Médicos y Medicinas en la Historia N° 30

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ÓRGANO DEL INSTITUTO DE HISTORIA DE LA MEDICINA DE LA FACULTAD DE MEDICINA (UBA) ISSN 1666-6682

Mayo 2012

Nº 30

FLUOROSCOPIO

MUSEO “HOUSSAY” DE LA CIENCIA Y LA TECNOLOGIA Foto: Adolfo Venturini

Consideraciones sobre la tesis de Tiburcio Gómez de Fonseca Aulo Cornelio Celso / Eugenia Sacerdote de Lustig Jorge Emilio Gallardo / Plantas & hongos tóxicos Cristóbal Colón en la Facultad de Medicina La sustitución de importaciones en la estratégica área del diagnóstico médico

Comentario tario de libros libro os


FOTOGRAFÍA Y MEDICINA

LAS ENFERMERAS, AUXILIARES DE LA TAREA MÉDICA

Enfermeras de la Cruz Roja Argentina. Bs As, c. 1940. La imagen remite a la ayuda internacional

La presencia de las enfermeras en un desfile patrio, en íntimo vínculo con lo religioso. Bs As, c. 1950

Enfermeras en el día de la graduación, con sus lámparas votivas; c. 1950

En la medicina moderna, las enfermeras han realizado, junto al médico, una destacada labor en el cuidado de la salud. Las tres imágenes aluden a distintos momentos de la profesionalización. (Las fotografías pertenecen a la colección privada de FJR) Lic. Francisco J. Rubio

Departamento de Humanidades Médicas, Facultad de Medicina / UBA


ÓRGANO DEL INSTITUTO DE HISTORIA DE LA MEDICINA DE LA FACULTAD DE MEDICINA (UBA)

VOL. X - Nº 30 - Mayo 2012 - Buenos Aires ISSN 1666-6682 Director

Federico Miguel Pérgola

Sumario

Subdirector

CONSIDERACIONES SOBRE LA TESIS DE TIBURCIO GÓMEZ DE FONSECA

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Editora

CRISTÓBAL COLÓN EN LA FACULTAD DE MEDICINA

9

AULO CORNELIO CELSO EL PRIMER ESCRITOR IMPORTANTE DE HISTORIA MÉDICA

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EUGENIA SACERDOTE DE LUSTIG

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JORGE EMILIO GALLARDO

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PLANTAS & HONGOS TÓXICOS

22

LA SUSTITUCIÓN DE IMPORTACIONES EN LA ESTRATÉGICA ÁREA DEL DIAGNÓSTICO MÉDICO

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Carlos C. Castrillón Laura Pérgola Secretaría

Laura Pérgola Emilce Iervolino Agustín García Puga Comité de Honor

Norma Acerbi Cremades José Emilio Burucua Alfredo Buzzi Alfredo Eugenio Buzzi Alberto Carli Christiane Dosne Pasqualini Adolfo Kalinov Manuel Luis Martí Alejandro Paladini Norma Isabel Sánchez Florentino Sanguinetti Juan Carlos Stagnaro Adolfo Venturini Comite Editorial

Amalia Mercedes Bores Inés Alicia Bores María Teresa Di Vietro Beatriz Kennel Laura Moratal Ibañez

Diseño y diagramación

Eric Geoffroy ericgeof@gmail.com

La revista Médicos y Medicinas en la historia es una publicación trimestral. Registro de la propiedad intelectual Nº 188920. Propietarios Laura Andrea Pérgola y Federico Miguel Pérgola. Impresa en mayo de 2012. Tirada de esta edición 500 ejemplares. Las opiniones que los autores vierten en los artículos son de su exclusiva responsabilidad y no representan necesariamente las de la revista. Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta publicación, aun mencionando la fuente. Esta publicación es una realización de:

EGE - El Guion Ediciones Martín Coronado 358 (Acassuso) Tel: 4792-1132 Celular: 15-5-640-4792 elguionediciones@fibertel.com.ar www.elguionediciones.com.ar

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Editorial

El otro Garrahan El fallecimiento de Patricio

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í, es así. Hubo dos Garrahan que descollaron en la medicina argentina con luz propia. Muchas veces, cuando se trata de una dinastía de médicos, algunos malintencionados suponen que los que siguen florecen con el humus favorable del antecesor. Es probable que, en pocos casos, exista un aprovechamiento del Registro Civil. Este no es el caso porque ambos fueron hacedores y su aporte, disímil, está allí, lozano y a la vista. Uno pediatra famoso de cuyo libro estudiamos generaciones de médicos y cuyo apellido lleva uno de los mejores hospitales de niños del país. El otro investigador pertinaz. En el último libro de Mario Bunge (en realidad una recopilación de trabajos) me enteré, y admito mi ignorancia, que en Latinoamérica existían 4.000 universidades de las cuales 2.000 estaban en Brasil. ¿Cuánto aportaban al conocimiento humano? Solamente un 1%. Por ello es que necesitamos el concurso de muchos Garrahan para que realicen investigación científica y realcen el medio de su trabajo. Conocí tardíamente a Patricio Garrahan, aunque me cruzaba frecuentemente con él en los pasillos de la Facultad, cuando integró por poco tiempo el Consejo de la Fundación Facultad de Medicina junto, entre otros, con Fustinoni, Stoppani, Manrique, Maccagno, Víctor Pérez, Fellner… Patricio Garrahan nació en Mar del Plata (Pcia. de Buenos Aires) hace cerca de 80 años y tuvo inicia-

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tivas que se plasmaron en tangibles realidades, tales como el Foro de Sociedades Científicas Hoy, la revista Ciencia Hoy, la Red Teleinformática Académica que vincula universidades y centros de investigación. Fue presidente de Eudeba y vicepresidente del Conicet y, lógicamente, uno de sus miembros. Alumno ejemplar, finalizó sus estudios en 1960 en la Facultad de Ciencias Médicas de la UBA con un promedio de 9,79 y medalla de oro como alumno sobresaliente. En 1968 se graduó, en su facultad, como Doctor en Medicina con la tesis “Mecanismos del transporte catiónico en eritrocitos”, que obtuvo la calificación de sobresaliente y el premio Facultad de Medicina a la mejor de ellas. Entre 1964 y 1966 se perfeccionó el el Physiological Laboratory de la University of Cambridge. Junto con el Premio Nobel Ian M. Glynn, publicó ocho trabajos –en Nature y el Journal of Physiology– sobre la bomba de sodio-potasio de la membrana celular. Su trabajo Two classes of site for ATP in the Ca2+ATPase from human red cells, de 1984, figura entre los 24 más citados de los realizados en Latinoamérica, mientras que el denominado The interaction of sodium and potassium with the sodium pump in red cells, tuvo el halago de ser el octavo entre todos los producidos en el llamado Tercer Mundo. Profesor Emérito Titular, miembro de diversas sociedades científicas argentinas y extranjeras, autor de más de 80 trabajos de investigación publicados en las revistas más importantes del mundo científico, Garrahan recibió, en 1992, el Primer Premio Nacional de Ciencias en al área Biología, entre muchos otros más. A mi juicio el otro Garrahan, Patricio, se distingue por dos méritos excepcionales. El primero de ellos fue su dedicación absoluta a la investigación científica, tarea pendiente de las universidades latinoamericanas. En segundo lugar, a pesar de tener todos sus ancestros del otro lado del Atlántico, apostó al país. Federico Pérgola


CONSIDERACIONES SOBRE LA TESIS DE

TIBURCIO GÓMEZ DE FONSECA UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES, 1835

Amalia Mercedes Bores e Inés Alicia Bores

Abstract

The autors make the study of Tiburcio Fonseca’s Tesis, presented in 1835 in Buenos Aires University. He described in detail the “method endermico”.

Resumen

Los autores hacen el estudio de la Tesis de Tiburcio Fonseca, presentada en 1835 en la Universidad de Buenos Aires. Describe detalladamente el “método endérmico”.

Introducción

En 1835 Tiburcio Gómez de Fonseca egresa de la Universidad de Buenos Aires presentando la Tesis Del órgano cutáneo considerado en sus relaciones con la anatomía, fisiología, patología y especialmente con la terapéutica. En ella pone en consideración el “método endérmico” ideado por escuelas europeas.

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L

a Universidad de Buenos Aires fue creada el 9 de agosto de 1821. Al respecto expresan Fustinoni y Pérgola1: “Con fuero y jurisdicción académica” y agregan que es “donde debemos buscar la primer fundación de la Facultad de Medicina […] En el año 1824 comenzó a funcionar el Hospital General de Hombres”. La Tesis “presentada y sostenida por Tiburcio Fonseca (Tiburcio Gómez de Fonseca) en la Universidad de Buenos Aires para recibir el grado de Doctor en Medicina en 1835”. Tal como expresa en su primera página, fue dedicada “al Sr. Dr. D. José María Terrero, canónigo de esta Iglesia Catedral &c. Pueda vuestro nombre prestar a este escrito el apoyo del que el tiene necesidad”. Con el título Del órgano cutáneo considerado en sus relaciones con la anatomía, fisiología, patología y especialmente con la terapéutica se halla en un volumen de 36 páginas dactilografiada y “es copia del original existente entre la colección del Dr. Marcial R. Candioti”, donada por J. Túmburus a la Biblioteca de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires, donde puede consultarse2. El objetivo del trabajo de investigación de Gómez de Fonseca fue proponer una vía alternativa de administración de medicamentos “endérmica” indicada en aquellos casos en que la vía oral se hallara imposibilitada. Comienza con una minuciosa descripción del “sistema cutáneo o la piel propiamente dicha”, detallando los aspectos de su anatomía. Basándose en esta materia es que enumera relaciones, estructuras y funciones de la piel tal y como eran conocidas en la primera mitad del siglo XIX (protección; producción de secreción sudoral y sebácea para mantener la humectación, flexibilidad y lubricación; capacidad receptora táctil. Nombra otras funciones como “ser sostén y armonía de la salud”). Pasa luego a enunciar, someramente, alteraciones patológi6 | Médicos & Medicinas

cas determinadas al obstaculizarse la sudoración. A continuación se centra en el método de “los Sres. Lembert y Lesieur […], recientemente renovado, que consiste en aprovechar la absorción que se ejerce activa en la superficie denudada del dermis e introducir por esta vía las substancias (sic) purgantes, narcóticas, &a.” La medicación “endérmica” consiste “en desnudar por medio de un vexicante (sic) cualquiera, una porción más o menos extensa del dermis, sobre la que se aplican las sustancias medicamentosas incorporadas a un cerato o gelatina. “Se pueden sin inconveniente utilizar con el mismo objeto las heridas, úlceras y demás superficies accidentales. Las sustancias que se empleen podrán aplicarse varias veces en el día y suspender o cambiarlas a voluntad”. Presenta luego cinco casos clínicos, todos del sexo femenino, con edades que oscilaban entre 29 y 58 años de edad, con diagnóstico de tétanos (Hospital de Cremona- Clinique des Hospitaux, 1829); díatesis cancerosa y neuralgia del nervio facial inferior (Clinique des Hospitaux, 1829); fiebre intermitente y fenómenos atáxicos (Revue Medicale); dolor pleurítico, esputo “sanguinolento” y cefaleas intensas (Journal de Medicine, 1827); catarro crónico, tos y opresión (Journal des Progres, 1828). Refiere respuesta satisfactoria en todos los casos y expresa: “Motiva esta presentación el interés de administrar medicación en aquellos pacientes con afecciones nerviosas, el tétano (sic), la apoplejía, la catalepsia, el histerismo, la epilepsia, las fiebres ataxias (sic) y en el último período de las fiebres adinámicas en que la deglutición (sic) no puede efectuarse, en las asphicias (sic), en los niños y los dementes que con tanta frecuencia rehúsan toda especie de medicamentos”3. Este trabajo presenta un método terapéutico utilizado por escuelas europeas, poniéndolo en consideración de autoridades académicas de la Universidad de Buenos Aires como alternativa ante las escasas herramientas con la que contaba la comunidad médica de la época. Habría que esperar hasta 1853 para que se inventara la aguja hipodérmica por Alexander Wood (1817-1884) quien la utilizó para inyectar morfina a su esposa que padecía un cáncer incurable, siendo la primera vez que se empleó esa droga por dicha vía. Wood trabajó sobre la aguja hueca (1844), invento del irlandés Francis Rynd (1811-1861). Fue Charles Gabriel Pravaz (1791-1855) cirujano y ortopedista francés quien, simultáneamente y en forma independiente, empleó la aguja hipodérmica popularizándola pues utilizó una jeringa de pistón para la inyección (jeringa de Pravaz)4. El Dr. Baldomero Sommer (1857-1918), primer profesor Titular de la Cátedra de Enfermedades Venéreas y de la Piel de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad de Buenos Aires (1892) introdujo en nuestro medio la utilización de medicaciones tópicas en dermatología, habiéndolas incorporado de la escuela vienesa liderada por Ferdinad von Hebra.(1816-1880)5, 6. En el transcurso de los años muchos aportes terapéuticos facilitaron la práctica médica, así, en la actualidad el profesional cuenta con la vía percutánea o transdérmica, utiliza-


da para administrar, por ejemplo, antinflamatorios no esteroideos, estrógenos y anticonceptivos, que expresan efectos secundarios de menor intensidad a los esperados para los preparados por vía oral dada su baja absorción sistémica. Es interesante revisar brevemente la actuación de este médico autor de la Tesis en estudio. Para Marcial I. Quiroga: “Tiburcio Fonseca, como prefirió llamarse desde su juventud, nació en Buenos Aires el 10 de agosto de 1812”7. De acuerdo a Buzzi y Pérgola8 y Cutolo9, nació en la República Oriental del Uruguay. Fueron sus padres José Gómez de Fonseca, Primer Oficial del Ministerio de la Real Hacienda, en Maldonado, Uruguay y Francisca Maroñas. Su hermano mayor, José María, cursó la carrera de médico en París, becado por el gobierno de Rivadavia. A su regreso ejerció en el Hospital General de Hombres y fue Vocal en el Tribunal de Medicina junto a Juan Antonio Fernández y al fiscal Francisco Almeida. Se desempeñó como catedrático de Nosografía y Clínica Quirúrgica de la Universidad de Buenos Aires. Al ser nombrado Juan Manuel de Rosas Gobernador y Capitán General de la provincia de Buenos Aires, con “la suma del poder público” (7 de marzo de 1835) fue cesado José María Fonseca junto a los integrantes del Tribunal de Medicina, así como también al secretario Manuel Salvadares. Esto motivó que el joven Tiburcio, recién recibido de médico emigrara a la provincia de Corrientes que rechazaba el régimen de Rosas. Tiburcio Gómez de Fonseca, es designado a los pocos meses después de su llegada a la provincia litoraleña como “médico del gobierno y tropas en campaña” por el gobernador Rafael Atienza, quien fuera electo el 19 de diciembre de 1833. Fallece el 2 de diciembre de 1835 y es electo sucesor el teniente coronel Genaro Berón de Astrada, que designa al Dr. Gómez de Fonseca capitán del Ejército al frente de la sanidad militar (21 de setiembre de 1838). Marcial Quiroga lo sitúa organizador de la Casa de Vacuna el 12 de febrero de 1842, siendo Gobernador de la provincia de Corrientes Manuel Ferré. El 26 de marzo de 1848 el entonces Gobernador provincial coronel Benjamín Virasoro creó el primer Tribunal de Medicina de la provincia de Corrientes cuya presidencia ejerció el Dr. Gómez de Fonseca. “Hallábase habilitado este verdadero Protomedicato para conceder diploma de farmacéutico, examinar reválidas, habilitar diplomas extranjeros, y velar sobre el ejercicio de la medicina y la farmacia. De este modo el Dr. Fonseca pasó a ser la autoridad máxima del ejercicio profesional en la provincia de Corrientes mientras mantuvo en vigencia aquel decreto del gobierno de Benjamín Virasoro”10. El 11 de marzo de 1852 el Gobernador Provisorio de Corrientes Domingo Latorre lo designa integrante de la Comisión Administradora del Hospital y Casa de Misericordia. El 3 de julio del mismo año, depuesto el Gobernador Virasoro “el Congreso del cual formaba parte el Dr. Fonseca desde 1850 designaba nueve días más tarde, Gobernador

