Edición #259 – Noviembre 2020

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María Concepción Isoard Viesca (1957-2020)

Guillermo de Rosenzweig

M

aría Concepción Isoard Viesca nació el 13 de octubre de 1957 y murió el mismo día y mes, en 2020. Pareciera que ella misma quiso celebrar su cumpleaños precisamente el día de su partida, y no era para menos: la forma en la que Concha vivió su vida es motivo de celebración. Tuve el privilegio de conocerla como compañera de la Escuela Libre de Derecho (ELD), como abogada y como cuñada. Mencionar el nombre de Concha Isoard es, sin quererlo, una referencia automática a la ELD, y no tanto por haber egresado de ahí, ni por haber impartido cátedra durante muchos años, sino, sobre todo, por tratarse de una persona muy querida en esa Escuela, por su personalidad y su carácter. Su nombre fue y seguirá siendo un auténtico referente para ubicar generaciones, maestros y exalumnos de la ELD. Difícilmente un egresado podría desconocer quién fue. De trato fácil, amable y siempre presente, inspiró confianza y sirvió de vaso comunicante entre la comunidad de la ELD, donde hizo múltiples amigos entrañables que hoy nos dolemos profundamente de su partida. Aunque no desempeñó ningún cargo formal como autoridad de la escuela, sin duda la

opinión de Concha tuvo siempre un peso específico. En el ámbito profesional, desplegó una brillante trayectoria como abogada experta en Derecho corporativo, particularmente en el ámbito bancario y financiero, así como en el de fusiones y adquisiciones. Participó en importantes operaciones de financiamiento y reestructuras, asesorando a instituciones financieras nacionales y extranjeras. Casi junto con su fundación, Concha Isoard Viesca ingresó a la firma Ritch, Mueller, Heather y Nicolau, S.C., donde siempre se mantuvo como asociada, aun a pesar de los insistentes ofrecimientos que recibió para convertirse en socia. Esa actitud singular, alejada de la ambición y de los títulos prestigiantes, le dio un estatus muy parecido al que logró, sin pretenderlo, en la ELD: gozar de una gran autoridad moral. Fue un referente de esa firma de abogados, con la capacidad incluso de corregir y hacer una llamada de atención a cualquiera de sus integrantes, sin importar si se trataba de un socio o de un pasante, según refieren quienes tuvieron oportunidad de trabajar a su lado. Supo valorar y dimensionar la importancia que tienen las personas y la cercanía de

un equipo, y en ese ámbito jugó, también, un papel trascendental. Conservó fotografías de cada uno de los eventos sociales, convirtiéndose, según me platican, en una especie de cronista oficial de esa firma de abogados. En lo familiar, Concha fue la séptima de once hermanos, y al igual que lo hizo en la ELD y en la firma de abogados para la que prestó sus servicios profesionales, se convirtió en un vaso comunicante y en un común denominador de todos sus numerosos hermanos y sobrinos, lo que, sin duda, servirá de valioso ejemplo para los que le sobrevivimos. Concha Isoard decidió hacer de sus compañeros de la ELD su familia; de sus compañeros de trabajo, otra familia; y de sus familiares cercanos, una familia por doble partida. Quizá por esa razón su partida nos duele tanto a tantos, y al mismo tiempo nos da motivo para celebrar junto con ella, en el mismo día de su cumpleaños, esa vida llena de plenitud, solidaridad y cariño. Además de su madre, y de sus numerosos hermanos y sobrinos, Concha deja mucha parentela de puro cariño regada por toda la ELD, en el que fue su trabajo y en muchos otros lugares más. Descanse en paz nuestra querida Concha.

El Mundo del Abogado

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