y el 24-II-1916 firma Graziella Pareto que el día 15 había tenido en el Liceo su “serata d’honore”. El 19 participó de un recital benéfico en el Palau, una “soirée aristocrática”.. Su nombre era Engràcia Pareto Homs (Barcelona 1889-Roma, 1973), una de las sopranos españolas importantes en tiempos de entreguerras. En este ámbito visita y firma poco después con motivo de un “concierto íntimo” en el Círculo el 17 de junio de 1918 de otra soprano de la que se preveía un importante futuro, la muy joven Isaura Villaoz, alumna del Conservatorio.
Del mundo del teatro –hay las firmas de grandes escritores- visita la casa el 7-VII-1913 la actriz Mercedes Pérez de Vargas, notoria en la escena madrileña y protagonista de estrenos de los Álvarez Quintero, Arniches, Benavente y otros11… algunos de los cuales también pasaron por estos salones.
Cercana a la firma de Vives comentada antes, vemos la de su colega vasco Josemari Usandizaga que había visitado poco antes Barcelona para la representación de su ópera Las Golondrinas en el Teatro Principal, una joya del modernismo sobre libro de María Lejárraga y tema de los artistas ambulantes tratado ya por Rusiñol. La ciudad le recibió a comienzos de mayo de 1914 con muchos homenajes, y el 12 de mayo el Círculo organizó una “sesión íntima”, en la que, ante el entusiasmo de la concurrencia el joven y malogrado compositor donostiarra improvisó al piano una larga sesión con obras suyas.
En la misma página de Vives firma en 1916 el guitarrista Andrés Segovia, entonces muy vinculado a Barcelona donde se había desarrollado una gran escuela de guitarra y donde residió meses: “recuerdo gratísimo de una amabilísima noche de Arte”12 .
Los años veinte son musicalmente muy importantes en esta ciudad, y a pesar de las políticas restrictivas de Primo de Rivera, fue una década de referencia. Y nos deja una de las firmas estrella del Libro de Honor, la de Richard Strauss, ya muy apreciado y conocido en Barcelona por sus visitas y conciertos de gran alcance desde 1897, 1901 o 1908, y retorna el 10 de marzo de 1925 para dirigir en el Liceo la Orquestra Pau Casals en varios conciertos con obra suya. A su llegada, junto a destacados músicos le reciben en el “baixador del passeig de Gràcia”, los Sres Bertrand i Serra, Salgado y Pere Soldevila del Círculo. Muy interesado en el arte, sabemos de su visita al Museu de la Ciutadella con Oleguer Junyent como cicerone13 .
Y en 1925 inaugura la temporada del Liceo Miguel Fleta con Carmen que, recibido en Círculo días después, canta en sus salones “En fermant les yeux” de Manon y también unas granadinas, naturalmente muy celebrado en esa visita vespertina del 12 de noviembre de 1925. Firma: “M Fleta 1925”.
En estos años veinte hay dos importantes presencias prolongadas en Barcelona que sin embargo no aparecen en los anales del Círculo. Llama la atención que a pesar de la larga estancia de Arnold Schönberg en Barcelona no hay constancia de relación con el Círculo, al igual que las reiteradas de otro grande y discutido de entonces, Igor Stravinsky.
Pero de entre los nombres centrales de la música europea de esos años sí aparece la firma de Manuel de Falla. El músico de origen gaditano, discípulo de Pedrell, tuvo una relación muy importante con Catalunya. Poco antes de comenzar a trabajar en Atlàntida, sobre texto catalán de Verdaguer, Falla estrenó en el Palau de la Música en Barcelona el 5 de noviembre de 1926 una de las obras significativas del siglo XX, su Concerto para clavecín y cinco instrumentos que había dedicado a Wanda Landowska que también tocó en esa ocasión. Y el Libro registra esta presencia del músico tan querido en la ciudad el 1-VII-26. También firman en esos tiempos de homenajes varios músicos catalanes como Francesc Costa, Frank Marshall, y Jaume Pahissa entre otros, representantes de una historia que conocemos y valoramos poco aún.
A finales de 1930, Louise de Gustavo Charpentier abre la nueva temporada del Liceo y se anuncia que en medio del tercero y cuarto acto dirigirá un poema sinfónico suyo. El compositor llegó a Barcelona el día 2 de noviembre donde permaneció casi una semana y la prensa señala que ya están en la ciudad–nada menos que Albert Wolff que dirigía en esta ocasión, y Georg Sebastian (hay también firma suya en el Libro)- directores importantes de la temporada, que pocos días después continuaba con El Caballero de la Rosa de Strauss. En el ámbito de grandes compositores llegó a Barcelona hacia finales de mayo de 1929 Pietro Mascagni para dirigir su Cavalleria Rusticana, de la que relató sus orígenes con entusiasmo y fue muy celebrado. La función coincidió con la visita al Liceo del Príncipe de Udine, rodeado de la parafernalia del fascismo instalado en Italia, que fue saludado con el himno fascista Giovinezza y aplaudido mientras agradecía con el saludo brazo en alto. Ambas personalidades visitaron el Círculo. También figura en las páginas del libro la firma de otro importante compositor italiano vinculado estrechamente al fascismo, Ildebrando Pizzeti.
El Libro muestra en tiempos posteriores a la Guerra Civil testimonios de las más importantes voces femeninas del siglo como fueron María Meneghini Callas (5 de mayo 1959), Renata Tebaldi, Kirsten Flagstadt, Montserrat Caballé, Victoria de los Ángeles, y nuestros destacados tenores Josep Carreras o Plácido Domingo (medalla de oro del Círculo 2011). Los directores no fueron tan agasajados; sobresale la visita de Riccardo Mutti (1997).
Así, en pequeñas imágenes y en síntesis, tenemos aquí una muestra de hechos que, desde un punto de vista crítico, nos hablan de una trayectoria cultural muy rica, plural y transversal como pocas. Véase entre otras cosas la riqueza de la Biblioteca del Círculo o su conjunto artístico que constituye ya un verdadero y fundamental museo.
Celebramos con estas líneas la voluntad y sensibilidad institucional, y también personal, de los últimos años que, valorando su historia, va dando pasos en función de difundirla y afianzarla. Per molts anys!!!