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Cantalapiedra y Ciudad Rodrigo, los Arias y los Nogales Delicado. Por Tomás Domínguez Cid
CANTALAPIEDRA Y CIUDAD RODRIGO, LOS ARIAS Y LOS NOGALES DELICADO
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Presentación de El diario de Juan Arias Girón en Cantalapiedra, con Jorge Holguera Illera
El pasado año se publicaría, conjuntamente por el Ayuntamiento de Ciudad Rodrigo y el Centro de Estudios Mirobrigenses El diario de Juan Arias Girón, rico hacendado, escritor y político mirobrigense, manuscrito al que tuve el gusto de hacerle un estudio introductorio1 .
Profundizando en la vida de este personaje, pude comprobar que su relación con Cantalapiedra era importante por lo que me resultó imprescindible interesarme por su historia.
Tuve la suerte de contactar con el cantalapetrense Jorge Holguera Illera, persona con grandes inquietudes culturales, autor de un atractivo blog sobre la localidad, que también
1 El diario de Juan Arias abarca un período de tiempo comprendido entre el 31 de enero de 1863 y el 12 de agosto de 1875 aunque con numerosas referencias y alusiones a hechos pasados, tanto de su vida personal y familiar como de la historia que le ha tocado vivir por lo que tiene un gran interés y en el estudio previo y notas a pié de página se trata de ampliar y aclarar la información que facilita su autor.
edita una interesante publicación con temas locales y que me ofreció la posibilidad de presentar el libro allí, en Cantalapiedra, conjuntamente con un número de su revista, lo que llevamos a cabo el 24 de agosto de 2018, con un salón lleno de público. Para dicha presentación solicita pronunciar una charla acorde con el evento, es decir, tratar de unir los nombres de Ciudad Rodrigo y Cantalapiedra.
Metido en faena comprobé que sí que había confluencias entre la vieja ciudad a orillas del río Águeda y la noble y buena villa de Cantalapiedra.
Así, en nuestro Archivo Histórico Municipal, pude comprobar que su nombre aparecía junto con el de Ciudad Rodrigo en varios documentos relacionados con el privilegio rodado que firmara el rey don Juan II en Cantalapiedra el 22 de octubre de 1442, por el cual hacía entrega de nuestra ciudad a su mujer la reina doña María a cambio de la villa de Molina, expresando, eso sí, que no se separaría nunca de su vinculación a la Corona. En ese mismo documento ofrece y jura no enajenar esta Ciudad de la Real Corona a la que había de volver por muerte de dicha reina y también confirma a esta Ciudad sus privilegios, usos, costumbres y exenciones.
El documento suscrito por Juan II en Cantalapiedra en 1442 serviría después como base para la defensa de este privilegio ante reyes posteriores (Enrique IV, hijo del anterior, Felipe III, Felipe IV, etc.) así que su interés es grande para Ciudad Rodrigo.
Tuve también la suerte de encontrar un libro que bajo el título Noticia de las actas de la Real Academia de la Historia, leída en su Junta Pública de 26 de abril de 1857 por D. Pedro Sabau, Académico de
Número y Secretario habla de la la adquisición de un documento que se engloga en un lote al que se denomina “Cartas Reales y otros manuscritos originales, escritos en papel, que ha adquirido la Academia en la testamentaría del Sr. Gustavo Daniel de Lorichs”.
Pues bien, en ese lote citado aparece el siguiente documento:
“Poder dado por el rey D. Fernando al conde de Haro y al licenciado Antón Núñez, de Ciudad Rodrigo, contador mayor del Rey para tratar y asentar cualquier tregua en lo de la villa de Cantalapiedra y su guarnición, como asimismo sobre la restitución y entrega de las fortalezas de Portillo, Villalba y Mayorga, descerco de la villa de Cantalapiedra y otras varias cosas, fechado a 2 de mayo de 1476”.
Los nombres de ambas poblaciones vuelven a aparecer unidos junto con el de un personaje de la corte real, el licenciado Antón Núñez, natural de Ciudad Rodrigo, personaje al que el rey Fernando el Católico, conjuntamente con el conde de Haro, les da un poder para asuntos relacionados con esta villa de Cantalapiedra.
