La alegoría de la caverna 2
El Kybalión
Breve historia de los movimientos esotéricos modernos La Verdad ha de presentarse de tal manera que convenza sin atar y que atraiga aún sin convencer... y esto sólo puede realizarlo el lenguaje del corazón. Vicente Beltrán Anglada
Contenidos
EL MUNDO DE SOPHIA 2015
Pág. 5 Poema... Lluvia
Laura Etcheverry
Pág. 6 Historia La mentira de Hernán Cortés Peter Hassler
Pág. 12 Filosofía La alegoría de la Caverna 2ª parte Elena Machado
Pág. 14 Arqueología Arqueología imposible ¿Quién lo hizo posible? Fernando Celli
Pág. 17 Lo que algunos dijeron sobre... La Dignidad Pág. 18 Egiptología Los misterios de Osiris 1, el dios Osiris en la religión egipcia Francis J. Vilar
Pág. 22 Relato Viajando hacia la eternidad, ten piedad dios mio Xavi Villanueva
Pág. 25 Libros y películas Pág. 26 Sabiduría perenne El Kybalión
Catalina Simonet
Pág. 30 Esoterismo Breve historia de los movimientos esotéricos modernos 1ª parte Rafel Ballester
Pág. 33 Reflexión Reflexionando bajo el sol Elvira Rey
Pág. 34 Arte Psicología en el arte José Luís Gil
Pág. 38 Cuentos de la Magnolia
Nº 50 DIRECTOR: Francis J.Vilar JEFE DE REDACCIÓN: Elena Machado REDACCIÓN Y MAQUETACIÓN: Elvira Rey Rafel Ballester Isabel Salvà DISEÑO GRÁFICO: Isabel Salvà Rafel Ballester HAN COLABORADO: Francis J.Vilar Víctor Vilar Elena Machado Xavi Villanueva Laura Etcheverry (lauraetcheverry@gmail.com)
Peter Hassler Fernando Celli Catalina Simonet Rafel Ballester Elvira Rey José Luís Gil Una publicación de: Fundación Sophia c/ Jaime Ferrer, 3 Palma de Mallorca (Baleares) www.fundacionsophia.com Tel: 971 72 15 55 mundosophia@mundosophia.com redacción@mundosophia.com www.mundosophia.com D. L. PM-2099-98 Los artículos firmados expresan única y exclusivamente la opinión de su autor, quien se hace responsable de la vercidad y autoría de los contenidos expuestos.
Teatrum Vitae... A
veces sentimos que el cielo cae sobre nuestras cabezas y que la tormenta puede devastar los cimientos más profundos de las propias convicciones; pero sabemos, aunque cuesta imaginarlo en ese preciso instante, que después de la tormenta llega la calma y que habrá días en que el sol vuelva a hacer su entrada triunfal a través de un horizonte esperanzador, iluminando con sus rayos el cielo azul, limpio y libre de nubes. Sentimos mariposas en el estómago cuando nos enamoramos, y en momentos de tensión percibimos el galopar de unos caballos en el pecho; hay miradas que te pueden dejar helado y sonrisas que acarician el alma. ¿Es esto posible? En realidad el sol nunca ha dejado de salir, ni el cielo se desplomará. No hay pecho humano que soporte unos caballos galopando, ni mucho menos estar enamorado es comer mariposas. Todo esto son comparaciones y desde su naturaleza poética y simbólica, son tan eficaces como la verdad
objetiva, incluso podríamos llegar a afirmar que su efecto es más conmovedor que la descripción científico-racional de los mismos procesos. Un joven, cuando escuchó la figura poética del amor y las mariposas, exclamó: «¿Mariposas? No. Siento todo un zoológico». En realidad no existe mejor definición del enamoramiento que esa simple, desproporcionada e irreal metáfora. Ellas recrean matices difíciles de conceptualizar, pues se refieren a procesos vitales en los que cada uno, con su experiencia singular, rellena y amplía sus significaciones. La metáfora te da una imagen y tu mundo interior lo colorea; es una mirada a través de un ventanal o, incluso, un simple vistazo por el ojo de la cerradura… De su mano siempre descubres cosas que hay más allá. La conciencia humana tiene esta capacidad de simbolizar, ver las semejanzas, analogías y representaciones de los diversos planos de la existencia. El universo se
Editorial Víctor Vilar Licenciado en Filosofía presenta a la conciencia como un fractal, esas figuras que se repiten desde lo pequeño hasta lo grande. Si bien la repetición no es completamente idéntica, sus patrones se repiten con pequeños cambios que singularizan cada realidad. Por este motivo encontramos semejanzas, tanto arriba como abajo, fuera y dentro de uno mismo. La metáfora atmosférica representa muy bien el turbulento e inestable mundo emocional, tan difícil de predecir y de controlar como el clima. Las cosas dejan de ser lo que normalmente son para representar otra cosa diferente: un «cielo azul» es algo más que un fragmento de atmósfera sin nubes; cuando «alcanzamos la cima» hacemos algo más que llegar a la cumbre de un EL MUNDO DE SOPHIA
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personajes desde fuera. Observa cómo te comportas de una forma en unos y cómo en otros te enmascaras de forma diferente; reconoce que eres algo más que los papeles que representas.
monte; «ver como el tren se nos escapa» no significa solamente que tendremos que esperar a que pase otro por la estación. La metáfora y el símbolo nos llevan a otro territorio, el de lo vivencial. Los filósofos estoicos tenían una hermosa alegoría para la vida: el Teatrum Vitae, el teatro de la vida. Decían que todos representamos un papel que el Logos o Dios nos ha asignado; un papel escrito por la misteriosa mano del destino. En realidad no sabemos qué va a suceder en la obra, pero depende de cada uno vivir plenamente su papel, actuando lo mejor posible. Tal y como ellos pensaban, el actor es mucho más que el personaje. Al salir a escena se coloca su máscara y comienza la obra. Como en un teatro de improvisación, vamos descubriendo el guión en la medida que lo vivimos. No hay un libreto y, si lo hay, desconocemos su contenido. A pesar de esta ignorancia tenemos que vivir. El tiempo corre, la obra sigue y nosotros estamos en escena. ¿Qué sucederá? En gran medida depende de cada uno. Hay a quienes se les da bien las escenas de drama, y otros la comedia, pero en realidad toda vida tiene un poco de todo. Para hacer algo más que 4
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una reflexión, quiero que tú, amigo lector, me ayudes en este propósito. Un simple ejercicio de siete mágicos pasos nos permitirá llegar hasta las tramoyas y bambalinas o, si estás más a la última, al Backstage. 1. Respira hondo, siente el aire entrar en tus pulmones; tómate el tiempo que necesites para detener el mundo. 2. Piensa en los distintos personajes que representas en tu vida: padre o madre; amigo, hermano, trabajador, empleado… 3. Siente la presión de cumplir bien con esos roles. Reconoce los nervios del directo. ¿En cuál te sientes más limitado? 4. Respira hondo, descubre que puedes observar los
5. Observa que tipo de obra representas, ¿vives un drama, una tragicomedia, una tragedia o una obra absurda? ¿Quieres vivir eso? ¿Eres protagonista o actor secundario? ¿Sabes imprimir tu genuino sello en la representación? 6. Vuelve a respirar y piensa en quién eres en realidad, más allá de todos esos personajes, de todas las funciones, de la crítica o el aplauso. Piensa lo que aprendes en el proceso de la vida. 7. Por último respira una vez más, proponte firmemente ser dueño de tu vida. Tú puedes vivir con plena conciencia, siendo consciente de que diriges a tu personaje y no eres su esclavo. Tenemos, amigo lector, el más hermoso papel que representar… ¿Te atreves a ser el protagonista de tu vida? m
Lluvia Llueve adentro, repiquetean en las uñas y costillas las gotas que atacan sin cesar... Llueve adentro, ya se ha vuelto temporal... Sin embargo, hay señales, hay voces que llegan de afuera, voces que me atañen, voces que liberan... Y eres uno de mis arco iris, eres un paraguas en mis veredas tristes... Llueve adentro: tengo charcos incrustados en las piernas y en las manos... Sin embargo desde afuera asoma la primavera... Los cristales se empañan y los sueños se hacen agua... Los granizos se aglomeran a la izquierda de mi tórax y es una amenaza blanca que congela mis historias. No sé si es que olvidé encendida tu canción a pleno mediodía, no sé si me dejé sobre el mantel el recuerdo aquel, de tu esperanza... Pero la lluvia de repente amaina...
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Peter Hassler Doctor en Etnología
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n el siglo XVIII, los aztecas habitaban una de las ciudades más grandes del mundo, México-Tenochtitlan. En 1521 fue destruida por los conquistadores españoles bajo el mando de Hernán Cortés y sus aliados indígenas. Para justificar tal magnitud de violencia introdujeron en la mentalidad cristiana una idea que hirió la sensibilidad de todos: la práctica azteca de los sacrificios humanos. Cronistas españoles, misioneros e incluso indígenas convertidos hablan, en sucesivas ocasiones, sobre ello en sus obras. A pesar de que las cifras relatadas en dichas obras son criticadas por el mundo
científico por su evidente exageración, el hecho de los sacrificios humanos, dentro del culto azteca, sigue siendo aceptado como hecho real. Según la versión más difundida, los aztecas, que se denominaban a sí mismos nahua o mexicas, reclutaban a sus víctimas por medio de un tipo de guerra específico llamado «guerra de las flores», cuya finalidad era tomar la mayor cantidad posible de prisioneros para poder ofrendarlos a los dioses aztecas, en especial al dios de la guerra Huitzilopochtli. La fórmula de la ofrenda era colocar al cautivo sobre un altar votivo para abrirle el pecho con un cuchillo de piedra y sacar el todavía latiente corazón. También esclavos y, en menor medida, mujeres y niños serían sacrificados de esta manera. Además de esta práctica muy usual del sacrificio del corazón, también son nombrados otros tipos de inmolaciones, como por ejemplo la muerte mediante decapitación, con flechas o lanzas arrojadizas, así como luchando contra otro contrincante en evidente desigualdad de condiciones. Como una práctica especial dentro del culto se narraba el «despellejo humano»: al sacrificado se le retiraba la piel para que posteriormente el sacerdote
se pudiera vestir con ella y, realizando un desfile macabro, ejecutar una danza ritual. No solo a los aztecas sino también a otros pueblos mesoamericanos (de México y Centroamérica) se les atribuyen rituales de sacrificio humano, como los mixtecas y los mayas, en especial el rito de la extracción del corazón. No faltan las teorías que refuerzan la creencia en este tipo de cultos: algunos investigadores hablan de fines religiosos, otros suponen que se trata de motivos culturales materiales, fines políticos y represivos o para la regulación
del crecimiento demográfico. Una hipótesis muy criticada por considerarse absurda la planteó Michael Harner: «los sacrificios humanos y el canibalismo unido a ellos eran una estrategia realizada por la falta de proteína en la alimentación y de esta manera al menos, la nobleza azteca tenía acceso a su ración proteínica». Sobre sacrificios humanos entre los aztecas se escribieron multitud de pequeños artículos, también en las imágenes pictóricas sobran alusiones a las víctimas de los sacrificios, las cuales se pueden encontrar en diccionarios y libros de historia. Aunque sea una idea ampliamente difundida, apenas encontramos fuentes claras, ni siquiera en las monografías (no muy numerosas), por lo que es importante iluminar dichas fuentes desde un punto de vista crítico. Como fuente «clásica» para citar los sacrificios humanos masivos se utilizan a menudo las narraciones del testigo visual Bernal Díaz del Castillo, un soldado al servicio de Hernán Cortés: Miramos hacia la gran pirámide...y vimos como ellos (los aztecas) cogían a nuestros compañeros con violencia y los arrastraban escaleras arriba, empezando a preparar todo para el sacrificio. Después de que hubieran danzado, los acostaron de espaldas en una piedra estrecha que estaba ahí para la ofrenda, y con cuchillos
Cartografía de la antigua ciudad de Tenochtitlan.
