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Por José Luis Puerto
Celebraciones festivas en las Tierras de Ciudad Rodrigo, a mediados del siglo XVIII
JOSÉ LUIS PUERTO Centro de Estudios Mirobrigenses
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Serradilla del Arroyo (Pasión viviente)
Las fiestas y celebraciones constituyen uno de los indicadores más seguros para caracterizar y definir lo que una determinada sociedad es. En el mundo rural –y también en el nuestro– las celebraciones festivas han estado marcadas tradicionalmente por el calendario cristiano, vigente desde los altos tiempos medievales hasta hoy mismo. Pero, entre los campesinos, las celebraciones cristianas han estado impregnadas, de modo muy sutil, por elementos paganos o precristianos, si se quiere, como pervivencias de prácticas rituales muy antiguas.
Todavía está por realizar una investigación y publicación consiguiente sobre las celebraciones festivas en las diversas comarcas y áreas de las Tierras de Ciudad Rodrigo, que configuran, de norte a sur, toda la franja occidental de la provincia de Salamanca. Tal tarea requiere, por una parte, una investigación bibliográfica y archivística y, por otra, un trabajo de campo para recoger la memoria viva en torno a tales celebraciones.
El presente trabajo se propone ser una pequeña contribución a tal tarea. Los datos que proporcionamos proceden de las Respuestas Generales del Catastro de Ensenada que dan las poblaciones que iremos citando. En concreto, proceden de las respuestas a la pregunta vigésimo quinta, que versa sobre lo siguiente: “Qué gastos debe satisfacer el común, como salario de justicia, y regidores, fiestas de Corpus, u otras: empedrado, fuentes, sirvientes, etc. de que deberá pedir relación auténtica”. Tengamos en cuenta que nos encontramos a mediados del siglo XVIII, para contextualizar cronológicamente lo que indicamos sobre las celebraciones festivas a las que vamos a aludir.
Los concejos, el común de los vecinos, al cabo del año, entre otros tipos de gastos que costea, se encuentran los de determinadas celebraciones festivas (como ocurre hoy día también). Siguiendo el hilo de los ciclos estacionales, iremos dando una relación de qué tipos de fiestas se trata, pues se trata de informaciones valiosas para ir documentando esa cartografía de las fiestas en las Tierras de Ciudad Rodrigo.
CICLO DE INVIERNO
Del ciclo navideño, conocido también como de los doce días, los que van desde Nochebuena a Reyes Magos o Epifanía, con el que empiezan las fiestas de invierno, nos encontramos diferentes datos sobre celebraciones, que vamos a ir espigando.
El concejo de Bogajo tiene por costumbre dar un convite a los vecinos el día de Navidad; y en él se gastan cincuenta y dos reales y catorce maravedís (eso sí, compartido con otro que se da “el Lunes de las Aguas”).
En Bogajo también, se gastan ciento ochenta y seis reales en las colaciones que cada año se dan a la justicia “el día primero de cada año”, esto, es por Año Nuevo. Y, en esta misma fiesta, en La Puebla de Yeltes, el concejo da un convite al pueblo, “cuando se hace nombramiento de justicia”, en lo que se gastan quince reales de vellón; a cambio de ello, los vecinos están obligados, “el segundo día de Año Nuevo”, a concurrir “a limpiar el monte”, lo que origina un gasto de sesenta reales.
Dentro del ciclo festivo de los llamados “mártires de enero”, la villa de San Felices de los Gallegos celebra la fiesta de san Julián, que supone algún desembolso al común.
Por san Antonio Abad, conocido popularmente como san Antón, el concejo de Campillo de Azaba gasta cada año cuatro reales que se dan de limosna al santo. Y también se la dan y celebran la fiesta, por ejemplo, en Casillas de Flores, o en Gallegos de Argañan. En Morasverdes, se alude a la figura del “sanantonero”, al que se le abonan veintiún reales; acaso se trate del hombre que realizaba la subasta de los productos del cerdo ofrecidos al santo.
En San Felices de los Gallegos, se celebra la Candelaria, o día de las Candelas, lo que origina sus gastos. Sin duda, también se ha celebrado en nuestros pueblos la fiesta de san Blas, con las gargantillas como talismán protector contra los males y afecciones de garganta, tan abundantes a lo largo del invierno. En la fiesta de santa Águeda, el 5 de febrero, el concejo de La Alameda de Gardón convida con un refresco a los vecinos.