El documento hace alusión a la guerra civil sufrida en Castilla debida al conflicto originado para la sucesión de Enrique IV, en la que se enfrentaban violentamente los bandos que defendían las opciones al trono de la hija del monarca, doña Juana, insultada con el sobrenombre de “La Beltraneja” y la de Isabel la Católica, hermana del rey.
De todos es conocido este drama sucesorio en el que una facción nobiliaria defendía que la hija de la esposa de Enrique IV no era hija del rey, sino de un noble, don Beltrán de la Cueva por lo que esta niña no podía considerarse como heredera, proponiendo que el
Iglesia de Santa María del Castillo en Cantalapiedra (foto de J. Holguera).
trono pasara al hermano del rey, don Alonso. Habiendo fallecido este infante, los rebeldes proponen como sucesora a la hermana de ambos, Isabel. Estalla la guerra y muchas poblaciones, como en Cantalapiedra, se forman dos bandos, en este caso uno encabezado por el obispo de Salamanca, que era el señor de la villa que se decanta por Isabel y el otro, formado por el concejo de la villa, con su alcalde a la cabeza y la mayor parte del vecindario que apoyan a doña Juana, desoyendo y haciendo caso omiso a la Nogales Delicado en el callejero mirobrigense. orden del obispo de proclamar como reina a Isabel.
Por todo ello los Reyes Católicos mandan el 31 de mayo de 1476 un ejército desde Medina del Campo para cercar la villa, ejército que, tras tres meses y medio de asedio a Cantalapiedra tienen que retirarse al no conseguir tomar la villa.
Y ahí, según se deduce del título del documento adquirido por la Academia de la Historia el licenciado y alto funcionario real Antón Núñez2 es comisionado con ese poder real para establecer la tregua. Tregua que, efectivamente se firma para seis meses, tras la cual y tras tomar Toro, al año siguiente, 1477, los Reyes Católicos vuelven a sitiar Cantalapiedra que después de tres meses largos de asedio no les queda otro remedio que capitular al no poder recibir refuerzos.
Estos hechos históricos aparecen muy bien descritos por Hilario Almeida Cuesta en su Historia de Cantalapiedra, libro publicado por la Diputación Provincial de Salamanca el año 1991.
Esta guerra sucesoria afectaría de forma importante a Ciudad Rodrigo. En su Archivo Histórico Municipal se conservan varios documentos con los que se puede seguir la difícil situación de Ciudad Nogales Delicado en el callejero cantalapetrense. Rodrigo, pretendida por los dos bandos, por lo que el municipio se encuentra indeciso sobre el camino a seguir, amenazado por los dos ejércitos contendientes.
Finalmente varios hidalgos alzan bandera de forma clara, a favor de Juana, enfrentándose al alcaide del alcázar, don Diego del Águila, ferviente partidario de Isabel.
2 Antón Núñez, el apoderado del rey católico era natural de Ciudad Rodrigo, pertenecía a un importante linaje mirobrigense cuyos escudos de armas figuran en algunas calles de la ciudad, un león rampante, un lucero o estrella y una flor de lis. Fue contador mayor del rey don Enrique y miembro de su Consejo, conseguiría para la edificación de la catedral civitatense 4.000 maravedíes de juro sobre las alcabalas de la leña y madera por documento fechado en Santa María de Nieva, a 9 de octubre de 1473, prebenda que fue confirmada por don Enrique, por los Reyes Católicos en Toledo y por doña Juana (su hija y madre de Carlos I). Curiosamente (o no tanto), una de las condiciones de la tregua que suscribiera con los “rebeldes” cantalapetrenses, sería la de la devolución de los bienes que se le habían incautado en el transcurso de la guerra.
No obstante la política, prácticamente de “tierra quemada” del rey Alfonso de Portugal, apoyo insustituible de la reina Juana va inclinando la balanza. Según dice Mateo Hernández Vegas3 “sobre todo, las correrías, abusos y atropellos que sus tropas cometían en toda esta comarca, como si se tratara de un país enemigo, unido todo a la bondad y generosidad de doña Isabel, hicieron que fuera ésta ganando los corazones de los españoles en la misma medida que aquél se acarreaba la animadversión de todos”.