Reconstrucción de la antigua ciudad de Tenochtitlan.
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de piedra les abrieron el pecho, les arrancaron el corazón, todavía palpitante, y se lo ofrecieron a sus ídolos. Después dieron un puntapié al
Bernal Díaz del Castillo, testigo ocular de los sacrificios.
Fray Bartolomé de las Casas, defensor de los indígenas.
cuerpo sin vida y lo lanzaron escaleras abajo. Abajo les esperaban sacerdotes sanguinarios que les cortaron los brazos y las piernas y les despellejaban los rostros. Estas pieles las curtían como si fuera piel para guantes. Con las mismas conservaban incluso las barbas, para celebrar con ellas sus fiestas, mientras se preparaba un banquete en el que se consumía la carne de los sacrificados con chilmole (una salsa picante). (De: Bernal Díaz del Castillo, «Historia verdadera de la conquista de Nueva España», Capitulo 152, escrito posteriormente en base a recuerdos, entre 1552 y 1557, aparecido de forma póstuma en Madrid 632; Reimpresión: México 1974.) El lugar de los hechos, el templo principal de la ciudad de Tenochtitlan, se encontraba a unos ocho kilómetros de distancia aérea de los supuestos testigos oculares, que se encontraban en el campamento en las orillas del Tlacopan. Es por ello que Bernal Díaz no pudo haber visto ni oído absolutamente nada. Para poder observar los acontecimientos ocurridos al pie de la Pirámide tendría que haber estado situado dentro del recinto de los templos, pero las circunstancias no se lo permitieron. Los aztecas consiguieron mantener a raya a los españoles, que les rodeaban desde todas direcciones, y capturar un bergantín. Fue allí cuando tomaron prisioneros a unos
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cincuenta españoles, cuyo sacrificio es el que supuestamente describe Bernal Díaz más tarde, con mucha imaginación. Después de esta derrota los españoles y sus ayudantes indios tuvieron que replegarse hacia sus campamentos. Bernal Díaz, sin embargo, no es el inventor de la mentira del asesinato ritual. Hernán Cortés escribió en 1522 una versión un poco más corta en su «Tercera Carta de Relación» al emperador Carlos V. Estarían seguros de encontrar oídos abiertos en Europa ya que allí, desde el siglo XV-XVI, ya se difundían mentiras sobre asesinatos rituales entre judíos, los cuales acababan de ser expulsados de la península ibérica junto con los moros (en nuestro siglo fueron los nazis quienes se sirvieron, en sus campañas antisemitas, de este tipo de tópicos bárbaros). La mentira de Hernán Cortés fue un éxito arrollador: perduró casi quinientos años sin contratiempos. Juan Ginés de Sepúlveda, el contrincante del defensor de los indígenas fray Bartolomé de las Casas, utilizó este tipo de informes sobre prácticas de sacrificios humanos y canibalismo como si los hubiera observado personalmente, cuando jamás presenció nada por el estilo, solo para fundamentar los escritos racistas con los que intentaba denegar la humanidad a los pueblos indígenas para justificar su opresión y genocidio. A las mentiras de los conquistadores se suman algunos pocos informes de segunda mano,«historias del boca a boca», los cuales se fundamentan en los escritos de misioneros españoles y de indígenas conversos, utilizados en un afán proselitista contra la antigua religión. Además, existen una gran cantidad de frases estereotipadas, como por ejemplo «y los sacrificaron», cuando lo cierto es que ningún español o indígena converso ha presenciado jamás ningún sacrificio humano.
Las únicas declaraciones concretas de este tema sobre quién, cuándo y dónde se han realizado sacrificios no provienen del ámbito cultural azteca sino del maya de Yucatán. Estos relatos se encuentran entre las actas de los procesos de la inquisición de 1561/1565, los cuales dirigía el fanático padre Diego de Landa. El padre Diego es considerado el informante principal en cuestiones de la cultura maya, fue el que mandó saquear las bibliotecas mayas y quemar numerosos textos de jeroglíficos mayas. Las confesiones sobre los sacrificios humanos fueron extraídas mediante tortura, en la que se forzaba a confirmar las citadas frases estereotipo. Este proceso se llevaba a cabo durante el tiempo que hiciera falta para obtener la respuesta deseada, o hasta que el torturado falleciera. Resulta imposible que los etnógrafos consideren tales confesiones como evidencias reales. Además de las fuentes escritas existen también evidencias arqueológicas en esculturas, frescos, policromías y dibujos manuscritos, los cuales han sido relacionados con sacrificios humanos por parte de indígenas conversos, españoles y antropólogos. Sin embargo, las representaciones de corazones o muertes están lejos de poderse considerar evidencias de que realmente se hubiera sacrificado a seres humanos. A estas representaciones se les puede dar interpretaciones relacionadas con sus mitos y leyendas (plasmaciones alegóricas o metafóricas) o quizá, una ejecución profana o un asesinato. Tampoco los huesos fósiles hallados pueden tomarse como evidencia de la existencia de sacrificios humanos, ya que no recuerdan en absoluto a tales costumbres. En el budismo tántrico, por ejemplo, se encuentran cuencos realizados con cráneos humanos y trompetas hechas de huesos humanos. De momento la investigación se ha apoyado en las historias del boca a boca, en los testimonios arqueológicos y en las representaciones gráficas, así como también en la interpretación de los jeroglíficos mayas. Lo que está claro es que los españoles vieron las esculturas, los frescos, las pinturas y
los dibujos que ellos interpretaban como sacrificios humanos y los antropólogos, a su vez, utilizaron los informes de los españoles para interpretar éstas u otras fuentes, sin haber analizado crítica y sistemáticamente su contenido, haciendo caso omiso de las incongruencias y las contradicciones presentes en ellas.
Llegada de Hernán Cortés a la corte de Moctezuma.
Esporádicamente aparecen interpretaciones menos triviales. Por ejemplo, el austriaco Karl Anton Nowotny ha interpretado correctamente las imágenes de manuscritos referentes a la historia del Conde «8-Venados» Garra de Jaguar como un «asesinato en el baño turco», que hasta ese momento fue interpretado como un sacrificio del corazón en el templo. La investigadora de símbolos Leslie J. Fürst ha analizado las representaciones del «Codex Vindobonensis Mexicanus 1» en las que otros han interpretado inmediatamente sacrificios humanos, mientras que ella los ha revelado como la «decapitación» de una divinidad femenina, una muestra de los rituales de obtención de la bebida pulque de forma simbólica; otras representaciones las describe como el asesinato mágico-ritual de piedras personificadas. El que se haya interpretado como sacrificios humanos imágenes con decapitaciones u otro tipo de dibujos es algo que será un enigma para las generaciones futuras. Otro trasfondo simbólico para las figuraciones de matanzas que no ha sido puesto en consideración hasta el día de hoy es el de las iniciaciones (una instrucción ceremonial). Existe en la literatura información específica sobre los chamanes precolombinos, pero prácticamente EL MUNDO DE SOPHIA
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mesoamericanas. Si las matanzas del equipo perdedor fueran reales este juego no podría haberse sostenido, tanto por problemas de descendencia como por razones económicas, ya que resultaría inútil y costoso entrenar a equipos especializados de jugadores para ser aniquilados tras cada partido.
Ritual del Tlacaxipeualiztli, representado en un códice.
