S gno Sテ。ADO 14 DE FEBRERO DE 2015
julio cortテ。zar
Todos los escritores el escritor
S gno
SÁBADO 14 DE FEBRERO DE 2015 .:. GUALEGUAYCHÚ .:. ENTRE RÍOS
EFEMÉRIDES CULTURALES
“
Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano en tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja... Rayuela (frangmento)
2
12 de febrero de 1984
Julio Cortázar
H
ijo de un diplomático, el azar quiso que Julio Cortázar naciera en Europa y conociera Argentina recién a los 4 años. Su infancia fue en el barrio de Banfield, en una casa que recordaría a través de sus cuentos (Los venenos y Deshoras) como una infancia triste marcada por el abandono de su padre. En 1932 se recibió de maestro normal y años más tarde de profesor de letras en la escuela normal de profesores Mariano Acosta, luego dictó clases en pequeñas ciudades de la provincia de Buenos Aires como Bolívar, Saladillo y Chivilcoy. Vivió un tiempo en Mendoza dando clases a partir de 1944 en la Universidad de Cuyo a la que renunció tras el triunfo electoral de Juan Domingo
Perón (“Preferí renunciar a mis cátedras antes de verme obligado a sacarme el saco, como les pasó a tantos colegas que optaron por seguir en sus puestos”). Se traslada a Buenos Aires y publica “Casa tomada” en “Anales de Buenos Aires”, revista que dirigía Borges. Este “sarcástico” refería así ese episodio: “no conozco bien su obra, pero lo poco que conozco de ella me parece admirable y me siento orgulloso de haber sido el primero en publicar una obra suya. Siendo yo editor de una revista llamada Anales de Buenos Aires, recuerdo la visita de un joven alto que se presentó en mi oficina y me tendió un manuscrito; le dije que lo leería y que volviera al cabo de una semana. La historia se titulaba La Casa Tomada; le dije
que era excelente, mi hermana Nora la ilustró”. En esta misma revista publicó “Bestiario”, en 1951, el mismo Cortázar recordaría tiempo después en referencia a ese momento: “Yo estaba completamente seguro de que todas las cosas que iba guardando, digamos desde 1947, eran buenas, algunas incluso muy buenas, como ciertas historias de Bestiario. Sabía que nadie antes de mí había publicado cuentos como aquéllos en español, al menos en mi país. Existían otras cosas, como los admirables relatos de Borges, pero lo que yo hacía era diferente”. Poco después de la publicación de Bestiario y siempre en franca disidencia con el
peronismo, abandona la Argentina para radicarse en París. Allí publicará en 1960 su primera novela, “Los Premios” y dos años más tarde lo que muchos consideran una de las obras más importantes de la literatura de todos los tiempos:”Rayuela”. En 1983, vuelta la democracia en Argentina, Cortázar hace un último viaje a su patria, donde es recibido cálidamente por sus admiradores, que lo paran en la calle y le piden autógrafos, en contraste con la indiferencia de las autoridades nacionales. Después de visitar a varios amigos, regresa a París. Poco después François Mitterrand le otorga la nacionalidad francesa. En París vivió sus últimos años en dos casas, una en la rue Martel y otra en la rue de L’Eperon. La primera correspondía a un pequeño apartamento de tercer piso sin ascensor, cómodo, luminoso y lleno de libros y discos de música, donde solía recibir amablemente continuas visitas de otros escritores que pasaban por la ciudad, en compañía de su gata Flanelle. Carol Dunlop había fallecido el 2 de noviembre de 1982, sumiendo a Cortázar en una profunda depresión. Julio murió el 12 de febrero de 1984. Dos días después, fue enterrado en el cementerio de Montparnasse, en la misma tumba donde yacía Carol. La lápida y la escultura que adornan la tumba fueron hechas por sus amigos, los artistas Julio Silva y Luis Tomasello. Es costumbre dejar sobre su lápida distintos recuerdos, tales como notas, flores secas, lápices, cartas, monedas, papeles con una rayuela dibujada, un libro abierto o paquetes de cerezas.
SÁBADO 14 DE FEBRERO DE 2015 .:. GUALEGUAYCHÚ .:. ENTRE RÍOS
S
CRÓNICAS URBANAS | Héctor Luis Castillo
“
Una deuda
Un niño que muere de hambre, que muere de una enfermedad que tiene cura, que muere por ausencia de recursos, es mucho más que una muerte indigna y que un macabro numero estadístico, es la vergonzosa muestra de nuestra degradación social...
