El Mundo de Sophia 39

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Contenidos Pág. 6 Música La influencia de los astros en la música Pág. 9 Para leer... para soñar. El Principito

EL MUNDO DE SOPHIA 2009 Nº 39 DIRECTOR: Francis J.Vilar JEFA DE REDACCIÓN: Nati Sánchez

Pág. 10 Psicología Claves para el desarrollo de la vida interior

Pág. 12 Psicología La comunicación no verbal Pág. 16 Arte El teatro en Oriente

Pág. 20 Hermenéutica Grecia y los misterios órficos (2ª parte) Pág. 24 Noticias, avances descubrimientos... y otras historias Pág. 26 Simbología Yin-Yang: símbolo de la dualidad Pág. 30 Danza Isadora Duncan. El espíritu de la danza en una mujer excepcional

Pág. 33 Reportaje Un fotógrafo en la India Pág. 36 Música Richard Wagner: visionario del arte futuro

Pág. 40 Opinión Las raíces del futuro Pág. 43 Poesía. Mario Benedetti Pág. 44 Cartas a un joven idealista Sócrates, Platón y el fenómeno griego (2ª Parte)

REDACCIÓN Y MAQUETACIÓN: Víctor Vilar Elvira Rey Felipe Aguirre FOTOGRAFÍA: Nacho Valentia Diana Hirsch HAN COLABORADO: Francis J.Vilar Herminia Gisbert Antonio Marí Jorge Nuño Jiménez Catalina Simonet Nacho Valentia Cristina Gavilán Felipe Aguirre José Luís Gíl Pepa Vélez Laura Sánchez Una publicación de: Fundación Sophia c/ Jaime Ferrer, 3 Palma de Mallorca (Baleares) www.fundacionsophia.com Telf. 971 72 15 55 mundosophia@mundosophia.com redacción@mundosophia.com www.mundosophia.com D.L. PM-2099-98 Los artículos firmados expresan única y exclusivamente la opinión de su autor, quien se hace responsable de la veracidad y autoría de los contenidos expuestos.


EL ARTE DE VIVIR

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esde que nos alcanza la memoria, incluso antes de que naciese la historia, hemos buscado la piedra filosofal, el Ars-Magna o clave fundamental que nos desvele el secreto de nuestra propia existencia. Somos hombres y como tales nacemos, vivimos y morimos, igual que las demás criaturas de la Naturaleza. Pero en nosotros hay algo más, un factor inquietante, genuinamente humano que va más allá de la mera lucha por la supervivencia. Una misteriosa fuerza atávica que despierta en nosotros la inextinguible necesidad de buscar un sentido a todo cuanto vemos, a todo cuanto sentimos y a todo cuanto hacemos. Obviamente, no podemos negar lo evidente y por lo tanto la existencia debe tener un sentido metafísico o práctico, ético o estético, espiritual o material, pues, de no ser así, los humanos llevamos cientos de

miles de años haciendo el tonto, dado que ya el hombre del Paleolítico lo buscaba con singular afán cuando decoraba las paredes y techos de sus cuevas con imágenes, símbolos y hieroglifos. Maldición para algunos y bendición para otros, la imperiosa necesidad de encontrar el sentido de la vida hizo nacer el arte, la religión, la ciencia y la política, las cuatro caras de ese proceso piramidal y evolutivo que llamamos civilización, cuatro vías de la experiencia humana que nuestra inteligencia ha desarrollado buscando concebir y expresar el ideal de la belleza, el bien, la verdad y la justicia. En cualquier caso, bien sea a través del símbolo o el pensamiento mitopoético, o de la lógica racional, de la experiencia in-


tuitiva y el sentimiento, o de la experiencia inteligible y la razón práctica, el sentido de la vida constituye el paradigma por excelencia de la «Gran búsqueda» del hombre, en pos de desvelar el oculto misterio de nuestra propia existencia. Un secreto que el hombre de todo tiempo y lugar ha buscado con afán, indagando audazmente en los sueños visibles e invisibles de la Naturaleza, para poder hallar la clave fundamental del «Arte de vivir». Pues si la existencia tiene un sentido, tanto para el Universo como para nosotros mismos, en consecuencia, nuestro paso por la vida ha de tener también un finalidad y una razón de ser, tanto si lo descubrimos como si lo ignoramos; pues aún para aquellos que abrazan el escepticismo metafísico como estrategia vital, el sinsentido de la vida es también una forma de darle sentido a la propia existencia, pues, ultérrimamente no podemos huir de nuestra naturaleza humana como entes pensantes ni del hecho incuestionable de que somos seres conscientes de nuestra propia existencia.

mar de lo desconocido. Como infatigables peregrinos de la existencia escalamos una y otra vez las montañas de la certeza para bajar después al valle de la inconsciencia y quedarnos dormidos en la oscura noche del olvido. Sin embargo, la contemplación de las estrellas despierta en nosotros el recuerdo de nuestra propia inmortalidad divina, y así, día tras día, vida tras vida, nuestra conciencia se levanta una vez más y la gran búsqueda prosigue su curso. Los sabios egipcios enseñaban que la vida en la tierra es una escuela de aprendizaje donde nos ejercitamos en la búsqueda de la sabiduría hasta que lleguemos a alcanzar la maestría en el «arte de vivir». Un arte difícil y misterioso cuya corona final no es «saberlo todo» sino, más bien, descubrir cuál es el oculto sentido de la Vida para poder situar nuestra vida, es decir, nuestros pensamientos, nuestras palabras, nuestros sentimientos y nuestros actos en perfecta armonía con el Universo. Por eso, llamaron a sus escuelas de sabiduría «Casas de la Vida».