Rueda del juego de pelota Maya.
nada sobre los ritos iniciáticos cuando estos son clave, dado que tratan la muerte como una parte mística dentro del ritual. El candidato «muere» y se renueva. Esta muerte simbólica a veces toma la forma de algo dramático, como el ser despedazado o devorado por un monstruo. A este nivel de simbolismo aún no han sido analizadas las representaciones de matanzas o símbolos de muerte de la cultura mesoamericana, cuando muestran múltiples mitos en los que la muerte es representada como el surgimiento de una nueva vida. Esto es lo que representaría la muerte y resurrección de los héroes Hunahpu y Xbalanque, narrada en el famoso libro sagrado de los indios quiché de Guatemala, el Popol Vuh. Cuenta el mito que después de un acalorado juego de pelota con los señores del inframundo los dos héroes debían morir, pero ellos mismos se lanzaron al horno y surgieron nuevamente de sus propios restos pulverizados. Después vencieron a los señores del inframundo y se convirtieron en el Sol y en la Luna, ¿no sería entonces que la muerte después del juego de la pelota es más bien una representación mítico- simbólica? El juego de pelota es un elemento característico de las culturas
La muerte no solo es un tema del juego de pelota mítico, sino también está presente en el calendario sagrado de los aztecas. En las festividades anuales se representaban contenidos similares sin que fuesen necesarias las muertes en seres humanos vivos, ya que la muerte escenificada no es un invento exclusivo de la época moderna. Justamente las muertes descritas en las fuentes son tan impracticables que se evidencia que se trata de muertes teatrales. Por ejemplo, es descrita la manera en la que se abre el pecho «desde un pezón hasta el otro, un poco más abajo», tal como lo describe fray Bernardino de Sahagun, mediante un cuchillo de piedra; o cómo alguien es decapitado únicamente con un cuchillo de piedra; o que el propio pecho es abierto a través del mismo medio. Algunos muy valientes incluso consiguen el prodigio de decapitarse a sí mismos con un cuchillo de piedra. Es muy probable que el ritual del «despelleje humano» pertenezca a esta categoría: a uno de los actores se le extrae la piel de todo el cuerpo de forma rápida, en una sola pieza –en todo caso solo la de la cabeza por separado-, para que el sacerdote pueda meterse en el «vestido» de piel y, a partir de ahí, poder realizar una danza ritual de veinte días de duración. Hay que tener en cuenta el proceso tan trabajoso que supone el curtido de la piel de un animal para que esta se vuelva dócil y suave. Además, un corte practicado a lo largo de toda la columna vertebral, tal como se puede observar en las esculturas, es difícilmente practicable. Por lo tanto, el ritual del tlacaxipeualiztli, como es denominado el despellejamiento por los
aztecas, difícilmente podría referirse a una práctica real en lugar de simbólicometafórica, teniendo en cuenta además que la lengua azteca es conocida por su riqueza en imágenes alegóricas. Así, detrás de yollotli eztli (corazón y sangre) no se esconde nada sanguinario, sino una metáfora para una bebida muy valorada que es nada más y nada menos que el cacao. El corazón es un símbolo no solo en el mundo cultural europeo, también en idiomas indígenas se relaciona el corazón con ánima o alma. Sin embargo, para el tantas veces mencionado en la literatura, sacrificio del corazón no existe en lenguas indígenas ninguna palabra específica. Ni siquiera en azteca, a pesar de que en esta lengua son diferenciados de forma muy minuciosa los distintos rituales. Así, para expresar el sacrificio del corazón uno se va topando únicamente con el término matar/ asesinar (tlacamictliliztli). Ningún traductor del azteca ha conseguido justificar aún porqué mictia (matar) es traducido como «sacrificado» cuando los indígenas matan a españoles, mientras que en el caso contrario esta palabra sólo es traducida como «matar». «Sacar el alma del cuerpo» no es un acto quirúrgico. Así se explica quizá por qué «sacrificios del corazón» nunca fueron observados en Mesoamérica y por qué nunca se encontraron enterramientos masivos de los supuestos holocaustos. Es también un hecho que el mito de Huitzilopochtli, el cual ha sido utilizado como
base para los supuestos sacrificios humanos, no tiene nada que ver con un sacrificio. La diosa Coatlicue se quedó embarazada de una pluma de ganso. Los hijos varones de la diosa, los Centzonhuitznaua, y su hermana mayor Coyolxauqui no la creyeron y querían matar a la supuesta madre deshonrada. Sin embargo, antes de que pudieran llevarlo a cabo, nació Huitzilopochtli vestido con su armadura completa. Este destruyó a sus hermanos mayores y despedazó a la malvada hermana Coyolxauqui. Esta lucha entre dioses no puede interpretarse como un ritual con asesinato en el sentido de una trama relacionada con un sacrificio. Si bien Eduard Seier (1849-1922), un pionero de la mexicanología, ya reconoció esto a principios de siglo, ni él ni ningún investigador han sacado consecuencias del asunto. Y hay otra cosa que se les pasó por alto: que el dios principal de los aztecas, quien es representado en la literatura y en la belletrística como sanguinario, es apaciguado con flores durante la fiesta de Tlaxochimaco. Durante la fiesta de Panquetzaliztli, celebrada en su honor, los festejantes «apresan» su imagen en una figura hecha con harina y la comen según un tipo de ritual de la eucaristía. En resumen: tras un concienzudo y sistemático estudio de las fuentes no es posible constatar sacrificios humanos masivos. El fenómeno se debe, por lo tanto, no a las supuestas víctimas sino, más bien -y esto a pesar de todas las fuentes-, a la todavía muy arraigada creencia en ello. m
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Elena Machado Licenciada en Filosofía
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ecordemos que la Alegoría de la Caverna es una especie de fábula que aparece al principio del libro VII de la República, uno de los diálogos más importantes de Platón, en la que el filósofo griego escenifica la situación en que se encuentra el ser humano respecto del conocimiento. Platón nos habla en este mito de dos realidades: un mundo sensible (la caverna) y un mundo inteligible (el mundo de la luz), y de cómo en el ámbito de la luz se halla la plena libertad humana. Terminaba la primera parte de este artículo hablando de la verdadera libertad, esa que nace de una mirada profunda capaz de ver el corazón íntimo de todo cuanto existe. Esta mirada profunda es algo que parece estar de forma natural en la primera infancia, y que luego se puede
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ir desvirtuando, opacando. ¿Cómo podemos no perder esa mirada, o cómo podemos recuperarla? Y es aquí donde Platón nos habla de la importancia extraordinaria que tiene la educación. Nos dice «La educación no es lo que proclaman algunos. Afirman que, cuando la ciencia no está en el alma, ellos la ponen [es decir los maestros o instructores], como si se pusiera la vista en ojos ciegos. No, en el alma de cada uno hay el poder de aprender y el órgano para ello, sencillamente hay que volver el alma hacia la luz, poco a poco, hasta que sea capaz de soportar la contemplación de lo que Es. La educación sería el arte de volver este órgano del alma del modo más fácil y eficaz en que puede ser vuelto, más no como si le infundiera la vista, puesto que ya la posee sino, en caso de que se lo haya girado incorrectamente y no mire adonde debe, posibilitando la corrección. Las otras denominadas “excelencias” del alma pueden ser implantadas por el hábito y el ejercicio; pero la excelencia del comprender es algo más divino, que nunca pierde su poder. Es el método dialéctico el que marcha hasta el principio mismo, a fin de consolidarse allí. Y dicho método empuja, poco a poco al ojo del alma, y lo eleva a las alturas.»
La verdad para los griegos es aletheia (desvelamiento), es decir, quitar el velo a las apariencias para descubrir la realidad auténtica de las cosas. La educación de la que nos habla Platón, la dialéctica, no trata de adoctrinar a nadie sobre nada. No, se trata de darle las herramientas para que, por sí mismo, vea y comprenda. Esa es la educación de la que habla Platón, esa es la mayéutica de la que hablaba su maestro, Sócrates. ¿A qué se refiere Platón con método dialéctico? ¿Qué es eso? ¿Cuál es esa herramienta que nos permitirá salir de la caverna y mirar la luz del sol sin quedarnos ciegos? La dialéctica parte de la mayéutica socrática que significa «dar a luz», y surge de la creencia de que el conocimiento se encuentra latente de forma natural en el alma y que es necesario descubrirlo, sacarlo a la luz. El proceso, y el método, de descubrimiento del propio conocimiento es lo que se conoce como dialéctica. Como nos dice Pierre Hadot en ¿Qué es la filosofía antigua?, «En la Atenas platónica la formación dialéctica era absolutamente necesaria, en la medida en que los discípulos de Platón estaban destinados a desempeñar un papel en la ciudad. Pero la dialéctica platónica no es un ejercicio puramente lógico. Es más bien un ejercicio espiritual que exige de los interlocutores una ascesis1, una transformación de ellos mismos. No se trata de una lucha entre dos individuos en la que el más hábil impondrá su punto de vista, sino de un esfuerzo hecho en común por dos interlocutores. El diálogo les enseña a ponerse en el lugar del otro, luego a sobrepasar su propio punto de vista. Gracias a su sincero esfuerzo, los interlocutores descubren por sí mismos, y en sí mismos, una verdad independiente de ellos.» En el libro IX de la República, Platón habla de despertar la parte razonable del alma y, dado que el órgano que el hombre naturalmente
posee para indagar en su propia sabiduría es la razón, lo hará mediante discursos interiores e indagaciones referentes a temas elevados, dedicándose a la meditación, y calmando así el deseo y la cólera. Para Platón, al igual que para muchos filósofos y sabios, el no dejarse llevar por el deseo ni por la cólera, es libertad. Es decir, el método dialéctico también se aplica con uno mismo; yo diría, incluso, que sobre todo se aplica con uno mismo: atención, reflexión, meditación, observación, contemplación... Son todo habilidades mentales, no de la mente práctica y concreta sino de una mente superior.
Arriba; Platón, autor de La República.
Centro; Pierre Hadot.
Uno está atrapado, encadenado en una oscura caverna, cuando su mirada está empequeñecida. Salir fuera es ampliar la visión, contemplar la realidad. Platón nos está hablando aquí de cambiar radicalmente de punto de vista, de abrazar la totalidad de la realidad en una visión universal que permite vencer el temor a la misma muerte. Porque desde el momento en que ponemos la luz de la Verdad sobre las sombras de la caverna, éstas se desvanecen. En el momento en que superamos nuestros miedos y ponemos luz en nuestras sombras, éstas se desvanecen y sólo queda luz. En el Teeteto Platón describe al filósofo como aquel que después de haber mirado al Sol, dirige la misma mirada hacia las cosas de aquí abajo. Ignora las luchas por las magistraturas, los debates políticos y los festines; ignora todas aquellas sombras que obnubilan y encadenan al resto de los hombres, «habituado como está a abarcar con la mirada toda la tierra». m
Notas:
Conjunto de reglas y prácticas para alcanzar el perfeccionamiento espiritual. 1
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Fernando Celli
L
a palabra «arqueología», etimológicamente, proviene del griego «Archaios», que significa viejo o antiguo, y de «logos», con el significado de ciencia o estudio. La ciencia de lo antiguo es en la actualidad una disciplina académica que estudia las distintas sociedades humanas,
utilizando para ello los restos materiales que el paso del tiempo ha querido dejarnos. Dentro de los elementos que se estudian están los objetos producidos por una sociedad y las prácticas ideadas para elaborarlos, distribuirlos, usarlos o desecharlos; es decir, los artefactos y las causas por las que se han hecho, su función y su significado dentro de la sociedad. Desde que nació la arqueología, allá por el siglo XVIII, ha ido paulatinamente evolucionando hasta convertirse hoy en una herramienta esencial para recuperar, conocer y comprender parte de nuestro pasado, así como las huellas que hemos ido dejando los hombres a través del tiempo.