U
na muerte inesperada. Cuántas veces escuchamos o leemos algo tan erróneo e inexacto como eso. Nada hay más esperable y previsible que la muerte ya que para morirse el único requisito previo es estar vivo. Nacemos y vivimos con la sola certeza de nuestra finitud y, sin embargo y paradójicamente, esa certeza lejos de tranquilizarnos nos angustia, nos transforma. El miedo a la muerte logra que el escéptico crea y el creyente dude; puede convertir un cobarde en un héroe o lograr que un presunto héroe muestre todas sus bajezas. Dicen que la muerte nos iguala, ¿qué insensato puede pensar que eso sea cierto? Nadie es igual a otro estando vivo, ¿cómo pretender que lo sean estando muertos? Uno no debería sorprenderse ante la muerte sino todo lo contrario, debería maravillarse ante la vida. Debería conmovernos más el primer llanto que el último suspiro, derramar nuestras lágrimas y no escatimar risas ante el milagro de la vida en vez de hacerlo ante un acto tan fútil como la muerte. ¿Qué costumbre es esta de entristecernos más por lo perdido que alegrarnos por lo ganado? Sin embargo, esto que afirmo pierde validez cuando no se muere después de haber vivido
sino sin haber podido hacerlo. La muerte de un niño debería lastimarnos por lo que debió ganar –en sueños, en amor, en emociones- y quedó trunco. La sola condición de niños debería ser la suficiente justificación para procurarles bienestar, amor, educación, salud, dignidad, ya que honrar la niñez es honrarnos como personas, como raza animal privilegiada que somos. Un niño que muere de hambre, que muere de una enfermedad que tiene cura, que muere por ausencia de recursos, es mucho más que una muerte indigna y que un macabro numero estadístico, es la vergonzosa muestra de nuestra degradación social. Cuando somos inmunes ante una muerte injusta no somos cómplices, ya es hora de asumir la condición de verdugos. La inacción y la omisión son las dos caras de una misma moneda: la cobardía. Me gusta ver las gentes marchar por las calles, gritar contra la injusticia, clamar por los derechos, la voz del pueblo contra el opresor me suena a melopea, el silencio compartido ante la tragedia que nos hace sentirnos menos solos. Me gustan los pueblos que se expresan, que no callan, que no temen. Me emociona el recuerdo de las multitudes en las
Tiananmén, las San Wenceslao, las Plazas de mayo, admiro el valor de los hombres y mujeres que dejaron sus vidas para que se produjera un cambio. Me emociono con aquellas marchas que a veces, en silencio, lo dicen todo. Pero sigo viendo que hay niños que se mueren desnutridos; niños que mueren tuberculosos; niños que son explotados y padecen la muerte simbólica de la
esclavitud, aunque ésta se disfrace de múltiples formas; niños que duermen en las calles, en las plazas, en los basurales; niños que deambulan como zombis destruidos por el Paco; niños prostituidos; niños maltratados; niños inexorablemente condenados a la peor de las muertes, el olvido. Veo todo esto y me pregunto, si no habrá acaso alguna marcha que nos quede pendiente.
3
S gno
SÁBADO 14 DE FEBRERO DE 2015 .:. GUALEGUAYCHÚ .:. ENTRE RÍOS
LECTURAS EN PROFUNDIDAD | Raúl Albanece
“
Todos quieren fama aunque nadie lo declare abiertamente, todos quieren vender sus obras de arte a precios astronómicos y vivir de eso pero al mismo tiempo descalifican a los artistas con muchas ventas. Todos dicen pretender hacer arte en las comparsas y nadie menciona su avidez por las cámaras y aparecer en la prensa nacional. Otros, los “de afuera”, critican al carnaval pero ninguno de esos menciona el interés de ganar dinero como vendedor de objetos carnavalescos o alquilando habitaciones al público carnavalero...
Preguntas para pensar la educación hoy
¿Te gusta tu gusto? ¿Te has preguntado alguna vez por qué te gustan las comparsas más que las murgas? ¿O por qué preferís las pinturas figurativas y no las abstractas? ¿Pensaste en algún momento cuándo o cómo empezó a gustarte Patricia Sosa? ¿O por qué dejó de gustarte Ricardo Arjona?
