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“Ahora mismo es el tiempo de la misericordia...” • Entrevista al Mayordomo de la Cofradía del Santísimo Cristo

“Ahora mismo es el tiempo de la misericordia...”

San Agustín (sermón del año 403)

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No citamos a San Agustín por casualidad, sino por su condición de pagano que experimentó como nadie en su convulsa existencia la misericordia divina. Posiblemente tal circunstancia fuera la determinante que le facilitó una definición etimológica y humana jugando con las palabras (miseri cordia y miserum cor), aludiendo a que se siente desdichado el corazón de quien sufre con el mal ajeno. Tal vez se ha de buscar en esa comunicación la aparente paradoja con la bienaventuranza de la misericordia, ya que en el primer caso representa un anhelo y recompensa, y en el segundo, remediar una carencia. De todas maneras este santo fue quien con su característica mente lúcida formuló la idea de quien se compadece de los pobres es misericordioso consigo mismo al saberse limitado. En su obra de la Las Confesiones cita la misericordia (noventa veces) o sinónimos.

El pasado año 2016 se clausuró la conmemoración de un año en que la catolicidad dedicó a conmemorar y exaltar la misericordia como un atributo divino, siempre propicio al perdón. La concurrencias de actos y publicaciones fue tal que solamente por razones de proximidad recordamos dos: una publicación actualizada: Las obras de misericordia por parte del leonés J. R. Flecha (BAC, 2016), así como la exposición Jubileo de la Misericordia, en la iglesia de Palat del Rey.

La imploración del perdón y obras de penitencia se han asociado por la iglesia siempre a la Cuaresma y Semana Santa. Hace algunos años (2010) se publicó en esta misma revista el procedimiento que se seguía en la Catedral con la imposición de penitencia pública orientada a la reconciliación. El acto constituía una manifestación de la misericordia divina a través de una escenificación pública, que hoy no tendría cabida en la comunidad parroquial. La reminiscencia de este proceder nos traslada a sistemas o procedimientos de práctica superadas.

Tomando pie en la citada conmemoración, en la citada exposición se propusieron a la contemplación una serie de imágenes e iconografías referidas proporcionalmente a las obras de misericordia corporales y espirituales.

Los testimonios bíblicos, patrísticos y de los padres de la Iglesia son copiosísimos al respecto. Aristóteles se refiere a la misericordia en su obra de la Retórica en unos términos, que aunque no tienen fin religioso, nos introducen en la idea de que quien practica la misericordia está percatado de que el mal compadecido puede sucederle también a quien compadece; lo cual nos da pie para que dicha virtud se confirme como la orden natural. A la vez, nos descubre las fuentes donde se inspiraron escritores cristianos como Santo Tomás de Aquino.

Nos referimos seguidamente a la primera de las espirituales: enseñar al que no sabe, que evidentemente nos consta se ha practicado en todas las civilizaciones. Pero a las obras de misericordia se las agrega una doble condición cristiana por el concepto de la caridad, que no existía en la tradición pagana. Nos parece reiterado recurrir a textos bíblicos o parejos en qué apoyarnos. Basta con que recordemos los géneros parabólicos para sentir innecesaria cualquier otra exposición. Las plásticas parábolas del hijo pródigo (San Lucas, 15:11-32), junto con la de la oveja y moneda perdidas, o el rico y Lázaro el pobre, superan a cualquier argumento o solución que se haya propuesto para remediar y comprender las necesidades y miserias humanas.

