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Semana Santa: manifestación de piedad popular
En una sociedad, cada vez más secularizada, resulta paradójico que la Semana Santa siga siendo un evento anual capaz de suscitar tanto interés general. A nadie deja indiferente. Desde los más acérrimos defensores hasta los más furibundos detractores no pueden evitar posicionarse. La presencia de múltiples artículos de información, de opinión, revistas, reportajes, vídeos, blogs… y una más que frenética actividad en las redes sociales son la prueba más evidente de la fuerza social que conserva este fenómeno religioso-cultural; cuyo análisis, por otra parte, es enormemente complejo
Descubrir las claves de su genuino sentido rechazando tentaciones reduccionistas es, probablemente, la tarea más difícil a la hora de abordar tan peculiar fenómeno. Las geniales palabras de G. K. Chesterton en su libro El color de España, al describir la Semana Santa como “un drama completo y concreto perfectamente sencillo e insondablemente profundo”, ayudan, cuanto menos, a focalizar inteligentemente la comprensión de tan poliédrica realidad.
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Lo incuestionable es que la Semana Santa viene mostrando desde la época bajomedieval y, principalmente, desde principios del siglo XVI el desarrollo de un modo de creatividad religiosa cuyo fin ha sido perpetuar la esencia del misterio pascual de Jesucristo. Una vivencia del misterio que desbordando la práctica litúrgica, progresivamente irá cristalizando en determinadas formas devocionales, auténtico centro de la piedad popular. En concreto, será en el tránsito del medioevo a la edad moderna, durante los siglos XVI y XVII, cuando eclosionen multitud de devociones piadosas y cultos populares.
Las vicisitudes históricas que llevaron a la aparición y sucesiva proliferación de estas prácticas religiosas populares son múltiples. Algunos apuntan directamente al
alejamiento teológico-espiritual experimentado por la mayoría del pueblo cristiano respecto de las celebraciones litúrgicas del triduo pascual.
En efecto, la ausencia de una predicación de marcado carácter pedagógico, la desaparición de la mistagogía y una más que deficiente formación catequética condujeron a que la celebración litúrgica se fuera cerrando, cada vez más, a la comprensión y a la participación activa de los fieles; los cuales acabarán por diseñar formas cultuales alternativas. De igual modo ha de recordarse que en el proceso histórico de configuración de la piedad popular, la liturgia mantendrá un rol inspirador en muchas de sus expresiones. Y, a la inversa, formas de la piedad popular terminarán por integrarse en las celebraciones litúrgicas. >
El pontificado de san Gregorio Magno (590-604) será testigo privilegiado de este doble movimiento. Aún más: será el inicio de una fecunda relación que, surcando los siglos, llegará hasta la actualidad.
Del siglo I al IV la comunidad cristiana conmemoraba en la Pascua la totalidad del misterio de Cristo, como acción salvadora de muerte y resurrección. A partir del IV el aumento masivo de bautizados que pasarán a integrar la Iglesia supondrá un cambio de mentalidad.
Por otra parte, la invasión del imperio romano a manos de los pueblos bárbaros, fenómeno que dará lugar al comienzo la edad media, unido al bajo nivel cultural de los mismos, y a su fijación respecto a la dimensión humana de Jesucristo, vendrá a condicionar decisivamente la comprensión y vivencia del misterio pascual en los siglos posteriores.
La tendencia hacia un posicionamiento de carácter más histórico y humano del acontecimiento redentor será la base sobre que la pivotará la nueva concepción de la Pascua.
El carácter popular, muy tendente a subrayar los aspectos de la naturaleza humana de Cristo, encontrará en la dramatización sensible de la vida del Redentor su ámbito privilegiado de desarrollo. La psicología popular fijará especial atención en la veneración del cuerpo físico y eucarístico de Jesucristo; así como en el umbral del dolor humano experimentado por la Madre Virgen ante la pérdida del Hijo. La expansión de esta dimensión dramatizante derivará en una fragmentación de la celebración del misterio pascual. Consecuencia directa será la aparición de toda una serie de oficios piadosos en los que se conmemorarán los distintos aspectos del itinerario pascual de Jesucristo; los cuales se constituirán, a la vez, en génesis de la Semana Santa.
El lugar de su ejecución desbordará la sacralidad del templo encontrando un nuevo escenario en el espacio público. La calle se verá convertida en testigo elocuente tanto de desfiles procesionales como de toda una serie de oficios para-litúrgicos que llegarán a cautivar con más fuerza al pueblo cristiano que la propia celebración litúrgica oficial del misterio pascual. La presencia del ministro ordenado y, en general, de la jerarquía eclesiástica en el desarrollo de estos oficios populares será más discreta que en el caso de la celebración litúrgica. El ministro, que ora junto a los fieles, no lo hará en calidad de presidente, sino como participante en los mismos sentimientos que han motivado tan piadosa acción.
