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Contenidos Pág. 4 Educación La mágica esencia de los cuentos tradicionales Elena Machado

Pág. 8 Cosmogonía Similitudes entre la cosmogonía Iunu y la Kabbalah hebrea José Roberto Rubio Rocha

Pág. 11. Lo que algunos dijeron sobre La gratitud Pág. 12 Neurociencias El poder de la mente Francis J. Vilar

Pág. 18 Narrativa En busca de las musas Laura Etcheverry

Pág. 22 Psicología Los sueños Catalina Simonet

Pág. 26 Simbología El simbolismo de Harry Potter Aina Tebar

Pág. 30 Reflexión El tiempo

Mª Dolores Cantero

Pág. 33 Libros y películas Pág. 34 Bibliografía Yalal ad-Dim Muhammad Rumi Elvira Rey

Pag 38 Sabiduría de oriente Las leyes del Dharma y el Karma - 1ª parte Nacho Vilar

Pág. 42 Actualidad Fiesta celebración del aniversario del Dalai Lama en Palma Sergio G. García

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EL MUNDO DE SOPHIA

EL MUNDO DE SOPHIA 2017 Nº 54 DIRECTOR: Francis J.Vilar JEFE DE REDACCIÓN: Elvira Rey REDACCIÓN Y MAQUETACIÓN: Elvira Rey Isabel Salvá Nacho Vilar DISEÑO GRÁFICO: Elvira Rey Isabel Salvá HAN COLABORADO: Francis J.Vilar Herminia Gisbert Catalina Simonet Elena Machado Elvira Rey Dolores Cantero Aina Tebar Laura Etcheverry Roberto Rubio Rocha Nacho Vilar Sergio G. Garcia Lydia Bisbal Una publicación de: Fundación Sophia c/ Jaime Ferrer, 3 Palma de Mallorca (Baleares) www.fundacionsophia.com Tel: 971 72 15 55 mundosophia@mundosophia.com redacción@mundosophia.com www.mundosophia.com D. L. PM-2099-98 Los artículos firmados expresan única y exclusivamente la opinión de su autor, quien se hace responsable de la vercidad y autoría de los contenidos expuestos.


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n nuestra sociedad se suceden fenómenos colectivos que modelan y modifican la mentalidad de las personas, provocando cambios tanto en el campo de la alimentación sana, la ecología, la alta cocina, la moda, etc., como en los últimos tiempos, de la búsqueda de la propia realización personal y de la felicidad.

es escaso y solo alcanzamos a identificar que lo que más interfiere en nuestra felicidad es nuestro carácter, la forma de hablar, nuestras relaciones con los demás, nuestras creencias o no creencias, nuestros complejos… Es decir, conocemos las interferencias para ser felices pero no confiamos en nosotros mismos para llegar a modificarlas.

Estos hechos que comúnmente llamamos «modas» suelen ser consecuencia del trabajo de personas amantes de estos temas, convencidos de la necesidad de cambiar algo en la sociedad y que además dedican su esfuerzo en ello. La sociedad ve surgir estos «movimientos» y los van acomodando en sus vidas según el atractivo que despierten y sus propias preferencias.

En los últimos tiempos, las neurociencias han desvelado que todas estas formas de actuar están acomodadas en los procesos cerebrales, con sus respuestas bioquímica y hormonal, es decir, automáticas; y lo que es más interesante es que no son inocuas, ya que pueden afectar a nuestra salud y equilibrio; y que de la calidad de nuestros pensamientos dependerán nuestras emociones y su impacto sobre el organismo.

Hay una frase que dice «lo que buscas te está buscando a ti» y en este inspirador juego de palabras está escondido un proceso cuando menos inexplicable. Pero en lo que realmente conocemos, es que en todos los tiempos el hombre ha buscado la felicidad, conocer quién es, qué es la mente, porqué a veces nos embargan las emociones… es decir, conocerse a sí mismo. La mayoría de las veces nuestro nivel de autoconocimiento

Pero lo que la ciencia está redescubriendo ya se conocía en la antigüedad. Hipócrates, el padre de la medicina moderna, ya decía «Los hombres deben saber que el cerebro es el responsable exclusivo de las alegrías, los placeres, la risa y la diversión, y de la pena, la aflicción, el desaliento y las lamentaciones. (…)» Los neurocientíficos han averiguado que antes de reaccionar automáticamente,

Editorial Elvira Rey hay un momento en que el hombre puede, gracias a la atención, cambiar el sentido de las sensaciones y emociones con perdón y empatía. De esta forma podemos recanalizar ideas preconcebidas, practicar la autocrítica y la empatía a través de la introspección, bajando la intensidad de nuestro ego. Esta conclusión coincide plenamente con la técnica de la meditación o mindfulness, que con atención a nuestro mundo interior aprendemos a identificar nuestras sensaciones, emociones e ideas y a modificarlas si las detectamos como tóxicas para nosotros mismos o para los demás. Prestando más atención a lo que ocurre dentro de nosotros mismos y menos al exterior y llevando su practica a la vida diaria, se irá debilitando esa cadena automática que se ha ido reforzando en nuestro pasado. Y llegará el día en que podremos ver nuestros cambios y mejoras, lo que nos permita ser más felices. El cerebro es modelado por nosotros mismos poniendo en marcha nuestra atención, presencia y conciencia. m EL MUNDO DE SOPHIA

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os cuentos, al igual que los mitos, perviven generación tras generación. Resisten los embates del tiempo y de la civilización, toman diversas formas a fin de no abandonarnos. Entre sus palabras se oculta la historia psíquica de la humanidad o, al menos, es así como lo veía el psiquiatra Carl Gustav Jung.

El mundo de la fantasía es capaz de nutrir y hacer germinar una poderosa mente creativa.

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Si observamos los cuentos tradicionales de un modo racional, podremos estar todos de acuerdo, básicamente, en que están plagados de elementos fantásticos: niños que nacen de una flor, alfombras voladoras, genios que conceden deseos, besos que despiertan de la muerte… Hace no mucho tiempo esa fantasía se veía como algo puramente infantil, peligrosa en la edad adulta. Había que tener los pies en la tierra y ser serio, productivo. Ahora las cosas empiezan a verse de forma distinta y se percibe el mundo de la fantasía como capaz de nutrir y hacer germinar una poderosa mente creativa. No obstante, los cuentos no solo alimentan nuestra creatividad o nuestra competencia lingüística (que no es poco), han sido y pueden seguir siendo una fuente de educación emocional de un valor excepcional, pues expresan un amplio abanico de emociones como la ternura, la compasión, la tristeza, el alivio, el miedo,

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el asombro, el desamparo, la soledad, la ilusión, la melancolía, la admiración, la envidia, el deseo, el orgullo, el placer, la gratitud… Cuando hablo de cuentos me refiero a los llamados «cuentos de hadas», esos relatos populares, anónimos, tradicionales o folclóricos, que son una obra de arte abierta y variable que se transmite, a través de generaciones, por vía oral. Son una obra de arte abierta y variable porque lo importante es el corazón del cuento; mientras este permanezca puro y presente todo lo demás se puede adaptar al momento, al lugar, al estado de ánimo o a las necesidades de las personas a las que va destinado. A veces puede ser difícil distinguir un cuento de un mito o una leyenda. Una de las características intrínsecas del cuento popular es su inconcreción, tanto del tiempo como del espacio: «Érase una vez…», «En un país muy lejano…». Esta inconcreción los distingue de los mitos y de las leyendas, que suelen localizarse en un tiempo protohistórico o histórico y en lugares relacionados o conocidos por la gente de esa cultura. Otra diferencia es que el cuento es una historia totalmente imaginaria y sus personajes son puros arquetipos simbólicos.


El mito, aunque no es exactamente histórico, es considerado real y transmite una enseñanza mágico-religiosa, mientras que la leyenda transcurre en un marco histórico real. El valor de los cuentos de hadas está en que no son, en absoluto, un entretenimiento infantil. Cada cuento es el cofre de un tesoro, un tesoro de sabiduría con instrucciones para conquistar una psique sana y fuerte, o para curarla en caso de que haya sido dañada; nos pueden mostrar el camino que lleva al tan necesario equilibrio entre nuestro mundo interior y el mundo exterior en el que vivimos. Carl Gustav Jung se sumergió en el estudio de la mitología y religiones comparadas, rescatando muchos mitos y cuentos mutilados y casi olvidados. Elaboró su propia vía: la psicología analítica y arquetípica, disciplina que, entre otras cosas, preserva y estudia todos los temas y argumentos de los cuentos de hadas, las leyendas y los mitos para poder entender la vida de los seres humanos. La psicología analítica junguiana utiliza los cuentos, pero el cuento es mucho más antiguo que el arte y la ciencia de la psicología. Toda cultura ha poseído sus guardianes de la tradición, narradores de cuentos, chamanes…, que han utilizado los relatos como una medicina que fortalece a los individuos y a la comunidad. Algunas tradiciones establecen momentos concretos para la narración de los cuentos. En las tribus americanas llamadas Pueblo los cuentos acerca del coyote se reservan para el invierno. En el sur de México sólo cuentan relatos sobre «el gran viento del este» en primavera. Ciertos cuentos cocinados en

la tradición de la Europa oriental solo se narran en otoño después de la cosecha. Los cuentos del día de los muertos se empiezan a contar al principio del invierno y se siguen contando a lo largo de toda esa oscura estación. ¿Será que los ritmos, los ciclos, las estaciones, tienen su importancia? El cuento maravilloso es una creación inconsciente de la fantasía, comparable a un sueño, pero se trata más bien de un sueño colectivo. Por esta razón no se refiere exclusivamente a las dificultades psicológicas individuales. Cuando el psicólogo interpreta un sueño, se encuentra frente a una persona muy concreta cuyos problemas personales conoce y sabe que el sueño es una respuesta de su inconsciente a tales problemas. Pero en la medida en que los cuentos son en gran parte producto de la fantasía colectiva, pueden considerarse sueños de la humanidad, y responden a problemas de la humanidad.

El cuento es una maravillosa creación del inconsciente de la fantasía, comparable a un sueño, pero se trata más bien de un sueño colectivo.

No voy a entrar aquí en el mundo del simbolismo de los cuentos porque es un tema demasiado amplio para este artículo. Solo quiero apuntar que cuando profundizamos en el significado de un EL MUNDO DE SOPHIA

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y su lenguaje. Los cuentos son semillas y nosotros somos la tierra donde pueden germinar. Escuchar un cuento con el oído del alma nos permite vivirlo como si fuésemos el héroe o la heroína, sufrir los tropiezos y alcanzar la victoria final.

Cada cuento es el cofre de un tesoro de sabidurñia con instrucciones para conquistar una psique sana y fuerte.

En el significado de los cuentos, todos los elementos forman parte de un todo: un personaje es la psique, otro el miedo, otro el espíritu, otro la mente...

