Signo :: Suplemento de Arte y Cultura de ElDía (MAYO 2016)

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atahualpa yupanqui

el payador del pueblo


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SÁBADO 14 DE MAYO DE 2016 .:. GUALEGUAYCHÚ .:. ENTRE RÍOS

EFEMÉRIDES CULTURALES

23 de mayo de 1992

Atahualpa Yupanqui

Sus composiciones han sido cantadas por reconocidos intérpretes, como Mercedes Sosa, Los Chalchaleros, Horacio Guarany, Alfredo Zitarrosa, José Larralde, Jairo, Andrés Calamaro, Divi-didos, Soledad y Suma Paz, entre muchos otros, y siguen formando parte del repertorio de innumerables artistas en la Argentina y el mundo...

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tahualpa Yupanqui (Campo de la Cruz, Juan Andrés de la Peña, Partido de Pergamino, Buenos Aires, 31 de enero de 1908Nimes, Francia, 23 de mayo de 1992). Su verdadero nombre era Héctor Roberto Chavero. A los seis años comenzó a estudiar violín y guitarra con el profesor Bautista Almirón, quien sería su único maestro. En 1917 pasó con su familia unas vacaciones en Tucumán, lugar del que quedó prendado, tanto del paisaje y su gente como de los instrumentos propios de allí como el bombo y el arpa india, así como de su ritmo más identificatorio,

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la zamba; de esa experiencia dijo alguna vez que había conocido entonces: "el reino de las zambas más lindas de la tierra". Fue improvisado maestro de escuela, más tarde tipógrafo, cronista pero fundamentalmente músico. De su compañera permanente, la guitarra, decía: "Este instrumento se hizo presente en mi vida desde las primeras horas de mi nacimiento. Con guitarra alcanzaba el sueño...". Fue en Entre Ríos en donde nació su primera hija, Alma Alicia, por lo que vivió algún tiempo en Rosario del Tala. Participó en la fracasada sublevación de los hermanos Kennedy,

en la cual estuvo envuelto Arturo Jauretche, lo que quedó inmortalizado en su poema gauchesco “El Paso de los Libres”. A causa de su afiliación al Partido Comunista (de quien se separó en 1952) su obra sufrió la censura en numerosas ocasiones; la primera vez fue durante la presidencia de Juan Domingo Perón, en que fue detenido y encarcelado. Al respecto recordaba Yupanqui: "En tiempos de Perón estuve varios años sin poder trabajar en la Argentina... Me acusaban de todo, hasta del crimen de la semana que viene. Desde esa olvidable época tengo el índice de la mano derecha quebrado. Una vez más pusieron sobre mi mano una máquina de escribir y luego se sentaban arriba, otros saltaban. Buscaban deshacerme la mano pero no se percataron de un detalle: me dañaron la mano derecha y yo, para tocar la guitarra, soy zurdo. Todavía hoy, a varios años de ese hecho, hay tonos como el Si menor que me cuesta hacerlos. Los puedo ejecutar porque uso el oficio, la maña; pero realmente me cuestan". En 1949 viajó a Europa en donde conoció a Edith Piaf, quien lo invitó a actuar en París el 7 de julio de 1950. Inmediatamente firmó contrato con "Chant du Monde", la compañía de grabación que publicó su primer dis-

co larga duración en Europa, "Minero soy", que obtuvo el primer premio de Mejor Disco de la Academia Charles Cros, en un Concurso Internacional de Folklore. Sus composiciones han sido cantadas por reconocidos intérpretes, como Mercedes Sosa, Los Chalchaleros, Horacio Guarany, Alfredo Zitarrosa, José Larralde, Jairo, Andrés Calamaro, Divididos, Soledad y Suma Paz, entre muchos otros, y siguen formando parte del repertorio de innumerables artistas en la Argentina y el mundo. En 1967, se estableció en París volviendo periódicamente a la Argentina hasta 1976, al instaurarse la dictadura militar de Jorge Videla; en 1986 Francia lo condecoró como Caballero de la Orden de las Artes y las Letras, en 1987 volvió al país para recibir el homenaje de la Universidad de Tucumán; dos años más tarde debió internarse en Buenos Aires debido a trastornos cardíacos, pese a lo cual en Enero de 1990 participó en el Festival de Cosquín. A los pocos días, Yupanqui cumplió un compromiso artístico en París. Volvió a Francia en 1992 para actuar en Nîmes pero se indispuso y allí murió el 23 de mayo. Por su expreso deseo, sus restos fueron repatriados y descansan en Cerro Colorado.


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CRÓNICAS URBANAS | Héctor Luis Castillo

Lo que importa es la familia A veces no conviene tentar a la suerte. Como todo refrán —certero e indiscutible cuando se lo menciona posteriormente a los hechos—, es cuando cobran su verdadera fuerza de verdad. Tarde, eso sí, pero, a quién le importa. Julio Epifanio Delgado tenía 26 años y Clara, su hermana, 23. Recorrían desde hacía varios meses la provincia haciendo dinero fácil mediante secuestros virtuales. Antigua modalidad, nueva tecnología; la falta de escrúpulos y el temor junto a la incapacidad de reacción es una combinación que, bien o mal aprovechada —según se vea—, suele ser infalible. Se habían propuesto hacer dos operaciones —como les gustaba llamar a sus engaños— durante tres días y cambiar de ciudad; de ese modo, cuando la policía reaccionaba ya estaba a unos cuantos kilómetros de allí y con la sola denuncia de ancianos confundidos y asustados. La logística era simple pero eficaz; recorrer barrios no muy alejados del centro y observar el movimiento a fin de pesquisar ancianos, observar si vivían solos o a qué hora eran visitados, una vez detectada la víctima obtener su teléfono no era muy difícil merced a las nuevas guías telefónicas vía Internet y a la hora que consideraban adecuada según los hábitos de la víctima, el llamado telefónico. Esa mañana, tras haber concretado durante la madrugada sus dos estafas, abandonaban la pensión rumbo al garaje en donde habían dejado el auto dispuestos a partir hacia la próxima ciudad. El botín no era despreciable y todo había resultado extremadamente fácil. Seguramente por la experiencia acumulada que los había convertido en verdaderos profesionales, pensaba sin sonrojarse Julio. Cuando se dirigían hacia la salida de la ciudad la vieron. Sin decir palabra los hermanos cruzaron las miradas y una sonrisa se les dibujó casi en forma simultánea. El cuadro podría haber sido de una ternura y sencillez absoluta si no hubiera sido por estos dos que la convertían en una escena de espanto. El niño, que no superaba los 10 años subía al colectivo escolar y desde el estribo le arrojaba besos a la anciana que, desde su silla de ruedas, lo saludaba como si fuera la última vez. Julio detuvo el auto y comenzaron a hacer el trabajo de inteligencia como para atacar esa misma noche y luego sí, seguir viaje. La casa se veía de buena construcción, el jardín cuidado

demostraba las manos de un jardinero a quien deberían pagar y la limpieza que se podía observar era impensable para una anciana por lo que dedujeron que habría buen dinero guardado allí dentro. Clara recolectó información en el almacén de la esquina y sacando de mentira verdad —arte que había perfeccionado, hay que destacarlo— por la tarde ya sabían que la anciana, de nombre Carmen y a quien el niño a su cargo, el nieto, llamaba Lala, vivía sola, que era muy querida en el barrio, que tenía dos hijos varones, uno de ellos viudo y papá de Román, el niño, y ambos eran carniceros con una posición económica cómoda sin ser holgada, según referían los vecinos. Y, como si todos aquellos datos que recabaron no hubieran sido pocos, les informaron también que esa noche, como cada viernes, el niño se quedaba a dormir con el papá. A la una de la mañana Clara marcó en su celular el número de teléfono fijo de la anciana y cuando escuchó la voz apagada diciendo: ¿Quién es? Comenzó su actuación. —Lala, Lala, ayúdame. —¿Román? —Sí, Lala, soy Román, ayúdame, ayúdame Lala. En ese momento tomó el aparato Julio. —Escucháme, tenemos a tu

nieto, si querés verlo de nuevo vivo vas a hacer lo que te digamos. —Lo que quieran pero por favor, no le hagan nada, ¿Dónde está Carlitos? –nombró ingenuamente al padre del niño. —Carlitos ya sabe y ya puso su parte, faltás vos nomás y le entregamos el chico al padre. —Lo que quieran, les doy lo que quieran, pero no le hagan nada, se los suplico. —Calláte y escuchá, ¿cuánto tenés en la casa para darnos? —Plata mucha no tengo, pero tengo muchas joyas muy valiosas y que yo no uso hace años. —Me sirve —dijo Julio sin poder ocultar su entusiasmo—, me las vas a tener que traer adonde yo te indique y… —Pero m´hijo —dijo casi maternalmente la anciana— si yo no puedo ni moverme, además el alhajero está en la parte de arriba del ropero, yo no podría alcanzarlo de ninguna manera. —Bueno —dudó Julio— voy para allá pero ni se te ocurra llamar a la cana o sino olvidate de tu nieto. —No, por favor, no le hagan nada, se lo suplico, vengan cuanto antes así se lo devuelven de una buena vez al padre. A los pocos minutos el timbre pareció resonar en toda la manzana. Abrió la puerta la viejecita y se encontró con las dos figuras a cara descubierta. Eran tan jóvenes, hasta podrían haber sido sus hijos, pensó.

—Pasen, pasen —dijo concierto nerviosismo. Cerraron la puerta tras de sí y encararon a la dueña de casa. —¿Dónde está la pieza? Dale, no nos hagas perder tiempo que el chico quedó solo. —Por aquí, pasen, pasen, por favor. Prendan el velador al lado de la cama porque la luz grande se me quemó hace días —indicó. Ingresaron a la habitación a oscuras y la anciana en su sillón de ruedas permaneció afuera. Julio encendió, tanteando sobre la mesita de noche, la luz. Clara lo siguió. Del otro lado de la cama matrimonial en donde dormía la dueña de casa, los dos hijos, cada uno con unas enormes cuchillas de carnicero, los miraban inexpresivos. La puerta se cerró desde afuera. La abuela, demasiado entusiasmada conversando con su nuera, que le relataba lo grande y lindo que estaba su sobrino, no prestó atención a lo que debía estar sucediendo en su cuarto en ese momento. —Lo importante —decía la abuela remedando una vieja frase de una serie televisiva— es la familia, ¿no? —Cuánta razón tenés, abuela, cuánta razón.¿Está todo bien ahí?, como los muchachos salieron a las corridas Romancito se quedó un poco preocupado. —Sí, mi querida, todo está bien, más que bien.

Julio detuvo el auto y comenzaron a hacer el trabajo de inteligencia como para atacar esa misma noche y luego sí, seguir viaje. La casa se veía de buena construcción, el jardín cuidado demostraba las manos de un jardinero a quien deberían pagar y la limpieza que se podía observar era impensable para una anciana por lo que dedujeron que habría buen dinero guardado allí dentro. Clara recolectó información en el almacén de la esquina y sacando de mentira verdad...

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ENTREVISTA | Héctor Luis Castillo

Baiuka

"La magia también es un arte" teresa impresionarlos sólo con la magia sino provocar la risa, quiero que los chicos se diviertan y, en ese contexto, que aparezca la sorpresa. Uno busca sorprenderlos mientras se divierten.

Pueblo Belgrano será sede del Primer Congreso Internacional de Magia (del 27 al 29 de mayo). Participarán más de 70 magos de toda la Argentina y de países limítrofes, a lo que hay que sumarle 20 que son invitados especiales ya que no sólo asisten al congreso sino que harán su propio show. Me parece que no es menor destacar que esta es la primera vez que se hace un evento de esta característica en la provincia de Entre Ríos...

¿Cómo surge la idea de este primer congreso internacional? Yo soy fundador de la Red de Magos Solidarios de la Argentina, algo que nació en uno de los peores momentos del país como fue el 2001; en ese momento yo vi que se formaban grupos corales y cosas por el estilo y me pareció una buena idea sumar la magia a toda esa movida solidaria. Hubo muy buena respuesta por parte de otros magos y así fue conformándose esta red; experiencia que después se repitió en otros países como España o Perú. Nosotros, gracias a la magia solidaria pudimos hacer obras de importancia como una escuela en Santiago del Estero. Ese fue un trabajo en el que a través de rifas, shows y demás, íbamos colectando dinero mientras los padres trabajabanen la construcción y así, entre todos, pudimos levantar una escuela. A partir de entonces, empezamos a reunirnos en congresos en diferentes lugares del país y que servían para intercambiar experiencias, conocernos y seguir planificando actividades de bien comunitario como el que te contaba. Hace algunos meses le planteé a (Mauricio) Davico llevar adelante en Pueblo Belgrano un evento de etas características y realmente la respuesta que tuve por parte del Municipio es destacable; si bien no hubo aporte de dinero, sí tenemos colaboración desde otros aspectos tales como alojamiento y demás. No nos olvidemos que se esperan más de 70 magos de toda la Argentina y de países limítrofes, a lo que hay que sumarle 20 que son invitados especiales ya que no sólo asisten al congreso sino que harán su propio show. Me parece que no es menor destacar que esta es la primera vez que se hace un evento de esta característica en Entre Ríos. ¿De dóndeprovienen todos los participantes al evento? De casi todo el país: Santa Fe, Neuquén, Santiago del Estero, Mendoza, Misiones y Buenos Aires, entre otras provincias; además de Chile, Uruguay y Paraguay.

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a magia es casi tan antigua como el hombre; tratar de entender la naturaleza y de modificarla después, fue la piedra angular que derivó en la ciencia y la tecnología. Pero cuando aún todo eso no existía, existían quienes se anunciaban con poderes capaces de lograr lo imposible: los magos, que por entonces se denominaban hechiceros. A partir de mediados de 1800, un hombre convirtió el equivalente de magohechicero a mago-ilusionista: Jean Eugène Robert-Houdin, el hombre que convirtió a la magia en espectáculo. Hoy por hoy prácticamente es lo mismo, algunos reservan el término de ilusionista para quienes utilizan más aparatos o tecnología y el mago sigue siendo aquel que con pocos elementos, en espacios reducidos, y que sólo con su talento y habilidades, le alcanza para cautivara su público. José Luis podría ser un nombre como tantos; Baiuka, sin embargo, es único. Es el nombre singular de quien, a través de la magia, logra transformar los rostros haciendo nacer la sonrisa y el asombro. En pocos días, el Club Cerro Porteño de Pueblo Belgrano será sede del Primer Congreso Internacional de Magia (del 27 al 29 de mayo) y este hombre, Baiuka, que en pleno siglo XXI continúa sacando palomas de la galera, es su organizador.

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¿Crees que hay muchos cambios entre el público infantil de tu infancia y el de ahora? Yo recorro muchas escuelas rurales y ahí ves que todavía los chicos siguen sorprendiéndose como nosotros cuando éramos chicos; notás que para ellos sigue viva la magia, tienen mucho más preservada la capacidad de sorprenderse. A los chicos de la ciudad les cuesta más , por eso uno debe ser más interactivo, hacerlos participar más, no permitirles que decaiga su atención, porque están másacostumbrados al ritmo vertiginoso de los video juegos, la play station y demás, por lo que su tiempo de atención es mucho menor y eso te obliga a manejar otros ritmos . Cada público es distinto y ahí está la capacidad para ir adaptándose a cada uno de ellos; uno no debe olvidarse que, aunque distintos, son todos niños y en los espectáculos para adultos uno también está buscando ese niño que todos llevamos adentro y que quiere seguir sorprendiéndose. Es importante, además, manejar el ritmo ya que cada vez es más notorio el corto tiempo de atención de los chicos, propios de la gran estimulación a la que están sometidos, sin dudas. Por eso en mis shows no me in-

¿Es un espacio sólo para los magos o el público tendrá participación? Por un lado tendremos nuestras propias reuniones, en lo que hace a la parte estrictamente de congreso, es decir, las conferencias, pero a eso hay que sumarle las galas, la feria mágica, los remates, en donde los magos que fabrican sus propios tucos los venden al público; además vamos a hacer espectáculos gratuitos en algunas escuelas rurales, todo muy solidario, al igual que talleres de magia gratuitos, etcétera. ¿Cómo evaluarías el nivel de nuestros magos? Tuve la oportunidad de estar en muchos países, en Europa estuve varias veces, y puedo asegurarte que el nivel de los magos argentinos no tiene nada que envidiar a los de cualquiera de estos países, tenemos un muy buen nivel de magia. ¿Qué estilo de magia es el más utilizada? Acá lo que predomina es lo que denominamos magia de salón, es decir, esa que ponemos en funcionamiento en el living de una casa o en un club o una escuela, lugares en donde no se necesita de grandes estructuras sino que privilegiamos encontacto con la gente, ya sean niños o adultos, como te decía antes; la sorpresa y el humor no están nunca ausentes en nuestros espectáculos, y el contacto directo. Yo soy ventrílocuo, y, aunque parezca mentira, a los pocos minutos de actuar, no sólo los chicos sino también los grandes se olvidan de que es un muñeco lo que tengo conmigo y están convencidos de que es él quien está hablando, eso también es una forma de magia, ¿no? ¿Cómo se llama tu muñeco? Coco García y es un viejito que se queda dormido a cada rato, pero que fundamentalmente cobra vida, parece increíble pero vos lo ves y parece que fuera de verdad, ¡que está vivo! Y vos sabes que soy yo el que lo está moviendo, pero te olvidas de eso y lo ves solo a él, vivo. ¿Qué opinas de los que ofrecen magia blanca, magia negra y demás? Esos no son magos, son chantas, gente que lucra con la necesidad de la gente, lo nuestro es para divertir, para entretener, sin por eso dejar de transmitir valores a los pibes a través de lo que dejamos como mensaje, pero eso de ofrecer curas y demás, no me gusta, no me parece bien ni ético, lo detesto, porque no tiene nada que ver con lo que hacemos nosotros que, sin dudas, no es otra cosa que arte.


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MIRADAS | Orlando Van Bredam

Crónicas de héroes y traidores

Un acto de justicia histórica

Bartolo es uno de los pocos esclarecidos, no desde la opinión de afuera, sino desde sus propias cavilaciones, acerca de lo que hay que hacer para salvar a la patria, su patria, su lugarcito en el mundo desde el que será posible tener una vida libre y mejor, sin ataduras a ningún amo de afuera o de adentro...

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stoy cada vez más convencido de que la historia es una verdad llena de mentiras y la literatura, una mentira llena de verdades. A partir de aquí, es fácil inferir que una novela histórica, cualquiera sea su recorte, está disculpada respecto de la autenticidad de los hechos que relata porque pone en juego otros elementos más interesantes: agitaciones, nervios, gritos, fragores y desplantes que la historiografía, en su severa búsqueda, ignora u olvida. Por eso, la ficción es mucho más amable con sus lectores, les acerca un mundo posible, conjetural pero posible, como sólo el arte puede hacerlo. Y es aquí, cuando escuchamos, sentimos y comprendemos lo que los documentos no alcanzan a hacer nunca. Es la mirada comprensiva, piadosa del novelista la que le devuelve a los protagonistas de la historia, reconocidos u olvidados, su altura humana, su verdadera condición de sujetos inquietos e inquietantes. Seguramente el mayor mérito de esta hermosa novela que Héctor Castillo ha titulado “Crónicas de héroes y traidores” resida en la construcción, desde lo literario, de un personaje singular, Bartolo Zapata, cuya sin-

gularidad nace del brutal contraste con una época de hombres ambiguos, arrastrados por miserias y debilidades de siempre, como la codicia, la soberbia, el doble discurso, la cobardía y la relatividad de la traición (quién traiciona a quién, cuando nada parece estar muy claro, ni siquiera para los revolucionarios de Mayo que dicen una cosa y hacen otra). Sin embargo, en este contexto, tan frecuente en la historia

argentina en todas sus épocas, Bartolo es uno de los pocos esclarecidos, no desde la opinión de afuera, sino desde sus propias cavilaciones, acerca de lo que hay que hacer para salvar a la patria, su patria, su lugarcito en el mundo desde el que será posible tener una vida libre y mejor, sin ataduras a ningún amo de afuera o de adentro. Castillo elige para su novela, un gaucho olvidado que arrastra a otros gauchos, que en su osadía

libertaria pone en evidencia la cobardía y la genuflexión de los poderosos y esto se paga siempre en un país como el nuestro, primero con la vida y después con el olvido, un país acostumbrado a cercenar la historia y llenarla de mentiras. Zapata representa precisamente la gran omisión, la elipsis canalla del poder, por eso “Crónicas de héroes y traidores” no es sólo una gran novela, es también un acto de justicia histórica.

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MIRADAS

Conversaciones con Eduardo Julio Giqueaux

Metafísica y Filosofía

Cuando la actitud metafísica ha sido canalizada o se canaliza a través de la reflexión filosófica, surge la posibilidad de la ontología, es decir, del estudio del ser en cuanto ser, como quería Aristóteles y toda la filosofía tomista que siguió sus pasos. De este modo, resulta claro que si bien toda ontología es metafísica, no toda metafísica es ontología...

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rofesor, ¿cómo se origina la metafísica? ¿Cuál es, en realidad, su verdadero significado? La metafísica, como actitud, ha existido y existirá siempre. Eso creemos. En cuanto a la palabra se refiere –según cuenta la tradición– tiene una larga y muy curiosa historia. El descubrimiento de los libros aristotélicos –perdidos durante siglos– en el sótano de una vieja casona, llevado a cabo por Andrónico de Rodas en el siglo I antes de nuestra era, parece haber definido su bautismo nominal. El mencionado filósofo rodio, que por un tiempo dirigió la escuela aristotélica, clasificó los libros encontrados utilizando un criterio que podríamos calificar de simple y pragmático: ubicó, en primer término, los libros de la física; después de los tratados de física, los de metafísica; de allí que su nombre signifique ”más allá de la física”. No todos, sin embargo, han compartido enteramente este criterio. Entre ellos, Fernand van Steenberghen, de la Universidad de Lovaina, (que recoge una interpretación de P. Moraux consignada en –“Les listes anciennes des ouvrages d’Aristote”), considera improbable que el nombre haya surgido de una simple ordenación bibliográfica: quizás dicha expresión – argumenta– tenga más bien un significado pedagógico, y deba entenderse con el sentido de “libros que a causa de la dificultad de su objeto, deben enseñarse después de la física” (F. van Steenberguen. “Ontología”). De todos modos, considerada de una u otra manera, la delimitación establecida por Andrónico de Rodas llegó victoriosa hasta nosotros.

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En nuestros días, ¿cree que sigue teniendo el mismo significado? Diríamos que la palabra se ha cargado de matices, y que estos matices han modificado en cierta medida su significación tradicional. No obstante y a pesar de ello, podemos afirmar que hoy se la utiliza con dos sentidos claramente diferenciados: un sentido académico y un sentido popular. El uso académico es el que recibe en los centros de estudios superiores, en los claustros universitarios, en los que la metafísica, junto a otros problemas filosóficos, se ha convertido en tema de enseñanza e investigación. Más allá de las diferencias de interpretación que se originan en las distintas escuelas del pensamiento filosófico –como resulta explicable suponer– la metafísica es ordinariamente considerada en ellos como un capítulo de la filosofía o bien, y en el mejor de los casos, como la disciplina filosófica que se ocupa de estudiar el ser en general, en dos palabras, esa especie de “común denominador”–el ser– que suele considerarse como el soporte de toda la realidad. El uso popular de la palabra, en cambio –y dejando a un lado los cursos de “autoayuda”, que suelen hacer uso y abuso del término

metafísica– nos pondrá rápidamente en relación con una significación enteramente diferente, referida a esa muchedumbre de personajes que pueblan el folclore y dan cuerpo a ceremonias y cultos de magia y religiosidad populares, capaces de generar teorías y creencias que terminan muy fuertemente arraigadas en el imaginario colectivo lugareño y de cuya existencia y gravitación en el comportamiento personal y colectivo no se duda jamás. “Seres imaginarios que, como tales, escapan al rigor de las leyes biológicas y físicas –escribiría Adolfo Colombres, celebrado ensayista y folclorólogo argentino– han poblado siempre las noches del planeta y también la luz, sin que la era del átomo y la cibernética haya podido acabar con ellos, acaso porque el conocimiento científico y las utopías sociales están aún lejos de calmar todos los miedos ancestrales del hombre y de colmar sus esperanzas” (A. Colombres. “Seres Sobrenaturales de la Cultura Popular Argentina”). Sin duda alguna, la amplitud comprensiva, el “espesor” semántico del término con el que Aristóteles designaba el estudio del “ser en cuanto tal” o bien “la ciencia general del ser” –también llamada “filosofía primera”– ha dificultado en alguna medida la justeza de su circunscripción conceptual: a nuestro criterio, la metafísica no puede ser considerada como la ciencia del ser en general, simplemente porque la metafísica no es una ciencia. Como ya lo hemos anticipado, representa, a nuestro criterio, una actitud que impulsa al hombre a trascender los límites del mundo sensible en procura de sus fundamentos. Posibilita, si se quiere, la elaboración de algunas propuestas que en cierta medida procuran satisfacer genuinas necesidades humanas, especialmente en aquellos que no se limitan a vivir respondiendo tan sólo a los requerimientos de la experiencia sensible, y se esfuerzan por trascenderlos en busca de algunas certidumbres que faciliten la construcción del sentido último del hombre y la realidad, para contrarrestar de algún modo lo que Peter L. Berger ha dado en llamar el “terror existencial”. Vale también aclarar que esta actitud metafísica no siempre –diría más bien, casi nunca– ha tenido el carácter de una búsqueda enteramente racional. Hecho fácilmente explicable, si tenemos en cuenta que los “límites” del mundo sensible pueden franquearse también por conductas afectivas, como el amor, la intuición, las emociones o la fe. Las ciencias resultan así tan metafísicas como la filosofía y la actitud metafísica puede encontrarse tanto en el ámbito del arte como en el de la religión, las costumbres, la vida cotidiana. Con una salvedad de importancia, sin embargo: cuando la actitud metafísica ha sido canalizada o se canaliza a través de la reflexión filosófica, surge la posibilidad de la ontología, es decir, del estudio del ser en cuanto ser, como quería Aristóteles y toda la filosofía tomista que siguió sus pasos. De este modo, resulta claro –al menos para nosotros– que si bien toda ontología es metafísica, no toda metafísica es ontología. De cualquier manera, reconozcamos su derecho a la existencia; la naturaleza humana lo exige, ya que un absoluto empirismo existencial sólo puede hallarse en el campo de las teorías. Todo parecería indicar que la aparición de la filosofía cristiana fue un factor decisivo en la expansión de la metafísica… Yo diría, más bien, de toda la “filosofía”; no olvide que el tomismo prevaleció en la mayoría de las universidades europeas –Bolonia, Nápoles, Lovaina, Oxford– y especialmente la de París, en la que SantoTomás de Aquino tenía a su cargo la cátedra de Teología. No podemos ignorar que la enorme influencia ejercida por el cristianismo a lo largo y a lo ancho del continente europeo –hay escritores, como Hilaire Belloc, que afirman que Europa es una creación del cristianismo– fue generando las condiciones de posibilidad de una renovada cosmovisión y, por ende, de una metafísica teológica basada en las ideas de la nueva fe: San Agustín buscó apoyo en las teorías platónicas, así como Santo Tomás reactualizó las ideas aristotélicas. Forzoso resulta reconocer que en el curso de este proceso de “transfusión ideológica”, la labor de los filósofos árabes –Avicena, Averroes, Alfarabi, Abentofail y otros, casi totalmente consagrados a la traducción y difusión de las obras aristotélicas, fue de fundamental importancia para que las ideas de la filosofía tomista se divulgaran generosamente por España. Gracias a la vocación manifiesta de los árabes, la filosofía de Aristóteles reinará soberana durante un largo período, y la iglesia, principalmente a través de Santo Tomás de Aquino, tomará rápidamente posesión de ellas, dando origen así a ese enorme “corpus” conceptual que llamamos “el tomismo”. ¿Cómo cree que llegó el hombre en tan tempranas épocas a formarse la idea de una realidad distinta de la de su propio cuerpo, llámesele ánima, imagen, alma, soplo o como se quiera? Además, ¿de dónde pudo


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haber obtenido la convicción de que la muerte no representa el fin de la existencia individual sino, más bien, una suerte de continuación o de nueva existencia ? Creo que algunos datos muy interesantes para ensayar un proyecto de respuesta a la muy compleja pregunta que me ha formulado, mi estimado amigo, nos los proporciona Louis Bourdeau en su libro “El Problema de la Muerte”, que vio la luz en los primeros años del siglo XIX: esa convicción derivó del irreprimible deseo de seguir viviendo y de las ilusiones aportadas por los sueños. Pero haríamos mejor en escuchar sus propias palabras: “Los ensayos intentados para dar cuenta de un hecho tan misterioso, aunque tan vulgar, han tenido las más vastas consecuencias, y no se exagera al decir que de ahí derivan todas las concepciones de la teología y de la metafísica… Representémonos un hombre de los tiempos primitivos entregado, por causa de su completa ignorancia, a todo género de ilusiones y obligado a imaginarse lo que él querría pero no puede conocer: se duerme y sueña. Cuando despierta se encuentra en el mismo lugar donde el sueño se había apoderado de él, y aquellos que habiendo permanecido despiertos en torno suyo no lo han perdido de vista, le certifican que no ha cambiado de lugar. Sin embargo, él recuerda con toda claridad que ha ido en sueños a otros lugares, que ha visto tales cosas, tenido tales encuentros y obrado de tal modo… En todos estos fenómenos, como durante el sueño, el yo interior parecía abandonar por algún tiempo al yo visible y unirse nuevamente a él más tarde por una especie de despertamiento”… (Id.,18). Queremos pensar que poco a poco estas experiencias subjetivas fueron ganando el espacio psicosocial de la intersubjetividad a partir del intercambio y el comentario continuados. Diríamos que de esta forma y paulatinamente fueron logrando integrarse a la conciencia colectiva para volverse, forzosamente, parte de un entramado psicológico que definiría, de ahí en adelante y en forma inequívoca la condición precaria y perecedera de la naturaleza humana. Todo lo que vive está en el tiempo y, como muy bien nos lo enseñara Bergson, el tiempo, que hace posible la duración, es también el que inexorablemente, termina con ella. Por fin, cuando estos componentes de la conciencia colectiva fueron alcanzando paulatinamente la consistencia que los volvió manifiestos y evidentes, comenzaron a proyectarse en las narraciones y las historias populares, objetivándose en la forma de personajes malignos o benignos, confiables o intrigantes, capaces de dañar o beneficiar al hombre a cambio de su entrega (alma), su fidelidad y sus ofrendas. Su identidad taumatúrgica y su “incumbencia” milagrera se vieron así reafirmadas a partir de una reconfiguración histórica y geográfica de su estatus social. Los personajes, en un principio “metafísicos”, se fueron volviendo populares y sus andanzas empezaron a ser leídas y contadas como una ratificación de su realidad, consolidada a través de las historias y relatos de las madres, abuelas y nodrizas, de los que no se duda jamás. El niño los internaliza, les da existencia y… con ellos vuelve a soñar. ¿Frente a frente, una vez más, el mundo de los deseos y el mundo de los hechos? ¿Recuerdan aquel viejo aforismo?: “Cuando la inteligencia y la imaginación colisionan, triunfa siempre la imaginación”? Se repite con insistencia que la metafísica constituye el corazón de la filosofía. ¿Qué es lo que impulsa al hombre a hurgar en una dimensión visiblemente "meta”? Ante todo, dejemos claramente sentado que –con mayor o menor gravitación– la metafísica constituye una presencia constante en cualquier tipo de planteamiento filosófico. En cuanto atañe a la primera parte de su inquietud, cabe destacar que la historia de la filosofía, con mayor o menor relieve, ha señalado tres momentos en los que el apogeo de la metafísica se mostró incuestionable y terminante: el primero se dio con Aristóteles, que se esforzó por derivar las propiedades del ser a partir del análisis de la proposición gramatical, como bien lo ha señalado la crítica; el segundo, con Santo Tomás de Aquino, en el siglo XIII, quien fusionó la filosofía esencialista de los griegos con la interpretación creacionista del pensamiento judeo cristiano; y, finalmente, con Martín Heidegger y los filósofos exis-

tenciales de su tiempo, con sus reflexiones acerca del ente y la nada; recordemos que en su “Introducción a la Metafísica” Heidegger llegó a decir: “La pregunta caracterizada por nosotros como jerárquicamente primera, “¿por qué es en general el ente y no más bien la nada?” es, por tanto, la pregunta metafísica fundamental. La Metafísica es el nombre del centro determinante y del núcleo de toda filosofía”. En lo tocante a la segunda de las cuestiones, la respuesta no puede ser otra que el deseo de saber; pero como el saber tiene un valor instrumental, aquí se trata también de la búsqueda de un saber que le permita al hombre resolver el problema que le plantea su propia existencia. Sin dudas, lo que lo empuja hacia el pensar es la insuficiencia de las respuestas que la ciencia y en general la cultura le ofrecen acerca de una cuestión que tiene para él una importancia decisiva: la vida misma, y más especialmente aún, el “después”. Esas escasas y endebles razones que apenas logra entrever en la muchedumbre de las teorías que se le ofrecen, le ayudan, tan sólo relativamente, a sobrellevar el “lado–día” de la vida, pero en modo alguno lo satisfacen. Por esta misma razón es esperable –afirmaba Bertrand Russell en “La Perspectiva Científica”– “que el decaimiento de la fe científica conduzca a una recrudescencia de las supersticiones precientíficas”. Por su parte, el teólogo luterano Peter Berger, considera que la ciencia y la filosofía modernas han puesto en marcha un proceso de deconstrucción que procura desenmascarar la realidad, y han terminado por socavar todas las certezas. De cualquier manera y para ir cerrando, digamos que, frente al gran enigma que representa para el hombre la existencia del universo y de sí mismo, el recurso a la metafísica se vuelve en cierto modo indispensable. Para los filósofos –más allá, naturalmente, de aquellos que sin rubor alguno rechazan esta posibilidad– el recurso a la metafísica abre el camino para un tanteo reflexivo en la dimensión de los fundamentos; para el hombre común, en cambio, que procura lograr cierto alivio a partir de la obtención de algunas certezas, representa la dimensión de la esperanza. Al menos, eso es lo que creemos. ¿En qué consideración se tienen hoy los estudios metafísicos? A pesar de su gravitación histórica –que no fue poca– y de haber sido sostenida casi siempre por la consistencia de un sistema religioso –fuera de algunas reservas doctrinales, claro está– la metafísica parece hoy, como nunca, gozar de muy mala prensa. Expulsada sin miramientos tanto del ámbito de las ciencias empíricas como así también de la filosofía posmoderna, se ha reacantonado y sobrevive –lo hemos dicho ya– en el terreno de las tradiciones y las creencias, hecho este que resulta enteramente comprensible si tomamos en consideración que las creencias suponen la aceptación de un enunciado prescindiendo de toda prueba o demostración. Las creencias no nos proporcionan verdades, nos dan certidumbres, es decir, convicciones, que pueden llegar a ser también colectivas si son participadas por los miembros de una comunidad. Las creencias son el fundamento de las costumbres, y las costumbres son el refugio de las convicciones. Hoy, y en abierto contraste con los criterios empleados en el medioevo, la palabra metafísica –lo sabemos ya– es indistintamente utilizada con significados muy diversos, a veces considerablemente distanciados entre sí; sin embargo, de una manera u otra, todos ellos siguen sustentados por la idea de trascendencia. Pienso que si las condiciones de vida se mantienen tal y cual ahora las conocemos y las respuestas de la ciencia a las cuestiones fundamentales de la existencia humana permanecen como hasta el presente, el hombre está irremisiblemente “condenado” a la metafísica. Es el hombre quien hoy nos plantea el mayor de los problemas metafísicos, el hombre, el ser sobre quien rebota el extraordinario preguntar por lo extraordinario, diríamos parafraseando a Heidegger. Biológicamente, ya lo conocemos. Y lo más grave del caso, es que este planteo se formula al comienzo de un siglo que se niega a sí mismo y a viva voz la posibilidad de un reencuentro con una visión del mundo más espiritualizada y humanizante.

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A pesar de su gravitación histórica y de haber sido sostenida casi siempre por la consistencia de un sistema religioso, fuera de algunas reservas doctrinales, la metafísica parece hoy, como nunca, gozar de muy mala prensa. Expulsada sin miramientos tanto del ámbito de las ciencias empíricas como así también de la filosofía posmoderna, se ha reacantonado y sobrevive en el terreno de las tradiciones y las creencias...

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FRAGMENTOS Guillermo Kuitca (1961)

LA FRASE Paul Auster

TODOS LOS DÍAS UNA COPITA x Paio

Cada vez hay menos lectores. Cada vez la literatura tiene que competir con otras formas de ocio. Esto nunca me ha preocupado, porque los libros tienen algo que no tiene la música u otras formas de arte: los libros se leen individualmente...

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OCIO RECOMENDADO

(1947)

Director ElDía Sebastián Carbone Editor S!gno Luis Castillo Editor Suplementos Fernando Piciana Colaboradores Eduardo Julio Giqueaux Paio Zuloaga

la última salida Federico Axat | Editorial Destino El autor es ingeniero de profesión, pero su interés y vocación lo han llevado a dedicarse también a la escritura. Su obra se caracteriza por altas dosis de suspenso, giros narrativos sorprendentes y unos finales siempre inesperados. En "La última salida", la historia se basa en Ted, un ricachón que tiene una familia perfecta: una esposa y dos hijas adorables. Nadie podría imaginar el motivo que lo ha llevado a tomar la drástica decisión de quitarse la vida. Cuando oye sonar el timbre una y otra vez, su primera reacción es ignorarlo y apretar el gatillo de una vez por todas. Pero entonces descubre una nota escondida entre sus cosas; una nota con su caligrafía que no recuerda haber escrito: "Abre la puerta. Es tu última salida". Al otro lado de la puerta encuentra a un desconocido llamado Lynch, que no sólo sabe lo que Ted está a punto de hacer, sino que además le hace una propuesta difícil de rechazar: un plan para evitar que su familia sufra ante las consecuencias devastadoras de un suicidio. Ted acepta sin imaginar que la nota en el escritorio y la oferta de Lynch son apenas el comienzo de un juego macabro de manipulaciones. Alguien ha sembrado un camino de migas que Ted irá recogiendo. Alguien que lo conoce mejor que nadie lo hará dudar de sus propias motivaciones y también de las personas que lo rodean. ¿Quién maneja los hilos desde las sombras? A veces sólo podemos confiar en nosotros mismos. Y, en ocasiones, ni siquiera eso.

cinco esquinas Mario Vargas Llosa | Editorial Alfaguara La última obra del ganador del Premio Nobel de Literatura 2010, una historia exquisita que en su prólogo el autor describe así: Él había pensado que, después de todo, un periodista puede ser a veces útil. "Y también peligroso", concluyó. Tuvo el presentimiento de que nada bueno saldría de esta visita." "La idea de esta novela comenzó con una imagen de dos señoras amigas que de pronto una noche, de una manera impensada para ambas, viven una situación erótica. Luego se fue convirtiendo en una historia policial, casi en un thriller, y el thriller se fue transformando en una especie de mural de la sociedad peruana en los últimos meses o semanas de la dictadura de Fujimori y Montesinos. Me gustó la idea de que la historia se llamase Cinco esquinas como un barrio que, de alguna manera, es emblemático de Lima, de Perú y también de la época en la que está situada la historia. "Si hay un tema que permea, que impregna toda la historia, es el periodismo, el periodismo amarillo. La dictadura de Fujimori utilizó el periodismo de escándalo como un arma política para desprestigiar y aniquilar moralmente a todos sus adversarios. Al mismo tiempo, también está la otra cara, cómo el periodismo, que puede ser algo vil y sucio, puede convertirse de pronto en un instrumento de liberación, de defensa moral y cívica de una sociedad. Esas dos caras del periodismo son uno de los temas centrales de "Cinco esquinas".


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