El Concilio de Trento (1545-1563) junto a la Contrarreforma católica “en su esfuerzo positivo de renovación doctrinal, moral e institucional de la Iglesia y en su intento de contrarrestar el desarrollo del protestantismo, favoreció en cierto modo la afirmación de la compleja cultura barroca. Esta, a su vez, tuvo un influjo considerable en las expresiones literarias, artísticas y musicales de la piedad católica”1 .
1.- Directorio Sobre la piedad popular y la liturgia. Principios y orientaciones. Ciudad del Vaticano, 2002.
Consecuencia directa de las disposiciones conciliares, y de los sínodos diocesanos convocados a tal efecto, será el extraordinario desarrollo experimentado por la piedad popular en la época post-tridentina. Una creatividad orientada a la defensa de la fe y al fortalecimiento de la identidad católica.
La verificación de este fenómeno se plasmará tanto en la divulgación de los denominados “ejercicios de piedad” como en la fundación-refundación de innumerables cofradías dedicadas a la pasión de Cristo, verdadero eje de la Semana Santa.
Vinculado íntimamente al florecimiento de estas cofradías estará el arte barroco, cuyas hermosas tallas escultóricas reflejarán magistralmente los misterios de la pasión, muerte y resurrección de Cristo; y cuya contemplación aún continúa nutriendo la fe de los cristianos del siglo XXI.
Por último, el gran concilio Vaticano II, a la luz de las directrices contenidas en la constitución Sacrosanctum Concilium, ha venido mostrando el camino más adecuado evangélicamente para la relación entre la liturgia, “fuente y culmen de toda la vida cristiana”2 y las expresiones de piedad popular; situando a la segunda como objetivamente subordinada y orientada a la primera. Fruto de este bello esfuerzo reformador será la formación de una conciencia que aún subrayando la importancia incuestionable de la liturgia no descuidará la realidad palpable de la piedad popular; la cual forma parte esencial de la secular tradición de la vida cultual y cultural de la Iglesia católica como cada año nos recuerda la Semana Santa de nuestros pueblos y ciudades. •
Prof. Dr. D. Francisco BUENO PIMENTA
Universidad Francisco de Vitoria
2.- Concilio Vaticano II, Lumen Gentium, 11.
Cofradía Santo Cristo de la Bienaventuranza
Fotografía: Mª Edén Fernández Suárez
HISTORIA
Esta Cofradía nace por la inquietud de los jóvenes de la parroquia de San Claudio que, en 1991, junto con D. Carmelo Rodríguez del Cueto, párroco de esta iglesia, crearon la Cofradía del Santo Cristo de la Bienaventuranza.
Sus estatutos fueron aprobados el 8 de junio de 1992. Desde su fundación procesiona en la mañana del Jueves Santo, siendo un momento destacado del cortejo cuando los braceros levantan el paso con los brazos al grito de “al cielo”.
• La Santa Cruz. Ángel de la Pasión.
Ricardo Flecha 1999 • Virgen de la Pasión.
José Luis Casanova. 2001.
• Nuestro Señor Jesús Nazareno.
José Luis Casanova. 2005.
• María Santísima de la Misericordia.
Ana Rey y Ángel Pantoja. 2015
Año de fundación:
1992
Abadesa:
María José González Chamorro
Templo:
Parroquia de San Claudio
Hermanos: 800
Indumentaria: Túnica negra como signo de luto y capillo y bocamangas azul celeste, signos de la bienaventuranza. Los miembros de la Junta de Seises y la banda llevan capa de raso y capillo de terciopelo azul celeste.
Emblema: Un doble círculo, signo de plenitud, sobre fondo azul celeste y dentro una cruz iluminada con dos ánforas, ya que, como dice el Evangelio, “vosotros sois la sal de la tierra y la luz del mundo”.
IMAGINERÍA
• Santo Cristo de la Bienaventuranza.
José Luis Casanova. 2004. • La Piedad. Ricardo Flecha. 1998. CONDICIONES DE ADMISIÓN
Cristianos/as bautizados, avalados por dos hermanos con un año de antigüedad. ••• PROCESIONES
• Sábado de Pasión:
Via Crucis Procesional por las calles de San
Claudio.
• Jueves Santo:
Procesión de las
Bienaventuranzas.
Cofradía Santo Cristo del Desenclavo
La Cofradía del Santo Cristo del Desenclavo nace el 3 de julio de 1992, obteniendo la aprobación de sus Estatutos por parte del Obispado, el 31 de julio del mismo año.
