El Mundo de Sophia 46

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El Dharma el sentido de la vida

El Valor

de tener valores

La Filosofía de la India No hay nada en el mundo entero que no sea Él; Él es lo que es y lo que no es, porque lo que es lo ha manifestado, y lo que no es lo contiene en sí mismo.

Corpus Hermeticum


Contenidos

EL MUNDO DE SOPHIA

Pág. 5 Para reflexionar... El emperador y las semillas

2013

Cuento Oriental

Nº 46

Pág. 6 Grandes Autores Invitación al ridículo Mircea Eliade

Pág. 9 Poesía «Yo te bendigo, Vida» de Amado Nervo Pág. 10 Filosofía El valor de tener valores Elena Machado

Pág. 14 Sabiduría Perenne El Dharma, El sentido de la vida Antonio Marí

Pág. 17 Lo que algunos dijeron sobre... El valor Pág. 18 Historia El Hermetismo (I. Parte) Francis J. Vilar

DIRECTOR: Francis J.Vilar JEFE DE REDACCIÓN: Felipe Aguirre REDACCIÓN Y MAQUETACIÓN: Elvira Rey Rafel Ballester DISEÑO GRÁFICO: Felipe Aguirre Rafel Ballester HAN COLABORADO: Francis J.Vilar Herminia Gisbert Antonio Marí Víctor Vilar Elena Machado Alberto Cortez Sergio A. Rentería Alejandre Fernando E. Rodríguez-Miaja

Pág. 22 El Rincón del Principito Pág. 23 Libros y películas Pág. 24 Orientalismo La filosofía de la India: Las primeras especulaciones filosóficas en el Îg-veda Sergio Armando Rentería Alejandre Fernando E. Rodríguez-Miaja

Pág. 32 El orígen de las canciones populares Alberto Cortez

Pág. 44 Cartas a un joven idealista El Amor Herminia Gisbert

Una publicación de: Fundación Sophia c/ Jaime Ferrer, 3 Palma de Mallorca (Baleares) www.fundacionsophia.com Tel: 971 72 15 55 mundosophia@mundosophia.com redacción@mundosophia.com www.mundosophia.com D. L. PM-2099-98 Los artículos firmados expresan única y exclusivamente la opinión de su autor, quien se hace responsable de la vercidad y autoría de los contenidos expuestos.


Invitación a la

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reflexión

y a la ectura

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esde la revolución industrial el ritmo de los acontecimientos y de lo novedoso ha ido acelerándose paulatinamente, hasta el punto de que en la actualidad da la impresión de que las noticias de ayer ya han caducado, los cambios que hoy se producen, mañana volverán a ser transformados, y de que no da tiempo ni siquiera para vivir, para detenerse a oler el perfume de una flor, o a dedicarse a algo nada pragmático pero muy enriquecedor como escuchar el silencio, contemplar una puesta de sol, extasiarse con la belleza de un paisaje o tender una mano al que lo necesita. La vida del hombre occidental, encerrado en sus ciudades de asfalto y reclamos publicitarios, ha bloqueado su natural apertura hacia el mundo con unos escudos y máscaras que le protegen de la misma vorágine que hemos creado. Sin embargo, estos escudos, como una especie de dogal para el alma, en vez de hacernos entrar en nuestro mundo interior, por el contrario, nos ahogan y aletargan. Una paradoja, pues cuanto más nos encerramos dentro, más nos asfixiamos; y en vez de

Editorial

encontrarnos, nos sentimos más perdidos en nuestro propio laberinto. Por el contrario, si queremos hallar ese camino hacia nuestro ser, hacia la plenitud, debemos buscarlo en aquello que nos trasciende, y por lo tanto no está ni fuera ni dentro, está siempre más allá y al mismo tiempo está siempre aquí y ahora. Este ejercicio de «encontrarse» requiere un poco de tiempo y dedicación. Hay que preparar el momento, dedicarle un espacio diario en la agenda, atreverse a desconectar el móvil —sí, como lo oyes querido lector, aunque esto suene a herético, «apagar el móvil»—. Cuando llaman al celular parece que todo se detiene y él manda. Y es que el mundo audiovisual nos ha acostumbrado a los reclamos, a las luces, a las señales, donde lo urgente prima por encima de lo importante. Por si fuera poco, esta «cultura audiovisual» Este ejercicio de «encontrarse» no descansa. Vivimos requiere un poco de tiempo y rodeados las 24 horas dedicación. Hay que preparar el del día, los 7 días de

momento, dedicarle un espacio diario en la agenda, atreverse a desconectar el móvil...

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Amigo lector: ante ti se encuentra una máquina de parar el tiempo. En ella encontrarás un buen número de artículos de diversos autores y temas: poesía, historia, filosofía, reflexiones, etc.

la semana, 365 días al año, mejor dicho, el ser del hombre se haya asediado. Estas palabras no pretenden ser un alegato contra el mundo audiovisual que tanto aporta, por el contrario, es una llamada de atención sobre el modo en que lo consumimos y lo que provoca en nosotros. El mundo audiovisual nos lo da todo triturado, hecho papilla y tratándonos como niños consiguen que la conciencia se entretenga en una especie de nuevo «circo» para tenernos contentos y sumisos. Entonces se entra en una estrategia de bombardeo: hacen falta emociones más fuertes, imágenes más desgarradoras, reclamos más atractivos… Más…, más…, más…, para que algo nos haga sentir, vibrar o conmover; en muy poco tiempo tienen que impactar en la conciencia del telespectador que adopta un rol totalmente pasivo mientras sostiene el mando del Tv entre sus manos. La comunicación, aliada con las prisas, ha reducido las conversaciones a 140 caracteres de un «tuit»; para tener amigos basta que te «clikeen» en Facebook; el estudio y los conocimientos quedan reducidos a visionar documentales y programas de divulgación; y la trasmisión de las emociones se basta con a un emoticono por «whatsapp». Y es que en un mundo tan cambiante y rápido no se puede perder tiempo….

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Aquí comienza la invitación a la lectura. Amigo lector, tienes el valor que imprime la rebeldía. Ante ti se encuentra una máquina de parar el tiempo. En ella encontrarás un buen número de artículos de diversos autores y temas: poesía, historia, filosofía, reflexiones, etc. Diferentes oportunidades para que tu mente pueda viajar por distintas culturas y por rincones del espíritu humano que han tomado forma de palabras y de ideas. Son puertas abiertas a eso trascendente que queda larvado en el corazón del hombre de todos los tiempos. Si quieres sacar el máximo provecho a ella, debes seguir unos simples pero eficaces consejos. 1º Busca un sitio adecuado: tu butaca preferida, el sofá, una terraza al lado del mar, o sentado bajo la sombra de un árbol. Llegado el caso, sirve cualquier banco de un parque o una silla de casa. 2º. No tengas prisa. Cualquier cosa hecha con prisa se hace peor que si le dedicas el tiempo adecuado. 3º Pon en silencio el móvil. Salvo situaciones de emergencia, no hay nada que no pueda esperar unos minutos. 4º Respira profundamente unas cuantas veces, esto relajará tu ritmo cardíaco y te oxigenará. La respiración es importante para cualquier proceso vital, incluido el proceso mental. 5º Haz una inspección previa del contenido. Revisa el índice, hojea las páginas. Déjate guiar por la intuición y elige el artículo que más te apetezca. 6º No la leas toda de golpe. Conviene reflexionar aquello que se lee. Una maestra de sabiduría decía: «Lee 10 minutos, reflexiona 2 horas y vívelo toda la vida». Y como último consejo… 7º Sumérgete en la lectura y ¡disfruta!


Para Reflexionar

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n emperador en el Lejano Oriente se estaba haciendo viejo y sabía que se acercaba el momento de elegir a su sucesor. Pero en lugar de elegir a uno de sus asistentes o a uno de sus hijos decidió hacer algo diferente. Llamó a todos los jóvenes del reino y los reunió un día. Les dijo: «Es hora de que deje mi trono y elija al siguiente emperador; y he decidido elegir a uno de ustedes». ¡Los jóvenes quedaron boquiabiertos! Pero el emperador continuó: «Voy a dar a cada uno de ustedes una semilla. Una semilla muy especial. Quiero que la planten, la rieguen y dentro de un año regresen con lo que haya nacido de esa semilla. Será entonces cuando juzgue a las plantas que traigan y seleccione quién será el siguiente emperador». Un muchacho llamado Ling estaba ahí ese día, y él, como los demás, recibió una semilla. Partió a casa y muy emocionado le contó a su madre la historia. Ella le ayudó a conseguir una maceta y tierra fértil; luego él plantó la semilla y con mucho cuidado la regó. Cada día la regaba y miraba si ya estaba germinando. Después de tres semanas algunos jóvenes comenzaron a hablar de sus semillas y de las plantas que estaban comenzando a crecer. Ling seguía vigilando su semilla, pero nada crecía. Tres semanas, cuatro semanas, cinco semanas pasaron. Pero nada. Para entonces, los demás hablaban de sus plantas, pero Ling no tenía ninguna, y sentía que había fallado. Pasaron seis meses y nada germinaba aún de la maceta de Ling. Sabía que de alguna manera había matado su semilla. Todos los demás ya tenían arbolitos y plantas grandes, pero él no. Sin embargo, Ling no decía nada a sus amigos. Simplemente seguía esperando a que su semilla creciera. Finalmente pasó un año y todos los jóvenes del reino llevaron sus plantas para que el emperador las inspeccionara. Ling le dijo a su madre que no quería llevar su maceta vacía. Pero siendo honesto con lo que había pasado, Ling se sentía muy mal, pero sabía que su madre tenía razón. Llevó su maceta vacía al palacio; y al llegar, se sorprendió de toda la variedad de plantas que habían crecido en las macetas de sus amigos. Eran hermosas y de múltiples formas y tamaños. Ling puso su maceta vacía en el piso y muchos de los demás jóvenes se rieron y otros sintieron lástima por él. Cuando el emperador llegó, miró alrededor de la habitación y saludó a los jóvenes. Ling trató de esconderse hasta atrás. «Qué bonitas plantas, árboles y flores han cuidado durante el año», dijo el emperador. «¡Hoy uno de ustedes será nombrado el siguiente emperador!» Para asombro de todos, el emperador señaló a Ling, que estaba escondido al fondo de la habitación con su maceta vacía. Ordenó a sus guardias que lo trajeran al frente. Ling estaba aterrorizado. «¡El emperador sabe que soy un fracaso! ¡Tal vez hará que me maten!» —Pensó. Cuando Ling llegó al frente, el emperador le preguntó su nombre. «Mi nombre es Ling», contestó. Todos los chicos se reían y se burlaban de él. El emperador pidió a todos que se calmaran. Miró a Ling, y luego anunció a la multitud, «¡Saluden a su nuevo emperador! ¡Su nombre es Ling!» Ling no podía creerlo, su semilla ni siquiera había germinado. ¿Cómo podría ser el nuevo emperador? Luego el emperador dijo, «Hoy hace un año les di a cada quien una semilla, les dije que la plantaran, la regaran y la trajeran de regreso hoy. Pero a todos les di semillas hervidas, las cuales nunca podrían crecer. Todos ustedes, excepto Ling, me han traído árboles, plantas y flores. Cuando se dieron cuenta de que las semillas no crecerían, las sustituyeron por otras. Ling fue el único con el coraje y la honestidad de traerme una maceta con mi semilla dentro. Es por eso que él será el nuevo emperador».