P
4
ierre Bourdieu, en su libro “El sentido social del gusto. Elementos para una sociología de la cultura”, pretende desentrañar los criterios por los cuales un grupo social considera valiosas algunas producciones culturales y a otras no, además de cómo y por qué un artista o una obra de arte son aclamados por el público o caen en el olvido. A través de los once textos que conforman este libro, y que podés leerlos de manera independiente, va demostrando que hasta los actos y gustos considerados más individuales y más libres están atravesados por la lógica social que determina la legitimidad o no de ciertas formas artísticas. En la introducción al libro, Alicia Gutiérrez, una de las más importantes especialistas en la teoría de Bourdieu, nos guía de modo fácil y ameno a través de los conceptos centrales en la sociología de la cultura de Bourdieu. De manera que si no has leído otros textos bourdiesianos puedas comprender sin problemas los capítulos subsiguientes de esta obra. Con el desarrollo de su teoría, Bourdieu propone la existencia en la sociedad de una estructura objetiva capaz de condicionar las creencias y las acciones de los agentes, como él llama a cada persona; y al mismo tiempo, considera que es la misma sociedad quien genera esos esquemas de percepción, de pensamiento y de acción constituyendo lo que él llama habitus. Así, esta teoría, con su óptica crítica, está destinada a exponer los mecanismos de dominación y reproducción de ideas. “Muchas de esas cosas que creemos naturales, que quisiéramos que fueran naturales, más o menos según nuestra posición en el mundo social, según nuestras disposiciones, muchas de esas cosas son puramente históricas, es decir, puramente arbitrarias, existen pero habrían podido no existir, son contingentes, sus fundamentos son históricos”.
Bourdieu defiende la noción de que el espacio social está formado por diversos campos, es decir, por “espacios de juego históricamente constituidos con sus instituciones específicas y sus leyes de funcionamiento propias”, dentro de los cuales cada uno de los agentes reproduce habitus específicos en medio de una continua disputa por el poder. Ese poder es determinado de acuerdo al dominio del capital que se pone en juego en el contexto de cada campo. El habitus se configura como un tipo de matriz de acción que nos lleva a entender el mundo de determinada manera, orientando nuestras acciones y actitudes. Es la interiorización de las estructuras sociales por medio de la historia individual y colectiva, tornándose imperceptible para los agentes, convirtiéndose en una lógica inadvertida de clasificación, de producción, de percepción y apreciación de las prácticas. En otras palabras, el hábitus sería como un guión que nos implantaron nuestra familia, la escuela, el club, nuestro grupo de amigos, y representamos más o menos al pie de la letra como un actor sobre el escenario. Cada campo genera su propia ilusio, en términos de Bourdieu; su propio interés, que es condición para su funcionamiento, además de la creencia en el valor de lo que está en juego por parte de las personas dispuestas a jugar en ese campo. Creencia que no es una elección consciente del individuo, sino una adhesión inmediata, casi como un acto de fe. Tenemos la creencia que el carnaval de Gualeguaychú debe tener enormes carrozas, muchísimas plumas, y cuerpos esculpidos en gimnasios apenas cubiertos por caireles. Adherimos inmediatamente a esa creencia sin cuestionarla y no analizamos que esta estética es “puramente arbitraria” y bien podría haber sido de otra manera, como de otras maneras son los carnavales en otros grupos sociales, como el carnaval de Montevideo con sus murgas de tablado, por mencionar solo un ejemplo.