Hay dos cuestiones irrefutables: que todos hemos nacido y que todos tenemos que morir. Por lo tanto, encontrar el sentido de la vida implica necesariamente descubrir también el de la muerte, porque tenemos que abandonar nuestra actual forma de existencia mortal. De hecho no somos los únicos, pues vemos que todo cuanto existe en la Naturaleza, incluso las estrellas y las galaxias, está sujeto al eterno ciclo de nacimiento, muerte y renacimiento.

Uni-versus, la unidad de la diversidad, el destino único de todo cuanto existe, un sentido cuyo conocimiento nos convierte en ciudadanos del cosmos y peregrinos de la eternidad, pues tal hallazgo nos permite contemplar la divina armonía universal que rige todo lo viviente, ese orden natural de la existencia que los egipcios llamaron Maat, los hindúes Dharman y los chinos el Tao. ¡Feliz búsqueda, amigo! m

¿Es así también en nuestro caso? Los sabios de edades pretéritas, tanto en Oriente como en Occidente, estaban de acuerdo en que la vida y la muerte conforman las dos orillas del Rio de la Vida-Una. Todos ellos coincidían también -aunque lo explicasen de diversas maneras y lo representasen con distintos símbolos- que los hombres somos espíritus pensantes que navegamos por el océano de la eternidad en busca de nuestra patria perdida. Marineros del tiempo que venimos desde siempre y vamos hacia siempre, mientras la afilada proa de nuestra inteligencia corta las olas de la duda que encrespan el embravecido



Catalina Simonet Directora de la Academia de Música Renacimiento

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Es innegable que existen factores que determinan nuestro contacto con este arte: según la educación que hayamos recibido o el papel que haya representado en el núcleo familiar y social que frecuentamos. Independientemente de que seamos músicos o melómanos y de nuestra cultura sobre el tema, no podemos olvidar que somos individuos con un carácter, una personalidad propia y un modo de ver y vivir la vida. Y es aquí en donde interviene la astrología.

l peculiar enfoque de este tema está basado en la relación que existe entre música y astrología. A primera vista, parece descabellado pensar que pueden tener algo en común dos ciencias tan diferentes en su constitución y finalidad, pero bien vale la pena detenerse por unos instantes y reflexionar acerca de la naturaleza de ambas. La música es el arte resultante de la combinación de los sonidos. A partir de esta definición podemos interpretarla como un lenguaje, una transmisión de sentimientos, la representación de un orden expresado en sonidos, etc. En lo que probablemente coincidan muchos seres humanos, es en que la música tiene un papel fundamental, porque nos acompaña a menudo en nuestras vidas; unas veces la escuchamos de manera activa, decidiendo cuál queremos disfrutar, otras de forma pasiva, como la música de fondo en bares, autobuses, en la calle…

La astrología es una ciencia que se remonta a las antiguas civilizaciones de la historia -Egipto, India, China, Mesopotamia, el mundo maya-, en las que el estudio y desarrollo del movimiento de los astros formaba parte de una sabiduría que buscaba la comprensión de las leyes del Universo. La astrología se complementaba con la astronomía; mientras ésta trataba acerca del estudio del cielo y los cuerpos celestes (planetas, satélites, constelaciones…) bajo


un aspecto físico (las órbitas, tamaños, características físicas), la astrología buscaba desentrañar las relaciones entre los cuerpos celestes y el porqué del orden que rige el universo. Los sabios antiguos concebían el cosmos como una unidad gobernada por unas mismas leyes que afectaban tanto a lo grande (macrocosmos), como a lo pequeño (microcosmos), en donde se incluye al hombre. En consecuencia, las diferentes energías y ondas cósmicas que se simbolizan en los signos del zodíaco están conectadas con el ser humano por ser éste una parte del cosmos. Los signos del zodíaco son doce; a su vez, se dividen en los cuatro elementos de tierra, agua, aire y fuego, según las características que comparten con estas cuatro energías. Sabemos que los astros no determinan, sino que marcan una tendencia o una predisposición a actuar, a sentir... De esta forma, experimentar el arte es un aspecto fundamental en la vida.

que contempla o escucha. Quiere desentrañar de forma objetiva y concreta cómo se ha llevado a cabo la búsqueda de la perfección. El equilibrio armónico de todas las partes que conforman la obra suele ser su exigencia artística, de ahí que haya una predisposición particular a sentir predilección por los cánones clásicos.

