opinión
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La importancia de la formación Uno de los aspectos más demandados por buena parte del sector especializado en animales de compañía es el de una buena base formativa para realizar correctamente su trabajo. Miguel Ángel Ordovás especies@ grupoasis.com
Los profesionales del sector relacionado con los animales de compañía son los primeros interesados en que todas las personas que trabajan en él cuenten con los conocimientos más adecuados. Ese conocimiento puede adquirirse de formas diversas, aunque la más adecuada es sin duda contar con una conveniente formación. Tradicionalmente, trabajar con animales se ha considerado algo vocacional, y esto en cierto modo podría explicar la falta
de una formación especializada y reglada para quienes se dedicaban a ello, con la lógica excepción de la enseñanza veterinaria. Pero si una persona se decantaba profesionalmente por el mundo del animal de compañía, parecía que lo que primero primaba era el voluntarismo y la empatía, antes que el conocimiento. Se consideraba, además, que ese conocimiento ya iría llegando a través de la experiencia. En resumen: la formación dependía en buena
rectamente con animales de compañía: si ya es importante saber de qué se está tratando al vender productos para ellos, en el caso de criadores, peluqueros o adiestradores es ya ineludible. Precisamente en esta ocasión hemos pedido opinión a representantes de dos de estos trabajos, un peluquero y una adiestradora canina, que forman parte de Grecoacom, el Gremio de Comercios para Animales de Compañía de Valencia.
Manuel J. Sanz
Helga Figueroa Alcaide
Peluquero canino y profesor Presidente de Grecoacom www.grecoacom.com
Adiestradora y Formadora Canina en Koira Educación Canina www.adiestramientocaninovalencia.es Miembro de Grecoacom
“Si queremos una enseñanza reglada, debemos empezar por reconocer la profesión” No creo que nadie se atreva a dedicarse a esta profesión sin tener una enseñanza previa. Pienso que en esto estamos todos de acuerdo. En lo que puede haber cierta discusión es en concretar esos estudios previos. Son muchos los centros que ofrecen cursos de peluquería canina y si observamos su material didáctico suelen ser bastante similares en la mayoría de los temas. Se habla de las razas, del tipo de pelo, de técnicas de corte, del material… Donde sí que hay una gran diferencia es en las horas de prácticas. Y no olvidemos que este es un trabajo práctico. La diferencia llega a tal punto que existen cursos online donde la práctica no existe. Las prácticas se pueden realizar en el mismo centro educativo o en peluquerías particulares asociadas al centro. No importa, yo casi prefiero que se realicen en peluquerías colaboradoras pues es allí donde el alumno tendrá un contacto más directo con su futuro trabajo. Una educación reglada en la que todos los centros formativos tuvieran un mismo proyecto didáctico con los mismos objetivos y
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parte de la propia iniciativa de quien escogiera este camino profesional. Esta forma de pensar ha cambiado drásticamente en la actualidad, afortunadamente. En estos momentos habrá muy pocas personas que no consideren fundamental que un profesional no cuente con los conocimientos adquiridos por una formación apropiada. La formación, además, se convierte en algo todavía más crucial si se trabaja di-
contenidos (y el que quiera ampliar, mejor) y un mínimo de horas prácticas exigibles, aseguraría una buena profesionalización del sector.
“El siguiente paso sería unificar los contenidos de esta enseñanza y homologar el título con un grado medio de FP” Ahora bien, estamos hablando de profesionalizar algo que no existe como tal. Quizá deberíamos empezar por conseguir que se reconozca esta profesión, que figure el oficio de peluquero canino en las oficinas de empleo, tener nuestro propio epígrafe. Una vez conseguido esto, el siguiente paso, sin duda, sería unificar los contenidos de esta enseñanza y quién sabe, homologar el título con un grado medio de Formación Profesional. Paso a paso.
“Una formación de calidad y correcta dignifica y profesionaliza nuestro trabajo” Hasta no hace muchos años, un adiestrador canino se formaba mediante la práctica de una serie de disciplinas deportivas (IPO, OCI, Agility, etc.), siendo ayudante de un adiestrador durante varios años o siendo autodidacta, mediante la lectura de libros especializados y asistiendo a cursos o seminarios. Pero cada vez son más los conocimientos que requiere el ser adiestrador: etología, alimentación, higiene, fisioterapia, etc. Todo ello requiere tiempo, paciencia, vocación y mucho dinero para poder cubrir el precio de los cursos y desplazamientos.
“Algunos adiestradores ven en la nueva formación un peligro, pero otros han visto en ella un tesoro” ¿Es bueno que esto cambie, y que a partir de ahora no sean necesarios nada más que unos meses de clases para poder estar capacitado? Algunos adiestradores ven en la nueva formación de Adiestrador Canino Profesional un peligro, puesto que en pocos
meses al lado suyo aparece un competidor, pero otros han visto en esta nueva formación un tesoro. Lo que debemos tener en cuenta es que una formación de calidad y correcta dignifica y profesionaliza nuestro trabajo, y asegura que quienes ejerzan dicha profesión tengan unos conocimientos adecuados, que siempre vengan acompañados de unas prácticas. Pero para ello, debemos comenzar por no fomentar falsas esperanzas en aquellas personas que desean formarse como adiestradores profesionales. Cada vez surgen más cursos de Adiestrador Canino Profesional, y muchos indican que están homologados por tal o cual entidad, que pueden solicitar el registro en el censo de adiestradores caninos en una u otra comunidad, o simplemente que está adaptado al INCUAL. ¿Pero qué significa todo ello? Si la persona recibe unos conocimientos teóricos y prácticos que le permiten trabajar de forma cualificada y competente, el curso estará bien realizado; pero si lo único que se lleva es un diploma que luego resulta que “no es oficial”, y encima no ha adquirido los conocimientos ni las habilidades necesarias, en lugar de dignificar nuestra profesión, lo que estamos haciendo es infravalorarla.