CARNAVAL
Isla Cristina Antonio FernAndez MartIn.
“Oli” Antonio Fernández Martín quizás pase desapercibido para muchos aficionados al carnaval. Antonio nunca probó la gloria del aplauso de la platea ni tampoco subió al escenario. No ha sido líder en las artes escénicas debajo del techo de las bambalinas, pero… durante más de 30 años, cargó sobre sus hombros la cabalgata del carnaval y también la de los Reyes Magos; si decimos: ¡sí hombre, el Oli!, entonces los que peinamos canas carnavaleras, nos descubrimos y le echamos la alfombra roja a sus pies. Artista de las artes plásticas que nunca pisó la Escuela de Bellas Artes, pero, bohemio, soñador y emblemático trabajador de detrás del telón… a tal menester, pocos podrán igualarle en el mundo de la máscara. ¿Cómo eran las carrozas carnavaleras antes de 1980 cuando tú comenzaste en La Delegación de Festejos? Se confeccionaban en Huelva. En los talleres donde antiguamente estaba el Parque de Bomberos; se traían por carretera y aquí las terminaba de montar un artista onubense. La Comisión de Fiestas le encargaba cinco o seis. Eran muy sencillas, bonitas, pero sencillas. Luego estaban las Peñas. Unas las hacían más bonitas y más artísticas y otras para la diversión. Al morir el artista de Huelva, La Comisión de Fiestas se encontró con un problema y me lo propusieron; a partir de entonces se creó el Servicio de Festejos y empezamos a trabajar. ¿Cómo fueron tus primeros diseños e innovaciones?, ¿Recuerdas que introdujiste? En 1980 los diseños los hizo Horacio Noguera. A partir de ahí, los hice yo y echamos mano de lo que había; influidos por las cosas que venían de la capital, hicimos de todo un poco, pero eso sí, cuando fueron saliendo las ideas y teníamos materiales… fuimos aprendiendo y mejorando, hasta hacer lo que aún queda. ¿Qué mínimos imprescindibles debería tener una buena carroza? Primero y principal una idea original; después una buena distribución de los elementos de la carroza; seguridad ante todo y unos buenos disfraces. Las carrozas no deben de ser sólo elementos artísticos vacíos, deben cobrar vida con las personas que completen con su presencia la adecuada composición. Eso sí, las carrozas cuanto más grandes mejor, porque en la calle se quedan pequeñas… aunque haya que montarlas en la calle la noche antes de la cabalgata. (Risas y recuerdos cómplices) Las carrozas municipales, las Peñas carrocistas… en las circunstancias actuales, ¿necesitan un nuevo plan-
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teamiento? Danos fórmulas que garanticen la creación y la evolución de nuevos modelos. Las Peñas las harán cada cual como le parezca, aunque el Ayuntamiento debe de estar pendiente de lo que se hace y seguir colaborando, a lo demás le daría el enfoque siguiente: promover por barriadas la confección de carrozas, por familias, colegios, entidades, Asociaciones de Vecinos, que ellos mismos las construyan en un lugar que disponga el Ayuntamiento. Creo que con la ayuda de algunos operarios y una buena formación, (tal como lo están haciendo algunos pueblos vecinos) le daríamos un enfoque nuevo y muchísimo mejor a lo que tenemos. Se hace insoportable a mi parecer, el monto que tiene que asumir el Consistorio para llevar avante en solitario la cabalgata. Yo siempre colaboraré en la medida de mis posibilidades. No podemos olvidar que no tenemos cantera; hay que fomentar la creación de una escuela de carrocistas. ¿Apuestas por un nuevo concepto de carrozas que incluyan autopropulsión, materiales más ligeros y económicos, figuras con movimiento, iluminación led, etc…? Las carrozas son elementos artísticos sobre ruedas o sobre cualquier otro medio de propulsión. A partir de aquí, se pueden hacer todas las innovaciones que la economía permita. ¡Pero cuidado! sin olvidar que el viento, la lluvia, todos los agentes meteorológicos juegan un papel esencial. No hay que olvidar que somos parte de un todo que se llama Carnaval y la cabalgata necesita todo el apoyo de no solo los carrocistas, sino el mimo de cuantos componemos el pueblo. El Carnaval flaquea si no se implican todos los isleños y para seguir siendo el referente que somos en los Carnavales, no nos podemos dormir en los laureles. Miguel Gómez Martínez. Miguelín.