Las cofradías penitenciales en que figura como denominación misericordia son innumerables, referidas muchas a ellas al Cristo crucificado. Como atributo rendido a la Virgen, se predica el primero después de Reina, en la Salve (mater misericordiae); conocemos que en varias súplicas de letanías de la Virgen se difundió desde el siglo X. El leonés J. M. Canal tiene un estudio ejemplar sobre el tema publicado en Roma en 1963. Son incontables los santuarios en que se la da culto bajo esta advocación. Uno de los más conocidos es el del Monte Berico, regido por los Siervos de María, a cuya sombra nacería en el siglo XII la orden tercera de los Servitas que siglos después se llegará a establecer en el siglo XIX en la iglesia de Santa Nonia. Evidentemente que este título tiene afinidad con otros más extendidos que se la rinden también a nivel local. Otro templo existe el Savona (Italia), a ambos aludimos por lo que ha significado la representación iconográfica que se expresa en actitud acogedora con un manto desplegado y la difusión que adquirieron las pinturas y frescos italianos. Dicha simbología se repetirá en creaciones artística piadosas acogiendo a fundadores, donantes, etc. Representación que se reproduce en el caso de la Virgen de la Merced. Por tanto, no nos debe extrañar que Cervantes, como beneficiario de la misericordia mercedaria exclamara: Los atributos de Dios todos son iguales, pero el que más resplandece es la misericordia. (El Ingenioso Hidalgo D. Quijote de la Mancha, II, XLII).

Este prototipo de misericordia se consagró en pintura desde el Renacimiento, entre otros, con Piero della Francesca y en España fue muy imitados por artistas dados >

a temática religiosa como Alejo Fernández y Francisco Zurbarán. Las anteriores devociones se extendieron profusamente en las colonias de América y por razones obvias, en todo el levante bañado por el Mediterráneo debido a la implantación de los mercedarios.

Con motivo del año de la misericordia se ha propuesto un vía-crucis equiparándolo sus estaciones con las catorce de misericordia. No tienen porque rechazarse estas propuestas, pero ciertamente que omitir en dicha conmemoración aludir a las obras de misericordia materiales ha supuesto desaprovechar una excelente oportunidad pedagógica. Sería como exaltar la doctrina de Cristo misericordioso, de santa Faustina Kowalska, y olvidar prácticas caritativas de Teresa de Calcuta; ambas son dignas de imitación y alabanza.

En el mismo plano de interpretación de la santa polaca hemos de referirnos al hito que representa nuestro paisano leonés, el dominico Luis G. Alonso Getino, quien en el año 1934 publicaba en Madrid una obra que significó una novísima interpretación de la misericordia divina. Hasta tal punto que el libro fue incluido en el Índice de libros prohibidos por la Iglesia. No es este el lugar y momento de aludir a las largas y encendidas polémicas que motivaron sus opiniones. Citamos una sola frase que condensa su doctrina. En el Diálogo decimoquinto parece estuviera adelantándose ochenta años al pasado año de la misericordia: Observando las diferentes tendencias sobre la Misericordia de Dios al final de nuestra vida, creo yo que deba exhibirse como un airón alentador al final de nuestra vida que vuelva a los rediles de la virtud a tantas descarriadas y desconfiadas ovejuelas. Tal ha sido nuestro propósito y hasta nuestra ilusión al escribir los Diálogos. Echamos de menos que en la citada conmemoración no se haya mencionado a nivel local a este ilustre leones, a quien la ciudad le tiene dedicada una de sus calles.

Una de las expresiones bajo la forma de imploración de la misericordia se ha manifestado más profundamente entre el pueblo durante la Semana Santa. El Miserere o salmo 50/51 de la Biblia constituye la forma de súplica suprema de la misericordia. No podemos olvidar el canto del Miserere en los pueblos como final del ejercicio de las tinieblas, entonado por cura y sacristán desde el interior de la sacristía o recitado durante la procesión del viernes santo. Existía una competición entre vecindades por demostrar quién entonaba mejor la pieza, adornada en muchas ocasiones por las variantes que terminaban por transformar la melodía con trinos, que a veces desembocaban en una sonoridad desgarrada.

