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CONVENTOS EN MORELOS
En 1994 la UNESCO incorporó en la Lista del Patrimonio Mundial catorce conventos mexicanos localizados en las faldas del Popocatépetl, once de ellos en el actual Estado de Morelos.
01. Páginas anteriores. Arquería del claustro alto del Convento dominico de la Natividad, Tepoztlán.
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Detalle de columnas de la capilla posa noroeste, Convento de la Natividad, Tepoztlán. Es la única que aún está completa.
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Barda atrial almenada y convento agustino de San Juan Bautista de Yecapixtla. Se trata del monumento con mayores reminiscencias góticas en el Estado.
Un Caso Excepcional
El fenómeno que nos ocupa corresponde a una hazaña constructiva, dada la profusión de este tipo de edificaciones, ya que tuvieron capillas barriales y de visita en pueblos cercanos, lo cual eleva a más de 200 inmuebles levantados en el breve plazo de 50 años, justo al término de la Conquista, en el pequeño territorio morelense. Se trató de una de las primeras acciones conjuntas de hombres llegados del otro lado del mar, con personas originarias de Mesoamérica.
La primera razón de estas obras fue servir de plataforma para la difusión de una nueva religión, sin embargo sus efectos rebasaron ampliamente los aspectos del culto o del mero valor arquitectónico. Su impronta es reconocida como una experiencia extraordinaria en la historia del género humano, que dio lugar al nacimiento de una nueva nación, fruto de una interacción que sólo se explica dados los atributos de los pueblos participantes: de una parte el vigor cultural de los grupos indígenas y de otra la visión hispánica con raíces en la antigua civilización romana que, a diferencia de las acciones coloniales anglosajonas, mezclaron sus valores con los encontrados en la nueva tierra.
Los conventos novohispanos sirvieron de plataforma para interactuar con las culturas mexicanas, en un proceso que no se redujo a la mera aculturación, que implica imponer valores y conceptos, borrando y exterminando todo antecedente de la civilización sojuzgada. La fuerza del patrimonio mexicano dio pie a procesos de transculturación en los que se dieron intercambios de conocimientos, valores y prácticas. Esto es lo que sucedió en los conventos morelenses, sucesos que coinciden con el grado de unicidad y trascendencia que se ha propuesto registrar y difundir la UNESCO: “escenarios de procesos interculturales de intercambio de valores y conocimientos, manifiestos en conjuntos arquitectónicos e innovaciones excepcionales, que ilustran una etapa significativa de la historia humana y de la creatividad de culturas distintas coparticipes de un proceso histórico”. Patrimonio Mundial o Patrimonio de la Humanidad es el título conferido por la UNESCO a sitios de importancia extraordinaria para la herencia común de la humanidad.
Punto Neur Lgico
Al haber decidido Hernán Cortés que Cuernavaca, la antigua Cuauhnáhuac, fuera su residencia, convirtió a ésta en la cabecera del Marquesado del Valle de Oaxaca. La fundación de este señorío se estableció mediante Cédula Real en 1529 y fue el único otorgado a la Nueva España en el siglo XVI. Comprendía un territorio casi equivalente a la mitad del país. Por lo anterior no es de extrañar que en ella se levantara uno de los primeros conventos novohispanos, el de la Asunción (hoy Catedral de Cuernavaca), plasmándose en sus muros la presencia de los doce primeros misioneros franciscanos destinados a la Nueva España, el arribo de mexicanos al Japón (martirio de San Felipe de Jesús) relacionado con la búsqueda de rutas marítimas con Asia, así como la estancia en su claustro de Miguel López de Legazpi, en tránsito a las Filipinas y de Motolinía y otros monjes aprendiendo náhuatl en el lugar.
La Huella Ind Gena
Los conventos de Morelos son protagonistas del momento de contacto, inicio de la historia mestiza de México. En Cuernavaca, Yecapixtla, Tepoztlán o Yautepec hay reminiscencias indígenas lo mismo en pinturas que en piezas labradas o la inesperada presencia de algunos fragmentos de códices adheridos a los muros del convento de Tlaquiltenango. Precisamente a unos minutos de este pueblo morelense se encuentran los vestigios del conjunto conventual conocido como Las Bóvedas, donde se pueden apreciar claramente basamentos prehispánicos utilizados como punto de arranque del inconcluso monasterio.
La participación indígena, como veremos adelante, no sólo se manifestó en el enorme esfuerzo constructivo. La pintura, la escultura, la música, la transmisión de conocimientos agrícolas, de medicina tradicional e incluso modificaciones en el culto expresan su carácter y talento.
Páginas anteriores. Claustro del pequeño Convento de la Purificación de Tlalnepantla, en las tierras altas de Morelos.
01. Vista aérea del Convento agustino de San Mateo en Atlatlahucan, con toques del arte mudéjar.
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Detalle del templo y patio del Convento de Santo Domingo de Guzmán, Hueyapan, en las faldas del Popocatépetl.
