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Ciudad Rodrigo – Ifni, 60 años después, 1958-2018. Por Luis Ruiz Gutiérrez
CIUDAD RODRIGO-IFNI, 60 AÑOS DESPUÉS, 1958-2018
Luis Ruiz Gutiérrez
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Tal como se decidió por mayoría absoluta en la reunión de la junta directiva de la asociación Amigos de Ifni celebrada en el Centro Cultural de los Ejércitos el martes 16 de enero de 2018, se acordó que las próximas Asambleas Generales, tanto ordinaria como extraordinaria se celebraran en la ciudad de Ciudad Rodrigo (Salamanca) entre los días, viernes 13 y sábado 14 de abril de 2018.
Ni queriendo pudo salir mejor la visita ni ser más satisfactoria para todos nosotros aquí en Ciudad Rodrigo. Nos trataron de maravilla, nos sentimos como en nuestra propia casa, y lo digo con pleno conocimiento de causa, ya que para mí es cosa habitual recibir de todos vosotros los mirobrigenses el mejor de los tratos desde hace ya 53 años.
Por tanto quiero de forma muy especial hacer llegar públicamente mi agradecimiento más sincero a varias personas de Miróbriga, a Julio Sánchez Moriche, a mi querido pariente
IFNI CIUDAD RODRIGO SIDI IFNI
Nicolás de Elías y a don Miguel Gómez García, comandante de la Guardia Civil, y cómo no, a nuestro Alcalde y amigo don Juan Tomás Muñoz Garzón; a los Hoteles Conde Rodrigo y a todo su personal que se volcaron con nosotros. Gracias de corazón a todos.
Tanto es así, que durante la visita al Consistorio municipal, quedé gratamente sorprendido por las emocionantes y sabias palabras que salieron de la boca de mi amigo y Alcalde, Juan Tomás Muñoz Garzón, palabras sabias y mejor hiladas. Nada me extrañó, ya que lo conozco de antiguo y sé bien el caudal de riqueza que encierra cualquier escrito o conferencia que pueda dar. Es todo un pozo de sabiduría y lo demostró en el discurso que nos dirigió el
sábado 14 de abril. Tan magnífico me pareció y tan acertado en su total sentir que deseo que forme parte de este mi artículo para el Libro de Carnaval del año 2019, y que sea el preludio de mi artículo que he titulado expresamente “Ciudad Rodrigo-Ifni, 60 años después, -1958 - 2018 -”. Muchas gracias amigo JuanTomás.
DISCURSO DEL ALCALDE DE CIUDAD RODRIGO
Buenos días a todos. Amigo Luis, miembros de la junta directiva, socios y familiares de la Asociación Amigos de Ifni. Para todos, mi más sincera bienvenida a esta histórica ciudad, a esta emblemática localidad del oeste peninsular, también del salmantino, que tantos acontecimientos heroicos atesora, que tanto dinamismo y protagonismo ha tenido en distintas facetas al cabo de los siglos, que tanto protagonismo ha concebido y desarrollado en sí y por mor de sus habitantes, que tanta hidalguía, en su acepción de generosidad y nobleza de ánimo, ha gestado. Argumentos todos ellos que definen a nuestra ciudad y a sus moradores en los conceptos blasonados de heroísmo, nobleza y lealtad.
Conceptos que, no tengo la menor duda, también son patrimonio de alguna manera de quienes integráis esta asociación vinculado a un territorio del norte de África que, en su día, hasta su retrocesión a Marruecos, formaba parte de España. Allí se libró la última guerra con protagonismo español hace poco más de 60 años, antes de que a mediados de 1969, hará en junio del próximo año cinco décadas, dejase de ser provincia española.
Un territorio que os une, como socios, a un legado que queréis mantener vivo con y por vuestras propias experiencias, por vuestro protagonismo directo o indirecto y que este fin de semana habéis querido trasladarnos y compartir con nosotros, los mirobrigenses, con esta doble sesión asamblearia que ha servido, estoy convencido de ello, para reforzar vuestros
anhelos en defensa de una historia que os une y que queréis manifestar y propagar en base a la esencia que aglutináis.