También fue el miserere un manantial de inspiración para los panegiristas de los siglos XVII y XVIII, pues tanto por el tema como por el ambiente teatral de la Semana Santa se prestaba para impresionar las conciencias. Son numerosísimos los sermonarios barrocos que le incluyen, como los del jesuita Manuel de Nájera (1606-1680). Algunos como clérigos fueron confesores y/o predicadores reales, lo que contribuyó a la difusión de esta pieza. El mismo Padre Isla predicó un conmovedor sermón sobre el miserere en la iglesia de San Justo de Segovia en 1741. Es de suponer el efecto del sermón en un encuadre circundado de escenas de la pasión que ilustran los diferentes frescos de sus muros. Tuvo gran difusión el titulado Quaresma del italiano y jesuita Pablo Señeri (Madrid, 1697) En el lema del sermón XXII expone el problema de la misericordia: Házese la causa de los pobres con los ricos, que no quieren repartirlos, ni aún lo superfluo de sus bienes. Sabemos que la catedral leonesa convocaba durante la Semana Santa a famosos predicadores regulares de los conventos de dominicos, franciscanos y jesuitas existentes en la ciudad. No se han conservado sus textos, pero sí sabemos que en la catedral y en la parroquia de Santa Marina se adornaban sus muros con grandes reposteros alusivos a la pasión, a falta de frescos como los citados anteriormente. Eran frecuentes los desacuerdos por la elección de los predicadores de la Semana Santa, puesto que el clero regular gozó siempre de un mayor prestigio en el púlpito que los miembros del regular. En el caso de Mansilla llegó a constituir una lucha enconada entre el cabildo eclesiástico y los predicadores del convento de regulares de San Agustín en ocasión de varias semanas santas. El texto del miserere siempre ha evocado lo sacro, también lo misterioso y romántico, como bien dejó plasmado G. A. Bécquer en la leyenda del Miserere.

La obra de Misericordia de Benito Pérez Galdós nos devuelve a la realidad de un ejercicio caritativo de la misericordia, el mismo que sigue siendo necesario en la actualidad aunque en situaciones y fines diferentes. Nos referimos a dos obras de misericordia “espirituales”, que tienen sobrados argumentos históricos entre nosotros: enseñar al que no sabe (ignorantes docere) y orar a Dios por los vivos y los muertos (pro salute proximi Deum orare). De esta última existen testimonios de distinta naturaleza, que se remontan a los primeros tiempos del cristianismo, cuando las catacumbas constituían un lugar de convivencia y oración. Los

cristianos participaron de aquella edad dorada en que eran admirados porque se amaban, compartían oraciones y bienes. A nivel local disponemos de testimonios desde el siglo X bajo las forma de dotaciones de sepultura, mandas, testamentos en que unas veces a favor del donantes, otras en beneficio de otras personas familiares o no, se constituía una dote, posteriormente en forma de capellanía, que significaba mantener una forma de orar por los difuntos. La eliminación de los hacheros de las parroquias borró esta memoria que se renovaba todos los domingos. Las ordenanzas de los pueblos frecuentemente instaban a la asistencia de los entierros de los vecinos, inclusive sancionando la no asistencia.

