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POSITANO
La Perla de la Divina Costa
Texto: Bárbara Ainis
Fotos: Cortesía Le Sirenuse
El camino que desde Sorrento lleva a Positano emociona al viajero que lo recorre. Suspendida entre el mar Tirreno y el cielo, la tortuosa carretera que culebrea a lo largo de la Costa Amalfitana con cientos de curvas, subidas y bajadas, ofrece vistas espectaculares que estremecen y dan vértigo.
De repente, entre acantilados abruptos, Positano se revela en toda su deslumbrante belleza.
El pueblo se extiende escalonado colina arriba con terrazas asomadas al vacío azul del cielo y del mar. Las casas abovedadas de estilo morisco y bizantino se aferran con tenacidad a la ladera empinada, salpicándola de colores: blanco, rosa, amarillo y rojo con estucado barroco.
Una sola calle peatonal recorre este enclave y baja hasta el mar, envolviendo las casas y los jardincillos como fuese una cinta. Penetra en el corazón del pueblo y llega hasta Marina Grande, una playa de guijarros que brillan como plata al sol, bordeada de bares y restaurantes. A unos pasos, destaca la pequeña iglesia de Santa María Assunta, con su cúpula de azulejos de mayólica amarillos, azules y verdes.
El “pu E blo vE rtical”
Por lo demás, los caminos son estrechos callejones y largas series de escalones que suben y bajan, desafiando las rocas. Doscientos escalones de bajada para un recorrido en lancha entre bahías escondidas y ensenadas inaccesibles por tierra, o mil quinientos de subida para alcanzar la inolvidable vista hacia las islas de Li Galli, donde, según la tradición, habitaban las míticas Sirenas.
“Cuando era adolescente y pasaba mis veranos en Positano, con mis amigos nos reuníamos en Marina Grande y de noche nos quedábamos allí hasta muy tarde, ya que nadie tenía ganas de subir las escaleras para volver a casa”. Eso nos contó Antonio Sersale, descendiente de una prestigiosa familia de nobles napolitanos y dueño del magnífico Hotel Le Sirenuse, antigua y preciosa casa de familia convertida por su abuelo, a partir de 1951, en un exclusivo refugio para viajeros muy exigentes.
Antonio es lo que se puede llamar un perfecto ejemplo de estilo de vida nómada de lujo: nacido en Londres, ha vivido en Inglaterra, Irán, Suiza y México (Taxco, Guerrero). Luego añadió: “Mis recuerdos más hermosos son los del barco de mi tío. Íbamos a nadar a las islas de Li Galli, alcanzábamos la playa de Nerano para comer los espagueti con calabacín del restaurante María Grazia, o la más cercana playa de Laurito para unas anchoas a la plancha del restaurante Da Adolfo. Cada verano volvía a mi Positano”.
U Na Playa Glamorosa
En los años setenta Positano ya era un destino privilegiado por el jet set internacional, concurrido por famosos como Sean Connery, Anthony Quinn, Aristóteles Onassis y Jacqueline Kennedy. Sin embargo, su consagración turística se había celebrado anteriormente durante los años de la Dolce Vita, cuando Federico Fellini, Sofía Loren, Franco Zeffirelli y Liz Taylor pasaban sus vacaciones entre playa, fiestas y compras, enamorados del clima y del encanto de este pueblo. Positano llegó a estar tan de moda en aquellos años, que la antigua tradición costurera de bordados y encajes, aunada a la inventiva proverbial de los lugareños, se acercó al espíritu hippy de la época, creando la “Moda Positano”: sucintos bikinis, atuendos playeros de vivos colores, pantalones y faldas hechos con lienzos de lino teñidos en casa, elegantes vestidos escotados, drapeados con preciosas telas bordadas a mano y aplicaciones de antiguos ajuares de novia.
Hoy la Moda Positano sigue conquistando a los turistas y abarrota los callejones con un sinnúmero de tiendas de ropa, que se alternan con talleres de artesanos zapateros, quienes en un abrir y cerrar de ojos hacen lindas sandalias a la medida.
El Mito De Las Sirenas
Tres pequeñas islas solitarias y rocosas componen el archipiélago de las Sirenuse (hoy Li Galli) frente a Positano. Según la leyenda el Gallo Lungo, la Rotonda y el Castelluccio eran morada de las Sirenas, figuras míticas que atraían a los marinos con sus cantos, haciéndolos naufragar. El mito era una advertencia: muchos barcos, acercándose demasiado a las islas, terminaban chocando contra los escollos. En la isla del Gallo Lungo, en 1924, el bailarín y coreógrafo ruso Léonide Massine se hizo construir una residencia (remodelada en 1927 por Le Corbusier) que luego fue comprada por Rudolf Nureyev.
I Nspiraci N Para Artistas
La historia de este hermoso lugar, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, al igual que sus callejones está hecha de subidas y bajadas: desde la época imperial romana, cuando era centro de veraneo, hasta las incursiones de piratas sarracenos en la Edad Media; desde el siglo xviii cuando sus comercios marítimos vivieron su época de oro, hasta el declino del siglo siguiente que lo convirtió en una aldea de pescadores y emigrantes.
Fue en los años veinte y treinta cuando Positano explotó en el imaginario artístico y cultural europeo, atrayendo a artistas y aristócratas.
Sus características estéticas y la forma de vivir de su gente representaban la respuesta ideal para los movimientos del principio del siglo xx: el Cubismo, atraído por ese agregado urbano sin igual; el Orientalismo, inspirado por las construcciones moriscas y bizantinas; el Primitivismo, por su forma tradicional de vida y el Expresionismo, por la fuerza de los colores que la naturaleza y el hombre regalaron a este tramo de costa.
