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Pregón Mayor Carnaval del Toro 2018. Por Denis Rafter
PREGÓN MAYOR DEL CARNAVAL DEL TORO 2018
DENIS RAFTER
Ilustrísimo Señor Alcalde, don Juan Tomás Muñoz, Excelentísimo Presidente de la Diputación don Javier Iglesias García, amigos y amigas de esta noble, histórica y bella ciudad, joya de Castilla León, de España y del mundo, gracias por este gran honor;
Pero solo un gran poeta como Calderón, García Lorca, William Shakespeare o mi compatriota William Butler Yeats puede estar a la altura de explicar en palabras poéticas y
sublimes los sentimientos que siento en este momento. Solo uno de ellos puede captar lo que os quiero comunicar, la pasión que tengo por Ciudad Rodrigo, los sentimientos que surgen en mi corazón cuando pienso en todos los encuentros y momentos artísticos y humanos que he vivido aquí durante varios años. Ojalá pudiera dar a estos sentimientos las bellas alas anchas de la poesía para llevar el profundo cariño que tengo por esta ciudad y por su gente, para abrazaros a todos con palabras de amistad o para susurrar a las piedras de vuestras casas, palacios, a la catedral y por toda la muralla que tiene tanta historia y sentido para vosotros. Mirobrigenses os admiro. Mirobrigenses os quiero.
Pero no soy nada más que un humilde bardo irlandés, un bululú de Dublín, y por esta razón os pido vuestra paciencia y perdón mientras hablo con un discurso en español lleno de errores gramaticales, con un acento irlandés que nunca he podido perder durante casi cincuenta años en España –siempre me confundo con los géneros y todavía no soy capaz de entender por qué en este país no hay girafos y el Santo Papa no se llama el Santo Papo-y nunca hay problemos, solo problemas.
Ojalá pudiese cantar sobre los múltiples méritos y encantos de esta ciudad; la belleza de la naturaleza de su entorno y la elegancia de sus mujeres, la alegría contagiosa de sus niños, y adolescentes; sí, cantar con la voz de un Plácido Domingo o con la fuerza y entrega vocal de Freddy Mercury o la pasión de Lola Flores; pero mi voz es de un viejo trovador celta con este tono tan peculiar, una mezcla de Fats Domino, Tina Turner y el gran Louis Armstrong; con un cierto tono shakespeariano … pero no por eso menos sincero.
Aunque tengo un mérito que estos grandes artistas no tienen: tengo el mérito de haber practicado una parte importante de mi talento como artista, actor, cuenta cuentos, escritor y director de teatro en esta ciudad…. ¿Y por qué?...
Porque vuestra ciudad me inspira y ha nutrido las semillas de mi creatividad. La ciudad ha sido el manantial de mis ideas cuando he escrito Bienvenidos a la Realidad, cuando me enfrento con la gran figura de Teresa de Ávila en la obra sobre su vida Teresa; la jardinera de la luz. Esta ciudad ha sido mi musa, sus calles mi camino hacia un laberinto de ideas creativas, sus palacios e iglesias me han abrazado con cariño cuando me he sentido frustrado y perdido, y sus plazas me han ofrecido el espacio y el aire para sentarme, para reflexionar cuando buscaba la paz y la tranquilidad, ambientes necesarios para entrar sin miedo al incógnito y a veces peligroso mundo de la subconsciencia.
Y la primera obra que he presentado aquí, en la plaza Salvador, ha sido tal vez una premonición de esta noche en la plaza de Toros. Aquella obra fue La Leyenda del Toro de Cooley que cuenta la historia de una guerra civil en la mitología de Irlanda, una guerra por causa de un toro, por celos y envidia entre un rey y una reina… por un toro… por un toro? ¡Que estupidez, no! ¡Ir a una guerra por un toro! Sin sentido, igual que demuestra mi compatriota Jonathan Swift en su libro Los viajes de Gulliver donde dos pueblos están en guerra durante siglos por un huevo. Por un lado, la gente de Liliput insiste que hay que cortar un huevo por la parte más estrecha y el otro pueblo, el pueblo de Blefuscu, insiste que un huevo debe ser cortado por la parte más ancha. ¡Que ridículo, no! Igual de ridículo y estúpido que ir a la guerra por un barril de petróleo que después se quema para contaminar la tierra.
