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La Joven Marta

-¿Qué rango de años incluye la tercera edad?- pregunta Marta de repente, en una reunión en la biblioteca. -Porque yo tengo más de 70 años y no me siento ni aburrida, ni cansada, ni nada que se le parezca-. Algo así fue la conversación, mientras estábamos reunidas ordenando números, sacando copias y proyectando ideas para la biblio.

Marta Hary es la tesorera de la biblioteca, es una persona con una gran “trayectoria” de años. Siempre nos sorprende con alguna frase célebre, ideas un poco locas y sobre todo por su frescura natural e innata. Para mí, Marta no tiene pliegues, es así como uno la ve: su gran sonrisa, su andar ligero y su hiperactividad a prueba de pandemias. Nació en San Miguel, provincia de Buenos Aires un 9 de mayo de 1948. A partir de ese día y por diferentes circunstancias de la vida se mudó y vivió en diferentes lugares: Chaco, Buenos Aires y una vez casada en Chubut, provincia que fue su último destino. Su vida sigue el camino de la sencillez absoluta, las pompas y la grandilocuencia no están en su equipaje.

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LA ENTRETENIDA RUTINA Ella disfruta de todo. Cuando le pido que me describa su día, se ríe y me responde con un tono de obviedad y hasta casi sobradora: -hago lo que hace cualquier mujer en su casa- . Limpia, lava, plancha, cocina (siempre cosas ricas) atiende a su mamá que pasa algunos meses del año con ella, se dedica al jardín y la huerta, ayuda a Julio con las gallinas. Cose y hace artesanías: flores en goma eva, teje a crochet y también hace adornos con porcelana fría. Realiza reproducciones en óleo y hasta hace unos años no se perdía las clases de ‘Megadanz’. No le teme a los desafíos: realizó un curso de polaco y se fue de viaje a Polonia casi por un mes con su nieto mayor. A la noche, después de todos sus quehaceres se relaja comiendo un rico chocolate en la cama y jugando algún juego de palabras cruzadas online, aclara que hay que tener siempre la mente activa.

EL TRABAJO Marta tiene primario y secundario completos. Trabajó como secretaria en un supermercado en San Miguel, en un estudio fotográfico en Capital Federal y en el taller metalúrgico de su familia. Aprendió costura por correspondencia, como se estilaba en aquellas épocas. Todas estas herramientas le sirvieron para desarrollarse personalmente y también para acompañar a su esposo: Don Julio Mandagarán que fue docente de escuela primaria, director y supervisor. En los inicios de su carrera fue maestro rural por lo que vivían casi siempre alejados de la civilización y los servicios que habitualmente tenemos a mano. En 1975 se casaron en Cushamen y por un año y medio vivieron en el Paraje Blancura; también vivieron en Buen Pasto y Bahía Bustamante. La vida en estos lugares lejanos era dura: frío y nieve en invierno hasta quedar a veces aislados. Tareas múltiples: en las escuelas rurales se hace de todo y Marta a pesar de no ser personal docente siempre estaba dispuesta a colaborar: organizar obras de teatro para los actos escolares, preparar la comida para todos, participar en las cooperadoras y atender a la familia.

SU LUGAR EN EL MUNDO En 1986 la familia se estableció definitivamente en Astra. Es su lugar en el mundo a pesar de haber sufrido en el barrio la pérdida de su hijo Juan Eduardo con 11 años. Su hija Natalia Beatriz estudió, se casó y le dio tres hermosos nietos que hoy son su mayor orgullo: Martín Eduardo Lobos (20 años), Leandro Agustín Lobos (14 años) y Bruno Julián Lobos (11años). Ella vive en la casa Nº 114 y las puertas de su hogar siempre están abiertas

para quien lo necesite: alguna duda sobre costura, una manito con el tejido, siempre tiene una planta para regalar o instrucciones para cocinar.

LA CONSTANTE A la hora de escribir esta breve reseña sobre su vida, recurro a los vecinos y a su familia para que me hablen sobre ella. Necesito “pescar” el secreto de Marta. Todos parecieran estar de acuerdo y

constantemente me repiten:-Marta es un ser generoso-; -siempre está dispuesta a colaborar en todo-, -siempre tiene una palabra de aliento y fe–, -es una mujer muy dinámica y ayuda aunque no se lo pidas-. La bondad de Marta no tiene límites; ella colabora con todos sin importar su credo. Le pido a su hija Natalia que me defina en pocas palabras a su mamá: -Desde que tengo recuerdo, siempre colabora

en las cooperadoras de las escuelas, organizando eventos y llevando la contaduría. A pesar de los momentos tan difíciles que tuvo que superar, siempre estuvo firme y con sus convicciones intactas, lo que no es nada fácil, pero nunca perdió su fe, mi mamá es genial”-.

EL SECRETO Confirmo mi teoría: no hay secretos para el espíritu joven, mejor dicho, los secretos no debemos buscarlos en ningún otro lugar que no sea nosotros mismos. No hay que hacer dietas especiales y entrenamientos corporales, ni hablar de explorar nuevos territorios en búsqueda de aguas milagrosas. La cosa es más sencilla, tomar la vida como lo hace Marta, afrontándola, pero sin dejar de disfrutar de las cosas que la rodean día a día. Ella le da importancia a todo y lo vive profundamente. Es bondadosa y de un gran corazón. Sus sueños y proyectos no pierden vigor. Será cuestión de pasar más tiempo junto a La Joven Marta y tal vez, si somos un poco más suspicaces, podamos aprender un poco más sobre la sencilla y lo tremenda que puede ser la vida.

. NOTA: MARIELA GAROLINI- B.P.A.

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