En los años cincuenta, a los artistas se sumaron directores de cine, comediógrafos, actores y escritores, todos en busca de lo increíble que se escondía en este enclave. Entre ellos, el Premio Nobel de Literatura 1962 John Steinbeck. “Positano te llega al alma” contaba el escritor en 1953 en la revista Harper’s Bazaar. “Es un lugar de ensueño que no parece del todo verdadero mientras estás ahí, pero que se vuelve real en la nostalgia, una vez que te has ido. Sus casas se encaraman a una ladera tan empinada que parecería una escollera, si no fuese por las casas que se han tallado en ella… el agua de la pequeña bahía curvada, de un azul y verde increíbles, lame dulcemente una playa de pequeños guijarros…”
El Nombre Y El Milagro
Como muchos pueblos, Positano también tiene su milagro, del cual los lugareños se sienten orgullosos. Se cuenta que un velero que transportaba una tela bizantina de la Virgen pasó frente a sus costas. Cesaron los vientos y el barco se detuvo. En ese momento la Virgen empezó a susurrar “Posa, posa” (de donde tuvo origen el nombre Positano), ordenando a los marinos que se quedaran en la bahía. La tela, regalada a los lugareños, durante la noche desapareció para volver a aparecer en la playa donde, en su honor, fue construida la iglesia de Santa María Assunta.
p ositano dE sdE las alturas
A espaldas de Positano se levantan empinadas colinas que miran al mar, como fueran gradas de un teatro del cual el viajero es, según su actitud del momento, actor o espectador. Hay dos buenas razones para subir a la montaña y alejarse del mar y de la playa: deleitar el paladar y conquistar panoramas divinos. La pequeña localidad de Montepertuso, a sólo diez minutos de coche desde el centro, es donde se ubica un restaurante que vale la pena visitar. Aunque, asomados a las playas, se encuentren muchos deliciosos restaurantes de pescado (incluidos dos con estrella Michelin, como el Zass del histórico y lujoso hotel Il San Pietro y La Sponda del Le Sirenuse, dirigido por el chef Matteo Temperini), la Fattoria
La Tagliata es “el” lugar donde comer carne, en sus terrazas, a 355 metros de altura sobre el mar, frente al espectáculo impresionante de la bahía y de las islas.
Siguiendo por la misma carretera, en unos minutos se alcanza la localidad de Nocelle, punto de partida del Sendero de los Dioses (Sentiero degli Dei) que recorre desde arriba la Costa Amalfitana hacia Agerola, entre Praiano y Amalfi. Otra alternativa panorámica es la de bajar de Nocelle a la playa de Arienzo, por una larga y encantadora escalera de 1800 escalones.
D Nde Dormir
Le Sirenuse
En el centro de Positano, directamente asomado a Marina Grande y a la cúpula de Santa María Assunta, el hotel ofrece lujo impecable y acogida personal. Cuenta con 58 elegantes habitaciones y suites, un encantador Spa, un panorámico Champagne & Oyster Bar y una exclusiva lancha Riva Aquarama para las excursiones.
Via Cristoforo Colombo 30 + 39 089 875066 sirenuse.it
II San Pietro di Positano
Asomado a la hermosa playa de Laurito, por un lado, y al centro de Positano, por el otro, este icónico hotel ofrece 58 lujosas habitaciones, un exclusivo Spa y playa privada.
Via Laurito 2 + 39 089 875 455 ilsanpietro.it
D Nde Comer
La Sponda Hotel Le Sirenuse, con una estrella Michelin. sirenuse.it
Zess Hotel Il San Pietro, con una estrella Michelin. ilsanpietro.it
Ristorante Al Palazzo
Hotel Palazzo Murat, ubicado en un palacio del siglo XVIII. Muy romántico con las mesas rodeadas por un magnífico jardín botánico e iluminadas por velas.
Via dei Mulini 23 + 39 089 875177 palazzomurat.it
Chez Black
El restaurante de los famosos desde los sesenta, en Marina Grande.
Via del Brigantino 19 + 39 089 875 036 chezblack.it
La Tagliata Los mejores cortes de carne.
Via Tagliata 22 + 39 089 875 872 latagliata.com
ESTILO POSITANO
Entre las muchísimas tiendas que venden llamativos atuendos playeros, escondidas en los callejones se encuentran boutiques que destacan por sus creaciones elegantes y femeninas, hechas con tejidos artesanales, encajes y bordados tradicionales.
Nuestras recomendaciones:
Marilú
Via dei Mulini 17 +39 089 811 709 marilumoda.com
Temptation by Macramé
Via Rampa Teglia 1/3 + 39 089 875 949 temptationpositano.com
RECORRIDOS EN BARCO
Excursiones y renta de barcos con y sin piloto, por Lucibello en Marina Grande. lucibello.it
EL APERITIVO IMPRESCINDIBLE
Un cóctel acompañado por antojitos en el Brezza Net Art Caffé. Via del Brigantino 1 + 39 089 875 811 labrezzapositano.it
EL POSTRE INOLVIDABLE
Sfogliatella y Babá en el bar pastelería La Zagara.
Via dei Mulini 8/10 + 39 089 875 964
LA PLAYA MÁS HERMOSA
La playa de Laurito, soleada durante toda la tarde, tranquila y deliciosa. Se puede alcanzar en barco en unos 15 minutos desde Marina Grande. Imprescindible el restaurante Da Adolfo y su mozzarella asada sobre hoja de limón silvestre.