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cuento debemos ver todos y cada uno de sus elementos como parte de un todo, ver a los diferentes personajes como aspectos de la psique de una misma persona: un personaje puede representar el miedo, otro al espíritu, otro a la mente, etcétera. Antiguamente se creía que el interior del oído se divide en tres caminos hacia el cerebro. Uno destinado a las conversaciones mundanas; el segundo para adquirir erudición y el tercero como conexión directa con el alma, para que esta oiga consejos que puedan servirle de guía y adquiera sabiduría durante su permanencia en la tierra. Hay que escuchar, por tanto, con el oído del alma, pues esta es la misión del cuento. No se trata, pues, de visitar el mágico mundo de los cuentos con los duros y fríos pies de una mente racional como si fuésemos la reina de las nieves, ciegos ante toda luz que pueda resplandecer y dar calor, asesinos de todo lo inesperado, desarmando el relato como si realizásemos un análisis lógico de su estructura

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De este modo, los cuentos pueden ser una verdadera medicina del alma. Su uso no es exactamente igual que si los usamos de una forma meramente lúdica. Si queremos que las semillas de un cuento arraiguen en nosotros hay que buscar las versiones más antiguas y menos adulteradas que podamos encontrar, hay que saborearlos con lentitud


y volver a ellos una y otra vez. En la Bella Durmiente, por ejemplo, aparece una rueca. Preguntarse: ¿Qué es esa rueca? ¿Qué significa pincharse el dedo en el huso? ¿Qué representa dormir cien años? Dicen que «Dios está en los detalles» y los cuentos maravillosos solo desplegaran todo su poder si estamos atentos y somos cuidadosos con los detalles, no solo con cada detalle que aparece en este tipo de narraciones, sino que nos educan para estar también, y sobre todo, muy atentos a cada detalle de nuestra vida. m

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a cultura hebrea es actualmente conservadora del misticismo de culturas ancestrales de Oriente Medio al haber tenido contacto con Babilonia, Egipto, Grecia, Roma, etc. Algunos de estos principios fueron asimilados al antiguo monoteísmo israelita.

De igual modo que en la cultura helenística viajaron a Egipto para aprender la sabiduría de esta civilización, es muy posible que la estirpe de Jacob haya obrado de manera semejante. En el El Libro de los Hechos, se menciona que Moisés fue educado como aristócrata egipcio, lo que le dio la posibilidad de conocer los misterios sagrados.

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En el caso de la relación hebreo-egipcia, históricamente polémica, existe la versión bíblica donde el pueblo de Jacob en un principio fue bienvenido por los habitantes del país de Kemet1. No obstante, después de un tiempo fueron temidos, despreciados y reducidos a la esclavitud (Éxodo 1:10). También existe una posibilidad, según la historia, de que la invasión de los Hicsos (en egipcio heqa khaseshet «gobernantes extranjeros» hayan sido pobladores de Canaán y Siria, tal vez antiguos hebreos) (Waddell, 1940). Independientemente de cuál pueda ser la verdad, no queda duda de que se dio una profunda relación entre hebreos y egipcios, sea de sumisión, amistad o de dominio. El tiempo de coexistencia pudo haber dado muchos frutos en diversas áreas del quehacer humano, siendo el interés de este estudio lo mítico-religioso. Si en su momento los grandes maestros de la cultura helénica

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viajaron desde muy lejos para aprender la sabiduría de los templos egipcios, es posible que la estirpe de Jacob haya obrado de semejante modo. Parecería improbable una mezcla religiosa, pues se supondría que el monoteísmo israelita chocaría con los muchos dioses egipcios. Sin embargo, hay estudios que mencionan un posible henoteísmo2 en el judaísmo temprano, para después arribar al monoteísmo estricto hacia el siglo VII a.C. (Toynbee, 1981). Este hecho podría permitir la apertura de los adeptos hebreos a los misterios egipcios.


Es posible rastrear cierta influencia de los postulados cosmogónicos heliopolitanos para con el sistema kabbalista judaico. Incluso se menciona en El Libro de los Hechos que Moisés fue educado como aristócrata egipcio (Hechos. 7:22), lo que le dio la posibilidad de conocer los misterios sagrados. A partir de estos conocimientos es posible que Moisés construyera el sistema místico hebreo, siendo difundido de generación en generación. Kabbalah, en hebreo, significa «recibir» y tiene como propósito el entendimiento de la relación del creador con su creación (Richman, 2011). Es una escuela esotérica

que envuelven a estos cuerpos sutiles. Este estudio involucraría una profunda metafísica y ritualista.

Similitudes en las representaciones del arbol de la vida en ambas civilizaciones.

Otro de los puntos en común es el origen del mundo en ambas ideologías. Para los iniciados en Iunu (Heliópolis) el principio era la Luz, Atum-Ra. Para los kabbalistas el inicio es también la luz, incluso la palabra luz en hebreo, es pronunciada como «hor» (Berg, 2012), haciendo alusión a la palabra Horus3 que también representa la Luz y al hombre (Naydler, 2003). Otro elemento importante en los dos sistemas es que la divinidad primordial

El mismo nombre de Kabbalah, al ser analizado bajo la filología egipcia nos remonta a energías sutiles que constituyen el cuerpo humano tal como el Ka (la energía que vivifica el cuerpo), Ba (pudiendo interpretarse como el alma) y el Aj (el cuerpo de luz)

dentro del judaísmo con una tradición milenaria. Las cosmogonías de los templos de Kemet tenían la misma intención, conocer el origen del mundo y el papel humano en todo ello. El mismo nombre de Kabbalah, al ser analizado bajo la filología egipcia nos remonta a energías sutiles que constituyen el cuerpo humano tal como el Ka (la energía que vivifica el cuerpo), Ba (pudiendo interpretarse como el alma) y el Aj (el cuerpo de luz). Incluso se podría especular que para los egipcios, el nombre de una disciplina tal, incorporaría el conocimiento de los secretos

irrumpe en la existencia por sí misma, auto creada y manifiesta (Naidler, 2003). A partir de este demiurgo se va poco a poco decantando la Luz para formar los diferentes planos de manifestación o mundos, haciéndose cada vez más densos hasta llegar a la materia. Esto se vincula con las sefirot hebreas y con los distintos dioses emanados a partir de Atum. Las diez sefirot son la seriación de las distintas etapas del proceso creativo por medio del cual Dios generó desde el mismo núcleo de su ser infinito la progresión de EL MUNDO DE SOPHIA

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Referencias:

El arquetipo universal de la manifestación en Egipto se asocia al culto de Atum-Ra en Heliópolis. En la Kabbalah esta creación tiene lugar a partir de las sefirot en el derramamiento de la Luz desde los planos superiores.

reinos, los cuales culminan en nuestro universo material (Ginsburgh, 2016). Para los egipcios, se da un significado similar al surgimiento de los nueve dioses de Heliópolis, en cuanto a que son emanación del mismo Atum. Un elemento más en común es el árbol de la vida, arquetipo universal manifiesto en varias culturas del mundo. En el caso egipcio, este árbol de persea se asocia al culto a Atum-Ra en Heliópolis. Se pensaba que éste había existido desde el principio del tiempo y de sus ramas emergieron los nueve dioses principales. Estas mismas ramas son el soporte del cielo y las estrellas, sus raíces llegan hasta el inframundo y su tronco es el eje del universo. (Fletcher, 1999). En la Kabbalah el árbol se forma a partir del orden de aparición de las sefirot en el derramamiento de la Luz desde los planos superiores. Este árbol de la vida es la estructura y eje de todos los mundos para los místicos hebreos. Para los iniciados egipcios el árbol de la vida es un mapa del destino que contiene el plan que los dioses han trazado para el hombre. En tanto que para el kabbalista muestra el camino de ascenso desde el mundo humano hasta llegar a Dios en el mundo superior. La lista de similitudes es muy amplia y lo más interesante de este estudio sería la reconstrucción del ocultismo de Iunu a partir de los vestigios arqueo-místicos que se ha preservado en la Kabbalah hebrea.m

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- Arnold Toynbee (1981): Los griegos: herencias y raíces. México: Fondo de cultura económica. - Audrey Fletcher (1999) Ancient Egyptians and the constellations: a collection of web pages. Adelaide, Aust. Recuperado de: http:// ancientegypt.hypermart.net/index.htm - Manetón. (1993). Historia de Egipto. Tomo II (Traducción de César Vidal Manzanares) Madrid. Alianza. - J. Naydler (2003) El templo del cosmos. Siruela. Madrid. - Rav Berg. (2012). Astrología kabbalistica, kabbalah publishing. Rabino Itzjak Ginsburgh (2016) Las Diez Sefirot, Las Emanaciones Divinas. Instituto Gal Einai. Israel. Recuperado de: http://www. dimensiones.org/canales/basicos/2%20intro%20 avanz/lasdiez.htm - W. G. Waddell (1940) Manetho, LondonCambringe, Mass. - Z’Ev Ben Shimon Halevi (2009) Adán y el árbol de la Kabbalah. Pax México. Notas 1. Manera en que los antiguos egipcios llamaban a su país «la tierra negra» para diferenciarla del desierto «la tierra roja». La tierra negra cultivable, era fruto del depósito del fértil limo del Nilo después de la inundación.

2. Se reconoce la existencia de varios dioses, pero solo uno de ellos es digno de adoración. 3. Horus es la manifestación de Atum en un plano menos sutil ya que también representa la Luz. Horus sería el décimo dios, un ciclo completo desde el Uno que es Atum.


Lo que algunos dijeron sobre...

La gratitud La gratitud no es sólo la mayor de las

La raíz de todo bien

virtudes. Está emparentada con todas las demás.

reposa en la tierra de la gratitud.

Marco Tulio Cicerón

Dalai Lama

Agradece la llama su luz,

El amor es

pero no olvides el pie del candil que paciente la sostiene. Rabindranath Tagore

lo más grande que Dios nos Mientras el rio corra, los montes pudo dar, si no lo tienes, búscalo; si lo tienes cuídalo hagan sombra y en el cielo haya estrellas, debe durar la y da gracias, eres una memoria del beneficio recibido en persona afortunada. Anónimo

C uando bebas agua recuerda siempre a la fuente.

Proverbio chino

la mente del hombre agradecido. Virgilio

La

gratitud es el signo de las almas nobles. Esopo EL MUNDO DE SOPHIA

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ué es el hombre? ¿Para qué nos sirve la mente? ¿Cuál es el propósito fundamental de la vida humana? Cuantos hombres y mujeres se habrán hecho estas mismas preguntas a lo largo de la historia. Sin embargo, lo cierto es que aunque se han escrito toneladas de libros al respecto, estas cuestiones siguen siendo aún hoy de rabiosa actualidad y no han perdido ni un ápice de su interés, dado que la respuesta que podamos darle a estas mismas preguntas, condiciona en gran medida nuestra forma de entender la vida y nuestra forma de vivirla.

Hasta hace 40 años se pensó que nada se podía hacer para cambiar aquello que no nos gusta. Esta teoría quedó obsoleta con los modernos neurocientíficos y el hombre puede reinventarse cada día y cada instante.

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El hombre y la mente son dos conceptos que tienen mucho que ver, de hecho por regla general se suele definir al hombre como un «ser pensante», de tal forma que la mente y el pensamiento se convierten no solo en una cualidad que es inherente a nuestra propia naturaleza, sino en «la cualidad por excelencia del ser humano». Una cualidad que nos define y nos determina, ya que la palabra humano, en inglés «human»,

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tiene su lejana raíz en el vocablo sánscrito «manas» que significa «mente». Tanto es así, que en la India el primer ser humano se llamó Manu. En la tradición anatolia de la cultura de Lidia, en Asia Menor, se llamaba Manes. En el antiguo Egipto, el primer rey que civilizó el país del Nilo, se llamó Menes (Narmer). En la tradición cretense o minoica, Minos y según la tradición andina, Manco Cápac, tembién llamado Manco Inca, fue el primer rey que fundó la cultura inca en la zona de Cuzco.


