El mundo de Sophia 57

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EL MUNDO DE SOPHIA

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Contenidos 3 Editorial 4 Chamanismo: la visión sagrada. 2ª parte

Juan Marí

8 La prueba de Ares Dolores Cantero

12 Casi al final de la historia Xavi Villanueva

Redes sociales 16 ¿Qué sabemos realmente del amor? Theo Laurendon

Psicología 19 Frases sobre la Felicidad

20 Grandeza y misterio del Antiguo Egipto Javier Vilar

Sabiduría de oriente 26 La Sabiduría del Tao Elena Machado

31 Libros y películas 32 Exposición «Los Reinos del Silencio» Sergio García

MIndfulness 36 Ser paz. El corazón de la comprensión. Thigh Nhat Hann

MIndfulness 38 La compasión, el corazón del mindfulness Herminia Gisbert

EL MUNDO DE SOPHIA 2019 Nº 57 DIRECTOR: Javier Vilar JEFA DE REDACCIÓN: Elvira Rey REDACCIÓN Y MAQUETACIÓN: Elvira Rey, Isabel Salvà, Nacho Vilar. Una publicación de Fundación Sophia c/ Jaime Ferrer, 3 Palma de Mallorca (Baleares) www.fundacionsophia.com / Tel: 971 72 15 55 ediciones@fundacionsophia.com www.mundosophia.com D. L. PM-2099-98 2

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Editorial Elvira Rey

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uchos días al salir de mi casa por la mañana pienso «voy a hacer que el día de hoy sea un día perfecto». Buscar la perfección es un estimable propósito para tenerlo en nuestra cabecera, pero hay tantas circunstancias que acuden a desarmar nuestras intenciones que podemos llegar a pensar que es imposible. A pesar de esto, yo pienso que no lo es, simplemente porque cada día estamos mejorando y por ello acercándonos a ese ideal que es estar presente y ser dueño de nuestros pensamientos, de nuestros actos y de nuestras intenciones. Este «estar presente» que tan de moda se ha puesto a raiz del mindfulness no es otra cosa que expresar y vivir aquello por lo que hemos optado, creándole un espacio dentro de nosotros para que se manifieste. Este espacio lo abrimos cada vez que nuestros deseos e intenciones confluyen en un propósito, que en este caso es crear momentos perfectos. Un día perfecto no es relajarse y dejar pasar las horas en un estado indiferente, tampoco lo es sumergirse en una burbuja donde nada nos importune. Dentro de la actividad diaria es donde se nos presentan situaciones cuyo desenlace puede depender única y exclusivamente de

nosotros. Cuando logramos esto, significa que estamos creando momentos perfectos, que si los encadenamos uno detrás de otros, conseguiremos vivir un día perfecto. ¿Quien no ha sentido en alguna ocación anidar en su corazón un mal deseo o un mal pensamiento para alguien? Una crítica, un juicio..., independientemente de que creamos que lo merezca. En mayor o menor medida todos. Darnos cuenta de esto es el primer paso para recrear otro momento perfecto en nuestra vida, coartándolo antes de que nos haga daño, pues cada persona vive cosas diferentes y a nuestra manera todos buscanmos la felicidad. Este tipo de pensamientos deshacen, como el hielo en contacto con el sol, todo indicio de enemistad porque es la compasión la que hace acto de presencia para recordarnos que todos formamos parte de esta humanidad y cada uno está viviendo de puertas adentro lo que necesita para avanzar. Hacer de este día, un día perfecto, también implica no hacer ni decir cosas automáticas que no nos hacen ningún favor a nosotros ni a los demás. Los automatismos durante algún tiempo crearon su espacio para servirnos en la inmadurez, pero

llega el momento en que uno siente la necesidad de elegir la vida que quiere tener. Hacer de hoy un día perfecto también supone dejar espacio a los demás para que puedan expresarse no solo a la hora de hablar, sino a la hora de actuar. Pensar que nuestra manera de hacer las cosas es la mejor es robar a la otra persona su forma particular de ser y de hacer. Hay muchísimos momentos en el día que podemos aprovechar para ser quien deseamos ser. Son esos momentos en que podemos modificar nuestra manera de actuar con solo procesarlo previamente dentro nuestro gracias a estar presente con todo el ser. El olvido, la desgana, el cansancio pueden obrar en nuestra contra y hacernos perder oportunidades únicas, pero ¿qué son estas tres trampas? Simplemente lo que sale cuando el Ser no está presente. Vivir apasionadamente no es dejarse llevar por las pasiones, es amar tanto la vida que deseemos estar al cien por cien implicados en hacer de cada día un día único y perfecto. Si lo más difícil de vivir es ser consciente de estarlo (Eliecer Brenno) ya hemos dado este primer paso, ahora hay que disfrutar de hacer de nosotros y de nuestra vida lo que soñamos. EL MUNDO DE SOPHIA

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Chamanismo

Juan Marí

Segunda parte

La visión sagrada 4

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l vocablo «chamán» trae bastante controversia, aunque según nos cuenta Mircea Eliade, tendría un origen tunguso1. Aún así, si profundizamos un poco más, nos encontramos que este término partiría del pali samana, sramana en sánscrito, ya que hubo un contacto directo entre la corriente budista lamaísta y el chamanismo, que fue influenciado por este contacto. Por lo tanto, chamán proviene del sustantivo shamán en idioma tungú, el cual traduciríamos por «el que sabe», y este verbo, sha que es «saber». Una de las principales características del chamán era su capacidad de entrar en contacto con lo sagrado y de poder manipularlo a voluntad. Para ello, se debía hacer con unos aliados y una serie de elementos mágicos que le ayudarían a realizar el trance2. Generalmente el que iba a ser el futuro chamán vivía experiencias de trances extáticos espontáneos a través

de alguna enfermedad que le llevaría al borde de la muerte. Al verse marcado de alguna forma por un portento de la naturaleza de ese tipo u otros, en algunos casos sería también hereditario. Fuera de la forma que fuese, después recibía una formación precisa por parte de los viejos chamanes que le iban a enseñar cómo entablar relación con los espíritus que iban a ser sus aliados, que le guiarían en sus viajes y que le colocarían a las puertas de la iniciación. A diferencia de médiums y otras personas que tendrían la capacidad de relacionarse con espíritus, el chamán se comunica con ellos, pero en ningún momento los espíritus se apoderan de él, pues mantiene siempre el control de la experiencia, según narra Mircea Eliade. El vuelo mágico no es ni más ni menos que abandonar el cuerpo e ir a esos mundos, al igual que hace el hombre cuando muere, con la diferencia que él conoce el camino de regreso para reintegrarse en el cuerpo.

El

primer chamán tenía el poder de moverse a voluntad por los tres mundos: el celeste, el terrestre y el inframundo. Algunos espíritus que allí habitan se convierten en sus aliados para sortear los peligros que pueda encontrar.

1Tanguso: pueblos de la zona de Manchuria y el este de Siberia. 2 Trance: éxtasis con el objetivo de conectarse a través de un estado de conciencia no ordinario con una realidad transpersonal.

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¿A qué mundos nos referimos? A tres divisiones o mundos totalmente diferenciados pero intercomunicados entre ellos; unos sin otros no pueden existir, forman parte del todo de la existencia. En algunos sitios lo llaman el árbol del mundo que hunde sus raíces en el inframundo, cuyo tronco está en el mundo intermedio y cuyas ramas se abren al cielo. El inframundo es el lugar donde se encuentran, según nos narra la tradición chamánica, los animales de poder y los espíritus de los muertos. A este lugar el chamán acude a enfrentar todo aquello que atenta contra la seguridad y la salud, tanto individual como el colectivo de la tribu. En este lugar es donde se extravían las

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almas tras la muerte o por la enfermedad y él es el especialista en ayudarlas a regresar o a marchar definitivamente. El mundo intermedio es el lugar donde se vive la vida, donde se experimenta. Aquí el chamán encuentra las plantas y las señales que revelan cuándo sucede o sucederá algún evento que afectará a la tribu o a los individuos para bien y para mal. En el cielo se encuentran los dioses y los espíritus luminosos donde el chamán acude a buscar conocimiento y sabiduría y a pedir el beneplácito de los seres brillantes. También le formarían en los distintos ritos y cómo confeccionar sus herramientas mágicas, la indumentaria,


el tambor..., todo lo relacionado con el rol que iba a ejercer. En cuanto al atavío, éste cumplía una función ritual sagrada la máscara, «la máscara juega el mismo papel que el traje del chamán de manera que ambos elementos pueden considerarse intercambiables» (Mircea Eliade). Podrían usar distintos elementos, aunque encontramos las plumas como elemento en común en distintas regiones. Lo más importante es su función que era recrear la experiencia chamánica, salir del tiempo profano e introducirse en el tiempo sagrado, para lo que el traje cotidiano no sirve. Otra indumentaria diferenciada les investía y recordaba aquel lugar al que tenían que marchar; a veces usaban máscaras para encarnar a los ancestros u otros poderes de la naturaleza. En ocasiones, simplemente, se enmascaraban la cara con tiznes o cera. Había que dejar a un lado lo personal, trascender lo temporal, por eso adoptaban un aspecto impersonal en el que se transformaban e investían del poder y del prestigio mágico.