Es un placer para mí, como alcalde de Ciudad Rodrigo, compartir con vosotros este día. Tenéis un anfitrión de lujo, vuestro presidente, todo un mirobrigense de corazón y devoción, un historiador de lo mirobrigense en general, pero que asienta sus trabajos en otra de sus devociones innegables: el franciscanismo y sus importantes vínculos con Ciudad Rodrigo. Luis Ruiz, con quien he tenido desde que le conozco una fuerte amistad, fraguada en el seno de su familia, ha querido –seguro que se ha empeñado- en acercar a Ciudad Rodrigo a los
Amigos de Ifni para que aquellos que no conocieran nuestra emblemática ciudad, pudieran disfrutar de sus valores, patrimoniales y naturales, de su gastronomía, por qué no decirlo, de la receptividad y hospitalidad de los mirobrigenses.
Estoy convencido de que no se irán defraudados de su visita. Tengo la seguridad de que estos días entre nosotros les generarán gratos recuerdos, aunque todos preferiríamos que ahondasen en el conocimiento de nuestra ciudad, de su vasta y rica comarca salpicada de historia e historias, protagonista de múltiples episodios que han dejado su impronta.
No quiero extenderme más. Desearles que disfruten de su estancia en Ciudad Rodrigo, que conozcan nuestro rico patrimonio que aspira a ser reconocido Patrimonio de la Humanidad dentro de la concepción de fortificación de frontera y que ya ostenta el marchamo de uno de los pueblos más bonitos de España y, por ende, del mundo, como ustedes podrán valorar en la visita guiada que seguirá a este protocolario acto.
Con el deseo de que todo les vaya bien y que haya salido como ustedes lo habían programado, solo me queda agradecer a vuestro presidente la elección de nuestra ciudad para el desarrollo de vuestras actividades anuales asamblearias como Amigos de Ifni. Y, como un pequeño recuerdo, que sumarán al generado en cada uno de ustedes en su estancia en esta histórica ciudad, le hago entrega a Luis Ruiz del emblema heráldico de Ciudad Rodrigo, aquellas afamadas Tres Columnas que definen la antigüedad, nobleza y lealtad de esta ciudad, un trifinio jurisdiccional histórico trocado desde el siglo XII, desde los tiempos de Fernando II de León, en el escudo mirobrigense.
Muchas gracias por su visita, por su estancia y, repito, que disfruten de nuestra ciudad tanto que les deje con ganas de volver a visitarla. Un abrazo para todos.
IFNI SU HISTORIA
Dura fue la guerra y hermosa la paz. Trescientos muertos y quinientos heridos fueron el duro precio de sangre pagado. Tenía nuestro país derechos que mantener y deberes que cumplir y se hizo lo que se debía al alto precio de la sangre. Fue la última guerra de África, Campaña de Ifni-Sáhara, que libró su primer combate el 23 de noviembre de 1957 y lo finalizó victoriosamente el 24 de mayo de 1958.
Fueron los fenicios quienes nos enseñaron el camino del sur y la costa africana de poniente. El camino de las fabulosas pesquerías entre las islas afortunadas del Atlántico y la costa inhóspita de las tierras del norte africano. Por allí saltaban los delfines de lomo tenso y se adensaban los atunes, magros de carne blanca, y las caballas de intenso sabor marino.
Allí había un mundo cristalino de poder y de riqueza tales, que bastaba extender la mano para sentir el roce de las escamas; bastaba un anzuelo al extremo de un hilo para sacar de las aguas el fruto tembloroso y vivo del mar; bastaba tender la red para izarla repleta de peces de plata, de pulpos tintados, de jibias, de estrellas, de erizos.
Coronel Fernando O. Capaz 433
Tras unos siglos de guerras intestinas, en su recia península, volvieron los hombres ibéricos, portugueses y españoles, a donde les llevaron sus padres fenicios, a las islas atlánticas y a las costas inhóspitas de África.
Fueron castellanos quienes se apoderaron de las Canarias y fueron portugueses los que pusieron pie en el cabo Bojador y le hicieron mojón de luz en su camino hacia el oriente de las especias.
Después desde las Canarias, fue continua la atracción de la alta costa del desierto. Se creó en ella un fuerte, Santa Cruz de Mar Pequeña, que duraría en manos españolas poco más de cincuenta años. Diego de Herrera lo creó y el sultán Mohamed el-Mahdi había de destruirlo.