Me he dado cuenta al entrar aquí en este teatro con mi capa española que algunas mujeres casi se desmayan, tan impresionadas por mi imagen y presencia tan romántica; pero también he notado… que algunos hombres, como Juan Carlos Sánchez y Javier de Prado Herrera e incluso el propio señor presidente Javier Iglesias, tenían caras envidiosas y celosas de mi imagen tan impresionante … una mezcla de El Fantasma de la Opera, El Zorro y Drácula.
No olvides Juan Carlos que la envidia es uno de los siete pecados capitales.
Llevo esta capa porque he malentendido lo que me dijo el señor alcalde don Juan Tomás Muñoz cuando me llamó para invitarme a ser el Pregonero Mayor del Carnaval del Toro de Ciudad Rodrigo. Enseguida y con mucha ilusión y entusiasmo contesté el sí, afirmativo, no tengo duda, adelante, le dije, lo que quiera. Imagínate, era un gran honor no solo para mí sino también para Irlanda. ¡Bueno! Al colgar el teléfono, mi mujer Judy, que es mucho más realista y pragmática que yo, me preguntó: -“¿Por qué estás tan feliz Denis y con tanta sonrisa?”. -“Porque el Alcalde de Ciudad Rodrigo me ha invitado a abrir el Carnaval del Toro”, contesté. -“Pero estas loco”, ella me dijo,” sabes lo que significa eso”. -“Pues no”. -“Tendrás que entrar en la plaza y torear el primer toro. Eso es lo que significa abrir un Carnaval de Toros”.
Bueno, bueno, bueno, imaginaos cómo me sentí. Un miedo terrible. Pero soy muy irlandés y no quería defraudar a nadie y enseguida me puse a buscar una capa y aquí estoy, listo con mi capa para mañana en la plaza, solo ante el peligro. Pero incluso si no salgo con vida, valía la pena venir y ver esta envidia en las caras de Juan Carlos y Javier. Aunque Judy siga pensando que estoy loco.
Pero, ¿quién de nosotros no ha sentido a veces algo de locura: por amor o por defender nuestros ismos, nacionalismo, republicanismo, socialismo, comunismo, budismo, cristianismo, islamismo, judaísmo, hinduísmo? Somos un mundo construido por ismos, pero el único ismo que tenemos todos en común es el humanismo; celebrado con tanta pasión, ilusión y verdad por vosotros durante estos días de Carnaval.
Entre el mundo artístico hay muchos que sentimos la locura. Y William Shakespeare consiguió explicar esto en Sueño de una noche de verano, cuando Teseo, duque de Atenas decía:
El loco, el amante, el poeta, son todo imaginación; el uno, el loco, ve más demonios de los que caben en el infierno; el amante, no menos loco, ve la belleza de Elena en el rostro de una arpía; y el poeta, ardiendo en su hermoso delirio, mira del cielo a la tierra y de la tierra al cielo, creando en su imaginación nuevas formas, seres desconocidos, que su pluma concreta dándoles nombre y un lugar en el universo. Los caprichos de una imaginación febril son tales que, de alegría, podría crear un ser portador de la risa, de miedo, hacer que un zarzal nos pareciese un oso.
El Carnaval de Ciudad Rodrigo representa una mezcla de todo eso, nuestras ganas de ser algo locos durante unos días, usando nuestra imaginación para convertirnos en otros personajes, demostrando nuestro amor a la vida y todo con una creatividad espectacular, divertida y poética. Para sobrevivir como artista y actor estos tres aspectos son fundamentales para mí: poesía, amor y locura.