¿Pura casualidad? ¿Misteriosa sincronicidad histórica? ¿Simple coincidencia? En cualquier caso, es significativo constatar hasta que punto, desde el mismo origen de la civilización, la concepción del hombre como «ser pensante» o lo que es igual, como «Ser humano», dotado de mente (manas), están estrechamente vinculadas. Con lo cual todo ello nos lleva de nuevo a preguntarnos ¿Qué es el hombre? ¿Cómo funciona nuestra mente? ¿Dónde están los límites de nuestro pensamiento? ¿Qué vínculo existe entre la mente y la materia? ¿Hasta qué punto podemos influir con nuestro pensamiento en nosotros mismos y el mundo que nos rodea? ¿Somos realmente libres para elegir lo que queremos pensar, sentir y hacer o estamos condicionados por toda una serie de factores determinantes? ¿Podemos cambiar voluntariamente nuestra propia forma de ser? Aquí llegamos a una de las cuestiones que más directamente nos afecta a todos, pues conforme vamos viviendo experiencias y nos enfrentamos a las múltiples situaciones y dificultades que la vida nos va poniendo a cada paso del camino, intentamos hacerlo cada vez un poco mejor, aprendiendo por el sistema de prueba-error, en compañía de otros seres humanos que, como nosotros, están inmersos en su propio proceso de

aprendizaje. Sin embargo, muchas veces ante la manifestación reiterada y cansina de ciertos errores, limitaciones y debilidades (tanto nuestros como de los demás) que hemos intentado cambiar más de una vez, sentimos que hay algo que se nos escapa, y que no acabamos de entender por qué somos como somos. Qué es lo que hace que reaccionemos de tal o cual forma ante las distintas personas y circunstancias de la vida y, sobre todo, por qué nos resulta tan difícil poder cambiar ciertos aspectos de nosotros mismos que nos gustaría cambiar. Una labor que parece ser tan titánica como infructuosa, pues muchas veces tenemos ganas de cambiar algún aspecto de nuestra conducta que no nos gusta, pero nos cuesta tanto que al final nos acabamos preguntado: ¿realmente es posible cambiar? Por eso muchos días nos resignamos a ser como somos y aferrándonos como

El Dalai Lama ha devuelto a Occidente su capacidad de trascedencia gracias a la meditación.

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labios de la ciencia moderna, pues según la Interpretación de Copenhague enunciada por dos de los padres de la Física Cuántica, Niels Bohr y Werner Heisemberg: «No existe una línea divisoria que nos separe claramente de la realidad externa que observamos, ya que la realidad es una construcción mental que depende de qué y de cómo se observe».

En nuestra vida consciente tenemos la libertad de orientar nuestra vida hacia la felicidad eligiendo qué voy a pensar, a sentir, a decir, a hacer...

Si la mente humana es capaz de percibir como funciona la realidad, significa que posee la misma naturaleza que la mente cósmica.

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«salvavidas» de nuestra maltrecha autoestima, al socorrido lema de: «¡Es lo que hay!», optamos por no ahondar más en este tipo de reflexiones y seguir adelante. Sin embargo yo creo que si hay un tema fundamental que debería interesarnos a todos por igual como seres humanos que somos, es conocer un poco más como funciona nuestra propia mente, pues como suelo decir en mis clases «Pensar no es gratis, acarrea consecuencias». Dicho de otro modo: «El acto de pensar es totalmente vinculante», ya que precisamente, nuestra forma de pensar define no solo lo que somos, sino también lo que hemos sido y lo que seremos, pues como dijo Siddhartha Gautama el Buda: «Con nuestros pensamientos hacemos el mundo… Lo que somos hoy, no es más que la suma de todo lo que hemos pensado, dicho y hecho en el pasado». Pero más interesante todavía, si cabe, es que 2.500 años después, escuchemos ese mismo principio de

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Si esto es verdad, significa que mis pensamientos son en gran medida responsables de las cosas que me ocurren en la vida diaria, y también de mi forma de vivirlos. Pero esto suscita a su vez una nueva pregunta, pues ¿Somos nosotros los que

pensamos, sentimos y decidimos libremente o en realidad actuamos condicionados por la herencia genética, la educación recibida, las circunstancias familiares, sociales, culturales etc.? La psicología y la neurología quisieron arrojar luz sobre esta incógnita. De hecho, hasta el último tercio del s. XX, imperó un cierto determinismo fatalista en las neurociencias, que afirmaba que el carácter y la forma de ser de cada persona, quedaba configurada en función de la constitución neurológica con la que había nacido; su estructura cerebral; su código genético de ADN; y la manera en que se habían ido modelando sus neuronas ante los distintos estímulos de su existencia. Con lo cual, según esta corriente es prácticamente imposible lograr un cambio sustancial en la forma de ser de la persona. Sin embargo afortunadamente este determinismo fatalista ha quedado ya obsoleto.


Lo mismo sucedía en Física. Hasta hace no muchas décadas se pensaba que las leyes universales, las fuerzas de la naturaleza y los procesos de lo viviente existían al margen de lo que el hombre pudiera pensar o no pensar. Por lo tanto, el principio de objetividad científica decía que el observador no debe afectar al resultado de lo observado. Pero hoy en día, los modernos neurocientíficos, los expertos en psicología de la conducta y los psicólogos de vanguardia, han podido constatar científicamente que la mente sí que influye en la materia y por lo tanto, el pensamiento puede modificar la forma de ser. Que es lo mismo que decir que el hombre sí que puede cambiar su propia conducta y puede reinventarse a sí mismo cada día, incluso a cada instante. Esto no significa que sea fácil y que con la intención baste, pero se puede. La mente humana tiene la capacidad de autoprogramarse y de autorepro-gramarse. Volviendo a las preguntas iniciales: ¿Qué es el hombre? ¿Para qué nos sirve

la mente? ¿Cuál es el propósito fundamental de la vida humana? Pienso que el hombre es un ser consciente que tiene el extraordinario don del libre albedrío, la capacidad de elegir libremente cómo quiere ser, cómo quiere pensar y cómo quiere vivir su propia vida y su propio destino. Creo que la mente es esa extraordinaria herramienta que nos ha concedido la vida, cuya función es ayudarnos a entender cómo funciona el mundo, a comprender a los demás y a conocernos y comprendernos a nosotros mismos. Y finalmente, considero que el propósito fundamental de la vida humana es la búsqueda de la felicidad. Otra cosa es como la buscamos, qué camino elegimos para conseguirla y hasta qué punto la encontramos. Porque podemos confundir la felicidad con el placer, que aunque tienen algo que ver no es lo mismo. El placer suele dejar un gran vacío interior cuando desaparece,

En la conciencia están todas las claves para desvelar los enigmas del universo. Arriba izquierda: Fritjof Capra «lo que los hombres antiguos descubrieron por la experiencia mística, se está redescubriendo en la ciencia moderna»

Geoffrey Chew: «El Todo está en la parte, en cada parte se manifiestan las propiedades del Todo»

Cosmos signifca “gran orden” e implica armonía en el universo. Donde hay orden hay una mente ordenadora.

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Werner Heisemberg: “No existe una línea divisoria que separe claramente nuestra realidad interior de la realidad exterior que observamos”

Arriba derecha. Sir James Jeans “La mente del universo empieza a parecerse cada vez más a un gran pensamiento que a un mecanismo como hast ahora se creía”

la verdadera felicidad no. La verdadera felicidad es sana, armónica y equilibrada y no nos deja una espesa resaca en el alma, como ocurre con el deseo adictivo la pasión compulsiva y la autosatisfacción hedonista. La verdadera felicidad es un sentimiento profundo, sutil, luminoso y perdurable, pues nos deja un perfume en el alma, que nos acompaña allá adónde vamos, impregnando a todo y a todos los que nos rodean. Podemos decir entonces, que la mente, el libre albedrío y nuestro propio discernimiento, se alían para darnos la mayor capacidad que puede tener un ser vivo: la libertad de poder tomar decisiones a cada instante. Un gran don, que como es natural, conlleva una gran responsabilidad, pues ya que tengo libertad para elegir qué quiero pensar ahora, qué quiero sentir, qué voy a decir, qué voy a hacer, cómo lo voy a hacer, qué quiero conseguir con ello... etc., tengo una responsabilidad moral sobre mi elección pues, el hecho de ser libre para poder escoger entre varias opciones es lo que nos hace naturalmente responsables de nuestra elección. Así que cada uno de

Stanislav Grov: “En cada uno de nosotros está contenida la información sobre el conjunto del universo”

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nosotros, por el mero hecho de «ser humanos» y tener «libre albedrío», somos los escultores de nuestra propia forma de ser, de nuestra propia vida y de nuestro propio destino, y la pregunta es: ¿Qué vamos a hacer con tan noble poder?... m CONTINUARÁ


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a inspiración -o el pánico a su ausencia- es muchas veces el fantasma más oscuro para aquellos que amamos escribir. Secretamente o no tanto, detrás de cada narrador, de cada trama y de cada personaje, hay mucho de uno mismo. El narrador «protagonista» o «testigo», incluso aquél no omnisciente de la tercera persona distante, no es más que una tenue máscara de nuestros propios recuerdos, vivencias, experiencias. Se mutan nombres, circunstancias, hechos, pero se recrea siempre algo de lo mucho que sucedió en nuestras almas o en las de seres que conocimos. La historia en sí es sólo el pretexto. Cuando la inspiración se muestra esquiva, un buen recurso es detenernos a «mirar». Así surgió este texto en forma de carta, en un taller literario al que asistí. La consigna consistía en elegir libremente una clase de narrador y escribir un texto a partir de la observación minuciosa de la siguiente fotografía:

Querida hermana mía: El fin de semana pasado, a esa hora en la que busco desesperadamente apurar lo que resta de domingo, fui al desván a buscar témperas. Quería garabatear un paisaje naif que rellenara alguna franja de mis agujeros negros. Sabes que el domingo es la elegía de mis semanas, el tango más negro en mi repertorio de días, el que «acecha corriéndole un telón al corazón». Buscaba unos pinceles cuando desde la fisura de dos


cajas apiladas se cayó esta foto y me miró desde el suelo esperando una respuesta. Sabes que no es una foto más de nuestra infancia. Siempre la sentimos como la «foto», el documento clarificador de nuestro destino, la síntesis ilustrativa y embrionaria de nuestra leyenda. Quizás por eso la había dejado ahí, asfixiada como al descuido entre cosas viejas, sin archivarla como hubiese correspondido. Quizás inconscientemente esperaba no cruzarme con ella nunca más, o inconscientemente también, esperaba que reapareciera en el momento menos pensado. En esta foto están nuestros porqués, reconozco las puntas de las madejas que ovillaron nuestra historia familiar, trágica, bellísima y desoladora. Aunque más de una vez la hemos mirado juntas, se me ocurrió escanearla e imprimirte esta copia que te mando. La herencia debe repartirse equitativamente y si las fotos no pueden partirse en dos, hay que duplicarlas como Jesús duplicó los panes. ¡Cómo se nota en esa toma la diferencia entre nosotras, hermana! Tu mirada no había cumplido un año y ya reflejaba tu temperamento, tu huida de todo lo que no se ajustara a tu destino de águila. En cambio yo, con las coletas firmemente contenidas, con los ojos opacos y resignados, ya era en esa foto la que soy. Nunca supe luchar ni escaparme. Me dejé atrapar por nuestro entorno, licué mi propia existencia en el líquido viscoso de sus dramas, sin distinguirme a veces, como el trazo difuso de una línea apenas funcional al dibujo.