El

chamanismo no

solo es importante por el lugar que ocupa en la historia de la mística. También jugó un papel esencial en la defensa de la integridad física de la comunidad.

El tambor era una parte fundamental que deberían confeccionarse ellos mismos o directamente lo heredaban de los ancestros. Según el mito, el tambor se debía construir a partir del mismo árbol del mundo, y a través de los distintos ritmos, principalmente ayudaba al chamán a generar estados de conciencia no ordinarios a través de los cuales podría desplazarse por los tres mundos a voluntad; le permitía volar por los aires y lo usaba para situarse en el «Centro del Mundo». También podía ser usado el tambor para llamar o apresar espíritus, convocar a sus aliados, ahuyentar a los malos espíritus o capturar momentáneamente uno de ellos para luego extraerlo y rechazarlo. Para concluir, me gustaría resaltar unas palabras de Mircea Eliade: «El chamanismo no solo es importante por el lugar que ocupa en la historia de la mística. Los chamanes han jugado un papel esencial en la defensa de la integridad física de la comunidad» y yo añadiría, durante muchos siglos y con distintas formas en los cinco continentes.

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La prueba de Ares Dolores Cantero

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esde el comienzo de los tiempos se sabe cómo los dioses han buscado contactar con los hombres en la tierra, han sentido curiosidad por conocer qué es lo que ilusiona a los hombres, el porqué aman y qué sienten cuando aman y sueñan. Estos acercamientos que los dioses hacen con los hombres en la tierra, aunque son ignorados por el común de los mortales, conforman los mitos y leyendas. Así mismo, aquellos humanos más excepcionales han soñado alguna vez con conocer y tener contacto con alguno de estos seres extraordinarios. En este anhelo recíproco de conocerse más de cerca, los dioses abandonan su divina morada y bajan a reunirse con los hombres para cumplir con tareas que se les han encomendado. Hoy conoceremos una de las aventuras de Ares, el dios de la guerra. Este inspira a los combatientes a arremeter con valor y fuerza contra sus enemigos. De porte regio, cuerpo fornido y mirada penetrante, cuentan que siempre está preparado para la lucha acompañado de sus fieles aliados: su penacho, escudo y lanza. Es conocido y temido porque acomete con tanta potencia que tiene que ser aplacado por ofrendas y sacrificios de los humanos o por mandatos de sus semejantes, los dioses. Un día, mientras descansaba en palacio oyó los gritos de su hija Alcipe. Nervioso, acudió a liberarla del mal que la poseía y vio que estaba siendo violentada por Halirrotio, hijo de Poseidón. Al contemplar la horrorosa escena, le sobrevino tal ira que perdió el control de sus impulsos y lo mató de una sola asestada, sin contemplaciones. Poseidón, al conocer la amarga noticia, quiso que Ares fuera castigado por la justicia divina y los dioses consintieron. Por mucho que debatían, no sabían qué castigo infringirle. Bien es cierto, que Halirrotio había cometido un error y debía ser castigado, pero no era la primera vez que Ares era poseído por la cólera y cometía un crimen atroz; así que decidieron que ya era hora de que aprendiera la lección. Pero no fue tarea sencilla. Estuvieron debatiendo

durante largas horas hasta que en las mentes de Atenea y Hermes brotó una genial idea. Atenea se dispuso a explicar en qué consistiría el castigo: debería encarnar como humano, estar atado a sus circunstancias y responsabilidades, por lo que pondría más atención en su conducta. Esta sería la parte negativa, y la positiva realizar una labor que le permitiría sublimar sus intenciones y sus actos. Sería un servidor de Apolo, el dios de la armonía y la perfección, patrón de la música y la poesía; de esta forma confiaban los dioses en que su temple se atemperaría a través del contacto con el Arte. Después de que Atenea expusiera su plan, todos permanecían expectantes para ver qué decía Hermes, pero lo único que hizo fue sonreír como si fuera un niño que planea travesuras. Llamaron a Ares para comunicarle el veredicto. De forma tranquila aceptó su castigo y descendió a la tierra de los hombres para aprender una lección que jamás olvidaría. Le instruyeron como servidor del templo de Apolo: limpiaba, purificaba y perfumaba el templo, le enseñaron a tocar la lira, a componer poesía… A veces rompía alguna cuerda, a veces sus versos estaban más inspirados por la pasión que por el amor… y de vez en cuando le poseía tal furor que le hubiera enloquecido si no desapareciera durante horas en el bosque. Los sacerdotes se lo perdonaban porque era un dios y llevaba dentro la energía combativa en estado puro y le era más difícil de dominar que para un mortal. Uno de esos días en los que necesitaba sentir el peso del penacho en su cabeza y el frío tacto del escudo contra su cuerpo, salió corriendo a respirar, a correr, a cazar, a practicar con las armas…, pero algo le hizo detenerse. Vio a una chiquilla que estaba cogiendo agua del arroyo…, parecía una ninfa. Sintió curiosidad y se acercó más para verla, cuando de pronto notó un fuego en su interior… no sabía qué le pasaba, no se asemejaba al furor que le poseía en el EL MUNDO DE SOPHIA

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campo de batalla pero también le ardía el pecho ¿o más bien el corazón? Se acercó más a ella y en cuanto esta levantó los ojos para mirarle, sucedió el prodigio. Cupido, que siempre está al acecho esperando el milagro del amor verdadero, se fijó en ellos. Se sintieron tan prendados

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el uno del otro que les surgió el deseo de fundirse en un apasionado beso que logró parar el tiempo. Pero cuando sus labios se separaron, ella, desconcertada, le miró con cara de horror y huyó corriendo. Ares, a pesar de su aturdimiento, la siguió para poder conocerla mejor,


para ir a su encuentro, para retenerla entre sus brazos…, pero se paró en seco cuando entendió lo que estaba pasando. La doncella entró corriendo en un pequeño templo, precioso, rodeado de un gran jardín exuberante, lleno de flores de diversos olores y colores, con fuentes de agua cristalina, con un patio de firmes columnas…. Era el templo de Afrodita, diosa del amor y la belleza. ¡Era una servidora de la diosa! Y ya sabía dónde volver a encontrarla. El breve tiempo que había estado sirviendo al dios Apolo ya había obrado un cambio en él puesto que no se lanzó a buscar una puerta o entrada en los dormitorios de las sacerdotisas para sorprenderla y montar un escándalo, sino que decidió que al día siguiente la esperaría en el arroyo. La doncella no apareció en días y él estaba cada vez más inquieto. Una mañana, cuando casi se había dado por vencido, apareció de la nada, bella, silenciosa, apacible... Se acercó a ella y antes de que pudiera verle, Ares le tapó la boca con sus manos firmes para que no gritara y la acercó contra su cuerpo, y sus ojos se volvieron a encontrar. Solo el bosque fue testigo de aquello tan hermoso que aconteció en el lugar. Se amaron durante horas. Sentían tal atracción en sus cuerpos y en sus almas que no querían separarse jamás.

Se hicieron promesas para toda la eternidad aunque Ares temía que su familia celestial le reclamara antes de tiempo. Pero no fueron los dioses sino la dama de la muerte la que reclamó la vida de la joven doncella. Fue un proceso rápido y no sufrió. Ares no se había encontrado con ese tipo de dolor hasta ese momento, pero no golpeó la pared, no rompió ningún objeto, no hizo daño a nadie… En cambio, derramó lágrimas hasta que el dolor que habitaba en su corazón se convirtiera en una infinita gratitud y felicidad por la dicha de haber sido amado por una mujer como ella. Ahí es donde los dioses pudieron ver su transformación alquímica. No era el mismo dios que había descendido de los cielos, había adquirido templanza, se habían apaciguado sus emociones y suavizado sus formas, había tomado conciencia de las consecuencias de sus actos gracias al servicio en el templo de su hermano Apolo, pero sobretodo, gracias a la dulzura, el cariño y el amor de una gran mujer y servidora de la diosa. Entonces los dioses y también los hombres fueron testigos de que Ares, el dios de la guerra, había aprendido la lección.

Los dos siguieron sirviendo a sus respectivos dioses, pero desde ese gran día se veían cada noche para yacer juntos hasta que se rendían ante el poder de Hipnos. Ares se quedaba embelesado con sus delicados gestos, con la belleza que destilaban sus movimientos, con su mirada de amor y compasión cuando Ares le contaba alguna metedura de pata, con su sensibilidad poética… ¿Cómo podía hablar con tantos diferentes matices de las flores, del mar, de la vida? Le acariciaba con tanta ternura que logró desarmar al dios de la guerra y este se dejó llevar y aprendió a disfrutar de la energía femenina que también latía dentro de él.

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Casi al final de la Historia... 12

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Xavi Villanueva

Divulgador cientĂ­fico


«Como decíamos ayer...» Fray Luis de León

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¿ de

uántas veces nos han hablado la grandiosidad del universo?