Existió una forma de caridad, dotación, obra de misericordia u obra pía, pues así se las denominaba, que estuvieron extendidas prácticamente por todos los pueblos, dirigidas a “enseñar al que no sabe”. No conservamos datos detallados sobre las mismas pero sí de su existencia. (Al menos desde el siglo XIII la catedral ya nos presenta un plástico cuadro del ejercicio social de la misericordia en el sepulcro de Martín el zamorano). Citamos algunos ejemplos que atestiguan su fin y forma de dotación, que persistió hasta bien entrado el siglo XIX, momento en que el Estado se hizo cargo de la educación. Hasta ese momento podemos asegurar que la mayor parte de quienes podían presumir de no ser analfabetos era gracias a la obra de misericordia que sostenía la escuela de su pueblo. He aquí algunos de las decenas de ejemplos de que tenemos constancia. En Vegas del Condado, una caridad de San Ildefonso, a cargo del cura y concejo, para mantener escuela de primeras letras, 25 heminas de centeno. Genicera: Obra pía de huérfanas y escuela de Genicera, tres fundaciones de huérfanas, varias heredades en dichos lugares, tierras, prados, 3 censos. San Pedro de Valderaduey: Obra pía de la escuela y de Estudio que fundó Mancio Vidanes, beneficiado de este lugar, réditos de censos 66,2 reales. Obra pía del maestro de escuela, cuatro censos que suman 132 rs. Villamol: Obra pía que fundó Francisco Miguel de Prado, obispo de Palencia, ignoran donde está fundada pero advierten hay una escuela, censo 18 rs. Villimer: Caridades, una carga y 6 heminas de trigo, es fundación piadosa de caridades, antes estaba administrada por el concejo, hoy unida a la iglesia para ayuda de mantener la escuela. Sopeña de Curueño: Caridades para dar escuela, administra el concejo, un celemín de trigo, 76 cántaras de vino. Barrillos de Curueño: Caridades para maestro de escuela, 33 heminas de centeno, 35,10 rs. Valduvieco: Caridades para la escuela, 6 heminas de trigo, 3 cántaras de vino. Santa Eulalia de Valdeón: Obra pía de la escuela, fundada por Esteban González, tierra de 4 celemines, 18 rs., prados, 64 rs., un día de molino, 2 rs. Soto de Valdeón: Obra pía de la escuela que fundó Marcos Díez, vecino del lugar a favor del maestro de primeras letras, 160 rs. Bercianos del Real Camino: Obra pía de la escuela, tierras 17 fanega, renta 2 fanegas trigo, prados de 3 carros y montón y medio de hierba, 30 rs. Las citas, un tanto reiteradas, intentan reproducir tanto las modalidades como la extensión de la citada obra (de misericordia) de “enseñar”.

No nos preguntamos si el concejo y vecinos del lugar tenían conciencia de que estaban practicando una obra de misericordia. Sin duda que la alfabetización fue un cauce para la formación de los seglares, incluso la puramente religiosa.

La ilustración pertenece a una xilografía de la obra citada a continuación. Es un autor renacentista que escribió otras varias materias, en prosa y en verso. Se debe tener en cuenta que el orden la obras de misericordia de esta obra no coincide con la disposición actual. •

Sarita ÁLVAREZ VALLADARES

Fr. Luis G. Alonso Getino (OP), Del gran número de los que se salvan y de la mitigación de las penas eternas (Madrid, 1936 2ª de.); J. R. Flecha (Madrid, BAC, 2016). Jubileo de la Misericordia, (exposición en la iglesia de Palat del Rey) Julio Roscio Hortino, Icones operum misericordiae, Roma, 1585.

Cofradía de Nuestro Señor Jesús de la Redención

Fotografía: Mª Edén Fernández Suárez

HISTORIA

La Cofradía de Nuestro Señor Jesús de la Redención se funda en el año 1990, procesionando por primera vez en la Semana Santa de 1991, y eligiendo como día de procesión el Domingo de Ramos. Se procesiona a la antigua usanza, llevando los braceros horquetas para ir marcando el paso. La procesión de esta Cofradía está principalmente marcada por la sobriedad y la austeridad, siendo un claro exponente de ello el silencio observado en el inicio, transcurso y recogida de la misma. Debido a la colaboración y ayuda inestimable del Ministerio de Justicia, la Cofradía tiene como Juez de Penas Honorario al varón de más alto rango del Ministerio de Justicia. En 1992 la Cofradía se hermanó con su homónima de Sevilla, llevando desde entonces incrustado en la Cruz del Santo Cristo de la Redención, un relicario conteniendo una astilla del perteneciente a la del Jesús de la Redención sevillano; así mismo en el guión de la Cofradía se porta la medalla de dicha Hermandad. ACTOS PECULIARES

• “Acto del besapié”. Se celebra el Sábado de Pasión acompañando en la última oración del día a las RR. MM. Benedictinas; posteriormente se realiza la bendición de las túnicas de los hermanos, y la entrega del pergamino de la Cofradía al Abad saliente, finalizando el acto con el besapié del Cristo titular de la Cofradía.