Los abuelos habían llegado de la miseria y de la guerra desde el otro lado del mar. Ese enunciado siempre nos fue dicho como para disculparles veladamente la dureza, el autoritarismo, la cerrazón intelectual y emocional en la que se sumergieron y con la que pretendieron contaminar a su descendencia. Sigues imitando con magistral exactitud al abuelo y su gesto recriminador cuando dejábamos en el plato de sopa el más traslúcido resto. Nos trataba de usted, cosa que a ti te causaba gracia y a mí un lacerante dolor, y remarcaba siempre los errores y los defectos pero jamás elogiaba un acierto o una virtud. En su severo ideario, éstas últimas eran sinónimos de obligaciones, no de hechos que merecieran un reconocimiento. De esa manera crecimos en la vieja quinta donde el molino le daba agua al huerto. Crecimos con la impronta de que es bueno reducir el tamaño de las alas si no nos aseguraban el arribo a un puerto seguro, que no hay que divagar con sueños raros, que hay que vivir para asegurarse la satisfacción de las necesidades básicas, conformar una familia y tener hijos y nietos y poblar la mesa de los domingos con el abuelo en la cabecera, sin que nadie comience a comer antes que él. Lo recuerdo reclamando el pan a la abuela, a mamá o a nosotras con ese gesto adusto y con los labios estirados hacia abajo por una amarga ley de gravedad, lo recuerdo con su gorra vascuence salvo cuando llegaban visitas. Y recuerdo a la abuela, sumisa y estoica, con las cejas unidas detrás de las esferas que con precisión de compás constituían sus anteojos, los anteojos que más de una

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vez trataste de quitarle cuando te alzaba en brazos. Cuando éramos adolescentes y mamá nos contó que un ex pretendiente de su Galicia natal se apareció una vez en el pueblo y que esa tarde su mirada se entibió y se iluminó como un tizón, comenzamos a mirarla con una ternura extra. Ese día nos

mandaron a jugar cerca de la tranquera ante la inesperada presencia del forastero, para quien el abuelo ordenó una caña de durazno y cortó el primer jamón de ese noviembre inquietante, haciendo alarde machista de su rol de marido legítimo y padre de familia, tras el velo de su helada cordialidad. El hombre nunca más volvió, la abuela regresó a sus días sin brillo y el abuelo a quedarse pensativo mientras fumaba su pipa en el corredor.

y de sí mismo, distinta a la que sus padres le trazaron con la escuadra recta de una crianza lineal y monocorde. Fíjate que hasta ese cárdigan que luce en la foto, que mamá le había tejido y le sobresale debajo de la chaqueta, parece una proyección de su calidez interior, como lo es su mirada oscura y profunda. También en el tío Andrés predominaba esa humanidad, esa bonanza de las almas

Mamá había caído en la familia como proveniente de otro planeta. Venía de un hogar alegre, con muchas hermanas, con unos padres afectuosos y optimistas, con una sensibilidad cultivada y potenciada

desde su cuna. Su rostro llano y su sonrisa diáfana eran el preámbulo de un alma pura y vital, y así la conoció papá en las aulas de la Universidad. Papá, ese Doctor Zhivago criollo que se volcó a «las simétricas porfías del arte / que entreteje naderías». Guapo, dulce, destilando humanidad hasta por los poros, era el misterio viviente de algún legado genético cruzado, de alguna generación anterior que le dejó en sus cromosomas otra perspectiva del universo 20

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grandes. Nuestro tío Andrés… Nos cortaba a escondidas los primeros frutos de las higueras y nos devorábamos ese jugo dulzón, camufladas por las plantas de tomate apuntaladas en hilera. El tío que se recibió de médico para satisfacción del abuelo y a la par le provocó el peor de los disgustos, el más inesperado. Ese hijo mayor, de calvicie incipiente y ojos claros que se adivinan en la foto, exitoso en su profesión, vigoroso y fuerte en sus convicciones, le reveló un día en plena sobremesa


que se iría de la casa para convivir con un compañero de estudios, para formar con él un concepto de familia que no cabía en el planisferio mental del abuelo, en su tajante moral de inmigrante duro. Te acuerdas que de ahí en adelante el tío nunca más entró a la casa, nunca más se le permitió visitar a la abuela que se fue encorvando lentamente como se encorvó su alma triste. Cuántas veces la vimos levantar la cabeza para mirar el camino, por si la polvareda que secundaba a los vehículos tenía que ver con él, con alguna carta de él, con algún indicio suyo. Me acuerdo siempre de tu crisis nerviosa cuando el tío irrumpió en la casa y tomó al abuelo de las solapas tras el suicidio de la abuela. Esa noche dormí en la alfombra a los pies de tu cama para no soltarte la mano en ningún momento. Al amanecer mamá quiso abandonar la casa, irnos los cuatro a un hogar con oxígeno, pero papá se negó ante la soledad a b s o l u t a que parecía ahogar al abuelo. Y allí nos quedamos, hasta que nos transformamos en adultas. Cuando te fuiste al extranjero ya mamá había muerto y papá edificaba el consuelo de refugiarse a escribir en el desván, mientras la vida del abuelo se apagaba como se apagaban sus gestos de dureza, uno a uno, como las luces que se clausuran en una casona antes del sueño.

fuimos, pese a que de niñas yo simulaba cuidarte, como si contara con alguna fortaleza de la que carecías. Era mentira, hermana, siempre fue mentira. Todas las tardes, cuando desde el ventanal del

estudio donde doy mis clases de piano miro el molino, me descubro esperando ansiosamente los primeros frutos de la higuera, escoltando una vida que se me fue y el recuerdo de otras vidas que se fueron antes que la mía. Algún día ven con tus hijas a visitarme y haz que conozcan este paisaje. De alguna forma nos ha perfilado el alma y también tiene que ver con ellas, aunque hayas tenido las alas anchas como para sobrevolarlo y no permitir que él te sobrevuele. Te prometo mostrarles sólo lo bueno y esconder los fantasmas. Te quiero, hermana. Somos los afluentes de ese río sanguíneo que nos trajo al mundo y estamos hechas de sus mismos sedimentos. Quizás quieras darle color a la foto, retocarla con tu pincel creativo y salvador. Yo la dejé en blanco y negro...m Antonia

Me quedé con ellos porque no supe buscarme, porque me dieron pena, piedad, o quizás también, porque me dieron la única compañía que yo sentí merecer. Ya ves qué distintas somos y EL MUNDO DE SOPHIA

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e entre todas las facetas del ser humano que compartimos, hay una que resulta fascinante por su aspecto simbólico y vivencial. ¿Por qué nos atrae tanto el mundo de los sueños? Tal vez se trate de esa aproximación a la parte más íntima del alma humana. Lo cierto es que a lo largo de la historia todas las sociedades le han otorgado una gran importancia y no es para menos, ya que todos, sin excepción, ocupamos gran parte de nuestra vida inmersos en el mundo onírico.

Los chamanes podían inducir el sueño y averiguar el mal que aquejaba al paciente o le ayudaba a enfrentar miedos y traumas.

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Se ha hallado un papiro egipcio de la época de Ramsés II con una lista de 108 sueños con sus interpretaciones simbólicas. Los chamanes en América, entre ellos los mayas, eran expertos en la interpretación y también en la inducción de sueños en

los que se averiguaba el mal que aquejaba a un enfermo o se ayudaba a enfrentar miedos y traumas. En Grecia había santuarios dedicados a la curación a través del sueño en donde Esculapio les inspiraba en sus viajes nocturnos. Por último, el taoísmo considera que todas las personas tienen tres almas: el alma que camina, el alma que sueña y el alma que se encuentra en el cielo. Según sus enseñanzas el alma que sueña procura


iluminar el alma que camina sirviéndole de guía. En Occidente, el hombre que popularizó la idea de que el sueño tiene un significado que se puede conocer fue Sigmund Freud (1856-1939). En La interpretación de los sueños, el neurólogo austríaco presenta su teoría del inconsciente y a los sueños como su producción más relevante. Así mismo, las vivencias oníricas eran fundamentalmente expresiones de deseo, y en esencia, de deseos sexuales.

Muy distinta fue la visión de Carl Gustav Jung (1875-1961), el psiquiatra suizo que fue discípulo de Freud y luego se distanció de su maestro precisamente por su concepción del inconsciente. Allí donde Freud veía la sede de la irracionalidad, Jung encontraba el asiento del «sí mismo», el anclaje de su mayor sabiduría. Versado en las tradiciones sagradas de Oriente, la alquimia y la simbología, Jung construyó una psicología arraigada en lo espiritual, en la que los símbolos eran un portal de entrada. Además de sumar al lenguaje coloquial conceptos como el inconsciente

colectivo y los arquetipos, Jung sembró una idea transformadora: el inconsciente como aliado incondicional del ser humano que contiene verdades que el ser consciente apenas atisba. «Dentro de nosotros reside un otro que desconocemos y nos habla en sueños», declaró. Cada noche el Inconsciente trabaja sin descanso, reordenando el material psicológico, procurando reparar heridas emocionales, creando soluciones a nuestros problemas vitales (soluciones que luego «se nos ocurrirán» en vigilia, a través de una idea creativa o de una conducta inusual que tengamos sin aparente lógica). Podríamos compararlo también a cómo opera nuestro sistema digestivo: nos «comemos» la vida y, sobre todo en la noche, la «digerimos»; esto es, elaboramos, asimilamos aprendizajes, y excretamos a través del olvido... Sin embargo, hay ciertos bocados que la vida nos hace ingerir que, al igual que un alimento muy pesado, tardamos mucho en disolver y asimilar; así son los traumas, los cuales el inconsciente va abordando a lo largo de meses o años. Los sueños repetitivos suelen ser indicio de que un determinado «alimento» está requiriendo un reiterado trabajo por parte del inconsciente, procurando

Cada noche el inconsciente trabaja sin descanso reordenando el material psicológico, reparando heridas emocionales, dando soluciones a problemas vitales...

A la izquierda: Yung definió al inconsciente como aliado incondicional del ser humano que contiene verdades que el ser consciente apenas atisba.

Dentro de nosotros reside un otro que desconocemos y nos habla en sueños.

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«digerirlo» etapas.

por

La psique: consciente e inconsciente:

Durante el día la conciencia no siempre está presente. Por la noche, mientras dormimos, esta descansa y el inconsciente reina en nuestros sueños.

La causa de por qué no solemos recordar los sueños está en que hemos recibido una educación que otorga más importancia a nuestro cerebro izquierdo, lógico y mecanicista.