¿Y cuántas veces hemos deducido la imposibilidad de ser únicos, de que no tiene sentido la persistente soledad? Nuestra historia como especie es muy corta y está llena de azares que no parecían augurar ningún plan divino o extraterrestre. A lo largo de miles de millones de años, la biosfera terrestre ha desarrollado una capacidad asombrosa para recuperarse de los más terribles desastres, vinieran del interior de la tierra o de las profundidades del espacio. Y en toda esta larga historia, solo una especie ha sido capaz de evolucionar hasta la consciencia, obteniendo la clave para preguntarse las razones de su propia existencia, ahondando en los más profundos misterios, pero llevando el proceso hasta sus últimas consecuencias, cocinando un plan absurdo para dilapidar los recursos y el alma del lugar que le da el sustento… No hay otro ejemplo igual en la biosfera… bien, los virus quizás… Tal vez por ello hay quienes se preguntan si la inteligencia (nuestra inteligencia), es realmente una característica adaptativa o si no es tan solo un terrible error de la naturaleza.

Sea como sea, después de unos 3800 millones de años de evolución y casi al final de la historia, en el último suspiro de ese gigante aparentemente dormido del tiempo, aparecimos los seres humanos, entes capaces de casi todo: hemos construido máscaras de oro de perfección casi mística con las que cubrir los rostros de aquellos que fueron reyes, ungidos por el aceite de la divinidad; nos hemos atrevido a fabricar armas apabullantes con las que matar a aquellos que nacieron como nosotros, de los restos insignificantes de un exabrupto estelar, tan brillante y espectacular como cien mil galaxias; o nos hemos apasionado finalmente ante la sublime estrategia de un bosque, capaz de pintar todos los verdes del mundo, mientras nos cede el aire que nos permite vivir. Es difícil conjugar una filigrana cósmica que permita inventarnos, o al menos eso se deduce al profundizar en el lenguaje de la inmensidad. Al estudiar el funcionamiento esencial del universo, se descubre que las constantes de la naturaleza parecen haberse conjurado para escribir una fórmula mágica esencial que nos dé cabida en el cosmos (pequeñas variaciones en los valores de esas constantes hacen que el universo, tal y como lo conocemos, deje de existir) y aunque esto muchas

Al estudiar el funcionamiento esencial del universo, se descubre que las constantes de la naturaleza parecen haberse conjurado para escribir una fórmula mágica esencial que nos dé cabida en el cosmos. EL MUNDO DE SOPHIA

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veces se asemeja a un sueño y a pesar de los pesares, todos somos y todas formamos parte de ese sueño. Así pues ¿qué lugar ocupamos en realidad? Si hiciéramos un recorrido por la historia del universo, de forma que cada metro del paseo cósmico (aproximadamente, cada paso) representase 10 millones de años, estaríamos caminando durante 1.4 km (algo así como hacer todo el Paseo del Molinar hasta Ciudad Jardín). Y de todo este largo recorrido, nuestra historia, el cuento con el que explicamos el camino de la Humanidad, desde la mítica Babilonia hasta los viajes más allá de Plutón, ¡estaría comprimida en el último mm del camino! (de 1.400.000 mm totales) ¿Es realmente posible imaginar algo así? Nuestra gran historia, la historia de la Humanidad, todas las acciones de las mujeres y los hombres de este

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planeta, todas las guerras, todas las historias de amor, todas las batallas y todas las paces, todas aquellas culturas que han sido, que han estado y que han desaparecido, todos los inventos, los descubrimientos, los fracasos, las victorias, las esperanzas y las desilusiones, todos los reyes y emperadores, dictadores y santos, ángeles y diablos, todas las grandes palabras y todos los discursos, toda la codicia, el agradecimiento, todo el odio y todo el amor… Johann Sebastian Bach, Wolfrand Amadeus Mozart, Luwig van Beethoven, William Shakespeare, Aristarco de Samos, Hipatia, Galileo Galilei, Johannes Kepler, Isaac Newton, Albert Einstein, Madame Curie, Gustav Mahler, Ramon Llull, todos aquellos desconocidos que han escrito la historia sin nombres, gotas de luz congeladas en el tiempo. Todas nosotras, privilegiadas de vivir en este planeta increíble y en este


momento tan especial, todo esto no es más que un instante minúsculo en la Gran Historia del Universo, nuestro universo, un rincón del vastísimo Cosmos. Y hemos llegado muy lejos. Hemos construido y hemos destruido. Hemos inventado artilugios mágicos con los que llegar al fondo de las cosas, al alma de la materia, para descubrir cómo la lógica se hacía pedazos, el determinismo temblaba desde sus cimientos y la incertidumbre campaba a sus anchas para concluir que nada, absolutamente nada, es eterno. Es posible, entonces, que debamos acercarnos a la naturaleza de una forma distinta, dejando de ser ese depredador despiadado e insensible que agota el aliento del propio hogar, siendo realmente conscientes de lo que somos y del lugar que ocupamos. Tenemos la gran suerte de que nuestra visión del mundo se haya expandido a través de una mirada más profunda hacia el tiempo evolutivo que se extiende miles de millones de años en el pasado, en realidad, vemos todas las cosas iluminados por eones de creatividad biológica. Somos el resultado de millones de pruebas que lejos de ser aleatorias o deterministas, tienen un profundo carácter exploratorio… Tal vez debamos preguntarnos por qué nos merecemos este hermoso lugar donde vivimos y entonces decidir cuál es el camino que queremos seguir y cuál es el verdadero legado que queremos dejar a aquellos que nos habrán de continuar. Porque, a fin de cuentas, el futuro lo creamos nosotros y para hacerlo, debemos huir del miedo. Tal vez y solo tal vez, este sea el primer paso hacia la trascendencia. A fin de cuentas, vivimos en una mota de polvo cósmico, una joya azul turquesa, colgada en medio de la oscuridad. A Carl Sagan, por su profunda humanidad...

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Theo Laurendon

¿Qué sabemos realmente del amor? H

ay una frase del proverbio chino que dice: «Cuando bebas el agua, recuerda la fuente» . En el tema que vamos a tratar, la fuente es el amor incondicional que ha fomentado lo mejor y más grandioso que el hombre haya podido concebir; las extraordinarias obras de arte, las más elevadas enseñanzas de los grandes maestros espirituales de la humanidad, la que ha creído posible la paz y la ha plasmado infinitas veces en el mundo. Pero a nuestro propio nivel, la primera pregunta que nos asalta es ¿qué parte de ese amor somos capaces de vivir cada uno de nosotros? Estamos acostumbrados a oír cómo las parejas discuten, mienten o lastiman «por amor»; a políticos que «por amor» quieren cambiar el país aunque en realidad lo hacen por interés personal; a bombardeos publicitarios basados en neuromárketing que nos quieren hacer comprar «por nuestro bien y para que seamos más felices» cosas que no necesitamos. Y para usar otro ejemplo más extremo pero muy real, personajes que han hecho mucho daño a la humanidad por su tiranía, en su 16

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juventud soñaban con mejorar las cosas, con ayudar a forjar un mundo mejor con buenas intenciones y deseos hacia su país y hacia su gente. Entonces, ¿qué es lo que pasa para que tantos buenos deseos se desencaminen y desorienten hasta tal punto de perder el rumbo y parecer que se ha pasado al lado oscuro? Cualquier riguroso buscador y amante de la verdad, cualquier autentico filosofo o discípulo, a lo largo de la historia, tarde o temprano se da cuenta que a veces nuestro ego tiende a manipular el amor para que deje de ser incondicional y le beneficie solo a él. Dar está muy bien, pero siempre recibiendo algo a cambio. Lejos de hacernos perder la fe en la realidad de la existencia del Amor, nos debería invadir una profunda curiosidad y un sólido compromiso de descubrir la forma de no caer en «el falso amor» y de vivirlo con la más auténtica pureza posible. Diferenciaremos por lo tanto, tres tipos de amor: el amor de máscara, el amor condicional y el amor incondicional del que ya hemos hablado un poco.


El AMOR DE MÁSCARA nace como una segunda piel con el fin de protegernos y creermos a salvo evitando así sentirnos vulnerables ante los demás. Pretende hacer el bien, pero la persona miente, falsea, es malicioso y cobarde siempre y cuando le haga creerse que es fuerte, invulnerable y amable. No es amor, sino deseo personal. En este grupo encontraríamos muchos de los políticos que han aprendido el arte de «aparentar», que actúan por fines inegoístas, ladrones, vendedores malintencionados etc. Y en cualquier persona de a pie, la necesidad de ser amado le hace adoptar papeles y actitudes impostadas, cuando la verdadera motivación inconsciente no es otra que no dejar al descubierto su verdadero personaje real. Este tipo de perfil psicológico no es el más común, aunque sí puede llegar a ser el más peligroso como es el caso de los sociópatas. El segundo tipo de amor es el AMOR al que solemos estar más acostumbrados. Como es el que más vivimos en nuestra vida cotidiana es al que mejor tenemos que entender. CONDICIONAL,

Es un amor que realmente nos impulsa a ayudar a los demás y a hacer el bien pero se llama «condicionado» pues a la vez que damos, esperamos recibir algo a cambio. Por ejemplo, quiero regalar a un amigo una película que acaba de salir porque además de hacerle feliz, sé que después nos invitara a su nueva casa para verla y a disfrutar de un buen cocktail. O puede ser que queramos ayudar a los demás en un proyecto de voluntariado porque está de moda y en el fondo, nos gusta que los demás nos vean siendo «buena persona». Pero, principalmente, se llama amor «condicionado» porque viene con condiciones: «amo solo si…» Podemos querer muchísimo a nuestra pareja siempre y cuando nos haga sentir especiales y únicos, pero cuando él o ella deja de transmitirnos esta imagen ya no nos gusta tanto y el amor que en su día era ideal, empieza a sufrir un desgaste. O que queramos muchísimo de corazón a nuestros hijos o nuestros padres, pero solo si hacen lo que nosotros queremos que hagan, aunque demos a entender que lo decimos con nuestras mejores intenciones y para su bien.