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Jardín del claustro del Convento de La Natividad, Tepoztlán. Páginas siguientes. Sol y lacería mudéjar elaborada con oro, en la bóveda de la capilla abierta del Convento agustino de San Mateo, Atlatlahucan.
Templo del Convento de San Agustín, Jonacatepec.
Los Sue Os En Un Nuevo Mundo
Los conventos morelenses fueron escenarios de la colonia temprana, adustos y macizos, de fuerte influencia extremeña. Como las fortalezas europeas son baluartes almenados, quizás como un amparo psicológico al saberse en medio de un mundo no dispuesto a renunciar a sus valores milenarios. Aun cuando en Morelos hay retablos y algunas expresiones del barroco, no son testimonios de la bonanza y euforia del posterior auge novohispano que encontramos en Zacatecas o Taxco. Son cimientos, fundaciones, principios de un proyecto alucinante que requería levantar construcciones que no desmerecieran ante la magnitud de lo recién encontrado y acordes con la dimensión de los sueños. Por ello sorprende saber que esas colosales moles morelenses eran habitadas apenas por dos o tres monjes. El trabajo doctoral de Claudio Favier Orendain, relacionado con la traza urbana de Tlayacapan, su convento y su sistema de capillas de relación, destinadas a establecer vínculos pacíficos con las poblaciones vecinas, coincide con visiones de Tomás Moro en su célebre Utopía, recién publicada en aquel entonces y que inspiró a algunos de los preclaros participantes en estos procesos.
Innovaciones Arquitect Nicas
La construcción de los conventos morelenses tuvo que considerar la actividad sísmica de la zona integrando enormes contrafuertes, como los de Tlayacapan o Tetela del Volcán, pero más allá de las adaptaciones y de la incorporación de técnicas indígenas como el uso de la baba del nopal y aun de herramental prehispánico, resulta insoslayable la presencia de nuevos espacios que se definieron y diseñaron a partir de las tradiciones mesoamericanas, como el culto al aire libre que dio lugar a las capillas abiertas, entre las que destacan la de Atlatlahucan y la impresionante capilla de San José en Cuernavaca. También se consideró el gusto indígena por las procesiones, construyendo capillas posa, para pausas del camino procesional, como su nombre lo indica; la algarabía, la fiesta (mitote en náhuatl) fue uno de los usos de los atrios, donde las estelas prehispánicas se transformaron en cruces atriales, como se pueden apreciar en Tepoztlán, Cuernavaca, Hueyapan y Ocuituco.
Los Huertos Conventuales
A diferencia de los conventos europeos de la época, destinados principalmente a la contemplación, los monasterios novohispanos fueron centros de notable actividad. Cada convento tenía un huerto donde el ajo y la cebolla se encontraron con el tomate, el maíz y el chile. Los duraznos y la naranja compartieron espacio con el zapote, el mamey y posteriormente con frutos como el mango y el coco, llegados en la Nao de China. Las huertas monacales fueron sitios para la adaptación de nuevas especies y coincidieron con el uso de lugares semejantes en las viviendas indígenas, que continuaron hasta el siglo pasado como parte esencial de las casas morelenses. Infortunadamente las presiones urbanas y la ignorancia terminaron con estos espacios productivos. Los huertos de los conventos de Yecapixtla, Tlayacapan y Oaxtepec fueron de primera importancia. Precisamente en este último se preservaron las plantas medicinales que integraban el cuidado jardín botánico, querido por los aztecas y admirado por los conquistadores, como lo relató Cortés al monarca español en una de sus cartas. Fue Oaxtepec el primer centro de investigación de la Nueva España y probablemente del continente, al que llegó el protomédico de Felipe II para conocer y difundir la sapiente herbolaria mexicana. Actualmente el antiguo Convento de Oaxtepec está al cuidado del IMSS, cuenta con un interesante museo y restauradas pinturas murales. Sería de esperar que los vestigios del antiguo Hospital de la Santa Cruz fueran revitalizados como reconocimiento al centro herbolario, que fue de vital importancia en la region.
Recreando El Ed N Y El Tamoanchan
Uno de los principales atributos de los conventos morelenses son las pinturas que abarcan miles de metros, donde se aprecia la mano de los tlacuilos, dibujantes nativos que incorporan la flora y las visiones indias. Un fenómeno digno de mencionarse es el encuentro de estos artífices mexicanos con pintores de cultura islámica, que coincidieron en andamios para decorar con primorosos diseños geométricos, algunos realizados con oro como en Atlatlahucan, y dejar huella de la presencia mudéjar en México, que legó valiosas aportaciones.
En el convento de Tetela del Volcán el INAH restauró sus deteriorados muros y salieron a la luz obras dignas de admiración, que reflejan la participación de maestros de alta escuela, al igual que en el artesonado de su sacristía. En Zacualpan también se pueden apreciar pinturas murales y la hermosa Capilla del Rosario.