La conciencia es la capacidad de percibir nuestra propia realidad, el mundo exterior e interior y nuestra relación con ellos. Durante el día la conciencia no siempre está presente, es discontinua; por la noche, mientras dormimos, la conciencia también reposa y el inconsciente reina en nuestros sueños. En resumen, el inconsciente está presente en todo momento de nuestras vidas registrando cada detalle, mientras que la conciencia es fluctuante e inestable. Partimos de la base (muy apreciada hoy en la psicología, que integra Oriente y Occidente, así como en las neurociencias) de que el inconsciente tiene una inteligencia propia, o como diría Carl G. Jung, una notable autonomía. Desde esa cualidad, podríamos decir que nos da su punto de vista sobre cómo tenemos organizada nuestra vida y procura orientarnos mediante sueños. Así, si la persona presta atención a sus sueños (para lo cual puede entrenarse si tiene vocación de conocimiento), descubre vetas de su realidad que su conciencia no había tenido en cuenta... mas su inconsciente sí. ¿Por qué hay gente que no recuerda los sueños?

Un sueño no comprendido es como una carta que no hemos abierto.

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El problema en nuestra sociedad es que por causas históricas hay una predominancia de la razón que ha excluido las otras formas de percepción con el consiguiente desequilibrio psíquico que ello acarrea. Todo eso va a parar al inconsciente y sigue trabajando desde allí con la desorientación lógica al generar tensiones entre lo que pensamos que debemos hacer pero lo que en realidad queremos hacer. En general hemos recibido una educación que otorga un énfasis excesivo al pensamiento del cerebro izquierdo, lógico y mecanicista, haciendo que sea difícil acceder al modo visionario y holístico del cerebro derecho que se entiende mejor con el idioma del inconsciente. El lenguaje del símbolo: «Un sueño no comprendido es como una carta que no hemos abierto» dice el Talmud.

Es importante, en un sueño, detectar aquellas figuras que se destacan como algo vital, y procurar «quedarse con ella como foco», tratando de preguntarle al propio inconsciente qué es lo que esa figura significa. El inconsciente no es solamente el «espacio interno» en el cual un sueño se origina, sino que tiene una inteligencia que le es propia, Contar con su ayuda es fundamental para poder comprender qué nos quiso decir con ese sueño, de manera que aprender a decodificar los propios símbolos oníricos es aprender un nuevo idioma. A medida que vamos volviéndonos diestros en comprender la


lógica del inconsciente, podríamos decir que éste «se entusiasma» y nos envía más y más información. Mensajes: - Rasgos personales que necesitamos reconocer que aún no hemos advertido en nosotros mismos, y que el inconsciente se está esforzando en hacernos ver: nuestra violencia reprimida, envidia, temores que no asumimos… - Aspectos puntuales de la circunstancia que estamos viviendo en el presente y que no percibimos conscientemente, pero sí subliminalmente, de modo que esa información es presentada a nuestra conciencia a través de un sueño. - Patrones de conducta que hemos ejercido en nuestro pasado, pero que no nos damos cuenta que estamos repitiendo. Nuestro inconsciente puede estar utilizando ciertos símbolos para advertirnos que estamos actuando igual que como lo hacíamos y que eso no juega a nuestro favor. - Recursos psicológicos con los que contamos, pero que, como estamos muy absorbidos por la situación que vivimos, no nos damos cuenta de que podríamos aprovecharlos (talentos innatos, rasgos muy positivos que hemos reprimido, habilidades aprendidas que aún no nos hemos atrevido a utilizar). - Heridas psicológicas que se han activado con una situación presente y

que nuestro inconsciente está elaborando a partir de ella, «digiriendo» material anímico que aún no ha sido integrado sanamente... - Soluciones a problemas que estamos tratando de resolver, en las que el inconsciente ha integrado recursos de diversa índole. A menudo, así es como se han descubierto fórmulas químicas, inventos, guiones de cine…

Los sueños con motivos mitológicos pertenecen al incosciente colectivo, aunque no son los más frecuentes. Ejemplo es la figura del héroe que nos impele a enfrentar algo difícil.

Hay un tipo de sueños que tiene motivos mitológicos con una simbología fija que pertenece al inconsciente colectivo, aunque no son los más frecuentes. Si el sueño surge de capas muy profundas, se puede presentar con símbolos universales. Por ejemplo, puede aparecer la figura del héroe que nos impele a enfrentar algo difícil. Quien quiera interpretar un sueño debe en primer lugar querer conocerse en estado de vigilia, en el mundo consciente, ya que la experiencia viva es fundamental. Del devenir diario aprendemos experimentando, extrayendo enseñanzas de lo que nos ocurre, reflexionando como una premisa indispensable y a la vez apasionante que da sentido a la existencia. Conocer nuestros sueños sólo tiene sentido si queremos conocernos despiertos también. Que el alma que sueña, no solo la nocturna, sino el alma que es capaz de elevarse hasta el mundo de los ideales, ilumine e inspire al alma que camina para ser más sabia. m

Los sueños nos envían mensajes sobre nuestros rasgos personales que no hemos advertido; de las circunstancias que estamos viviendo; de patrones de conducta que siempre hemos repetido; de recursos psicológicos con los que contamos y aprovechamos.

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l «Fenómeno Harry Potter» que se ha producido en todo el mundo desde que se publicó la primera entrega de los libros no tiene precedentes. A los millones de ejemplares vendidos se suman películas, videojuegos… ¿Qué tiene esta saga que ha conquistado a medio mundo? En primer lugar se puede considerar esta saga como un cuento de hadas actualizado. Es la historia de un joven huérfano que vive con sus malvados tíos y que un buen día descubre su verdadero lugar en el mundo (como en El patito feo, La cenicienta, etc.). Por otro lado, es un mito moderno; tanto la saga como cada uno de los libros siguen la estructura de un único mito con diferentes formas. Es lo que Joseph Campbell acuñó como «monomito» (El héroe de las mil caras). En tercer lugar los símbolos que encontramos dentro de esta saga se encuentran dentro de lo que K. G. Jung llamó el «inconsciente colectivo» y por tanto, se trata de figuras cuyo significado se encuentra en la capa más profunda de la mente de todos los seres humanos de cualquier época y lugar.

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Por todo ello y unido a la estética mágica y fantástica magistralmente diseñada por la autora, cada página de esas novelas se ha quedado grabada en el corazón de miles de lectores de todo el mundo. Son muchos los aspectos que podríamos desarrollar del simbolismo de esta obra literaria, no obstante en este artículo me voy a centrar exclusivamente en Hogwarts, así como en sus asignaturas y profesores. Hogwarts es la escuela de magia y hechicería a la que Harry Potter y la gran mayoría de los «magos» y «brujas» de Inglaterra han asistido para formarse y aprender a utilizar la magia de forma responsable. Es también un ejemplo de la verdadera educación, aquella que proviene del término educir o sacar las potencialidades que laten dentro de cada uno y que solo necesitan ser «desempolvadas» (vividas y experimentadas) pues ya se hallan en cada individuo. Simbólicamente es el lugar en el que ocurre la transformación alquímica del héroe, es el Kurushetra del Mahabaratta, el Camelot de la leyenda Artúrica, el Dojo en las artes marciales, el laberinto en el mito de Teseo y el minotauro.


Hogwarts es una escuela pensada para que los magos exploren sus potencialidades en un terreno controlado, de modo que puedan enfrentarse a sí mismos, descubrir sus propias sombras, enfrentarse a sus miedos y a sus debilidades. Por citar algunos ejemplos: Ron se enfrenta en cada curso escolar a sus inseguridades y desarrolla su capacidad de ser un buen amigo y compañero fiel en las buenas y en las malas, Hermione aprende la habilidad de poner sus capacidades al servicio del bien y de los demás, Neville se enfrenta a su miedo y a su torpeza y desarrolla el valor, Malfoy se enfrenta a su vanidad y aprende a ser humilde y no despreciar a los demás, Ginny supera sus miedos y se convierte en una mujer valiente y audaz.

En el primer libro, Harry Potter y la piedra filosofal, encontramos la siguiente descripción del castillo: «En Hogwarts había 142 escaleras, algunas amplias y despejadas, otras estrechas y destartaladas. Algunas llevaban a un lugar diferente los viernes, otras tenían un escalón que desaparecía a mitad de camino y había que recordarlo para saltar. Después había puertas que no se abrían a menos que uno lo pidiera con amabilidad o les hiciera cosquillas en el lugar exacto. Puertas que, en realidad, no eran sino sólidas paredes que fingían ser puertas (…)». No solo eso, Hogwarts posee «pasillos en los que no se puede entrar a menos que uno desee la más dolorosa de las muertes», un

bosque prohibido entre cuyos árboles habitan multitud de criaturas peligrosas: centauros, arañas gigantes y un sauce boxeador; existen mazmorras, fantasmas, un lago en el que habita un calamar gigante, sirenas y demás criaturas del mundo acuático. A lo largo de la saga aparecen también ayudas mágicas que hacen que Harry pueda superar con éxito cada etapa. La capa invisible, el mapa del merodeador, la sala de los menesteres… todas representan esas «sincronicidades» o ayudas de la vida que llegan cuando uno más lo necesita si tiene suficiente fe y cree en sí mismo. En el primer libro el joven mago debe aprender cómo moverse por el castillo, que no es más que una preparación para

vivir en el mundo mágico; una recreación a pequeña escala de lo que encontrará en su vida de adulto. En nuestra vida todos hemos tenido que aprender a buscar los caminos correctos para alcanzar nuestros objetivos, todos hemos dejado de prestar atención en algún momento y hemos olvidado saltar ese escalón que desaparece a mitad de camino, todos nos hemos dado de bruces contra un sólido muro que creíamos que era una gran oportunidad. El primer libro nos habla del proceso de alquimia interior que tiene que enfrentar el héroe para poder prepararse como tal y encontrar así la piedra filosofal tras EL MUNDO DE SOPHIA

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superar innumerables pruebas (el espejo de Oesed que muestra al espectador los más profundos anhelos de su corazón; el bosque prohibido lleno de peligros donde se halla oculta «la sombra» de Voldemort; el perro de tres cabezas; burlar a Filch y la señora Norris, el lazo del diablo; etc.). El lago y el bosque prohibidos son símbolos del inconsciente, el lugar en el que habita todo aquello que no queremos ver, que no recordamos o no queremos recordar. El lago o las aguas profundas se han relacionado con el inconsciente en multitud de civilizaciones, entre ellas en la griega,

en la que el difunto debía cruzar la laguna Estigia en el bote de Caronte para llegar al hades. «Adentrarse en el bosque» es salir de nuestra zona de confort, es enfrentarnos a nuestros «monstruos» interiores y afrontar la aventura. El héroe tiene que descender a sus propios infiernos para poder resurgir más fuerte de ellos (ej: El mito de Heracles, Orfeo etc.). Para ello, Harry cuenta con la inapreciable ayuda de Hagrid (guardián de las tierras y terrenos de Hogwarts) que siempre tiene su farol para guiarles a través de las oscuras aguas del lago o del sombrío bosque y las pistas o claves correctas para que los protagonistas puedan continuar su misión. La figura de Hagrid la encontramos también en otras mitologías con el nombre de Caronte en Grecia o Anubis en Egipto. 28

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El primer libro de la saga nos narra la preparación y el viaje de Harry (junto con Hermione y Ron) para descender a sus propios infiernos y conseguir la piedra filosofal. Sin duda, a todos nos pareció extraño que un niño de once años que acaba de estudiar su primer curso en el colegio pudiera pasar todas las pruebas puestas por los profesores de Hogwarts. Esas pruebas estaban puestas a propósito para que el trío de protagonistas tantearan sus habilidades y se hicieran fuertes antes de enfrentarse por primera vez al «señor tenebroso». Cuando Harry se encuentra en la enfermería, piensa que Dumbledore se ausentó del

castillo de forma muy conveniente, casi como si considerara que Harry tenía el derecho de enfrentarse al señor tenebroso. Por otro lado encontramos las asignaturas que se estudian en Hogwarts. Comenzando con Defensa contra las artes oscuras ¿A quién no le hubiera gustado tener una asignatura en la que poder aprender a defenderse de las malas intenciones de los demás, en la que una persona con experiencia nos explique cómo enfrentar a las criaturas oscuras que nos acechan (como los dementores, alimentándose de nuestros recuerdos felices y dejando que el frío y la depresión se apoderen de nosotros), de las maldiciones: la manipulación (imperius), el odio (avada kedavra), el dolor extremo


(cruccio), las heridas (sectum sempra); aprender a discernir los objetos malditos y a crear un espacio seguro a nuestro alrededor (protego, muffiatto, salvia, hexia, etc)? En esta asignatura podríamos aprender a enfrentar a nuestros boggarts, que adoptan la forma de nuestros miedos más profundos a través del encantamiento ridiculus; o a convocar a nuestro «guardián» (expecto patronum que significa «yo espero un guardián»). En encantamientos podríamos cultivar el don de dar vida a las cosas y animar todo aquello que quisiéramos, solo con dirigir un rayo de luz coherente y pronunciar el sortilegio correspondiente.

