Número 6
Encuentro nocturno Carlos Enrique
Saldívar
Quizá estaba perdiendo la cordura... NO RECUERDO exactamente cómo caí en desgracia. Tengo la vaga sensación de que mis adicciones al alcohol y a las drogas eran las responsables de que ahora me encontrase desarrapado, caminando por Lima, buscando comida en los basureros, peleándome con la gente que reciclaba las cosas que otros dejaban en las bolsas de desechos. A pesar de mi penosa condición, me mantenía con mi vida y no le tenía miedo a nada, ni siquiera al porvenir. Es gracioso como uno puede tener cierto optimismo aun en las situaciones más lamentables, quizá estaba perdiendo la cordura, puede que en algún momento acabase estallando en imparables carcajadas para ser encerrado en un manicomio, o terminara debajo de un puente, muerto. Mis familiares me odiaban, no me cabía duda. Tuve una esposa, aunque no conservo recuerdos de ella; tal vez me amó, y la amé. En cierto momento, cuando pasaba junto a un parque, caí de rodillas, quise llorar, pero ninguna lágrima salió. Era casi medianoche y todavía no hallaba nada para alimentarme, me preocupé, el vacío en mi estómago se hacía intolerable. 49