Moais de la Isla de Pascua
No obstante, dentro de esa ciencia que estudia los restos y evidencias materiales que dejaron nuestros antepasados, hay muchos puntos que todavía no han sido esclarecidos, muchos descubrimientos que aún no se han podido catalogar y entran dentro de lo que se denomina «arqueología imposible». La arqueología imposible es un tema que despierta controversias, opiniones
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enfrentadas, teorías diversas e, incluso, hace volar la imaginación humana hasta alturas insospechadas; por eso es dificultoso hablar o escribir sobre ello, pero a la vez es un tema muy atractivo que genera curiosidad, ganas de seguir investigando, y nos replantea aspectos de nuestra propia historia. Aunque vivimos en un mundo tecnológicamente avanzado y en la sociedad del conocimiento, todavía quedan muchas preguntas a las que nuestros medios físicos e intelectuales no logran dar respuesta. Por toda la geografía terrestre, en los cinco continentes, en tierra llana o en las montañas, en cuevas o en el fondo del mar, en todos los rincones donde el hombre ha dejado su huella, se hallan evidencias arqueológicas que no concuerdan con las teorías oficiales, con nuestra concepción del mundo y de la historia. Algunos restos están fuera de lugar y tiempo, se les denomina ooparts (objetos fuera de lugar), y al encontrarlos, uno no puede evitar preguntarse: ¿Cómo es posible que objetos hechos por el hombre, o restos y huellas humanas, se encuentren en períodos históricos donde supuestamente el hombre todavía no existía? Otros vestigios sí que están dentro de la historia, pero son elementos que se corresponderían con momentos históricos muchos más evolucionados, sus características no se ajustan a las posibilidades de la época en la que su datación los sitúa. Estos sorprendentes hallazgos pueden ser evidencia de que algunos pueblos de la antigüedad fueron poseedores de un conocimiento igual, o en algunos casos superiores, a los nuestros y que puede que
Reloj de Antiquitera
seamos más antiguos de lo que nos creíamos. Objetos artísticos, arquitectónicos, científicos, tecnológicos u óseos que nos obligan a abrir nuestra mente y nuestra percepción más allá de las fronteras fijadas por el orden establecido académicamente, rompiendo con la línea
Bolas de Granito halladas en Costa Rica
temporal y las ideas concebidas y estipuladas sobre el ser humano. Pequeños artefactos mecánicos o huellas humanas, encontrados en estratos geológicos imposibles; construcciones monumentales y tallas en roca dura cuya fabricación habría requerido del uso de tecnología laser en la Edad de Piedra; enormes piedras que requerirían para su transporte o colocación una sofisticada maquinaria, pertenecientes a períodos donde ni siquiera se conocía la rueda; construcciones astronómicamente orientadas, matemáticamente perfectas, geográficamente construidas en lugares estratégicos, técnicamente muy adelantadas a su tiempo.
Abajo; Puerta de Tihuanaco
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Arriba; Martillo de Kingdoom
Centro; Pila de Bagdad
Ante lo desconocido, ante el misterio de lo inexplicable, nace un sentimiento de asombro que puede remover conciencias, pues cuando la mente no acierta a comprender se despierta la sed de saber y la necesidad de preguntar ¿Cómo es posible?, ¿Cómo pudieron construir tales monumentos?, ¿Cómo lo hicieron? ¿Cómo puede existir eso? Muchas son las teorías que se han planteado mientras buscamos dar respuesta a lo desconocido, y muchas quedan hechas trizas cuando aparece algo inesperado, cuando el hombre se encuentra, cara a cara, ante el enigma de lo inabordable, de lo que nuestra razón no puede llegar a comprender, pero que es sin duda alguna incuestionable dado que
Pilar inoxidable de Delhi
existe, está ahí delante nuestro. El martillo de Kingdoom; las espirales de distintos materiales y aleaciones extrañas halladas en los montes Urales; huellas de humanos al lado de huellas de dinosaurios en el Valle de los Gigantes, en Texas; lentes de cristal encontradas en Nimrud, Micenas, Cartago, Creta, Rhodas, Escandinavia, Italia, Egipto, Troya; la famosa máquina de la isla de Antiquitera; la pila de Bagdad; los Moais de la Isla de Pascua; el pilar inoxidable de Delhi; las ruinas sumergidas de Yonaguni en Japón; la puerta de Tihuanaco en América; las enigmáticas esferas de piedra de Costa Rica; las líneas de Nazca; el obelisco inacabado de Asuán…, todo ello nos lleva a reflexionar, en ese esfuerzo por reconstruir el pasado, que todavía quedan muchos eslabones perdidos por encontrar, que la historia es como un gigantesco puzle que historiadores y antropólogos tratan de armar, pero en el que hay piezas que todavía no encajan, y otras ya puestas que se descolocan ante cada nuevo hallazgo. Tal vez, como decía Max Planck, «En última instancia, nosotros mismos somos una parte del misterio que estamos tratando de resolver». m
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Lo que algunos dijeron sobre....
La Dignidad d
gnida i d a n tiene u a t o r r noce. o c La de o n toria c i v a l que rges Jorge
o
Luis B
La d s en ig in n n to o e ue ida s d n e t d n e r m l r os o c t er ec h on en ec o o s em er no no is Ar c i re t e ist o l óte s o mi s les . q en u e -
En cuanto alguien co mprende que obedec er leyes in justas es contrar io a su dig nidad de hombre, ni nguna tira nia puede dominarle . Mahatma G andi tará n o m s o n e Nadie s oblamos d o n i s a encim la espaelrdKain. g Martin Luth
Vale más un minuto de pie que una vida de rodillas. José Martí
No tengo derecho a decir o hacer nada que disminuya a un hombre ante sí mismo. Lo que importa no es lo que yo pienso de él, sino lo que él piensa de sí mismo. Herir a un hombre en su dignidad es un crimen.
tiene a n o s r e p a n eu u q o t e p s e r l er e c a s e h e d d a e d i u p n g i o en n La d e i t a l n e i u yq de sí misma lo vuelva despreciable nada que jos. o s o i p o r p s u as renal
ción A
p Conce
Antoine de Saint-Exupery
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Francis J. Vilar Egiptólogo y Presidente de la Fundación Sophia
Todo en la naturaleza vive para morir… y muere para renacer Auguste Mariette
D
esde una perspectiva psicohistórica1, toda civilización es el reflejo o manifestación formal de una cosmovisión en el seno de una sociedad durante cierto periodo de tiempo. La vida y vigencia de esa cosmovisión puede abarcar siglos, como la romana que duró mil años, o milenios, como la egipcia que duró cuatro mil años. Asimismo, toda cosmovisión es en esencia un paradigma civilizatorio, una visión global y coherente de la vida, el mundo y el hombre que está integrada por un conjunto jerarquizado de ideas, valores y creencias, que son los que priorizan, tanto a nivel individual como colectivo, los logros y metas que sueñan alcanzar; las cualidades humanas que desean conquistar y los principios de conducta que establecen el modelo ideal de conducta a seguir. En una sociedad tradicional, por ejemplo, son sus dioses, héroes, reyes y sabios los que fijan los arquetipos ideales y los modelos ejemplares de conducta que, transmitidos a través de la tradición viva,
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se intentarán luego emular, y eso es precisamente lo que expresan los mitos y símbolos de cada cultura. Para los antiguos egipcios, por ejemplo, es lo divino y lo eterno lo que constituye el eje de referencia de toda su cosmovisión pero, para poder adentrarnos en el fascinante mundo de los dioses egipcios, lo primero que debemos tener en cuenta es que para los antiguos egipcios los dioses existían y esa certeza está presente en todas las facetas de su existencia. Como muy bien dice Erik Hornung: «La religión egipcia vive del hecho de que los dioses existen y esta seguridad penetra todos los ámbitos de la vida egipcia… Los dioses pertenecen a la realidad viva de Egipto… Cuanto más claramente los reconozcamos, más claro será para nosotros también el ser humano al que investigamos».2 Lo segundo que debemos considerar es que para los sabios egipcios cada dios o conjunto de dioses (dado que en ocasiones aparecen asociados en parejas, tríadas, enéadas, etc.) personifican simbólicamente aquellas fuerzas, leyes y procesos naturales que rigen la vida en todos los planos de la creación. Finalmente, no conviene
olvidar que todas esas energías y procesos de lo viviente que personifican los dioses egipcios son tan universales como multidimensionales, lo cual significa que podemos ver reflejada la acción de cada dios en los distintos planos de la existencia. En suma, podemos decir entonces que, para los antiguos egipcios, los dioses no eran solo símbolos sagrados, imágenes mito-poéticas o simples abstracciones metafísicas, sino entidades vivas e inteligentes que habitan en una dimensión superior de la existencia. Tampoco se trata de fuerzas ciegas regidas por el azar o energías cósmicas que funcionan mecánicamente de forma automática e impersonal, como piensa hoy la ciencia moderna; sino de espíritus supra-inteligentes con voluntad y conciencia propias, cuya esencia, cuya energía y cuya influencia se hallaba presente en todos los ámbitos de la naturaleza. Se manifestaban en el curso diario del sol en los cielos y en el eterno fluir de las aguas del Nilo; en la circunvolución periódica de las estrellas y en el cambio cíclico de las estaciones; en el eterno retorno de la inundación y en el florecer de la vegetación.; en las distintas fases de la luna que rigen los ciclos de la vida en la tierra y en el poder germinal de la semilla que es capaz de vencer a la muerte para hacer florecer de nuevo la vida; en la infinita armonía del cielo estrellado y en la salida triunfal del sol cada mañana, tras haber derrotado a las tinieblas. No hay ningún paisaje egipcio, ninguna fuerza o proceso de la naturaleza, ningún aspecto de la vida o la muerte en el que no participaran o estuvieran presentes sus dioses. Y es que, en realidad, para los antiguos egipcios el tema de la existencia de los dioses no era una cuestión de fe o de convicción religiosa, era sencillamente una certeza tan real y tan natural como comer o respirar. Es decir, no necesitamos creer en la respiración o en la comida, simplemente comemos y respiramos. Es por eso que si queremos llegar a comprender la forma de pensar, de sentir y de vivir que tenían los antiguos egipcios «primeramente hay que comprender las deidades egipcias en su
esencia, influencia e importancia; hay que preguntarse, sobre todo, como veía e interpretaba el egipcio mismo sus propios dioses».3 En este sentido, de todos los dioses del panteón egipcio Osiris es sin duda la divinidad más importante junto con el dios solar Ra. De hecho, ambos se empezaron a fusionar desde una época ya muy temprana, quedando Osiris como el aspecto nocturno de Ra en el inframundo, es decir la faz oculta y mistérica del dios Ra en el mundo invisible del más allá. En cualquier caso, lo cierto es que pocas veces en la historia de las religiones nos encontramos con una imagen de lo divino que haya sido capaz de inspirar el amor, la devoción y la esperanza en la vida eterna de todo un pueblo, manteniendo vivo en sus corazones el sentimiento de reverencia a
Panorámica del Nilo.