El quidditch nos enseñaría a estar atentos siempre para que no nos golpeen las emociones descontroladas (bludgers) y a utilizarlas en nuestro favor para ganar el partido. También podríamos aprender a gestionar nuestros recursos para marcar puntos y a proteger nuestros aros y, lo más importante, aprenderíamos que no hay que ir a por la quaffle (que representa los objetivos más cotidianos) cuando has visto la snitch (que representa la nobleza y las cualidades espirituales). En transformaciones podríamos aprender a transmutar aquello que ya no nos es útil (actitudes infantiles, pensamientos tóxicos, hábitos adquiridos por inconsciencia… entre otras cosas) en algo completamente nuevo y diferente a través de la proyección de unas palabras

concretas, los pensamientos adecuados y los movimientos precisos para ello. En pociones, como nos dice el profesor Snape, podríamos aprender a embotellar la fama, a elaborar la gloria y hasta a detener a la propia muerte. Aprenderíamos a fabricar filtros de amor y a combatirlos, los remedios para librarnos de toda clase de venenos, incluso podríamos aprender a destilar la felix felicis o suerte líquida. El profesor Snape podría enseñarnos también el arte de la oclumancia, o el dominio de la mente, y el director Albus Dumbledore podría ayudarnos en nuestro «viaje del Héroe» a conocer a nuestro enemigo, a observar pacientemente cómo

nacen, crecen y cómo actúan los más bajos instintos y sentimientos. Podría recordarnos entre tantas otras cosas que «El amor es una fuerza que es más hermosa y más poderosa que la muerte», que «No es bueno dejarse arrastrar por los sueños y olvidarse de vivir» y que «Son nuestras elecciones las que muestran lo que somos, mucho más que nuestras habilidades».Dumbledore podría ayudarnos en nuestro «viaje del Héroe» a conocer a nuestro enemigo, a observar pacientemente cómo nacen, crecen y cómo actúan los más bajos instintos y sentimientos. Podría recordarnos entre tantas otras cosas que «El amor es una fuerza que es más hermosa y más poderosa que la muerte», que «No es bueno dejarse arrastrar por los sueños y olvidarse de vivir» y que «Son nuestras elecciones las que muestran lo que somos, mucho más que nuestras habilidades». m EL MUNDO DE SOPHIA

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El movimiento “slow” parte del supuesto de que la serenidad aumenta la calidad de vida. En esta línea se ha desarrollado “Slow food” o comida tranquila en respuesta a la comida rápida. Aprendamos a saborear la vida.

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ace unos meses vi una película llamada «Belleza Oculta» donde el protagonista le escribía una carta al Amor, a la Muerte y al Tiempo. El amor está y queremos que esté muy presente en nuestras vidas; sobre la muerte, sabemos que está ahí, pero intentamos no pensar demasiado en ella. Pero… y el Tiempo, ¿qué pasa con él? Sinceramente, al principio me sorprendió que el protagonista se dirigiera al Tiempo, porque, ¿para qué hablarle al tiempo? El tiempo, comparado con el amor, que es capaz de mover montañas, o la muerte, uno de los aspectos de la existencia más misteriosos, p a r e c í a insignificante… Estaba muy equivocada. El

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tiempo es un elemento importante para nuestra vida, el problema es que no le damos el valor y la trascendencia que se merece. Solo pensamos en él para decir: ¡Es que no tengo tiempo!, en lugar de aprovechar el regalo que éste nos proporciona. Nos llenamos el día a día de actividades y vamos corriendo de aquí para allá, mayoritariamente, con el tiempo justo. De hecho, hace unos años surgió una tendencia «slow» que se imponía a todos los «fast» (fast food y fast sex entre otros) y promulgaba hacer las cosas lentamente, tomándose el tiempo necesario para ello. Fijaos, la naturaleza nos muestra que todo proceso necesita su tiempo: la gestación de un animalito, el crecimiento y


desarrollo de un bebé, el paso de crisálida a mariposa, el estallido de una tormenta, las mareas…No es que un día nos levantemos y ya sea otoño, no; el sol se va apagando poco a poco y no notamos tanto su calor, se levanta una brisa cada vez más fresquita, los días se acortan… En cuanto a nosotros, el cuerpo necesita tiempo para digerir los alimentos, para dormir, para recuperarse después de una lesión, para estar en forma, etc. Y por supuesto, también la mente y las emociones necesitan su tiempo para desarrollar sus propios procesos: la muerte de un ser querido, la separación de unos padres, la preparación de un examen, el acomodamiento a un nuevo lugar de trabajo, cambio de residencia, etc. Pero los seres humanos, como en muchas ocasiones, creemos que estamos por encima de las leyes naturales y como he comentado anteriormente, lo hacemos todo rápido, queremos soluciones rápidas y vamos con el tiempo justo a todos lados. El tiempo nos ayuda a ver las cosas con perspectiva, nos ayuda a que cicatricen las heridas, a sanar el dolor adecuadamente, hace que nuestras emociones se calmen, pone en orden nuestros pensamientos, nos permite realizar un trabajo bien hecho, etc.

También tenemos otro gran problema con nuestro amigo el Tiempo, y es que no lo aprovechamos lo suficiente. Llega el fin de semana o las ansiadas vacaciones y como no las hemos organizado, se pasa el tiempo sin que nos demos cuenta. No se trata de hacer muchas actividades a lo largo del día sino de hacer actividades y disfrutar de hacerlas, es decir, hacerlas con tiempo, darles un lugar, ya sea el hecho de estar con nuestra pareja, el ir de excursión, el hacer la comida y comer, descansar, etc. La frase Carpe Diem es muy conocida y también muy usada, aunque en realidad, no se usa como se debería. Carpe Diem significa «aprovecha el momento» y no significa haz todo lo que te apetezca (romper tus

límites éticos, hacer cosas pecaminosas…). Significa aprovecha el momento, tal cual. Estás con una amiga, disfruta de estar con ella, de prestarle atención, de escucharla, de pasar un rato agradable con ella. No estés pensando en lo que harás mañana, ni en si ayer te equivocaste en algo. Estás en una celebración, disfruta de ella, baila, ríe, compártela con las personas que tienes alrededor. No estés lamentándote de la música o juzgando las acciones de los demás, en definitiva, disfruta de la fiesta.

Hay situaciones en las que actuar rápido viene muy bien, pero la velocidad no puede convertirse en una obsesión.

Disfrutar de las actividades que realicemos es una forma de aprovechar el tiempo.

¿Y qué pasa con los momentos dolorosos de nuestra vida? También tenemos que ocuparnos de ellos y darles un tiempo para que sanen, aunque sean muy EL MUNDO DE SOPHIA

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Los momentos difíciles de la vida también requieren de tiempo para tratarnos con amor y dejar que las cicatrices sanen.

si tenemos asuntos pendientes, sobre nuestra responsabilidad en un conflicto que tenemos con alguien, etc. Cuando estamos metidos en la vorágine de nuestro día a día no podemos percibir la sutileza de nuestro mundo interior y por eso, para conectar con nuestra esencia hay que dedicarle un Tiempo. difíciles. Si les prestamos atención, si somos conscientes de estas duras experiencias y además nos tratamos con amor, respeto y cariño, las heridas cicatrizarán bien. Pero si no les ofrecemos el tiempo suficiente para que se curen, estos pequeños dolores pueden convertirse en asuntos sin resolver, traumas o miedos que nos lastrarán durante el resto de nuestros días.

imagen izquierda: El tiempo como el agua da vida a la vida. No lo dejemos escapar entre los dedos.

Tiempo para no hacer nada, estar en silencio y sentirnos a nosotros mismos. Las neurociencias muestran que el silencio y la quietud producen en el cerebro efectos beneficiosos.

Hemos estado hablando de su importancia y valor, así que os planteo varias preguntas para que averigüéis un poco más sobre vuestra relación con el Tiempo. ¿A qué dedicas tu tiempo? Esas cosas con las que ocupas tu tiempo, ¿te hacen feliz? ¿te dan energía para el resto del día?; o por el contrario ¿te amargan, te entristecen, te intoxican? Si dedicas tu Tiempo a un trabajo que no te hace feliz, ¡vaya desperdicio!; si estás con unos amigos que te amargan el día, ¡vaya desperdicio!; si dedicas tu tiempo de ocio a hacer zapping, ¡vaya desperdicio!… Otra cosa sobre la que quiero reflexionar es ¿Cuánto tiempo te dedicas a ti mismo? ¿Cuánto a no hacer nada, a sentir como te inunda el vacio, a estar en silencio, a contemplar la naturaleza? ¿Eres feliz? Es muy importante reservar un hueco de nuestra agenda a nuestro mundo interior para poder reflexionar sobre si estamos haciendo las cosas que nos gustan, sobre

Dedicar un tiempo a no hacer nada, al silencio, al vacío. Como he dicho al principio, nos llenamos el día de actividades y lo hacemos todo corriendo ¿por qué no incluir en esas actividades, estar un rato a solas, sin ruidos, sin nada que nos perturbe? Hallazgos en neurociencias muestran que el silencio y la quietud producen en el cerebro efectos beneficiosos, así que ya sabéis, dedicad un tiempo a estar en silencio y a hacer el silencio en vuestro interior. Si no nos ocupamos de él, el tiempo se nos escapa, se nos escurre como agua entre las manos; pero si logramos gestionarlo y organizarlo, podremos hacer infinitas cosas a lo largo del día o de nuestra vida. ¿Cuándo vas a volver a ver a tu familia? ¿Cuándo volverás a leer un libro o ver una determinada película? ¿Cuándo volverás a tener vacaciones? Hay que dejar de c r e e r s e que somos víctimas del Tiempo, como un padre que devora a sus hijos, quejarse de lo rápido que pasa y, en su lugar, hacer algo para apresarlo. Lo mejor sería verle como un amigo que nos regala instantes únicos, que aunque tengan fecha de caducidad, pueden ser maravillosos, e ir coleccionando momentos especiales y hermosos que incluir en el álbum de nuestra vida. Y recuerda: Carpe Diem. m


lo que algunos dijeron sobre...