SÁBADO 14 DE FEBRERO DE 2015 .:. GUALEGUAYCHÚ .:. ENTRE RÍOS
“Un campo se define, entre otras cosas, definiendo lo que está en juego (enjeu) y los intereses específicos del mismo, que son irreductibles a los compromisos y a los intereses propios de otros campos”, asegura Alicia Gutiérrez en “Las prácticas sociales. Una introducción a Pierre Bourdieu”. Desde esta óptica, el campo de las producciones culturales es entendido como un espacio donde son construidos saberes y se desarrollan prácticas entorno a los intereses que justifican su existencia, pero al mismo tiempo, como un espacio de lucha para defender las creencias de cada agente. Y específicamente en el campo del arte, la creencia es que no hay interés, “al funcionar como denegaciones prácticas, solo pueden hacer lo que hacen haciendo como si no lo hicieran.” Todos quieren fama aunque nadie lo declare abiertamente, todos quieren vender sus obras de arte a precios astronómicos y vivir de eso pero al mismo tiempo descalifican a los artistas con muchas ventas. Todos dicen pretender hacer arte en las comparsas y nadie menciona su avidez por las cámaras y aparecer en la prensa nacional. Otros, los “de afuera”, critican al carnaval pero ninguno de esos menciona el interés de ganar dinero como vendedor de objetos carnavalescos o alquilando habitaciones al público carnavalero. Dentro del campo, las posiciones que cada uno de los agentes asume son establecidas por el tipo y cantidad de capital que estos poseen; y por las relaciones transitorias de poder entre sus ocupantes. En este espacio social de conflictos, los agentes y grupos, de acuerdo con su posición de dominante o dominado, buscan preservar o modificar la distribución de poder derivada del tipo de capital específico puesto en juego en ese campo. Los agentes que poseen mayor capital y detentan una posición dominante ejercen violencia simbólica contra los agentes dominados con la complicidad de estos últimos, dado que esta violencia simbólica es la imposición disimulada de una arbitrariedad entendida como legítima dentro del campo. De este modo, la dominación no es producto de una lucha abierta entre clases, sino que deriva de un complejo conjunto de acciones no deliberadas ejecutadas por los agentes. “Los ‘pobres en cultura’, los desposeídos culturales, están de alguna manera privados de la conciencia de su privación. […] La distribución desigual del capital cultural (del cual el capital artístico es una especie particular), hace que todos los agentes sociales no estén igualmente inclinados y aptos para producir y consumir obras de arte.” De ahí la importancia de la educación artística en todas sus disciplinas en las escuelas, de la formación de lectores críticos y de la formación de espectadores para las artes espectaculares (cine, teatro, danza, performances). Pero esa educación debe ser lo suficientemente amplia como para que cada uno decida, de manera más o menos libre, cuál es su gusto y que no reproduzcamos inconscientemente el gusto que otros nos quieran imponer. Una educación que nos haga conscientes de que “esas cosas que creemos naturales, […] son puramente históricas, es decir, puramente arbitrarias, existen pero habrían po-
S
“
dido no existir”, y que en otros grupos sociales son de otra manera; lo cual tendería a hacer desaparecer la intolerancia hacia lo distinto. Volviendo a las preguntas con las que iniciamos… ¿Te has preguntado alguna vez por qué te gustan las comparsas más que las murgas? Seguramente porque vivís en Gualeguaychú y no en Montevideo ¿Por qué preferís las pinturas figurativas y no las abstractas? Seguramente porque la mayoría de las imágenes que te rodean son fotografías o pinturas realistas de paisajes ¿Pensaste en algún momento cuándo o cómo empezó a gustarte Patricia Sosa? Eso ya es más complejo de responder, quizá cuando empezó a aparecer seguido en aquellos programas ómnibus de los sábados en la tele ¿O por qué dejó de gustarte Ricardo Arjona? Sin duda cuando tu muro de facebook se llenó de chistes sobre sus letras compartidos por muchos de tus contactos. ¿Te gusta tu gusto? ¿O solo seguís la manada?
Volviendo a las preguntas con las que iniciamos… ¿Te has preguntado alguna vez por qué te gustan las comparsas más que las murgas? Seguramente porque vivís en Gualeguaychú y no en Montevideo ¿Por qué preferís las pinturas figurativas y no las abstractas? Seguramente porque la mayoría de las imágenes que te rodean son fotografías o pinturas realistas de paisajes ¿Pensaste en algún momento cuándo o cómo empezó a gustarte Patricia Sosa?
RAÚL ALBANECE es escenógrafo. Profesor de Enseñanza Superior en Escenografía. Profesor de la cátedra de Escenografía en el Profesorado de Teatro, FHAyCS de la UADER; de los espacios curriculares de Arte, Cultura y Sociedad en el Profesorado de Artes Visuales del ISPED de Gualeguaychú. Ha realizado importantes trabajos en el Carnaval de Gualeguaychú, de Paraná (Entre Ríos); de 25 de Mayo (Buenos Aires); y de Curuzú Cuatiá (Corrientes). Fue Diseñador y Director de realización de carrozas para la Fiesta Nacional de Carrozas Estudiantiles de Gualeguaychú. Es investigador en Artes en la Universidad Nacional de Tucumán; y se encuentra realizando la Maestría en Teatro, mención Diseño Escénico, en la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires con una beca de posgrado otorgada por UADER.