Propietario al doctor Juan Pujol, ausente en Buenos Aires y, mientras se aguardaba su regreso, provisoriamente, a Manuel Antonio Ferré, ambos del Partido Liberal”11. El Gobernador electo, Pujol, designó el 28 de agosto al Dr. Tiburcio Gómez de Fonseca presidente de la Sala de Comercio, institución social y comercial con la primera biblioteca pública que tuvo Corrientes. En 1853 presidió el Congreso General Constituyente de la provincia. El 15 de diciembre de 1856 integrando el Club Constitucional, que presidía el abogado Dr. Juan Eusebio Torrent, firma el manifiesto de lanzamiento formal del Partido Liberal12. Ese año además fue Miembro del Consejo Consultivo del gobierno provincial y el 21 de julio de 1858 es designado Secretario General del gobierno. El Gobernador Pujol cumplió tres períodos en el gobierno de Corrientes y de acuerdo a Marcial I. Quiroga, Gómez de Fonseca le acompañó “con la lealtad y eficiencia que correspondía a la confianza depositada por el mandatario”. No obstante presenta su renuncia el 23 de marzo de 1859 por razones de salud. Quiroga expresa la posibilidad de haber sido motivada por duras críticas al gobierno provincial. Su dimisión no fue aceptada, continuando hasta diciembre de 1859, cuando cesaban sus funciones. El 13 de setiembre de 1860 es electo Diputado por la Provincia de Corrientes de la Convención que se reuniría en Santa Fe. Siendo gobernador José María Pampin, Gómez de Fonseca es Presidente del Supremo Tribunal de Justicia, que ejercía las funciones de Cámara de Apelaciones (1862), Diputado Provincial por la Capital (1863). Participó en el Reglamento dictado por el Tribunal de Medicina. Presidió la Cámara Legislativa, fue Ministro General del Gobierno del Gobernador Manuel Lagraña, designado Convencional por Curuzú Cuatiá para la Reforma de la Constitución de Corrientes de 1864. Al declararse la Guerra con el Paraguay (1865-1870), Gómez de Fonseca, que padecía de una afección renal crónica es encargado por el Presidente y General en Jefe de los Ejércitos Aliados Bartolomé Mitre de inspeccionar las cuentas y suministrar fondos para los hospitales de sangre de Corrientes (diciembre 1865). El 24 de marzo de 1869 solicita su baja al Ministro de Guerra y Marina Martín de Gainza. Fallece el 23 de noviembre de 1881, fue su esposa Saturnina Cabral, hija del ex Gobernador Pedro Dionisio Cabral. Tuvieron dos hijos, uno de su mismo nombre y profesión, casado con Josefa Pampin13.

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Conclusiones

El Dr. Tiburcio Gómez de Fonseca, formado en la Universidad de Buenos Aires manifiesta en la elección del tema de su Tesis el interés en viabilizar un abordaje terapéutico destinado a quienes, previa a la invención de la aguja hipodérmica, se hallaban impedidos de utilizar la vía oral. Las autoras interpretan en su multifacético accionar (médico, político, legislador), que comprendió al paciente articulando lo biológico y lo sociocultural.

Bibliografía 1.

Fustinoni O, Pérgola F, “La Facultad de Medicina de Buenos Aires”. En Pérgola F, Fustinoni O, Pérgola O, La Facultad de Medicina de Buenos Aires y otros temas de Historia de la Medicina, Buenos Aires, Ediciones Macchi, 1969, p. 35.

2.

Fonseca T G, Del órgano cutáneo considerado en sus relaciones con la anatomía, fisiología, patología y especialmente con la terapéutica, Buenos Aires, Imprenta Argentina, calle de la Universidad 37, 1 vol. 36 pág. 1835, caja D, clasif. 78941. Biblioteca Facultad de Medicina Universidad de Buenos Aires.

3.

Id., ibídem.

4.

Buzzi A E, “La morfina (Santiago Rusiñol, 1894)”. Revista DMMD Ciencia y Cultura Medica. Diagnóstico Médico, año 5, Nº 15, junio 2011, pp. 38-41.

5.

Bores A, Historia de la Asociación Argentina de Dermatología desde 1907 a 2000. Tesis de Doctorado. Facultad de Medicina, Universidad de Buenos Aires, 2011.

6.

Bores I, Historia de la Sociedad Argentina de Dermatología desde 1934 a 2000.Tesis de Doctorado. Facultad de Medicina, Universidad de Buenos Aires, 2011.

7.

Quiroga M I, “Tiburcio Gómez de Fonseca en la medicina y la historia de Corrientes”. Boletín de la Academia Nacional de Medicina de Buenos Aires, Argentina, Nº 58, jul-dic, 1980, pp. 267-276.

8.

Buzzi A O, Pérgola F, Diccionario Bio Bibliográfico de Médicos Argentinos, Buenos Aires, Ediciones Médicas del Sur, 2010, pp. 121-122.

9.

Cutolo V O, Nuevo Diccionario Biográfico Argentino 1790-1930, Buenos Aires, Ediciones Elche, 1971, pp. 113-114.

Agradecimientos

Las autoras desean agradecer a la Biblioteca Central de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires por la buena disposición para facilitar la búsqueda de fuentes documentales.

10. Quiroga M I, op. cit., supra, nota 7. 11. Id., ibídem. 12. Raffo J C “Tiburcio Gómez de Fonseca en Historia de Corrientes”. www.historiasderaffo. com.ar/biografias/gomez-fonseca-tiburcio.html. 13. Quiroga M I, op. cit; supra, nota 7. 8 | Médicos & Medicinas


CRISTÓBAL COLÓN EN LA FACULTAD DE MEDICINA Carlos Camilo Castrillón

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Primer desembarco de Cristóbal Colón en América (Dióscoro Puebla,1862)

... es una película argentina de la década del 60.1 Parafraseando el título de la misma, podemos decir que Cristóbal Colón ingresó desde sus viajes al nuevo continente en las Facultades de Medicina de casi todo el mundo, donde se estudiaron sus escritos y lo que escribieron sobre él, como fuente para la medicina de la época y para la historia de la medicina. Para ello, debemos partir de sus escritos testimoniales de la gran hazaña del descubrimiento, una de las más grandes que haya realizado el hombre hasta nuestros días. En su diario de viaje que escribiera a bordo está la crónica viva que relata, paso a paso, el encuentro de dos mundos: el europeo y el americano. La primera mención la hace en su primer viaje, al encontrarse el 12 de octubre de 1492 con gente de la isla Guanahaní (llamada San Salvador por Colón, hoy es la isla de Watlings de las Bahamas), cuando refiere que los indios se cortaban por ignorancia al tomar las espadas de los españoles por el filo. También menciona que vio señales de heridas en sus cuerpos, producto de la pelea con gentes de otras islas.2 Tanto ese día como al día siguiente, hace una clara descripción antropométrica de los habitantes de la isla. El resto de los días, sigue alternando con estas descripciones y las de los alimentos vegetales y animales y otras costumbres que encontraba en las distintas islas, fundamentalmente la mandioca o yuca (con su harina hacían una especie de pan y una torta llamada cazabí), la calabaza, la patata y luego el maíz (a nivel continental), las semillas de cacao (transformadas en polvo y amasadas), el ají, los huevos de iguana, los quemíes, los hutías, los mohíes, los curíes, los manatíes, vicios como el tabaco, ocios como las hamacas (con fibras de pita), etc.3 También importó enfermedades, como la sífilis, ya que algunos autores (como Molly Zuckerman, de la Universidad de Emory, Atlanta, Estados Unidos) consideran que el brote epidémico europeo de dicha enfermedad ocurrió por primera vez en 1494. En cuanto a los que escribieron sobre él, la figura más cercana y deslumbrante fue Fray Bartolomé de Las Casas. El mis10 | Médicos & Medicinas

mo refiere en sus apostillas la primera pelea que hubo entre indios y cristianos en la Isla La Española, donde a un indio lo hirieron con una gran cuchillada en las nalgas y otro fue asaetado en el pecho. También refiere que el 1° de diciembre de 1492 Colón descubre la Isla de Bohío a la que llamó La Española (hoy Santo Domingo), donde construyó el Fuerte de La Navidad con los restos de la carabela Santa María, que había sido abatida por un ciclón. Luego, dejó en ese sitio a 41 personas, entre las cuales estaba un “físico” (médico) que quedó atendiendo a los habitantes del fuerte y poblado La Navidad, y regresó a España. Éste sería el 1° médico que llegaría al nuevo continente, que se quedó a vivir en él y que murió en este lugar.4 Esto fue refrendado por Don José María Asensio y Toledo, quien en su obra: Cristóbal Colón, del siglo diecinueve, refiere que en la Santa María se embarcaron cuarenta y ocho personas, entre ellas el “físico” de Moguer Maese Alonso y el cirujano Maese Juan.5 Esto mismo aclara Irving, separando a las personas que ejercían cargo, al decir que también iba un médico y un cirujano, contabilizando hasta ciento veinte personas en las tres naves.6 Asensio y Toledo también explica que al volver Colón en 1493 al Fuerte La Navidad reconoce que uno de los muertos por los indios o por alguna fiebre del país fue el médico cirujano Maese Juan, a quien no había incluido Navarrete en la lista original del año anterior, y que éste fue el “físico” que había quedado en el fuerte.7, 8 Maese Alonso, de más representación y cultura, acompañó al almirante en su viaje de regreso a España, llevando muestras de plantas, resinas, alimentos, etc., de las tierras descubiertas. Ambos fueron los primeros facultativos de medicina españoles que visitaron las tierras americanas. En el segundo viaje de Colón en 1493 figuran entre los acompañantes el Doctor Diego Álvarez de la Chanca, un cirujano romancista Maese Rodrigo Fernández, y otro médico, Juan de la Vega.9 En el tercer viaje estuvo el Maese Diego, ayudado por un cirujano barbero llamado Gonzalo; y en el cuarto (último) viaje viajaron un médico y Maese Bernal, cirujano. Al final


Cristóbal Colón ante los Reyes Católicos en la corte de Barcelona (V.Turgis, siglo XIX)

del cuarto viaje, Colón sufría una serie de dolencias: gota, artritis, a veces no podía caminar, también padecía episodios de pérdidas de visión, es verosímil y probable que eso afectara su claridad mental También hubo un físico y un cirujano en la expedición de 1495. Hasta 1502 habían llegado al Nuevo Mundo más de diez facultativos que habían aprendido una medicina estudiada desde fines de la Edad Media. Ellos habían estudiado las obras de Hipócrates de Cos (Corpus hippocraticum), Claudio Galeno de Pérgamo (Manual de disección y administraciones anatómicas), Razhes o Abu Bakr Muhammad ibn Zakariya al-Razí (La conducta virtuosa del filósofo), Avicena, también llamado Abu Ali Al Hosain Ibn Abadía Ibnsina (Canon) y Arnau de Vilanova (Sanitatis ad regum aragonum y Medicinalium introductonum speculum), y eran fieles a ellas con la fe del dogmatismo religioso. Tenían deficientes estudios anatómicos, ya que habían practicado escasas disecciones, la mayoría en animales (como Galeno). Tenían libros impresos de autores extranjeros, que se usaban fundamentalmente en la Universidad de Salamanca, donde predominaban la teoría humoral y las disputas escolásticas de la época. En cuanto a los conocimientos teóricos, los habían adquirido en las cuatro Cátedras de Medicina y dos de Anatomía y Cirugía, sin contar con un adecuado entrenamiento clínico, lo que todavía no estaba bien desarrollado. La práctica era poca y, generalmente, adquirida al lado de un profesional de prestigio. Álvarez de la Chanca fue el más destacado de todos ellos. Estudió en la Facultad de Medicina de la Universidad de Valladolid. Ejerció en Sevilla y fue Médico Jefe de la Armada Española desde 1543 y Médico de Cámara de los Reyes. Fue el primer médico graduado que vino al Nuevo Mundo y ejerció en Santo Domingo.10 En su viaje observó el efecto de algunas plantas americanas como las salvaginas; asistió a Colón en una grave enfermedad, la influenza suina, que algunos pensaron que pudiera haber sido también paludismo o fiebre tifoidea, porque estuvo varios días sin conocimiento; solicitó al Cabildo de Sevilla que le enviasen medicamentos y bastimentos a tal efecto porque eran muchos los enfermos con fiebre “por mudamientos de aires y aguas”; y terminó