Sí, mis recuerdos de mi vida artística aquí, son muchos y todos inolvidables porque siempre han tenido un elemento muy humano. Bienvenidos a la realidad fue una obra de teatro para conmemorar el bicentenario de un acontecimiento histórico, no solo con respecto a la historia de España sino de la historia de todo el continente de Europa. En el año 1812 durante varios meses los mirobrigenses fueron capaces de resistir al ejército más poderoso de aquel entonces. Fuera de las murallas de la ciudad 42.000 tropas francesas y dentro, defendiendo la libertad de su ciudad, unos 5.500 hombres, mujeres, ancianos y niños, casi muertos de hambre, pero con una fuerza, coraje y solidaridad entre ellos que solo el amor y la pasión por la justicia, su ciudad y su patria pueden dar.
Con esta obra descubro a don Julián Sánchez El Charro, El ciego Salomón y una mujer de bandera llamada Manuela Troncoso, al general Andrés Pérez de Herrasti, todos ellos ejemplos tan representativos de la dignidad y el coraje del ser humano. Porque mi discurso hoy no es solamente sobre esta ciudad sino también, y de una manera mucho más universal, es sobre la grandeza del hombre y de la mujer ejemplificado por esta ciudad. Y en este sentido voy ampliando poco a poco no solo lo que vuestra ciudad ha significado para mí como artista sino también lo que ha significado para mí como persona y mi entendimiento del mundo. Dicho de otra manera, Ciudad Rodrigo ha sido y es una micro versión del mundo y del ser humano.
De niño vivía en un pueblecito a unos veinte kilómetros al norte de Dublín, al lado del mar, tan cerca del mar que cuando jugábamos al fútbol en nuestro jardín de frondosa hierba verde, este verde que solo se encuentra en Irlanda, al meter un gol, y había muchos goles, porque el portero no era exactamente un Iker Casillas, al meter un gol la pelota no solamente salía entre los palos, bueno palos es también un poquito exagerado –eran dos viejas botas de fútbol– sino que también entraba en el mar. En estos años de mi niñez ya era un romántico, imaginando y soñando otras tierras, otros momentos en el tiempo. Viviendo en una isla tan pegada al mar cualquiera sería un romántico.
Cada paseo por la playa podría ser una aventura fantástica. Algunos días me sentía Robinson Crusoe o Gulliver o como John Silver el Largo, aquel feroz y a la vez amable pirata, manco de pierna (como no sabía ninguna palabra en español para explicar un hombre con solo una pierna, inventé esto –manco de una pierna-), y con su famoso papagayo, el Capitán Flint. Otros días fui un vaquero en el salvaje oeste, la parte de arriba de mi cuerpo se movía como el vaquero pero la parte de abajo era mi caballo… así, [demostraba el movimiento]. A mi alrededor había pelirrojos por todas partes pero afortunadamente mi caballo y gran amigo Champion era el más veloz de todos y podía escapar de las flechas que volaban a mi alrededor.
Veo que algunos de vosotros os estáis riendo un poquito. Pero si no fuera por mi caballo Champion no estaría aquí hoy en día dando el pregón en los Grandes Carnavales del Toro en Ciudad Rodrigo.
Un día cuando Champion estaba descansando y en paz comiendo aquella hierba verde, esculpí una cueva de arena y años después recordando estos momentos de tantas aventuras escribí estas palabras que me gustaría compartir hoy con vosotros: De joven esculpí una cueva de arena y cada día serpenteaba dentro con mis sueños: Un muchacho inocente, mirando desde su escondite a un mundo misterioso. El mar ancho e incógnito, desapareciendo en el horizonte y una isla flotando, como una gigante ballena verde, observándome con siete ojos blancos. Entre mí y las olas, dentro de la negra arena recién mojada; había una vida llena de secretos. Oscura alga marina, conchas rotas, frascos verdes sin mensajes, miembros crespos secos de cangrejos, leño alisado por las ninfas de Neptuno, piedras de varios colores, un fragmento de loneta, una camisa blanqueada por el sol, hecha pedazos por la fuerza de las olas. Mi mundo inocente fue en esta cueva de arena. El mundo de un niño. Con sus nobles esperanzas. Salvaría el mundo, sería santo, soldado, caballero, atacando a los malos y defendiendo a los pobres.
