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El Mirador y la Plaza Mayor de León
En la Edad Moderna nace un nuevo concepto urbanístico de plaza pública, que se caracteriza por ocupar una superficie geométrica abierta, generalmente de grandes dimensiones y con una arquitectura definida por la simetría y la uniformidad. Las nuevas plazas están formadas por un perímetro de cuatro lados, con edificios del mismo estilo e idéntica altura y unidos en su planta baja por pórticos con arcos, simetría únicamente rota por el edificio central que destacaba sobre los demás y destinado generalmente a Casa Consistorial aunque también podía estar dedicado a otros usos públicos. En el caso de la ciudad de León, este edificio central nació como Mirador o espacio donde las autoridades locales presidían todo tipo de actos religiosos y profanos.
A diferencia de otras ciudades que construyeron en su plaza mayor la Casa Consistorial como edificio principal, la ciudad de León disponía de una sede municipal construida a finales del siglo XVI, el actual edificio de la Plaza San Marcelo, según proyecto que presenta Juan del Ribero en julio de 1584, maestro de obras que también había levantado la nueva Casa de la Panadería.
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El Mirador, nombre que se le dio a este edificio en el siglo XVII, también ha sido llamado Casa Consistorial, pero con la acepción de inmueble propiedad del Ayuntamiento, y actualmente se le denomina Antiguo Consistorio, y la plaza Mayor de León, con más precisión, plaza Mayor de la Constitución Española, que recibió esta última denominación oficial por el Pleno Municipal en sesión del 25 de noviembre de 1988, fueron construidos en la segunda mitad del siglo XVII.
Arquitectónicamente la plaza, sigue el tipo constructivo de la plaza mayor tradicional castellana, siendo su estilo un paso intermedio entre la plaza clasicista y la barroca. A lo largo de tres siglos ha ocupado un lugar predominante en la actividad de la ciudad, como centro urbano y residencial, como corazón de la vida social y económica y escenario de mercados y ferias locales, de fiestas religiosas y profanas: procesiones y corridas de toros, acontecimientos políticos, proclamaciones y adhesiones reales y ocasionalmente del ajusticiamiento de reos. Los festejos, actos y acontecimientos han sido presenciados oficialmente desde el edificio central a lo largo de estos últimos siglos.
El Mirador continúa siendo el palco para la contemplación de la celebración de actos religiosos, ya que muchas son las procesiones de Semana Santa que tienen en esta plaza su paso obligado y es en este recinto donde se produce El Encuentro, acto central de la Semana Santa leonesa, declarado de Interés Turístico Internacional y organizado por la Cofradía del Dulce Nombre de Jesús Nazareno dentro de la procesión de Los Pasos. La asistencia a las procesiones y a esta ceremonia nos obliga a que conozcamos la historia del Mirador de nuestra plaza Mayor, y también la evolución y funciones que ha tenido la plaza Mayor por ser el Mirador el edificio más importante y la esencia de este trazado urbano. La mayoría de los actos que se celebran en la plaza no tendrían lugar si no existiese el uso protocolario de este edificio municipal. Por lo tanto es necesario comprender la historia de estos dos espacios.
Para el conocimiento de la evolución arquitectónica, de la morfología, de los usos que ha tenido tanto el Mirador como el trazado urbano donde se encuentra situado, vamos a basarnos hasta el siglo XX en la monografía de María Dolores Campos Sánchez-Bordona y María Luisa Pereiras Fernández titulada “Historia y evolución de un espacio urbano. La Plaza Mayor de León”, editada en 2001 por la Universidad de León. Para el estudio de esta misma información durante los siglos XX y XXI, utilizaremos directamente los documentos custodiados en el Archivo Municipal de León. Para el protocolo que debían cumplir las autoridades locales para situarse en los balcones, acudiremos a la obra “Resumen de las políticas ceremonias, con que se govierna la noble, leal, y antigua ciudad de León, cabeza de se reyno”, publicadas en 1693 y recopiladas por el regidor municipal Francisco Cabeza de Vaca Quiñones y Guzmán; Marqués de Fuente-Oyuelo.