acompañando a Colón convaleciente en su regreso a España.11 Escribió una Relación (carta) en 1494, siendo éste el primer documento que habla de la flora, de la fauna, de la etnología y de la etnografía de América. Allí detalla datos antropológicos de los indígenas, diferencias de caracteres y costumbres entre taínos y caribes, hablando de la antropofagia de estos últimos.12 Se dice que el Dr. Chanca, al examinar un enfermo procedía primeramente a ver el estado de la lengua, pulsaba la arteria, palpaba los costados, investigaba la vida del paciente y pensando en el balance de los humores echaba una mirada a la orina y heces fecales. Terminado todo esto, se sentaba con aire majestuoso, pronunciaba algunas palabras en latín, tomaba la pluma de ave, tinta y papel que se le tenía preparado y prescribía: la gran tríada, castóreo, hierro, azufre, pomada mercurial, algún purgante, ungüento, clister, gargarismo, masticatorio, un jarabe o disponía una sangría con la dieta y medidas higiénicas correspondientes. Como clínico, conocía algo de anatomía patológica y sabía diagnosticar el garrotillo, la tos ferina, la sífilis, la lepra, la hidropesía, etc. Sus compañeros de más baja esfera, los cirujanos y romancistas, eran más ignorantes y usaban una vestimenta parecida a la de los hombres del pueblo. Sólo sabían hacer alguna mala cura empleando la interminable sarta de ungüentos recomendados por Galeno o efectuar alguna operación menor. La operación de la piedra, de la catarata, de la hernia y amputaciones, sólo se practicaban por los grandes cirujanos. Actualmente, el tema fundamental de Colón en las Facultades de Medicina tiene que ver con la Antropología Forense, porque se busca determinar aún dónde están enterrados sus restos. Tras su muerte, su cuerpo fue tratado con un proceso llamado descarnación, mediante el cual se quita toda la carne de los huesos. Se le enterró inicialmente en el Convento de San Francisco (Valladolid) y, posteriormente, sus restos fueron llevados al Monasterio de la Cartuja en Sevilla. Por deseo de su hijo Diego, fueron trasladados de nuevo en 1542, esta vez a Santo Domingo. Tras la conquista de la isla de Santo Domingo en 1795 por los franceses, se trasladaron | 11


a La Habana y, tras la guerra de la independencia de Cuba en 1898, sus restos fueron trasladados por última vez (de momento) por el crucero Conde de Venadito hasta la Catedral de Sevilla, donde reposan en un suntuoso catafalco.13 Posteriormente, se produjo una controversia sobre el destino final de los restos de Cristóbal Colón, tras aparecer en 1877,en la Catedral de Santo Domingo, una caja de plomo que contenía fragmentos de huesos y que llevaba una inscripción donde se leía “Varón ilustre y distinguido Cristóbal Colón”. Esos restos permanecieron en la catedral de Santo Domingo hasta 1992, año en el que fueron transportados al Faro a Colón, un monumento faraónico construido por el gobierno dominicano para conservar los restos que se suponen también de Colón. Al parecer, en el momento de exhumar el cuerpo de la catedral de Santo Domingo no estuvo muy claro cuál era exactamente la tumba de Cristóbal Colón, debido al mal estado de las tumbas, con lo que resulta al menos probable que sólo se recogieran parte de los huesos, quedando la otra parte en la catedral de Santo Domingo. Para averiguar cuáles eran los verdaderos restos se propuso tomar muestras de ADN de ambos esqueletos: el de Sevilla y el de Santo Domingo. Los estudios debían acabar en mayo del año 2006, pero en enero de 2005 las autoridades dominicanas pospusieron la apertura de la tumba. El 1° de agosto de 2006 el equipo de inves-

tigación dirigido por José Antonio Lorente, médico forense y director del Laboratorio de Identificación Genética de la Universidad de Granada, que estudia los huesos atribuidos al almirante que están en la catedral de Sevilla desde 1898, confirmó que “sí son los de Cristóbal Colón”. Esta afirmación está basada en el estudio del ADN comparado con el de su hermano menor Diego y con los de su hijo Hernando. Según los estudios de ADN, se determina que Cristóbal Colón era “varón, de entre 50 y 70 años, sin marcas de patología, sin osteoporosis y con alguna caries. Mediterráneo, medianamente robusto y de talla mediana”.14 Todavía se espera que las autoridades de la República Dominicana permitan el estudio de los restos atribuidos al Almirante que están en ese país, lo cual permitiría completar la historia en torno a esta cuestión. Se estima que pueda haber restos en otros lugares, ya que los que hay en la capital andaluza no llegan al 15% de la totalidad del esqueleto, por lo que podría resultar que los que están en Santo Domingo también correspondan al descubridor de América. Con esto, dio comienzo otra película más sobre la vida del Gran Almirante.

Bibliografía 1.- Comedia de 93 minutos, estrenada el 8 de marzo de 1962, dirigida por Julio Saraceni, escrita por Abel Santacruz (según la obra teatral de André Mouezy-Eón y Robert Francheville, protagonizada por Florencio Parravicini en la década del 30), con la participación de José Marrone, Juanita Martínez, Nelly Láinez, José María Langlais, Alberto Locatti, Alicia Paz, Víctor Tasca, Pepe Castro. Música original: Tito Ribero. Fotografía: Américo Hoss. Edición: Vicente Castagno. Producción: Carlos T. Dowling. 2.- Barone, Luis Roberto; Gómez Sordi, Sergio Rafael; Mazzi, Daniel Oscar: El diario de viajes de Cristóbal Colón. Crónica paso a paso del encuentro de dos mundos. Editorial Clasa S. A. Buenos Aires. 1992. 3.- Salas, Alberto M.; Vázquez, Andrés R.: Noticias de la Tierra Nueva. Eudeba. Buenos Aires. 1964. 4.- Las Casas, Fray Bartolomé de: Copia del Primer Viaje de Cristóbal Colón a América. Historia general de las Indias. 1552. 5.- Asensio y Toledo, José María: Cristóbal Colón, su vida, sus viajes, sus descubrimientos. Edición Monumental. Libro I. Capítulo XII. Pág. 191. Editorial Espasa. Barcelona. 1891. 6.- Irving, Washington: A history of the life and voyages of Christopher Columbus (Historia de la vida y los viajes de Cristóbal Colón). Vol. I. G. & C. Carvill Publishers, 12 | Médicos & Medicinas

New York, 1828. 7.- Asensio y Toledo, José María: Cristóbal Colón, su vida, sus viajes, sus descubrimientos. Edición Monumental. Libro II. Aclaraciones y Documentos. Pág. 545. Editorial Espasa. Barcelona. 1891. 8.- Fernández Navarrete, Martín: Colección de los viajes y descubrimientos que hicieron por mar los españoles. 1825. 9.- Asensio y Toledo, José María: Cristóbal Colón, su vida, sus viajes, sus descubrimientos. Edición Monumental. Libro III. Capítulo I. Pág. 608-609. Editorial Espasa. Barcelona. 1891. 10.- Paniagua, Juan A.: El Doctor Chanca y su obra médica (vida y escritos del primer médico del Nuevo Mundo). Ediciones Cultura Hispánica. Madrid. 1977. 11.- Asensio y Toledo, José María: Cristóbal Colón, su vida, sus viajes, sus descubrimientos. Edición Monumental. Libro III. Capítulo I. Pág. 616. Editorial Espasa. Barcelona. 1891. 12.- Guerra, Francisco; Sánchez Téllez, María del Carmen: Las enfermedades de Colón. Quinto Centenario. Vol. 11. Pág. 21. 1986 13.- Taviani, Paolo Emilio: Cristóbal Colón. Dos polémicas. Editorial Nueva Imagen. México, 1991. 14.- Morison, Samuel Eliot: Christopher Columbus, Mariner. Little, Brown and Company. Boston 1955.


HISTORIA DE LA ANALGESIA EN GRECIA Y ROMA Capítulo Iº

AULO CORNELIO CELSO El primer escritor importante de Historia Médica

Adolfo Héctor Venturini

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scritor, filósofo y científico latino nacido en el año 25 a.C. probablemente en la Galia Narbonensis (hoy Provenza). Vivió y falleció en Roma en el 50 d.C1 - 2. Descendiente de la familia patricia de los Cornelios, fue autor de una vasta enciclopedia que trataba de filosofía, medicina, agricultura, retórica y arte militar. Estos temas los agrupó en su obra “De artibus”, de la cual sobrevivieron los capítulos referentes a la medicina: De re médica o De arte médica o De medicina. Estos capítulos manuscritos fueron descubiertos casualmente en el siglo XV por el papa Nicolas V (Tommaso Parentucelli, 1397-1455). Se piensa que Celso los escribió en los años 30 de nuestra Era emperador Tiberio1. Se conservan los ocho libros manuscritos3 que fueron impresos por primera vez en el siglo XVI (ediciones de 1528-42-49-52-63-66 y 1592). De estas primeras siete ediciones se consultaron seis, cuyas fotocopias se encuentran en la biblioteca personal, gracias a la gentileza de las autoridades de las Bibliotecas de la Facultad de Jurisprudencia, Letras y Filosofía de la Universidad de Milán. Se

Tiberio Claudio Nerone (Roma 42 aC – Capo Miseno 37 dC). Fue el segundo emperador romano, entre los años 14 - 37 dC., con el nombre “Tiberius Iulius Caesar Augustus”. Bajo su mandato fue crucificado Jesucristo. Consumidor de opio y de vino (se lo llamaba “Biberius”) en el año 26 se trasladó a Capri interesado por el excelente opio que se producía en la isla., dejando en Roma al prefecto del pretorio Lucio Elio Seiano.

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adjunta la fotografía de la tapa de la edición de 1566. Es probable, según Laín Entralgo,4 que Celso no practicara la medicina (no era médico) y que debió de aprender mucho de Menécrates, médico del mencionado emperador Tiberio. De Medicina formaba parte de una amplia enciclopedia5 y está considerado el documento de medicina más antiguo de mayor importancia. Fue uno de los primeros tratados médicos impreso poco después del invento de Gutenberg. Recoge una visión completa de los conocimientos médicos y quirúrgicos de los tiempos de Hipócrates hasta los albores de la era Cristina. Celso menciona 72 autores y gracias a él se conoce la medicina griega, la cirugía alejandrina y las curas que practicaban los romanos, como también comprender muchos términos médicos griegos y sus equivalentes latinos. Celso, considerado el primer escritor importante de Historia Médica, contribuyó a hacer reconocer el valor de hombres como Hipócrates, Herófilo y Erasístrato. Babini califica la obra de Celso como “realmente notable” y luego dice que las circunstancias que rodean a este escrito y a su autor, hacen pensar que se trata de una traducción de alguna obra de un médico griego.6 De Medicina comprende ocho libros:7 los primeros cuatro tratan de enfermedades que se curan con dietas y con regímenes alimentarios específicos; los otros cuatro restantes describen las enfermedades que se curan con fármacos y con la cirugía. La introducción histórica del libro I° se ocupa de las escuelas médicas frente a las distintas escuelas. Las observaciones de Celso comparadas con los enseñamientos de Hipócrates, son testimonios de un considerado progreso. Contribuyó en forma relevante al desarrollo de la traumatología (amputaciones, plastias)8 siendo siempre recordado por la descripción magistral de las características de la inflamación: tumor, rubor, calor y dolor.9 Las drogas fueron clasificadas por primera vez, según su acción, en narcóticos, estimulantes, vomitivos, purgantes, diuréticos y sudoríficos.10 Entre los hipnóticos y analgésicos, Celso se ocupó del papávero y del opio (papaveris lacrimae) en los libros 3, 4, 5, y 6; de la mandrágora (mandragorae) en los libros 3, 5 y 6; del beleño (hyoscyami, hyoscymum) en los libros 5 y 6; de la hiedra (hederae) en el libro 6; de la cicuta (cicutae, cicutam) en los libros 5 y 6. Del solanum o strychnos Celso habla en el libro 5, pero, se debe aclarar que con este nombre se llamaban a diversas especies, lo que ha generado confusiones, siendo probable que la planta en cuestión sea el Solanum halicacabum (Withania somnífera). Esta planta es una solanácea que provoca sueño mucho más suave que el opio, mitiga el dolor y es astringente por los taninos que contiene. Celso la indicaba para calmar pacientes con disturbios mentales e histéricos y la corteza, luego de ser machacada y disuelta, en aplicaciones tópicas para el tratamiento de úlceras y de la erisipela. Celso también se ocupó del Sycamorus o sycaminus, nombre aplicado a dos especies distintas: Morus nigra (Solanum nigrum): como somnífero. Sycamorus aegyptiaca: La resina localmente para dolores en los flancos y cefaleas 14 | Médicos & Medicinas

A continuación se transcriben algunas recetas con sustancias vegetales analgésicas que se encuentran en “De Medicina” (Libro Vº):

v Libro V, Cap.18, Párrafo 29: “El emoliente de Sosagorae (Soságoras) para los dolores articulares contiene plomo calcinado, lágrimas de papávero (papaveris lacrimae), corteza de hyoscyamo, styracis, azufre, sebo, resina, cera en parte iguales”. El styracis corresponde a la especie Styrax officinale, árbol de cuya corteza se extrae una resina perfumada llamada estoraque. Lágrimas de papávero es sinónimo de opio.

v Libro V, Cap. 18, Párrafo 35: “ Numenius (Numenio) usa para mitigar el dolor de la gota, en los casos de articulaciones rígidas, un emoliente consistente en hojas de rosa seca y lágrimas de papávero (papaveris lacrimae) 12 g. de c/u, resina de terebinto 16 g., incienso y carbonato de sodio 32 g. de c/u., flor de lis y aristoloquia 48 g. de c/u, cera 1 kg. Luego agrega aceite de cedro 42 ml., aceite de laurel 126 ml. y aceite de oliva 500 ml.”.

v Libro V, Cap. 20, Párrafo 5: “Para fisura anal, hemorroides sangrante o inflamación séptico-gangrenosas: cardenillo 8 g., mirra 16 g., goma 32 g., incienso 48 g., sulfuro de antimonio, lágrimas de papávero y acacia 64 g. de c/u. Machacar y luego disolver en vino”.