En este tiempo la vida fue un juego, con espadas de madera, que terminaba a la hora de la merienda.
Creo que aquella isla de mi inocente niñez era Ciudad Rodrigo. La vida es así: cada momento, cada persona, cada idea, cada acción tiene una conexión con el pasado, con el presente, con el futuro. Por eso cada pequeño detalle de nuestras vidas tiene sentido y por eso intento destacar las cosas más pequeñas y aparentemente insignificantes. Me gustaría pensar que los niños y las niñas de esta ciudad tienen este talento de mirar desde su muralla al paisaje y también nutrir su capacidad de creatividad para inventar otros mundos en sus vidas. Solo al ver esta fértil imaginación demostrada en los trajes y personajes del Carnaval, uno es consciente del profundo sentido de la cultura que hay aquí. ¿Me permitís contar otra historia? Bueno, no hay más remedio, porque las puertas del teatro están cerradas. El señor Alcalde me ha dicho que durante media hora el teatro es mío. No estoy seguro que pasará después de media hora, a lo mejor me quedaré hechizado y convertido en un toro. Qué ironía más absurda, verdad… el Pregonero se convierte en toro.
Esta otra historia pasó cuando yo ya era un adolescente. Por supuesto, no había ipads, ni teléfonos móviles, ni incluso televisión y por esta razón mi imaginación podía volar tanto. Al lado de nuestra casa había un manicomio, un edificio rojo e imponente con muchos terrenos a su alrededor, en realidad era una finca grande. Durante los veranos, cuando no tenía que ir a la escuela, trabajaba allí en esta finca haciendo todo tipo de tareas relacionadas con la vida rural, creo que lo más doloroso y lo que me costaba más era recoger las patatas del suelo, me dolía mucho la espalda.
Entonces un día estuve solo, lejos del corral de la granja y empezó a diluviar o en inglés -it was raining cats and dogs- lloviendo gatos y perros. Había pocos sitios para esconderme pero encontré un espacio por debajo de unos arbustos espinosos. Sabía que iba a durar mucho el torrente pero me sentí contento y tranquilo, sin televisión, sin teléfono móvil ni ipad. No me sentí nada aburrido. Empecé a darme cuenta de la vida microscópica de mi alrededor, las hormigas y hormigos (¿hay hormigos en España? Como no hay girafos, a lo mejor tampoco hay hormigos). Pues en Irlanda si tenemos hormigos. san Patricio nos ha liberado de las serpientes pero nos ha dejado los hormigos.
Por debajo de estos arbustos había un mundo entero, escarabajos de varios tamaños y colores escapando de riachuelos de agua, moscas refugiándose por debajo de las hojas, había olores de la tierra, de la lluvia, de la madera seca y muerta, sonidos del silencio
que nunca había escuchado antes; y desde una rama alta un mirlo contemplaba todo su dominio como un príncipe vestido con una capa negra. Quedó vivo y luminoso en mi memoria este encuentro con la naturaleza en toda su vibrante sencillez y perfección de forma. Todo estaba en su sitio, incluso yo. Y descubrí la importancia de la experiencia y me di cuenta de que si no entendemos u observamos el mundo en microscopio cómo vamos a entender el universo. Y si no entendemos que nosotros como seres humanos somos también una parte microscópica de este mundo cómo nos vamos a entender a nosotros mismos y de hecho, a nuestros prójimos.