Después durante siglos, le bastó a España con la posibilidad de que sus canarios pescaran en aquellas costas, que se fueron cubriendo de nombres españoles: Cabo Blanco; Bahía de las Monjas, Puerto Cansado.
En 1860, en el Tratado de Paz con Marruecos, se obliga al sultán a ceder el territorio suficiente para establecer una pesquería, poco más o menos en el paraje donde estuvo el fuerte de Santa Cruz de Mar Pequeña. Pero no se designó el lugar, ni su extensión, ni las condiciones en que había de ser ocupado.
En un largo forcejeo diplomático, que duraría más de setenta años, sólo se logró determinar el 21 de enero de 1878, su ubicación, en Ifni. Pero la ocupación fue impedida eficazmente, primero, por la diplomacia marroquí, hasta 1900, y, después por la omnipotencia francesa, hasta los años treinta.
Poco antes, y más al sur, en la costa sahariana, frente a las Canarias, fueron los hombres de negocios de las islas los que tomaron la iniciativa. En 1884 la Sociedad de Pesquerías Canario-Africanas adquirió la península de Río de Oro para establecer en ella un sólido punto de apoyo para sus barcos y sus hombres.
Esta iniciativa con éxito llevó al gobierno a tomar cartas en el asunto. En 1887 el teniente coronel Emilio Bonelli, con tres goletas, recorre la costa y llega a un convenio con el Chej de Ulad Bu Sbaa, en virtud del cual se pone la zona de Cabo Blanco bajo la protección y el gobierno del Rey de España.
En años sucesivos se producen una serie de expediciones y de estudios que asientan la influencia española hasta las salinas de Iyil y Adrar Temar. Los dos grandes artífices de esta expansión fueron el capitán de Ingenieros Julio Cervera y el profesor don Francisco Quiroga.
En 1903 España nombra a su primer gobernador en la persona del capitán Francisco Bens Argandoña. La vida de Bens es una hermosa novela de aventuras. En 1907 llega a Atar, en el sur. En 1913 sube a lo largo de la costa hasta Ifni. En 1916 ocupa Cabo Juby, a la que se le daría el nombre de Villa Bens. En 1920, hacia el sur, ocupa la Güera en dura competencia con los franceses.
En Ifni, mientras tanto, seguía sin hacerse efectiva la ocupación del enclave, cedido en 1860 y señalado en 1878. Y fueron, precisamente, los franceses quienes incitaron a nuestros gobiernos a ocuparlo. La cuestión estaba clara, si no lo hacía España, lo harían ellos. El 6 de abril de 1934, por fin, tras otros intentos infructuosos, el coronel Capaz dirigió una expedición que desembarcó en Ifni y estableció las bases del pequeño dominio español.
En el mismo año de la ocupación de Ifni, el coronel Capaz ordena al capitán Galo Buyón y sus fuerzas en camello que recorra y tome posesión de los territorios de la Saguia el Hamra, alcanzando la misteriosa ciudad de Smara y Guelta Zemmur.
En el sur, otro de sus grandes centuriones, el teniente Lagándara recorre el territorio de Río de Oro, creando un ambiente de voluntaria adhesión a España y de paz. Tras el doloroso paréntesis de la Guerra Civil en la que Lagándara había de morir y ser premiado con la Laureada de San Fernando, se crearía El Aaiún, en 1939.
Después los territorios de Ifni y Sáhara integrados en una sola entidad política y militar desde 1947, habían de vivir años de paz. Años en los que una actitudde atracción a los nativos, de respeto a sus creencias, de modestas inversiones, de precios políticos y de inexistencia de impuestos, llevó a un admirable clima de distensión.
Se intentó con mejor voluntad que acierto, poner en explotación racional el gran banco pesquero sahariano, montando una gran factoría en Villa Cisneros. No tuvo éxito. Pero se lograron años de tranquilidad para los pescadores que llevaron a las aguas del gran banco
sahariano a cientos y cientos de barcos canarios, andaluces, vascos, cántabros y gallegos a hacer de la pesca un pingüe negocio, como nos habían enseñado veinticinco siglos atrás nuestros padre fenicios.
Al terminar la Guerra Civil 1936-1939, España estaba exhausta. Las pérdidas humanas y los daños materiales en todo el país eran impresionantes. Se hacía preciso un gran esfuerzo de reconstrucción para recuperar lo que se había perdido, para poner en marcha lo que se había parado, para reanudar el proceso productivo.