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¿Y también pasa con nosotros mismos? ¿Te ha pasado que al mirarte en el espejo y al ver un defecto físico que no te gusta te hace quererte menos? Ese amor hacia uno mismo también puede ser condicionado cuando nos sabemos con defectos. Todas las revistas de moda, publicidad y nuestra propia imaginación nos hacen creer que para querernos debemos ser lo más perfectos posible. No es un amor incondicional sino un amor con condiciones: me quiero si soy de esta forma o de la otra… El amor condicional por lo tanto no es del todo amor, sino más bien una mezcla entre amor puro y deseos personales... El AMOR INCONDICIONAL, como su nombre indica, ama sin condiciones. Dice: «amo» sin añadir «solamente si…». Es el amor que ha levantado las pirámides, el Panteón de Roma y París, la Gioconda de Da Vinci; «La Novena Sinfonía» de Beethoven y «Las Cuatro estaciones» de Vivaldi. Del amor incondicional surgió el arte y jefjefe le han dedicado sus vidas los grandes artistas de la historia…, por amor al arte. Este tipo de amor también inspiró a Ghandi y a Nelson Mandela a entrar en política a pesar del dolor, de las dificultades y de las necesarias y duras renuncias personales para poder crear un mundo más justo, por amor hacia sus hermanos los seres humanos. Es también el amor incondicional el que hace que todos los días científicos, investigadores y pensadores de todos los países se levanten con el anhelo de descubrir la verdad. Nuestros coches, nuestros hospitales, nuestro conocimiento sobre el cosmos, las técnicas de meditación y las enseñanzas sobre el mundo que han dejado los sabios..., todo esto existe gracias al amor por la verdad. Y para terminar, cómo no mencionar la vida de un Jesús, un Buda, una Madre Teresa de Calcuta y los millones de personas que cada día ayudan con su labor educativa, sanitaria etc. por amor al bien.

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El amor incondicional da sin esperar nada a cambio; ama sin condiciones porque hace lo que quiere hacer y así es feliz, ayer, hoy y mañana, a pesar de los obstáculos. El amor es complejo, difícil de vivir plenamente y de una forma pura. Posiblemente pocos de nosotros estemos preparados para ello, pero tenemos el testimonio de muchos grandes hombres y mujeres que fueron capaces de ello, lo que confirma que no es imposible vivir el amor de forma incondicional. Estos ejemplos nos pueden regalar una idea muy poderosa: todo lo mejor que tiene la humanidad se ha hecho por Amor. Y esto nos debería motivar para creer e imaginarnos abandonando un poco el mundo del amor condicional y dejar espacio para elevarnos cada día un poco más hacia el Amor incondicional.


La felicidad Un hombre le dijo a Buda: “Yo quiero felicidad. Buda contestó: Primero retira “yo”, eso es el ego. Después remueve “quiero” porque es deseo. Mira, ahora solo tienes “Felicidad”. Si deseas felicidad de los demás, sé compasivo. Si deseas tu propia felicidad, sé compasivo.

La verdadera felicidad consiste en hacer el bien. Aristóteles

Dalai Lama

Desciende a las profundidades de ti mismo, y logra ver tu alma buena. La felicidad la hace solamente uno mismo con la buena conducta. Sócrates

¿Qué hace falta para ser feliz? Un poco de cielo azul encima de nuestras cabezas, un vientecillo tibio, la paz del espíritu. André Maurois

Seamos agradecidos Si quieres comprender con las personas que la palabra felicidad, nos hacen felices, ellos tienes que entenderla son encantadores como recompensa y jardineros que hacen no como fin. florecer nuestra alma. Antoine de Saint-Exupery

Marcel Proust EL MUNDO DE SOPHIA

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Grandeza y misterio del Antiguo Egipto Primera parte 20

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Javier Vilar


H

ay un lugar especial entre la tierra y el cielo, un lugar antiguo y ancestral, cuyas solitarias ruinas resisten todavía hoy el implacable embate de los siglos, como testigos mudos y silenciosos de un pasado remoto… Un tiempo mítico y legendario, en el que los grandes sabios, héroes y magos hicieron por primera vez su aparición en el escenario de la historia. Un tiempo fuerte y sobrenatural, saturado de energía creadora1, en el que los hombres fueron capaces de levantar pirámides, templos y obeliscos en honor al divino principio de armonía universal que rige los mundos². Un tiempo mágico y auroral, en el que los dioses pactaron con los hombres y les revelaron algunos de los más poderosos secretos de su ciencia divina, pues según declaran los egipcios en sus textos y algunos autores griegos como Platón o Plutarco, fueron los propios dioses egipcios los que iniciaron a los hombres en los herméticos conocimientos de la magia, la medicina, la astronomía, las matemáticas, la arquitectura, la geometría, los símbolos y el lenguaje escrito, haciendo posible con ello el nacimiento de una de las más grandes y longevas civilizaciones de la historia: Egipto. Egipto es el nombre que los griegos usaron para referirse al legendario país del Nilo. El término Aegyptus deriva del vocablo griego Aegeon-Uptyos, que significa «la tierra que está más allá del Egeo», lo que en su mentalidad era una forma de aludir al misterio de lo desconocido, de aquello que está «más allá del mundo conocido». Sin embargo, su nombre egipcio original era Khemet, que significa «la tierra negra», pues ése era el color que adquiría la tierra egipcia después de la inundación, tras haberse depositado en ella el limo fértil del Nilo que traía la vida, la prosperidad y la abundancia al «País de las dos Tierras», o el País de Ta-Mery, como llamaban los propios egipcios a su tierra amada. Lo cierto es que desde la aurora del «tiempo primero», en esta tierra bendecida por el Ka³ de los dioses, acunada por la luz el ¹Heka es el dios de la Magia y también la poderosa energía que usaron los dioses para crear el universo. ²Maat es la diosa egipcia que personifica el orden cósmico de la existencia, el equilibrio natural y la armonía universal. ³Ka es el «doble luminoso» o cuerpo energético de todas las cosas vivientes. Según los egipcios, todos los seres tienen un ka. ⁴La diosa Nut personifica el universo estrellado.

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sol y amamantada por las aguas del Nilo, reinó siempre la paz y el silencio. Todavía hoy, muchos siglos después de que sus antiguos moradores abandonaran estos lugares, la cálida brisa que acaricia las viejas piedras de sus capillas, sus templos y sus tumbas, trae hasta nosotros el intemporal perfume de «lo sagrado». Hace largo tiempo que ya no hay sacerdotes ni sacerdotisas que depositen sus ofrendas en los altares, ni cantoras sagradas que entonen al alba sus himnos de alabanza al «Señor de la vida y el orden de los mundos», sin embargo aquí, en Egipto, el misterio de la creación se reproduce cada día eternamente. Cada nuevo amanecer, el Señor de la Luz emerge triunfante del Nun, el océano primordial de tinieblas, como Jeper-Ra, el Sol eternamente joven, y con él trae la renovación, la vida y la alegría. Cada mañana Ra se eleva desde el horizonte oriental en su barca diurna (mandyet) hasta alcanzar el cenit del cielo como HorAjty, [el Rey (Hor) en su trono de luz (Ajty)]. Y cada día, al caer la tarde, Ra, bajo su forma de Atum (el sol anciano), se oculta majestuoso tras la montaña de occidente y desciende al reino del misterio convertido en Osiris, el «Señor de la Resurrección, Juez de las almas y Rey del Inframundo» que gobierna con suprema bondad y justicia el reino invisible del Más Allá. Y así, mientras el padre Ra atraviesa el firmamento nocturno en su barca nocturna Mesjetet, y auxiliado por su divina tripulación, recorre las doce horas 22