Director: Sean McNamara Drama. 2011. EEUU.

Soul Surfer

Bethany Hamilton una joven promesa del surf, sufre el ataque de un tiburón mientras está en el agua. A causa de este traumático suceso, le tienen que amputar el brazo casi hasta la altura del hombro. Lejos de darse por vencida y renunciar a sus sueños, vuelve al mar. Acompañada en todo momento por sus seres queridos, aprende a ser feliz de nuevo, y retoma su carrera como surfista profesional. Basada en hechos reales, esta película es un homenaje a la gente luchadora, especialmente a aquellas personas que tienen algún problema físico y no olvidan sus sueños. Una demostración de que la discapacidad puede esconder una gran capacidad y de que en la vida «no es necesario que sea fácil, solo posible».

La sabiduria del eneagrama Autores:

Don Richard Riso Russ Hudson

Riso y Hudson nos presentan de forma magistral una guía imprescindible para cualquier persona que esté interesada en el fascinante mundo del eneagrama de la personalidad. Esta poderosa herramienta de autoconocimiento personal diferencia nueve eneatipos o tipos de personalidad. Este libro no solo define y explica los eneatipos, sino que también profundiza en las raíces de su comportamiento, las características de los

diferentes subtipos y sus instintos. Así mismo, identifica las fortalezas y los puntos a trabajar de los distintos eneagramas. Este manual es perfecto tanto para un primer estudio exhaustivo del tema como para ahondar en el conocimiento del mismo.

El laberinto de la felicidad Autores:

Álex Rovira Francesc Miralles

Álex Rovira y Francesc Miralles nos presentan una fábula basada en la introspección y el autoconocimiento. Ariadna está estancada en su vida y se adentra en un laberinto que, sin ella saberlo, le ayudará a encontrarse a sí misma. No emprenderá sola la búsqueda de la salida del laberinto, sino que diferentes personajes le plantearán preguntas como ¿quién soy?, ¿de dónde vengo?, ¿a dónde voy?, ¿para qué vivo? El laberinto de la felicidad es el lugar al que llegan

aquellos que han perdido el sentido de la vida, y solo saldrán cuando vuelvan a amar la vida.

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R

umi es uno de los maestros más representativos del sufismo, tradición mística o camino espiritual del islam. Después de más de ocho siglos, su obra se ha difundido hasta nuestro tiempo, siendo punto de referencia para metafísicos y seguidores de la llamada «nueva era» (Deepak Chopra, Wayne W. Dyer, Anthony De Mello…). Todos hemos leído o escuchado sus poemas alguna vez en iglesias, sinagogas, monasterios zen, instagram, en escenarios de arte y música… En sus poemas destaca un nexo de unión entre todos los hombres independientemente de la religión a la que pertenezcan. Así mismo, proyecta una calidad de experiencias místicas y de belleza que es compartida por todos aquellos movidos por la necesidad de conocer la verdadera esencia de las cosas, es decir, que han comenzado un camino de búsqueda. Yalal ad-Din Muhammad Rumi nació en 1207 en Balj, la actual Afganistán, por aquellos tiempos una región del imperio persa. La inestabilidad política que padeció 34

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Asia Central en el siglo XII obligó a su familia a abandonar Balj y fue en Turquía donde recibió el apodo de Rumi «originario de la Anatolia romana» ya que la Anatolia era denominada por los turcos selyúcidas como la «tierra de rum» (los romanos) en referencia al Imperio Romano Bizantino. En este vagabundeo tuvo ocasión de conocer en persona a muchos maestros del sufismo. En Niskapur visitó al célebre poeta sufí Farid ud-Din Altar, en Bagdad a Omar Suhrawardi y en Damasco se entrevistaría con el mayor místico sufí Ibn Arabi. Con solo 24 años ya había comenzado su acercamiento y contacto con la espiritualidad y los misterios del sufismo. Esta instrucción fue comenzada por su padre, un eminente teólogo conocido en los círculos religiosos como «el sultán de los sabios» y continuada bajo la tutela de un amigo cercano de su padre, quien lo iniciaría en los misterios del sufismo. Durante nueve años le instruye en la «ciencia de los profetas y los estados» que comenzó con un retiro estricto de cuarenta días continuando con varias disciplinas de meditación y ayuno.


Al morir su padre, Rumi, con treinta años, asume todos los cargos religiosos y jurídicos que este le dejó. Existen numerosos retratos de Rumi para imaginarnos su apariencia física. Lo describen como delgado, esbelto, de piel pálida, de apariencia benévola pero imponente, con ojos muy atractivos, penetrantes, de mirada luminosa, capaz de hacer desviar la mirada a los que lo miraban. Sobre su apariencia física Rumi dijo: «En mi vida nunca he tenido pena de nadie y sin embargo hoy cuando vi mi delgado cuerpo en el espejo tuve pena de mí». Era un erudito profesor de teología tan popular que a sus clases asistían no menos de cuatrocientos estudiantes. Pero la complacencia del éxito y la rigidez de la religión oficial le ahogaban, al tiempo que le animan a seguir buscando otras formas superiores de religión. A los 37 años, todo cambió en su vida. Encontró la figura misteriosa del monje errante Shams de Tabriz. Este maestro misterioso inició a Rumi en la experiencia mística del amor espiritual. La amistad con este hombre que le abrió los ojos y el corazón, le traerá también la enemistad de personas que no entendían el nuevo rumbo emprendido por el maestro en la búsqueda de las verdaderas y eternas experiencias espirituales.

El encuentro de Rumi con Shams de Tabriz fue tan revelador que supuso un punto de inflexión en la vida de Rumi. Quien hasta entonces había sido un profesor de religión eminente y un místico elevado, pasa a convertirse en un poeta extático y gran amante de la humanidad. «Ayer era listo, por eso quería cambiar el mundo. Hoy soy sabio, por eso me cambio a mí mismo» «He sido un buscador y aún lo soy, pero ya dejé de preguntarle a los libros y las estrellas. Comencé a escuchar la voz de mi alma y mi corazón» «Eleva tus palabras, no tu voz. Es la lluvia lo que hace crecer las flores, no los truenos.” Su agradecimiento a su maestro fue tan grande que le dedicó todo un libro de 3.239 versos, el Divan de Shams de Tabriz. («divan» significa colección de poemas). La mística de Rumi descubre que el hombre es parte de un Todo, con la diferencia de que en unos poemas esta realidad flota a mayor o menor profundidad.

El encuentro de Rumi con su maestro Shams de Tabriz lo convirtió en un poeta extático amante de la humanidad.

Rumi buscó crear un mundo en paz cuando el conflicto sectario proliferaba en guerras de religión. Con su actitud compasiva nos susurra al oído que la fuente del bienestar y la paz se encuentra en la tranquilidad del cuerpo y la atención plena a la proliferación del egoísmo. Explica por qué las diferentes religiones difieren tanto en su visión de Dios y de los hombres: … si la luna se refleja en un pozo. Y alguien pretende alabar a la luna. Aunque por ignorancia mira dentro del pozo, el objeto de sus alabanzas es la luna, no su reflejo. Comparaba al hombre con la flauta para la respiración de Dios. «El corazón del hombre es un instrumento musical, contiene una música grandiosa. Dormida, pero está allí, esperando el momento apropiado para ser interpretada, EL MUNDO DE SOPHIA

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El Masnawi (coplas espirituales) versa sobre la verdadera condición humana. El Fihi Ma Fih recopila discursos de Rumi sobre diversos temas. Estas son sus obras más importantes.

expresada, cantada, danzada. Y es a través del amor que el momento llega.» Como forma de expresar esta música divina fundó la orden del Mevleví, y creó el sema, una danza sagrada; una forma de meditación móvil que combina simbolismo y enseñanzas que se convirtieron en la base de los derviches Mevlevi, llamados popularmente los derviches giratorios. Se trata de un sistema en el que el sonido, el movimiento y la concentración del pensamiento en un solo punto, condujeran al yo personal a un fin y a la unión con el Yo superior. En la tradición de la orden Mevleví, el sema representa un viaje místico de desarrollo espiritual, permitiendo el perfeccionamiento de la mente y el amor. En este viaje, el buscador da vueltas simbólicamente hacia la verdad, crece con amor, abandona el ego, encuentra la verdad, y llega a la «Perfección»; luego regresa de este viaje espiritual con mayor madurez, para amar y estar al servicio del conjunto de los hombres, sin discriminación hacia las creencias, razas, clases y naciones.

El sema o danza sagrada, combina sonido, movimiento y la concentración en un solo punto como medio para lograr la unión con el Yo superior.

Su legado más importante es el considerado un segundo Corán místico que consta de más de cincuenta mil versos, entre los que destaca el Masnawi (Coplas espirituales), reflexión versificada acerca de la verdadera condición humana. En él queda reflejada una fértil filosofía mística, llena de tolerancia que ha impregnado todo el pensamiento místico del islam. El tema central de su poesía está esencialmente enfocado en el concepto de unidad y del constante deseo de recuperar el Yo divino. Para ello hace mucho hincapié en la necesidad de la disolución del ego como paso esencial para el reencuentro con el verdadero Yo. El ego no solo nos da un concepto falso de nosotros mismos, sino que nos hace olvidar las capacidades natas. Tu naciste con alas, aprende a usarlas y vuela. Para lograr este anhelado objetivo de la unión con la esencia espiritual da importancia a rodearse de gente compatible

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buscando a ti.

y que no obstaculice más la ya difícil meta. Pon tu vida en el fuego, busca aquellos que abaniquen sus flamas. Lo que buscas te está

El habla a cada uno de nosotros con una prosa ordenada y clara, y aunque utiliza metáforas, sus conceptos son generalmente fáciles de interpretar. En Poemas de amor místico desesperado nos habla principalmente del amor, la sabiduría y el vino, ese vino que posee la virtud de despertar la memoria profunda. ¿Realmente sabes lo que eres? Tú eres el manuscrito de una carta divina (…) Este universo no está fuera de ti. Mira dentro de ti, todo lo que deseas realmente ya lo eres. Tu tarea no es buscar el amor, sino simplemente buscar y encontrar todas las barreras que has construido dentro de ti contra él. (…) Te crees que perteneces a este mundo de polvo y materia. Más allá de este polvo te has creado una imagen personal, y has llegado a olvidar la esencia de tu verdadero origen (…) Nos habla de cómo el espíritu busca en el camino del arte la manera de expresarse: En tu luz aprendo cómo amar. En tu belleza, cómo hacer poemas. Bailas dentro de mi pecho, donde nadie te ve, pero a veces yo si te veo, y esa luz se convierte en mi arte. (…) No hay que perder nunca la esperanza, los errores del pasado no sirven, estar vivos


es la oportunidad de decidir qué queremos hacer de nuestra vida: Antes de que la muerte lleve lo que se te ha regalado, regala lo que tienes para dar. (…) No importa si has roto tu voto mil veces, una vez más, ven! Trabaja en el mundo invisible al menos tan duro como lo haces en el visible Toma sorbos de este vino puro que se te está sirviendo (…) Deja que el agua se calme, y verás al cielo y a las estrellas reflejadas en tu propio ser. Pon tus pensamientos a dormir, no dejes que dibujen una sombra sobre la luna de tu corazón. Deja de pensar. Poéticamente nos habla de cómo la mente interfiere en el conocimiento de nuestro verdadero Yo y de que nuestro trabajo es trascenderla. Cuando habla del amor se refiere al anhelo de unión con nuestro verdadero Ser: Cuando el amor llegue inesperadamente y llame a tu ventana, date prisa y déjalo pasar, pero primero cierra la puerta de la razón. Ya que incluso la más mínima amenaza lo puede ahuyentar, como humo que ahoga la frescura de la brisa de la mañana.