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Invitación al Ridículo Mircea Eliade (Extraído de: El Vuelo Mágico. Ediciones Siruela, pág. 31-36)

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ienso que el ridículo es el elemento dinámico, creador e innovador de toda conciencia que se quiera viva y que experimente lo vivo. No conozco ninguna transfiguración de la humanidad, ningún salto audaz en la comprensión ni ningún descubrimiento pasional fecundo que no haya parecido ridículo a sus contemporáneos. Pero eso no es prueba suficiente, pues todo lo que supera el presente y el límite de la comprensión parece ridículo. Hay otro aspecto del ridículo y ése es el que me interesa: la disponibilidad, la vida eterna, la fecundidad eterna de un acto, de un pensamiento o de una actitud ridícula. El ridículo nos enseña siempre: cada uno lo puede asimilar e interpretar a su manera, se es libre de sacar de él lo que se quiera y de hacer con él todo lo que uno desee. No sucede lo mismo con lo que es racional, justificado, verificado, reconocido. Se trata aquí de verdades o actitudes que no conciernen a la vida presta a aparecer. Convierten al mundo en una plataforma estable. Nadie las discute, nadie duda de su veracidad. Pero están muertas. Su victoria es su lápida. Son adecuadas para las familias, las instituciones y la pedagogía. Uno puede leer un buen libro, uno de esos libros perfectamente escritos, perfectamente construidos, destacados por la crítica, aprobados por el público, coronados de premios. Un buen libro, es decir, un libro muerto. Es tan bueno que en nada conmueve nuestro marasmo ni nuestra mediocridad; por el contrario, se integra perfectamente en nuestros cortos ideales, en nuestros 6

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pequeños dramas, en nuestros vicios mezquinos, en nuestras pobres nostalgias. Eso es todo. En diez o en cien años ya nadie lo leerá. Todo lo que no es ridículo, es caduco. Si tuviera que definir lo efímero, diría que es todo lo que es perfecto, toda idea bien expresada y bien delimitada, todo lo que se muestra racional y comprobado. A menudo la mediocridad tiene como atributos «perfecto» y «definitivo».


Los tomos de filosofía de un profesor francés de provincias están mucho mejor escritos, son mucho más racionales y serios que cualquier panfleto del siglo XIX que fecundó decenas de ideas y fue comentado en decenas de libros. Evitar el ridículo significa rechazar la única posibilidad de inmortalidad. El único contacto directo con la eternidad. Un libro que no sea ridículo, o una idea unánimemente aplaudida de entrada, ha renunciado, por el hecho mismo de su éxito, a toda potencialidad, a toda posibilidad de ser retomado y continuado. Creo que una buena definición del ridículo sería ésta: lo que puede ser retomado y profundizado por otro. No me refiero al ridículo maquinal, como el del hombre vulgar con una chistera o la niña haciéndose pasar por mujer fatal. Ése es un ridículo superficial, un ridículo social creado por automatismos e inhibiciones, sin fecundidad espiritual, como todo acto reflejo. Pero pensemos en el ridículo de Jesús, que afirmaba ser hijo de Dios con absoluta contundencia; en el ridículo de un don Quijote, agonizante porque la gente (gente con los pies en la tierra, gente razonable, gente con temor al ridículo, gente muerta) no estaba dispuesta a tomar a una maritornes por su Dulcinea; o en el ridículo de Gandhi, quien, a la diplomacia y a la artillería británicas, opone la no violencia, la vida interior y la fuerza de la contemplación. Imaginemos todas las fuentes de vida, todas las simientes y toda la savia que la gente ha encontrado y seguirá encontrando —cuando el rastro de los creadores «perfectos» haya desaparecido desde millares de años antes— en la vida y pensamiento de estos hombres absolutamente ridículos. Todo acto que no sea ridículo, en mayor o menor medida, es un acto muerto. Esto se verifica en la más cotidiana y banal vida social. Cuando uno toma el té en un salón y vuelve a colocar tranquilamente la taza en su sitio, realiza un acto perfecto, un acto muerto, pues no hay consecuencias ni en su conciencia ni en la de los demás. Pero ¡deja caer la taza al suelo derramando el té en la falda de una señorita que habla francés y pídele excusas tartamudeando mientras tratas de borrar la metedura de pata secando el parquet con el pañuelo de batista! Por un instante eres ridículo, pura y simplemente ridículo.

De pronto, el acto se llena de innumerables virtualidades. Lo estás pasando mal y en ese instante de turbación y de pánico comprendes que tu vida es inútil, que la de los demás está vacía, que eres un mono grotesco bien vestido y perfectamente arreglado en un salón adonde se va a perder el tiempo, adonde se va empujado por el miedo a la soledad, por atracción hacia las vacuidades. Toda una filosofía a partir de una taza de té rota por descuido. ¡Y eso no es nada!, porque sólo has sido ridículo

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Søren Kierkegaard

Mahatma Gandhi

en una mínima proporción. Ve a decirles a la cara lo que piensas de su té, que en el fondo es lo que piensa todo ser dotado de razón, diles francamente que están perdiendo el tiempo, que se están engañando, que llevan una vida artificial, fáctica, inútil. Diles todo eso y dilo con pasión. Entonces serás realmente ridículo, entonces la gente se burlará de ti, entonces comprenderás que no puedes vivir tu vida sin ser ridículo. Porque el ridículo se resume en esto: vivir tu vida, desnuda, inmediata, rechazando las supersticiones, las convenciones y los dogmas. Cuanto más personales somos, más nos identificamos con nuestras intenciones, más coinciden nuestros actos con nuestras ideas, y más ridículos somos. El ridículo es una fórmula lanzada por los hombres contra la sinceridad. No existe acto humano sincero que no sea ridículo. Lo que el amor tiene de realmente exaltante consiste en haber logrado suprimir el ridículo entre dos seres, suprimir la censura aplicada de un modo maquinal a su sinceridad. El amor sólo es ridículo para una tercera persona. Las otras grandes sinceridades lo son también para una segunda persona. Así pues, resulta que los libros, los autores que un día fueron ridículos en razón de su sinceridad despojada y total, poseen virtualidades infinitas que pueden ser retomadas y profundizadas por cualquiera de nosotros. 8

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Con los libros ridículos sucede algo extraño: no afectan del mismo modo que un hecho social ridículo, porque los leemos en la soledad, cuyos valores no son los mismos que los de la colectividad. Somos más sinceros cuando estamos solos, puesto que no echamos el cerrojo a nuestra sensibilidad ni a nuestra inteligencia en aras del buen sentido y de la lógica. ¿Por qué una paradoja oída en público irrita y, en cambio, fascina leída en soledad? ¿Por qué lloramos de emoción al leer una confesión, mientras que nos crispamos molestos si la oímos en público? Quizás porque entonces haga su aparición el ridículo, esa censura a la sinceridad, censura creada por la sociedad para frenar el individualismo en sus excesos. Miro a mi alrededor y, con toda franqueza, sólo los hombres y autores ridículos son capaces de enseñarme algo. Sólo ellos son sinceros, sólo ellos se desnudan sin reticencias ante mis ojos. Sólo ellos están vivos. Llegará un día en que morirán a su vez y en que también serán distribuidos racionalmente en sistemas, en que serán aceptados y serán colmados de honores. No quiero evocar casos demasiado ilustres. Mencionaré únicamente a aquel hombre de un ridículo absoluto que es el único autor que no me atrevería a leer en público. Me refiero a Søren Kierkegaard, a quien hoy en día se consagran volúmenes de crítica, al que se traduce, comenta, comprende, y al que se mata. En un cierto sentido está muerto, y, sin embargo, ¿cuántas fuentes de vida y de pensamiento no se encuentran todavía en el loco de Copenhague? Porque en cualquier momento puede ser retomado y continuado. Sólo el ridículo merece ser imitado. Pues sólo imitando el ridículo imitamos la vida; entraña, en efecto, la absoluta y completa sinceridad de la vida, y no las ideas fijas y convenciones que son las caras de la muerte. Y en cuento a la muerte, bien sabe Dios que ya bastante la encontramos en todos nosotros. m


Poesía

En Paz Muy cerca de mi ocaso, yo te bendigo, Vida, porque nunca me diste ni esperanza fallida ni trabajos injustos, ni pena inmerecida; Porque veo al final de mi rudo camino que yo fui el arquitecto de mi propio destino; que si extraje las mieles o la hiel de las cosas, fue porque en ellas puse hiel o mieles sabrosas: cuando planté rosales coseché siempre rosas. ...Cierto, a mis lozanías va a seguir el invierno: ¡mas tú no me dijiste que Mayo fuese eterno! Hallé sin duda largas las noches de mis penas; mas no me prometiste tú sólo noches buenas; y en cambio tuve algunas santamente serenas. . . Amé, fui amado, el sol acarició mi faz. ¡Vida, nada me debes! ¡Vida, estamos en paz!


A

l igual que la filosofía en general, en nuestros tiempos, ha sido prácticamente relegada a los ámbitos académicos y poco más, una de sus más importantes disciplinas, la Ética, está aún más olvidada. Varios siglos después de la Revolución Industrial nuestro sistema educativo, que se proyecta en todos los ámbitos de la sociedad, sigue anclado en aquella cosmovisión; una cosmovisión que buscaba formar trabajadores y consumidores que desarrollasen y mantuviesen ese sistema. En un marco formativo de estas características no interesa que la filosofía salga de los ambientes universitarios y eruditos, dado que puede resultar sumamente riesgoso que los ciudadanos cuestionen el sistema de valores en el que viven, su sentido teleológico. Interesa todavía menos que la Ética abandone su lugar de ideal irrealizable, tan utópica que ya nadie habla de ella más que en sus variantes desprovistas ya del corazón impulsor: ética médica, ética política, ética laboral, etc. Tales éticas, muchas veces, no son éticas en el verdadero sentido de la palabra, sino que son formas de «limpiar imagen» de cara a la sociedad. Ya son muchas las personas, desde distintos 10

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ámbitos, que empiezan a hablar de la necesidad apremiante de educar en valores, para que los futuros líderes e integrantes de nuestra sociedad sean más respetuosos con la naturaleza, con los hombres y con el mundo en general. Como muestra de rebeldía social y forma de despertar conciencias, podríamos decir que hoy día hay que tener el valor de tener valores, y para ello es necesario comprender íntimamente el valor de tener valores. Parece un juego de palabras, pero es una realidad. Los valores se fundamentan en algo, y ese algo es una ética. No hablo de ninguna moral concreta, sino de una forma de ser y de estar en el mundo. De ahí que la palabra ética provenga del vocablo êthos, que posee dos sentidos fundamentales. El primero viene a significar el «suelo firme», el fundamento, del que brotan todos los actos humanos. El segundo, a partir de Aristóteles, significa «modo de ser». Ambas acepciones son complementarias: el fundamento ético se plasma en un modo de ser, de actuar. Decía el filósofo Inmanuel Kant que el hombre, como cuerpo, está sujeto a las leyes de la naturaleza, pero moralmente es libre. Esa libertad interior, entre otras cosas, impide que pueda eludir la responsabilidad de sus actos


y, por ende, de su propia vida. También instaba Kant a que el hombre abandonase la minoría de edad, que implica que los demás le digan lo que tiene que hacer, decir y pensar. «La pereza y la cobardía son las causas de que una gran parte de los hombres permanezca, gustosamente, en minoría de edad a lo largo de la vida (…); y por eso les ha resultado tan fácil a otros el erigirse en sus tutores». («Respuesta a la pregunta: ¿qué es la ilustración?») Cuando no se tienen valores propios, libremente reflexionados y aceptados, es fácil que otros se erijan en «tutores». Creo que en el momento presente abandonar la minoría de edad, el responsabilizarse de los propios actos y de sus consecuencias es de gran urgencia. Es más fácil permanecer en minoría de edad, que nos digan lo que tenemos que hacer y no pensar por uno mismo, y si el fruto de nuestros actos es dañino, no hacernos responsable porque hemos hecho lo que nos dijeron que había que hacer, o lo que está socialmente aceptado. No obstante, en vista de la trayectoria de nuestro globalizado mundo, me temo que no nos podemos permitir ese lujo por más tiempo. Ante la pesada losa de «está todo tan mal que es imposible cambiarlo, ¿qué puedo hacer yo?», la tan manida respuesta, y no por ello menos real y contundente, de Gandhi: «sé el cambio que quieres ver en el mundo». Si nos sacudimos todos la pereza de empezar nosotros mismos a ser lo que internamente, moralmente y libremente queremos ser, el cambio está garantizado. Pero los cambios siempre dan miedo, el no saber qué pasará después. Lo bueno, por decirlo de alguna manera, de la crisis mundial que estamos

viviendo es que nos pone en la tesitura de no temer qué pasará después, porque no puede ser peor de lo que está pasando en el momento presente. No hace falta hacer una gran revolución, poner tu vida patas arriba, pues, como se suele decir, gota a gota se llena el vaso. Si nos sentimos capaces de una gota, y otra gota, y otra más… ya estaremos cambiando cosas, aunque desde fuera sea imperceptible. Si nos sentimos capaces de más, pues más, no seamos tímidos. Esto que estoy diciendo aquí no es nada nuevo, si se repasa la vida y la obra de todos los grandes filósofos y no filósofos, éticos de la historia, veremos que dicen esto mismo, con distintos lenguajes y en marcos históricos diferentes. ¿Cuál sería ese suelo firme que sustenta nuestros actos? Nuestro ideal de lo que es, o debiera llegar a ser, el hombre. Los valores reales de cada época (es decir, lo que realmente se hace, y no lo que se dice que debiera hacerse) se derivan de la idea de «Hombre» vigente. Esto da mucho que pensar, pues cuanto más excelsa es la idea de lo que es el hombre, más elevada será la moral de esa sociedad. Si consideramos que nuestro mundo tiene una moral muy pobre, es que se sustenta en un ideal humano muy limitado. No vemos a los hombres como gigantes en potencia, sino como enanos llenos de defectos y contradicciones. Si el hombre está convencido de esto, será incapaz de ir más allá de esa