El Mirador se edificó en la segunda fase de construcción de la plaza Mayor. Antonio Ambrosio, jesuita italiano, fue el arquitecto constructor de la primera traza de la plaza. El Regimiento leonés fue el promotor de la obras. En esta primera fase se construyen las nuevas Panaderías y algunas casas y pórticos con arcos. Las antiguas Panaderías existían desde finales del siglo XVI y las construyó el Ayuntamiento a la entrada de la calle Santa Cruz para evitar los inconvenientes derivados de la venta ambulante del pan y así >
poder controlar el peso, el precio y la calidad del pan.
En el año 1673 comienza la segunda fase constructiva con el plan de ensanche de la plaza de Francisco del Piñal. Se construyen casas, se remodelan las fachadas, se terminan los últimos arcos de la plaza y se inicia la instalación de los balcones en las viviendas. En 1674, cuando tres de sus lados estaban construidos se emprende la edificación del Mirador finalizando sus obras en 1677, tres años después. Fue proyectado por Francisco del Piñal para el espacio ocupado por la Casa de la Panadería que se derribó para llevar a cabo este plan de ensanche. En 1695 un nuevo incendio dejó parcialmente destruida la plaza. Las obras para solucionar esta destrucción se prolongaron durante sesenta años hasta 1759 debido a las dificultades financieras del Regimiento leonés que tuvo que recurrir una vez más a la prórroga del arbitrio sobre la venta del vino.
Después de la remodelación del siglo XVIII la plaza se convierte en uno de los espacios más revalorizados de la ciudad. Los vecinos con poder económico y principalmente las instituciones eclesiásticas son los principales propietarios. Así la burguesía leonesa en el siglo XIX abrió sus establecimientos en los soportales de la plaza, convirtiéndose en el centro comercial de la ciudad.
El Mirador es un edificio de estilo clásico y barroco, de piedra labrada, con una estructura similar a los edificios públicos construidos bajo los Austrias. En concreto su composición arquitectónica se corresponde con el tipo de palacio torreado utilizado desde el siglo XVI. Está flanqueado por dos torres con chapiteles, pirámides, bolas y veletas, que enmarcan una fachada de tres pisos, rematada por un amplio balcón, un frontón triangular y un remate que estuvo ocupado antiguamente por un escudo y hoy por un reloj. Desde el zócalo atraviesan la fachada pilastras toscanas que la dividen en siete calles, siendo más amplia la calle central. De acuerdo a su carácter de tribuna se asoman a la plaza en el primer piso ocho ventanas y en cada uno de los dos pisos superiores ocho balcones por los que discurren dos antepechos de hierro. Las torres también disponen de balcones y de un escudo con el león rampante símbolo de la ciudad. El interior es muy simple, una escalera divide el edificio en dos alas formadas por habitaciones rectangulares.
Está flanqueado por la calle de la Plegaria y la de Ramiro III y por la iglesia de San Martín a cuyo ábside se haya adosado. Tiene forma rectangular y una longitud de casi 32 metros pero con una anchura de poco más de 5 metros y medio, de acuerdo al cometido para el que se construyó. Este balcón oficial fue proyectado para una función de tipo protocolario, la de servir de palco al corregidor, regidores y oficiales del Ayuntamiento con el fin de asistir a todo tipo de espectáculos y festejos tanto religiosos como profanos.
La obra del Marqués de FuenteOyuelo, explica en dos capítulos la forma en como se debían colocar el corregidor y regidores de la ciudad de León con motivo de la celebración de la festividad del 15 de agosto de la Asunción. En
el capítulo XII, se expone que el día después de San Roque se corren los toros y nos dice el Marqués de Fuente-Oyuelo que aunque existen otros actos por casamientos de reyes, nacimientos de príncipes u otras festividades extraordinarias, únicamente explica el protocolo de las que se hacen en agosto ya que son fijas.
Así pues, señala, que en el balcón corrido sobre la puerta, el día de Toros se coloca primeramente el corregidor y a continuación los regidores que se irán situando en el lado derecho hasta la torre por orden de antigüedad en el cargo hasta completar el espacio. En el flanco izquierdo se situarán las mujeres de estas autoridades. En el balcón situado en el piso de abajo, se reparten las plazas para los huéspedes o familias del corregidor y caballeros regidores colocándolos por el orden de la antigüedad de los regidores.