Los recuerdos artísticos y humanos con que más he disfrutado en mis encuentros teatrales en esta ciudad han sido con los niños alrededor de la plaza del Buen Alcalde. Durante años han venido miles de ellos para escuchar los cuentos de Esopo, los recuerdos del Espantapájaros, se han reído con Mumbo el Payaso, han bailado con el Maestro de la Danza, han descubierto el maravilloso mundo de las máscaras africanas y han viajado a tierras extrañas con Gulliver. Espero que todos ellos hayan aprendido algo sobre el mundo y la vida a través de estos cuentos, como igualmente yo he aprendido de ellos. Durante horas entré en su mundo tan inocente pero también tan sincero. Por estas oportunidades de enriquecer mi vida doy gracias a Mirian Hernández Ruano y Manuel González Fernández y a todo el dedicado equipo de Diverteatro; y a nuestra querida Rosa García Cano, figura histórica en el mundo artístico de Ciudad Rodrigo y España; la persona que me trajo aquí por primera vez como artista. Fue ella, la que por primera vez notó que aparte de ser un bululú, un bardo irlandés, tenía un corazón mirobrigense. Me hace ilusión pensar que Rosa está en el cielo dedicando también todo su talento para dirigir una Feria de Teatro por todos los espacios disponibles en el paraíso. Y san Pedro es su técnico de luces y san Patricio el programador.
Ciudad Rodrigo es excepcional para un actor y director de teatro porque ofrece muchas oportunidades de representar teatro de varias maneras. He tenido la fortuna de trabajar en un total de treinta espacios en esta ciudad, todos diferentes, únicos e inspiradores. Pero también difíciles y desafiantes… Hoy gracias a vuestra generosidad y cariño me he ilusionado pensando que soy un mirobrigense más, un español más. Entonces con humildad ofrezco estas palabras de Lorca que siempre me han encantado.
Y me gustaría dedicar este poema a los millones de niños del mundo que cada día sufren por causa de las guerras, el hambre, la falta de educación y los abusos de todo tipo.
Hace una semana estuve hablando con Linda una amiga mía. Linda trabaja con la organización Save the Children (Salva a los niños). Ella había estado unos días antes en Bangladesh visitando los campos de refugiados de Myanmar, hablando con familias entre los miles de niños y niñas, sobrevivientes de una limpieza étnica brutal, cruel y terrorífica para cada niño. Estos niños habían sido testigos y víctimas de masacres, violaciones y abusos de los derechos humanos a una gran escala sobre su pueblo los Rohinyás. Y este terror y violencia contra ellos había sido perpetrado por el gobierno de Myanmar. Una catástrofe humana que no puedo olvidar en estos momentos de tanta felicidad y alegría para mí y para vosotros.
ROMANCE DE LA LUNA La luna vino a la fragua con su polisón de nardos. El niño la mira, mira. El niño la está mirando.
En el aire conmovido mueve la luna sus brazos y enseña, lúbrica y pura, sus senos de duro estaño.
Huye luna, luna, luna. Si vinieran los gitanos, harían con tu corazón collares y anillos blancos. Niño, déjame que baile. Cuando vengan los gitanos, te encontrarán sobre el yunque con los ojillos cerrados. Huye luna, luna, luna, que ya siento sus caballos. Niño, déjame, no pises mi blancor almidonado.
El jinete se acercaba tocando el tambor del llano. Dentro de la fragua el niño, tiene los ojos cerrados. Por el olivar venían, bronce y sueño, los gitanos. Las cabezas levantadas y los ojos entornados. Cómo canta la zumaya, ¡ay!, ¡cómo canta el árbol! Por el cielo va la luna, con un niño de la mano.
Dentro de la fragua lloran, dando gritos, los gitanos. El aire la vela, vela. El aire la está velando.
El mundo está cambiando a un ritmo frenético –eso es lo que dicen, los sabios, los científicos– pero sabemos también que el mundo ha ido cambiando de una manera frenética desde el principio. Nuestra visión del mundo es subjetiva y cada uno tiene la libertad, o debe tener la libertad, de expresar su opinión con respecto a sus creencias ideológicas, políticas o teológicas pero siempre cuando estas creencias no causen daño al prójimo. Amar a tu prójimo como a ti mismo. Es un principio muy sencillo pero en el mundo de hoy es el menos practicado.