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«enanez»; incluso el ir más allá de esa pequeñez impuesta puede estar mal visto. Parece que nuestra sociedad premia el «ser normal», llevar una vida «normal» (no ser «normal» parece sólo admisible en el cine o en las series televisivas), y se tiende a no reconocer ni fomentar la verdadera grandeza (que no es ganar una final de fútbol o un Oscar de cine). De ahí, de nuevo, la idea implícita de que en nuestro momento histórico hay que tener el valor de tener valores. Como fórmula ética general, sin un contenido moral concreto, de nuevo Inmanuel Kant nos legó una herramienta extraordinaria, que podríamos resumir así: obra de modo que puedas querer que lo que haces sea ley universal de la naturaleza, es decir, plantéate si te gustaría vivir en un mundo en el que todos hiciesen lo que tú pretendes hacer. Recientemente en las noticias salía a la luz un nuevo derrumbamiento de un edificio de Bangladesh donde se ubicaban varios talleres de confección para primeras marcas de ropa de Occidente. Murieron más de cien personas, y es algo que sucede con cierta frecuencia debido a las casi inexistentes medidas de seguridad (eso sin entrar en los horarios abusivos, la falta de higiene y derechos del trabajador, etc.). ¿Nos gustaría vivir en un mundo en que todos los trabajadores, nosotros incluidos, realizasen su labor en esas condiciones? Si la respuesta es «no», ¿por qué lo permitimos? Podríamos exigir a las grandes firmas de ropa que nos garantizasen que sus productos responden a unos mínimos estándares éticos, y la forma de conseguirlo sería no comprarles mientras no exista dicha garantía. El diseñador Juanjo Olivaen hablaba en una entrevista reciente de la locura en que se ha convertido

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la moda a nivel de consumo, y que no necesitamos tanto. Habría que exigir una mayor calidad, no sólo textil sino humana, y si eso implica que por el mismo dinero podremos comprar la mitad…, tengamos el valor de hacerlo. En definitiva, se trata de trabajar el discernimiento entre lo que puede ser beneficioso y lo que puede llegar a ser perjudicial, y de hacerse libres para enfocar lo que hemos elegido como correcto. Se trata de «hacerse a uno mismo», como decía Aristóteles, ir estableciendo una escala de valores propia y personal que oriente nuestros actos, pues sin guía actuamos conforme a impulsos, modas, presiones sociales o lo que otros dicen que debemos hacer. Esto último lleva a muchas crisis personales, porque se termina perdiendo el sentido de lo que se hace, para qué se hace y por qué se hace. Descubrir, más tarde o más temprano, que lo que estamos haciendo no lo hemos decidido nosotros y, por lo tanto, nuestro ser no está en ello, es siempre sumamente revelador e inspirador; pero también puede resultar terrorífico, depende de a qué alturas de la vida nos pille el descubrimiento. Seamos más jóvenes o más maduros, tengamos en nuestras manos la educación de nuestros hijos o la de los ajenos, aunque sea sólo por nuestro ejemplo de vida, plantemos la semilla de la lúcida reflexión y de la libertad interior; y cuidemos de todos esos tiernos brotes que se convertirán en altos ideales humanos: hombres y mujeres con mentes despiertas y creativas, convicciones sólidas y bien fundamentadas, actos generosos y bondadosos, dignos medios de vida; y que tengan al resto de los seres humanos, y por extensión al planeta en el que viven, como el bien más preciado. m


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Antonio Marí Planells

Máster en Psicología Integrativa Gestalt

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harma es probablemente uno de los más amplios conceptos que nos ha legado la India milenaria y un paradigma de su conciencia holística. La raíz sánscrita de esta palabra significa «sostener, soportar, apoyar», por lo que dhar-

ma sería «aquello que sostiene». El pensamiento hindú fue capaz de sintetizar en una sola idea una esencia espiritual que cohesiona lo cósmico y lo individual, lo material y lo espiritual, pues da sentido de unidad a la vida en todas sus manifestaciones, otorgándole un destino común a todo cuanto existe. Todas las cosas fluyen en una misma dirección a causa del dharma. El lugar y la función que le corresponde a cada ser, según su propia naturaleza, se debe a dharma. En un sentido amplio, dharma da el «sentido de existir» a cada ser, tanto a nivel cósmico como en el ámbito de lo particular o individual. Metafísicamente, el dharma está inmanente en la raíz misma del Todo y es la causa donde se sustentan todas las leyes, el orden y la armonía del universo. Dharma está detrás del mantenimiento del orden de lo cósmico: el curso de los astros, los sistemas solares y las galaxias;


y del orden de la naturaleza: el ciclo de las estaciones que regulan las cosechas y todos los ciclos que ritman los procesos de la vida. Éticamente el dharma se manifiesta como rectitud moral, la conducta virtuosa, el cumplimiento del deber, y socialmente es el sostén de la justicia o el orden social. En ningún caso se trata de un sistema de orden impuesto a las cosas desde fuera, sino de algo que se halla en la naturaleza íntima de cada ser. Dharma hace que cada cosa sea lo que es, es lo esencial de ella misma. De esta forma podemos hablar del dharma de una galaxia, de una estrella o de un planeta; el dharma de un hombre o mujer, de un filósofo, de un gobernante, de un médico o de un abogado; y el dharma de un país, una ciudad o de una familia. Cada ser de la creación busca realizar su dharma, aquello para lo que está hecho. Por ello, el dharma del agua es fluir y mojar; el del fuego, quemar; el del pez es nadar; el del ave, volar; el del maestro, enseñar; el del médico, curar; etc. Si el Sol se apartase de su dharma, todos los seres que formamos parte del Sistema Solar moriríamos, al igual que un recién nacido cuya madre diese la espalda a su dharma de madre. Para un occidental medio, algo así es complicado de entender. Para él, ciencia, ética y religión son incompatibles; o los vuelos especulativos de la filosofía y la realidad vital de las personas. Para su mentalidad, las ramas del saber están divorciadas; las diferentes culturas enfrentadas; la mente y el corazón, disociados;

lo masculino y femenino desintegrados. Con este panorama resulta verdaderamente difícil, por no decir imposible, penetrar en el alma de Oriente, cuya concepción del mundo es integradora y conciliadora. Para ellos, la religión, la filosofía, la ciencia y vida cotidiana, forman una unidad indisoluble. Es por ello que en el seno de las sabidurías de Oriente –como la hinduista, la budista o la taoísta-, cuya cosmovisión es holística, la metafísica convive íntimamente con la ética y la moral; y lo espiritual se manifiesta naturalmente en lo material, que es su canal de expresión. Un hindú védico ve, comprende, siente y actúa en un mundo orgánico, en donde la vida y el universo son una unidad, un todo integrado y global. Pero ¿cuál es el dharma del ser humano según el hinduismo? Reconocer su divinidad inmanente y volverse divino. El que conoce lo divino se vuelEL MUNDO DE SOPHIA

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Epícteto

Acuérdate que eres actor en una obra teatral, larga o corta, en que el autor ha querido hacerte entrar. Si él quiere que juegues el rol de un mendicante, es preciso que lo juegues tan bien como te sea posible... 16

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ve uno con él. Para ello en Oriente se proveía al ser humano de las suficientes claves y enseñanzas que le ayudaran a lograr su afán: la autorrealización. Este proceso es muy largo, una vida no alcanza. De ahí que en su cosmovisión se considera que a través de múltiples encarnaciones volvemos a la escuela de la vida a perfeccionarnos. De ello se desprende que no hay dos personas iguales, por lo que si el dharma se manifiesta en cada individuo a través de su naturaleza interna, caracteriza a cada hombre por el grado de desenvolvimiento conquistado por propio esfuerzo a través de sus vidas. En cada vida nos encontramos en un momento individual e intransferible en la escalera de la evolución. Podremos cumplir nuestro dharma si sabemos qué cualidades están ya despiertas en nosotros y cuales se hallan todavía latentes. Nos irá bien en la vida si hacemos aquellas cosas que estamos preparados para hacer. Esto no es baladí, muchos textos repiten la idea de que el cada uno de nosotros debe cumplir el deber (dharma) que le es propio, ya que ocuparse del deber ajeno está lleno de peligros. Esta naturaleza interna, puesta por el nacimiento físico en un medio favorable para su desarrollo, es lo que modela la vida exterior, que se expresa por medio de pensamientos, palabras y acciones. La inteligencia divina, coloca a cada individuo en aquellas circunstancias que le permitan perfeccionar las cualidades humanas que nos convierten en seres divinos. Epícteto, el filósofo romano, que seguramente desconoció la sabiduría de la India, expresó esta idea de la siguiente manera: «Acuérdate que eres actor en una obra teatral, larga o corta, en que el autor ha querido hacerte entrar. Si él quiere que juegues el rol de un mendicante, es preciso que lo juegues tan bien como te sea posible. Igual, que si quiere que juegues el rol de un cojo, un príncipe, un hombre del pueblo. Pues eres tú quien debe representar el personaje que te ha sido dado, pero es otro a quien le corresponde elegírtelo». m


Lo que algunos dijeron sobre...

El Valor l iona, e x e fl e r o l tímid e s uelve. a v r t y n e a i f n M va, triu e t n e i l va go io grie b r e v o Pr

Valor es lo que se necesita para levantarse y hablar; pero también es lo que se requiere para sentarse y escuchar. Winston Churchill

El coraje no se puede simular: es una virtud que escapa a la hipocresía. Napoleón

Donde hay una empresa de éxito, alguien tomó algu Los co na vez una bardes ag antes decisión valiente. de mo onizan mu rir... L chas v eces P os v eter Drucker entera alientes ni se n de s u

El hombre valiente no es el que no siente miedo, sino aquel que conquista ese miedo.

mue Julio C rte. ésar

Nelson Mandela

Felices los valientes, los que aceptan con ánimo parejo la derrota o las palmas.

Jorge Luis Borges

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Francis J, Vilar Egiptólogo y Miembro Académico de la Escuela Europea de Arqueología, Antropología y Estudios Clásicos.