5
S gno
SÁBADO 14 DE FEBRERO DE 2015 .:. GUALEGUAYCHÚ .:. ENTRE RÍOS
MIRADAS | Susana Lizzi
“
la literatura representa una tradición en el ejercicio de una libertad posible: la de hacer del lenguaje verbal algo más que una herramienta abstracta para comunicar información sobre la realidad. En la literatura, el lenguaje verbal se convierte en material artístico y en vehículo de la creación imaginativa...
Beatriz Vignoli y su palabra calificada
¡Bienvenidos a Atopia! En su reciente paso por Gualeguaychú, la novelista, poetisa, periodista, traductora y crítica de arte rosarina habla sobre una de sus más grandes pasiones: la literatura.
E
n un día lluvioso, visitó nuestra ciudad una escritora santafesina de relevancia: Beatriz Vignoli. Accedió a una solicitud de nuestra parte para que Gualeguaychú pueda contar con un taller de escritura, en los géneros de crónica literaria y poesía, dirigido a personas adultas y jóvenes con alguna experiencia en producción de textos periodísticos o literarios. Para eso, se citó a un grupo de posibles interesados en realizar el taller, en el Museo de la Casa de Haedo. Con la presencia del director de Cultura, Néstor Santinón, el apoyo de la institución que encabeza el auspicio del suplemento de arte y cultura S gno de ElDía, y de numerosos autores de la ciudad, se llevó a cabo una reunión en la que se debatieron problemas orientados a la importancia de escribir en estos días y qué función cumpliría en este sentido un taller de escritura. Beatriz vino con sus muchos libros editados bajo el brazo, su buena predisposición y, a lo largo de la hora y media que duró la charla, conoció algunos escritores locales, contestó preguntas y elaboró conceptos literararios que resultaron apasionantes. ¿Qué representa la literatura para usted? En mi vida, hace 25 años, decidí que sería mi actividad más importante, a la cual estarían subordinadas todas las otras. No por eso baso en ella mi identidad. Sí me determina una manera particular de relación con la palabra. Creo que, en general, lo que la literatura representa es una tradición en el ejercicio de una libertad posible: la de hacer del lenguaje verbal algo más que una herramienta abstracta para comunicar información sobre la realidad. En la literatura, el lenguaje verbal se convierte en material artístico y en vehículo de la creación imaginativa. ¿Qué género literario le interesa más: la novela, el cuento o la poesía? ¿Por qué? El cuento me cuesta y lo considero el género más difícil. La novela me interesa porque habilita la posibilidad de inventar mundos (si no es del todo realista, mejor) y la poesía me interesa especialmente porque es la plástica y la música de la literatura. La poesía trabaja con esa zona de la palabra que no significa por intermedio del sistema del idioma, sino que se expresa a través del puro sonido. Háblenos de la saga, sus novelas con trama imbricada. ¿Cómo la organizó? La saga iba a ser primero una sola novela y después fue solo una trilogía. Pero se fue extendiendo. Todo empezó con un proyecto de relato de ciencia ficción, que quedó en los borradores y del que solamente conservé el nombre del lugar. Era un nombre inventado: Atopia. Una
6
de las primeras obras literarias serias que leí fue un poema sobre la nevada en Rosario de 1973. Se llamaba “Poema de la nieve en Rosario” y lo había escrito Hugo Ojeda, que iba a la misma profesora particular de inglés que yo. Me impresionó porque estaba publicado en un libro, y porque el libro estaba a la venta en una tienda. Yo había visto y tocado esa nieve, y nunca antes había leído nada en un libro acerca de algo que yo hubiera tocado. Luego leí a Gabriel García Márquez y más tarde a William Faulkner y me intrigaba eso que habían hecho: inventar el nombre de un lugar. No es lo mismo decir Aracataca, Colombia, que decir Macondo. Lo segundo es mítico, fundante, literario. Después conocí a Juan Carlos Onetti y leí la saga de su ciudad inventada de Santa María, donde ambientó todos sus relatos y finalmente se fue a vivir (como dijo en una entrevista para la televisión), y a Juan Rulfo y Comala, su aldea de los muertos. Todo eso tenía en la cabeza cuando me puse a escribir una primera novela ambientada en Rosario, pero cambiándole el nombre a la ciudad por el de Atopia. A la saga en realidad no la organicé. Fue creciendo sola. Iban tirando del ovillo los lectores, que veían una saga y no una única novela ni una trilogía. Nadie escribe para nadie. Yo escribí para ellos, los chicos de Bajo la Luna (ya no tan chicos), quienes al mismo tiempo se fueron convirtiendo en mis editores, y así como una ciudad se va construyendo a medida que nace gente para habitarla, o un idioma crece a medida que nacen nuevos hablantes, así se fue extendiendo Atopia, como cualquier ciudad, con sus habitantes y sus turistas, reales y de ficción. Uno de mis personajes tiene página en Facebook, donde postea links a los temas que “suenan” en mi novela DAF. Figura como Dadá Magno. El más viajero de todos mis personajes se llama JayRainbow y le dicen Rain. Anduvo por Entre Ríos y estuvo mirando caer la lluvia en Urdinarrain. También pasó por Gualeguaychú y se enamoró, al ver unos cuadros en una galería de arte donde se metió para refugiarse de la lluvia. Lo va a contar en un libro que sale este año. ¡Bienvenidos a Atopia!