Parece obvio lo que estoy diciendo pero el mundo sigue confundido y después de miles de años el ser humano todavía no tiene claro que la existencia y continuación de nosotros como especie depende de la supervivencia de todos y no solamente de los más fuertes. Estamos en la edad de la ansiedad.
Nuestro mundo, la tierra, es un pequeño espacio en el gran espacio de un universo todavía por descubrir. Pero creo que no estamos preparados intelectualmente ni moralmente para encontrarnos con otros mundos o con otros seres. Hay otro mundo más importante que debemos descubrir primero, nuestro propio cerebro; esa es la nueva frontera, nuestro reto es descubrir la capacidad, todavía incógnita, de pensar y controlar lo que somos; tenemos que tomar una decisión, seguir destruyendo a nuestro mundo y a nosotros mismos con los pensamientos e ideas del lado oscuro de nuestra estructura como seres o abrazar nuestro lado donde brilla la grandeza del hombre y de la mujer con respecto a la totalidad de la creación humana. ¿Difícil decisión, verdad? Pero para el buen futuro de nuestros nietos es imprescindible decidir y declarar.
Pregunto: ¿cuál ha sido la imagen, la foto más increíble e importante desde el descubrimiento de una cámara fotográfica? Puede que haya muchas opiniones sobre eso. Algunos pueden pensar en aquella foto de un embrión en el vientre de su madre, o la trágica, triste y horrorífica foto de los niños llegando en tren a Auschwitz, o aquella asombrosa foto de la bomba atómica destruyendo Hiroshima. El arte es subjetivo y cada hombre y mujer mira la tierra desde una perspectiva diferente. Para mí la foto más histórica y singular fue la primera foto de la tierra, de nuestro planeta azul, tomada por un astronauta desde el espacio. [Desde el techo poco a poco baja el globo del mundo bañado en una luz azul].
Allí está, nuestra tierra: ¿Qué podremos decir de nuestra querida tierra? Si algún día llegamos a otro planeta donde hay vida de otros seres. Qué vamos a contestar cuando nos pregunten: ¿Cómo es vuestra tierra?
Vamos a decir es un Carnaval continuo donde todos vivimos en paz, armonía, felicidad y alegría; o vamos a decir la verdad, que por algunos días al año en un pueblo de 12.896 habitantes llamado Ciudad Rodrigo, todo el mundo ancianos, madres, padres, jóvenes y niños, se divierten con sus preciosas vidas con alegría, amor, elogiando y saludando entre todos el gran regalo y realidad de la existencia en un mundo lleno de belleza de cosechas del fruto de la tierra.
Y dirían: ¿Y por qué esto pasó solamente durante pocos días del año y solamente entre tan poca gente en un mundo donde viven siete mil quinientos millones de personas de vuestra especie?
Y la verdad es; no sé cómo contestar.
Y en este cuento de ficción, cuando me encuentre con un marciano; ¿qué voy a decirle cuando me diga?
Nosotros aquí en Marte estamos observando este planeta azul, tu planeta llamado Tierra, durante miles de años y hemos notado como va cambiando de color. Antes era azul, azul, azul y muy bello, pero últimamente, cada año es más gris, gris, gris y triste.
Van a entenderme cuando conteste:
Porque algunos de nosotros mismos, nosotros los habitantes, los seres humanos, estamos poco a poco destruyendo nuestra Tierra, destruyendo la naturaleza y matando la flora y fauna que viven en nuestro planeta azul. Algunos de los jefes de gobiernos más poderosos de nuestro bello mundo se interesan a corto plazo solo en el bien de unos pocos y no en proteger la herencia a largo plazo de nuestros hijos y nietos que van a venir en el futuro.