Triada principal del panteón egipcio; Horus, Isis y Osiris.
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Templo de Seti I, en Abydos.
lo divino durante casi más de cuatro mil años. Pero eso es precisamente lo que ocurrió en el antiguo Egipto con el dios Osiris. Un dios sabio, justo y bondadoso que, junto con su esposa Isis y su hijo Horus, forman la gran Tríada Divina que encabezaba el culto religioso entre los antiguos egipcios.
Representación de Osiris, acompañado por Isis y Neftis.
Es por ello que hablar de Osiris es hablar del alma del antiguo Egipto. Pero el poder de Osiris no se ve reflejado únicamente en el sentimiento de amor y reverencia que siente el hombre egipcio ante lo sagrado, sino también en
todos los demás aspectos de su existencia, ya que en esencia el dios Osiris encarna ese poder extraordinario que tiene la naturaleza para hacer resurgir la vida de la muerte, dado que para los antiguos egipcios, como dijo Auguste Mariette: «Todo en la naturaleza vive para morir… y muere para renacer».4 Así pues, hablar de Osiris es también hablar de aquellos procesos que rigen los misterios de la vida y de la muerte. Hablar de Osiris es hablar de la fuerza de regeneración de la tierra, del reverdecer de la vegetación y del poder germinal de la semilla. Hablar de Osiris es hablar de la muerte y descomposición del cuerpo y de la liberación del Ba o alma-pájaro cuando remonta el vuelo hacia la luz del día. Hablar de Osiris es hablar del misterioso camino que debe recorrer el espíritu del difunto en su largo viaje por el más allá en busca de la eternidad. Hablar de Osiris es hablar del secreto de la inmortalidad consciente que anhelaba conquistar todo aquel que era iniciado a sus divinos misterios, en el sacrosanto templo de Abydos. Por eso, Osiris es llamado en los textos: «El Señor de la Eternidad que preside en Abydos. Que habita en la necrópolis. Aquel cuyo nombre perdura en las bocas de las gentes».5 Y es que si ha habido un dios que fue amado por los antiguos egipcios a lo largo de toda su historia, fue el padre Osiris. Tanto si era campesino, artesano, guerrero, escriba, médico, sacerdote, noble, príncipe o rey, todos amaban
a Osiris Unnefer, el señor de bondad, belleza y justicia perfectas. Por eso en el Himno a Osiris se dice: «Todo el mundo está exultante de alegría. Los corazones están contentos, los pechos alegres y todas las gentes se regocijan. Todos ensalzan su bondad ¡Qué grato es su amor por nosotros! ¡Su benevolencia colma nuestros corazones y grande es el amor que sentimos por
él!». Una muestra muy evidente del gran fervor popular que despertaba la imagen de Osiris es el peregrinaje sagrado que realizaban cada año los egipcios al templo de Abydos para poder participar en la celebración de los Misterios de la muerte y resurrección de Osiris, que era la festividad más secreta y sagrada en la que podía participar el pueblo egipcio. Pero, antes de entrar de lleno en la simbología del dios Osiris, conviene primero destacar cuál es su iconografía, sus representaciones más emblemáticas y sus principales atributos, pues todo ello nos aporta aquellas claves que son fundamentales para poder entender mejor cual es la identidad, función y significado que asume el dios en los distintos niveles de la existencia. Normalmente aparece representado con cuerpo y rostro humanos, envuelto en un sudario blanco, con los dos pies juntos (monopodo) y una expresión de gran bondad, dulzura y belleza en su rostro. Sus manos, generalmente cruzadas sobre el corazón, sostienen el gancho Heka y el látigo Nehaha, y su piel es de color verde o negra, como símbolo del poder de regeneración, renovación y renacimiento de la naturaleza. Asimismo, lleva siempre la barba postiza,
atributo de la realeza, y luce sobre su cabeza la corona Atef, que es una variante de la corona Hedjet, la corona blanca del alto Egipto de estructura piriforme. Además, la corona Atef porta simétricamente a ambos lados dos plumas de avestruz, que son los atributos propios de Shu y Maat, que según la genealogía del mito solar de la creación son sus abuelos divinos. Por otro lado Osiris no tiene casi representaciones zoomórficas y, como ocurre con otros dioses asociados a la bondad, la justicia y sabiduría, suele ir acompañado de un perro que camina delante de él o que precede a su barca funeraria, llamado Upuawt. Originario de Abydos, Upuawt es el genio benéfico que abre los caminos de la Dwat, el mundo invisible, y según el mito acompañó a Osiris como guerrero en su viaje a las tierras remotas. Upuawt era también invocado por los soldados para que les protegiese y les abriera los caminos en la batalla, como hace también con la barca solar de Ra en su descenso nocturno y con el viaje del alma por el Mas Allá. m
Notas:
La Psicohistoria es el estudio de las motivaciones psicológicas de eventos históricos. 2 Eric Hornung. El Uno y los Múltiples. Editorial Trotta. Madrid 1999. 3 Erik Hornung. El Uno y los Múltiples. Ed. Trota. Madrid 1999. Pág. 30. 4 Auguste Mariette (1821-1881). Egiptólogo francés que fue director de antigüedades y fundador del antiguo Museo del Cairo. 5 Gran Himno a Osiris. Estela de Amenmose C-286. Museo del Louvre. Paris. 1
Escena mítica, en la cual Isis, transfigurada en Milano, queda preñada por el cadaver de Osiris
Centro; Sokaris-Osiris dios del Duat, viviendo el proceso de la momificación.
Xavi Villanueva Biólogo y divulgador científico
L
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as luces inmaculadas del interior de la sala se habían encendido hacía ya algunas horas. Relés automáticos y conexiones sutiles habían puesto en marcha de nuevo el corazón de la nave. Cuando el viajero abrió la protección del panel central de observación, una bellísima voz de mujer entonaba “Erbarme dich Mein Gott”, de la Pasión según San Mateo de Johann Sebastian Bach. Siempre pensó que cuando diera el primer vistazo al objetivo de su viaje, lo celebraría con esa mezcla de sonidos y harmonías de belleza subyugadora. Aquel puntito de luz anaranjado en aquel mar de estrellas era el final de su periplo, su Ítaca particular, la estrella más cercana al Sol: Próxima Centauri.
particularidades que se desprendían de viajar por el espacio y el tiempo a la velocidad de la luz. Antiguos eran ya los tiempos, allá por los albores del siglo XXI, en los que pocos eran capaces de imaginar una proeza así. Ahora, los seres humanos podían, al fin, viajar a través de años luz de oscuridad a una velocidad inimaginable. Ahora, por fin, los seres humanos eran capaces de proyectarse más allá de las difusas fronteras del Sistema Solar, donde habían permanecido tanto tiempo confinados. Y aquel era el primer viaje, hacia allí, hacia aquella estrella roja en el centro de su campo de visión, aquel punto de luz más pequeño que el Sol, un astro prometedor que suponía el final de tantos esfuerzos y el principio de algo totalmente desconocido y fascinante.
El argonauta de las estrellas dio gracias en silencio a los sabios de la Tierra que, mucho tiempo atrás, consiguieron dominar las extrañas
Pero había razones de peso para emprender una aventura de tanta envergadura y, aunque algunas de ellas parecían muy lejanas e imprecisas, los científicos terrestres no se cansaron de repetirlas. El viajero las tenía grabadas en la memoria como si fueran su mantra, su tao particular que lo acompañaba,
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Hubo quien dijo que aquel viaje era descabellado... Hubo quien vaticinó los más terribles finales, parapetados en discursos sobre el final de los tiempos, como había pasado tantas y tantas veces.
a él y a sus compañeros aún dormidos... El mensajero terrestre sabía que dentro de mil millones de años, una aparente eternidad, la mecánica cósmica y los dictados de la luz y la energía, conducirían a nuestro planeta, de forma
Así, el adiós a la Tierra merecía el esfuerzo colosal de buscar un nuevo hogar en el que anclar los deseos y las esperanzas de tantas almas. El viajero seguía ensimismado entre aquellos pensamientos que mezclaban pasado y futuro, mientras las notas del genio alemán se dispersaban como el aroma de un sueño que vence al paso del tiempo. inevitable, a su dispersión por el espacio. Los océanos se vaporizarían debido a la energía solar, mucho más intensa que en la actualidad y nuestras huellas impresas entre las rocas milenarias de la pequeña mota de polvo azul «se desvanecerían en el tiempo como lágrimas en la lluvia». El viajero sonrió al pensar en aquellas palabras prestadas de una vieja película del lejano siglo XX. Era preciso pues, pensar en el futuro, aunque pareciera quedar muy lejos... Las mentes más brillantes del mundo averiguaron de qué manera encajan algunos de los ornamentos de la existencia; se dieron cuenta de que nuestra presencia en el vasto Universo se parecía a un tremendo milagro (aunque a veces les costara llamarlo así), porque la receta que lo hacía posible era de una exactitud milimétrica, de una precisión casi mística; además, habían constatado que la más pequeña variación de las reglas del juego cósmico nos alejaba del ser y del estar: simplemente, dejábamos de existir, incapaces de encajar en el rompecabezas cósmico. Todo ello convertía a nuestra mota de polvo azul en una joya sin precio, un regalo de proporciones colosales al que le debíamos todo cuanto habíamos sido, todo cuanto éramos y cada una de las cosas que llegaríamos a ser.