Aunque no aparecen datos expresos relativos a las celebraciones Carnavalescas, hemos de tener en cuenta que, en el pasado –aún quedan algunas escasas pervivencias en el presente–, han sido abundantes, variadas y llenas de ritos significativos en no pocas localidades de las Tierras de Ciudad Rodrigo.
Uno de los gastos que realiza la gran mayoría de los pueblos es el del predicador de Cuaresma, costumbre generalizada en el pasado, propiciada, sin duda alguna, por la propia autoridad diocesana mirobrigense, y realizada tanto por sacerdotes como por frailes de diversos conventos comarcanos. No vamos a detallar gastos de los diversos pueblos, por este concepto; pongamos meramente el ejemplo de Robleda, donde se gastan “doscientos cuarenta y siete reales en cada un año en la manutención y limosna del predicador de Cuaresma”.
Ha sido tradicional, a lo largo de la Semana Santa, realizar el Monumento, el Jueves Santo, en las diversas localidades, algo que nos documentan muy bien los libros de fábrica de las parroquias. También lo ha sido el contratar un predicador; así, por ejemplo, en Morasverdes se le dan treinta reales al “predicador de la Semana Santa”; mientras que, en La Puebla de Yeltes se gratifica al “religioso de Semana Santa” con ochenta reales.
Aldehuela de Yeltes (Cristo de la Laguna)
CICLO DE PRIMAVERA
Si la Semana Santa cierra, simbólicamente, el ciclo festivo invernal, abriría el de primavera la Pascua de Resurrección o Pascua de Flores. Y, en ella, nos encontramos con algunas prácticas festivas en las Tierras de Ciudad Rodrigo.
Existe, en varios pueblos, como enseguida vamos a comprobar, una costumbre festiva en la Pascua de Resurrección, conocida también como las Aleluyas. Así, en Bogajo, se le dan al cura del pueblo y al predicador tres corderos y una gallina “por las Aleluyas”, que importan treinta y cuatro reales. Y también “en las Aleluyas”, en Lumbrales, se le hacen regalos al párroco y predicador de Cuaresma, así como a la justicia y oficiales. Robleda se suma a esta tradición, con una gratificación al párroco, predicador y confesor “por cordero pascual”. Lo mismo que Sancti Spíritus, que gasta veinte reales en “dos corderos que la mañana de Pascua de Resurrección da el concejo al vicario y predicador de Cuaresma”.
Suele haber asimismo, el día de Pascua de Resurrección, convites, como, por ejemplo, el que en La Puebla de Yeltes le da el concejo a la justicia, que importa veinte reales.
El Lunes de Aguas (lunes de la octava de Pascua) –como más arriba dejáramos apuntado– el concejo de Bogajo da un convite a sus vecinos. Y, en otros lugares, también se celebra esta fiesta; así, en La Puebla de Yeltes, se celebra romería en tal fiesta, que importa al común ochenta reales, a lo que hay que sumar catorce que se le dan al cura. San Felices de los Gallegos se suma a las celebraciones primaverales, pues festeja las fiestas de san Marcos –ligada, tradicionalmente, en nuestro mundo rural con la bendición de los campos– y de san Gregorio, un santo agrícola. No especificamos aquí todos los datos que aparecen sobre las rogativas y, sobre todo, sobre las misas de buenos temporales, tan documentadas en nuestros pueblos en las Respuestas Generales del Catastro de Ensenada. El segundo día (lunes) de la Pascua del Espíritu Santo, el concejo de Bogajo va “en romería con procesión” a Nuestra Señora de los Ángeles, a la que se ofrecen dos libras de cera, que importan veinte reales; y, para dicho día de romería, se amasan seis fanegas de trigo para repartir pan a todos los romeros.
En Sancti Spíritus, se realizan tres significativas procesiones en el tiempo primaveral, los días de san Gregorio, san Apolinario y el Lunes de Aguas, cuando, respectivamente, “van los vecinos en romería a Bocacara, Castraz y ermita de Nuestra Señora de la Vega de Sepúlveda”. Tales procesiones y romerías en las fiestas indicadas a las localidades que acabamos de indicar, suponen al pueblo un gasto de ciento ochenta reales.