v Libro V, Cap. 23: Antídotos. Celso menciona solo tres, compuestos de 30, 10 y 37 ingredientes. Los antídotos eran administrados en pequeñas dosis diariamente y como vehículo se usaba el vino y la miel. Celso incluye pequeñas cantidades de opio (lacrymae papaveris) en el primer y en el tercer antídoto, no agregando ningún otro narcótico. El tercero que contiene 37 ingredientes es el famoso antídoto de Mitrídate (Nobilissimum autem est Mithridatis).

v Libro V, Cap. 25, Párrafo 2: “Para alteraciones graves de estómago, pero es muy soporífera: mandrágora 1 g., semillas de opio y semillas de hyoscyamo 16 g. de c/u.; rasparlas y luego disolver en vino”.

v Libro V, Cap. 25, Párrafo 3: “Para dolor de cabeza, de muelas, de caderas, de costillas, del hígado, del bazo, gripe intestinal, inflamación del útero, dificultad en respirar, la siguiente preparación quitará el dolor, pero provocará sueño: saxifraga, semillas de ruda silvestre 4 g., canela 8 g., lágrimas de papávero, mandrágora seca, 9 g. de c/u., y 56 granos de pimienta. Machacar separadamente y luego agregar vino hasta que tome consistencia. Para pequeñas cantidades disolver en agua”.

v Libro V, Cap. 25, Párrafo 5: “Si los dolores de la vulva impiden dormir tomar: azafrán


33 g., anís y mirra 4 g de c/u., lágrimas de papávero 12 g., semillas de cicuta 32 g. Mezclar y disolver en vino añejo. Peligroso si la paciente tiene fiebre”.

v Libro V, Cap. 25, Párrafo 10: Celso habla de las píldoras de “Heraclidis Tarentini” (Heráclito de Tarento, médico griego, siglo I d.C.) para el insomnio (somnum prohibet) que contiene: “azafrán 66 g., mirra, pimienta, 1 g., canela, ricino y lágrimas de papávero 4 g. de c/u.”.

v Libro V, Cap. 25, Párrafo 12: “Las píldoras de Cassius para cólicos contienen: azafrán, anís, ricino 12 g. c/u., perejil 16 g., pimienta 20 g., lágrimas de papávero, mirra, nardo, 24 g. de c/u. Disolver en agua caliente”. Bibliografía antigua de Aulo Cornelio Celso:

1- De re medica libri octo ... Accessit huic thesaurus verius, quam liber, Scribonii Largi, titulo Compositionum medicamentorum. Parisiis (París), 1528 (sul/front. 1529). 2- De re medica libri octo. Item Q. Sereni Liber de medicina. Q. Rhemnii Fannij Palaemonis. Lugduni (Lyon), 1542. 3- De arte medica libri octo, multis in locis iam emendatiores longe quam unquam antea, editi Gulielmi Pantini. Basileae (Basilea), 1552. 4- De re medica libri VIII. Item Q. Sereni Liber de medicina. Patavii (Padua), 1563. 5- De re medica libri octo. Q. Sereni Medicinale poëma. Lugduni (Lyon), 1566. (Ver la fotografía de la tapa del libro) 6- De re medica libri octo. Accessere in primum eiusdem, Hieremiae Thriverii Brachelii commentarii doctissimi. Lugduni (Lyon), 1592.

Bibliografía 1 - Saetti, L. et al. “Antichitá Classica” (Milano, Garzanti, 2000) p 251. 2 - Papp, D.; Agüero, A.L. “Breve Historia de la Medicina” (Buenos Aires, Claridad, 1994) p 85. 3 - Babini, J. “Historia de la Medicina” (Barcelona, Gedisa, 1985) p 36. 4 - Laín Entralgo, P. “Historia de la Medicina” (Barcelona, Masson, 1998) p 64. 5 - López Piñero, JM. “Breve Historia de la Medicina” (Madrid, Alianza, 2000) p 75. 6 - Babini J. “Historia Sucinta de la Ciencia” (Buenos Aires, Espasa Calpe, 1951) p 79. 7 - Riganti, A. et al. “Enciclopedia Universale Garzanti” (Milano, Garzanti, 1991) p 326. 8 - Herreman, R. “Historia de la Medicina” (México, Trillas, 1987) p 67. 9 - Valero Ribas, J. “Enciclopedia Salvat de Ciencias Médicas” (Barcelona, Salvat, 1959) Tomo I, pp 785-86. 10 - Litter, M. “Farmacología” (Buenos Aires, El Ateneo, 1980) p 5. | 15


¿Decidme de dónde tenéis esa extraña inteligencia! William Shakespeare

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Eugenia Sacerdote de Lustig Mujeres pioneras en la investigación oncológica Federico Pérgola

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n los últimos días de noviembre de 2011, exactamente durante el domingo 27, falleció en Buenos Aires la Dra. Eugenia Sacerdote de Lustig. Murió a los 101 años y la sobrevive su prima hermana, algunos meses mayor, la Dra. Rita Levi Montalcini, premio Nobel de Medicina. Soportó discriminaciones, una de ellas por la mente febril de un dictador de turno de su Italia natal, don Benito Mussolini que fue de tipo racial. La otra que suponemos que la hubo, la de género: era mujer y se “atrevía” a investigar en la década del 40 cuando todo era patrimonio masculino. Sus estudios oncológicos y sobre los virus la homologan también con otra investigadora de un país cercano al suyo: Francia, formada en Canadá con Hans Selye y en Buenos Aires –donde se quedó y formó su familia– con Bernardo Houssay, la Académica de Medicina Dra. Christiane Dosne Pasqualini. Una tercera fue la Dra. Sara Rabinovich de Pirosky, una década mayor que Eugenia y dos que Christiane, que trabajó junto a su esposo en el Instituto “Malbrán”. No quedan dudas que la capacidad intelectual y de trabajo empeñoso las hicieron figuras de primera elección en los ámbitos científicos. Como expresó el profesor Osvaldo Fustinoni, quien presentó a Sacerdote de Lustig con motivo de recibir el premio Hipócrates de la Academia Nacional de Medicina en 1992, “su vida entre tubos de ensayo, matrices y retortas, entre microbios y virus, entre cilindros inscriptores y tablas de cálculo,

solo perseguía practicar la religión de la verdad. “Tuvo que soportar sin quererlo, sin buscarlo, sin explicaciones, persecuciones que no provocaba y que sufría con estoicismo”. En 1983, Laura Rozenberg1 publicó un libro que fue premiado –muy justicieramente por su calidad– en el concurso Los grandes italo-argentinos organizado por la Asociación Dante Alighieri. La escritora eligió referirse a la vida de nuestra investigadora y narró sus pormenores con gran destreza. De ella tomamos algunos de los más importantes para recrear su lucha. Eugenia Sacerdote nació el 6 de noviembre de 1910 en Turín, en una casa alquilada de la Via Sacchi. Su apellido deriva de la traducción al castellano de la palabra cohen (rabino). “Hasta 1861, nueve años antes de nacer papá –dice Eugenia Sacerdote a Laura Rozenberg–, los judíos solo tenían permiso para vivir en pueblos pequeños, por eso él era de Chieri y mi madre de Asti; cuando Napoleón conquistó Italia dio inmediata libertad a los judíos, pero al poco tiempo, con el retorno de la casa de Saboya, tuvieron que volver al ghetto”. Con la Unidad de Italia esta discriminación habitacional desapareció. Como dice la investigadora, los judíos italianos tenían una ventaja: hablaban fluidamente ese idioma, cosa que no sucedía con los judíos polacos que lo hacían en idish. Ella confesó que conoció la existencia de esta última lengua aquí, en la Argentina. Pero dejemos a un lado la sectorización social que llegó de | 17


la mano del monoteísmo y encontraremos otra de tipo científico que, para no abundar en detalles y entrar en aguas profundas, sugiero la lectura de La nuca de Houssay de Marcelino Cereijido2. Con su esposo Maurizio y su hija Livia, la que luego sería profesora Titular de Histología de la Facultad de Medicina (UBA), llegó a nuestro país a raíz del trabajo que la empresa Pirelli le había encomendado al primero en 1939. Luego de un paso por Brasil, en 1943 comenzará a desarrollar sus conocimientos sobre cultivo celular que había adquirido en Turín con la tutela de Giuseppe Levi. Trabajó en el Instituto de Oncología “Ángel H. Roffo” y, a consecuencia de la epidemia de poliomielitis integró el plantel del Instituto “Malbrán”, donde fue que la conocimos. En virtud de que el rector de la Universidad de Buenos Aires, Risieri Frondizi, le permitió que pudiera presentarse con su título de médica italiana a un concurso, logró la titularidad de la cátedra de Biología Celular de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales. Dos años después, Bernardo Houssay la convocó a formar parte del Conicet. En 1966, la desgraciada dictadura de Onganía hizo que decidiera su renuncia al cargo académico. Su refugio fue “el Malbrán”. En 1938 Mussolini le había retirado su diploma de médica defendido en la Universidad de Parma, como obligaba el Estado, por ser judía. Ahora debía alejarse por ser científica. En 1967 obtuvo el premio Nacional de Ciencia. Algo caló fuerte en los sentimientos de la Dra. Sacerdote y ello fue la epidemia de poliomielitis que se presentó en nuestro país en 1956. En diversas entrevistas que le efectuaron era su tema recurrente. En un reportaje que le efectuó el periodista Agustín García Puga3 (bajo el seudónimo de Enrique Albano) para la revista Geriatría Práctica se refirió a los momentos que le tocaron vivir en ese lapso y hemos creído de interés reproducirlos: He trabajado durante diez años en el Malbrán. Durante la terrible epidemia de poliomielitis […], cuando todavía no teníamos la vacuna Salk ni la Sabin, tenía que hacer diagnósticos basándome en los elementos de que disponíamos. Como el diagnóstico había que hacerlo sobre células vivas de seres humanos o monos Rhesus y como acá no hay ese tipo de animal, tuve que trabajar sobre células humanas. Todas las mañanas recorría las maternidades buscando restos de abortos y con este material iba al Instituto Malbrán para hacer las investigaciones. El diagnóstico lo hacía sobre el cultivo de estas células. Trabajaba sin descanso, hasta medianoche. Por desgracia tuve que afrontar una situación sobre la que no omito juicio pero que complicó todo: una huelga. La Asociación de Trabajadores del Estado hizo una huelga en reclamo de un aumento salarial, debido a esto nadie quiso ayudarme. En consecuencia, cada noche, antes de irme llevaba los restos infectados a un patio y rociándolos con nafta, les prendía fuego. Era la única manera de evitar que alguien entrara en contacto con un material tan peligroso. El periodista le pregunta si ello le acarreó problemas. 18 | Médicos & Medicinas

Terribles, tanto que al final tuve que renunciar. Me rompieron todos los vidrios del auto y hasta me tiraron intencionalmente un pesado cajón sobre un pie. Lo más triste es que no escucharon mis razones cuando les dije que no era posible en un momento de epidemia que yo hiciera una huelga. Yo no podía aceptar que se murieran los chicos a causa de la polio. Luego se referirá a los animales de laboratorio y reiteró su postura frente a la epidemia. Lo ideal es el mono Rhesus que es el más parecido al ser humano. Al respecto, tuve oportunidad de vivir un episodio de aristas grotescas. Recuerdo que en los primeros años, cuando todavía se estaba probando la vacuna Salk, en 1957 y 1958 en aquellos años de la epidemia de poliomielitis, el Ministerio de Salud Pública me envió al extranjero a estudiar este tema en los monos Rhesus. Cuando regresé a la Argentina solicité en el Instituto Malbrán que me dieran monos para poder investigar y me dieron uno solo. Cuando reclamé, me quisieron dar los monitos que abundan en el norte argentino pero no los quise porque no sirven, ya que no se infectan. Entonces le dije que lamentaba el dinero que invirtieron para enviarme afuera a estudiar algo, teniendo en cuenta que después no puedo ponerlo en práctica. Esa fue la razón porque yo a la mañana temprano recorría las maternidades para tener por lo menos material humano para trabajar. Los jóvenes ignoran estos sacrificios de recorrer a las siete de la mañana los hospitales. Las entrevistas periodísticas, tanto escritas como radiales, a esta excepcional mujer se sucedieron a lo largo de su extensa vida. En cada una de ellas relató partes de su intensa actividad científica y sus propias vivencias existenciales. Pero, a partir de la última década manifestaba su dolorosa, inevitable y paulatina pérdida de la visión. En febrero de 1999, Rodolfo González Arzac4 le efectuó un reportaje donde aflora el inmenso anecdotario propio de una persona con una intensa vida pública (debemos reconocer que todos los ancianos recrean episodios pintorescos que guardan en su memoria). Con el título de “Vocación y sacrificio”, el periodista escribe en un intertexto: “Si los logros que conquistó la doctora Lustig le valieron muchos esfuerzo, la determinación de seguir el camino de su vocación fue decididamente un gran sacrificio. “El liceo femenino de su Turín natal no la habilitaba para ingresar en la Universidad. Junto con su prima hermana estudiaron durante un año para dar libre las materias del liceo masculino. La epopeya incluyó ocho años de griego, cinco de latín, matemáticas, física, filosofía, y la reprobación familiar. “El primer día de clases las primas se dieron cuenta del tamaño de su desafío: entre quinientos alumnos, solo cuatro, incluidas ellas, eran mujeres, Valió la pena. Eugenia, colmada de logros y honores, y su prima, Rita Levi Montalcini, fue Premio Nobel de Medicina en 1986”. Entre las designaciones de Eugenia se hallan las de Ciudadana Ilustre de la Ciudad de Buenos Aires pero, además, de Inmigrante Ilustre de Turín, Italia, y una de la más emoti-