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del Amduat, derrotando cada noche a las oscuras potencias del caos que pretenden aniquilar la creación, aquí, en la tierra de los vivos. Cada día al caer la noche, el vientre estrellado de la madre Nut⁴, resplandece de gozo mientras los Señores de Eternidad navegan por su cuerpo infinito en sus plateadas «barcas de millones de años», sosteniendo la Maat en el universo. Esta forma mágica de ver y entender el mundo, que desde un punto de vista puramente racional podría calificarse de extremadamente simbólica, incluso ingenuamente romántica, en el antiguo Egipto era sin embargo una realidad vital e incuestionable, pues para ellos los dioses no eran símbolos, ni abstracciones teóricas, sino realidades vivas, cuya esencia, cuya energía y cuya presencia estaba inmanente en todos los ámbitos de la naturaleza. Se manifestaba en el curso diario del Sol y en el fluir de las aguas del Nilo, en la circunvolución periódica de las estrellas y en el cambio cíclico de las estaciones, en el eterno retorno de la inundación y en el florecer de la vegetación, en el poder germinal de las semillas y en la inmutable armonía del mundo celeste. No hay ningún paisaje egipcio, ninguna fuerza o proceso de la naturaleza, ningún aspecto de la vida o de la muerte en el que no participaran o estuvieran presentes sus dioses. Es por eso que al estudiar la cosmovisión mágica y la geografía sagrada del Antiguo Egipto, tal y como se ve reflejada tanto en los relieves y pinturas de sus templos


y sus tumbas, como en la orientación celeste de sus monumentos, nos damos cuenta que, para los antiguos egipcios, el eje ontológico de referencia que orientaba su existencia por el río de la vida era «lo divino» y «lo eterno». Para ellos, todo cuanto existía aquí abajo en la tierra no era más que el reflejo material o doble corpóreo de su imagen luminosa o modelo celeste. De ahí que para entender la geografía sagrada del Antiguo Egipto, es necesario conocer su geografía celeste, ya que para ellos la tierra era el espejo del cielo. Por eso en el «Discurso de Iniciación» vemos que el dios Thot le dice a su discípulo Esculapio: «¿Acaso ignoras tú, oh Esculapio, que Egipto es la imagen del Cielo? ¿La proyección aquí abajo del orden que reina en el mundo celeste?» En efecto, todo en Egipto toma su modelo de referencia del mundo celeste y divino. Así, dentro del estado egipcio, el Faraón asume la misma función que el Sol en los cielos, pues de igual forma que Ra gobierna en el mundo celeste y mantiene el cosmos en perfecto orden y armonía, su hijo, el Rey (Sa-Ra) lo hace también aquí abajo, en la tierra, como garante de la Justicia Divina (Maat) entre los hombres. Asimismo, dentro de esta cosmovisión sagrada, el Nilo era el doble terrestre del Nilo celeste o Vía Láctea. De hecho, ellos creían que las aguas del Nilo provenían del Nun, el océano primordial del que había surgido la vida en el principio del tiempo. Por eso, el sabio griego Heródoto decía que Egipto era un «don del Nilo», y tenía mucha razón, ya que sus aguas atraviesan el país egipcio de sur a norte, como una columna vertebral de más de mil kilómetros, fecundando la vida a su paso. Así, cada año, al llegar el verano, el Nilo se desbordaba inundando los campos con sus aguas de vida, y fecundaba la tierra con el oscuro limo fertilizante que arrastraba en su seno. Era el fenómeno de «la crecida», que señalaba el comienzo del Año Nuevo y el inicio del calendario egipcio, que dividía el año en tres estaciones: Ajet «la inundación», Peret «la siembra» y Shemu «la cosecha».

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Para los antiguos egipcios los dioses no eran símbolos ni abstracciones teóricas, sino realidades vivas, cuya esencia, energía y presencia estaba inmanente en todos los ámbitos de la Naturaleza.

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Pero las aguas del Nilo por sí solas no son suficientes para sostener y renovar la vida en el mundo egipcio, hace falta también la potencia generatriz del sol, para poder fecundar las semillas, haciendo florecer la vegetación y las cosechas. Es por ello que, para los antiguos egipcios, estas dos divinas potencias de la naturaleza eran las que cosmizaban el mundo egipcio dándole un sentido teleológico y sagrado. Hapy, el Nilo, y Ra, el Sol, eran los dos ejes primordiales que orientaban su geografía sagrada, dinamizando sus recursos naturales y ritmando sus ciclos vitales en armonía con el Cosmos. De esa forma, al atravesar el país egipcio de sur a norte, las aguas del Nilo mantienen unidas «las dos tierras» (el Alto y Bajo Egipto). Sin embargo, en Egipto, los dioses suelen actuar a la vez de forma tan opuesta como complementaria, por eso, mientras el Nilo divide la tierra egipcia en dos riberas, la oriental y la occidental, Ra las vuelve a unir en el transcurso de su diaria carrera.

Y dado que el sol renace cada día por el horizonte oriental y desaparece cada tarde tras el horizonte occidental para descender al inframundo, dentro del pensamiento egipcio, la orilla oriental del Nilo se convirtió en la «tierra de los vivos» y la orilla occidental en la «tierra de los muertos». Esto explica por qué prácticamente todas las ciudades, los palacios, las Casas de la Vida (Escuelas de sabiduría) y templos del culto divino, se edificaban sobre la ribera oriental, mientras que todas las necrópolis, con sus respectivas tumbas, pirámides, templos funerarios y escuelas de embalsamadores se encontraban en la ribera occidental del Nilo. En cualquier caso, no cabe duda que en la cosmovisión mágica de los antiguos egipcios, el Nilo y el Sol, junto con las demás divinas potencias de la naturaleza, interactuaban entre sí de una forma tan complementaria como interdependiente, para que los antiguos egipcios pudieran vivir su existencia en perfecta armonía con el Cosmos.

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la sabiduria del

T A O Elena Machado

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« ntes que el cielo y la tierra, existía ya algo A completo en sí mismo, quieto y profundo. Solitario, inmutable, autosuficiente e inagotable. Se le podría llamar la Madre misteriosa. No se conoce su nombre. Yo lo describo como el Tao.» Tao Te King, XXV.

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l taoísmo es una sabiduría sostenida en una concepción del universo en la que el origen de Todo cuanto existe (incluidos nosotros mismos), su realidad más íntima, es algo ya completo, autosuficiente e inagotable, que se expresa en infinitud de formas. No se trata de un saber racional porque lo que la palabra «Tao» designa va más allá de la mera lógica, se trata de un saber vivo pues el Tao se saborea en aquellos momentos lúcidos de nuestras vidas en los que nos salimos de nuestro pequeño mundo personal y sentimos que respiramos con libertad y plenitud, llenándonos del puro goce de ser, de existir. Son esos momentos en que «sabemos», que todo está bien, que todo tiene su propia luz, su propia belleza, su propio ser más allá de que nuestra mente racional llegue a comprenderlo del todo o no. También lo saboreamos cuando dejamos de imponer sobre la realidad nuestra voluntad, cuando nos dejamos llevar por la vida con la curiosidad y la confianza de un niño, cuando soltamos toda resistencia a la verdad que el mundo pone ante nuestros ojos. Es imposible «encapsular» esos vislumbres en palabras. Los sabios Lao Tse o Chuang Tzu no se molestaron en atrapar lo inaprensible, expresaron su sentir a través de imágenes poéticas, metáforas e incluso frases enigmáticas y aparentes sinsentidos.

El Tao es ese principio único del que hablaron todas las grandes tradiciones de sabiduría. Es lo invisible de lo visible, el sustento nutricio de toda forma, la inteligencia inherente a todo lo que es. El cosmos, en toda su multiplicidad y maravilla, es el rostro visible del Tao, que fue llamado Logos por los antiguos griegos, Brahman en el pensamiento índico o lo que los sabios herméticos llamaban Todo. Que el Tao sea el sustento esencial del universo significa que Tao y mundo son una misma realidad. No tiene sentido despreciar el mundo para llegar al Tao, se trata más bien de vivir íntimamente conectados con el mundo y su devenir porque es mediante ese mundo y ese devenir como el Tao se expresa, se crea y recrea a sí mismo. El orbe no es una ilusión a la que haya que despreciar o con la que haya que luchar, el espejismo se crea en nuestra mente cuando olvidamos el horizonte profundo que otorga sentido y unidad al mundo y a ese devenir que apreciamos con nuestros sentidos físicos. El universo en toda su realidad fenomenológica puede tornarse, ante nuestros ojos, de realidad visible a velo que oculta si olvidamos aquello que posibilita lo que aparece y tomamos por verdad las múltiples formas y colores con las que el Tao se viste. EL MUNDO DE SOPHIA

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Si el Tao es el sustento esencial del universo, el Tao y el mundo son una misma realidad. Por lo tanto, no tiene sentido desprespreciar el mundo para llegar al Tao.

En nuestra arrogancia, olvidamos que existe una inteligencia más amplia y profunda que nuestro limitado entendimiento cuando pretendemos controlar todos los aspectos de nuestra vida (y, por añadidura, de toda la naturaleza), cuando pensamos que necesitamos doblegar nuestro ser y disciplinar nuestro hacer por medio de innumerables planes y normas. Ese envanecimiento equivale a creer que dejar al mundo a su cuidado es dejarlo en manos de la nada o peor, del caos; que permitirme ser, expresarme, sin mediación de todos esos planes y normas es algo terrible porque, ¿quién soy yo sin mis ideas, normas e historias?

