REPORTAJE
La sostenibilidad de la agricultura y la ganadería solo es posible si se basa en la ciencia Esta es una de las conclusiones a las que se llegó en el debate que organizó la Alianza para una Agricultura Sostenible con todos los actores del sector productor. Con el fin de dar mayor difusión al Manifiesto por la agrociencia, la Alianza para una Agricultura Sostenible (ALAS) organizo el pasado 5 de abril en Madrid un debate sobre el papel que debe tener el conocimiento científico para asegurar la sostenibilidad económica, social y medioambiental de la actividad agrícola y ganadera, así como debe trasladarse al resto de la sociedad. De esta manera, César Marcos, periodista agrario y responsable de Comunicación de ALAS, fue dando paso a las distintas intervenciones como moderador del acto. Así, en primer lugar, tomó la palabra Esther Esteban, directora del INIA, que insistió en que el escenario poco optimista que deriva del cambio climático obliga a un cambio de paradigma para conseguir una producción acorde a las nuevas circunstancias. Y es aquí donde la ciencia tiene un papel indiscutible para avanzar hacia un futuro más seguro.
LA CIENCIA COMO NECESIDAD INELUDIBLE: DIFERENTES VISIONES En la mesa redonda participaron Jesús Barreiro Hurle, Senior Scientist en la European Commission Joint Research Centre de la Comisión
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ALBÉITAR Nº 254 Mayo 2022
Europea, Pedro Gallardo Barrena, presidente de ALAS y vicepresidente de ASAJA, María Jesús Rodríguez de Sancho, directora general de Biodiversidad, Bosques y Desertificación del Ministerio para la Transición Ecológica y Reto Demográfico y Manuel Melgarejo, presidente de la Asociación Empresarial para la Protección de las Plantas (AEPLA). Todos con la ciencia como herramienta indispensable para garantizar el futuro, pero con diferentes visiones. Así, por una parte, es clara la aportación por ejemplo de la utilización de nuevas tecnologías como los drones, la información de los satélites o el big data, para conseguir una mayor eficiencia de la producción. Sin embargo, en lo que se refiere a la política de extensificación, surgen diferencias. Si bien los beneficios que se obtienen para la sociedad y el medioambiente son evidentes (reducción de inputs a emplear y reducción de emisiones, menos muertes prematuras de ciudadanos, reducción del desperdicio, etc.), no lo es tanto la forma de llevarlo a la práctica. Una cuestión que tiene muy clara la Comisión es que va a tratar en todo caso que suban los precios finales de los alimentos para no perjudicar a los sectores más desfavorecidos, cuestión muy complicada en estos momentos con el cese del comercio con Rusia y Ucrania como consecuencia de la guerra. En definitiva, todas las partes persiguen los mismos objetivos. La cuestión es cómo implementar esta transición a la sostenibilidad sin que se vea perjudicado ningún sector, teniendo en cuenta que posiblemente en estos momentos el sector agroalimentario es el que más aporta al PIB español. Sin duda, estamos ante un momento idóneo para la reflexión y por qué no, ante una situación extraordinaria, buscar soluciones extraordinarias (siempre basadas en el conocimiento científico, claro está). No se puede improvisar. Una cuestión