La primera Junta de Seises, elegida de forma totalmente democrática entre todos los hermanos y hermanas, tomará posesión de sus cargos coincidiendo con el segundo domingo del mes de noviembre de 1992, quedando fijado ese día como Fiesta Oficial de la Cofradía.
ACTOS DURANTE LA SEMANA SANTA
Los actos propios de la Semana Santa, dan comienzo el fin de semana anterior al Viernes de Dolores, donde se realiza la Cena de Hermandad, en la cual se presenta de forma oficial a la persona que se encargará de mantener la Ronda Lírico-pasional de ese año, a la vez que se le impone la insignia de oro de la Cofradía. Además tienen lugar las habituales reuniones de braceros y braceras, la Asamblea General Ordinaria y el Solemne Triduo a Nuestra Madre María Santísima del Desconsuelo.
Durante el Domingo de Ramos, la Cofradía del Desenclavo participa por un lado junto a la parroquia de Santa Marina la Real en la Procesión de las Palmas por las calles de su Barrio y por otro hará lo mismo en la localidad de la Estación de Matallana de Torío, donde se encuentra al culto el Cristo del Desenclavo.
El Miércoles Santo, gracias a la colaboración existente con la Asociación Vecinal “Mariano Andrés”, durante los últimos años se viene desarrollando un Concierto de música sacra, previo a la salida de la Ronda Lírico Pasional “Luis Pastrana Giménez”. Ésta, supone un recorrido por las calles del Barrio de Santa Marina la Real para ir realizando una serie de paradas ante enclaves de especial trascendencia para el Mantenedor, en los cuales realiza breves alocuciones sobre su significación artística, social, histórica y religiosa.
El Jueves Santo se estructura en tres Actos cuyo hilo conductor es la procesión que sale del patio del Colegio Leonés: primero el Oficio de Tinieblas, en la Iglesia de Santa Marina la Real, a continuación la Ceremonia del Desagravio, con el depósito de las 30 monedas de la traición de Judas en el interior del Convento de la Santa Cruz y por último el Enclavamiento de Cristo, único acto privado de la Cofradía y que se materializa en el interior de su sede parroquial al finalizar la procesión de Las Tinieblas y el Santo Cristo de las Injurias. El Acto del Desenclavo es el eje principal de la Cofradía y se celebra en la tarde del Sábado Santo en el transcurso de su procesión titular, delante de la Puerta del Perdón de la Basílica de San Isidoro, mientras las Hermanas entonan el Canto de las Llagas.
Además, el Desenclavo se encuentra Hermanado con la Cofradía de la Santa Veracruz y Confalón, de Astorga, desde 1999, por realizar a su vez el Acto del Desenclavo en la localidad maragata. Ambas penitenciales participan en las procesiones titulares que organizan, que en el caso de Astorga, se realiza el Viernes Santo.
Durante este año 2017, la cofradía celebra su 25º aniversario, y lo festeja realizando distintos actos, que dieron comienzo en enero, con la presentación de un logotipo conmemorativo, una exposición restrospectiva, un sello y un matasellos alusivos al acontecimiento y durante el resto del año se irán sucediendo otros eventos.
Año de fundación
1992
Hermano mayor
Javier García Argüello
Sede
Parroquia de Santa Marina la Real
Hermanas y Hermanos
545
Emblema
Óvalo que circunscribe una cruz vacía con sudario. Sobre ella se dispone una Corona Real, que simboliza su sede parroquial y a los pies de la cruz se colocan tres clavos en forma trebolada.
Indumentaria
Túnica lisa de sarga, púrpura con bocamangas y capirote negros, del mismo tejido, y cíngulo negro con las caídas a la izquierda. El emblema aparece en el centro del babero. Camisa blanca y guantes, pantalón, calcetines y zapato bajo negros.
IMAGINERÍA
• Santo Cristo del Desenclavo (Crucificado y Yacente).
Manuel López Bécker. 2000.
• Nuestra Madre María Santísima
del Desconsuelo. Jesús Azcoitia. 1998.
• Santo Cristo de las Injurias.
Amancio González, 1995.
• María Santísima del Mayor Dolor
en su Soledad. Pablo Lanchares. 2013. • La Piedad. Obra de los Talleres de Olot.
Primer tercio del siglo XX. ••• PROCESIONES
• Miércoles Santo: Ronda
Lírico-Pasional “Luis
Pastrana Giménez”. • Jueves Santo: Procesión de las Tinieblas y el Santo
Cristo de las Injurias. • Sábado Santo: Procesión del Santo Cristo del
Desenclavo.