A

ntes de entrar de lleno en el tema de la Tradición Hermética, a fin de desvelar cuál era su origen, su naturaleza y sus principios epistemológicos fundamentales, conviene detenernos un instante a considerar el significado de la palabra «Hermético», de la que deriva también el término «Hermetismo». Ambos vocablos tienen su raíz en el dios Hermes de los griegos, llamado Thot por los egipcios y Mercurio por los romanos. Dios de la sabiduría, y también de las artes y las ciencias al que se le atribuye la invención de los números, las matemáticas, la geometría, la astronomía, los símbolos y el 18

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lenguaje escrito1 (jeroglífico). Aunque quienes divulgaron sus conocimientos, hasta entonces secretos, fueron los sabios y pensadores griegos, en una época ya muy tardía de la civilización egipcia, la Tradición Hermética tiene su origen en los templos y escuelas de sabiduría del Antiguo Egipto. Llamadas Per-Anj en lengua egipcia, que significa «Casa de la Vida», es en estos centros donde se enseñaban y practicaban los elevados principios de la Medicina, la Magia, la Geometría, la Astronomía, la Alquimia y las demás disciplinas que, muchos siglos más tarde serían calificadas de «Ciencias Herméticas». De hecho, el dios Thot aparece citado en los textos e inscrip-


ciones con los títulos de: «Maestro de la ciencia divina», «Inventor de los jeroglíficos», «Señor de los libros y palabras divinas», «Protector de la Casa de la Vida», «Fundador de Iniciaciones», «Gran Mago» que había creado el mundo mediante el poder de la palabra, etc. En suma, Thot es el gran Maestro de Sabiduría por excelencia, no sólo entre los hombres sino también entre los dioses, ya que en numerosos pasajes mitológicos vemos cómo es el propio Thot el que revela los arcanos secretos de la Magia y de la Medicina a los demás dioses para que puedan utilizarla2. Por otro lado, el término «hermetismo» no sólo designa la sabiduría que viene del dios Thot–Hermes, pues lo podemos utilizar también como concepto para referirnos a una realidad que permanece oculta, sellada, inaccesible, escondida, velada, impenetrable, protegida o secreta. Así, aplicado al lenguaje verbal o escrito, el adjetivo «hermético» significa que ese texto o discurso tiene un significado oscuro, secreto, simbólico, críptico o indescifrable. Referido a una persona, significa que es muy reservada, enigmática o introvertida, que dice muy poco de lo que piensa o que sabe mucho más de lo que dice. Aplicado al ámbito de la filosofía y el conocimiento, el término hermetismo no designa sólo una corriente filosófica determinada, sino que tiene un valor y un significado más amplio, ya que define también una cierta clase de cono-

cimientos, una forma específica de pensar y un cierto tipo de lenguaje que podemos calificar de simbólico o secreto. Así pues, el Hermetismo es a la vez un tipo de sabiduría inspirada en el dios Thot que nació en el Antiguo Egipto, una tradición místico–filosófica que floreció en Alejandría a comienzos de nuestra era, una forma de pensar y de hablar, y también un concepto. En cualquier caso, todos estos aspectos y significados se hallan contenidos implícitamente en el caduceo de Hermes, símbolo por excelencia de la sabiduría hermética del que nos ocuparemos en detalle más adelante, pues lo que nos interesa ahora es conocer un poco la evolución histórica que sufrió la Tradición Hermética a lo largo de los siglos, y la naturaleza de sus conocimientos. Desde un punto de vista histórico, podemos decir que de todas las tradiciones místicas, corrientes filosóficas y movimientos espirituales que han iluminado el pensamiento humano, no cabe duda que la Sabiduría Hermética ha escrito uno de los capítulos más enigmáticos y apasionantes de la historia de la filosofía occidental. No sólo porque el origen de sus doctrinas y sus conocimientos se remonta hasta los remotos albores del Antiguo Egipto, sino porque mil años después del reinado del último gran faraón egipcio, Ramsés III (1183–1152), la Ciencia Hermética vuelve a florecer de la mano de los sabios y filósofos griegos en Alejandría y, tras desaparecer nuevamente en el siglo IV con la caída del Mundo Antiguo y la proclamación del cristianismo como religión oficial y obligatoria para todos los ciudadanos del Imperio Romano (Edicto de Teodosio del 380 d. C.), será precisamente la Sabiduría Hermética la que ayude a Europa a salir de su oscura y fanática Edad Media, iluminando un nuevo renacimiento cultural, artístico y espiritual, dado que cuando Marsilio Ficino funda la Escuela Neoplatónico–Hermética de Florencia que impulsó el Re-

El dios egipcio Thot (izquierda) fue conocido entre los griegos como Hermes (abajo), y como Mercurio entre los romanos.

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Hermes fue considerado el padre de las ciencias; la astronomía, la geometría, la medicina y la música, entre otras.

«Cono de

Apolonio»; curvas que se generan al cortar con un plano diferentes puntos de un cono (Centro).

nacimiento, lo primero que se ocupó de traducir fueron los textos originales del Corpus Hermeticum, seguido de los Diálogos de Platón. Síntesis unificada de ciencia, magia, religión y filosofía, el Hermetismo es pues una corriente místico–filosófica que floreció en Alejandría entre el siglo III a. C. y el III d. C. Sus diversos tratados y enseñanzas recogidos en el Corpus Hermeticum, aunque no todos corresponden a una misma época (especialmente los textos originales) y tienen una temática e importancia desigual, atribuyen siempre su autoría a Hermes Trimegisto, el sabio tres veces iniciado y gran maestro de las ciencias ocultas que aparece citado en los textos como legendario fundador del Hermetismo. En cualquier caso, más allá del origen y autoría de los diversos textos que conforman el corpus hermético, al menos de aquellos libros y enseñanzas que han podido llegar hasta nosotros, dentro de la Tradición Hermética podemos distinguir dos vías de conocimiento claramente diferenciadas, una de ellas, la más antigua sin duda, está formada por las llamadas «Ciencias Herméticas», de las que podemos destacar la alquimia, la astrología, la medicina, la magia, la farmacopea y la simbología. La segunda vía está compuesta por diversos textos de filosofía metafísica entre los que destacan los 17 tratados en griego del Corpus Hermeticum. Sin embargo, muchos de estos escritos originales se han perdido para siempre y algunos otros los conocemos tan sólo por referencias indirectas. La Tradición Hermética presenta pues una doble vertiente: por una parte tenemos la vía esotérica, que está conformada por un determinado conjunto de ciencias ocultas de la naturaleza, y por otro lado tenemos la vía exotérica, compuesta por un corpus de textos de filosofía hermética. De estas dos vías, es obvio que en una predomina más la «praxis científica» y la experimentación, junto con el lenguaje simbólico, y en la otra la teo-

ría filosófica y el discurso racional. Pero ambas vías no sólo son complementarias, sino que comparten una misma cosmovisión espiritual; un mismo eje epistemológico; una misma concepción holística y trascendente del universo, la naturaleza y el hombre; y una misma orientación ontológica hacia el mundo de las realidades divinas y eternas. Por eso, más que definirlas como esotéricas o exotéricas, yo prefiero calificar ambas vías como «metafísicas», ya que las dos tienen como objeto fundamental indagar en los múltiples reinos de la naturaleza, para poder desvelar y comprender aquellas causas y principios invisibles que subyacen ocultos tras los fenómenos y procesos del mundo visible. Para el pensamiento hermético, todo cuanto existe, desde lo más grande a lo más pequeño, desde lo visible a lo invisible, desde espiritual a lo material, desde lo animado a lo inanimado; desde lo divino y celeste, hasta lo humano y terrestre, forma parte de una misma totalidad existente, cuyo cuerpo es el universo… cuya mente es la divina inteligencia que ha concebido y diseñado el cosmos… y cuyo espíritu es eso que los hombres llamamos «Dios». Esto aparece perfectamente expresado en ciertos pasajes del Corpus Hermeticum, como en el discurso de iniciación del dios Thot a su hijo Tat, cuando le dice: «No hay nada en el mundo entero que no sea Él; Él es lo que es y lo que no es, por que lo que es lo ha manifestado, y lo que no es lo contiene en sí mismo. Tal es el Dios Superior a su Nombre, invisible y aparente, que se revela al espíritu, que se revela a los ojos, que no tiene cuerpo y que tiene todos los cuerpos, porque no hay nada que no sea Él


Marsilio Ficino

y todo es únicamente Él. Por ello posee todos los nombres, porque es el Padre universal, y por eso no tiene nombre, pues es el padre de todo»3. Asimismo, leemos en El Kybalión: «El universo es una creación mental sostenida en la mente del todo… El Todo es mente, la raíz del universo es mental». Según esto, todo cuanto existe esta regido por una misma Ley Universal que emanó de la gran Mente Cósmica y es su voluntad la que sostiene el orden y la armonía de los mundos infinitos. Por eso, el principio hermético de correspondencia afirma que «así es arriba como esta abajo», pues no hay duda que las mismas leyes, fuerzas y principios que gobiernan el cosmos se manifiestan también en cada una de sus partes. En suma, para el sabio hermético el todo está contenido en la parte, y la suma total de las partes forman la totalidad viviente del todo: microcosmos y macrocosmos. El universo es holográfico, como ha redescubierto ahora la ciencia moderna, es por eso que con una única célula de cabello se puede clonar el organismo entero de una persona. Esto significa que todo cuanto existe danza al son de una misma melodía universal, un orden natural de la existencia que los egipcios llamaban Maat, los indos Dharman y los chinos el Tao, el sentido del «Rio de la Vida». Asombra pensar que todos estos principios yacen admirablemente expuestos en la sabidu-

ría hermética desde hace miles de años, aunque la física moderna los esté volviendo a descubrir ahora ayudándoles a construir un «nuevo paradigma» del cosmos. Según parece, es el hombre el que olvida y es el hombre el que recuerda, en cualquier caso, no cabe duda que el hombre es un holograma del universo, y que nuestra mente es una chispa de ese gran fuego que es la mente cósmica. En ella están todas las claves, y de alguna manera, también todos los secretos del cosmos, pues si nuestra mente está hecha a imagen y semejanza de la gran mente cósmica, es a través de nuestro pensamiento, iluminado por la divina luz de la inteligencia, como podemos llegar a descubrir y comprender todos los misterios del universo. Por eso, el lema que presidía el umbral por el que habían de pasar todos aquellos que iban a ser iniciados a los misterios de la sabiduría, en el templo del Apolo en Delfos, decía: «¡Oh hombre, conócete a ti mismo y conocerás al universo y a los dioses!». (Continuará…) m El Corpus Hermeticum

Notas:

Así lo afirma Platón, entre otros autores griegos, en su diálogo Fedro (274c–275e). 1

Como en el mito de Isis y Osiris citado por Plutarco, cuando Thot sana el ojo herido de Horus o enseña las técnicas de Medicina Mágica a la diosa Isis, para que pueda restituirle la vida a su amado esposo Osiris. 3 Robert Armour. Dioses y mitos del Antiguo Egipto. Alianza Editorial. Madrid. 2004. 2

Discurso de Thot a su hijo Tat. Los Libros de Hermes Trimegisto. Pág. 89. Ed. Visión Libros. Barcelona 1979. 3


El Rincón del Principito nstruir o c a c ifi n ig s o r tu fu Construir el o que e s e d n u r a e r c s E . el presente do ta n ie r o té s e y y o h valga para hacia el mañana . reto. c e s i m í He aqu simple: Es muy n sino e bie no se v azón. r o c l e con visible n i s e l cia Lo esen s ojos. a lo

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Vivir significa nacer lentamente. S ería demasiad o cómodo conta r con almas hechas y dere chas. Es mucho má s difícil juzgarse a s í mismo que a los dem ás...


lo que algunos dijeron sobre...

Director: Peter Jackson Aventuras. 2012. EEUU.

El Hobspbeirtado e

un viaje in

Una nueva adaptación cinematográfica de la extraordinaria obra de J.R.R. Tolkien. En ésta ocasión, Peter Jackson ha elaborado una espectacular obra audiovisual donde se aglutinan en una misma esencia la magia del paisaje de los mundos de Tolkien y un modernísimo espectro de efectos especiales capaces de hacernos soñar de nuevo con sus historias. El hobbit, un viaje inesperado, es la primera parte de una saga cinematográfica que nos narrará las aventuras del joven hobbit Bilbo Bolsón, que junto con el mago Gandalf y un grupo de enanos, vive una aventura fantástica en busca del tesoro custodiado por el dragón Smaug en la Montaña Solitaria.

