Cultura elCaribe, SÁBADO 10 DE FEBRERO DE 2024
elcaribe.com.do
El dilema de las Divisiones y ideologías de reunifiaciones izquierda en AL de las iglesias
Vocación por la pintura desde los 13 años
Con el título “La democracia herida” el investigador Antonio Vidal Ortega analiza la crisis que tiene a los partidos en el descreimiento. P.6
El artista visual Amaurys Eugenio Reyes Rondón, en una amplia entrevista con la sección Cultura, refiere su incursión en la pintura desde niño. P.10
Monseñor Ramón de la Rosa y Carpio, en su certifico y doy fe, retoma la publicación del artículo que con ese título publicó hace 23 años. P.9
Resiliencia y silbido: los 100
años de un gigante iconográfico Por su impronta en el arte dominicano, latinoamericano y universal Ramón Oviedo es uno de los pintores criollos más estudiado por la crítica especializada anécdotas de su diario vivir a través de la expresión gráfica. En ella volcaba su impronta y su personalidad, aparentemente introvertida, que a veces confundía a los demás por la mirada y la sonrisa de hombre apasionado, intenso y lleno de picardía que plasmaba un universo de monólogos en sus obras; pero que irradiaba una calma con la que se apoderaba de cualquier escenario. Oviedo convirtió su taller en el templo desde el cual ejercía el sacerdocio de su oficio. Era un universo único, adornado por la grandeza de lo simple y poblado de objetos atractivos, pero desgastados; aunque llenos de significados para su dueño: un peluche de la rana René y otros muñecos colgaban del techo de aluzinc o de las ventanas del atelier, con signos inequívocos de que el tiempo se hacía cargo de la desintegración de la materia. “¡No me gusta que los toquen. Para mí, mientras más feos y doblados están, ahí es que son sabrosos. Enriquecen mis diseños, mis descomposiciones plásticas y, en ocasiones, sirven de musa para mis obras”, exclamaba el maestro, mientras creaba escenas imposibles en medio de montones de libros, periódicos, revistas y trapos; así como de pinceles y brochas en recipientes de agua, cual mágica poción de la que salían para salpicar los lienzos con la maestría del genio. ¡Ah!, y el piso. Sí. El piso era una verdadera paleta cromática. De su caótico todo cotidiano, de su orden dentro del desorden, Oviedo extraía no solo inspiración para sus pinturas y dibujos emocionantes y cautivadores; como verdadero artista, también era filósofo: “El mundo es una gran boca que constantemente se come a sí misma”, solía repetir. l
OMAR MOLINA OVIEDO @elcaribe.com.do
S
olo el hombre luz posee la capacidad de sobreponerse a las adversidades, de encontrar en ellas un motivo de crecimiento personal: así lo hizo toda su vida Ramón Oviedo, maestro ilustre de la pintura dominicana. Fue un artista de la prudencia y de la razón. Lleno de amor y pasión, sobrellevó el caos y no permitió que los múltiples avatares, procesos históricos y vicisitudes se convirtieran en obstáculos para el genio creador que afloraba en el precario escenario del sur profundo dominicano de la década de 1920. Contra todo pronóstico, las adversidades forjaron los cimientos del hombre que supo perseverar, trabajar, tener esperanza, ejercer la fe y enfrentar las dificultades con fortaleza, incluso cuando los deseos de su corazón y los recursos económicos se vieron demorados. Movido por un deseo vehemente de superación, Oviedo se hizo un investigador acucioso que registraba y retenía una memoria social e histórica que transformó en planos radiográficos e intestinales de la realidad que vivió, pero recreada en sus propios términos, humanos y artísticos. Y así se convirtió en un observador de lo tangible y lo intangible, cuya mirada escrutaba más allá del primer plano, hasta dimensiones invisibles que proyectaba magistralmente en lienzos y papeles, a fin de que se materializaran en el aquí y el ahora, haciéndose visibles para todos. El maestro —amante del tango acompañado de un buen vino, de la guitarra y de Gardel— prefirió el silencio antes que la elocuencia, pues le urgía contar las
Ramón Oviedo, maestro de la pintura dominicana. FUENTE EXTERNA
CONTINÚA EN LA PÁGINA 3