SÁBADO 14 DE FEBRERO DE 2015 .:. GUALEGUAYCHÚ .:. ENTRE RÍOS
S
“
Usted, además, es periodista. ¿Qué temas encara desde ese rol? ¿Le resulta fácil dominar los tipos de discurso y pasar de la literatura al periodismo o considera que son afines, en tal caso, en qué punto se tocan más? Escribo en Rosario/12 sobre artes plásticas para la página 6 del martes y sobre literatura para la página 6 del miércoles. Ocasionalmente toco otros temas, pero en general siempre son esos: el arte y la literatura que se producen en la provincia de Santa Fe. No me cuesta mucho pasar de un modo al otro por dos razones: una es la gran libertad que tengo en el medio para el que escribo, donde disfruto del respeto de mis compañeros de trabajo como quizás no podría en otro lugar; la otra es que vengo formada en una tendencia de la poesía, el neo-objetivismo, que desalentaba el uso de la primera persona del singular, algo en lo que coincide con todos los manuales de estilo de todos los diarios del mundo. Me parece que una afinidad interesante y un punto de contacto muy enriquecedor entre la literatura y el periodismo se produce en ese híbrido que es la crónica literaria. Di dos talleres de crónica literaria. Uno era para gente que venía de la literatura o el arte, y el otro, para gente que venía del periodismo. Me fue más fácil convencer a los escritores de no hacer ficción y “anclar” sus relatos (“No vale mentir”, les decía) que convencer a periodistas de no informar, y en cambio limitarse a consignar impresiones. Ser literarios no significa adornar sino despojar al texto de aquello del lenguaje que es público, y que incluye a la mala literatura. ¿Usted vive de la literatura? Vivo en parte de hacer una forma de periodismo que en su estilo se
parece un poco a lo que escribo en mis novelas o poemas, y en parte también vivo de hacer un tipo de traducciones cuyas exigencias estilísticas requieren experiencia en traducción literaria (que la tengo). Además percibo una pequeña renta de mis libros que por ley es del 10% del precio de tapa, pero crece con alguna ocasional venta de derechos de autor y porque soy autora distribuidora, mediante distintos acuerdos con mis distintos editores. Este sistema de ventas incrementa mi margen de ganancia. Me he sentado en ferias con todos mis libros en una mesa. Es bueno porque la gente puede hacer preguntas y se llevan el libro firmado. Otros ingresos ocasionales son las contrataciones como jurado de concursos, los prólogos, los textos de catálogo, las clínicas de obra, las curadurías, los talleres literarios. También hago dibujos y me han comprado obra. He implementado sistemas de canje, bastante poéticos, por ejemplo al peluquero que me corta el pelo le podo sus novelas. Además vendo libros de otros autores. Tengo con un socio una librería virtual, Big Sur. Gasto poco, y tengo un don o destino que me hace atraer regalos o favores como un imán. Igual el dinero no alcanza. Sobre todo porque (salvo por los dos sueldos que llegan al banco) facturar me resulta un incordio kafkiano. Empecé a estudiar psicoanálisis y quisiera analizarme, pero no solo para resolver el enigma de la guita, sino para atender pacientes cuando tenga sesenta años.