El Templo del Cosmos

Vidas de Pitágoras

Autor:

Autor:

Jeremy Naydler Para los antiguos egipcios las experiencias de la vida cotidiana eras sagradas: los dioses se percibían como una presencia próxima, el tiempo estaba penetrado por el mundo transtemporal del mito y la causalidad era esencialmente mágica. En esta sorprendente indagación en las realidades ocultas que se escondían tras la superficie de la vida en el Egipto antiguo, Jeremy Naydler recrea la vida espiritual de otro tiempo y otro lugar. El templo del cosmos es una profunda

David H. de la Fuente exploración en una antigua conciencia, más en sintonía con los ritmos de la tierra, más abierta a las dimensiones internas del tiempo y el espacio, menos cerrada a las fuentes de la vida.

Una de las figuras centrales que conecta la antigua sabiduría egipcia con el inicio de la era filosófica en Grecia es, sin duda, Pitágoras de Samos. El presente libro se ocupa de estudiar al sabio de Samos en su aspecto de figura carismática legendaria, de maestro-guía, místicos y ético y, así como también la llamada «tradición pitagórica». La segunda parte del libro presenta por primera vez, en una nueva traducción anotada, una recopilación de todas las biografías del filósofo: las escritas por Porfirio de Tiro, Jámblico

de Calcis y Diógenes Laercio, y, como novedad, la más antigua que se conserva, redactada por el historiador griego Diodoro de Sicilia, la del patriarca Focio de Constantinopla y la del léxico bizantino Suda.

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«Hasta donde yo sé, desde su más profundo núcleo, el mundo se mantiene unido». Goethe (Fausto – Monólogo)1

«El Sacerdote» Pieza hallada en Mohenjo-Daro.

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E

l periodo que se establece entre los milenios IV y V AEC2 es muy importante para poder esclarecer el camino que eventualmente tomarán la historia, la filología, la arqueología, la literatura y la filosofía en la India antigua. En Mohenjo-daro y Harappa, los arqueólogos descubrieron los restos de una civilización urbana compleja, a la que hoy se le conoce como « la civilización del valle del Indo». Hallazgos recientes en estos sitios han sacado a la luz conjeturas acerca de las ideas filosóficoreligiosas, basadas en los sellos y los objetos de culto encontrados. En este sentido, se discute todavía la relación cronológica que existe entre la civiliza-

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ción del valle del Indo y los Vedas, lo cual permite hacer un comentario sobre los Vedas y, concretamente, sobre el Îgveda. Es preciso recordar que los Vedas son los documentos más antiguos del pensamiento humano y, sin duda, constituyen el monumento literario más antiguo de las lenguas indoeuropeas3. Sin embargo, antes de entrar en materia, conviene hacer una breve reflexión general acerca del pensamiento filosófico en la India. Para entender la filosofía de una cultura, debemos entender algo de sus « últimos valores», es decir, lo que es de máxima importancia para la vida de las personas de esa cultura o, lo que es lo mismo, los más altos ideales de los hombres más sabios de dicha cultura.4 Ahora bien, todos los registros de la religión de la India y todo el pensamiento especulativo —por no decir que también la literatura— inician con el Îgveda.5 A los no iniciados en temas filosóficos, esto sin duda conduce por caminos escabrosos, como el henoteísmo, el monoteísmo, el monismo, etcétera.6 Sin embargo, resulta necesario profundizar en estos temas, pues como dice el Atharva-veda, « el conocimiento del universo provoca un poder mágico».7 Así pues,


la filosofía india no es un tema del interés único de los anticuarios, el estudio de algo muerto y olvidad, coto exclusivo de los investigadores en Indología, algo relevante solo para los estudiosos de la India antigua, de su pensamiento y su cultura. Como ha dicho Daya Krishna, « a la filosofía india le ocurre lo mismo que a la cultura india, pues ambas son capaces de hacer brotar una violenta antipatía o un ferviente entusiasmo; difícilmente se les puede abordar con una visión fría y objetiva, desprovista de emociones negativas».8 Recordemos que, en torno a la India, hay tres mitos ampliamente difundidos: En primer lugar, se dice que todo pensamiento gira en torno a una profunda espiritualidad,9 desprovista por completo de materialismo; por otra parte, debido a su antigüedad, a la filosofía india se le caracteriza por su nivel de indiscutible autoridad;10 finalmente, existen múltiples escuelas que han logrado dividir el pensamiento en corrientes ortodoxas o heterodoxas.11 Todo ello, dentro de una constante búsqueda de la liberación última del espíritu, lo que técnicamente se conoce como mokÀa.12 Parafraseando a Mircea Eliade y sus estudios sobre la fenomenología de las religiones y también sobre la filosofía de la religión,13 conviene recordar que la filosofía de la India tiene una estructura compleja. Como lo expresó Mahadevan: Para una mente despierta que aspira a la sabiduría, no podría haber nada tan incitante como la filosofía profunda. La India, con su añeja tradición en las cosas de la mente y del espíritu, ofrece un fecundo campo de perspectivas filosóficas, un verdadero paraíso de mansiones metafísicas espléndidamente dotadas. El pensamiento indio presenta un horizonte fascinante en lo que respecta a su antigüedad y su diversidad; tiene en su haber la más larga historia […] posee una gama de puntos de vista, variada y llena de vitalidad, que va desde numerosos grados de materialismo hasta todos los matices posibles de monismo espiritualista y el no dualismo.14

A manera de reiteración, citaremos lo dicho por Frauwallner:15 « para utilizar una metáfora popular, la filosofía india es un océano poderoso en el que es difícil navegar». Por ello, conviene distinguir los siguientes periodos: i) Filosofía del periodo antiguo (que se inicia con los Vedas); ii) el periodo épico (entre el 600 AEC y el 200 EC), en el que surgen el Mah¡bh¡rata y el R¡m¡yana; iii) el periodo de los S£tras; iv) el periodo escolástico (desde el siglo II EC); v) la filosofía del periodo moderno (a partir del siglo III EC, hasta hace pocas décadas), que se caracteriza por el desarrollo de los sistemas áhaivítico y VaiÀ¸avístico; vi) filosofía contemporánea, en la que se el pensamiento se ve influido por maneras de pensar europeas (corriente que se ha desarrollado a partir de la Independencia de la India). Veamos ahora el caso específico de los Vedas. Dentro de la tradición india, se alude a los Vedas como ¿ruti, es decir, como pensamiento transmitido de forma oral. El término Veda proviene de la raíz sánscrita « vid», que significa « saber, conocer, entender»,16 por lo cual, en sentido más amplio, se podría definir como « el libro del conocimiento». De este modo, los videntes o poetas del Veda hablaban a partir del conocimiento de primera mano, a partir de la realidad de las cosas que les rodeaban. En consecuencia, Veda, de manera interpretativa, es un nombre muy significativo porque quiere decir sabiduría revelada o conocimiento metafísico.17 Los Vedas son cuatro: Îg-veda, Yajur-veda, S¡ma-veda y Atharva-veda. De estos cuatro, el más importante es el Îg-veda, porque los himnos que lo componen contienen las primeras especulaciones filosóficas. El Yajur-veda tiene un propósito litúrgico y consta de himnos tomados del Îg-veda. El S¡ma-veda también es una colección de himnos litúrgicos, tomados en su mayor parte del Îg-veda, y relacionados únicamente con el sacrificio del soma. Finalmente, el Atharva-veda fue el último de los vedas en incorporase, pues combina la religión y la filosofía, tomada del Îg-veda, con

Escena del Bhagavad-Gita.

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Poeta védico.

las prácticas y los cultos populares. En total, los cuatro Vedas suman 20,500 versos, de los cuales cerca de 10,500 pertenecen al Îg-veda.18 Sería un grave error suponer que el conjunto de los Vedas contiene una colección consistente de escritos filosóficos. Originalmente, los Vedas no tenían nada que ver con la filosofía, sino que la filosofía poco a poco se fue infiltrando en el acervo védico.19 Pues bien, veamos ahora algunos himnos y versos pertenecientes al Îg-veda, relativos a las primeras especulaciones filosóficas. Para ello, nos referiremos a temas de la filosofía como la teología, la cosmología, la ética y la escatología. De este modo, presentaremos estas ramas con su análisis, un comentario y algunos ejemplos tomados del Îg-veda. En primer lugar, veamos el aspecto teológico del Îg-veda, dentro del cual se tienen diferentes puntos de vista, que refieren al pensamiento filosófico de los poetas que buscaron algún refugio tenaz en diferentes cuestionamientos y que se resguardaron en el exterior y en el interior de las cosas que los rodearon. En este sentido, los himnos del Îg-veda son filosóficos, porque en ellos se intenta explicar los misterios del mundo, no sólo por su significado, sino también por las señales sobrehumanas o revelaciones extraordinarias y también por la luz de la razón.20 De este modo, la mente filosófica revelada en los 26

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himnos védicos se ve proyectada en las almas poéticas de quienes simplemente contemplaron la belleza del cielo, las maravillas de la tierra y lo extraordinario del cosmos. Así, los himnos fueron la producción de la conciencia poética y filosófica, donde se establecieron los dioses Indo-Iranios como Dyaus, Varu¸a, UÀas y Mitra, entre otros. Estos dioses se convirtieron en pobladores de un mundo que fue utilizado como guía filosófica de la vida. En este sentido, una filosofía genuina nace impulsada por el deseo de conocer y entender el mundo, enseñada también con el fin de acentuar el conocimiento del orden cósmico. En el hombre se asentó la duda acerca de los dioses y de su propia relación con ellos. Durante muchos siglos, se dio un crecimiento religioso que no se puede catalogar como un simple y transparente credo que admite una definición y una clasificación fácil del panteón hindú. Un aspecto asombroso de los himnos es su carácter politeísta, pues se nombra y adora a muchos dioses. Algunos de estos himnos son muy importantes, por su fuerte contenido filosófico y por su forma primigenia del politeísmo, proyectado en un sistema filosófico que esclarece el pensamiento discernido por la religión de los himnos, de tal modo que ofrecen una filosofía naturalista, politeísta, monoteísta y monista.21 El proceso del dios como hacedor de la mente del hombre y de su entorno natural se puede ver claramente en el Îg-veda. Por ejemplo, en el siguiente verso, existe una mención al cielo y a la tierra; por un lado, el cielo da el agua, elemento esencial para la vida en la tierra y, además, es la morada de los dioses; por el otro, la tierra es la madre quien, con la ayuda del cielo, da el alimento para los hombres y los elementos primordiales para el sacrificio. También queda claro que la conciencia del ser humano con su entorno se manifiesta a través de la deificación de los procesos naturales de la propia naturaleza, de tal modo que el hombre se vuelve uno con su entorno. En este sentido, la forma naturalista del entorno del ser humano y de su pensamiento se ve en este verso, porque constituye uno de los


poemas que ofrecen una filosofía naturalista y su relación con el ser humano: […] Que nos (a los seres humanos) ayuden los dos motivos (Cielo y Tierra) de alabanza humana, que me escuchen las dos y me atiendan con su ayuda, con su auxilio a favor de aquel que es generoso, que da más que un avaro. Que podamos embriagarnos de vigor, oh dioses, ser fuertes […].22

