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“In itínere etnográfico”. María Rubio y José Manuel Olmos
In Itínere
Etnográfi co
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MARÍA RUBIO Y JOSÉ MANUEL OLMOS
ÚLTIMA LLAMADA
Último repique de campana. Escucha una voz en grito:
- Espabila rapaza, termina de limpiar los zapatos o llegaremos tarde a misa y nos van a sacar cantares.
- ¡Voy! Responde mientras se calza sus zapatos impolutos y se recoloca el vestido. Hoy toca lucir las mejores galas.
Todo el pueblo acude a la llamada. Día de Santa misa y procesión. De sentarse a la mesa con las más ricas viandas que cada uno pueda permitirse y terminar con unas pastas que madre se ha encargado de hornear bien temprano. De acudir al baile, dulzaina y tamboril, para que más. Lo que importa es divertirse y lanzar alguna que otra mirada furtiva a aquel mozo tan bien puesto del pueblo de al lado.
Mañana, unos volverán a recitar las cuatro reglas en la vieja escuela sin descanso. Otros a matarse de sol a sol labrando el terruño. Y otras a calibrar con precisión milimétrica la cantidad exacta para que el tocino les dé para toda la semana, mientras piensan en ir a dar de comer a las gallinas y mecen sin cesar al benjamín de la familia que no para de llorar. Pero hoy... ¡hoy es día de fi esta!
CORRILLO
El sol ya no pica, falta un rato para la hora del sol puesto. Es el momento. Aparta la cortina y observa; ¡las demás siguen en casa aún! En fi n, alguna tiene que ser la primera...
Arrastra su silla y acude al sitio de costumbre. Ella es más de su silla, no le gusta el escaño. Prefi ere su silla, con su cojín de siempre, mucho mejor para sus piernas. Que una ya tiene una edad. Se sienta a la sombra y se da cuenta, “¡la labor!”, pero si me he olvidado de la labor. Ahora tocan unos patucos que resulta, que mira: ¡otro nieto! Habrá que hacerle unos patucos al rapacín no vaya a ser menos que los demás.
Regresa y su silla ya se encuentra acompañada. Saluda a las demás con un movimiento de cabeza mientras se aposenta y comienza con el trajín de agujas.
-¿Patucos otra vez?
-¿Otro rapaz tu hijo?
- Madre mía si hace nada que tuvo uno ¿no?
- ¿Pero cuántos lleva?
- Anda, anda, seguro que esta vez ha sido de su moza.
- ¿La moza? Pero ¿Se casó con aquel forastero?
- Oye y ¿dónde para ahora tu moza? ¿Se ha ido a la capital?
- ¡Ah! seguro que es de la moza, el otro día la vi pasar con el amigo y estaba más fuerte...
- Un nieto de la moza no nos digas más...
De pronto observa el desastre y la mezcla de puntos sin sentido que ha hecho en este ratito. Levanta la cabeza con una sonrisa y zanja el debate. Anda voy a casa a por la baraja y echamos una brisca.
ESTACIÓN
El muchacho levanta por tercera vez el puño de la camisa y su fl amante reloj le da la respuesta, 15.45; ya queda menos para el paso del tren.
Está inquieto, recuerda la voz de su padre: “hijo, tienes que ir para hacerte un hombre”. La mili... ni que coger un fusil demostrara más hombría que llenarse las manos de sabañones entresacando remolacha desde los 12 años. A su lado un grupo de hombres descarga un carro lleno de remolacha con destino La Bañeza. El guardagujas pasea al borde de la vía observando la jugada.
15.50, responde ante su pregunta muda de nuevo su reloj. Piensa en lo mucho que va a extrañar los repetitivos pucheros de su madre, hoy alubias, mañana garbanzos, en una letanía que se repite incesantemente, garbanzos y de nuevo alubias y el domingo, con suerte, pollo.