vas como fue la de la línea de colectivos 60 que la nombró Pasajera Ilustre, que le permitía viajar gratuitamente en ese medio de locomoción. En ese mismo año, Flavia Fernández5 habla con ella y esto expresa: “Muy a su pesar, a las seis está bien despierta. Entonces, se toma las cosas con calma. ‘Me baño, desayuno café con leche y una tostada con dulce de naranja amarga, después leo el diario. Lamentablemente, mi vista ya no es la de antes, así que necesito la ayuda de una lupa. Pero no me excedo porque después sigo trabajando con los ojos y puedo marearme’, cuenta la doctora Lustig, jefa del Departamento de Investigaciones del Hospital Roffo.. “Hasta hace unos años manejaba su propio auto, pero después de los 80 no siempre se trepa al 60. ¿Sí, de mi casa, en Belgrano, todos los días viajé en esa línea, hasta tal punto que me nombraron Pasajera Ilustre. Ahora vengo en remise porque la agencia amabilísima me ofreció llevarme y traerme a casa. Me pasan a buscar alrededor de las 9 y a las dos y media en punto me acercan a casa. Por la vista ya no puedo estar todo el día trabajando. “Con el pelo blanquísimo como su guardapolvo, la doctora que llegó de Italia hace más de seis décadas y le dedicó la vida al estudio asegura que no podría vivir sin sus libros. También cuenta que cocinaba muy bien –aunque ya hace tiempo que no lo hace– y que le encantaría volver a probar las castañas calientes que comía cuando era chica, en plena era Mussolini. ‘Eran tiempos difíciles, especialmente para las mujeres. ¿Saben los que me costó estudiar, poder ingresar

en la Universidad? Fue muy duro, tuve que dar todas las materias libres. Después vinimos a la Argentina, previo paso por Brasil, por el trabajo de mi marido en Pirelli. Todavía recuerdo la decepción del primer día. Yo, que me había criado viendo los Alpes por la ventana de la cocina, de pronto me encontré con una ciudad chata. Me acuerdo que estábamos en el taxi y al llegar a Primera Junta, el taxista me explicó que estábamos en el lugar más alto de Buenos Aires, a ocho metros sobre el nivel del río. Casi me muero de la desilusión’, confiesa la mujer que después aprendió a bailar y escuchar tango, a disfrutar del verde de Belgrano, a sentir un país ‘que me dio todo. Porque, en realidad toda mi vida la pasé acá. Cuando llegué tenía 25 años’.” En 2003 su visión había empeorado a tal punto que, en una entrevista que le realizaron y publicaron en el diario La Prensa6 se leía: “Pese a haber perdido la visión casi por completo, la investigadora se nutre de los avances tecnológicos gracias a la colaboración de sus amigas que le dedican horas de lectura de las más prestigiosas revistas de ciencia en inglés, francés, italiano y español. “También en el Instituto la equiparon con una máquina que se encarga de leer sus trabajos: ‘Es como una fotocopiadora que habla –señala– cuando termina de copiar me lo lee’.” En esa época, con sus 92 años largos, concurría dos veces por semana al Instituto de Oncología “Ángel H. Roffo”. En esa oportunidad se manifestaba satisfecha por permanecer activa y así decía: “Es que no se envejece tanto ni tan rápidamente porque la jubilación es muy dura. Entonces, uno | 19


opta por seguir haciendo las cosas que hacía toda la vida”. Otra nota explicatorio de tan rica vida intelectual fue la de Jorge Rouillon7 del diario La Nación donde relata cual fue el ariete que le permitió insertarse en la cúpula de la medicina argentina: en su ciudad natal había trabajado con Giussepe Levi, como hemos señalado, en el cultivo de células. Con ese procedimiento que conocía plenamente concurrió diariamente a la cátedra de Histología de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad de Buenos Aires, luego el director “del Roffo” la convocó para hacerlo en esa institución y así la Argentina ganó una de las primeras investigadoras en temas oncológicos que tuvo el país. Su amor y su dedicación por la nación que la acogió queda demostrado por los 70 años que residió aquí, su obra y sus hijos. En oportunidad del reportaje citado anteriormente se expresó de esta manera: “Agradezco a la Argentina que me

recibió en un momento tan sombrío de la historia del Viejo Continente y me permitió desarrollar con pasión mi actividad científica. Creo que la ciencia, en la búsqueda de la verdad, nos ha enseñado mucho, esta búsqueda que siempre debe estar guiada por la ética”. Eugenia Sacerdote de Lustig, como no podía ser de otra manera puesto que es perfectamente justificable, amó la Argentina donde –fuera de algunos sinsabores– tuvo la felicidad de su matrimonio y sus hijos, además de su trabajo creativo, pero no dejó de adorar a su Italia natal. Le afectó tener que dejar de contemplar el paisaje alpino y en una de sus reflexiones con la prensa manifestaba que “todos los sábados va hasta la quesería Valenti donde compra auténticos manjares que me recuerdan a mi tierra. Me encanta la mozzarella de búfalo, el mascarpone, el queso parmesano, algún buen fiambre con pan”. La polenta y el Piamonte, presentes.

o n del 27 de febrer del diario La Nació Carta de lectores de 2012-02-27 Señor Director: ionales en marzo de tres mujeres excepc 90 “Es destino unió a rdote de Lustig. De ctora Eugenia Sace que on uill 2000, cuando la do Ro rge Jo n riodista de La Nació años, propuso al pe años. la González, de 15 nie entrevistara a Da . A los 13 había vios añ 3 los leía desde e“Daniela escribía y to Roffo porque qu Lustig en el Institu ora, ad tig sitado a la doctora es inv de no lo y seguir su cami ría conocer a su ído o el secundario y en ma: había concluid ble pero tenía un pro nores de 18 años. ina no aceptaban me de la Facultad de Medic de la Universidad logró que el decano ra de rre La doctora Lustig ca la en n, ció como segunda op Morón la inscribiera, s. ica Ciencias Quím suburbana de Merlo ibió la humilde casita la “El periodista descr rgento ayudante de ía con su padre, sa ción ca vo en la que Daniela viv n co sa ca de su madre, un ama policía bonaerense; r. Recorrer el largo tosa hermana meno en tal la de estudio, y su que la acercaba a abordar el colectivo s su ar ste camino de tierra y Co . tos minu todos los días 45 su ra pa facultad le insumía ico óm on ec un ingente esfuerzo estudios implicaba se familia. t leyó el artículo y Lacroze de Fortaba de te tan “La señora Amalia en res rep Un ente con Daniela. y una os conectó telefónicam libr a, rop yó ve bat la visitó y le pro n la Fundación Forta Daniela se mudó co o meses después, atr Cu ze cro La computadora. alia que Am de tres dormitorios su familia a la casa dad de Morón. La rsi ive Un la de ras cuad de Fortabat a doce textos y ropa dude s t le cubrió los gasto s. Fundación Fortaba ndonó los arancele la Universidad le co ca la a rante dos años y iab inic icas e a en Ciencias Quím nte iste as Mientras se licenciab y nte sa pa mo 18 años, trabajó co nció rrera soñada a los en Química y se lice ró cto do se os añ de cátedra. A los 25

en en Medicina. es sensibles pued tes y tres corazon “Tres mentes brillan hacer milagros”. olensky

Eleonora María Sm

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Bibliografía 1. 2. 3.

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Jorge Emilio Gallardo ~Su fallecimiento ~

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uestro Comité de Honor ha sufrido una sensible baja con el fallecimiento del periodista y académico Jorge Emilio Gallardo que tuvo lugar el 30 de marzo. Es indudable que el dolor por su desaparición ha sido aun mayor para las letras y la cultura rioplatense. Mi vínculo con Gallardo había surgido a fines de 1998 cuando, fruto de su entusiasmo intelectual, generó su revista Idea Viva, que se presentaba como Gaceta de cultura y era ese, en realidad, su objetivo porque por polisémicos y seleccionados sus aportes tenían una finalidad puntual. Su actividad no se centró –como no se había centrado antes– en Idea Viva. Como hombre de letras fue hacedor de numerosos libros y transitó por distintas vertientes de ese quehacer. Se destacaron especialmente los dedicados a la raza de color, sobre todo en el Río de la Plata, como Presencia africana en la cultura de América latina (1986) y a la figura del gaucho, tal como Contextos criollos del Río de la Plata. La redención del gaucho (2007). Decía Gallardo en el Prologo de este último: “Al emplear el verbo redimir el subtítulo del presente libro no hace sino evocar el tránsito del tipo humano del gaucho desde su pasado marginal y delictivo hacia la civilización, preludio de una metamorfosis que en el siglo XIX extinguió sin duda algunos de sus rasgos más propios”. Sencillas palabras –con la misma humildad de su autor– que todos los conoce-

dores de la historia, de la brava historia de nuestro país, entenderán en su íntima expresión. Es que así era Jorge Emilio en su bonhomía escondía la profundidad de un pensamiento integrado. Entre su variada producción literaria podemos citar, además de los mencionados, los libros Pimienta del reino (2001), Costillar de Adán. Cuentos mínimos (2002), Luchas ideológicas argentinas (2006), La cultura es una (2006), Geografía de la infancia (2008), De la rebeldía a la abolición (2010), Elogio de lo mejor. Nuestra génesis y el mito (2011). Otros trabajos destacados fueron El habla del gaucho. Influencias cruzadas del portugués y el español en el habla del gaucho. Su vigencia en una geografía insospechada y Lo plural en la cultura. Miembro de número de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas y correspondiente de la real Academia de Ciencias Morales y Sociales de Madrid, Gallardo había nacido en 1939. Tenía como antecesores familiares a Bartolomé Mitre, Luis María Drago y Ángel Gallardo; su hermana Sara Gallardo, eximia escritora. Afable, sonriente, repito, de gran humildad, supo conquistar gran número de amigos aquí y en el exterior, donde pasó buena parte de su vida en su labor periodística. En su libro La cultura es una tuvo la gentileza de nombrar esta revista y a su director. Federico Pérgola

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PLANTAS & HONGOS TÓXICOS Eduardo Esparrach

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esde la aparición de los animales, las plantas debieron defenderse de la predación a que eran sometidas. En esa carrera armamentista los vegetales desarrollaron espinas, cubiertas protectoras, olores desagradables y sustancias tóxicas. Un claro ejemplo de esto lo constituye el eucaliptus y el koala –un marsupial australiano- de cuyas hojas se alimenta. El árbol, al verse excesivamente predado, optó por defenderse aumentando la cantidad de tanino y generando aceites tóxicos en sus hojas, lo que en teoría sería suficiente para desanimar al animal. Pero sucedió que a medida que los eucaliptus incrementaban su toxicidad, los koalas ponían en marcha un sistema de defensa merced a la producción en su hígado de ácido glucurónico. Así fue como otras plantas produjeron alcaloides, glucósidos, resinas, fitotoxinas y otras sustancias más, que insertaban en sus frutos, flores, hojas, tallos o raíces según sus necesidades. Y los animales debieron reconocerlas o descartarlas de su dieta. El hombre primitivo debe haberse sometido también a este sistema y pagado el desconocimiento con su vida, un tributo del que ahora nos beneficiamos todos.

Haciendo historia

Desde la más remota antigüedad el hombre manipuló una gran cantidad de plantas para ser utilizadas en beneficio propio. Además de aprovechar a muchas de ellas como sustento, observó que otras tenían ciertas propiedades curativas. Y también comprobó con horror, que esas mismas plantas consumidas en mayor cantidad provocaban envenenamiento y muerte. Ya en la época del Homo sapiens cazador, sus flechas eran untadas con curare, una sustancia extraída -entre otras- de la raíz de la nuez vómica, cuyo tóxico es la tubocurarina, un bloqueante de la placa neuromuscular que inhibe la acción despolarizadora normal de la acetilcolina.

Egipto Hacia el año 3.050 a. C. el faraón egipcio Menes, fundador de la 1ª dinastía, emprendió el estudio de las plantas vene-

nosas, siendo probablemente el pionero en esta ciencia. Sin embargo, más tarde, los egipcios dedicarían mayor empeño en denudar las propiedades de las plantas alucinógenas. Utilizaron para ello las flores del nenúfar blanco de alto contenido en apomorfina, la campanilla del Viejo Mundo que contiene la cuscohigrina y las bayas y raíces de la mandrágora que contienen un alcaloide rico en hiosciamina, atropina, escopolamina y mandragorina. La midriasis que denotan las pinturas y bajorrelieves del Nuevo Imperio, es fiel reflejo de lo antedicho. También conocieron las propiedades de la adormidera cuyas cápsulas contienen opio, utilizándola ya sea como narcótico o como afrodisíaco. Generalmente esta sustancia era empleada durante los entierros, para lograr una comunión espiritual con el muerto. También tenían conocimiento de la toxicidad del ricino. Esta planta que contiene en sus semillas un potente alcaloide: la ricinina, tiene un poder tóxico tan elevado, que bastarían tres semillas para terminar con la vida de un adulto o solamente una para un niño. Cabe aclarar que el popular aceite de ricino de la primera mitad del siglo XX carecía de ricinina. Hacia los alrededores del año 1.500 a. C. se redactó el famoso Papiro de Ebers que tenía una sección dedicada a la descripción de las plantas tóxicas conocidas, entre ellas la cicuta y el acónito.

Grecia En tanto que en los egipcios predominaba el uso de plantas alucinógenas, en la Grecia antigua lo fueron las tóxicas o venenosas, con la finalidad específica de eliminar enemigos políticos. Una de las plantas utilizadas era justamente el acónito. Con la raíz de esta planta elaboraron una solución que contenía un potente alcaloide: la aconitina, en la cuál embebían las puntas de sus flechas para matar a sus enemigos. En la mitología griega figura que el acónito había sido traído por el guardián de los infiernos: el perro de tres cabezas Cerbero (mote que daría origen al término cancerbero), seguramente a causa de su gran toxicidad. También en Grecia cobró una gran importancia la cicuta. Todas las partes de esta planta, pero fundamentalmente sus | 23


frutos verdes, contienen alcaloides y unos aceites sumamente tóxicos, además de una potente neurotoxina: la cicutina o coniína. Este veneno fue utilizado como uno de los sistemas de enjuiciamiento, equivalente a la pena de muerte. Es célebre la pena que recayó sobre Sócrates quién muere envenenado con cicuta en el año 399 a. C. Otra de las plantas que utilizaban, aunque ya con fines secretos, fue la nuez vómica, cuyo alto contenido en estricnina la torna en un potentísimo veneno. En el año 323 a. C. el célebre Alejandro Magno fue intoxicado y mandado al otro mundo por medio de su esposa Roxana quién harta de sus infidelidades le suministró una dosis letal de ese mismo tóxico. En el año 88 a. C., Mitrídates VI, Rey del Ponto, conquistaba el oeste de la península de Anatolia, ordenando la matanza de 80.000 ciudadanos. Temeroso de los odios engendrados inventó una forma de contrarrestar los efectos de cualquier sustancia tóxica. Mezcló para ello pequeñas cantidades de varios venenos, de los que cada día ingería algo para hacer inmune a su organismo. La historia dice que lo consiguió, pero llegada la hora de su derrota final, no pudo llegar a la muerte digna de todo vencido (el suicidio con veneno) y tuvo que clavarse una espada para morir. El hecho dio origen al término mitridatismo, sinónimo de resistencia adquirida al veneno.