Se arremolinó en su butaca privilegiada mientras no apartaba la mirada del cielo negro tachonado de luz. Se percató de que incluso a casi 300 000 km por segundo, el viaje había sido largo. Más de cuatro años escondido en su cubículo, rendido a la burbuja de vida que era su nave, la tabla de salvación, el límite que lo separaba de una muerte sin nombre. Fueron cuatro años, la mayor parte de los cuales los pasó dormido, esperando el momento en el que Bach sonara como una exhalación, como un faro en mitad de aquel doloroso y contumaz silencio. Finalmente, cuando llegara por fin a vislumbrar la estrella en todo su esplendor, la silueta recortada en la frágil transparencia de la ventana de observación, entonces sería el momento de llamar a casa, de dar la gran noticia de la llegada de los pequeños seres humanos hacia una nueva colección de mundos al alcance
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tiempo que él había utilizado en su viaje, fruto de las locuaces y malditas distancias que lo separaban de cualquier lugar. Arriba: Escena de la pelicula La Guerra de las Galaxias (Los dos soles de Tatooine).
Próxima Centauri, la estrella más cercana al Sol.
Y se le hacía aún más difícil pensar en el detalle que más le dolía de esta aventura infinita; debido a los efectos sobre el paso del tiempo que habría tenido su viaje, sus amigos y seres queridos, allí en la lejana Tierra, estarían extrañamente envejecidos o, en el peor de los casos, irremediablemente muertos.
de la curiosidad y la sabiduría de aquellos que nacieron en la Tierra. Fue entonces cuando sus pensamientos se quebraron en un desaliento. A pesar de ser algo conocido, recordó que los científicos de su planeta no habían encontrado aún otra manera de comunicarse a través del espacio que no fuera por medio de las ondas invisibles de las emisiones de radio, las cuales viajaban a la misma velocidad que lo habían hecho él y sus compañeros, la velocidad de la luz. Entonces cayó en la cuenta de que su mensaje de victoria, su saludo a los seres que amaba, tardaría más de cuatro años en llegar a su destino, el mismo
Alpha Centauri, el sistema triple al que pertenece Próxima Centauri.
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Intentó consolarse con las imágenes de un nuevo capítulo de la Humanidad, escrito entre las estrellas, donde los osados habitantes del planeta turquesa bailarían la danza de las esferas con el aliento de encontrar una nueva gema en medio de la oscuridad, un lugar que estuviera a la altura de la cuna que los vio nacer, un rincón donde seguir elaborando la delicada fragancia de la trascendencia. Dejó que siguiera sonando la música, una voz que se desvanecía lentamente... Se dejó acompañar por la profunda serenidad que emanaba de aquellas notas escritas hacía tantos siglos y que aún ahora, en aquel mar infinito de estrellas sin nombre, le traspasaban el corazón.m
lo que algunos dijeron sobre...
Director: Francis Ford Coppola Aventuras. 2013. EEUU.
El hombre sin edad
En vísperas de la Segunda Guerra Mundial, la vida de Dominic Matei, un anciano profesor, sufre un extraño giro: tras ser alcanzado por un rayo, no sólo sigue vivo, sino que rejuvenece y, además, su inteligencia aumenta exponencialmente. Este hecho despierta el interés de los nazis, que pretenden servirse de él para sus investigaciones y experimentos. Dominic se ve entonces obligado a huir y a adoptar una nueva identidad. Convertido en un fugitivo, vagará por diversos países y conocerá a Verónica, una mujer idéntica a Laura, el gran amor de su vida.
El Ruido Eterno Autor:
Alex Ross Alex Ross nos guía en un viaje por la historia del siglo XX a través de su música. Nos transporta por el laberinto del sonido moderno, descubriendo las conexiones entre los acontecimientos más importantes y los compositores más influyentes, hombres que se rebelaron contra el culto al pasado clásico, lucharon contra la indiferencia del gran público y desafiaron a dictadores. Alex Ross ha firmado un libro imprescindible sobre un tiempo fascinante, caótico y ruidoso.
La Gran Aventura de los Griegos Autor:
Javier Negrete Un viaje único y apasionante a la Antigua Grecia. Leónidas, rey de Esparta y comandante de los trescientos espartanos que murieron en las Termópilas; Pericles, primer hombre de Atenas y adalid de la democracia; Alejandro Magno, el general más famoso de todos los tiempos que a los treinta y tres años había conquistado el mayor imperio. Esta es su historia y la de otros muchos griegos que, como Minos, Dracón, Temístocles, Pitágoras, Sócrates o Epaminondas, son algunos de los
personajes más famosos de la historia universal.
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Catalina Simonet
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odo aquel que decide emprender la aventura de la búsqueda del conocimiento, más tarde o más temprano, puede encontrar un libro que, a modo de mapa, le oriente a contemplar la existencia con una mirada más profunda. Bien podría ser este libro El Kybalión. Para acercarnos a esta obra tendríamos que ubicarla primero dentro de un contexto, el de la sabiduría hermética, y eso nos conducirá inevitablemente al Egipto predinástico donde, según la tradición, el dios Thot sistematizó y transmitió un legado de sabiduría para su pueblo. A lo largo de los siguientes siglos, dicho conocimiento encumbró al país de las pirámides, Kemet, como una de las civilizaciones más relevantes que la humanidad ha podido contemplar. Y precisamente, dicho esplendor se atribuyó a su sapiencia, que se aplicó con esmero en una sociedad que supo prolongarse a lo largo de más de 4000 años. Dicho conocimiento se enseñaba en las Casas de la Vida, centros iniciáticos de formación
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vivencial, pues para ellos era impensable la dicotomía que existe en nuestra sociedad actual entre teoría y praxis. La sabiduría como tal, no sólo es conocimiento práctico sino que además, provoca una auténtica revolución interior, una transformación que se manifiesta en todos los aspectos de la vida. Es lógico, pues, que reservaran estas enseñanzas no sólo a aquellos oídos capaces de captar y aplicar dicho saber, sino que además no fueran a hacer mal uso de él. Con el paso del tiempo, cuando Egipto ya iniciaba su ocaso durante la época griega regida por las dinastías ptolemaicas, el paulatino declive de las instituciones que había existido durante generaciones, condujo a una situación en que dicho conocimiento se veló para poder mantenerse a salvo de miradas profanas. Con este fin, textos que salieron a la luz fueron despojados del significado más profundo y presentados en una versión menos hierática y más filosófica. El término hermetismo proviene del dios Hermes Trimegisto, en referencia al nombre griego de Thot, transmisor de dichas enseñanzas.
Alejandría, la ciudad situada en el delta del Nilo, fue la cuna de este movimiento. Su afamada biblioteca albergó durante su apogeo, en los siglos I y II d.C., hasta 700.000 libros y reunió a sabios y estudiosos de la época en un sincretismo de culturas y pueblos sin igual en todo el orbe mediterráneo. Durante la Edad Media que aconteció después y que tuvo que prolongarse cerca de diez siglos, esos textos, así como todo impulso de conocimiento, estuvieron prohibidos y perseguidos por lo que tuvieron que permanecer ocultos. Al final de esta triste etapa de la historia tuvo lugar el inicio del Renacimiento, en el siglo XV, cuando Cosme de Médici encargó por primera vez la traducción de catorce tratados griegos herméticos para que Occidente tuviera acceso a ellos, desvelando así un conocimiento dormido durante siglos. El Kybalión, siendo un tratado hermético, curiosamente está escrito a principios del siglo XX por tres autores anónimos que firman como «Tres Iniciados», aunque se reconocen como estudiantes de la doctrina secreta que muy probablemente estaban en contacto o participaban de la Sociedad Teosófica. El propósito del texto es resumir en siete axiomas las leyes que rigen el Cosmos en todos sus aspectos y, por ende, aquellas que también afectan directamente al ser humano. De algún modo, el primero es la base sobre la cual los seis restantes amplían con diferentes matices este principio de mentalismo. Dice así: El todo es mente. El universo es mental.
Cosme de Médici
Pretende explicar que el mundo es lo que crees que es. Cada ser humano se forja su propia realidad en función de la visión que tiene de sí mismo y de la vida. Desde que nacemos, los padres y educadores nos presentan la existencia tal como ellos la conciben, integrándonos en un paradigma o modelo de sociedad que presenta la realidad según unos valores determinados, que hacemos nuestros. Queramos o no, estamos condicionados por un entorno social que ejerce gran influencia en nuestras opiniones, pensamientos, emociones y acciones a lo largo de nuestro devenir.
Centro: Portada del Kybalión (edición moderna)
Todos los seres vivimos en nuestra propia casa mental. Las que son similares en muchos aspectos forman parte de una «membrecía», como diría Carlos Castaneda. La membrecía es la descripción del mundo al que pertenecemos y con el cual nos identificamos. Tal vez por eso somos predecibles, porque actuamos según
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El mensaje general que propone el Kybalión es que los pensamientos que conforman nuestro universo mental no son gratuitos y conllevan repercusiones y consecuencias en todos los actos de nuestra vida. Es por ello que deberíamos priorizar el cuidado de nuestra mente, librándola de esos «baobabs» de los que nos hablaba el Principito, esas ideas negativas que no arrancadas a tiempo podrían destruir nuestro planeta, nuestra identidad... Que la lectura de este libro hermético sirva de inspiración y motivación para, cada vez más, favorecer que nuestros pensamientos nos conduzcan hacia una visión de la vida más luminosa y elevada que se traduzca en plenitud interior. m
Grabado donde se representa al Faro de Alejandría, símbolo de la universalidad del conocimiento.
«Somos lo que pensamos.
Todo lo que somos surge con nuestros pensamientos. Con nuestros pensamientos construimos el mundo. unos patrones limitados a nuestra particular visión. Por ejemplo, en nuestra sociedad actual la posición económica tiene un peso primordial alrededor del cual giran aspectos como el trabajo, las relaciones humanas o las costumbres sociales. Por poner un ejemplo diferente, una cultura como la de los pieles rojas concebía al planeta como un ser vivo al que había que proteger y mantener, y esa idea, en consecuencia, se reflejaba en todos los aspectos de su vida, tradiciones y costumbres.
Abajo: Representación de como debía ser una biblioteca en las escuelas de la vida egipcias.
