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Ciudad Rodrigo: tierra desploblada, tierra querida. Por Antonio Risueño Pérez
CIUDAD RODRIGO: TIERRA DESPOBLADA, TIERRA QUERIDA
SEÑALES, CAUSAS, CONSECUENCIAS Y HORIZONTES
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Antonio Risueño Pérez
Con evidentes e innegables rayos de luz , nuestra realidad se presenta envejecida y despoblada.
El Carnaval es algo tan querido para los mirobrigenses, que nos identifica plenamente. Nuestro Carnaval ha de ser un Carnaval autentico, que nace de la verdad vidamuerte del toro y de la alegría del encuentro y la fiesta. Para nada sirve algo sustentado en la fugaz superficialidad. Para nada sirve un Carnaval para mirar para el otro lado. Vivamos el Carnaval y la vida desde donde venimos, eso sí, pero sobre todo donde estamos y hacia dónde vamos.
SEÑALES
Nuestra comarca arrastra varias décadas contemplando como de manera progresiva y sin atisbo alguna de corrección, se invierte la pirámide poblacional. Si en la comarca se han cerrado la mayor parte de los colegios, por ausencia de niños, en Ciudad Rodrigo hay ahora siete centros educativos, justo cuatro menos que hace treinta años. Casi la mitad, se dice pronto.
La ausencia de niños indica claramente el continuo y continuado éxodo de población joven de esta tierra. Un éxodo que no ha parado de producirse durante más de medio siglo. Si bien en un primer momento, Ciudad Rodrigo se benefició de la marcha del campo a la ciudad, no han pasado muchos años para constatar que nuestra ciudad también es sacudida por los embates de la despoblación.
Ciudad Rodrigo y su comarca, desde la última década del siglo XX y la primera del XXI vivieron la vuelta de aquellos primeros emigrantes que habían buscado, y encontrado en gran medida mejor futuro en otros lugares más prósperos. Aquello dinamizó en buena medida nuestro ámbito, pero a la vez vemos como nuestra población está sumamente envejecida, con un elevado número de defunciones.
Las tres señales antes apuntadas manifiestan que nuestra tierra está herida de forma certera. Es decir de dentro a fuera, pierde activo lo más nuclear como son las familias; y de
abajo hacia arriba¸ nuestras capas sociales más debilitadas son la infantil y juvenil. Con la deriva que esto, poco a poco va generando.
CAUSAS
Desde que se produjeron los primeros asentamientos humanos en Ciudad Rodrigo y comarca, la vulnerabilidad y la pequeñez le han identificado de forma invariable. La escasez de recursos naturales, la lejanía de los núcleos más influyentes a nivel regional y nacional hacen que nuestra tierra camine al rebufo de tantas cosas.
Sin embargo vivimos un momento apremiante, en que junto a las causas de carácter histórico ya apuntadas hacen mella otras de clara influencia coyuntural de serias consecuencias.
La apuesta política por zonas concretas, ha hecho que lo que se ha aportado en unos sitios, se les ha restado a otros y nosotros estamos en el segundo grupo. La mirada de futuro para nuestros niños y jóvenes lleva décadas poniendo su foco fuera de nuestro entorno, lo que hace que la despoblación adquiera tintes culturales. Provocando por ello que salgan buscando mejor economía o una formación cualificada, para asentar su vida lejos de nosotros. Dicho de otra forma: nuestros muchachos prefieren aburrirse en una ciudad más grande, que divertirse aquí.
La pérdida de oportunidades, genera una irremediable bajada de población; y esta un progresivo desmantelamiento del tejido económico-social. Un desmantelamiento que se hace patente en el sector servicios, en todo lo oficial-institucional y en el sector primario agro ganadero.
Somos una tierra subvencionada, sirva como ejemplo la gran cantidad de población jubilada y el sector primario. Eso nos hace más vulnerables y más dirigibles. Todo lo subvencionado vive de forma transitoria, con riesgo de dejar de hacerlo, y sin el control del propio futuro.
La tan traída y llevada globalización es un hecho de capital importancia para las zonas de poca influencia como la nuestra. Otras culturas de gran influencia, han invadido y prácticamente anulado nuestros modos de vida, haciendo que nuestra tradición se vea reducida a folclóricas repeticiones de usos y costumbres de nuestros antepasados. Y donde sólo hay repetición del pasado no hay satisfacción de necesidades transcendentes y por tanto no hay verdadera tradición.
Las políticas de revitalización para esta tierra, no han dado fruto alguno para el fin propuesto. Más bien, hacen sospechar de su condición de placebo, propiciando así una muerte dulce, en agradable desangrado.