Dedica esta obra un capítulo, el XIII, para indicar el protocolo que se debe guardar en el balcón donde están situadas las mujeres. Se especifica que ningún caballero regidor ni sus mujeres pueden invitar a señoras que no sean mujer, madre, hija, nuera, suegra o hermana de los capitulares y ninguna señora aunque sean las señaladas, puede llevar criada, ni persona alguna de fuera y sólo en el balcón de la torre, que está separado, pueden estar las criadas de los caballeros comisarios encargados de organizar el festejo.
En el siglo XX, el Mirador va perdiendo su función protocolaria y sus estancias se van utilizando paulatinamente para oficinas municipales. En la plaza Mayor también dejan de celebrarse gran parte de los actos de siglos anteriores, pero sigue cumpliendo con una de sus funciones, la comercial, aunque el puesto principal de esta actividad lo van adquiriendo otras calles próximas a la plaza y las nuevas zonas más pobladas que se construyen como consecuencia de la llegada del ferrocarril en 1863 y de la aprobación en 1897 del Plan de Ensanche de la ciudad de León. También en el siglo XX sigue conservando la plaza el cometido de ser uno de los lugares de abastecimiento de León con productos de consumo y de celebración de ferias y mercados. La tradición de los mercados semanales de frutas, verduras, hortalizas y otros productos agrícolas se sigue celebrando en la plaza Mayor de León.
El 16 de febrero de 1909 el Ayuntamiento aprueba el proyecto de construcción de un mercado de abastos en la plaza Mayor y en noviembre de 1911 la adjudicación de las obras. Si bien los trámites para su puesta en marcha fueron lentos, su existencia fue corta. En octubre de 1927 se aprobó el proyecto de liquidación definitiva de las obras del nuevo mercado de abastos en la ubicación actual de la plaza del Conde Luna, obra del Arquitecto Municipal, Isidoro Sanz Ezquerra, inaugurándose el día 1 de enero de 1928.
En diciembre del año 1927, el Cuarto Teniente de Alcalde del Ayuntamiento, Julio del Campo, propone que terminado el derribo y escombrado de las casetas de la plaza Mayor, se acuerde colocar en el centro de dicha plaza la fuente de Neptuno que se encuentra en el parque de materiales del Matadero Municipal desde el año 1913. Se situó definitivamente en marzo de 1931.
El origen del rastro dominical está en un acuerdo de la Comisión Municipal Permanente de 20 de enero de 1977, por el que se aprobó su funcionamiento con carácter provisional por un período de tres meses para la venta de artículos usados y de los que no se puedan adquirir en establecimientos abiertos al público.
Las actuaciones en los años veinte fueron escasas y de poca envergadura a pesar de la existencia de un vasto plan urbanístico, el Plan General de Reformas Urbanas aprobado en el año 1926, pero que no afectó a la plaza Mayor. El 6 de abril de 1923 se aprobó el arreglo de los balcones de la Casa Consistorial por la amenaza de inminente peligro para los transeúntes y porque hay oficinas que no pueden estar constantemente con la prohibición de salir a los balcones. Por este motivo se prohíbe que el día de Viernes Santo se ocupasen estos balcones. Seis años después, en octubre de 1929, se aprueba un presupuesto para el “Viejo Consistorio” con el fin de reparar la escalera y planta principal y de esta manera adecentar las oficinas del Juzgado Municipal.
Comenzando la década de los treinta se efectúa una restauración de esta Casa Consistorial y una significativa reforma integral de la plaza. El 18 de junio de 1930, se acuerda celebrar la subasta para las obras de reparación de la plaza Mayor y Casa Consistorial por su interés artístico y por ser un lugar de grandes rendimientos económicos para la Corporación. Comprenden estas obras la pavimentación de aceras y tránsito rodado, el arreglo del centro de la plaza, el ensanche de la calzada de carros, la instalación de farolas nuevas, la limpieza y rejuntado de las fachadas del Consistorio y la reparación de las torres. El contratista solicita la recepción definitiva de las obras en el año 1932. Siete años más tarde, se vuelve a pavimentar la plaza, obra incluida en un presupuesto extraordinario para efectuar >
el asfaltado con hormigón de un número considerable de calles de la ciudad, aprobado por la Comisión Permanente en octubre de 1939. Señala el arquitecto municipal que se encuentran la mayoría de las vías pavimentadas, unas con empedrado de morrillo de río, las que pertenecen al casco antiguo y otras con afirmado de macadán, las pertenecientes al ensanche de la ciudad.