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¿Cómo voy a dejarme en manos de la vida, de la sabiduría del Tao, si creo que no hay sustento ni benéfico ni inteligente en él? Desde esa visión el mundo es, desde luego, un lugar terrible y salvaje al que hay que domesticar y del que hay que defenderse. Un concepción del todo contraria a la del taoísmo. En occidente, la idea de «progreso» es poco menos que sagrada y nos han educado en la creencia de que sin planes y normas que impliquen lucha y superación no hay progreso, ¿es eso verdad?. Creo que depende de lo que entendamos por «progresar». Si creo que el mundo en el que vivo en un lugar esencialmente


imperfecto e incompleto, inseguro e incluso terrible dejado a sí mismo, el progreso será una lucha por someterlo a la voluntad humana. Si entiendo el progreso como un facilitar el despliegue del Tao, humildemente, desde el amor y el respeto, educiré lo mejor de mí en cada momento. Es tan sencillo como eso. La primera creencia es una locura y ya estamos siendo testigos de las consecuencias de esa ceguera, además, ¿cómo voy a expresar lo mejor desde la tensión y el maltrato que conlleva el estado de lucha? Es imposible. Nos dice Chuang Tzu que el Tao se articula mediante una capacidad denominada Te, que es la realización o expresión del Tao en el mundo manifestado. El te es la naturaleza esencial de cualquier cosa cuando es encarnada por esa cosa. Participamos del Tao llevando a cabo nuestro te, poniendo en práctica aquellas capacidades y modos de vida que nos son propios. Eso es ser taoísta, vivir en armonía consciente con lo que uno Es. Lo que nos viene a decir el Te como manifestación de la naturaleza esencial es que no necesitamos tanto crear leyes para encauzar la vida (la vida ya está

encauzada) como aprender a vivir la vida tal y como se expresa en cada momento. El estar demasiado encerrados en planes y normas nos merma la capacidad de ver y de decidir con creatividad. La sabiduría del Tao sugiere que no hemos de quedar atrapados en cómo creemos que deberían ser las cosas, apunta a que enfoquemos toda la energía de nuestro querer en vivir con felicidad y plenitud con lo que hay ahora, más allá de que nuestro hacer creativo pueda estar enfocado en dar cada vez más y mejor cauce vivo a nuestro te. Paralelamente, a medida que vamos educando nuestra mirada y nuestro hacer en respetar al máximo nuestro querer esencial, aprendemos a tener ese mismo respeto con todos y con Todo. Propiciamos que la naturaleza y todos los que en ella viven expresen también lo mejor de sí. Y este punto el Tao nos lleva a algo de vital importancia en nuestra vivencia diaria: la percepción clara de nuestro «querer» esencial. Ya lo decía Schopenhauer «Un hombre puede hacer lo que quiera, pero no querer lo que quiera», y no hablaba de querer un coche nuevo o querer ser más alto o más guapo, sino de un querer más EL MUNDO DE SOPHIA

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profundo que a veces se manifiesta en la idea de tener un coche nuevo, ser más alto o ser más guapo. Son distorsiones muy frecuentes que se dan entre el origen de nuestros anhelos y su manifestación, distorsiones fruto de nuestra educación, de nuestras experiencias, de nuestros valores y de nuestras creencias. La percepción clara de nuestro querer profundo es, desde mi humilde punto de vista, el trabajo fundamental al que todo humano debe dedicarse porque de ello depende su felicidad, su serenidad y el contento íntimo que deviene de llevar una vida con sentido. Eso es el wu-wei, no hacer nada que no sea espontáneo y natural (es decir, lo que naturalmente se expresa desde nuestro interior). Es ausencia de toda actividad forzada porque si no forzamos, el hacer es tan natural que es como si no hiciéramos nada. El wu-wei nada tiene que ver con la pasividad, tiene que ver con afinar nuestra comprensión con el fin de distinguir lo que depende de mí de lo que no, lo que favorece mi querer de lo que lo obstaculiza. Descubro que lo que necesito no está fuera,

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que no he de luchar por alcanzar nada sino que, simplemente, he de ir realizando el hermoso acto de poner luz en lo que está en sombras para que mi te fluya libremente. Wu-wei es el taoísmo en acción, la vida en armonía consciente con la corriente de la Vida. Para esto no hay recetas universales, es un descubrimiento y auto-descubrimiento constante. Se trata de un arte de vivir que exige despertar conciencia para discernir que es posible y pertinente hacer en cada situación, para ir reconociendo las leyes de la Vida y mi verdadera voz a fin de respetar sus anhelos. ¿Cómo saber si estoy en el camino? No es un saber racional, es un sentir. Más allá de las circunstancias objetivas que me toque vivir (y de los «errores» que pueda cometer), siento que gano en fuerza interior, en capacidad de hacer (no me agoto, no me quemo, no me frustro); que gano en alegría de vivir y en ganas de compartir sin exigencias y que mi mirada se hace más amplia, más profunda, más serena. Todo eso nos ofrece la sabiduría viva del Tao.


Outlander Director: Howard MacCain La saga de la escritora estadounidense Diana Gabaldón se está convirtiendo en un auténtico fenómeno de masas. A pesar de ser una novela de género fantástico, está muy bien documentada a nivel histórico. Los personajes principales de la obra son complejos y evolucionan psicológicamente a lo largo de la trama. Cada uno de los seis libros son bastante extensos, eso se debe a la atención al detalle de la autora que realmente transporta al lector haciéndole viajar a los misteriosos y mágicos paisajes de las tierras altas y acercarse a sus fascinantes gentes y tradiciones.

«Autoconfianza» o «Confianza en uno mismo» Autor: Ralph W. Emerson Ralph Waldo Emerson fue un filósofo y poeta norteamericano. Su pensamiento, fundamentado en Platón con influencias del romanticismo alemán y el hinduismo, es afirmativo, vitalista y optimista. Autoconfianza es un canto a la dignidad humana y a su fuerza esencial. Es una llamada al despertar de la conciencia y a no tener miedo de esa voz que surge de la más profundo de uno mismo, puesto que «¿Es acaso tan terrible no ser comprendido? Pitágoras no fue entendido, ni Sócrates, ni Jesús, ni Lutero; y tampoco lo fueron Copérnico, Galileo o Newton, ni ninguno de los espíritus puros y sabios que han pisado la

tierra. Ser grande es ser mal comprendido.» Emerson propone una nueva espiritualidad cuyo eje central es la confianza en nuestras capacidades innatas. Esa autoconfianza es la llave mágica que nos pone «en contacto con la energía cósmica; la fuente creadora de la vida, con Dios o el orden para los deístas y con la ‘totalidad’ para los panteístas»

Sin barro no crece el loto Autor: Thich Nhat Han Este pequeño libro nos muestra el secreto de como encontrar la felicidad sin dejar de hacer frente a los sufrimientos de la vida. Aplicando las técnicas del mindfulness o conciencia plena, Thich Nhat Han, maestro y monje budista, podemos hacer las paces con el dolor y convertirlo en comprensión, compasión y alegría. La vida es un equilibrio entre la felicidad y el sufrimiento, en unos momentos de nuestra vida predomina la alegría haciéndonos creer que nada puede nublar este estado de tranquilidad;

mientras que en otras épocas es el sufrimiento el que aparece y toma protagonismo en nuestra conciencia. En este libro aprendemos a abrazar tanto la alegría como el dolor y aceptar la visita de ambos para extraer de esta experiencia la verdadera libertad y felicidad. EL MUNDO DE SOPHIA

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SSSergio G. García

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l antiguo Egipto cultivó una cosmovisión holística e integradora en la que se vivía aquí en la tierra una realidad celeste y todos sus rituales estaban encaminados a sustentar esta concepción del mundo. Este hecho ha fascinado a todos los que han entrado en contacto con esta enigmática civilización, que se torna más grande a medida que uno va profundizando en sus distintas facetas. Su complejo sistema de creencias es una fuente inagotable de «pequeños y grandes misterios» que nuestras mentes occidentales no están preparadas para entender solo a través de la razón. 32

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Es por eso que el egiptólogo Javier Vilar concibió una muestra didáctica capaz de transportarnos a ese tiempo del Antiguo Egipto, a través de recreaciones con dioramas, paneles informativos, montajes de video en 3D y una cuidada selección de reproducciones arqueológicas, elaboradas artesanalmente por los voluntarios culturales de la Fundación Sophia. «El Ritual Funerario del Antiguo Egipto» es una exposición itinerante que pretende ofrecer al público en general la visión que tenían los antiguos egipcios de la vida, la muerte y el Más Allá que se ilustra a través de los rituales de momificación.


La muestra incluye un diorama del enterramiento predinástico del «Hombre de Gebelein», la primera momia egipcia intacta, conocida con el nombre de Ginger, por el color rojizo de su pelo. Data entre el 3.351 y 3.317 a.C, mucho antes de la unificación de Egipto por Narmer en el 3.200 a.C. También se pueden admirar más de sesenta reproducciones egipcias distribuidas en las distintas salas, como la de la Gran Pirámide, donde se explica el significado de la geometría de estas construcciones y todos los misterios

que esconde en su interior. La sala de la momificación que acerca al público a las técnicas de embalsamiento; la sala de Tutankhamón, la tumba más famosa descubierta en Egipto, y la sala del ajuar funerario con todas las piezas y elementos que componían dicho ajuar. «Los Reinos del Silencio» inició su itinerancia en octubre del 2018 en el Centro Cultural «La Bohemia» de Castellón. Los visitantes que se acercaron a ver la exposición salían maravillados de la experiencia, compartiendo el sentimiento de respeto y admiración EL MUNDO DE SOPHIA

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que sentían mientras recorrían los distintos ámbitos de la misma.

variedad de amuletos y «ushabtis», que se depositaban en la tumba del difunto.