La postura de Isabel era totalmente contraria a la del portugués, ya que a la vista de lo reacia que andaba la ciudad en darle obediencia, se dedicó a concederle favores y mercedes, entre otros el famoso privilegio, fechado en Valladolid, a 31 de agosto de 1475, de celebrar un mercado franco todos los martes, además de confirmando todos los privilegios y libertades que en el pasado le habían concedido otros monarcas
Al final, los mirobrigenses con tanto privilegio y zalamería de su católica majestad se decantarían a su favor llegando incluso a organizar “una lucida milicia” dice don Mateo, que luchó en Zamora, en Toro y contra la buena villa.
Juan Arias cita repetidas ocasiones en su diario a Cantalapiedra y lo hace con cariño y con nostalgia, ya que pasó allí parte de su infancia y juventud, incluso en algunos documentos he podido ver que se indica que ha nacido en aquella localidad, equívoco que muy posiblemente se deba a que siendo muy joven pasa a residir en Cantalapiedra, de donde eran algunos de sus antepasados y donde, incluso, nacerían sus hermanas y hermano4 .
El propio Juan Arias da cuenta de su llegada a Cantalapiedra5:
A la salida de mi padre de esta ciudad [Ciudad Rodrigo] en 1824, quedó encargado mi tío D. Joaquín Cáceres de la administración de su hacienda. Pasaron dos o tres años y nos fijamos definitivamente en Cantalapiedra,
Sobre esta estancia en Cantalapiedra durante los años de su niñez hay alguna referencia más. En el folio 207 a. dice de sus habitantes lo siguiente:
Cantalapiedra es un pueblo de bastantes longevos. Yo conocí en mi niñez en esta población a dos nonagenarios, uno varón llamado el tío Finaco y otra hembra llamada la tía Diabla. Ésta iba por leña al monte de Madrigal distante más de una legua y aquel salía y paseaba teniendo la vista y todos sus sentidos expeditos. La primera era tan pobre que pedía limosna y el segundo, aunque no rico, tenía un decente pasar en su clase labradora. Ambos eran personas alegres [Fol. 207 r.]y bien humoradas y no recuerdo que padeciesen los achaques propios de su avanzada edad.
A lo largo de su narración hay alguna referencia más a esta población y a su familia principal, los Onís, ricos aristócratas y con una gran influencia política en la provincia de Salamanca que, parece ser, rigen los destinos de la villa, es decir, tiene suficiente madurez para darse cuenta de esto.
Dice textualmente:
En estos mismos días se ha demostrado la ruindad de móviles de algunas de las personas más visibles, tal y como pasaba en Cantalapiedra cuando se proponía alguna función fuera de la casa de Onís, la cual, con la fuerza que tenía entonces y con los elementos propios que reunía, estaba sobre las intrigas menudas del lugar”.
3 HERNÁNDEZ VEGAS, Mateo. Ciudad Rodrigo. La Catedral y la Ciudad. Salamanca, Cabildo de la Catedral [de Ciudad Rodrigo], 1982.- 2ª ed. 4 Sus hermanas Eugenia y Paula y su único hermano Luis son bautizados en la iglesia de Santa María del Castillo de Cantalapiedra. 5 Fol. 145 a de su diario.
Plano de Cantalapiedra, publicado por Nogales Delicado en Cantalapiedra 1477. Episodio Histórico.
Parece indicar que aquellas iniciativas en las que no se contaba con la familia Onís, éstos, celosos de que no se haya contado con ellos procuraban abortarla.
Abundando en este conocimiento de la villa y sus personajes, hay otra referencia en su diario (fol. 33 a.) y es que conoce al cirujano de la localidad, don Manuel Rincón, al que encuentra muy parecido con el también cirujano de Robliza, una pequeña localidad salmantina, que describe con detalle: largo, escueto y arrugado.
También los médicos de Cantalapiedra son referidos en el diario, aunque no salen bien parados. Al parecer, durante una grave enfermedad de su padre estando en Cantalapiedra fueron avisados tres médicos que no supieron darle solución sino empeorar la situación con opiniones y tratamientos contrarios.