En este verso también se observa una forma de politeísmo donde se esclarecen los fenómenos naturales deificados; por lo cual los poetas escuchan la voz de los dioses en la tempestad del mundo y ven aún la oleada de las diferentes concepciones filosóficas. Así, el sol, la luna, las estrellas, la Ley Natural y el propio ser humano conducen a una realidad de una visión del mundo naturalista y antropomorfa del entorno físico. En el Îg-veda se ven las concepciones míticas que van más allá de los límites del mundo físico, pues pertenecen a un orden diferente de pensamiento filosófico que penetra en el panteón védico. Todo este grupo de dioses y diosas proveen una conciencia profunda al intelecto de los poetas. Esto enseña claramente la identificación de un dios con otros o todos los dioses juntos. En este sentido, dentro de la visión teísta, los poetas clasifican a los dioses en tres esferas importantes: la tierra, el aire y el espacio y los relacionan íntimamente con estas tres. Esta tendencia de sistematizar tiende a ser naturalista, pero también se muestra monoteísta, porque es un proceso más simple y lógico de jerarquizar a los dioses y diosas védicos. Prueba de ello, es el siguiente verso, que refleja a una sola deidad como la principal. En efecto, Agni se describe como un formador de la tierra y del cielo; además, se menciona como un dios muy importante porque se relaciona con el fuego del hogar y del sacrificio:23 […] Dios deslumbrante, dador de alegría, Agni del carro hermoso, con su poder ha rodeado las casas. Queremos embellecer las leyes de este gran bienh chor mediante poemas bien expresados, recitados en el hogar. ¡Oh, Vai¿v¡nara!, tengo deseo de verte manifestar así como has descubierto la luz, tú, que ves a lo lejos. Apenas nacido, llenaste las ondas, el Cielo y la Tierra; todo lo que existe, tú lo rodeas de tu persona misma, Agni […].24

En los himnos védicos no se aprecia una filosofía meramente relacionada con el entorno físico, ni tampoco con un monoteísmo total y abso-

luto, sino que también existen diversos factores que esclarecen un monismo o un sistema filosófico que pretende explicar el universo a través de un elemento único, esto se refleja con la expresión tadekam, es decir, « ese uno».25 En este sentido, la necesidad de postular un número de dioses se debe al impulso de la mente de los poetas de explicar lo que la mente busca para entender las causas y el origen que los circundaban. Por ejemplo, el poema sobre el principio de los tiempos mantiene una serie de cuestionamientos que expresan los deseos de conocer y saber el

origen del mundo, del universo y de todo lo que pertenece a ellos, a través de un solo elemento. Así, esto constituye la exégesis de toda ciencia y filosofía indias, porque se parte de diferentes cuestionamientos sobre el conocimiento que se revela en todas sus facetas y que afronta la realidad del ser humano con su deseo de adquirir la verdad: […] ¿Quién lo sabe, quién podría decirlo, de dónde surgió, de dónde viene todo? Los dioses vendrán después del comienzo. ¿Quién sabe cómo llegó a ser el principio? ¿De qué principio nació esta creación? ¿Fue hecha o no lo fue? El que vigila desde el alto puesto seguramente lo sabe. ¿O tal vez lo ignora? […].26

Ahora bien, los pensadores védicos no sólo EL MUNDO DE SOPHIA

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Representación simbólica de los principios femenino y masculino que rigen la naturaleza.

estuvieron conscientes de los problemas filosóficos que esclarecieran el origen y la naturaleza del mundo, sino también trataron de buscar el desarrollo del mundo y del universo, a través de los elementos que lo constituyen, de tal modo que se dice que el agua es el elemento donde se contiene el mundo, el tiempo, el deseo, la inteligencia de puruÀa y el calor o tapas. Esta idea védica se va a ver reflejada después en la metafísica dualista del S¡Ækhya y en la lógica de Hira¸yagarbha flotando sobre las aguas. Prueba de ello es que el poema sobre la creación ofrece un panorama cosmogónico donde se explica la exégesis del mundo y del universo. Esto también va a ser un tópico desarrollado ya como un sistema filosófico, concretamente en los Brahmas£tras y en las UpaniÀads: Centro: Pareja sagrada

El Orden Universal y la Verdad nacieron de Tapas llameante y de allí nació la Noche y de allí el ondulado océano del espacio; y del ondulado océano del espacio nació el Tiempo, el año ordenado en días y en noches, el gobernante de cada momento. En el principio, como antes, el Creador hizo el sol, la luna, el cielo y la tierra, el firmamento y el reino de la luz.27

En el poema que habla so28

EL MUNDO DE SOPHIA

bre el nacimiento de todos los dioses, el mundo nació de la no existencia, que se identifica como Aditi y toda la existencia se originó de Diti o la existencia, de tal modo que a partir de esto surge la fuerza cósmica. En este método de creación, se concibe como el origen de todo, porque algunos dioses son los supuestos constructores del mundo. En efecto, en este estado de pluralidad de los dioses, se plantean también como los autores del universo. Así, en este himno se encuentra una representación de la más avanzada teoría filosófica de la creación. En este sentido, hay un Ser que nació del No-Ser, es decir, la existencia, en su aspecto de manifestación, no se encontraba, pero se puede explicar porque el Ser positivo, es decir, la existencia se originó de su propia existencia. Esto expresa la absoluta realidad que está en los inicios del mundo y del universo y que, además, se puede caracterizar una existencia a través de la no-existencia; por decirlo de algún modo, la unidad del Ser con el No-Ser son manifestados por su propia fuerza: […] En la edad primera de los dioses el Ser nació del No-Ser. Inmediatamente después nacieron los orígenes, y después la fuerza que se mueve hacia arriba. De la fuerza hacia arriba nació la tierra y de la tierra nacieron los comienzos; de Aditi nació DakÀa (nombre del dios creador) y dentro de DakÀa, Aditi […].28

La creación del mundo también está trazada en una materia original, es decir, en PuruÀa . En este sentido, se puede ver que los dioses son los agentes de la creación, mientras que la materia, fuera de la cual el mundo es creado, está en el cuerpo del gran PuruÀa . Este acto de la creación está tratado como un sacrificio, en el cual PuruÀa es la víctima: […] Cuando los dioses ofrecieron el sacrificio con PuruÀa como ofrenda, la primavera fue la manteca, el verano el combustible y el otoño la oblación […].29

A partir de este sacrificio, parafraseando el poema, se dice que nacieron de la leche cuajada los animales regidos por el viento, los animales de los bosques y los de las aldeas, es decir animales salvajes y do-


mésticos. También nacieron los cantos rituales, caballos, vacas, corderos y cabras.30 Posteriormente, en el poema hay algo muy interesante que se refiere al orden social, es decir, al sistema de castas que hasta hoy prevalece en India. Del cuerpo desmembrado, los sacerdotes surgen de la boca, de los brazos surgen los guerreros, de sus muslos los labradores y de los pies los sirvientes.31 Aunque el antropomorfismo está puesto en marcha por la grandeza filosófica que trae las diferentes dimensiones del sacrificio de PuruÀa, la cosmovisión védica se extiende más allá de lo mortal y de lo inmortal, más allá de lo real y de lo irreal y más allá del cosmos, porque ofrece una dimensión cósmica extensa y una filosofía profunda sobre la creación. Y esto está constatado en el siguiente verso védico:

[…] Vir¡j nació de él y de Vir¡j nació PuruÀa. Tan pronto como nació fue más grande que la Tierra por detrás y por delante […].33

Con millares de cabezas, PuruÀa, con millares de ojos, millares de pies y, tras cubrir toda la tierra, la supera en más de diez dedos […].32

Îta proporciona un estándar de moralidad, que representa la esencia universal de las cosas y la verdad de las cosas. Contrario a esto se encuentra el desorden o la An-Îta o la falsedad como opuesta a la verdad. En el Îg-Veda, se persigue la bondad de quienes siguen el camino del Îta, la verdad y el orden.36 En este sentido, es claro que la característica principal de la Ley es ser congruente con ella y seguirla para ser buena persona o no seguirla. Así, se plantea la ética con esta Ley, porque, si tomamos como ejemplo a los dioses que siguen la Ley, nosotros como seres humanos debemos seguir el ejemplo de los dioses, entonces debemos seguir la Ley. De este modo, no hay ningún himno dedicado al Îta; sin embargo, existe mencionado en diferentes himnos a los dioses. Por ejemplo, en el himno a

Finalmente, este himno es consistente con la teoría de la creación, porque explica a la unidad como absoluta. El propio mundo, de acuerdo con esto, está sujeto a las condiciones del Absoluto dentro del sujeto y del objeto, es decir, PuruÀa y Prak¤ti. En este sentido, la suprema realidad llega a ser la actividad de PuruÀa y el objeto llega a ser Prak¤ti. Así, PuruÀa es el engendrado pero también es el engendrador, porque él es el Absoluto originado y que surge a través de su autoconciencia. A partir de aquí y con este principio, se va a desarrollar este tópico filosófico en la escuela advaita o no-dual, encabezada por áankara:

Ahora bien, alrededor de la ética que presenta el Îg-veda, se encuentra el concepto de Îta, ley natural o costumbre sagrada.34 Esto es la anticipación de la ley del karma, una de las características distintivas del pensamiento filosófico que se desarrolla principalmente en la Bagvad-g¢ta y en otras obras. Esta es la ley que domina el propio mundo, a todos los hombres y a todos dioses, la ley que todos debemos seguir: […] Las leyes del Îta han seguido los dioses a quienes ni el Cielo ni la Tierra han podido detener. Al precioso lactante amamantan las aguas en la matriz de la Ley, que es la suya […].35

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Soma, se menciona el cumplimiento de esta Ley por la verdad, por la fe y por la penitencia: […] Proclamando el Îta, oh tú (Soma), que brillas por Îta, proclamando lo verdadero, oh tú, cuya obra es verdadera, proclamando la fe, oh rey Soma, tú eres preparado por el obrero […].37

Finalmente, veamos brevemente algo con respecto a la escatología en el Îg-veda. Los poetas védicos amaron la vida y su plenitud. Ellos no enseñaron con gran interés las características del alma o ¡tman, que se convertiría después en un tópico filosófico de gran importancia en los Brahma-s£tras y en las UpaniÀads. Ellos no tuvieron doctrinas especiales sobre la vida después de la muerte. Sin embargo, existen algunas concepciones vagas sobre la vida después de la muerte. Por ejemplo, cuando el cuerpo perece, el ¡tman es arrojado fuera de él. Este ¡tman llega a estar dotado de una forma luminosa que va hacia la morada de Yama y los manes o padres, donde la vida es inmortal. Prueba de ello es que hay un verso que habla de los dos caminos que recorre el ¡tman cuando el cuerpo perece: […] Yo he escuchado mencionar dos caminos, el camino de los Padres, de los Dioses y de los mortales. Sobre esos dos caminos cada criatura viaja, cada cosa entre el Padre y la Madre. Esos dos caminos unidos me sostienen a mí quien viaja nacido de la cabeza y considerado con el espíritu. Él permanece dirigido a todas las cosas existentes,precipitadas, descontentas en su ardiente esplendor […].38

Estos versos se refieren a la distinción de los caminos en los cuales el humo, donde se encuentra el ¡tman, asciende al cielo en la cremación y en el sacrificio. En este sentido, la especulación filosófica del hombre con respecto al ¡tman y a la muerte se fundamenta principalmente en el deseo de vivir y en el miedo a la muerte. Queda claro, por lo tanto, que en el Îg-veda hay una distinción clara y precisa entre la vida, la muerte, el cuerpo y el ¡tman. Así pues, los himnos védicos constituyen la fundamentación del pensamiento filosófico del Îg-veda. Mientras que continúa una tradición cultural desprendida de los poemas hacia la literatura filosófica sánscrita, los Brahma-s£tras, las UpaniÀads y otros textos enfatizan las especulaciones filosóficas planteadas en los Vedas y crean toda una doctrina en torno a ellas como el monoteísmo, el monismo, la cosmogonía y la escatología. Además el teísmo del Îg-veda se especifica en el karma desarrollado en la Bagvadg¢ta, incluso en sus inicios como la ética en el Îta. Así, los himnos del Îg-veda muestran los primeros acercamientos de la realidad filosófica y del pensamiento de poetas, que se preocuparon por tratar de esclarecer el origen de todo lo que les rodeó, incluyendo el mismo ser humano. En suma, podemos decir que un acercamiento actual a los textos védicos, desde el punto de vista filosófico, nos conduce a reflexionar sobre la gran riqueza del pensamiento que tuvo la India en la antigüedad, abundancia que ha prevalecido hasta nuestros días. m

