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Velas de Esperanza

El mar es un espacio fundamental para el Archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina: fuente de comida, lugar de encuentro y diversión, autopista que conecta con otros lugares de la región, inspiración de escritores y artistas, su papel es múltiple y diverso, pero sobre todo clave para entender las vidas isleñas.

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Por Ana Isabel Márquez Pérez

Aunque los cambios del mundo contemporáneo han transformado las funciones que el mar cumple para los habitantes de las islas, no por ello ha dejado de ser importante. En las aguas del archipiélago todavía se pesca y se navega, todavía se juega en sus playas y olas, todavía se preparan delicias con los frutos del mar. También, del mar sigue dependiendo una parte fundamental de la economía isleña, al mar de los siete colores vienen los turistas, de él viven cientos de personas que hacen su vida cotidiana en lanchas y cayos, y a través de él llegan las mercancías básicas que se necesitan para vivir, y las suntuarias que se venden al visitante.

El mar es así maritorio, espacio de vida de las gentes del Archipiélago y, particularmente, del Pueblo Raizal, cuya historia, su presente y su futuro ha estado y sigue estando ligado a él. Este maritorio conecta al mar con la tierra, que no son espacios separados sino complementarios, que dialogan entre sí y que no existen el uno sin el otro. Los oficios y los saberes en torno al mar no pueden desligarse de la tierra, en donde también transcurre una parte de la vida de los hombres y mujeres de mar, de donde también vienen herramientas y materiales necesarios para poder pescar y navegar. No hay barcos sin árboles del bosque, ni nasas sin madera, ni artes de pesca sin materiales terrestres; así como no hay rondón sin los peces y caracoles del mar y los ñames y yucas de la tierra.

No obstante, sabemos que ese maritorio y las relaciones y conocimientos humanos que se tejen sobre este, también se han venido fragmentando con el tiempo, en medio de las disputas geopolíticas y de los conflictos internos, de los cambios profundos que la sociedad isleña ha sufrido en las últimas décadas y, también, de sucesos de gran impacto que han venido ocurriendo en los últimos años, como el impacto del Huracán Iota en 2020 y el complejo proceso de reconstrucción que ha vivido Providencia y Santa Catalina desde entonces. Este escenario genera dudas e incertidumbres sobre el futuro en general y, en particular, sobre las posibilidades de persistencia de prácticas y conocimientos que, como aquellos sobre el maritorio, parecen ir perdiendo sentido.

No obstante, frente a este sentimiento de desazón, emergen experiencias que nos muestran que hay motivos para tener esperanza, pues el mar y aquellos que de él viven siguen mostrando su importancia para el futuro. En el escenario actual de crisis climática que vivimos, es cada vez más evidente que muchos de los conocimientos y prácticas del pasado nos habrán de servir para el futuro, en caso tal que realmente queramos transformar nuestra relación con el planeta y con nosotros mismos. El hecho que el huracán Iota no pudo arrasar el conocimiento y las prácticas propias de los habitantes de las islas, fundamentales para sus vidas y claves para renacer tras el desas- tre, nos muestra que la cultura es sin duda un elemento clave en lo que ha de venir.

Cita con la historia

Teniendo en cuenta lo anterior, y convencidos que la cultura es fundamental para garantizar un mejor futuro para el Archipiélago, en 2023, la Fundación Sea, Land & Culture Old Providence Initiative (PROSEALAND), conformada por raizales y residentes de las islas, regresa con el V Festival de Navegación Tradicional del Caribe Insular: Velas de Esperanza, el cual tendrá lugar entre 9 y el 19 de agosto, trayendo diversas actividades culturales dirigidas al público local, tanto en San Andrés como en Providencia.

En esta quinta versión, tendremos una variada selección de actividades para niños y niñas, jóvenes y adultos que incluyen diálogos de saberes locales, regionales, nacionales e internacionales, actividades para niños y jóvenes, documentales, charlas académicas, además de carreras de cotton boats y catboat en Providencia. Este año queremos enfatizar la esperanza que genera la persistencia de tradiciones culturales asociadas a la navegación, que sobreviven en un mundo donde muchos las habrían dado por perdidas, como evidencia de la resistencia y resiliencia cultural de los pueblos pescadores.

Con esta propuesta, reafirmamos el compromiso por contribuir fortalecer y mantener vivas las prácticas y conocimientos del pueblo Raizal, relacionados con el mar, que hoy más que nunca requieren acciones que los salvaguarden y dejen impronta en las nuevas generaciones. Así, mantenemos la continuidad de nuestros festivales, que iniciaron en 2019 y se han venido realizando todos los años, aun a pesar de los eventos extremos que hemos experimentado. Nuevamente, este año contamos con el apoyo de diversas instituciones locales, nacionales e internacionales que hacen posible este sueño de continuar navegando por la cultura isleña Raizal y su maritorio.

Entre estas, el Programa de Concertación Cultural del Ministerio de Cultura, la Universidad Nacional de Colombia Sede Caribe, la Asociación de Pescadores Artesanales de Providencia y Santa Catalina I-FISH, el Fondo Acción, Green Grants Fund (USA), Censat Agua Viva, el Centro Cultural del Banco de la República en San Andrés Isla, la Casa Editorial Welcome y la Radio Nacional de Colombia.

Próximamente divulgaremos los detalles de la programación y las formas de acceder y participar en nuestras actividades. Esperamos contar con una participación amplia de la comunidad Raizal y residente de las islas, así como turistas y visitantes que tengan interés en conocer más sobre el Archipiélago y la región. Están todos bienvenidos a este barco. Sail ahoy!

La fuerte ola de inseguridad desatada los últimos días en San Andrés nos revela un grave estado de descomposición social en donde sus habitantes asisten inermes y, en buena parte soslayados, ante unos hechos que incluso escapan al control pleno de la fuerza pública.

Pareciera ser que los ‘ajustes de cuentas’ entre bandas delincuenciales, resultaron desplazados por una suerte de venganza indiscriminada entre jovencitos –muchos

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