Me parece que una afinidad interesante y un punto de contacto muy enriquecedor entre la literatura y el periodismo se produce en ese híbrido que es la crónica literaria... Es más fácil convencer a los escritores de no hacer ficción y “anclar” sus relatos que convencer a los periodistas de no informar, y en cambio limitarse a consignar impresiones. Ser literarios no significa adornar sino despojar al texto de aquello del lenguaje que es público, y que incluye a la mala literatura...
Beatriz habla muy suavemente y conserva a ras de la conversación un humor muy sutil al que hay que estar atentxs. En pocos días estará abierta la inscripción para los talleres que dictará en Gualeguaychú. Aunque no está la fecha predeterminada, los interesados pueden pasar por la Dirección de Cultura para obtener mayor información.
7
S gno
SÁBADO 14 DE FEBRERO DE 2015 .:. GUALEGUAYCHÚ .:. ENTRE RÍOS
FRAGMENTOS Milo Lockett (1967)
“
LA FRASE Ludwig Wittgenstein (1889-1951)
OCIO RECOMENDADO
STAFF
TODOS LOS DÍAS UNA COPITA x Paio
Sentimos que aun cuando todas las posibles cuestiones científicas hayan recibido respuesta, nuestros problemas vitales todavía no se han rozado en lo más mínimo. Por supuesto que entonces ya no queda pregunta alguna; y esto es precisamente la respuesta.
8
Director ElDía Sebastián Carbone Editor S!gno Luis Castillo Editor Suplementos Fernando Piciana Colaboradores Susana Lizzi Raúl Albanece Paio Zuloaga
el puñal Jorge Fernández Díaz | Planeta “Dura, negra, violenta, desencantada y apasionante novela. El puñal es tan argentina que estremece”, así la define Arturo Pérez-Reverte. “En esa foto personal e imaginaria, la dama blanca viste de negro y tiene las facciones duras y a la vez sensuales. Parece una asesina a sueldo, pero en realidad es una emperatriz provista de un puñal. Y resulta que ese puñal vengo a ser yo”, dice Remil, el protagonista de esta novela que trata sobre la turbulenta pasión entre un hombre y una mujer. Y también sobre la verdadera trastienda del poder, la narcopolítica y el crimen, que los medios no se atreven a contar. Jorge Fernández Díaz, el autor de Mamá y La logia de Cádiz, regresa con una trama que corta el aliento y que indaga al mismo tiempo la traición y el secreto, una rara obsesión amorosa y los intersticios de un país donde todos son corruptos y todos tienen una buena justificación para serlo.
más que mil palabras Miguel Russo | Emecé Album de fotos contadas, los textos que conforman Más que mil palabras abarcan sucesos ocurridos en ciento treinta años, aquí y allá, en lo privado y en lo público, desde fines del siglo XIX hasta ayer, de un presente hecho recuerdo a lo inimaginable hecho carne. Crónicas que se nutren de la filosofía, pequeños ensayos que atraviesan la narrativa, frases por donde se filtran colores y sonidos, situaciones que de tan imposibles solo pueden ser reales, relatos de injusticias y de pasiones nutren esta antología de historias que demuestran, de manera contundente, la potencia de las palabras. Compendio de cámaras que hacen clic. Lewis Carroll antes de ser Lewis Carroll, mientras buscaba a su Alicia. Un grupo de indios navajos cruzando el cañón de Chelly con su tradición hecha jirones. Las vidas que quedaron en la construcción del canal entre el mar Báltico y el mar Blanco. Dorothea Lange mirando a los ojos los resultados del crack del 29. Robert Capa y su miliciano durante la Guerra Civil Española. Guernica. La caída del Reichstag. Billie Holiday frente a un micrófono. Las internas del Moyano vistas por el ojo de Sara Facio. Los pies del Che Guevara como un panfleto arrojado al mundo. Bruno Barbey en medio del Mayo Francés. La nena que corre por una ruta vietnamita escapando del napalm arrojado por los estadounidenses. Lennon presagiando su destino ante la mirada de Iain Macmillan. Sarajevo. Nueva York durante el atentado a las Torres Gemelas. “Clic.” Miguel Russo recurre a poco más que mil palabras para mostrar todos los lados de cada una de esas imágenes que siguen mostrando qué somos. Y por qué. moderna, y brindarle una original mirada sobre ambas.
signo@eldiaonline.com.ar