En los años cuarenta volvemos a tener noticias de la utilización del Mirador como sede de oficinas municipales. El 15 de mayo de 1944 se aprueba el presupuesto para la reparación y pintura de la escalera y planta principal para la instalación en esta planta de los Servicios de Quintas y Vigilancia Municipal.
En los años sesenta y setenta las intervenciones urbanísticas en el Mirador y en la plaza son mínimas a pesar de las reiteradas peticiones del Ayuntamiento a la Dirección General de Arquitectura para que se realice un proyecto de reconstrucción de la plaza y de sus edificios. En 1960 se aprobó el proyecto de mejoramiento del alumbrado en la plaza por la Comisión Permanente el 27 de abril, consistiendo en la colocación de 16 faroles bajo los soportales de tipo antiguo pues se expresa que existen únicamente 6 puntos de luz y que proceden del alumbrado que se efectuó en el año 1923. Y en 1963 se aprueba el proyecto de instalación de un reloj en el Consistorio Viejo y en 1964 el de reparación de la escalerilla que desde la plaza baja a la Puerta del Sol.
El desprendimiento parcial de la balaustrada del Consistorio Viejo el 14 de diciembre de 1977 ocasiona un muerto y varios heridos. En ese mismo mes se vuelve a pedir por el Ayuntamiento la aprobación del proyecto. Pero en 1978 este proyecto sigue en fase de redacción por la Dirección General de Arquitectura. Se reitera la solicitud en 1980, cuando el Pleno Municipal, en sesión de 1 de septiembre, acuerda solicitar a la Dirección General de Patrimonio Artístico, Archivos y Museos, que elabore un proyecto de restauración de la fachada del Consistorio Viejo y de reordenación de la plaza Mayor.
El Consistorio no se rehabilita hasta que no se lleva a cabo el proyecto de 1982 de restauración de este edificio, del arquitecto Ramiro Moya Blanco, promovido por el Ministerio de Obras Públicas y Urbanismo por el que principalmente se rehicieron las cubiertas, se cambiaron los forjados deteriorados y se instalaron los chapiteles que se revistieron de pizarra y se remataron con bola, cruz y veleta de hierro. Unos años más tarde en 1988 la Comisión Permanente en sesión del día 23 de septiembre aprueba el proyecto de restauración de fachadas y pavimentación del espacio bajo los soportales del arquitecto Alberto García Martínez. A partir de estos años ochenta y fundamentalmente con las posteriores acciones urbanísticas que desarrollan el Plan Especial de Mejora y Protección de la Ciudad Antigua, es cuando la plaza Mayor alcanza su actual aspecto depurado y noble.
Los establecimientos dedicados a la hostelería han sustituido a los antiguos comercios tradicionales, convirtiéndose al igual que gran parte de la ciudad antigua o Barrio Húmedo en un sitio de ocio y esparcimiento. Otro aspecto que ha cambiado en el papel histórico que ha desempeñado la plaza, es que los actos de festejos populares han quedado reducidos a los espectáculos de las fiestas de San Froilán, patrono de la diócesis y de las fiestas de la ciudad de San Juan y San Pedro.
Sin embargo aún se mantienen las solemnidades de los actos y desfiles de las procesiones de Semana Santa. Desde el Mirador se pueden seguir presenciando las procesiones y en especial el acto de El Encuentro que actualmente puede ser visto por un número de vecinos de la ciudad de León.
El Ayuntamiento de León abre todos los años un plazo para presentar solicitudes para poder ver la procesión y el acto “El Encuentro” desde uno de los balcones del Consistorio de la plaza Mayor. Se efectúa un sorteo público y cada uno de los diez premiados recibe una invitación para dos personas, siendo los requisitos, estar empadronados en el municipio, ser mayores de 16 años y no haber sido ganadores en anteriores ocasiones.
El Mirador y la plaza Mayor son uno de los puntos de la ciudad de León desde donde se pueden presenciar la mayoría de las procesiones de la Semana Santa leonesa, ya que su historia y su trazado urbano les hacen merecedores de este privilegio. •