Juan Arias es un hombre muy religioso. A este respecto trancribe su recuerdo de las misiones que varios capuchinos predicaron en Cantalapiedra en 1827 y así lo narra:
Hallábame yo entonces en aquella escuela de primeras letras con mi hermano Gerónimo, muerto en 1833 en Salamanca, y salimos ambos con todos los demás niños de la escuela, formados en procesión y con la cruz,
a esperar a dichos misioneros a la cruz del camino de Peñaranda; acompañábamos al vicario de la iglesia llamado el padre Juan Ramos, y siendo el tiempo suave y muy despejada de sol la tarde de aquella llegada, el vicario entretenía las horas de espera enseñándonos a tejer guarniciones de espadas, de mimbres y palmas y [Fol. 129 a.]otros objetos análogos. Los versos citados, cuyo librito vendían los misioneros, quedaron ya en la escuela de Cantalapiedra en posesión, y continuaron cantándose con la misma música al ir y volver de misa los domingos y días de precepto. Aun en 1854, última vez que estuve en aquella villa, todavía se cantaban en la misma forma y con la propia letra.
Terminan las alusiones de Arias Girón a Cantalapiedra haciendo mención de un pleito que sobre una capellanía en Cantalapiedra que tuviera su familia, autoacusándose de dejadez, escribiendo que lo hubiera ganado si hubiera tenido constancia para proseguirlo hasta el fin y que abandoné, después de cinco o seis años de gastos y de trabajo.
Resulta curioso que los Arias que es un linaje nobiliario asentado en Ciudad Rodrigo durante siglos, de repente, desaparece de esta ciudad y la primera noticia que tenemos de la vuelta a Ciudad Rodrigo de esta familia es sobre don Joaquín Arias Grijota6, que había nacido en Cantalapiedra y bautizado en su iglesia parroquial de Santa María del Castillo el 11 de febrero de 1728.
Juan Arias Girón, se casa en Ciudad Rodrigo con María de las Nieves Pérez-Dávila y Osorno. Tiene varios hijos que fallecen a temprana edad, tan solo sobrevive María de la Concepción Angustias Luisa Inés Cecilia y otra vez Cantalapiedra vuelve a surgir en la vida de Juan Arias, ya que esta hija (nacida en Ciudad Rodrigo el 22 de noviembre de 1861) se casa con su primo7, don Dionisio de Nogales Delicado y Rendón8, rico hacendado de la buena villa, culto e interesante personaje y prolífico escritor. Entre sus escritos históricos hay dos de especial interés para la cuestión que aquí nos ocupa, uno dedicado a los avatares históricos de Ciudad Rodrigo y el otro consagrado a Cantalapiedra9 .
Resulta curioso como el devenir histórico puede llegar a entrelazar la existencia de pueblos y familias, sin importar el tiempo y los avatares de la vida.
Cantalapiedra y Ciudad Rodrigo, los Arias y los Nogales-Delicado, son claros y sorprendentes ejemplos de ellos como queda demostrado.
6 Bisabuelo de Juan Arias Girón, sería capitán de las Milicias Urbanas de la Ciudad y regidor perpetuo y preeminente del Ayuntamiento mirobrigense, tomando posesión de dicho cargo el año 1762, según consta en el correspondiente libro de actas, viviendo en la casa de la Calle del Príncipe. Perteneció a la Sociedad Económica de Amigos del País de Ciudad Rodrigo, llegando a proponer un plan para formar a poco coste un gabinete o museo de Historia Natural, a base de producciones específicas del país. Fallece, según el Libro de Difuntos de la Catedral de Ciudad Rodrigo el 25 de diciembre de 1782. 7 En el testamento de María Concepción, suscrito con fecha 31 de diciembre de 1882 (Archivo Histórico Provincial de Salamanca Signatura: Protocolos Notariales 9160. Notario Victorino Domenech Bustamante.) indica que estaba embarazada de su primer vástago y casada con Dionisio de Nogales Delicado, su primo. Indica que el marido había aportado al matrimonio todo el dinero procedente de los bienes vendidos en Cantalapiedra y en San Roque. 8 Para profundizar en este personaje, es recomendable la lectura del estudio histórico que traza José Ignacio Martín Benito en la introducción a la edición de la Historia de Ciudad Rodrigo, de Dionisio de Nogales Delicado, edición 2017. 9 Sobre el dedicado a Cantalapiedra dice que lo hace porque quiere “escribir algo sobre la villa en que se deslizaron los primeros años” de su vida, apareciendo en 1893, publicado en Ciudad Rodrigo bajo el título Cantalapiedra 1477. Episodio histórico.