Sin embargo el estallido de la Segunda Guerra Mundial hizo imposible dedicar a la rehabilitación del país las energías necesarias. De un lado, por dificultades de comercio exterior y, de otro, por la necesidad de mantener una estructura militar que garantizara la neutralidad frente a las interesadas veleidades de los beligerantes. De esta manera, los años cuarenta se caracterizaron por la necesidad de sostener una costosa estructura militar que nos mantuviera alejados de la posibilidad de ser arrastrados a la guerra.
Y, llegó la descolonización. Al iniciarse la década de los cincuenta aparece, no obstante, un nuevo y grave peligro en el horizonte internacional: la liquidación de los imperios coloniales. Porque los «grandes», los dos verdaderos y únicos «grandes», Estados Unidos y la Unión Soviética, habían luchado en la Segunda Guerra Mundial con su formidable potencial, no sólo para eliminar la molesta competencia económica y comercial de Alemania, Japón e Italia, sino también para la más provechosa empresa de sustituir en sus extensos dominios coloniales a sus aliados franceses, ingleses, belgas, holandeses y portugueses y hasta los no alineados españoles, que tenían su pequeño negocio en África del norte y Guinea. Poca cosa la nuestra, pero nada es despreciable para los poderosos. El modesto empeño colonial español en esta época estaba compuesto por el Protectorado Marroquí en el que se incrustaban las dos plazas de soberanía de Ceuta y Melilla, las posesiones del África occidental española y los dominios del Golfo de Guinea. El protectorado estaba dividido en dos partes, las menos productivas del territorio marroquí. Una al norte, que constituía la orilla sur del estrecho de Gibraltar, comprendida entre los cauces del río Lucus y del Muluya, sobre el paisaje agreste y montañoso del Rif y de Yebala. Y otra al Sur, pura antesala del desierto, entre el curso del río Draa y el paralelo 27º 40›. El África Occidental española comprendía también dos partes, una al norte, enclave en el territorio de Marruecos, Ifni,
Mapa Ifni después de la Guerra.
de pequeña extensión territorial y escasa producción, y otra al sur del paralelo 27º 40›, el Sáhara español, de enorme tamaño y nula capacidad productiva.
Las posesiones españolas en el golfo de Guinea estaban constituidas por la isla de Santa Isabel, con algunos islotes y una zona en el continente, la Guinea continental, de escasa extensión pero de considerable producción.
En 1953 España firma con los Estados Unidos unos convenios de defensa mutua que cierran un período de aislamiento internacional. En diciembre de 1955 nuestro país ingresa en las Naciones Unidas, con ello se inicia una etapa de tranquilidad externa y de desarrollo interno.
Pero todo se agravó, en 1953 Francia, unilateralmente, decide exiliar de Marruecos Mapa Campaña Guerra. al poseedor legítimo del trono, el sultán Muley Mohammed, sustituyéndole por Ben Arafa, con el apoyo de los sectores más tradicionalistas de los señores del Átlas, y con la oposición de España y la mayor parte del pueblo de Marruecos que es apoyada a su vez por el partido político de carácter revolucionario el Istiqlal.
Tras un largo exilio se restituye al monarca en 1955. En abril de 1956 Mohammed V se entrevista con el jefe del estado español al que plantea de forma inequívoca la reivindicación de su país sobre los territorios del África occidental española. El 7 de abril de firma la independencia del Protectorado, pero se insiste por parte española sobre los indeclinables derechos a las tierras africanas.
Todo se podía perder y más difícil era la defensa de Ifni. Ante un levantamiento de la población era probable la pérdida del territorio del interior, aunque era posible mantener una posición defensiva que cubriera con garantía el puerto y el aeropuerto de su capital Sidi Ifni durante un período de tiempo prácticamente indefinido. No sé si este hipotético plan llegó o no a formularse, lo que si se sabe es que los hechos que se produjeron a lo largo del período 1956-1958 parecen adaptarse a él.
Y llegó lo que nunca se quiso que llegara la guerra. La última guerra en que combatieron nuestras Fuerzas Armadas, la Guerra de Ifni-Sáhara, desde noviembre de 1957 a febrero de 1958. Fue una guerra breve, justa, dura, difícil y victoriosa.