Más de doce mil personas disfrutaron durante dos meses de esta exposición, convirtiéndose en el evento cultural más destacado de esa ciudad durante este año. En un futuro cercano, se tiene previsto que se aloje en otras ciudades de nuestro país.

«Conocer la forma de vivir, de pensar y de sentir de los antiguos egipcios, puede ayudarnos a entender mejor nuestra propia cultura y nuestra actual forma de vida», comenta el egiptólogo Javier Vilar acerca del antiguo Egipto. «Bajo las colosales piedras

Para una información más curiosa se puede dar un vistazo a «cómo se hizo» la exposición a través del canal Youtube de Fundación Sophia, bajo el título «Making of Los Reinos del Silencio». Asimismo, pueden ver el audiovisual «El Ritual Funerario en el Antiguo Egipto» para contagiarse de la magia del viejo país de los faraones.

de esos bellos monumentos, cuyas ruinas se esparcen a lo largo de las riberas del Nilo, subyacen ocultos los fundamentos ontológicos de nuestro propio sistema de creencias, especialmente en el tema que esta exposición presenta: la relación del ser humano con la muerte, el tránsito del alma por el Más Allá y la búsqueda de la inmortalidad».

Entre las reproducciones arqueológicas que se pueden admirar en esta colección, destaca la máscara de oro macizo de Tutankhamón, el sarcófago interior que contenía la momia del faraón, el arca del Anubis, el trono del faraón, la mesa de ofrendas y una 34

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No cabe duda que todos aquellos que se acerquen a esta exposición podrán realizar un pequeño viaje en el tiempo y el espacio, traspasando un umbral mágico que les permitirá entender un poco más el misterio del Más Allá.


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Si estamos en paz, si somos felices, podemos florecer, y todos en nuestra familia, en toda la sociedad, se beneficiarn de nuestra paz »««

L

a vida está llena de sufrimiento, pero también ofrece muchas maravillas como el cielo azul, la luz del sol, los ojos de un niño. Sufrir no es suficiente; debemos, además, entrar en contacto con las maravillas de la vida que se encuentran en nosotros, en lo que nos rodea, en todas partes, en cualquier momento. Si no somos felices, si no tenemos paz, no podremos compartir la paz y la alegría con los demás, aun con los seres amados que viven bajo el mismo techo. Si nos encontramos en paz, si somos felices, podremos sonreír y florecer, y todos en nuestra familia, en toda la sociedad, se beneficiarían de nuestra paz. ¿Tenemos que realizar un esfuerzo especial para disfrutar de la belleza del cielo azul? ¿Es necesario practicar para gozar de esto? No, solo lo hacemos. Cada segundo, cada minuto de nuestras vidas puede ser así. Doquiera que estemos, en cualquier momento, tenemos la capacidad de disfrutar de la luz del sol, de la presencia de los demás, aun de la sensación de respirar. No necesitamos ir a China para disfrutar del cielo azul; no tenemos que viajar hacia el futuro para gozar de la respiración; podemos entrar en contacto con estas cosas ahora mismo. Sería una pena que solo tuviéramos conciencia del sufrimiento. Estamos tan ocupados que casi no tenemos tiempo de mirar a los seres queridos, aun los que viven en nuestro hogar, y a nosotros mismos. La sociedad tiene tal organización que aun cuando disponemos de tiempo libre, no sabemos aprovecharlo para volver a estar en contacto con nuestro yo. Hay millones de

maneras de perder este valioso tiempo — ponemos el televisor, tomamos el teléfono o encendemos el auto y vamos a cualquier parte. No estamos acostumbrados a estar a solas con nosotros mismos, y actuamos como si nos desagradáramos y tuviéramos que escapar de nuestra compañía. La meditación exige que tengamos conciencia de lo que sucede —en nuestro cuerpo, en nuestros sentimientos, en nuestra mente y en el mundo. Cada día 40.000 niños mueren de hambre; las superpotencias cuentan ya con 50.000 armas nucleares, suficientes para destruir nuestro planeta varias veces. Empero, el amanecer es hermoso, y la rosa que floreció esta mañana es un milagro. La vida es a la vez atemorizante y maravillosa. Para practicar la meditación debemos entrar en contacto con los dos aspectos. Por favor, no crean que debemos adoptar una actitud solemne para meditar; de hecho, si queremos meditar bien tenemos que sonreír con frecuencia. Hace poco estaba sentado entre un grupo de niños y un pequeño llamado Tim, sonreía. Le dije: “Tim, tienes una sonrisa muy hermosa”, y el chico respondió: «Gracias» Repuse: «No tienes que agradecerme nada, soy yo quien debe hacerlo. Por tu sonrisa, haces que la vida sea más hermosa. En vez de dar las gracias, deberías decir: ‘De nada’.» Si un niño sonríe, o si lo hace un adulto, será muy importante. Podemos sonreír en nuestra vida diaria, si nos encontramos en paz y felices; y no solo nosotros, sino todos los demás se beneficiarían de esa sonrisa. Esta es la forma más elemental del trabajo por la paz. Cuando vi sonreír a Tim, también fui feliz. Si él se da cuenta de que hace felices a los demás, podrá decir: «De nada».

Texto extraído de Ser Paz. El Corazón de la Comprensión de Thigh Nhat Hann. 36

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Herminia Gisbert

La compasiรณn el corazรณn del mindfulness

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reflexiones. ¿Por qué dicen que el corazón de la Atención Plena es la Compasión y no otro sublime sentimiento como podría ser el Amor o la Sabiduría? ¿No sería más coherente que el motor para cultivar y desarrollar la Atención Plena fuera la Sabiduría como fuente de iluminación por la necesidad que tenemos de comprender, de saber, de conocernos más y mejor? ¿No podría ser el Amor, como sentimiento cumbre que engloba a todos los demás, el eje esencial en el cultivo de la «Presencia»? ¿Por qué dicen que el sentimiento de la Compasión es el motor que impulsa el despertar de la conciencia? Tal vez si reflexionamos sobre la definición de «compasión» podamos seguir el hilo que nos conduzca hacia una mayor claridad. Podemos definir la Compasión como la sensibilidad ante el sufrimiento humano, tanto propio como ajeno, junto con la motivación y el compromiso de encontrar recursos para aliviarlo y prevenirlo. Desglosando esta definición, podemos ver que en este proceso intervienen varios factores: Seguro que más de una vez has leído o escuchado esta afirmación: «La Compasión es el corazón del mindfulness», y lo cierto es que yo llevo algún tiempo preguntándome porqué es la compasión y no otro sentimiento el que late en el centro mismo de la Atención Plena… La verdad es que la primera vez que escuché esta frase me pareció un pensamiento precioso, una expresión metafórica muy intuitiva, sentida y formulada desde el corazón. Sin embargo, había algo en mí que no terminaba de dar por zanjado el tema; necesitaba seguir penetrando en la verdad que encerraba tal afirmación. Antes de continuar, me gustaría que tú, que me lees, también te hicieras esa pregunta y así caminar juntos en nuestras

1. El primero es el de ser capaces de darnos cuenta de que hay sufrimiento, tanto sea en uno mismo o en otro ser. Algo, que aunque parece obvio, no lo es tanto, ya que muchas veces huimos de enfrentar aquello que no nos gusta o nos duele, bien rodeándonos de ruidos, bien llenando nuestra vida de estímulos exteriores que nos mantengan «entretenidos»; sea rellenando nuestra vida de acciones, trabajos y relaciones que nos den la sensación de estar aprovechando el tiempo, o sea, anestesiando nuestro corazón y nuestra mente con alguno de los muchos recursos de huida que tenemos, excesos de toda índole, adicciones, etc… Todo, para no mirar y ver aquello que no queremos ver porque nos duele. Por eso, lo primero que hace falta es desarrollar cierto coraje para entrar en EL MUNDO DE SOPHIA

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contacto con el sufrimiento. Haber llegado a cierto punto del despertar conciencial , en donde uno quiere encontrarse cara a cara con la verdad, necesita entender el porqué del dolor, su naturaleza, sus causas y cómo aliviarlas. En una palabra: busca respuestas. En uno de sus escritos, el Dalai Lama comenta que existen tres tipos de sufrimiento: el primero es el sufrimiento físico, emocional y mental, ese del cual todos queremos liberarnos y que va desde dolores musculares hasta dolores de esos que llamamos del alma. El segundo es el dolor por el cambio, por la incertidumbre de la vida, por la impermanencia de todas las cosas; porque todas las cosas que consideramos «buenas» o apetecibles llevan en sí mismas la semilla del sufrimiento, ya que más tarde o más temprano desaparecerán de nuestras vidas. Este dolor es mucho mas difícil de reconocer. Y por último, estaría la tercera forma de sufrimiento todavía mas difícil de distinguir, como algo que debemos superar, al que llama «condicionamiento dominante». Y es que, puede que

hayas mirado en profundidad, que hayas reconocido alguna de las causas del sufrimiento, o que hayas visto con claridad de qué manera puedes liberarte del sufrimiento; y aún teniéndolo claro y sabiendo cómo actuar, hay una multitud de «condicionantes» que no te dejan ejercer tu libre albedrío. Condicionantes kármicos, hábitos adquiridos, miedos, creencias limitantes, adicciones de distinta índole, patrones inconscientes asentados en tu estructura cerebral que escapan a tu control, girando alternativamente y que te atrapan en un ciclo de sufrimiento. Y la verdad es que darse cuenta de esto… duele mucho… Sin embargo, este primer paso de atreverse a mirar y ver, es el primer derecho fundamental que tenemos como seres conscientes y además es nuestro privilegio poder dirigir nuestra propia vida responsabilizándonos de nuestras elecciones. La buena noticia es que este coraje, esta capacidad de mirar con honestidad hacia el propio sufrimiento y el del mundo que nos

Dicen los sabios que el sentido de que el corazon se nos rompa, es justamente para que pueda salir su verdadera naturaleza, su esencia luminosa de bondad, ternura, vulnerabilidad, inocencia, dulzura...