Roma Durante el Imperio Romano no solo continuó, sino que se multiplicó la utilización de venenos vegetales para deshacerse de enemigos. De hecho, los emperadores tuvieron sus envenenadores experimentados para terminar con los opositores y por supuesto también esclavos o animales que eran forzados a probar su comida antes de consumirla, para evitar ser envenenados ellos mismos. En el año 48 d. C. el emperador Claudio ordena a matar a su esposa Mesalina acusándola de adulterio, quedándose con su hijo Brittanico. Más tarde contrae matrimonio con Agripina, hermana de Calígula que ya tenía un hijo tres años menor que Brittanico: Nerón. Agripina deseaba que este fuera nombrado emperador a la muerte de Claudio desplazando al hijo de este. Para lograrlo urde un plan diabólico para deshacerse de su marido. El 11 de febrero del año 55 d. C., en combinación con su esclava Locusta (que ya había sido condenada por utilizar venenos) ofrece a su esposo durante la cena un plato de hongos oronja -muy del gusto de Claudio- mezclados con los altamente tóxicos oronjas verdes. Dado que el veneno actuaría luego de 20 horas, Agripina en complicidad con Jenofonte (el médico de Claudio), le pide que lo haga vomitar, inyectándole coloquíntida en su garganta, con la excusa de facilitar su vómito. Esta costumbre estaba tan arraigada en el Imperio que el emperador no opuso resistencia. La pluma utilizada para tal fin, estaba impregnada con una sustancia altamente tóxica extraída de esa planta, la que provoca su muerte a los pocos minutos, adelantándose así al efecto del hongo venenoso. Tales eran los apuros de Agripina. Similar al efecto de la oronja es la falsa oronja, el célebre hongo de sombrero rojo con pintas blancas con su poder 24 | Médicos & Medicinas

alucinógeno, que inmortalizó Lewis Carroll en su cuento Alicia en el país de las maravillas.

Edad Media

Durante la Edad Media cobró impulso el uso de la belladona, cuyas bayas y raíces poseen alto contenido en atropina y escopolamina, sustancias que llevaban a sus consumidores a un “vuelo” de fantasía y magia. Esta sustancia fue muy utilizada en beneficio propio de brujas y hechiceros, quienes de esta forma manipulaban, doblegaban o extraían el pensamiento de las personas. A propósito, el origen de las escobas voladoras no serían más que palos untados con la belladona, que por vía vaginal o rectal eran utilizados para el viaje. Con acción similar figura el beleño, también muy utilizado en la Edad Media.

Hoy

Incluso en nuestros días un cactus endémico de Méjico ya conocido por los aztecas y de gran poder alucinógeno: el peyote, es empleado en ciertas sectas religiosas de los Estados Unidos, en donde los creyentes se sienten transportados a entrar en contacto con fuentes divinas. El agente que provoca este tipo de viajes es otro poderoso alcaloide: la mescalina. Bien conocidos son los efectos de las drogas con alto porcentaje de adición que afligen a nuestra cultura. Nos estamos refiriendo al cáñamo o marihuana cuya sustancia psicoactiva es el tetrahidrocannabinol (THC) y fundamentalmente a la coca bien conocida por contener un alcaloide: la cocaína. Principales componentes tóxicos Los compuestos que otorgan toxicidad a las plantas se clasifican en : 1) Alcaloides. Su efecto es proverbial, ya sea como narcótico (amapola), alucinógeno (peyote), o estimulante (coca). También pueden actuar como irritantes del aparato digestivo (ricino), o como factor oncogénico (heliotropo por medio de su cinoglisina) 2) Glucósidos. Se clasifican en cianogenéticos o productores de ácido cianhídrico (amigdalina contenida en la semilla del ciruelo) y cardíacos, que alteran la actividad inotrópica y la conductibilidad del miocardio (oleandrina del laurel de jardín). 3) Taninos. Son de gusto amargo y tienen propiedades astringentes. Presentes en muchas plantas como el castaño o el sorgo. 4) Oxalatos. De efecto tóxico para los riñones como el ruibarbo o el quenopodio. 5) Fotocumarinas. Este compuesto fototóxico se da entre muchas otras plantas en la higuera y el perejil. 6) Aceites esenciales. En cantidades excesivas provocan dermatitis pudiendo alterar también la función hepática y al sistema nervioso central. La menta, el romero y el orégano son tres ejemplos típicos. 7) Saponinas. Disminuyen la capacidad de absorción de los alimentos en el tubo digestivo. La hiedra y la alfalfa tienen alto contenido de ellas.


Plantas decorativas tóxicas Aunque parezca inaudito también nosotros damos cobijo a plantas venenosas ya sea en nuestros jardines o en el interior de nuestra viviendas, capaces de acabar con la vida de ingerirse alguna de sus partes. Si bien a un adulto no se le ocurriría comer plantas o partes de ellas fuera de las que componen su dieta, no sucede lo mismo con los niños en su primera infancia, proclives a llevarse a la boca esos frutos o flores de deslumbrantes colores. Y aquí es donde debemos aplicar dos principios: el primero educarlos, para que no se lleven a la boca o toquen las plantas de su entorno, el otro, descartar de nuestro jardín aquellas especies que pueden causar serios problemas. Existen innumerables plantas decorativas de carácter tóxico, motivo por el cuál trataremos en este artículo aquellas de mayor trascendencia. Hay plantas cuya ingestión puede provocarnos el óbito y otras, que sólo con tocarlas, nos desencadenan una reacción alérgica. Una de las más peligrosas es el laurel de jardín o adelfa Nerium oleander cuyas hojas, flores, tallos, ramas y semillas son venenosas. Sus componentes tóxicos están constituidos por dos glucósidos neriosina y oleandrina, que poseen efectos similares a aquellos de la intoxicación digitálica. Constituye una planta altamente peligrosa si se consume alguna de sus partes, a pesar de lo cuál es utilizada en jardines y en

Nombres científicos de las plantas mencionadas en este artículo Acónito Agapanto Alfalfa Amapola Ave del paraíso Azalea Bandera española Begonia Beleño Belladona Boj Cala Caladium Campanilla del Viejo Mundo Castaño Cheflera Cicuta Ciruelo Ciso o cisus Clavel Coca Coloquíntida Difenbaquia Digital Dormidera Estrella federal Ficus Filodendro Gomero

Aconitum napellus Agapanthus africanus Medicago sativa Papaver rheas Strelitzia reginae Azalea hybrida Lantana camara Begonia semperflorens Hyoscyamus niger Atropa belladona Buxus sempervirens Zantedeschia aethiopica Caladium bicolor Calystegia sepium Castanea sativa Schefflera actinophylla Conium maculatum Prunus domestica Cissus antarctica Dianthus caryophillus Erythroxylum coca Citrullus colocynthis Dieffenbachia maculata Digitalis purpurea Papaver somniferum Euphorbia pulcherrima Ficus benjamina Philodendron sagittifolium Ficus elastica

divisiones de autopistas dada su gran resistencia a la sequía. Podemos apreciar una extensa plantación de laurel de jardín en nuestra ruta 2 entre los kilómetros 152 y 155. Otra planta peligrosa es la hiedra Hedera helix, cuyos frutos -primero amarillentos y luego negros- de alto contenido en hederina, pueden desencadenar -debido a su actividad hemolítica- hemorragias digestivas y trastornos neurológicos que pueden conllevar a la muerte. También son de temer los frutos amarillentos del paraíso con alto contenido de tetranortriterpeno, una potente neurotoxina, máxime teniendo en cuenta que es un árbol común en nuestra metrópoli. Curiosamente su toxicidad se revela en el hombre y en los mamíferos, pero no en las aves. También de poder tóxico elevado son las flores y hojas de la preciosa ave del paraíso, digital y vinca, las hojas del boj, bandera española, sansevieria y ciso, las flores del tulipán y amapola, los tallos y hojas de la difenbaquia y todas las partes del narciso, tejo, jacinto, agapanto, azalea y estrella federal. Otras especies de plantas desencadenan una dermatitis de contacto con solo tocarlas. Vayan como ejemplo, la cala, agapanto, clavel, begonia, margarita, gomero, caladium, singonio, potus, cheflera, filodendro, ficus y muchas más. Cabe acotar que también los animales domésticos y salvajes así como nuestras mascotas corren peligro, aunque por regla general suelen reconocer aquellas tóxicas. No queremos con este artículo “demonizar” a nuestras plantas de adorno, pero si inculcar el debido respeto a ellas.

Heliotropo Hiedra Higuera Hongo falso oronja Hongo oronja Hongo oronja verde Jacinto Laurel de jardín o adelfa Mandrágora Margarita Marihuana Menta Narciso Nenúfar blanco Nuez vómica Orégano Paraíso Perejil Peyote Potus Quenopodio Ricino Romero Ruibarbo Sansevieria Singonio Sorgo Tejo Tulipán Vinca

Heliotropum aeropaeum Hedera helix Ficus carica Amanita muscaria Amanita caesarea Amanita phalloides Hyacinthus orientalis Nerium oleander Mandragora officinarum Chrysanthemum leaucanthemum Cannabis sativa Mentha piperita Narcissus triandrus Nymphaea alba Strychnos toxifera Origanum vulgare Melia azedarach Petroselinum crispum Lophophora williamsii Scindapsus aureus Chenopodium album Ricinus communis Rosmarinus officinalis Rheum officinalis Sansevieria trifasciata Syngonium podophyllum Sorghum bicolor Taxus bacata Tulipa gesneriana Vinca major

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LA SUSTITUCIÓN DE IMPORTACIONES EN LA ESTRATÉGICA ÁREA DEL DIAGNÓSTICO MÉDICO

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ás allá del modelo económico del momento, la disponibilidad de insumos y productos que no son fabricados en el país y que cubren necesidades básicas en la población son suficiente justificativo para que se implemente una política de sustitución de importaciones de los mismos. En este sentido el sector productivo a ser llamado a cumplir un rol protagónico en el desarrollo de una tecnología crítica con sello nacional, son las pequeñas y medianas empresas -Pyme- por las características de su dinamismo, capacidad emprendedora y su tendencia a la innovación. Uno de los sectores estratégicos que requerirán un proceso industrial de sustitución de importaciones es el de los insumos y productos destinados al diagnóstico y tratamiento médico. En un país emergente como el nuestro, con recursos técnicos y científicos de prestigio internacional, no puede tener cabida la dependencia tecnológica y el gasto innecesario de insumos y productos que pueden tener fabricación nacional a calidad internacional. Hoy nadie discute que una salud de prevención es el mejor camino social para enfrentar las potenciales enfermedades que pueden ocurrir. Estimaciones internacionales señalan que por cada un 1% que se invierte en diagnóstico clínico se reduce en un 5% el gasto global para combatir las enfermedades en el sector salud. Vivimos un mundo de cambios y de desafíos constantes y la Argentina, no escapa del problema mundial que acusa un gasto creciente en el sector salud. La respuesta a este dilema es gastar en lo que realmente se necesita. El mercado argentino de reactivos de diagnóstico clínico (DIV) ronda los 150 millones de dólares anuales. Argentina importa alrededor del 65% del mercado total (más de 100 millones de dólares anuales), donde

cerca del 70% de los productos son importados por unas pocas empresas de origen multinacional. Los productos que se importan son en su mayoría los reactivos de diagnóstico para la mediana y alta complejidad de los análisis clínicos. Considerando que el 64% de la información relacionada con un paciente proviene de tests diagnósticos y más del 75% de las decisiones en el diagnóstico y el tratamiento de un paciente se toman en base a resultados de laboratorio, los reactivos de diagnóstico “in vitro” (DIV) para análisis clínicos requiere una mención especial. Creemos que lo relevante es que estos productos que no se fabrican en la República Argentina, señalan una explícita problemática de dependencia tecnológica y un mayor gasto en manos de pocos proveedores importadores. (es destacable que la demanda mundial de productos para diagnóstico clínico crece en forma constante desde hace varios años a un ritmo que se mueve entre el 5% al 8% anual). El 80% de la industria mundial de los reactivos DIV se halla concentrada en 15 compañías líder. El crecimiento anual de estas empresas pueden llegar a un 12% promedio. En sintonía con la reciente Ley 26.688 que declara de interés nacional la investigación y producción pública de productos médicos entre otros, entendiendo a los mismos como bienes sociales, el Sr. Guillermo Gómez Galizia, Presidente de “GEPROC SA.”, empresa de “Gestión en la Producción del Conocimiento”, considera que el proceso de sustitución de importaciones cumple un rol estratégico en insumos y productos que son críticos para la salud pública y propone a todos los actores competentes, impulsar un “polo de desarrollo y fabricación nacional de reactivos de diagnóstico clínico” que libere el empleo de todas nuestras fuerzas científicas, tecnológicas y productivas focalizados a este sector.