Que haya paradigmas es inevitable y necesario a la condición humana; la cuestión estriba en que hay descripciones más completas que otras. Siguiendo con el ejemplo anterior, nuestro paradigma mecanicista consideró a la Tierra como materia inerte, susceptible de ser explotada y contaminada, sirviéndonos de ella para abastecer las necesidades de nuestra sociedad. Ahora estamos siendo conscientes de los daños irreversibles que ha conllevado dicha mentalidad. Al fin y al cabo la vida se podría resumir en una cuestión de creencias: si tú crees que la naturaleza está viva, la protegerás y respetarás; si no lo crees, nada te impide explotarla... y así podríamos seguir con todas las cuestiones humanas.
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Habla o actúa con mente impura y los problemas te seguirán como sigue la carreta al buey ensimismado. Con nuestros pensamientos construimos el mundo. Habla o actúa con una mente pura y la felicidad te seguirá como tu misma sombra, inseparable.» El Dhammapada
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Rafel Ballester Pozo iniciático, en la villa masónica de Quinta de Regaleira (Portugal)
Simbología cabalística en el ARS de Ramón Llul.
¿
Os habéis mirado alguna vez entre dos espejos?, la sensación de infinitud que te embarga es extraordinaria. Uno, por mucho que se esfuerce, no logra ver jamás cual es el último espejo en el que se ve reflejado a sí mismo. Lo mismo pasa al querer empezar una historia con las célebres palabras «Había una vez…», pues siempre hay una vez un poquito más atrás en el tiempo desde donde parece ser que proviene la inspiración, y uno siempre quiere ir más atrás, pues parece que esa luz allí es más vívida y resplandeciente. El mundo es muy antiguo y podríamos decir que la Tierra, en sí misma, es lo más lejano que nuestros ojos pueden observar. En ella hay rocas de millones de años, árboles cuyas hojas llevan meciéndose más de tres milenios y animales, como las tortugas de las
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islas Galápagos, que ya estaban aquí cuando Napoleón aún vivía. Sin embargo, ya sea por ignorancia o por simple curiosidad innata, hay otro tipo de elementos cuya antigüedad suele llamarnos aún más la atención, y son precisamente todos aquellos que tienen que ver con el hombre. Museos de todo el mundo están repletos de objetos que pertenecen a antiquísimas civilizaciones, por todo el globo hay restos de construcciones milenarias que dejan estupefacto a cualquiera que se las encuentre, y es que no hay nada que deslumbre más la conciencia del hombre moderno que la eterna incertidumbre del «¿cómo lo hicieron?». Cabe aquí hacer una reflexión; la historiografía moderna ya ha admitido que la historia es de carácter cíclico, donde el ser humano ha alcanzado altas cotas en el grado de civilización y ha descendido varias veces al opúsculo de la misma a lo largo de los milenios. Estos procesos están muy bien estudiados y se sabe a ciencia cierta que para que la pirámide civilizatoria se mantenga erguida ninguna de sus cuatro caras (Política, Arte, Religión y Ciencia) puede estar desnivelada, pues provocaría, con el tiempo, el derrumbe de la pirámide completa. Algunos historiadores y filósofos llegaron a
una conclusión muy interesante: las épocas de gloria y esplendor de los pueblos han sucedido siempre cuando sus gentes han sido movidas por valores éticos elevados, como la religión y la aspiración al bien, junto con una política y una justicia ecuánimes; tienen unos grandes valores estéticos y su arte evoca la belleza en todas sus facetas; además su curiosidad les empuja a alimentar siempre y por encima de todo una ciencia que aspira únicamente a la verdad. Así es como nos damos cuenta de que la línea del tiempo ha ido siempre acompañada por ideas lo suficientemente poderosas como para impulsar el devenir de la historia por los recodos más insospechados, como si el cosmos humano fuese un árbol inmenso cuyos procesos históricos, descubrimientos científicos, pensamiento filosófico, ejemplos morales, etc., estuviesen unidos y empujados por un tronco tan grande que los ojos corrientes no alcanzan a ver, sino más bien tan solo intuir. Una sabiduría ancestral que podemos hallar detrás de una construcción milenaria, detrás de un papiro escrito en una lengua casi ya olvidada, detrás de movimientos históricos acaecidos en cualquier instante de los últimos diez mil años, sea de la cultura que sea, sea de la época que sea. La Filosofía Perenne de Leibniz, la Oculta Filosofía de Agripa, el Ars Magna de los Magos
decimonónicos, la Gran Obra de los Alquimistas medievales, la eterna sabiduría que celosamente guardaron hombres como Pitágoras, Platón, Amonio Saccas, Plotino, Porfirio, Proclo e infinidad de hombres sabios de todas las épocas y culturas. Un saber oculto dedicado únicamente «a los pocos» por medio de las llamadas «ciencias esotéricas». El esoterismo no puede considerarse una filosofía, ni siquiera un sistema de pensamiento característico de una época u otra, sino más bien una forma distinta de atención, una manera de contemplar la realidad mucho más íntima, mirándola desde el corazón. En sí mismo el vocablo «esotérico» proviene del griego antiguo y significa interno, recóndito. En contraposición a lo «exotérico», que sería lo externo o público. Lo esotérico ha estado presente en todos los sistemas de pensamiento, en todas las filosofías, en todas las culturas y en todas las civilizaciones. En este sentido, ha sido lo que ha configurado el tronco básico de todas las religiones, lo que ha impulsado los más grandes cambios en el pensamiento del hombre, lo que empujó desde el inicio de los tiempos las principales y más elevadas ideas e ideales que del hombre han surgido.
El filósofo Meditando de Rembrandt; el esoterismo oriental influyó en sus obras.
Centro: Fragmento de una monografía interna de la Orden de la RosaCruz.
Abajo: Símbolos masónicos.
Lo esotérico no es sino lo oculto, lo interior, lo secreto. Como símbolo interno de una realidad externa, la noción de secreto se EL MUNDO DE SOPHIA
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El Baphomet de Mendes; representación simbólica usada por varias hermandades esotéricas medievales para representar al dios Amon egipcio.
Abajo: Símbolo de la Sociedad Teosófica.
refiere a la necesidad interior de mantener la pureza, o la separación, de lo que es sagrado respecto de lo que es profano. Las ideas pueden ser presentadas en unas condiciones que contradicen la esencia misma de su significado, camuflándolas bajo símbolos o que provoquen emociones o actitudes que impidan en la práctica que el espíritu esencial de la enseñanza pueda ser comprendido. De ahí que el esoterismo y el ocultismo se hayan convertido en sinónimos a lo largo de los siglos, pues muchas veces, para comprender el mensaje real de lo que se quiere expresar en lenguaje esotérico, se precisa de un profundo conocimiento hermenéutico de dicho lenguaje, una iniciación a los misterios. No es que la verdad sea negada a quien la busca, es solo que se toman las medidas necesarias para asegurarse de que sea expuesta solo a aquellos que no la distorsionarán ni serán dañados por ella. Del misterio que rodea al esoterismo nace la idea de este artículo y de una serie de artículos que le seguirán, para narrar la historia sucinta del esoterismo en su sentido más amplio, profundizando específicamente en los movimientos esotéricos y ocultistas modernos.
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Desde la ciencia natural del romanticismo, pasando por la cábala renacentista, el movimiento rosacruz o la francmasonería, hasta llegar a entrever cómo han llegado estas ideas hasta nuestros días. Veremos como la verdadera sabiduría se ha mantenido viva desde tiempos inmemoriales, sobreviviendo a los siglos pese a las adversidades. Desde los filósofos antiguos hasta los pensadores del bajo imperio, el neopitagorismo, el neoplatonismo y el estoicismo como origen del pensamiento esotérico medieval; el hermetismo alejandrino y el gnosticismo, encumbrando un horizonte intelectual que hará resurgir de las cenizas del pasado una sabiduría imperecedera; como, en el mismo seno de la cristiandad hubo grandes sabios que se atrevieron a proclamar la verdad sin temor a las represalias; recordaremos a San Agustín, a Boecio, a Pseudo-Dionisio, a Máximo el Confesor, Isidoro de Sevilla, Juan Escoto Erígena, Alaín de Lille, Santa Hildegarda, Honorio...; o como los árabes regalaron al mundo un nueva forma de entender el universo: el Sepher Yetsirah, Joaquín de Fiore, Moises Maimónides, el Bahir… En fin, entenderéis ahora lo que ocurre con los espejos: cuanto uno más ansia encontrar la verdad, más pasos debe desandar en el sendero y ese, amigos míos, es a mi entender el misterioso viaje hacia la gran búsqueda del conocimiento.m
Reflexionando bajo el sol
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adie llega al mundo con la garantía de que todo va a ser felicidad y aguas mansas. El otro día escuché a un hombre joven que los que verdaderamente son felices son aquellos que no tienen que pensar, es decir, animalitos dando rienda suelta a sus caprichos y gustos.
Para mí es inconcebible que un adulto afirme tal cosa dando gala de una opinión brillante y moderna que hay que dar a conocer al mundo. Lo que más sorprende es que detrás de estas palabras hay escondidas una gran cantidad de cosas enlazadas unas con otras, pero que en el fondo, es una huida del miedo y del dolor. No querer enfrentar la responsabilidad de hacerse preguntas porque hay que buscarles respuestas; no querer ver que el dolor llegará un día u otro porque esto también despierta preguntas… Cuando una persona no quiere buscar respuestas a los interrogantes que ya han despertado en su corazón, es negar la posibilidad de crecer, de conocer y de hacer la luz dentro de sí. No querer enfrentarse con lo inevitable es una huida permanente de sí mismo que le hará perder un tiempo maravilloso de su vida y quién sabe, si la ocasión preciada de hallar lo que su alma busca. La vida de un hombre buscador es misteriosa, no sabemos cuándo se nos van a abrir las puertas y muchas veces ni somos conscientes de que estamos buscando algo. Otras veces el recuerdo de soñar con algún ideal juvenil se remonta a nuestro pasado y otras, en plena madurez se decide no encarar las incógnitas para mirar hacia otro lado. Buscar puede depender de nosotros, pero encontrar estriba en que la mano de la vida sepa escuchar y dar con lo que uno necesita. Si esta opción se cierra karmicamente, la vida se hará entender con otros métodos que no son sino sucesos vitales con la fuerza que sea necesaria para tropezar en la conciencia dormida del que no quería ni pensar. Es imposible no reaccionar frente a la muerte de un ser querido, a las desgracias, las guerras o a las injusticias. Por eso, se nos han dado unas fibras sensibles que se reactivan con las emociones más enérgicas, como el dolor y la alegría para despertar la necesidad de entender la existencia y sus entresijos y descubrir los motores ocultos que le dan realidad. Cuando los hombres despiertan a los misterios de lo invisible y de lo desconocido se empieza a preparar en su conciencia una plataforma que conduce a la siguiente fase de un mayor nivel cultural que irremediablemente conducirá a mayores y mejores civilizaciones. Si se nos ha dado la posibilidad de reír y de llorar, cómo no vamos a tener el poder de unificar equilibrando estos dos estados, el dolor y la felicidad. Para ello podremos colocarnos en medio y por encima de la panorámica como águilas remontando los vientos de las adversidades. Así el dolor no nos derrota ni la alegría no se desboca, vamos aprendiendo a hacer de la vida un arte.
