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FISIOLOGÍA Y ENFERMEDADES
La parvovirosis canina (I) Este artículo ofrece un análisis detallado de la importancia del ATV en el manejo de la parvovirosis canina y examina los requisitos de atención y cuidados, así como las consideraciones esenciales en la terapia intensiva y la monitorización del paciente. Cristina Baño ATV en Aúna Especialidades Veterinarias Supervisado por: Raquel Francés MSc, LV Servicio Urgencias y Cuidados Intensivos en Aúna Especialidades Veterinarias Imágenes cedidas por la autora
La parvovirosis canina (PVC) es una enfermedad infecciosa altamente contagiosa, frecuentemente asociada a cachorros, aunque pueden infectarse perros de cualquier edad1,2. La transmisión se produce por contacto oronasal con heces que contienen el virus o indirectamente a través del contacto con fómites contaminados, ya que puede sobrevivir en el ambiente de meses a años1. El virus presenta tropismo por células de división rápida presentes en el tejido linfopoyético, la medula ósea y las criptas del epitelio intestinal provocando neutropenia, necrosis epitelial y atrofia de las vellosidades intestinales, que alteran la función de la barrera intestinal y producen vómitos, regurgitaciones, diarreas hemorrágicas e íleo paralitico. Además, las posibilidades de translocación bacteriana y bacteriemia unidas a la neutropenia aumentan el riesgo de septicemia. Existe un segundo cuadro clínico del PVC que afecta a cachorros menores de 4 meses de edad en la que el virus afecta al miocardio produciendo un fallo cardiaco, pero es un cuadro raro en la actualidad1,3. La PVC no tiene un tratamiento específico, sino que se basa en el tratamiento de soporte y prevención de infecciones secundarias que, si se aplica de forma temprana, ha probado tener tasas de supervivencia de hasta el 90 %2,4. Para confirmar el diagnóstico, existen varios test rápidos ELISA (del inglés, Enzyme-Linked ImmunoSorbent Assay) para la detección del antígeno del virus en heces; no obstante, su sensibilidad es limitada y pueden dar falsos negativos4. El ATV desempeña un papel muy importante en el cuidado y atención de estos pacientes.
Higiene y medidas frente a la contaminación Para prevenir la infección cruzada entre pacientes y garantizar un espacio exclusivo y limpio, se aplicará un régimen de aislamiento hospitalario estricto con protocolos biosanitarios que garanateuves l Nº90
ticen un entorno lo más aséptico posible. El personal encargado de los pacientes infecciosos debe lavarse meticulosamente con clorhexidina jabonosa y gel hidroalcohólico, así como evitar el contacto directo con otros pacientes hospitalizados que sean vulnerables a la infección (por ej.: otros cachorros, pacientes sin vacunas, inmunodeprimidos, felinos, etc.). Para evitar la propagación del virus en otras áreas del hospital, el contenedor de desechos infecciosos debe permanecer en el área delimitada para estos pacientes hasta su recogida e incineración. Es recomendable asignar instrumental y equipos de trabajo exclusivos para estas áreas y emplear desinfectantes comerciales o hipoclorito de sodio (lejía) para eliminar de manera efectiva el virus.
Para prevenir la infección cruzada entre pacientes y garantizar un espacio exclusivo y limpio, se aplicará un régimen de aislamiento hospitalario estricto.
En la manipulación de los pacientes con PVC, es primordial el uso de equipos de protección personal (EPP) diseñados para reducir el riesgo de contaminación de la ropa, reducir la exposición de la piel y las membranas mucosas a los patógenos, así como para reducir la transmisión de patógenos entre pacientes y el personal sanitario1 (figura 1). Aunque son frecuentes las evacuaciones profusas en forma de vómitos y diarrea, los baños completos con agua y jabón pueden estar contraindicados debido al riesgo de descompensación por hipotermia. Son más adecuadas las