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La Argentina tiene el potencial para implementar en etapa de desarrollo inicial reactivos similares para estos emprendimientos con una integración pública leucemias y otros de importancia en salud pública, – privada, donde unan recursos la Universidad, las or- que nos permitirían disponer de reactivos nacionales ganizaciones intermedias, el sector público y el sector de vanguardia en biología molecular y nanotecnología empresarial productivo. clínica. Asimismo y a través de un Convenio con la Bajo este marco, se propicia superar una asignatura empresa CIMAB SA. de la República de Cuba, se esta pendiente de los proveedores argentinos de salud: avanzando en un Consorcio para la fabricación nafomentar e implementar la fabricación nacional de cional de anticuerpos monoclonales conjugados anti Reactivos de Diagnóstico DIV pertenecientes a la CD3, CD4, CD8 y CD45, que mediante el método mediana y alta complejidad de los análisis clínicos, de la citometría de flujo son de importancia para la críticos y necesarios para el diagnóstico de enferme- detección de marcadores leucocitarios de pacientes dades que son prioritarias en la Argentina, incluyendo con HIV/Sida y otras inmunodeficiencias. Es para aquellos que puedan incorporarse desde el exterior destacar que según los organismos internacionales, la por asociación o transferencia tecnológica. Argentina posee una población potencial calculada en Hoy, la ejecución nacional de proyectos biotecnoló- 130.000 pacientes que debería ser controlada y tragicos para uso clínico es una potencial realidad para tada por HIV/Sida. Hoy los equipos y reactivos para toda una línea de reactivos para ello son todos importados. la mediana y alta complejidad En este marco y con la herende los análisis clínicos que son que nos ha legado nuestro el proceso de sustitución de cia útiles en el campo de la endopremio Nobel, el Dr. César crinología, la oncohematolo- importaciones cumple un rol Milstein y de los muchos ciengía y el control terapéutico de estratégico en insumos y pro- tíficos que siguen desarrollanlos pacientes con HIV/Sida. ductos que son críticos para la do nuevas técnicas para aplicaEjemplo de ello es el convenio clínicas, no hay excusas salud pública y propone a to- ciones firmado entre GEPROC con para focalizar los emprendilas unidades de investigación dos los actores competentes, mientos que se requieran en el y desarrollo de la Facultad de impulsar un “polo de desarro- sector de reactivos con mayor Bioquímica de la Universi- llo y fabricación nacional de crecimiento, que es el diagnósdad Nacional del Litoral, para por biología molecular y la reactivos de diagnóstico clí- tico emprender el “Desarrollo de nanotecnología para uso clíniProductos para la Detección nico” que libere el empleo de co. Por ello nada justifica que Inmunométrica de Hormonas todas nuestras fuerzas cientí- este tipo de proyectos permay otros biomarcadores presen- ficas, tecnológicas y producti- nezcan como una asignatura tes en la sangre humana”. Este pendiente. vas focalizados a este sector. programa se ha iniciado en el Sustituir la importación de los año 2011 para el desarrollo de reactivos biotecnológicos DIV un kit reactivo para determinar de importancia diagnóstica la hormona madre de la glándula tiroides o la hormo- para nuestro sector salud, no solo significan un ahorro na tirotrofina -TSH-, examen incluido en el Progra- importante en costos comerciales innecesarios, sino ma Médico Obligatorio (P.M.O.) y que no se fabrica que agregan valor a nuestra ciencia y tecnología, es un en el país como el resto de las otras determinaciones proceso promotor en la generación de empleos y cumhormonales incluidas en el programa. Este proyecto, plen un rol estratégico en las acciones de prevención que fue beneficiado con un subsidio ANR600 del al permitirnos ver más allá de la punta del iceberg de FONTAR-ANPCyT constituirá la base de una pla- la enfermedad, evitando la gran masa de gastos que taforma biotecnológica que impulsará el desarrollo de implican su tratamiento tardío. todo el perfil bioquímico de la tiroides y un listado Son tiempos de integración y de unir recursos con todas de productos de importancia para la endocrinología nuestras fuerzas científicas, técnicas y empresariales. Saclínica. En el país, este estudio es de útilidad diag- bemos que la Argentina puede y debe impulsar un polo de nóstica y monitoreo terapéutico para dos milllones desarrollo para la fabricación nacional de reactivos biode argentinos que están afectados por hipotiroidis- tecnológicos para diagnóstico clínico. Es nuestra visión. mo clínicos y subclínicos así como en menor grado Es nuestra responsabilidad social con la salud pública. de hipertiroidoismos y de tiroidectomías. Se hallan

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Comentario de

libros

Encuentros con Mario Bunge Raúl Serroni Copello, Buenos Aires, Adip, 2011 (2º edición) No conocí personalmente a Mario Bunge. Pero las casualidades si las hay, las hay. Terminaba de leer Provocaciones, el último de sus libros en editarse en Buenos Aires, aunque se trata de un decir ya que es una compilación de sus habitualmente artículos CRÍTICOS (así, con mayúsculas), cuando tuve el placer de conocer a Serroni Copello. Huelga decir que quedé deslumbrado por su cultura y su humildad. Y más aún, cuando leí el libro que comento y que generosamente me obsequió, me llamó la atención su diálogo mano a mano, sin relación asimétrica como diría Foucault, con un interlocutor que no parece fácil. Este libro es un gustoso paseo por la elite intelectual argentina: Houssay, Gaviola, Sadovsky, Sábato, entre muchos otros que se entremezclan con figuras mundiales. En cuanto a lo que atañe a los historiadores de la ciencia existe un pasaje al que no puedo abstenerme de transcribirlo: “Después conocía a los historiadores de la ciencia Aldo Mieli y José Babini. En el 42, antes de que llegara mi maestro Guido Beck, Mieli me mandó llamar y fui a Santa Fe varias veces; tanto él como Babini pensaban que me tenía que dedicar a la historia de la ciencia, creo porque yo había escrito unas cositas miserables para la revista de la Academia Internacional de Historia de la Ciencia. A Mieli no le gustaba dar clases y se resistía a aprender castellano porque no quería perder tiempo, y Babini era profesor de matemática; entonces necesitaban un profesor de historia de la ciencia y alguien que lo sucediera a Mieli, por lo que pensaron en mí. En esos viajes empezaron a formarme y a decirme que tenía que leer esto o aquello para discutirlo con ellos. Me hicieron dar mi primera conferencia universitaria en la Universidad del Litoral, cuando yo todavía era estudiante” (página 90). Para luego agregar: “Bueno, ya era bastante viejito: tenía 24 años. Yo era una especie de estudiante crónico…, estaba metido en muchas cosas. En esa época tenía una empresa de construcciones, todavía estaba en la Universidad Obrera Argentina…” Serroni Copello tampoco fue un entrevistador fácil. Ha-

bía leído y analizado profundamente los escritos de Bunge y, en algunas oportunidades el diálogo alcanzó momentos elevados de tensión intelectual. Ante una pregunta incisiva, Bunge hace una defensa (levemente apasionada) de la epistemología (página 129) y, más adelante, expresará; “La epistemología hace de puente entre las ciencias y las humanidades. Otro puente es la historia de la ciencia”. Estaba aseverando aquello de Snow, de mediados del siglo XX, que abogaba por un “casamiento” entre las ciencias duras y las disciplinas blandas. Ciencia y humanidades. En todo el “encuentro” se advierte un fuerte entusiasmo por la epistemología y, por parte de Bunge, un evidente desagrado por el psicoanálisis. En un pasaje de la entrevista sostiene que debería excluirse la enseñanza de la his| 29


toria, que tomo como una boutade. El libro finaliza con una breve nota de Mario Bunge que titula “Lo que no llegó a la grabadora” donde, además de elogiar a Serroni Copello, recrea su adolescencia. Recuerda a sus amigos, “muchachos de la calle” (no con la connotación actual), trabajadores y buenas personas. Antes del “Índice de nombres”, se incluye la lista de los 138 libros que tenía publicados hasta 2010.

Creo que es un libro imperdible, de alto vuelo, interesante y muy bien escrito. El mérito es de ambos y a mi juicio en el dibujo de la tapa la lámpara de la inteligencia debería estar en las dos cabezas porque bien lo dice el título, es un encuentro pero entre dos intelectuales. Federico Pérgola

Sarmiento, el quijote de la pampa argentina Norma Isabel Sánchez y Federico Pérgola, Buenos Aires, Sociedad Científica Argentina, 2011.

Las obras completas de Sarmiento abarcan 52 o 53 tomos según la edición; estamos hablando de miles de páginas a las que se deben sumar los cientos de miles escritas en su homenaje, no solo en nuestro país sino también en el exterior. Ante tal monumental obra es preciso encontrar un resquicio por donde penetrar en ese frondoso bosque y algún sitio no mencionado. Creemos que es una tarea imposible y ante tamaña empresa, los autores inteligentemente decidieron encarar la vida de este genio desde un ángulo que representa un verdadero aporte para los interesados en su obra: un resumen histórico-bibliográfico. Lograr, en 171 páginas, sintetizar de manera amena y profunda la vida y obra de Sarmiento exigía una mirada inteligente y muy versada en el tema y, para ello, nadie mejor que dos historiadores, autores de numerosos libros, con una trayectoria jalonada de premios, uno de ellos, este libro. La licenciada Sánchez, además de su condición de historiadorta y profesora Regular Adjunta del Departamento de Humanidades Médicas de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires y el profesor doctor Pérgola, director del mismo, han logrado su objetivo. Sarmiento fue muy riguroso con un tema que ocupó prácticamente toda su vida: la educación. En un pasaje de Educar al soberano, escribió: “La República de las mayorías ignorantes es el espectáculo con se propone dejar pasmado al mundo”. Hoy, considerando la escasa cantidad de lectores en nuestro continente –nos referimos a la lectura que instruye y no los pasatiempos– tal cual se puede apreciar por la cantidad de libros editados y vendidos, comprenderemos sus proféticas afirmaciones basadas en la realidad de su momento histórico. El prólogo del doctor Jorge Reinaldo Vanossi corrobora estos conceptos y el tratamiento del tema por los autores permanentemente hace hincapié en el gran mal de nuestra época, la incultura. La descripción del hombre, del político y realizador, del educador y escritor, del defensor de la enseñanza gratuita y laica, del presidente, de su política exterior, de su preocupación por la salud de la población, su intimidad y recuerdos, la austeridad de sus viviendas, sus enfermedades, su muerte, su iconografía, títulos de los capítulos 30 | Médicos & Medicinas

que integran este volumen, son una clara y exhaustiva exégesis que representa una ayuda invalorable como material de consulta. Como dicen los autores en el epílogo: “Extraño personaje: un quijote de la pampa argentina. Adoptó los ideales que consideraba justos y avanzó, con la palabra escrita, el ejemplo, hacia los molinos de viento que, más de una vez, lo dejaron maltrecho; sin que, por la adversidad y la dureza de la oposición, desistiera del propósito prístino: ayudar a construir una nueva Nación”. Agustín F. García Puga


Historia de la Clínica Médica y de la Medicina Interna Federico A. Marongiu, Buenos Aires, Edimed, 2011 Federico Marongiu ha abordado una tarea difícil por lo intrincada y la gran cantidad de protagonistas pero tengo que adelantar que ha salido airoso, es más, se ha lucido introduciendo capítulos que después describiré. Resuenan en mi mente las palabras de Letamendi: “quien solo medicina sabe ni medicina sabe”. Marongiu ha demostrado que no le es ajena la evolución de nuestra ciencia y, sobre todo, aclara conceptos que muchos que la ejercen no tienen en claro. Los capítulos de la primera parte de la obra (dividida en dos) tienen la clásica división histórica en edades antigua, Media, moderna y contemporánea con un tratamiento formal pero con una cuidadosa mención de la mayor parte de los médicos que hicieron su aporte para el avance de la medicina. La segunda parte, a mi juicio, es más jugosa y elaborada. Demuestra que al autor le sobran lecturas. Así acomete con teorías, concepciones y sistemas (hace un repaso de las hipótesis sobre las enfermedades a través de los años); hospitales y universidades; historia del estudio clínico del paciente; historia de los elementos auxiliares del diagnóstico; historia de las especialidades de la Clínica Médica; historia de la Medicina Interna y cronología de la Medicina Interna. Resulta interesante apreciar la diferencia que Marongiu establece entre la Clínica Médica y la Medicina Interna que, a mi entender, resulta endeble en su concepción. No

obstante, es su opinión y merece el mayor respeto. Algo más que habla bien de Federico Marongiu: el reconocimiento y el cariño hacia el recordado clínico Carlos Reussi. En época de desagradecidos es una actitud loable. Federico Pérgola

Historia de la fiebre hemorrágica argentina. Imaginario y espacio rural (1963-1990) Graciela Agnese. Rosario, protohistoria Ediciones, 2011. Este libro es el resultado de la tesis doctoral de la autora, presentada en la FM/UBA. Desde el título se advierte la presencia del método histórico (nos ubica en tiempo y espacio) y continúa en la equilibrada organización de los capítulos. En el prólogo delinea las dos etapas de la enfermedad: entre 1943 y 1962 (temática objeto de la tesis) y entre 1963 y 1990, cuando tiene lugar la extensión geográfica de la dolencia. Hace una primera presentación de dos investigadores claves, Julio Maiztegui y Armando Parodi. En el capítulo I, El Mal de O´Higgins, con un buen aparato erudito (que continúa en los siguientes), mapa regional y cuadro de morbiletalidad por edad, pasa revista a los primeros médicos que dieron cuenta sobre la novedad e investigadores (en gran medida representantes de la Facultad de Medicina, de la UBA), sin olvidar a ciertos políticos del área de salud que no permanecieron indiferentes. En el II, identificado: Como una mancha de aceite… Exten-

sión de la virosis y surgimiento del Centro de Estudios, se aboca a lo anunciado y enumera el accionar de Maiztegui, Julio Barrera Oro y algunos más. El III, Entre controversias científico-medicas y movilizaciones populares, señala los pasos de Parodi y su equipo, los nuevos conocimientos científicos (hasta el proyecto y desarrollo de la vacuna XJ Clon 3 -1968-75-) y las publicaciones específicas que dieron espacio a sus trabajos. El IV, titulado: Maiztegui, Barrera Oro y una vacuna…, aporta nuevos testimonios de la labor de un grupo de investigadores (a lo que agrega la colaboración de unos cuantos profesionales locales y de centros de estudios extranacionales), hasta la vacuna Candid (1976-90). Detalla las ciudades donde funcionaban centros de información, diagnóstico, tratamiento y bancos de plasma. El V, El Mal de los Rastrojos…, obviamente, ahonda en información y concluye: “a fines de 1990, se puso corroborar la validez de la vacuna al conocerse los resultados del estudio a | 31


campo abierto”. Incorpora apropiados anexos. El VI, De peones, médicos, investigadores y vacunas. Análisis del rol de la prensa escrita…, ilustra sobre los periódicos zonales que daban cabida a la problemática, sin olvidar a los de alcance nacional (o, por lo menos, capitalinos) y, otros provinciales; detalla algunas otras publicaciones menores (folletos, notas de difusión, etc) y revistas. Llegamos a las conclusiones: es una justa síntesis de lo expresado en las anteriores 152 páginas. Incorpora unos anexos complementarios. El relato es claro, sin elogios y/o adjetivaciones innecesarias. Recomendamos su lectura, en particular entre los cautivados por este tipo de asuntos (no de enfoque médico, sino histórico/social). Norma Isabel Sánchez