En la procesión del Domingo de Ramos, la Camerata Ars Cantus, que dirige Luis González Viñuela, realiza un canto a los tres pasos ante la iglesia de San Martín, al paso de la Cofradía; así mismo, dicha Camerata vuelve a actuar al recogerse la procesión.

“Llamada a la procesión”.

Antes de salir la procesión y estando todos los integrantes de la misma dentro del patio del convento de las MM. Benedictinas, el Secretario de la Cofradía procede a efectuar tres toques con la mano en el portón del mismo, abriéndose posteriormente las puertas y dando así comienzo la procesión.

El secretario irá nombrando con fuerte voz a su paso por el dintel los distintos elementos que forman la procesión, según el orden que se ha establecido. “Exaltación de la Sta. Cruz”. El día 14 de Septiembre se celebra la fiesta de la Exaltación de la Sta. Cruz, titular de la Cofradía. •••

Año de

Fundación: 1990

Abad: Vicente Cubría Castro

Templo:

Parroquia de San Martín

Hermanos: 600

Indumentaria: Túnica negra sencilla, bocamangas y capillo rojo sangre, cíngulo franciscano del mismo color, sin borlas ni adornos. Camisa blanca, corbata, guantes, calcetines y calzado negro.

Emblema:

Cruz sencilla, con una corona de espinas en su parte inferior y tres clavos y un pliego con la inscripción INRI a la cabecera. Todo ello orlado con dos palmas

IMAGINERÍA

• Nuestro Padre Jesús de la Misericordia.

Luisa Roldán. Siglo XVII.

• Santo Cristo de la Redención.

Juan de Anchieta. Siglo XVI.

• Nuestra Madre de la Divina Gracia.

Antonio José Martínez Rodríguez. 2012. PROCESIONES

• Domingo de Ramos:

Procesión de Nuestro

Señor Jesús de la

Redención. • Lunes Santo:

Via Crucis.

Cofradía del Santísimo Cristo de la Expiración y del Silencio

Fotografía: Mª Edén Fernández Suárez

Año de

fundación: 1991

Mayordomo:

José Luis Holguera García

Templo:

Convento de San Francisco

Hermanos: 120

Indumentaria: Capillo alto de raso blanco y túnica azul. Cíngulo blanco, botones blancos a lo largo de la túnica, zapatos y guantes negros. Los hermanos portan el emblema de la cofradía sobre el pecho.

Emblema: Tau franciscana. Letra griega rodeada de una corona de espinas.

HISTORIA

Esta cofradía es heredera de la tradición franciscana. Las procesiones que salían del convento de los franciscanos tenían como titulares a la Orden Tercera Franciscana. En la procesión del “Dainos” se rezaba el Rosario de la Buena Muerte que se desarrolla el Domingo de Ramos. Y el propio Convento Franciscano, es titular de la procesión del Silencio que se desarrolla el Miércoles Santo y cuyo precursor fue el padre Javier de Valladolid. En ella solamente pueden participar hombres.

Al final de la Semana Santa de 1987, un grupo de entusiastas hermanos de otras cofradías comenzaron las gestiones para la creación de una cofradía que se encargase de sacar a la calle estas dos procesiones. Se redactaron los estatutos y se presentaron en el obispado el 11 de marzo de 1991, dando así comienzo la vida de la cofradía del Santísimo Cristo de la Expiración y del Silencio.

IMAGINERÍA

• Santísimo Cristo de la Expiración y del Silencio.

García Irurozqui, 1941.

• Jesús Nazareno (Dainos).

Escuela Castellana. Siglo XVIII. • Jesús de Medinaceli, copia del titular, obra de Asorey. Siglo XX. ••• PROCESIONES

• Domingo de Ramos:

Procesión del Dainos.

• Martes Santo:

Procesión Tradicional

Calvario o Vía Crucis

Leonés Cantado. • Miércoles Santo:

Procesión del Silencio (sólo para hombres), con el canto de la Salve en la

Inmaculada.

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