Y los marcianos me van a preguntar: ¿Qué solución están ofreciendo estos jefes de gobierno que parecen tan lentos de molleras? (los marcianos hablan así, sin pelos en la lengua, van al grano).
Y mi respuesta será sincera y con la verdad:
Su intención es venir aquí, a Marte.
Y el jefe de los marcianos, con su cabeza pequeña o grande, pero muy inteligente me va a decir:
Ni hablar, aquí en Marte no hay sitio para seres que son tan tontos y egoístas, gente que destruye su propia casa y la felicidad y el futuro de sus propios niños. Aquí en Marte siempre serán bienvenidos los humanos de buen corazón, humildes y bien intencionados; pero estos jefes poderosos se tienen que ir a otro sitio. ¿A dónde?
Al agujero más negro y distante que hay en el espacio.
Todo está conectado en este mundo. Ciudad Rodrigo es mi isla en el horizonte.
Los niños y niñas mirobrigenses representan el futuro de nuestro planeta.
Los espacios en vuestra ciudad son los teatros del mundo donde todos nos sentimos en casa y llenos de sentimientos humanos.
Los marcianos son las voces de nuestra subconsciencia.
Cuando miro a otro ser humano me estoy mirando a mí mismo y por eso debo querer y proteger a los más vulnerables y débiles. Porque salvándoles a ellos me estoy salvando a mí mismo.
Dedico a todos vosotros este poema en gaélico; es un poema de amor; puede que no entiendan las palabras pero espero que entiendan mis sentimientos de cariño para vosotros.
Is e mo chaoi ….
Mi mujer Judy, que está conmigo hoy… tiene un alivio enorme sabiendo que al final no tengo que torear. Pero antes de la primera corrida me gustaría apuntar el gran respeto y admiración que tengo por estos toreros que ponen en riesgo sus vidas. Al ver una corrida de toros no siempre tengo sentimientos a favor. Como en el fútbol hay elementos que manchan la esencia del espíritu del deporte. Pero admiro los atributos que el torero, el futbolista y el actor tienen en común: su coraje, su disciplina, su concentración y su confianza en los amigos.
El alcalde don Juan Tomás Muñoz dice en su libro Festejos Taurinos en el Siglo XVIII en Ciudad Rodrigo:
“Ciudad Rodrigo es tierra de toros, es parte de su esencia. Pareciera que el alma de los mirobrigenses estuviera insuflada de un espíritu festivo vinculado, que siempre arrostra el presente y desafía al futuro sin renunciar al pasado, a las tradiciones, a las costumbres que idearon y forman la idiosincrasia mirobrigense”.
Lo he recibido con emoción y humildad el honor que el señor alcalde don Juan Tomás Muñoz y el pueblo de Ciudad Rodrigo y su comarca me han dado hoy con tanta generosidad. Soy consciente de que soy el primer forastero en recibir esta distinción. Lo considero con todo mi cariño y respeto por estas tierras, como un regalo que nunca podré olvidar porque no es solo un reconocimiento a mí, un actor, un bardo, un bululú; y al mundo de teatro, de la farándula; sino también es un reconocimiento hacia mi país de nacimiento, Irlanda.
De todo mi corazón… gracias.
Y ahora me gustaría terminar este pregón de una manera original, cantando; cantando, una de las canciones más emblemáticas y significativas de hoy en día, una canción hecha famosa por el gran cantante de jazz, Louis Armstrong.
What a Wonderful World!
Pero no voy a cantarla solo. Esta canción la dedico a vosotros amigos y compatriotas mirobrigenses y por eso vosotros tenéis que cantarla conmigo… y en inglés… y todos juntos... el señor alcalde…. el señor presidente… el monseñor… Juan Carlos… todos… a ver, es muy fácil. {Sólo las palabras, What a wonderful world!
Hacemos un ensayo.} [Y después de varios ensayos y muchas risas termina el Pregón con todo el mundo aplaudiendo el Carnaval del Toro de Ciudad Rodrigo 2018.]