El hijo de la epidemia A. J. S. Rodríguez, Buenos Aires, edición del autor, 2011

No hubiera comentado este libro si se tratara simplemente de una novela. Es, desde ya, una historia novelada pero es tan jugosa en componentes históricos de esa tan importante epidemia de fiebre amarilla que cambió las características de nuestro Buenos Aires que, esta obra del profesor Solari, que se oculta bajo el seudónimo de A. J. S. Rodríguez –su nombre y su segundo apellido– tiene dos elementos que la hacen única: una lectura agradable y datos históricos que escapan pocas veces de la realidad. Las características de un libro de esta naturaleza pueden ser útiles para la historia de la medicina o constituirse en un pasatiempo donde la ficción supere y oculte la realidad. Aquí no ha pasado esto último; es un relato novelado pero ajustado a lo sucedido históricamente que deberían conocer muchos argentinos porque esta epidemia y la visión de los gobernantes iniciaron lo que podríamos llamar la sanidad en el país que solamente conocía la sanidad militar de las luchas por la Independencia, de las guerras intestinas y de las depredaciones que nos llegaban del exterior. La obra consta de dos partes y cada una de ellas en distintas fechas correlativas. La primera, desde que arriba a nuestro país una pareja de inmigrantes italianos, el 20 de octubre de 1870; la segunda –más breve–, narra la vida del descendiente de estos en la década del 30 del siglo pasado. Sin embargo, se enlaza con figuras de nuestra facultad (obviamente, la única de medicina que existía en Buenos Aires) y así aparecen los nombres 32 | Médicos & Medicinas

de Rodolfo Kraus, Cirio, Chistofredo Jakob, Eduardo Wilde, entre otros y el sabio naturalista italiano Clemente Onelli. Se lee con placer y, además, enseña. Federico Pérgola


Guía para el estudiante. Facultad de Medicina. UBA Alfredo Buzzi y Federico Pérgola. Bs As, Ediciones Médicas del Sur, 2011 El propósito del pequeño impreso está dicho en el título y sus responsables son el Decano y Secretario de Desarrollo Docente de la FM/UBA. Está pensado para los alumnos que ingresan a la casa de estudios que, en ocasiones, tienen más vocación que conocimiento sobre el pasado de la institución que los cobija y prepara para el futuro profesional. A la introducción (con ciertos antecedentes hasta la instalación del Protomedicato), sigue un relato que va desde el Instituto Médico Militar a la actual Facultad de Medicina, con alusiones a los cambios de denominaciones y un listado de sus decanos. Agregan otras notas y una buena bibliografía básica. Continúa con las autoridades de la facultad y algunos datos de interés, así como una enumeración de las secretarias y dependencias. Avanza sobre el plan de estudios de medicina y referencias útiles (como las unidades docentes hospitalarias, los hospitales asociados, las cátedras libres). Detalla las siete licenciaturas que allí funcionan (en Kinesiología, Enfermería, Fonoaudiología, Nutrición, Radiología, Producción de Bioimágenes y Obstetricia). Casi al finalizar, una breve biografía de 26 figuras relevantes de la medicina argentina. Por último, un comentario sobre los servicios de la Bi-

blioteca Central Juan José Montes de Oca y un detalle sobre la planta principal y el subsuelo del edificio. Norma Isabel Sánchez

Medicina y arte Florentino Sanguinetti, Buenos Aires, Universidad Abierta Interamericana. 2011. Ha sido prolífica la actividad artística y literaria de Florentino Sanguinetti en el bienio 2011/12 puesto que, además del libro de este comentario, publicó una esmerada obra de sus trabajos pictóricos con textos propios y de críticos de arte o artistas (el caso de Guillermo Roux). No han sido ajenos a esta labor artículos donde Sanguinetti, eximio pintor argentino, enlazaba el arte con la medicina porque también se trata –por todos conocido– de un excelente cirujano. En realidad, en esta obra de más de 200 páginas, están recreados diversos escritos, conferencias, homenajes, que Florentino realizó a lo largo de su prolongada carrera como médico y director del Hospital de Clínicas “José de San Martín”, escuela de nuestra Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires. Tal es así que agrupó su labor en estos tres ítems: Pensamiento médico, En torno a las artes y Homenajes. Empiezo por el final. El último de los capítulos nos pinta (valga el verbo en este caso) la calidad humana de Sanguinetti. El agradecimiento de los profesionales de la medicina por sus maestros no es moneda corriente, pues bien, | 33


aquí se ocupa generosamente de dos de ellos: Mario Brea y Andrés Santas; su cercanía con Alemania (donde además estudió arte pictórico) se ve reflejada por sus homenajes a Johannes Franze y a Juan Probst. Y qué decir del recuerdo emocionado de quien fuera el profesor de Lenguas en el Colegio Nacional Buenos Aires, José María Monner Sans. La evocación de todos ellos no hace nada más que enaltecer su figura. En su conferencia “Reflexiones en torno a la historia de la medicina” Sanguinetti dice: “Esa historia tan particular de la medicina también presenta en su idiosincrasia divergencias con la historia de otras ciencias naturales. Muchos progresos de las ciencias exactas nos han llevado en la actualidad a preocupaciones y riesgos hasta ahora inéditos. Los trastornos de la ecología y los daños de la polución, los peligros de poderosas armas nucleares, el dominio del espacio, el agotamiento de la energía, son solamente alguna de las consecuencias del desarrollo moderno de las ciencias

tecnológicas. La medicina en cambio no ofrece ninguna alternativa semejante a lo largo de su evolución. Tal vez la ciencia ficción podrá atemorizarnos con monstruos de probeta o con multitudes genéticamente alteradas. Pero la medicina no ha mostrado tales claudicaciones en su única voluntad de dignificar la vida humana. En cambio, muchas veces cumplió el milagro de transformar lo negativo en positivo, como lo prueban los notables progresos de la cirugía y la traumatología nacidos en los campos de batalla o en las grandes hecatombes”. Florentino no podía con su genio de cirujano pero, a sus exactas palabras, le agregaré que la clínica médica y sus especialidades no se quedaron atrás en los avances que lograron. Lo dice un clínico. Paradigma de lo que debe ser un gran médico: amplia cultura, habilidad manual y, fundamentalmente lo que nos diferencia del resto de los homínidos, gran creatividad. Federico Pérgola

Te tengo bajo mi piel / Psiquiatría y salud mental Federico Pavlovsky, Buenos Aires, Topia, 2011 Ya desde los agradecimientos del autor es un libro que cae bien, porque lo dice con todas las letras: “a la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires”. Frente a tanta falta de reconocimiento para la casa de estudios donde los médicos (o futuros médicos) se preparan para la lucha diaria (o se desasnan, queda mal ¿no?), encontramos un agradecido. Es un homenaje inigualable. El prólogo de Juan Carlos Stagnaro tiene una gran virtud: no solamente se refiere a la obra sino que ejemplifica la figura del autor de una manera tal que abre una puerta para el conocimiento cabal del mismo. No haré un comentario detallado de los distintos capítulos del libro (no están numerados como tales) porque excede mis posibilidades de conocimientos médicos por el solo hecho de que no soy psiquiatra pero, uno de ellos, considero que es de gran utilidad para la lectura de todo aquel que inicie su residencia médica. Sería tema obligatorio para quien lo haga en salud mental y facultativa para el resto de las especialidades médicas porque todos conocemos (aun los que no tuvimos la posibilidad de ese entrenamiento porque no existía) los momentos que deben pasar los jóvenes médicos. Delirios, bipolaridad, psicosis, etc., pasan por los capítulos donde no deja de observarse la influencia del psicodrama como medio terapéutico y la influencia de Eduardo (Tato) Pavlosvky, su padre, dramaturgo y médico reconocido mundialmente. Es indudable que la vocación por la salud mental y por el teatro muestra la admiración de Federico por su progenitor, valor agregado que no siempre resulta de ese modo. Y una joyita. El capítulo denominado “La tentación”, en realidad un trabajo ya publicado en la revista Topia muestra el coraje de Pavlosvky sobre aquello que todos los mé34 | Médicos & Medicinas

dicos conocemos de la industria farmacológica pero que él se anima a dejarlo en letra de molde. Los clínicos y las especialidades de ella derivadas deberían agregar algo: los placebos. Un escritor famoso, creo que Marcuse, dijo que vivir es recrear la infancia y en este punto, el autor, con solo tres años de edad tuvo su vivencia: la nefasta irrupción en su domicilio de la cruel dictadura de Videla que lo dejó marcado. Tengo la suerte de que con esos mismos años –en una lejana época– pude ver una manifestación de la tecnología humana: el Graf Zeppelín. En definitiva: excelente obra de un joven médico. Federico Pérgola


UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES FACULTAD DE MEDICINA VIII° CONGRESO NACIONAL DE HISTORIA DE LA MEDICINA ADHESIÓN AL NONAGÉSIMO ANIVERSARIO DE LA CREACIÓN DEL INSTITUTO DE MEDICINA EXPERIMENTAL PARA EL ESTUDIO Y TRATAMIENTO DEL CÁNCER POR EL DOCTOR ÁNGEL HONORIO ROFFO

Viernes 9 y sábado 10 de noviembre de 2012 Comité Ejecutivo Presidentes: Prof Lic Norma Isabel Sánchez Prof Méd Carlos C Castrillón

Comité Ejecutivo Prof Dra Norma Acerbi Cremades Prof Dr Alfredo E Buzzi Prof Dr Alberto J Carli Prof Teresa Castressana de Herrera Lic María Teresa Di Vietro Dr Rafael Mora Dr Adolfo Venturini

Presidente Honorario del Congreso: Prof Consulto Dr Federico Pérgola Comité de Honor Prof Emérito Dr Alfredo P Buzzi Prof Dr Ángel Alonso Prof Dr Francisco Azzato Dr Juan José Cresto Prof Dra Christiane Dosne-Pasqualini Prof Dr Jorge Lemus Prof Dr Manuel Luis Martí Prof Dr José Milei Prof Dr Alejandro Paladini Prof Dr Florentino Sanguinetti Prof Dr Juan Carlos Stagnaro

Comité Asesor Prof Dr Ricardo Kirchuk Médico Julio Muniagurria Sr Agustín García Puga Prof Dra Delia Outomuro Prof Dr Roberto Soto

Programa

Tema central: Noventa años de la creación del Instituto de Medicina Experimental para el Estudio y Tratamiento del Cáncer (primer establecimiento oncológico de América) por el Doctor Ángel H Roffo Viernes 9 de noviembre

9 hrs: acreditación 9,30 hrs: palabras de bienvenida 10 a 12: actividades de las mesas de trabajo Mesa nº 1: Las instituciones sanitarias oficiales 14 a 17: actividades de las mesas de trabajo Mesa nº 2: La mujer en las ciencias de la salud 17,30 a 19: actividades de las mesas de trabajo Mesa nº 3: Temas libres

Sábado 10 de noviembre

9 a 11,30: actividades de las mesas de trabajo Mesa nº 4: Temas libres Mesa nº 5: Historia de las enfermedades endémicas de nuestro país 11,30 Presentación de libros 12 hrs Entrega de premios 12,30 hrs Palabras de cierre

Lugar del encuentro: Escuela de Salud Pública Facultad de Medicina - UBA Marcelo T de Alvear 2202 CABA Aula Central E-mail: conhisme@fmed.uba.ar


El legado del Dr. Cesar Milstein Una realidad productiva con desarrollo argentino

Q

uiso quedarse en el país, pero las circunstancias políticas de aquella época lo obligaron a volver nuevamente a Cambridge. Se lo recibió como titular docente e investigador del laboratorio de biología molecular del Medical Research Council y en 1984 fue galardonado con el Premio Nobel de Fisiología y Medicina por sus trabajos en el desarrollo de los anticuerpos monoclonales. Su hallazgo abrió las puertas de la ciencia médica a un nuevo universo de aplicaciones. Diría Milstein, con la humildad que siempre lo caracterizó: “...el anticuerpo monoclonal es como una aguja en un pajar. Si tenemos un anticuerpo específico contra una sustancia, ese anticuerpo puede funcionar como un imán capaz de ignorar la existencia del pajar y reconocer exclusivamente la aguja. A los ojos de un anticuerpo, el pajar no existe...”. Este descubrimiento no solo abrió un nuevo camino para diversas aplicaciones en diagnóstico y tratamiento médico, sino que fue la piedra fundamental para avanzar en las nuevas técnicas de biología molecular y de la nanotecnología para uso clínico y productivo que hoy es vanguardia en la ciencia médica.

La reciente Ley 26.688 declara de interés nacional la investigación y producción pública de productos médicos entre otros, entendiendo a los mismos como bienes sociales y donde el proceso de sustitución de importaciones cumple un rol estratégico en la salud pública e implica un polo de desarrollo en el empleo de todas nuestras fuerzas científicas, tecnológicas y productivas pertenecientes a este sector. Argentina tiene el potencial para implementar estos emprendimientos con una integración pública - privada, donde unan recursos la Universidad, las organizaciones intermedias, el sector público y el sector empresarial productivo. En un país emergente como el nuestro, con recursos técnicos y científicos de prestigio internacional, no puede tener cabida la dependencia tecnológica y el gasto innecesario. Hoy, la ejecución de proyectos biotecnólogicos para uso clínico es una realidad para toda la línea de reactivos con sello nacional, estratégicos par el diagnóstico y tratamiento en endocrinología, HIV/SIDA y el cáncer. Como en muchos campos de la ciencia, Argentina ha contado con mujeres y hombres prominentes que han dejado un legado a la posteridad. El Dr. Cesar Milstein no abrió una puerta y está en nosotros el transitarlo y convertirlo en bandera.

Son tiempos de integración y de unir recursos. Son tiempos para comprender que la salud es un compromiso de todos. Es tiempo de iniciar una nueva era diagnóstica en productos biotecnológicos argentinos.

Perú 590 4 P (C1069AAB) Tel: 5235-7200 Líneas rotativas Fax: 5246-9711 Desarrollo Productivo y Tecnológico Empresarial de la Argentina

cadime@cadime.com.ar www.cadime.com.ar


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