BIBLIOGRAFÍA: Apte, V. S., The Student’s Sanskrit-English Dictionary, Nueva Delhi, New Bharatiya Book Corporation, 2003. Edgerton, Franklin, The Beginnings of Indian Philosphy, Cambridge, Harvard University Press, 1965. Eliade, Mircea y Joseph M. Kitagawa (comps.), Metodología de la historia de las religiones, Barcelona, Paidós Orientalia, 2010 (1ª. ed., 1996, trad. de Saad Chedid y Eduardo Masullo). Frauwallner, Erich, History of Indian Philosophy, Nueva Delhi, Motilal Banarsidass Publishers Private Ltd., 1973 (trad. al inglés de V. M. Bedekar). Hiriyanna, M., Essentials of Indian Philosophy, Londres, George Allen & Unwin, 1960. Johnson, Willard, Poetry and Speculation of the Îg-veda, Los Ángeles, University of California Press, 1980. Krishna, Daya, Indian Philosophy: A Counter Perspective. Oxford, Oxford University Press, 1991. Lanman, Rockwell Charles and Arthur Berriedale Keith, The Religion and Philosophy of the Veda and Upanishads, Londres, Oxford University Press, 1925. Macdonell, Arthur A., A History of Sanskrit Literature, Nueva Delhi, Motilal Banarsidass Publishers Private Ltd., 2006. Mahadevan, T. M. P., Invitación a la filosofía de la India, México, Fondo de Cultura Económica, 1998 (trad. de Leticia García Urriza, prólogo de Graciela de la Lama). Morgan, Diane, Guide to Eastern Philosophy and Religion, Nueva York, Renaissance Books/St. Martin´s Press, 2001. Panikkar, Raimon, La experiencia filosófica de la India, Madrid, Ed. Trotta, 1997. Potter, Karl H., Presuppositions of India´s Philosophies, Nueva Delhi, Motilal Banarsidass Publishers Private Ltd., 1999. Rv. The Hymns of the Îg-veda, translated with a popular commentary by Ralph Y. H. Griffith, The Chowkhamba Sanskrit Series Office and Vidya Vilas Press, India, 1963. Radhakrishnan, Indian Philosophy, Nueva York, The Macmillan Co., 1971 (2 vols.). Reyna, Ruth, Introducción a la filosofía de la India, Buenos Aires, Librería “El Ateneo” Editorial, 1977. Zimmer, Heinrich, Filosofías de la India, Editorial Universitaria de Buenos Aires, 1953 (trad. de J. A. Vázquez).


NOTAS: Trad. de los autores. En este trabajo, los periodos históricos se denotan con las designaciones AEC (antes de la Era Común) y EC (Era Común), en lugar de los equivalentes cristianos de a.C. y d.C. 3 Mahadeva, p. 24. 4 Potter, pp. 1-5. 5 Edgerton, p. 17. 6 El henoteísmo considera que hay una divinidad suprema, a la vez que otras inferiores a ella. En el monoteísmo se reconoce a un solo dios y en el monismo se pretende reducir a todos los seres y fenómenos del universo a una idea o sustancia única, de la cual derivan y con la cual se identifican. 7 Edgerton, p. 22. También, vid. lo relativo los mantras y el poder de la palabra en Morgan, p. 25. 8 Krishna, p. 3. 9 Se ha llegado a decir que “el motivo espiritual domina la vida en India” (Radhakrishnan, p. 25). Sin embargo, este mito sigue siendo aún motivo de debate entre los pensadores. 10 A esto se refiere el concepto de dar¿ana o percepción espìritual. 11 Cabe señalar que el budismo y el jainismo se desprendieron de la corriente ortodoxa del pensamiento hindú y acabaron por establecerse en su propio derecho. 12 Krishna, pp. 17-19. 13 Eliade, pp. 95. 14 Mahadevan, p. 13. 15 Frauwallner, p. 3. 16 Apte, p. 510. 17 Mahadeva, p. 25. 18 Macdonell, p. 24 y ss. 19 Frauwallner, p. 27. 20 Radhakrishna, p. 99. 21 Lanman, p. 433. 22 Rv. I, 185, 9. 23 Hiriyanna, p. 15. 24 Rv. III, 3, 9 y 10. 25 Hiriyanna, p.15. 26 Rv. X, 129, 6 y 7. 27 Rv. X, 190. 28 Rv. X, 72, 3 y 4. 29 Rv. X, 90, 6. 30 Rv. X, 90, 8-10. 31 Rv. X, 90, 11-12. 32 Rv. X, 90, 1. 33 Rv. X, 90, 5. 34 Apte, p. 120. 35 Rv. I, 65, 2. 36 Zimmer, p. 55. 37 Rv. IX, 113, 4. 38 Rv. X, 88, 15 y 16. 1 2

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A

l preguntarnos ¿qué es una canción?, podríamos decir que es «aquello que cada uno quiere que sea». Esta definición, por torpe que parezca, no lo es si tenemos en cuenta que en materia de definiciones, en estos asuntos no hay parámetros precisos, pues este género musical no pertenece al grupo de ciencias exactas como la física o la matemática. Desde el punto de vista poético, se podría decir que es una «pirueta sentimental del alma», un vehículo que transporta el estado de ánimo de quien la compone. En el campo político e incluso ideológico, una canción puede ser portavoz de mensajes proselitistas o propagandas partidistas. En el ámbito social constituye un elemento de concienciación, es decir, un «despertador» de conciencias dormidas. Sin embargo, más allá de todas estas definiciones, una canción es una pequeña gran creación artística que 32

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debe mantener los elementos necesarios para ser percibida a través de la emoción, que es, a la postre, el tamiz indispensable para apreciar cualquier tipo de composición.

El origen del canto y la juglaría Supongo que la necesidad de cantar nació de la propia evolución, ese archivo de experiencias que se va creando a lo largo del tiempo y que nos permite afrontar la supervivencia. Me gustaría creer que en el comienzo de los tiempos el hombre primitivo quiso imitar el sonido de los pájaros, de la lluvia. Es muy probable que el primer canto de un ser humano fuera un sonido indefinido y, por supuesto, tan torpe como él y su entorno. ¿Cuáles son los componentes que conforman una canción? En esto no hay misterio alguno, pues, como bien se sabe, una canción es la conjunción de un texto y una melodía. Si yo fuera un experto historiador es probable que pudiera hurgar en los rincones más recónditos y precisos de la historia para determinar sus orígenes reales, pero como no lo soy me con-


formo con aquello que me dicta la imaginación y el sentido común. Éste me anima a deducir que el texto de las canciones viene de la copla, esa forma rítmica y sonora de organizar palabras para expresar sentires, es decir, poesía en su estado más puro y natural. Antiguamente, los poetas ofrecían sus rimas manuscritas y, como una forma precaria de supervivencia, las vendían en los mercadillos o ferias de su tiempo. Tal vez alguien, subyugado por los versos de un ignorado poeta, los compró y guardó y, una vez bien seleccionados y compilados, tuvo la brillante idea de imprimirlos en forma de cuadernillos o libro primario de poesía. En aquellas ferias, los poetas subían a veces a un pequeño estrado y leían sus versos, que la gente apreciaba y premiaba con una propina o limosna al orador circunstancial. Sospecho que la juglaría, como medio de información y difusión, debe haber sido el origen de los noticieros actuales. Los juglares iban de pueblo en pueblo comentando los sucesos de los feudos que habían dejado atrás; su misión de divulgar noticias se llevaba a cabo cantando coplas y melodías sencillas, tocadas al son de una zanfonía, una vihuela o una flauta. Eran meros intérpretes que, a diferencia de los trovadores, no componían. Su arte solía incluir la declamación, el canto y la música instrumental, por lo que podríamos considerarles los antecesores de los cantautores actuales. Además de su aspecto picaresco, encontramos también expresiones poéticas más serias y cultas —como es el caso de las Cantigas de Alfonso X el sabio, entre otras—, con temáticas de más hondo contenido, que hablaban de las relaciones amorosas o elevaban loas al valor de tal o cual guerrero.

La canción en la actualidad Habiendo pasado de manera somera por lo que fue el origen de la canción, vamos a situarnos en nuestro tiempo. Desde 1877, fecha en que Tomás Alba Edison inventó el fonógrafo, la música po-

pular empezó poco a poco a convertirse en una industria, insignificante al principio y de gigantescas dimensiones a la postre. No sólo se venden millones de discos en el mundo, sino todo tipo de cosas que agrandan la popularidad de los artistas en el llamado merchandising. Desde aquellos antiguos fonógrafos hasta las actuales cadenas sonoras hay un mundo de progreso. Sin embargo, esta tecnología —cual arma de doble filo— ha proporcionado más que antaño la posibilidad de clonar discos partiendo de un simple CD, una práctica al margen de la ley cuya producción a veces supera en mucho la disponibilidad de las copias de las propias casas discográficas. Los tan mentados años 60 fueron una década muy negativa para la canción, suavizada solamente por una eclosión de calidades: en Inglaterra los Beatles y en España Serrat, entre otros. La rigidez social era el muro a derribar; el pelo largo, la guitarra eléctrica y el gritar a viva voz por la libertad se convirtieron en iconos de la modernidad. Se comenzó a prestar más atención a los intérpretes, convirtiéndolos en estrellas rutilantes, como si la gente descubriera la necesidad imperante de crear ídolos a los que aferrarse, con quienes identificarse. Surgieron en Cataluña la Nova Cançó, liderada por Pi de la Serra, Lluís Llach y otros; en Valencia cantantes poderosos como Nino Bravo y una larga saga de intérpretes que siguieron su estela, además de compositores como Manuel Alejandro, con cuyas canciones emergió un «terremoto» llamado Raphael. Las compañías discográficas empezaron a tener pingües ganancias y a tomarse en serio el mercado español, pero, como suele suceder, lo que se supone que debe ser un mercado equitativo y favorable a toda una industria de la que de-

El cantautor argentino durante una conferencia impartida en la Fundación Sophia de Palma de Mallorca.