S e g ú n Shahram S h i v a , una de las razones del renombre de Rumi es que «Rumi p u e d e verbalizar el a menudo confuso mundo del crecimiento personal/ espiritual y místico de una manera muy concisa y directa. Él no ofende a nadie e incluye a todos en sus textos. El mundo de Rumi no es ni exclusivamente el mundo de un sufí, ni el mundo de un hindú, ni un judío, ni un cristiano; es el estado más alto de un ser humano, un ser humano completamente desarrollado, no encasillado por limitaciones culturales; él toca a cada uno de nosotros».

Rumi es el testimonio de que las gentes de todas las religiones pueden vivir juntas en paz y armonía.

Según el profesor Majid M. Naini, la vida y la transformación de Rumi proporcionan el testimonio y la prueba verdadera de que las gentes de todas las religiones y procedencias pueden vivir juntas en paz y armonía. Las visiones, las palabras, y la vida de Rumi enseñan cómo alcanzar la paz y felicidad interna, para poder, finalmente, parar la corriente continua de la hostilidad y el odio y alcanzar la paz y armonía globales verdaderas. m

Otra de sus obras importantes es «Fihi Ma Fih» (En lo que hay en ello) y se compone de los discursos de Rumi sobre diversos temas. Rumi no preparó ni escribió estos discursos. Fueron registrados por su hijo, el sultán Veled, o algún otro discípulo de Rumi y recopilados en forma de libro. La existencia del hombre se parece a un saco de trigo. El rey exclama: «¿Adónde llevas ese saco de trigo con mi copa dentro?». Esta persona ignora la existencia de la copa metida en el trigo; pero si el hombre descubre la existencia de la copa real, se despreocupará totalmente del trigo. Pues bien, cada pensamiento recibido del mundo de lo alto y capaz de hacerte indiferente hacia el mundo de aquí abajo, es reflejo y resplandor de esa copa que brilla fuera (del saco) El hombre desea ese mundo. Si siente, por el contrario, inclinación hacia el mundo de aquí abajo, es que la copa está oculta bajo unos velos. EL MUNDO DE SOPHIA

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E

l Dharma y el Karma son dos de las más grandes aportaciones que la sabiduría hinduista y su hija, la sabiduría budista, nos han dejado. Es tal vez su elixir y expresan uno de los conceptos más sublimes y elevados del pensamiento filosófico. Para nosotros, como occidentales, son ideas un tanto difíciles de comprender racionalmente, pues nuestra mente está acostumbrada a definir las cosas; todo tiene que estar medido, analizado y encasillado para poder entender y comprender el mundo que nos rodea. Lo que ocurre es que cuando miramos hacia oriente vemos que ellos pensaban de otra forma, vivían de otra manera, le daban mucha más importancia al corazón, a la intuición y al sentimiento; por lo que muchos de sus conceptos a nosotros nos rompen los esquemas… porque no se pueden medir, porque son

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inabarcables, esto es lo que nos sucede con las leyes del Dharma y del Karma. Dharma es una palabra sánscrita, la antigua lengua de los brahmanes que quiere decir «proteger» o «guardar»; el Dharma es todo aquello que guarda o protege el bienestar individual, colectivo e inclusive universal. En el hinduismo, su significado es muy amplio; va desde lo cósmico o ley universal que lo rige todo como esa causa oculta que está detrás de todo orden, de toda armonía, en el Universo tanto manifestado como inmanifestado. En el individuo, en el ser humano, en nosotros como hombres y mujeres se traduce como virtud o deber superior, pero no como algo impuesto, no como una cosa que se nos ordena desde fuera, sino como lo natural, como lo correcto como seres individuales. A ese Dharma también se lo relaciona con el «propósito de vida»,


que según la filosofía hinduista todos tenemos, seamos conscientes o no, lo hayamos encontrado o no; de cada uno de nosotros depende descubrirlo y vivir acorde a él. El Dharma nos aporta unas claves que nos permitirán encontrar ese propósito de vida, o como mínimo acercarnos a él en mayor o menor medida. En primer lugar nos dice que debemos «descubrir nuestro verdadero Yo». Un Yo que es espiritual, aunque muchas veces nos olvidemos de ello. Nuestra sociedad, la vida, las necesidades económicas y sociales nos imponen un ritmo, unos juegos de maya, como nos diría la sabiduría hinduista que nos hacen olvidar que somos seres espirituales. Solo ocasionalmente, cuando vivimos el contacto con la naturaleza, practicamos meditación o karma yoga y conseguimos abstraernos de ese mundo de los sentidos podemos alcanzar otras experiencias más espirituales. El Dharma nos recuerda, no obstante, que los hombres somos seres espirituales que tenemos ocasionalmente experiencias humanas.

Dentro de nosotros hay un dios que busca expresarse, que desea sacar todo su potencial y cuando nos sumergimos en la vorágine de los juegos de maya, del Samsara, olvidamos cual es nuestra verdadera esencia, nuestro verdadero ser.

Dharma-chakra o Rueda de la Ley, uno de los símbolos más antigüos y sagrados de la filosofía de la India.

La segunda pista que nos aporta la ley de armonía universal es que debemos reconocer y dejar que se exprese nuestro talento único, que la filosofía zen lo denomina Myo, la esencia de cada cosa, aquello que es y que está más allá de las formas. Todos tenemos talentos que nos hacen únicos, actividades que cuando las ejecutamos nos hacen sentir realizados, nos aportan entusiasmo y alegría; el tiempo se detiene y podríamos estar horas practicándolas. Esta realidad

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de la que nos hablan está muy en sintonía con el descubrimiento de nuestra propia naturaleza y vivir acorde a ella sin ponernos trabas, sin que las máscaras que muchas veces adoptamos nos impidan expresar quienes somos realmente, pues eso es lo que nos hace únicos: poder expresar ese talento como solo nosotros, en nuestra originalidad, podemos hacer. Y por último, el Dharma nos recuerda que en todo aquello que hagamos debemos servir a los demás, que no debemos quedarnos con esos talentos para nosotros mismos, que nuestro yo espiritual tiene mucho que decir y aportar y que estaríamos actuando de forma egoísta si toda nuestra luz no la entregáramos a las demás personas con las que a diario convivimos. Es muy posible que no podamos ayudar a la humanidad como lo han hecho los grandes personajes de la historia, pero eso no impide que no podamos ayudar a aquellos que tenemos cerca. Estas tres claves nos permiten encontrar nuestro Dharma o propósito de vida y como consecuencia a alcanzar aquello que todos buscamos: el camino de la felicidad. El Budismo utiliza la palabra Dharma para hablar de las enseñanzas que nos 40

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dejó el gran Siddhartha Gautama, y que a priori, parece que no tiene mucho que ver con lo que hemos visto hasta ahora del Dharma. Pero si reflexionamos detenidamente, nos daremos cuenta de que sí lo podemos relacionar, pues si aplicamos las enseñanzas de Buda, caminaremos de la mano por ese sendero que hemos visto antes con el


hinduismo, encontraremos nuestra vocación, nuestro sentido de vida y por lo tanto nuestro Dharma personal. Por lo tanto, según la Sabiduría de la India, nuestra vida tiene un fin que más tarde o más temprano alcanzaremos, en esta o en otra vida. El Dharma, dicho en palabras sencillas, sería la manera que tiene el ser humano y todo lo que existe en la naturaleza de actuar correctamente. En ese sendero de la evolución, lo que de nosotros depende es el cómo y cuándo llegaremos a ese destino, la rapidez con la que recorramos el camino y la capacidad de disfrutar al máximo y de ser felices en nuestro día a día. Es por eso que cuando por nosotros mismos no sabemos cómo reconocer

nuestro propósito o el camino que debemos seguir para alcanzarlo, aparece invisiblemente en escena la segunda ley de la que hablaremos en otro artículo: el Karma. Esta ley es una especie de juez imparcial que nos volverá a indicar por donde debemos marchar si hemos escogido erróneamente. El juez nos dice que para cada acción que realicemos, existe una consecuencia de su misma naturaleza, que después de cada causa viene un efecto. Karma y Dharma son dos leyes hermanas que no se pueden separar y que conociendo una es más fácil entender la otra. Continuará... m

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Fiesta celebración del aniversario del Dalai Lama en Palma

L

a Fundación Sophia acogió el pasado jueves 6 de julio, la celebración de los 82 años del Dalai Lama, con una velada de música, representación teatral, ofrenda de luz y tarta de aniversario. El evento fue organizado conjuntamente con la Asociación y Centro Budista ATISHA Mallorca.

Dalai Lama

Tenzin Gyatso, el XIV Dalai Lama, líder político y espiritual del Tíbet, nació en 1935 y fue proclamado soberano a los 5 años. Su mandato se ha convertido en uno de los más aperturistas y de mayor difusión mundial de la corriente espiritual budista. En 1989 recibió el Premio Nobel de la Paz en reconocimiento por su larga trayectoria en la reivindicación pacífica de la libertad de su pueblo. «La figura de Su Santidad el Dalai Lama, ejemplo a seguir por los budistas y los que no lo son, es la luz que nos guía a los tibetanos en el exilio», explica Geshe Thupten Nyandak Rujang, director espiritual del Centro de Budismo Tibetano Atisha Mallorca. «Nos regocija que cumpla otro año más de

Momento de la celebración del aniversario

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su paradigmática existencia. El mejor homenaje será difundir su mensaje de amor y compasión para todos los seres vivientes», concluye. «Honrar al Dalai Lama, es un júbilo para nosotros», comenta Gabriel Espinosa, presidente

de la Asociación Budista ATISHA Mallorca, institución co-organizadora del evento. «Siempre hemos celebrado modestamente su cumpleaños, pero con la inestimable ayuda de la Fundación Sophia, seguro que resultará una velada muy sentida y contribuirá a enaltecer la figura de Su Santidad», agrega. El evento incluyó un vídeo sobre el Dalai Lama realizado

por la vicepresidenta de la Fundación Sophia, Herminia Gisbert, así como una actuación de un cuarteto de cuerda, las interpretaciones musicales de la soprano Inma Hidalgo y danzas de la India, a cargo de las bailarinas del Centro de Investigación de Artes Orientales y una representación teatral por el Grupo de Expresión Artística de la Fundación Sophia. «El Dalai Lama es una de las figuras mundiales que más respeto y admiración suscita», explica Francis J. Vilar, presidente de la Fundación Sophia. «Hemos querido unirnos a esta celebración como una forma de gratitud hacia el extraordinario rol que el Dalai Lama ha venido realizando toda su vida», añade. La tarta de aniversario tuvo también cabida en esta celebración, que cerró con una ceremonia de la «Ofrenda de la Luz» por todos los asistentes, que brindaron en honor del Dalai Lama durante el cóctel después de los actos. m Sergio G. García


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