15.55, se acerca el momento, recuerda a su padre: “hijo, cuida bien tu reloj, me ha costado sus buenos dineros”. Claro que cuidará de su reloj, reconoce que no puede dejar de mirarlo y no solo por como brilla sino porque le recuerda su casa, su familia...
16.00, sube al tren y ve alejarse despacio la estación, esa especie de micro mundo con vida propia que forma parte de su pueblo y piensa que quizás su padre tenga un poco de razón en eso de la hombría. Quizás a veces hay que alejarse para comprender lo que se tiene y quizás eso forme parte de “hacerse un hombre”. Mira por enésima vez su reloj, seguro que le acompañará mucho tiempo, pero ahora solo puede pensar en cuándo indicará el momento de volver de nuevo a su pueblo.
BALCÓN
Y de nuevo me asomo al balcón. Y compruebo si hoy es día de trenca o me basta con la chaqueta, porque ya se sabe, si aún hay nieve en el Teleno... Te dan los buenos días, te atavías la bata para no dejar al descubierto ninguna vergüenza. Agachas la cabeza buscando esa cara conocida. - ¡Buenos días vecina! Habláis de si ha llegado la fresquera o has oído pitar al panadero, no sin antes poneros al día de los achaques cotidianos, y es que este frío cala hasta en los huesos. Al tiempo se asoma el vecino de enfrente, que si ayer tocaron las campanas a muerto y desconocía la identidad del fi nado. Y después de la sesión de cháchara matutina, regresas al resguardo de la intemperie, dejando postigos abiertos para que ventile la estancia.
LA MATANZA
La mañana se despierta fría. En los cristales de las ventanas el vaho y la escarcha dejan entrever que un manto de cencellada cubre tejados y huertos, estos ya meros esqueletos después de exprimir semanas de trabajo que permiten almacenar el fruto para tiempos venideros. Ahora únicamente, tierra y sed. Es cuando se percibe los primeros olores a encina Es cuando se percibe los primeros olores a encina ardiendo. Las chimeneas a pleno rendimiento anuncian que estamos en plena campaña. Por las calles desfi lan artesas, cuchillos, romanas Por las calles desfi lan artesas, cuchillos, romanas y algún que otro rapaz refunfuñando pues le tocó el y algún que otro rapaz refunfuñando pues le tocó el encargo de ir a buscar la sesera a la otra punta del encargo de ir a buscar la sesera a la otra punta del pueblo, y ¡Vaya, cómo pesa! El olor de la carne fresca, matemáticamente mezclada con el ajo, el pimentón, la sal y el orégano, penetra hasta las entrañas. Recetas, orégano, penetra hasta las entrañas. Recetas, proporciones y trucos que se trasladan de generación en generación. Por cierto, hoy se come generación en generación. Por cierto, hoy se come arroz con alma. Y cuando piensas que ya poco puede mejorar, viene el truco fi nal, ese humo que impregna las viene el truco fi nal, ese humo que impregna las viandas curándolas y aromatizándolas, dando resultado un auténtico manjar artesano, y que resultado un auténtico manjar artesano, y que ha permitido durante siglos que en una familia ha permitido durante siglos que en una familia hubieses siempre algo que echarse a la barriga. hubieses siempre algo que echarse a la barriga. Por tanto, en época de heladas, fumata blanca, Por tanto, en época de heladas, fumata blanca, habemus matanza.
Y cuando piensas que ya poco puede mejorar, viene el truco fi nal, ese humo que impregna las viene el truco fi nal, ese humo que impregna las viandas curándolas y aromatizándolas, dando resultado un auténtico manjar artesano, y que resultado un auténtico manjar artesano, y que ha permitido durante siglos que en una familia ha permitido durante siglos que en una familia hubieses siempre algo que echarse a la barriga. hubieses siempre algo que echarse a la barriga. Por tanto, en época de heladas, fumata blanca, Por tanto, en época de heladas, fumata blanca, habemus matanza.