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El turismo rural y los veraneantes. Fulgencio Fernández

Hacendera I 2021 No me gusta la gente que para decirte donde viven no te cuentan que, por ejemplo, según llegas a Madrid, a mano derecha, en una casa con muchos floreros en la ventana.

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EL TURISMO RURAL Y LOS VERANEANTES

FULGENCIO FERNÁNDEZ

Casi no acabamos de quitar la nieve de la calleja y ya estamos metidos en el formigueo del turismo rural, que toda la vida de dios habían sido los veraneantes pero los tiempos vienen así, si no te adaptas al nuevo palabrero pareces más tonto que el que asó la manteca. Ya no te digo si al Land Rover de toda la vida no le llamas o Todoterreno o CuatroporCuatro (no se te ocurra decir dieciséis), entonces estás perdido. Estaba yo intrigado con el asunto y ya me lo explicó uno de Oviedo que dice que tomaba vinos con una tía de Letizia. “Los de Sama y la Cuenca traen Land Rover, pero le llaman Cuatro por Cuatro, y los de Oviedo, Gijón y los de Avilés con casa en la costa traen decauves, pero le llaman monovolumen”. Y a la hierba del huerto llámale césped o estás perdido. Ya os lo aviso, no vaya a ser que no entendáis el idioma, que parece que hablan lo mismo pero, como ellos dicen, “sólo ye apareció”. Y es que los asturianos a la cuesta arriba le

dicen píndio, que es palabro que también existe en nuestro diccionario pero la hemos olvidado, o lo que es lo mismo nos hemos empobrecido. Al vaso de vino le llaman pinta y al de sidra culín. Y ellos cuando van a ver el manantial que da origen al río le llaman el nacedero y bien dicho debe de estar pues allí nace el río y siempre te hablan de lo guapín que debe estar el paisaje cuando queda nidio, que no es otra cosa que cubierto de nieve recién caída. ¿Y los de Madrid? Pues gracias a ellos supimos de primeras lo que iba a ser la telefonía móvil porque ya lo traían en la mano y lo posaban en la mesa al ir a jugar desde antes de que tuviéramos cobertura; que fue cosa que nos dio información pero al Tío Quinto, que era el Juez de Paz, le parecía presuntuoso en gente que ya maliciaba él que no eran de fiar: “No me gusta la gente que para decirte donde viven no te cuentan que, por ejemplo, según llegas a Madrid, a mano derecha, en una casa con muchos floreros en la ventana. Dicen que Madrid es muy grande para contarlo así… eso es que no quieren que vayas”. Pero los más complicados de entender son los que marcharon del pueblo hace cuatro días y vuelven con unos haigas que no dan vuelta más que en la plaza. Lo explicó bien Fonsón el de La Capellana, que era el presidente del pueblo desde siempre y fue y dimitió el 1 de julio sin mayor explicación.

- Pero Alifonso, ¿qué pasa?; ,le atorraban en el bar. - Cosas mías. Y no le sacabas de ‘la patá’ hasta que un día explotó: “A mí me quitáis los Concejos de julio y agosto y tenéis presidente para otros treinta años; pero yo eso de ir al Concejo y que uno empiece con que aquí nunca se hace nada, otro que las calles parecen caminos carreteros, que si en no sé qué pueblo trajeron una orquesta que parecía un platillo volante y una maturranga así; hasta que uno que marchó hace cuatro días para Ensidesa me plantó: ¿Alifonso, no te parece que el pueblo huele mucho a cucho?, que es como le llaman al abono cuando marchan… hasta ahí podíamos llegar”.

- ¿Y no le dijiste nada? - Claro que le dije. Ya le expliqué que huele a cucho porque en la cuadra de su padre no saca el abono ni dios. Y se montó la tremolina pero como no quiero un concejo de forcas afiladas pues dimito y cuando marchen los que les molesta el olor a cucho pues hablamos. Y el secretario, que no era tonto, resulta que no había tramitado la dimisión y en octubre siguió la vida como si el pueblo no oliera a cucho. Que nos parece bien que vengan, incluso que lleven el te de la peña, pero si no hay cobertura mejor que dejen el móvil en Madrid.

Pero los más complicados de entender son los que marcharon del pueblo hace cuatro días y vuelven con unos haigas que no dan vuelta más que en la plaza.

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