Nuestro carácter resignado y con escasa capacidad de reacción colectiva ante cambios radicales han hecho que nuestra reacción cuando no ha sido insignificante, se ha mostrado insuficiente.
CONSECUENCIAS
Lo anteriormente apuntado hace que tengamos una densidad de población propia de zonas desérticas, donde los habitantes necesitan que la mayor parte de actividad esté marcada por la organización de eventos que atraigan público de otros lugares, ya que la población estable no tiene capacidad de un dinamismo social de envergadura.
La belleza de nuestra ciudad se ve afectada por la escasez de presencia humana.
Esta dinámica de contar con un contingente humano foráneo tiene un nuevo inconveniente, al constatar la potente desvinculación de terceras generaciones de personas procedentes de esta tierra y que hacen vida lejos de ella. Cuando no se han tenido vivencias de infancia o juventud en una tierra, y cuando los familiares más directos tampoco, cuando estos ya no viven en ella, las referencias se desdibujan y sobreviene la total desvinculación. Por ello Ciudad Rodrigo no tiene una calle de la cual no cuelgue un cartel de SE VENDE.
De forma directa nos afecta la concentración del sector ganadero, con explotaciones exponencialmente mayores y con un numero de ganaderos infinitamente inferior que hace apenas dos décadas. Con la desaparición total de subsectores como el lácteo y otros tipos de intensivo, han influido en la fuerte desaparición poblacional de la mayoría de los pueblos de la comarca.
Derivando así en un fuerte debilitamiento del fundamental sector servicios, acusando daños irreparables por la venta on line. Lo que hace más que probable, la reducción de la población a una cuarta parte en un par de décadas.
Todas estas consecuencias se verán agravadas por un importante problema estructural de carácter urbanístico ante tanto inmueble no vendido y por tanto deteriorado y en estado semiruinoso o ruinoso del todo.
HORIZONTES
De la misma manera que no se ha expuesto nada que no sea conocido por todos, el planteamiento no puede ser dar recetas de desarrollo. Pues muchas se han dado y la situación no ha dejado de agravarse. Se trata, sobretodo, de intuir horizontes que den luz para caminar con paso firme.
Lo más esencial es no mirar para el otro lado, ni generar ilusiones falsas; sino prepararnos para que no nos dé miedo la pequeñez agudizada, sin complejos ni agobios. Viviendo con serenidad la dinámica del decrecimiento. Pues nuestra opción es esta tierra, y no nos hace falta huir de ella para ser felices, por más pequeña que se haga.
La experiencia nos dice que el desarrollo, no nos va a venir por los caminos de la grandeza, sino buscando en todo la coherencia de lo que se hace con lo que se dice y se pretende. Nuestro potencial turístico sólo será tal, si nos movemos en una calidad efectiva y afectiva. Si nos sentimos gozosos de ser lo que somos y como somos, todo discurrirá por la senda de la estabilidad, no por la deriva. Aunque se trate de una estabilidad débil. Nuestra vulnerabilidad vivida en consciencia es, sin duda, una de las mayores fortalezas.
Para ello es importante continuar estructurando dinámicas de convivencia saludable, sabiéndonos pocos, pequeños y vulnerables. Esas realidades nos unen mucho más que ciertas pretendidas diferencias, que nos pueden separar. Lo primero nos hará fuertes, lo segundo nos hará más débiles aún.
Sabemos que no podemos vivir intentando reeditar esplendores pasados, que quizá no existieran. El estrecho horizonte se nos dibuja por las vías del no ocultamiento de la realidad, sabiendo que sí podemos hacer algo. Lo más importante que podemos hacer es no desentendernos, sino comprometernos en cuerpo y alma en este entorno,
vivirlo corriendo una misma suerte. Una suerte que con trabajo e ilusión puede cambiar como le cambió a algunos de nuestros antepasados. También se implicaron con esta tierra otros que no les cambió la suerte, pero nadie les pudo decir que marcharon a la eternidad sin intentarlo. Que los mirobrigenses del siglo XXI seamos de los que lo han intentado, desde la precariedad que siempre vivimos, no desde la grandeza que nunca nos acompañó.
Eso es, con altura de miras, escapando del entretenimiento del tiempo y la mirada superficial y resignada de la realidad. Aceptando siempre todas las circunstancias y contratiempos como oportunidades para sacar la cabeza y abrir otra vez caminos en el eterno surco de la historia.
En suma se trata de buscar de forma conjunta los pequeños rayos de luz, que jamás le faltaron a esta tierra y hacerlo desde un optimismo comprometido y realista. Porque sólo la verdad nos hará libres.