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R lvira
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José Luís Gil Artista
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amos a abordar este artículo como un acercamiento general a la psicología “EN EL” arte, y no “DEL” arte, ya que esta última es materia de la Psicología oficial, si bien muchos conceptos de los que hablaremos tienen puntos en común, pues la psicología “del” arte pretende, además de un fin terapéutico, explicar la producción, creación y comprensión del arte, que es la finalidad que perseguimos todos a la hora de entenderlo y profundizar en su relación con el ser humano. Esta disciplina entra en aquel bucle irresoluble del gusto individual y sus “porqués”, el cual es tan inconcluso e indeterminante, y está sujeto a tantas variables, que la convierten en materia de difícil conclusión. Por tanto, ya que intentar hablar del ARTE desde un punto de vista personal es casi imposible, hagámoslo desde conceptos generales y ontológicos. Detengámonos en primer lugar en un aspecto esencial: LA CREATIVIDAD. Cuando se estudia comunicación de masas, hay una ley fundamental sobre el ser humano que se aprende y se adaptada a la industria del consumo y la publicidad; un axioma al que llegaron multimillonarios gabinetes de psicólogos, publicistas y sociólogos: “EL SER HUMANO ES CREATIVO POR NATURALEZA, NECESITA CREAR”. Por tanto, y hablando por ejemplo de la industria alimentaria, muchos productos
alimenticios vienen como inacabados, para que seamos los consumidores los que terminemos por redondearlos y no sentirnos un fraude a la hora de hacer algo para los nuestros en lo que no hayamos puesto parte de nosotros mismos. Por tanto, se entiende por derecho que el ARTE es el mejor y más acabado vehículo para ejercitar y despertar esa creatividad en nosotros. Pero no sólo las Bellas Artes, en su aplicación, comprensión o contemplación, nos ofrecen esa posibilidad, sino el ARTE dirigido a cualquier ámbito de la vida: la cocina, la jardinería, la moda, las matemáticas… Entendiendo que necesitamos crear, “sacar de dentro” para nuestra buena salud psíquica, nos planteamos la siguiente pregunta desde el principio de todo, la educación: ¿Matan las escuelas la creatividad? La respuesta es SI. Y esto no significa que sea mala la educación actual, simplemente plantea carencias vitales en relación a nuestra necesidad de ser creativos, centrándose en objetivos muy concretos que distan de esa necesidad. Hoy en día el ARTE y la Humanidades en general están relegadas a un segundo plano, desvalorizadas en muchos aspectos del mundo actual (salvo aquello que se ha convertido en objeto de especulación económica, o suscita controversias, polémica y provocación). Sin embargo, grandes académicos, pensadores y educadores, ya están alertando del grave error
Sir Ken Robinson.
que eso supone, un error de identidad social y cultural, que compromete nuestro futuro, nuestra convivencia y nuestra felicidad.
imprescindibles para la condición humana, a favor del pragmatismo de la producción y el sustento de una sociedad obrera.
Entre muchos, así nos lo transmite Sir Ken Robinson, el prestigioso educador, experto en asuntos relacionados con la creatividad y la calidad de la enseñanza, nombrado “Sir”, por la misma Reina Isabel II, al reivindicar la necesidad de incorporar clases de arte en el currículum escolar al mismo nivel de importancia que cualquier otra asignatura.
Sin embargo, ya se ha reconocido un sistema educativo inmejorable que viene del modelo Griego-Platónico que consiste en equilibrar tres conceptos: ESTUDIO (mente) – ARTE (corazón) – DEPORTE (salud y fortaleza física).
Sus estudios y reflexiones suponen un mazazo directo al rancio y anacrónico academicismo que padecemos desde el siglo XIX, un estigma que se sistematiza a partir de las necesidades de la industria, el capital, el desarrollo tecnológico y la necesidad impuesta de ser obreros productores. Un sistema que ha estigmatizado los valores creativos y artísticos en la educación global de nuestro presente,
El arte, que es de lo que nos corresponde hablar aquí, es un vehículo de estimulación y aprendizaje de la psique, de la creatividad, de la imaginación y de nuestra sensibilidad. Los resultados de esa estimulación son más que patentes cuando se trabaja con niños, substrayéndose la conclusión de que la gran mayoría de alumnos que practican arte en actividades extraescolares, por ejemplo, no se dedicará a ese mundo de forma profesional. ¿Entonces, para qué la formación en arte?..., pues precisamente para estimular y equilibrar su psique y su creatividad; para hacerlos sensibles a la belleza y a la estética. Si trasladamos estas cuestiones a lo colectivo, entendemos que el arte es un poderoso instrumento de civilización, capaz de cambiar una generación, una sociedad, e incluso la manera de ver y entender el mundo, pues expresa la identidad de un pueblo, lo eleva, ennoblece, refina, sensibiliza… También genera riqueza INMATERIAL y espiritual; perfecciona la materia, el entorno. También genera EL MUNDO DE SOPHIA
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comunicación (hay un emisor, un receptor y un mensaje). Y por último también podríamos decir que el Arte canaliza un lenguaje universal, lo que ayuda a romper las fronteras y barreras de la inter-comunicación global. Si pasamos de lo colectivo a lo individual, cabe hacerse la siguiente pregunta: ¿qué mueve el Arte en nuestro mundo interior?... EMOCIONES, SENTIMIENTOS, RECUERDOS, IDEAS, REFLEXIONES, ESTADOS DE CONCIENCIA, IDENTIDAD… Permite expresar el alma, nuestro mundo interior, mientras nos da libertad y armoniza nuestras emociones. También refina nuestro ego gracias al esfuerzo para entender el arte o para crearlo, pues se requieren de virtudes intelectuales como la concentración, la atención, la imaginación o la memoria, para conseguirlo. Y finalmente nos ayuda a desarrollar una fascinante y poderosa capacidad humana: LA INTUICIÓN.
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Para acabar podríamos mencionar brevemente lo que distintos estudios científicos nos dicen sobre los efectos curativos a nivel individual y grupal del Arte, y cómo este puede modificar la conducta y las conexiones sociales. De hecho lleva varias décadas instaurado en programas de centros privados, fundaciones y hospitales a través de la música, la escritura, la pintura y la expresión, con resultados extraordinarios y muy prometedores. Ternura, sutileza, pasión, delicadeza, grandeza, belleza, reflexión…, tantas cosas puede regalarnos el Arte, que merece la pena tenerlo en cuenta y darle la importancia que merece. Rodeémonos de ARTE en nuestra vida, hagamos arte hasta con los actos más sencillos…, nos entenderemos mejor a nosotros mismos y al mundo que nos rodea. m
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Cuentos de la Magnolia
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n todos los cantos de Oriente suena el amor del ruiseñor por la rosa; en las noches silenciosas y cuajadas de estrellas, el alado cantor dedica una serenata a la fragante reina de las flores.
No lejos de Esmirna, bajo los altos plátanos adonde el mercader guía sus cargados camellos, que levantan altivos el largo cuello y caminan pesadamente sobre una tierra sagrada, vi un rosal florido; palomas torcaces revoloteaban entre las ramas de los corpulentos árboles, y sus alas, al resbalar sobre ellas los oblicuos rayos del sol, despedían un brillo como de madreperla. Tenía el rosal una flor más bella que todas las demás, y a ella le cantaba el ruiseñor su cuita amorosa; pero la rosa permanecía callada; ni una gota de rocío se veía en sus pétalos, como una lágrima de compasión; inclinaba la rama sobre unas grandes piedras. Aquí reposa el más grande de los cantores -dijo la rosa-. Quiero perfumar su tumba, esparcir sobre ella mis hojas cuando la tempestad me deshoje. El cantor de la Iliada se tornó tierra, en esta tierra de la que yo he brotado. Yo, rosa de la tumba de Homero, soy demasiado sagrada para florecer sólo para un pobre ruiseñor. Y el ruiseñor siguió cantando hasta morir. Llegó el camellero, con sus cargados animales y sus negros esclavos; su hijito encontró el pájaro muerto, y lo enterró en la misma sepultura del gran Homero; la rosa temblaba al viento. Vino la noche, la flor cerró su cáliz y soñó: Era un día magnífico, de sol radiante; se acercaba un tropel de extranjeros, de francos, que iban en peregrinación a la tumba de Homero. Entre ellos iba un cantor del Norte, de la patria de las nieblas y las auroras boreales. Cogió la rosa, la comprimió entre las páginas de un libro y se la llevó consigo a otra parte del mundo a su lejana tierra. La rosa se marchitó de pena en su estrecha prisión del libro, hasta que el hombre, ya en su patria, lo abrió y exclamó: «¡Es una rosa de la tumba de Homero!». Tal fue el sueño de la flor, y al despertar tembló al contacto del viento, y una gota de rocío desprendida de sus hojas fue a caer sobre la tumba del cantor. Salió el sol, y la rosa brilló más que antes; el día era tórrido, propio de la calurosa Asia. Se oyeron pasos, se acercaron extranjeros francos, como aquellos que la flor viera en sueños, y entre ellos venía un poeta del Norte que cortó la rosa y, dándole un beso, se la llevó a la patria de las nieblas y de las auroras boreales. Como una momia reposa ahora el cadáver de la flor en su Ilíada, y, como en un sueño, lo oye abrir el libro y decir: «¡He aquí una rosa de la tumba de Homero!» EL MUNDO DE SOPHIA
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