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me proporcionó un libro y me dijo —fíjate cómo son estos versos: Lluís Llach

Nino Bravo

penden cientos y miles de familias, se ha convertido, por especulaciones de todo tipo, en una exclusiva para ciertos grupos productores que han copado los medios audiovisuales para utilizarlos para promocionar una serie de peregrinas academias con resultados especulativos que nada tienen que ver con la cultura y mucho menos con el negocio de la música. El grave peligro que esta praxis conlleva es que en la actualidad multitud de jóvenes que creen tener vocación y un cierto talento, caen compulsivamente en esa trampa pseudo académica con la intención de adquirir una preparación que les prometa una posibilidad de triunfo. Digo trampa porque aquello no pasa de ser un gigantesco negocio basado en la ilusión de muchos jóvenes que confían en convertirse en estrellas. Hoy se especula en todos los sentidos, muchos jóvenes quieren ser artistas, ser figuras; pero ¿cómo hacen para conseguirlo? El enigma es difícil de resolver…

Poesía, Música y Ritmo En mi caso, cuando compongo intento escribir lo que siento y ponerlo de la mejor manera posible. ¿Cómo he adquirido experiencia para ello? He leído mucha poesía, me he interesado tanto por los clásicos como por los poetas actuales, y por estudiar las formas de lo que puede ser un texto bien escrito para poder ponerle una música que lo acompañe (ésta debe ser no más que el vehículo que lleve la idea del autor, de su texto). Por poner un ejemplo, recuerdo que cuando vine a España, hace ya bastantes años, tenía nociones de Antonio Machado pero no una relación directa, no lo había leído en profundidad. Un amigo 34

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Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla, y un huerto claro donde madura el limonero; mi juventud, veinte años en tierras de Castilla; mi historia, algunos casos que recordar no quiero. Ni un seductor Mañara, ni un Bradomín he sido —ya conocéis mi torpe aliño indumentario—, más recibí la flecha que me asignó Cupido, y amé cuanto ellas puedan tener de hospitalario. Etc… Fragmento de Retrato Con esta cita quiero decir que se trata de un poema rítmico. ¿Qué significa eso?, significa que ya hay una proposición musical. Como se sabe, una canción se compone de una melodía y un ritmo; si ya le estamos dando el ritmo con el poema, nos falta solamente ponerle la melodía para otorgarle una cierta belleza estética y para que los versos puedan transcurrir directamente hacia la audiencia. Los poemas, a su vez, deben tener un desarrollo, una especie de línea, una exposición, una sucesión de comentarios sobre la exposición, hasta llegar al final. Y eso, evidentemente, no todos los compositores lo tienen en cuenta en el mundo de la canción. Hoy en día encontramos una «cuartetita» más o menos simpática, le ponemos música, hacemos mucha gimnasia en el escenario y con eso ya hemos conseguido un éxito… Yo creo que en España, principalmente, con la muerte de Rafael de León, de Manuel Quiroga, de aquellos magníficos compositores de coplas, murió también el hábito de escribir bien. Tal vez por eso, cara al futuro, sea necesario reflexionar acerca del género de la canción y su influencia en la sociedad. Es un hecho innegable que la música popular es parte de la cultura de nuestro pueblo, es lo que va a permanecer, es el arte por el cual nos van a juzgar en tiempos venideros nuestros sucesores y van a decir «en 1900 o en el 2000 se cantaba tal y cual cosa», de la misma manera que hacemos ahora cuando revisamos la música de Alfonso X el Sabio. Tenemos, entonces, una vocación, a la vez que una obligación de crear un mundo cultural popular; y ese mundo musical popular no puede estar sometido a ningún tipo de especulaciones. m



Cartas a un joven idealista

El Amor Herminia Gisbert Vicepresidenta de la Fundación Sophia

Querido Jorge: Si como hablábamos en nuestro anterior capítulo sobre la voluntad, el alma del universo se manifiesta a través de una energía trina, representada en todas las cosmogonías y religiones como las tres personas de la trinidad, la trimurti, el trino logos, o con cualquiera de sus otras formas de expresión, continuaremos hoy por el segundo rayo… el del Amor. Y si, como decíamos, la voluntad canaliza la energía del «padre», en el caso del amor, lo hace, como es de esperar, con la energía de la «madre». La más poderosa fuerza de la naturaleza capaz de dar vida a toda la creación e integrar en la unidad a todos los seres que componemos la gran familia universal. El poder del amor es tan pujante que eleva lo mejor que hay en nosotros mismos hacia las estrellas… Siempre en pos de la unidad, hace que extraigamos la luz de nuestro interior para derramarla sobre los demás en un acto de grandeza que nos emparenta con 36

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los mismos dioses. Es tan sublime que una sola gota de su divina ambrosía ennoblece nuestras vidas y las torna íntegras… y tan luminoso que disuelve las sombras que nos ocultan de nosotros mismos, de los demás y de la propia vida. Lo cierto es que para hablar del amor no quiero usar el lenguaje habitual, pues se me antoja prosaico y limitado; por ello he pensado que, mejor que yo, porqué no hablan aquellos divinos poetas que lograron alcanzar las áureas regiones en donde la palabra se viste de gala para acercarse al más divino de los dioses, al primero, muy posiblemente al único, al que los contiene a todos, al Amor. Un ser alado que se manifiesta a través de un prisma múltiple: amor místico que cual llave maestra abre todas las puertas del gran misterio de la vida, de la muerte y de la creación; amor afectivo, que nos transporta hasta las mágicas regiones del sentimiento, en donde el fuego de la pasión reduce a cenizas cualquier atisbo de mediocridad o tibieza; amor vivido, amor reflexionado, amor enseñado cual grandes máximas de vida que nos recuerdan verdades sin tiempo, pues pertenecen a la sabiduría impresa en nuestra propia alma inmortal.


Comencemos por el amor místico, pues él los abarca a todos, como el océano contiene las aguas de todos los ríos que en él desaguan sin desbordarlo jamás, como el aliento de vida que anima a todos los seres de la creación aunque no lo veamos; como el cálido abrazo que envuelve con sus mágicos efluvios a la totalidad del ser. Y para ello he elegido a dos de los más grandes místicos de todos los tiempos, uno hinduista y el otro sufí, uno es Rabindranath Tagore y el otro Jalalud-Din Rumi, ambos ebrios de divina locura como definiese Platón a esa cualidad luminosa y liberadora de aquel que se conecta con las esencias puras. La vehemencia de su amor es tal que es capaz de contenerlo todo: el universo, la naturaleza, los seres, y sobre todo a la divinidad. Dejémosles que hablen, pues su palabra nos conducirá de la mano hasta el reino del silencio interior. «Viniste un momento a mí, y yo sentí en tu roce el gran misterio de la mujer que vive en el corazón del universo; la que siempre está devolviendo a Dios su propio río de dulzura; la belleza siempre fresca y joven de la naturaleza, que salta en los arroyos espumantes, y canta en la luz de la mañana, y nutre con olas de anhelo la tierra sedienta; esa en donde el Eterno se parte en dos, en una alegría que no puede contenerse, y se derrama, con dolor, por el amor». Tagore. «A través de la eternidad la belleza descubre su forma exquisita en la soledad de la nada; coloca un espejo ante Su Rostro y contempla Su propia belleza. Él es el conocedor y lo conocido, el observador y lo observado; ningún ojo excepto el Suyo ha observado este Universo. Cada cualidad Suya encuentra una expresión: la Eternidad se vuelve el verde campo de Tiempo y Espacio; Amor, el jardín que da la vida, el jardín de este mundo. Toda rama, hoja y fruto revela un aspecto de su perfección: los cipreses insinúan Su majestad, las rosas dan nuevas de Su belleza. Siem-

El poder del Amor es tan pujante que eleva lo mejor que hay en nosotros mismos hacia las estrellas…

pre que la Belleza mira, el Amor también está allí; siempre que la belleza muestre una mejilla sonrosada el Amor enciende su fuego con esa llama. Cuando la belleza mora en los oscuros vallecitos de la noche, el Amor viene y encuentra un corazón enredado en los cabellos. La Belleza y el Amor son cuerpo y alma. La Belleza es la mina, el Amor, el diamante. Juntos han estado desde el principio de los tiempos, lado a lado, paso a paso». Rumi Para penetrar en el misterio del amor romántico, ensoñador, pletórico de sentimiento, he escogido a dos poetas contemporáneos, uno madurado por el elixir de toda una vida rebosante de pasión, el otro, un joven poeta cuya alma está ávida por vivir y por compartir el entusiasmo que alienta su caminar. Ellos son dos de los hombres que han dejado huella en mi alma, pues ambos tienen una página escrita en mi propia historia personal. El uno es Alberto Cortez, y el otro Víctor Vilar. De sus manos nos adentraremos en el gran misterio que encierra el amor… el de su poder ilimitado. «Amar es poder. Poder derribar un muro que por enorme y oscuro te hace pensar... no podré y poder. Amar es querer reconquistar lo perdido, que por estar escondido te hace pensar... no podré y poder. Amar es EL MUNDO DE SOPHIA

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saber. Saber vivir con la gente, ya que por ser diferente te hace pensar... no podré y poder. Amar es poder. Poder pintar una rosa, la que por ser tan hermosa te hace pensar... no podré y poder. Amar es saber encontrar la calma cuando la angustia del alma te hace pensar... no podré y poder. Amar es querer dejar de lado el orgullo que por saberlo tan tuyo te hace pensar... no podré y poder… Amar es poder... Amar». Alberto Cortez «Oscura se anuncia la noche. Generosa es la vida para quien la transita con pasión y sin apego. En medio del caos descubres que es Eros quien todo lo construye. Cuando él duerme deja paso a la nada y el cosmos pierde cohesión y se destruye. Ante la muerte uno se vuelve metafísico y Parménides tal vez quisiera ser Heráclito. Quiero revelarte el gran secreto que racionalidad alguna ha desvelado. La razón no logrará atrapar jamás al gran misterio, de la misma forma que el viento es inasible por la mano, al igual que la antorcha no hace sombra al lucero. Sólo el que ama, vive. Es. Sólo en el Amor se es inmortal y eterno, inamovible, uno y todo al mismo tiempo… completo. La muerte se doblega ante su poder. Pues sin amar, no se es, ni aun viviendo…» Victor Vilar Derecha: Retrato de Khalil Gibran

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Y por último, de entre los muchos y maravillosos poemas de amor de la literatura universal, he escogido para nuestra reflexión un poema que tiene el sello inconfundible de un poeta, como yo le llamo, «instructor de hombres». En

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cada uno de sus versos hallamos el perfume de un alma que siente el compromiso de servir a los demás a través del verbo pedagógico, pues es capaz de revelar en sus escritos una larga serie de valores que ponen de manifiesto su pasión por la educación: la paciencia de aquel que enseña sin esperar reconocimiento; la fe de aquel que es capaz de visualizar un futuro luminoso que aun no ha llegado; el valor para no venderse a los sofismas e ideas socialmente aceptadas; y sobre todo… mucho amor. Tanto que cuando lo lees, sientes su cálida y reconfortante presencia exhortándote a avanzar… Él es Khalil Gibran en uno de los capítulos de su libro El Profeta... «Cuando el amor os llame, seguidlo. Aunque su camino sea duro y difícil. Y cuando sus alas os envuelvan, entregaos. Aunque la espada escondida entre ellas os hiera.Y cuando os hable, creed en él, aunque su voz destroce nuestros sueños, como el viento del Norte devasta el jardín. Porque, así como el amor os corona, así os crucifica, así como os agranda, así os poda.


Así como asciende a lo más alto y acaricia vuestras más tiernas ramas, que se estremecen bajo el sol, así descenderá hasta vuestras raíces y las sacudirá en un abrazo con la tierra. Como trigo en gavillas él os une a vosotros mismos. Os desgarra para desnudaros. Os cierne, para libraros de vuestras coberturas. Os pulveriza hasta volveros blancos. Os amasa, hasta que estéis flexibles y dóciles. Y os asigna luego a un fuego sagrado, para que podáis convertiros en sagrado pan para la fiesta sagrada de Dios. Todo esto hará el amor en vosotros para que podáis conocer los secretos de vuestro corazón y convertiros, por ese conocimiento, en un fragmento del corazón de la Vida. Pero si, en vuestro miedo, buscarais solamente la paz y el placer del amor, entonces es mejor que cubráis vuestra desnudez y os alejéis de sus umbrales, hacia un mundo sin primaveras donde reiréis, pero no todas vuestras risas, y lloraréis pero no todas vuestras lágrimas. El amor no da nada más que a sí mismo y no toma nada más que de sí mismo. El amor no posee ni es poseído. Porque el amor es suficiente para el amor. Cuando améis no debéis decir: “Dios está en mi corazón”, sino más bien: “Estoy en el corazón de Dios”. Y pensad que no podéis dirigir el curso del amor porque él si os encuentra dignos, dirigirá vuestro curso. El amor no tiene otro deseo que el de realizarse. Pero si amáis y tenéis la necesidad de amar, que vuestros deseos sean estos: Fundirse y ser como un arroyo que canta su melodía a la noche. u Conocer el dolor de sentir demasiada ternura. u Ser herido por nuestro propio conocimiento del amor y sangrar voluntaria y alegremente. u Despertarse al amanecer con un corazón alado y dar gracias por otra jornada de amor. u Descansar a mediodía y meditar en el éxtasis de amar. u Volver al hogar, al atardecer, con gratitud y dormir con una plegaria por el ser amado en el corazón y una canción de alabanza en los labios». u

Khalil Gibran Poco se puede decir... Mucho se tiene que vivir…

¡Feliz encuentro con el Amor!... EL MUNDO DE SOPHIA

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