2 minute read

Miróbriga medieval. Relato corto. Por Javier Muñoz Moreno

Next Article
Puebla de Yeltes

Puebla de Yeltes

Miróbriga medieval

relato corto

Advertisement

javier muñoz moreno

Herrero en el campamento en la Feria Medieval.

Detalles en el campamento de la Feria Medieval. Alfarero en la Feria Medieval.

Comerciante en la plaza del Castillo.

Ya se cumple la 40 edición del Libro de Carnaval, un motivo más de alegría para una edición especial, ya que los 40 marcan.

Yo me retraigo unos siglos atrás en el sueño de la era medieval.

Tras uno de los peores veranos de mi vida, felizmente llegó octubre con un fin de semana que nos lleva al pasado y nos acerca a aquella época del medievo. Majestuoso el Parador nos deja los recuerdos del pasado que podemos observar con orgullo en el presente.

Es nostalgia recordar el pasado y las tradiciones lejanas que en los paseos con los disfraces de la época nos acerca en el tiempo sin tomar noción de los centenares de años que han visto sucederse en estos parajes.

Águila pensando en la plaza del Castillo.

Taberna en la plaza del Castillo. Detalle del águila pensante en la plaza del Castillo.

Detalle general en la plaza del Castillo.

Aprovecho esta edición del libro para recordar una de mis ferias favoritas del año en Miróbriga.

En el viejo campamento sito en la plaza de Dámaso Ledesma, me ha entusiasmado observar herreros, alfareros, comerciantes de la época que pude inmortalizar en el tiempo aprovechando instantes tranquilos donde un martillazo o el sonido del fuelle para avivar la hoguera fueron los protagonistas.

En el recorrido hacia la plaza del Parador de Turismo, me encontré feriantes, taberneros, así como artesanos. Y un largo etcétera.

El vuelo de las águilas majestuosas marcó otro de los atractivos de los recuerdos.

El colofón a una fiesta del recuerdo como lo es hoy la celebración de esta edición y las que aún nos quedarán por vivir.

Pero como nunca se sabe las primaveras que viviremos, nos quedamos en los viejos recuerdos del medievo y en la fiesta añorada de la 40 edición de este libro.

Me despido con unos versos que recuerdan que aunque el fantasma de la enfermedad me acompañe eternamente, tras situaciones difíciles se pueden inventar primaveras. Tantas veces quise tirar la toalla que no puedo contar las lágrimas pero ya sé reconocer la tiniebla. Tanto tropecé con la misma piedra que contarlo casi es un milagro pero he aprendido a dibujar corazones y a seguir inventando primaveras.

This article is from: