Signo :: Suplemento de Arte y Cultura de ElDía (ENERO 2016)

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SÁBADO 16 DE ENERO DE 2016 .:. GUALEGUAYCHÚ .:. ENTRE RÍOS

EFEMÉRIDES CULTURALES

11 de enero de 1996

Tato Bores

El monólogo tiene una clave: es una especie de reportaje político; yo leo los titulares de los diarios y cuento las noticias en el escenario agregándole un comentario jocoso. Pero siempre hay que actualizar la información: un chiste político del jueves no hace reír el viernes...

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auricio Borensztein, más conocido por su nombre artístico Tato Bores, (Buenos Aires, Argentina, 27 de abril de 1927 – ibídem, 11 de enero de 1996) fue un reconocido humorista, actor y presentador de televisión argentino. Si bien actuó en cine, teatro y televisión, es en este último medio donde con su humor político marcó a generaciones de argentinos. Es apodado el Actor Cómico de la Nación. Hizo reír a generaciones de habitantes a lo largo de su carrera de más de 50 años. Fue una de las figuras más queridas del país. Participó en 19 películas y una infinidad de ciclos de TV y obras teatrales. Fue declarado Ciudadano Ilustre de la Ciudad de Buenos Aires en 1992. A través del humor, dijo lo que nadie podía o quería decir. La sagacidad de sus comentarios, la crítica sutil que evitaba la censura cautivó a los televidentes. Tato renovó el lenguaje del humor político. Y para muestra sólo hace falta un botón: "¿Quién tiene la culpa?", uno de sus monólogos más brillantes. "La culpa de todo la tiene el ministro de Economía dijo uno... -¡No señor!, dijo el ministro de Economía mientras buscaba un mango debajo del zócalo. La culpa de todo la tienen los evasores... -¡Mentiras!, dijeron los evasores mientras cobraban el 50% en negro y el otro 50% también en negro. La culpa de todo la tienen los que nos quieren matar con impuestos... -¡Falso!, dijeron los de la DGI mientras preparaban un nuevo impuesto al estornudo. La

culpa de todo la tiene la patria contratista... -¡Pero, por favor!, dijo un empresario de la patria contratista mientras cobraba peaje a la entrada de las escuelas públicas. La culpa de todo la tienen los de la patria financiera... -¡Calumnias!, dijo un banquero mientras depositaba a su madre a siete días. La culpa de todo la tienen los corruptos que no tienen moral... -¡Se equivoca!, dijo un corrupto mientras vendía a 100 dólares un libro que se llamaba “Haga su propio curro” pero que, en realidad, sólo contenía páginas en blanco. La culpa de todo la tiene la burocracia que hace aumentar el gasto público... -¡No es cierto!, dijo un empleado público mientas con una mano se rascaba el pupo y con la otra. La culpa de todo la tienen los políticos que prometen una cosa para nosotros y hacen otra para ellos... -¡Eso es pura maldad!, dijo un diputado mientras preguntaba donde quedaba el Congreso. La culpa de todo la tienen los terratenientes que no nos dejaron nada... -¡Patrañas!, dijo un terrateniente mientras contaba hectáreas, vacas, ovejas, peones y recordaba antiguos viajes. La culpa de todo la tienen los comunistas... -¡Perversos!, dijeron los del politburó local mientras bajaban línea para elaborar el duelo. La culpa de todo la tiene la guerrilla trotskista... -¡Verso!, dijo un guerrillero mientras armaba un cochebomba para salvar a la humanidad.

La culpa de todo la tienen los fascistas... -¡Malvados!, dijo un fascista mientras quemaba una parva de libros juntamente con el librero. La culpa de todo la tienen los judíos... -¡Racistas!, dijo un sionista mientras miraba torcido a un coreano del Once. La culpa de todo la tienen los curas... -¡Blasfemia!, dijo un obispo mientras fabricaba ojos de agujas como para que pasaran diez camellos al trote. La culpa de todo la tienen los científicos que creen en el Big Bang y no en Dios... -¡Error!, dijo un científico mientras diseñaba una bomba capaz de matar más gente en menos tiempo con menos ruido y mucho más barata. La culpa de todo la tienen los padres que no educan a sus hijos... -¡Infamia!, dijo un padre mientras trataba de recordar cuántos hijos tenía exactamente. La culpa de todo la tienen los ladrones que no nos dejan vivir... -¡Me ofenden!, dijo un ladrón mientras arrebataba una cadenita a una jubilada y, de paso, la tiraba debajo del tren. La culpa de todo la tiene los policías que tienen el gatillo fácil... -¡Minga!, dijo un policía mientras primero tiraba y después preguntaba. La culpa de todo la tiene la Justicia que permite que los delincuentes entren por una puerta y salgan por la otra... -¡Desacato!, dijo un juez mientras cosía pacientemente un expediente de más de 500 hojas que luego, a la noche, volvería a descoser. La culpa de todo la tienen los militares... -¡Negativo!, dijo un coronel mientras ordenaba que prepararan buen tiempo para el finde. La culpa de todo la tienen los jóvenes de pelo largo... -¡Ustedes están del coco!, dijo un joven mientras pedía explicaciones del porqué para ingresar a la facultad había que saber leer y escribir. La culpa de todo la tie-

nen los ancianos por dejarnos el país que nos dejaron... -¡Embusteros!, dijo un señor mayor mientras pregonaba que para volver a las viejas buenas épocas nada mejor que una buena guerra mundial. La culpa de todo la tienen los periodistas porque junto con la noticia aprovechan para contrabandear ideas y negocios propios... -¡Censura!, dijo un periodista mientras, con los dedos cruzados, rezaba por la violación y el asesinato nuestro de cada día. La culpa de todo la tiene el imperialismo... -¡That's not true!, dijo un imperialista mientras cargaba en su barco un trozo de territorio con su subsuelo, su espacio aéreo y su gente incluida. La culpa la tienen los cipayos que nos permitieron llevarnos hasta el gato... -¡Infundios!, dijo un cipayo mientras marcaba en un plano las provincias más rentables. La culpa de todo la tiene Magoya... -¡Ridículo!, dijo Magoya acostumbrado a estas situaciones. La culpa de todo la tiene Montoto... -¡Cobardes!, dijo Montoto que de esto también sabia un montón. La culpa de todo la tiene la gente como vos por escribir boludeces... -¡Paren la mano!, dije yo mientras me protegía detrás de un buzón. Yo sé quien tiene la culpa de todo. La culpa de todo la tiene El Otro... -¡El Otro siempre tiene la culpa! ¡Eso, eso!, exclamaron todos a coro. El señor tiene razón: "la culpa de todo la tiene El Otro"... Dicho lo cual, después de gritar un rato, romper algunas vidrieras y/o pagar alguna solicitada, y/o concurrir a algún programa de opinión en televisión (de acuerdo con cada estilo), nos marchamos a nuestras casas por ser ya la hora de cenar y porque el culpable ya había sido descubierto. Mientras nos íbamos no podíamos dejar de pensar: !”•$%&/ ()=?=)(/&%; ¡qué flor de guacho que resulto ser El Otro!


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CRÓNICAS URBANAS | Héctor Luis Castillo

El bar del Turco

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unque la puerta sigue abierta, las sillas volteadas sobre algunas de las mesas indican que el bar ya esta cerrado. La media luz ilumina dos siluetas sentadas sobre uno de los laterales. Sobre ellos, un cuadro recuerda la formación del Boca Campeón del ‘62; un poco más allá, ocultando una mancha, un cedro rodeado de caracteres arábigos y un amarronado “Lebanon” como única inscripción legible contrasta con fotografías de glorias del tango, goleadores olvidados y alguna publicidad de un desaparecido licor de mandarina. De espaldas a la barra, con el respaldo de la silla apoyada sobre la pared, el dueño de casa llena nuevamente la copa del otro, un hombre de unos cincuenta años, de hombros fornidos, manos callosas y labio leporino. César es el nombre, descarga camiones cargados de medias reses en las carnicerías cada madrugada y bebe hasta el olvido cada noche en ese bar en donde parece haber encontrado alguien que lo escuche en silencio, sin interrupciones. Y que no lo contradiga. El otro, el dueño del bar, es Omar, el turco. A nadie jamás le importó si ese acaso era su verdadero nombre, si sería del Líbano, de Turquía o de ninguna parte. Habla poco y mal, abre el bar cuando nadie lo ve y lo cierra cuando se va el último cliente que, inevitablemente, es César. Uno habla, se confiesa, el otro escucha. Ambos beben, ninguno ríe, austeros en gestos uno y en palabras el otro. Monótonos, grises, herméticos.

El turco debe rondar los sesenta años, viste siempre la misma ropa descolorida y sus ojos marrones quizás tengan la misma tonalidad que el cedro del cartel, sin dudas la misma tristeza; probablemente tenga una historia, un nombre, algún recuerdo. La trastienda del bar es su hogar; una cama matrimonial, una mesa de luz, un calentador, un placard sin puerta y un par de sillas son todo su mobiliario; sobre la mesa de luz, un álbum de fotos, de tapas duras y de color ámbar con rayas negras, seguramente es toda su memoria. La sutil línea de tierra que rodea el álbum habla de su abandono, de su inercia. Hay un olor rancio en el cuarto, olor a flores marchitas, a tierra yerma, olor a insectos y a té frío, olor a sábana arrugada y a plato único, a papel en blanco, a vino y a tabaco; la oscuridad se cuela entre las ropas, la ausencia se esconde entre los pliegues de la almohada. Hay un disco también, un disco de pasta, negro y duro, pieza inútil. César vive del otro lado de la calle, en una casilla de madera y chapas viejas; una mujer vive con él, quizás también un hijo, de él, de ella o de ambos, un par de perros gordos (bondades del oficio) y a través de la única ventana puede verse, a un lado de la cama, un par de botas de goma y un guardapolvo blanco. Lo único blanco de la casa. Desde que recuerda, su despertador fue una mezcla de ansiedad y miedo responsable; a las cinco y media de la madrugada se sienta agitado en la cama y mira por cualquier agujero si afuera si-

gue siendo noche y calcula burdamente si no llegará tarde al frigorífico. Se viste en silencio, no por respeto al sueño ajeno sino por que no hay nada que pueda hacer ruido, y camina por las calles de tierra o bien de barro, un par de kilómetros hasta el trabajo. Al llegar al camión, se coloca el guardapolvo con la sobriedad de un cirujano, cambia las alpargatas por las botas blancas y se trepa al camión, saludando con las manos calientes los fríos cadáveres colgados. Al terminar la jornada, la escena se repite en forma inversa; se quita las botas, el guardapolvo manchado y desanda los dos kilómetros hasta su casa, deja la ropa a lavar, algo de carne y sin decir adiós, camina hacia el bar a media tarde. Se sienta siempre a la misma mesa, debajo de la foto que recuerda al Boca Campeón del ’62, y sin que sea preciso decir nada, el Turco trae la primera jarra de vino ácido. Cuando ya no queda nadie en el bar, éste se sienta, coloca una nueva jarra, y fija la mirada en el vaso de vidrio. Entonces César comienza, a veces, su monólogo. El vaso de vino ahoga palabras y frases donde se perciben sonidos que semejan ronroneos de infancia, otras veces asperezas de pelotas de goma, nauseas de primeras borracheras, nombres femeninos; gemidos que suenan a reproches, balbuceos de miseria y resignación, de resentimiento y angustia. Una noche la segunda jarra lo sorprende hablando del camión, y una risa se escapa de su boca irregular junto a un chorro de baba.

El turco apoya la bebida sobre la mesa y cierra la puerta. El bar ya está cerrado. Llena los vasos. El otro sigue. Y el relato entusiasma al relator, que esta dentro del camión, entre las reses muertas y colgadas, se ve junto al chofer que, como él, esta sin ropas, y hay alguien más, una muchacha, que tiembla de frío y de miedo al percibir lo que se esconde detrás de esas miradas, de esos ojos lascivos, de esas manos manchadas que le arrancan la ropa, los zapatos, la vergüenza. El grito de placer del relator se confunde con el grito de dolor de la muchacha, que clava sus uñas sobre un pedazo de carne muerta que yace a sus espaldas, y una y otra vez siente la embestida bestial de sus captores y la sangre caliente que mana de entre sus piernas se enfría y confunde velozmente con la otra sangre, y de la boca irregular brota una lengua que lastima unos senos pequeños y mordidos, azules de dolor y de frío. El vaso de vidrio se llena y se vacía, la jarra casi no toca la mesa, no alcanza a hacerlo, ya que los vasos parecen sacudirse al compás del relato, llenarse de espanto y vaciarse de piedad, de razones, de lógica. Tenía dieciséis años –dice– después nos enteramos. Quedó olvidada en el camión mientras nosotros entramos a un bar cualquiera a festejar la hazaña. Al regresar, la temperatura de ella era igual al del resto de la carga, la boca entreabierta, las manos crispadas. Pero lo que más me impresionó –sigue el relator– fue la mirada, parecía estar en paz, como si no pasara nada, no parecía haber dolor ni rencor en esa cara. Eso nos ayudó a no tener remordimientos y a no dudar cuando la tiramos en el basural, para que algún perro o algún ciruja la encontrara. La hallaron casi diez días después. Gracias a Dios -concluye- nunca pasó nada. Levantó la mirada de la mesa y buscó en silencio la jarra. Frente a él, el Turco estaba de pie, pero en la mano no tenía más la jarra sino algo cuadrangular y aun con tierra, de color ámbar y rayas negras. Abrió el álbum y buscó una página. Y César vio una foto atemporal, en blanco y gris, un paisaje cualquiera, una hora irreal y una muchacha, con un vestido sin color, dos trenzas, zapatos sin tacón y una sonrisa. Quizás por eso le costó reconocerla, por que la muchacha que relataba el relator sólo gritaba. La muchacha de la foto sonreía. A la mañana siguiente, a la hora habitual, el bar abrió su puerta. En algún otro lugar, alguien miró el reloj, insultó en voz baja, y arrancó el camión sin esperar más a quien nunca llegaría.

El turco debe rondar los sesenta años, viste siempre la misma ropa descolorida y sus ojos marrones quizás tengan la misma tonalidad que el cedro del cartel, sin dudas la misma tristeza; probablemente tenga una historia, un nombre, algún recuerdo...

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MIRADAS | Eduardo Julio Giqueaux

La condición natural del hombre es la de ser sufriente, pero cierto resulta que bajo el imperio de determinadas circunstancias esa condición puede potenciarse casi hasta el infinito, el chusmerío constituye, sin lugar a dudas, una de tales circunstancias. Mentir, urdir infamias y levantar calumnias solazándose con el padecimiento y la aflicción de los semejantes es lo propio de la actitud sádica, y esa es, precisamente, una de las columnas vertebrales del chusmerío y la chismografía...

Reflexiones filosóficas

Sadismo, chusmerío y posmodernidad

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n el contexto de la psicología freudiana, el sadismo (nombre que se origina en relación con las depravaciones del marqués de Sade) define un tipo de "perversión sexual en el cual la satisfacción va ligada al sufrimiento o a la humillación infligidos a otro". En nuestros días y mucho más allá de su primigenio contexto psicoanalítico, el uso popular ha extendido considerablemente su significación y es así que dicho término se utiliza hoy para designar en general a aquellas personas que se regocijan provocando o simplemente disfrutando del sufrimiento ajeno. Sádico es aquél que goza con el dolor del prójimo. Los Calígula, nos recuerda Erich Fromm, no existieron únicamente en la historia de Roma: los hay en todas las épocas, aunque afortunadamente la mayoría de ellos debe conformarse con ejercitar su sadismo en formas más modestas, formas que, de todas maneras, les aportan igualmente algún grado de satisfacción. Sin lugar a dudas, “ser en el mundo” para muchas personas

no puede significar otra cosa que una oportunidad para el sufrimiento. Siempre lo hemos pensado. El dolor no constituye un ingrediente ocasional de la existencia humana. Está inscripto visceralmente y desde el origen en su propia naturaleza. Por "mandato bíblico". A juicio del propio Fromm, el sadismo constituye por esencia una práctica "devocional": representa –escribirá en su “Anatomía de la Destructividad Humana"– la transformación de la impotencia en la experiencia de la omnipotencia; es la religión de los lisiados psíquicos". En su opinión, el hombre es el único ser capaz de agredir aún cuando nadie lo ataque, simplemente por el placer de causar dolor y destruir. Para ampliar este punto, puede consultarse también "El Amor a la Vida", cap. II). La condición natural del hombre es la de ser sufriente, pero cierto resulta que bajo el imperio de determinadas circunstancias esa condición puede potenciarse casi hasta el infinito, el chusmerío constituye, sin lugar a dudas, una de tales circunstancias. Mentir, urdir infamias y levan-

tar calumnias solazándose con el padecimiento y la aflicción de los semejantes es lo propio de la actitud sádica, y esa es, precisamente, una de las columnas vertebrales del chusmerío y la chismografía. Sobre todo teniendo en cuenta, como ya lo había advertido Tácito, que las cosas más increíbles son, a la postre, las que resultan más fácilmente creídas. La envidia –vientre de todos los pecados, al decir de Quevedo en ”Las Cuatro Pestes del Mundo”– representa otra de sus motivaciones de alto voltaje. Siempre conduce a la calumnia, apostilla con seguridad el religioso español del siglo XIX Don Vicente Joaquín Bantús y Carrera, célebre por sus diccionarios, sus reflexiones sobre el Quijote y su historia de los templarios. No en vano integra la lista de los siete pecados capitales –junto a la soberbia, la avaricia, la lujuria, la gula, la ira y la pereza– que fuera elaborada por el cristianismo de los primeros tiempos, pecados que por igual conducen a la perdición definitiva del alma humana. En el purgatorio de Dante – segundo círculo– los condenados por envidia estaban sentenciados

a padecer la pena de la ceguera: se les cosían los párpados –todos "tienen sus párpados atravesados y cosidos por un alambre"– como castigo por la mortal y ambiciosa codicia de los bienes ajenos. También para Santo Tomás la envidia es la causa de muchas otras faltas graves, especialmente del odio y la traición; es un pecado que induce al hombre a desvalorizar "las cualidades, los bienes o los logros del otro porque rebaja la propia autoestima" y, por lo mismo, atormenta y enturbia el espíritu de aquellos que no son capaces de asumir el éxito, el bien y la felicidad de su prójimo. "El odio y la envidia –reflexionó alguna vez Ramón y Cajal en sus “Charlas de Café”, caminando sobre las huellas de Papini– siguen al afortunado como la sombra al cuerpo", agregando para rematar: "el odio puede ser desarmado por el amor, y acaba por olvidar; mas la envidia sólo cesa ante la muerte; y a menudo ni al borde del sepulcro se detiene". ¿Cómo no reconocer en ella buena parte del origen de la chismografía? "Porque el alma humana se alimenta siempre del bien propio o del mal ajeno –observaba acertadamente Bacon– y cuando le falta el primero de estos dos alimentos, se sustenta con el segundo". Bien haríamos en reflexionar al respecto. Algunas veces –vinculados o no con la realidad– los hechos que dan lugar al chusmerío son potenciados hasta el infinito; así, lo que nunca existió, se inventa como por arte de magia, y una vez lanzado a correr, el chisme crece como una bola de nieve y multiplica sus versiones para gusto y placer de sus voraces consumidores. No olvidemos que la “eficacia de la difamación –como se aduce, más allá de toda duda– arraiga en la complacencia tácita de quienes la escuchan”. De lo que no es, nada puede decirse ni pensarse, había escrito el viejo Parménides, allá por los comienzos del siglo V a.C. con una lógica en apariencia irrefutable. Sin embargo, el chisme no sólo hace ser “eso” que no es, sino que, al propio tiempo, por obra y gracia de un insólito prodigio, logra también el milagro de hacerlo hablar. Y el verdadero milagro se revela, como sabemos, en la palabra fundante, palabra frente a la cual trastabillaría hasta el mismísimo principio de “omnipotencia de las ideas”. La entidad lingüística parecería estar en condiciones de cimentar su entidad existencial. Como atinadamente observara Jean Noël Kapferer acerca del rumor –esa especie de “mercado


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La entidad lingüística parecería estar en condiciones de cimentar su entidad existencial. Como atinadamente observara Jean Noël Kapferer acerca del rumor –esa especie de “mercado negro de la información”– no todos “tienen su origen en un suceso que debe ser interpretado: los hay que crean literalmente un acontecimiento”...

negro de la información”– no todos “tienen su origen en un suceso que debe ser interpretado: los hay que crean literalmente un acontecimiento”. En cierta forma y analizado en la perspectiva de nuestro tiempo, el chusmerío parece haber conservado algún ápice de su patrimonio semántico original: expresión nociva de la relación social, corporiza la manifestación de los no intervinientes, les da voz a los que muchas veces de otra manera no logran hacerse oír, en otros términos, se vuelve el alimento de los mediocres y los envidiosos, de aquellos que al no poder otorgarle un contenido personal y genuino a sus propias vidas, la llenan olisqueando la vida de los demás. Fuera de la órbita de la virtud y de la dignidad –como nos

lo advirtiera José Ingenieros en uno de sus trabajos más conocidos– se deleitan en lo grotesco, viven en la turbidez, se agitan en las tinieblas, tejen su sorda telaraña para crear un mundo de valores ficticios, aguzan su ingenio “para falsear los valores en la conciencia social; viven en la mentira, comen de ella, la siembran, la riegan, la podan, la cosechan… Cruzan el mundo a hurtadillas, temerosos de que alguien pueda reprocharles esa osadía de existir en vano, como contrabandistas de la vida". Otro tanto podríamos argumentar a propósito del interés. Sabido es que los hombres no luchan por imponer simplemente sus ideas, luchan por sus intereses, como bien lo ha observado Max Weber en sus trabajos sociológicos: "Toda ges-

tión se emprende y lleva a cabo por los individuos para cubrir intereses propios, ideales o materiales", escribe en “Economía y Sociedad”. Y no está mal que así suceda, siempre y cuando en esa lucha todos se ajusten por igual a determinadas reglas y principios; lo que si está mal, es que esos principios se transgredan falseando o eludiendo la vigencia de la norma con la finalidad de obtener los beneficios anhelados por la vía del atajo, justificando de esta forma la utilización de todo tipo de recursos, en especial de aquellos que procuran la descalificación del otro por la vía de la mentira, la traición, la difamación y la injuria, porque de este modo el hombre, al decir de T. Hobbes, termina por convertirse en lobo para el hombre. Liberar las pa-

labras "de toda obligación de exactitud y de verdad –escribía Roger Caillois– no significa solamente privarlas de valor, significa corromper el conjunto de las relaciones humanas, las cuales tienen el lenguaje por condición y por vehículo". En cierta forma, el chisme se aproxima así considerablemente a las estrategias de subversión y ruptura descriptas por Bourdieu, estrategias todas ellas orientadas a la desestructuración de los campos con el propósito de facilitar el acceso de aquellos agentes que por diversas razones no se encuentran socialmente mejor posicionados. Si por derecha no alcanza, ¿qué lo impide por izquierda? Per fas et nefas. Entonces ¿el fin justifica los medios? Todos lo niegan, muchos lo creen.

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DESDE EL ABISMO

Para mí es como si hubiera dos realidades dentro de esa que vivimos y eso se ve reflejado en esas dos partes de cada obra. En definitiva, fue poner en imagen lo que sentí: las relaciones con las personas, los vínculos, las situaciones, las cosas que se generan, todo tiene que ver con esos dos planos de realidad de los que hablo en mis pinturas...

Florencia Alfaro

Mírame diferente, mírame distinto...

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urante el pasado diciembre, en Casa de la Cultura pudo apreciarse la primera muestra de esta joven artista plástica que, nacida en Gualeguaychú, hace ya doce años que vive en la Capital Federal en donde, además de ejercer su profesión de odontóloga, estudia pintura y clown, lo que le permite –según nos contara– no sólo combatir su timidez, sino además y fundamentalmente transmitir su mundo interior a través del arte. ¿Por qué "Mírame diferente, mírame distinto”? El nombre surgió cuando empecé a pintar estos trabajos, no hace mucho, apenas un par de meses. Lo que me sucedió fue que a medida que iba pintando cada cuadro sentía que me iba transformando, el hecho de pintar iba

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¿Dónde te formaste? En la Asociación de Museos de Bellas Artes. Mi maestro es Jorge González Perrin, quien también es profesor en el IUNA, en donde tiene la cátedra de Arteterapia. Es más, es uno de los pioneros en esa especialidad, en la cual, como lo explica su nombre, se utiliza al arte como una forma de terapia. Inclusive ahora acaba de editar un libro con imágenes de obras de artistas emergentes y eso sirve, además de medio para difundir las obras de esos artistas, para colaborar con hospitales con la recaudación, como por ejemplo el Rivadavia. Y eso, en mi opinión, está muy bueno porque es mostrar que el arte también es social, sirve al otro.

acompañándome en un proceso mío; por lo tanto quería reflejar eso que estaba descubriendo y que básicamente tiene que ver con que todo lo que vivimos en nuestra cotidianeidad tiene en el fondo otro sentido, uno más profundo, más sensible... Y me di cuenta que, casi sin quererlo, en los cuadros se reflejaba eso. Si los mirás detenidamente, vas a notar que hay zonas más marcadas, más rígidas, y otras más difuminadas. Para mí, entonces, es como si hubiera dos realidades dentro de esa que vivimos y eso se ve reflejado en esas dos partes de cada obra. En definitiva, fue poner en imagen lo que sentí: las relaciones con las personas, los vínculos, las situaciones, las cosas que se generan, todo para mí tiene que ver con esos dos planos de realidad de los que hablo en mis pinturas.

¿Cómo surge la decisión de exponer en tu ciudad? Siento que la muestra me buscó a mí. Si bien venía pintando mucho durante todo el año, diferentes circunstancias hicieron que surgiera esta muestra acá. Imagino que ya estarás envuelta en nuevos proyectos... Claro que sí, sin dudas siento que esta muestra ha marcado un principio y un fin. Digo un fin porque me permitió descubrir la forma en que quería transmitir y, a la vez, un principio porque me marcó un punto de partida y un rumbo a seguir. Lo más interesante es que siento que esto no sólo me modifica a mí, sino que hace lo propio con el otro. Quizás sea sólo una sensación, pero lo siento y lo vivo así.

Esto no pretende ser sólo una fría y acartonada muestra de arte. Esto, más bien, intenta ser un gran conjunto de sensaciones, sentimientos y emociones que tienen algo qué decir, un mensaje que transmitir. Lo siento como “el comienzo" y “el fin” unidos, confluyendo en el mismo instante. Quizás “el fin” y, luego, “el comienzo”. "El fin" porque, de algún modo extraño, y sin haberme dado cuenta, el leitmotiv de la muestra sugiere una esencia que me representa muy profundamente y por “fin” halle el modo de transmitirla. Y "el comienzo "porque siento que estas experiencias nos cambian, nos hacen mutar y ya no soy la misma, ahora me siento más real. Hacia el inicio fue mucha la emoción y la felicidad. Luego sobrevino la pretensión y el miedo, el afán de perfección; esos días fueron duros. Con el paso del tiempo comprendí y aprendí (y sigo aprendiendo) que el propósito de todo esto no era mostrar cuadros hermosos, el propósito era otro, era reunirlos para contarles y compartirles eso que llevo dentro. “Mírame diferente, mírame distinto” intenta acercarlos a un modo más profundo de observación... A mirar con el corazón, por así decirlo (ya lo dijo El principito). Si logramos detenernos y observar de esa forma podremos ver que detrás de la realidad cotidiana en la cual vivimos se esconde otro mundo, otra realidad más profunda y llena de vida, en la cual todo encaja a la perfección... Cuando ambas realidades, estados, mundos, o como gusten llamarles, se fusionan sucede algo maravilloso. Se siente levedad, aire, se respiran colores, se comprende la totalidad, se siente calma. El arte, en todas sus formas, permite esa fusión, esa comunicación directa de los mundos, o realidades… Cada quien puede llamar “arte” a cualquier actividad que los conduzca a “ese otro lugar”. Generarles la inquietud, las ganas de ir, ese es mi propósito, lograr encender la chispita que los incentive a mirar diferente.


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LECTURAS EN PROFUNDIDAD

Dominio público

Las obras libres de derechos de autor

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ada nuevo año se renuevan los dominios públicos de obras de autores que murieron hace 70 años, 50 u 80 dependiendo del país, y en este 2016 recaen en T.S. Eliot, el arquitecto Le Corbusier, los polí­ticos Winston Churchill y Malcolm X, el francés Paul Valéry, el poeta Alfred Douglas y, con algunos grises legales, en Federico Garcí­a Lorca y Miguel de Unamuno, mientras que, entre polémicas, salió a la venta la edición crítica de Mi Lucha, de Adolf Hitler y El diario de Ana Frank, que será libre sólo para investigadores. Si bien cada estado tiene su legislación, en la mayoría se estipula que al cumplirse 70 años de la muerte de un creador, su obra pasa al dominio público a partir del 1° de enero de ese año o del año siguiente de la muerte de los autores, como es el caso argentino. Teniendo en cuenta los plazos legales, el caso más polémico con el que arrancó el 2016 fue la reedición crítica a cargo del Instituto de Historia Contemporánea de Munich (IfZ) de Mi lucha (Mein Kampf) de Hitler que en la última semana desembarcó en las librerías alemanas. La llegada del libro del líder del nazismo, cuyas ideas anticiparon la teoría del espacio vital y las diatribas contra los judí­os, fue punto de críticas y polémicas. La nueva edición -con 3.500 notas históricas, 1.948 páginas y dos tomos que sale 59 euros- preparada un equipo encabezado por

el historiador Christian Hartmann fue muy resistida, ya que durante años todos los gobiernos bávaros impidieron la aparición de nuevas ediciones a fin de evitar que grupos de ultraderecha lo instrumentalizaran. Sin embargo, Hartmann usó una metáfora militar y explicó que su equipo habí­ a querido "sitiar" el texto de Hitler con comentarios crí­ticos y detalló que a cada página original le corresponde una de comentarios y revisiones. "La edición desenmascara las informaciones falsas y las mentiras difundidas por Hitler y desnuda las innumerables medias verdades que buscaban un efecto propagandí­stico", agregó el director del IfZ, Andreas Wirsching, pero las manifestaciones no tardaron en llegar. Ronald Lauder, titular del Congreso Judí­o Mundial, dijo que "los sobrevivientes serán ofendidos por la venta de esa obra antisemita en las librerí­as" y que "lo mejor sería dejar el libro donde pertenece: el gabinete del veneno de la historia". Otros como el presidente del Consejo Central de los Judí­os en Alemania, Josef Schuster, matizaron esta salida, diciendo "ayudará a aportar claridad y a desvanecer cierto mito en torno al libro". Paradójicamente, El diario de Ana Frank -sí­mbolo y testimonio del horror de la Holocausto, traducido a unas 70 lenguas y vendido en más de 100 paí­­ses- también estuvo en el centro de una batalla, pero de

tipo legal, para dirimir el dominio público para este 2016. De un lado se encontraron quienes defienden que la obra debe estar libre de derechos de autor este año, al cumplirse siete décadas de la muerte de su autora; del otro, el Fondo Anne Frank de Basilea, propietaria de esos derechos, que reclamaba que el padre de Ana, Otto Frank, es coautor de esos escritos, por lo cual los derechos no expirarían hasta 2050, ya que falleció en 1980. Pero, hace pocos días un tribunal de Ámsterdam dio punto final por el momento al considerar que los textos podrán ser copiados por motivos de investigación cientí­ fica ya que "la libertad de la ciencia prevalece sobre la protección de los derechos de autor". En España abundan grises y enjambres legales debido a la falta de claridad en las leyes de Propiedad intelectual. Hasta 1987 se regí­a por la Ley de 1879, que fijaba el plazo en 80 años después de la muerte del autor, a partir del dí­a del fallecimiento, pero desde 1987 se aprobó la ley vigente, que fija el plazo en 70 años desde el dí­a 1 de enero del año posterior al de la muerte. Bajo la órbita de la vetusta ley de 1879 se abre a dominio público la obra de Ramón Marí­ a del Valle-Inclán -que murió un 5 de enero- y lo serán durante este año la de Garcí­a Lorca que fue asesinado el 18 agosto de 1936; Miguel de Unamuno, fallecido el 31 de diciembre de 1936; Ramiro de

Maeztu y Pedro Muñoz Seca, ambos también muertos ese año. Pero las interpretaciones también son parte de la ley y no parecen tan simples estas liberaciones, ya que la Biblioteca Nacional de España informó que "la obra de estos escritores fallecidos en 1936 no será de dominio público hasta 2017". Aún así y, según el español Carlos Sánchez-Almeida, abogado especializado en propiedad intelectual, "si hay que acogerse a la ley de 1879 se hace de forma uniforme, pero realmente es una discusión estéril porque son unos derechos que ya están caducados", dijo al diario El Confidencial de ese país. En definitiva, entre fines de 2016 y el 2017, obras emblemáticas de la literatura en lengua española tendrán la posibilidad de ser publicadas por cualquier editorial sin infringir la ley. Confirmados y fuera de discusión son los casos de autores como T.S. Eliot, galardonado con el Premio Nobel de Literatura en 1948 por su contribución pionera a la poesí­a contemporánea; los poetas franceses Paul Valéry y Robert Desnos; el británico Alfred Douglas; los textos de Malcolm X como su autobiografí­a, considerada uno de los diez libros de no ficción más influyentes del siglo XX y la del estadista Winston Churchill -autor de libros como La historia de la Malakand Field Force e Historia de los pueblos de habla inglesa. Se suman a la lista el novelista escocés de David Lindsay, cuyo libro de ciencia ficción, el clásico A Voyage to Arcturus, inspiró a C. S. Lewis y Tolkien; el escritor y humanista húngaro Antal Szerb; la poeta alemana Else Lasker-Schüler; la novelista estadounidense Margaret Deland y el escritor francés Emmanuel Bove. También se liberan las obras de Käthe Kollwitz, pintora y escultora alemana; del sociólogo y economista austríaco Otto Neurath, creador del método Isotipo y del filósofo judío israelí Martin Buber que en 1923 escribió su ensayo sobre la existencia Yo y Tú. Completan la lista la producción del compositor húngaro Béla Bartók y de uno de los pioneros de la arquitectura moderna, el arquitecto, diseñador, pintor, urbanista y escritor, el suizo-francés Le Corbusier. Mientras tanto, entre leyes e interpretaciones, el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York liberó a través de su colección online y no apta para fines comerciales casi 400.000 imágenes, de las cuales cerca de 80.000 son fotografí­as de autores como Robert Frank, Bruce Davidson o Francesca Woodman y escaneos de alta resolución de obra pictórica de Goya o Delacroix.

Teniendo en cuenta los plazos legales, el caso más polémico con el que arrancó el 2016 fue la reedición crítica a cargo del Instituto de Historia Contemporánea de Munich de Mi lucha (Mein Kampf) de Adolf Hitler que, en la última semana, desembarcó en las librerías alemanas. La llegada del libro del líder del nazismo, cuyas ideas anticiparon la teoría del espacio vital y las diatribas contra los judí­os, fue punto de críticas y polémicas...

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S gno

SÁBADO 16 DE ENERO DE 2016 .:. GUALEGUAYCHÚ .:. ENTRE RÍOS

FRAGMENTOS Fernando Fader (1882-1935)

LA FRASE

OCIO RECOMENDADO

David Bowie (1947-2016)

de viaje por europa del este Gabriel García Márquez | Editorial Sudamericana

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TODOS LOS DÍAS UNA COPITA x Paio

El único error real es tratar de seguirle la corriente al gusto de la audiencia. Lo único que produce es una suerte de humillación interior. La fama puede hacer mediocre a un tipo interesante...

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Director ElDía Sebastián Carbone Editor S!gno Luis Castillo Editor Suplementos Fernando Piciana Colaboradores Eduardo Julio Giqueaux Paio Zuloaga

Nacido en Colombia, Gabriel García Márquez (1927-2014) es una de las figuras más importantes e influyentes de la literatura universal. Ganador del Premio Nobel de Literatura en 1982, fue, además de novelista, cuentista, ensayista, crítico cinema-tográfico, autor de guiones y, sobre todo, un intelectual comprometido con los grandes problemas de nuestro tiempo, y en primer término con los que afectaban a su amada Colombia y a Hispanoamérica en general De viaje por Europa del Este es la crónica testimonial del viaje que realizó un joven Gabriel García Márquez por los países socialistas en los años cincuenta. En sus páginas el lector encontrará, junto a las observaciones de sus compañeros de viaje, un análisis perspicaz y no exento de ironía de los acontecimientos sociales y políticos de una época. Su viaje por el enclave comunista arranca en la Alemania Oriental y prosigue por Checoslovaquia, Polonia, Hungría y la antigua Unión Soviética. Allí intentará desvelar la verdadera cara del comunismo ideado por Lenin: un régimen kafkiano apenas cuestionado por un pueblo asustado que parece resignarse a su destino. Escrito y publicado por entregas en la misma época que el legendario Relato de un náufrago, este reportaje es otro ejemplo impagable de arduo trabajo de investigación, rigor histórico y fidelidad a los hechos narrados, pilares todos del periodismo de calidad. Con su indiscutible maestría literaria, Gabriel García Márquez demuestra una vez más su vocación más profunda: el placer de contar una buena historia: "Yo no quería conocer una Unión Soviética peinada para recibir una visita. A los países, como a las mujeres, hay que conocerlos acabados de levantar".

patria o muerte Alberto Barrera Tyszka | Editorial Tusquets Una novela sobre las tensiones y la incertidumbre en un país pendiente de los últimos días de un líder carismático, con una atrapante trama: El insomnio y una persistente inquietud acompañan la jubilación del oncólogo Miguel Sanabria, que siente cómo la situación política ha emponzoñado su país, Venezuela, y también su vida, dirimida entre el extremismo antichavista de su esposa y el radicalismo bolivariano de su hermano. Esos desajustes irán en aumento en cuanto su sobrino Vladimir, recién llegado de La Habana, le pida que esconda un teléfono móvil en el que hay una grabación comprometedora y secreta de Hugo Chávez en un momento avanzado de su enfermedad. Entretanto, un periodista en paro, Fredy Lacuna, que intenta investigar sobre la enfermedad del presidente, se resiste a dejar el apartamento que le reclama la dueña, recién regresada de Miami; una estudiosa estadounidense, Madeleine, obtiene un contacto importante para completar su ensayo sobre el carisma. Y María, una niña de nueve años que vive encerrada en casa con su madre por la violencia que se ha adueñado de la calle, logra encontrar un amigo por internet.

signo@eldiaonline.com.ar


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