Las romerías primaverales, así como en otros momentos del año, son muy significativas y, de hecho, aparecen documentadas en las Respuestas Generales del Catastro de Ensenada. Tamames, por ejemplo, gasta unos cincuenta reales “que se causa con los sacerdotes y justicia en la romería votada a la parroquial del Puerto de la Calderilla”.
La del Corpus Christi es una fiesta importante en el ámbito católico. No pocos pueblos contaron con una cofradía del Santísimo. Y el concejo de Barruecopardo, por ejemplo, realiza su contribución económica para la celebración de esta fiesta.
El ciclo festivo primaveral ha sido siempre muy variado, tanto en celebraciones, como en ritos festivos presentes en ellas, como hemos tenido ocasión de comprobar en los datos documentados en el Catastro de Ensenada.
CICLO DE VERANO
El verano, tradicionalmente, ha estado marcado por los trabajos, sobre todo los cerealísticos de la siega, la trilla y la recolección de la cosecha; de ahí que las fiestas, en los pueblos, se hayan tenido que celebrar, en el momento histórico de que hablamos, con sobriedad, para no descuidar ni desatender las faenas.
El solsticio de verano se halla cristianizado en la celebración festiva de san Juan Bautista. Se celebra, por ejemplo, en Robleda, donde el común tiene gastos por conceptos de “refresco, capeo y toro la víspera de san Juan”.
La fiesta de Santiago, pese a caer en plenas labores estivales, ha sido celebrada en algunos pueblos. Pero, más que ello, la obligación que han adquirido algunos es el del pago del voto de Santiago, como, por ejemplo, Tamames, que contribuye con “un real y diecisiete maravedís del voto que por todos los vecinos se paga anualmente a la iglesia metropolitana del señor Santiago apóstol, patrón de las Españas”.
En Bañobárez –y aportamos un dato más en torno a las romerías–, el común gasta cien reales “en las romerías de san Felipe y Santiago y san Juan”, celebradas, claro está, en sus respectivas fechas. Y, en Morasverdes, el concejo paga treinta reales al predicador que interviene en la fiesta de san Bartolomé.
CICLO DE OTOÑO
La fiesta del 8 de septiembre, dedicada a la Natividad de la Virgen, es celebrada en algunas localidades de las comarcas mirobrigenses. Así, por ejemplo, en Monsagro, el concejo cumple el voto que tiene contraído de ir al santuario mariano de la Peña de Francia. Y también asisten a la romería de este santuario mariano los de La Puebla de Yeltes, lo que origina un gasto al concejo de ciento treinta y cuatro reales, en los que se incluyen los que se dan al cura.
La devoción al Santísimo Cristo crucificado, venerado con distintas advocaciones, está muy generalizada en los pueblos de las Tierras de Ciudad Rodrigo, donde el Cristo cuenta
con innumerables ermitas o humilladeros. En Gallegos de Argañán celebran una “romería al Santísimo Cristo de la Ermita”. Incluso, en algún caso, aparecen gastos relacionados con advocaciones foráneas; así, en La Puebla de Yeltes, se contabilizan tres reales “del Santo Cristo de Orense”.
El concejo de Bocacara contribuye con diez reales a la celebración de la fiesta de san Miguel (29 de septiembre; también se celebra en mayo esta fiesta), “de la advocación de este pueblo”.
No son estas, ni mucho menos, las únicas fiestas otoñales. Son meramente algunas de las que aparecen documentadas entre las respuestas dadas por los distintos pueblos a la pregunta vigésimo quinta que indicáramos al principio.
CODA
En fin, aunque expuestos de modo sucinto, sin comentario y explicación apenas, estos son algunos de los datos documentados en una de las respuestas generales (la vigésimo quinta) que dan diversos pueblos de las Tierras de Ciudad Rodrigo al Catastro de Ensenada, que nos permiten arrojar alguna luz a lo que era el ámbito festivo de nuestras tierras a mediados del siglo XVIII.
Es verdad que se incide, sobre todo, porque ese es el carácter de la pregunta, en los gastos que tales celebraciones ocasionan a los comunes o concejos de cada localidad, pero, aun así, nos arrojan alguna luz y alguna noticia sobre algunas fiestas, celebraciones y romerías que tenían lugar en ese momento histórico de los tiempos modernos en nuestras villas, lugares y aldeas, esto es, en nuestros pueblos.