Breve, porque se supo llegar en un corto espacio de tiempo, tres meses, a imponer la paz.
Justa, porque España pretendía defender lo que en derecho le pertenecía y, de hecho, tanto le convenía.
438 Dura, porque hubo de realizarse en un terreno inhóspito, contra un enemigo correoso, con un ejército de Tierra mal dotado, con una armada vieja y una aviación anticuada. Difícil, porque, en su tiempo, una guerra colonial de este tipo estaba condenada al fracaso. Eran aquellos años cincuenta en que la poderosa Francia y la poderosa Inglaterra perdían sus inmensos imperios coloniales. Victoriosa, porque España supo imponer, contra viento y marea, contra el llamado “viento de la historia” y contra la “marea de la presión internacional” su paz. El 24 de febrero de 1958 tuvo lugar el último combate de la Guerra Ifni-Sáhara, una guerra jamás declarada por una fuerza, con el convencional nombre de Ejército de Liberación que pretendió expulsar a España de sus dominios del oeste de África. Quedó demostrado que este Ejército de Liberación había llegado al final de su capacidad de actuación. El inmenso Sáhara había sido su prueba de fuego. El modesto ejército español, mal dotado y bien regido, había sabido hacerle la guerra que correspondía para su destrucción total. Ifni había sido un yunque firme en el que se habían absorbido los golpes, decrecientes en fuerza, a lo largo del invierno del 57 al 58. Es, precisamente, en febrero de 1958 cuando la posición defensiva de Ifni adquirió su máxima fortaleza y sirvió para el advenimiento de la paz. Para ello se tuvo muy en cuenta las teorías defensivas en una guerra del maestro alemán Karl von Klausewitz que se adaptaron a Ifni como el guante a la mano: • No es fácilmente abordable, por obstáculo.
• No es posible el fuego eficaz sobre ella, por ocultación. • No es rodeable por estar apoyada sobre la costa. • Tiene vistas al frente, en grado razonable, y buenos fuegos. • Tiene buenas posibilidades de reacción contra el enemigo que haya penetrado. • Tiene asegurado el apoyo logístico por mar y aire.
En estas condiciones la resistencia pudo mantenerse, como se mantuvo en este caso, hasta que el gobierno español, en uso de sus atribuciones, decidió la entrega al gobierno marroquí en junio de 1969, once años después de la guerra y que podían haberse continuado perfectamente durante un tiempo indefinido en lo que respecta al aspecto puramente militar, lo político ya era otro cantar.
Y de las consecuencias políticas nunca se sabe lo que puede o no suceder. A los once años de finalizar la guerra comenzaron las negociaciones para entregar Ifni a Marruecos a cambio de que Rabat olvidase su reclamación sobre el Sáhara. De poco había servido la experiencia de entregar Tarfaya a cambio de dejar en paz a Sidi Ifni. La historia se repetía de nuevo.
En mayo de 1967, como consecuencia de una reunión habida en la localidad de Tarfaya (antigua zona sur del Protectorado) entre el rey Hassan II y altos cargos de su gobierno, se acordó alentar la liberación del Sáhara como tierra irredenta marroquí. En septiembre el ministro español del Ejército, en una visita al Sáhara, pronunció un discurso en el que se dijeron frases como: «El Ejército defenderá el territorio contra el expansionismo imperialista». Este discurso causó muy mala impresión en Marruecos. Franco, queriendo romper el hielo y ganar tiempo, escribió a Hassan II una carta en la que le exponía la disposición española a desbloquear el asunto de Ifni en la ONU y en el mes de diciembre de 1967 se habló ya del proyecto de «retrocesión de este territorio». El 26 de julio de 1968 el Consejo de Ministros, bajo la presidencia del general Franco, jefe del Estado, tomó el acuerdo de crear una comisión interministerial que estudiara la posible cesión del territorio de Ifni.
El general Vega, gobernador de Ifni, se puso a trabajar en dicha misión, apoyándose en su Estado Mayor, con meticulosidad y en secreto para no alarmar a la población civil, realizando un detallado estudio que contemplaba todos los aspectos que podían darse ante la retrocesión, como plazos de evacuación, los gastos, las necesidades que originaban el transporte de 1.018 familias con sus muebles y enseres. La llamada «retrocesión del territorio», tuvo lugar el 30 de junio de 1969.
¡Adiós Ifni querido!