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La compasión es el estado natural del ser, cuando desde el amor contempla el sufrimiento propio o ajeno. No tienes que hacer nada, salvo conectar con tu propia esencia libre de odios, ira o resentimiento... para que surja de manera natural el divino sentimiento de la Compasión. rodea, y el poder de gestionar con buen discernimiento cualquier cosa que puedas ver o encontrar en tu camino se puede cultivar y desarrollar en nosotros. 2. En segundo lugar, y una vez visto eso que nos duele, se trata de empatizar con el que sufre. Abrir nuestro corazón a ese dolor, permitir que el corazón «se rompa»…. si, se rompa. Según dicen los sabios, el sentido de que el corazón se nos rompa es justamente para que pueda salir su propia naturaleza, su esencia luminosa de bondad, ternura, vulnerabilidad, inocencia, dulzura... A lo largo de nuestra vida, muchos han sido los factores que pueden haber contribuido a endurecernos el corazón, a encerrarnos en la burbuja del «ego» sumergiéndonos en la ciénaga del ego-centrismo. Comenzando por una educación desconectada de los principios esenciales del Ser y siguiendo por una

sociedad materialista que poco o nada nos ha ayudado a hacer de nuestro paso por la vida un peregrinaje hacia el corazón real de la existencia, hasta todas aquellas experiencias y relaciones difíciles que no hemos sabido o podido gestionar desde la ecuanimidad y la sabiduría y que han depositado un huevo de piedra en nuestro corazón… Me conmueve la frase del poeta cuando dice: «Mi corazón siempre está apuntalado sobre un trípode, listo para la siguiente flecha… ». Pero qué difícil es, ¿verdad? Un corazón endurecido es un corazón muerto, sin vida, sin luz… ¿Dónde está la pasión, la vida, el sentimiento, el arrebato…, el dolor de sentir demasiada ternura? ¿Dónde la motivación para penetrar en la verdad que hay mas allá de todo sufrimiento, más allá de nuestra propia vulnerabilidad, mas allá de la impermanencia de todo lo que valoramos? ¿Dónde la sutil certeza de saber que en el interior de uno mismo están EL MUNDO DE SOPHIA

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todas las claves? ¿Dónde la aspiración secreta de romper límites e ir mas allá de lo convencional, lo prefijado o lo «correcto»? Sin embargo, cuando nos abrimos al dolor que experimentamos, sentimos cómo «la Vida» nos atraviesa y nos muestra la verdad que hay en nosotros y en el mundo…, miedo y coraje, confusión y claridad, pérdida y encuentro, placer y dolor, creador y destructor..., todo al mismo tiempo. Y en medio de esa confusión y vulnerabilidad, el corazón comienza a resquebrajarse y por cada una de esas ranuras comienza a derramarse nuestro propio manantial de sabiduría y compasión. Y es desde ahí, desde ese corazón abierto, desde donde podemos comprender y sentir como nuestro el dolor del mundo. Desde ese corazón abierto podemos derrumbar los muros de indiferencia que nos separa del sufrimiento de los demás. Desde este abierto corazón, el yo y lo mío se convierte en nosotros y lo nuestro… Sentir la humanidad compartida, la hermandad de los seres en el sufrimiento…, la empatía que hace que la aflicción de los otros se convierta en una experiencia compartida que nos motiva para aliviar el dolor y sus causas en todos los seres sintientes… Y que es el tercer requisito que nos conduce a la verdadera Compasión. 3. Este tercer paso es una experiencia profundamente íntima y sentida que surge cuando conectas con tu propio corazón de luz, ese que en el budismo llaman la Bodhichitta, desde donde surge la

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necesidad imperiosa o motivación profunda de encontrar soluciones o herramientas que palíen, anulen o alivien ese dolor. Desde ese lugar la experiencia de la noseparatividad es una realidad. Te sientes parte del todo y por ello el sufrimiento de los demás, lo sientes como propio. A niveles neuronales, dicen los científicos que la empatía con el sufrimiento y el sentimiento de la compasión corresponden a patrones cerebrales de actividades diferentes. Mediante técnicas de neuroimagen, los científicos han descubierto que los circuitos implicados en ambos procesos son distintos aunque correlativos. Parece ser que para que se active el área del cerebro relacionada con la compasión, es imprescindible pasar previamente por empatizar con el sufrimiento. Sin empatía con el que sufre no hay compasión. Una vez llegado el impulso nervioso a iluminar el área de la compasión, dicen los científicos, que los circuitos que se activan nos ayudan en el desarrollo de nuestra capacidad de valoración y de confianza, tanto hacia uno mismo como hacia los demás, y en la mejora de comportamientos sociales como solidaridad, tolerancia, respeto, protección, etc… Todo ello elementos que considero imprescindibles si queremos construir el mundo que soñamos todos. La radiante y poderosa energía de la Compasión que surge en nosotros nos emparenta con las almas grandes, con todos aquellos hombres y mujeres que han habido a lo largo de las edades y que han sido capaces de hacer de su


vida un camino de felicidad para todos los demás. Y lo cierto es que desde ese estado de conciencia compasivo te sientes capaz de realizar imposibles por Amor, tal es la energía de la Compasión. Una vez llegado aquí y siguiendo con la pregunta que nos planteábamos al principio del articulo ¿Por qué la Compasión es el corazón del Mindfulness? Porque la Compasión por el sufrimiento propio y de los demás abre nuestro corazón a la ternura profunda, acicatea nuestra alma para encontrar recursos que alivien el dolor profundo de la separación y nos conduce por la vía del despertar de la conciencia al encuentro con el Ser. A través de la practica continua de una Atención Plena con corazón, vamos descubriendo la manera de cruzar el puente entre el yo y el nosotros, entre el egocentrismo y el altruismo, entre el abotargamiento y la conciencia despierta, entre la separatividad y la Unidad. Estoy con el Dalai Lama cuando dice que «El amor y la compasión son necesidades, no lujos. Sin ellos, la humanidad no puede sobrevivir». Por eso siento que hay un sentido de urgencia, pues la compasión es imprescindible para sostener el mundo en el que vivimos y generar una convivencia sostenible entre todos los pueblos de la tierra. PASOS EN NUESTRO TRABAJO HACIA EL DESPERTAR DE LA COMPASIÓN 1. Desarrollar una atención de terciopelo, de mirada dulce y compasiva, para atrevernos a contemplar el sufrimiento nuestro y del mundo, desde el no juicio, la aceptación y la confianza. 2. Acrecentar nuestro coraje para poder sostener desde la ecuanimidad el dolor que nos causa lo que vemos.

3. Tomar conciencia de que no estamos solos en el sufrimiento. Que hay muchos seres en el mundo que están pasando por esas o por peores circunstancias. Que el sufrimiento nos hermana y que el dolor de uno, es el dolor de todos; al igual que la felicidad de uno, es la felicidad de todos. 4. Observar desde el corazón cómo la comprensión de la interconexión e interrelación que hay entre todos los seres, despierta nuestra compasión. 5. Darnos cuenta de la energía luminosa de la compasión que se va despertando en nosotros y que conecta con nuestra capacidad creativa de encontrar recursos o soluciones para aliviar, sostener o prevenir el sufrimiento. 6. Y como no, el paso final siempre es la gratitud y el compromiso para poder decir desde el corazón:

«Que todos los seres sensibles

gocemos de la felicidad y la raíz de la felicidad. Que todos los seres sensibles podamos liberarnos del sufrimiento, de la confusión, del miedo y de sus causas. Que todos los seres sensibles podamos sentir alegría por el bien y la felicidad que hay en los demás. Que todos los seres sensibles podamos habitar en la gran Ecuanimidad». La compasión es un sentimiento que trasciende lo personal, y ahí comienza el camino de la luz. A través de tu bondad hacia otros, tu mente y tu corazón se abrirá a la Paz perpetua.

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