Veamos, pues, el enfoque que hace cada uno de estos signos en relación al arte. ¿Qué predisposición tendrá el signo de acuario, por ejemplo, respecto a su vivencia en lo artístico? ¿Bajo qué enfoque vivirá el sentimiento musical?

Me viene a la memoria cierta ocasión en que acudí a la ópera y tuve el infortunio de sentarme al lado de un prototipo de hombre de tierra muy hablador. Estuvo dirigiéndome sus comentarios durante toda la representación con los datos que tenía sobre la soprano, su formación, el argumento, su simbolismo, el autor y el análisis de los elementos que más le interesaban.

Signos de Tierra (capricornio, tauro y virgo). El hombre de tierra se inclina a concebir la obra de arte según su medida estética. Inconscientemente, busca la ley que ha propiciado su existencia, el proceso en el que se han basado para crearla, el análisis de las partes y de los detalles en referencia a lo

Signos de Agua (cáncer, escorpio, piscis). Claramente relacionados con la vida psíquica, valoran el arte en cuanto a su interpretación. Las emociones que son capaces de recrear al escuchar una obra musical o al contemplar un cuadro les importa mucho más que el análisis objetivo. Lo que interesa no es el cuerpo de la obra sino el «alma» que esconde; desvelar, de todas las posibilidades que tuvo el compositor de expresar diferentes sentimientos, cuál eligió... Es de-


do arquetípico y posiblemente su máxima satisfacción sea el entusiasmo y la alegría sincera de comprender esa belleza en sí misma. Signos de Fuego (aries, leo y sagitario). Por último, llegamos a los signos caracterizados por el uso de la voluntad. La conquista de sus objetivos está presente de manera activa, entienden la vida como un combate de superación personal. Por esto, aprecian el arte en tanto que refleje el triunfo de la alegría sobre el dolor, el bien sobre el mal. Las creaciones artísticas influenciadas por el signo de fuego están marcadas con un claro acento de lucha. Un lema que les podría inspirar es per aspera ad astra (por lo áspero hacia las estrellas), pues describe la fuerza contenida del arte como contradicción que se resuelve en un final apoteósico. Es interesante observar cómo Beethoven refleja bien esta tendencia en su obra, y, curiosamente, era sagitario.

cir, la vivencia de los sentimientos y emociones que provoca lo artístico es el acento con el que catalogarán sus preferencias. Siguiendo el ejemplo de la ópera sería el espectador que desde los primeros acordes se inflama y experimenta un sinfín de emociones que van de la alegría al llanto. La sensibilidad les facilita su conexión con la esencia del sonido.

Es importante clarificar que si no nos sentimos identificados con el elemento que nos corresponde no es de extrañar, pues los signos aportan su influencia condicionada por la ubicación de los planetas y las Casas que rigen cada natalicio. Por lo tanto, la identificación con el signo depende del grado de influencia que ejerce sobre nosotros.

Signos de Aire (libra, acuario y géminis). Son de carácter mental, porque al observar el mundo ponen el acento en encontrar las causas que provocan los efectos. Gustan de investigar las leyes que gobiernan el plan creador de todo lo que existe y por ello viven el arte como un verdadero experimento, como una tentativa de crear un cosmos en pequeño que pueda expresar aquellas leyes universales. De ahí que busquen en la obra de arte, antes que la perfección de las formas o el espíritu romántico que la anima, las leyes que se plasman. Su signo de reconocimiento es la belleza como medida de toda valoración artística. Tal como dijo Beethoven: «La música es una revelación tan elevada como la sabiduría».

Es posible que esta clasificación nos aporte alguna clave para enriquecernos a través de la comprensión de nuestra relación con el arte y nos anime a vincular la música a nuestras vidas de forma activa. La música de Beethoven (izquierda) contiene rasgos marcados relacionados con su signo zodiacal, sagitario. Es temperamental, busca representar altos ideales y muestra la lucha interior por superponerse ante su destino.

El espectador de aire sentiría una profunda emoción al contemplar el arquetipo de belleza plasmado en la materia. La idea hecha arte señala el camino que conduce a la sabiduría del mun-


Para leer... para soñar

Por José Luis Gil Miró

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i hay en la prolífica literatura universal un claro y diáfano ejemplo de lo que es capaz la insondable creatividad del ser humano, es, sin duda, esta fugaz obra. Está escrita para niños y para aquellos que, pese a ser adultos, todavía mantienen inmaculada la dulce y cándida manera de sentir e intuir las cosas de este mundo, y concebida para los que son capaces de sorprenderse con las cosas sencillas; aquellos cuya mecánica mente no los ha aprisionado en la estereotipada carcasa de «ser mayores y responsablemente cabales». Saint Exùpery, de profesión aviador y de vocación escritor, fundió ambas realidades para hacernos volar con este genuino libro que nos habla de las peripecias y curiosidades de un pequeño príncipe, durante un apasionante viaje cargado de mágicas aventuras

rebosantes de filosófico humanismo. La historia, los personajes y el contexto idealista de entender el mundo bajo la mirada pura de un niño sensato y extraordinario, hacen de su lectura un verdadero regalo para todos los públicos, un patrimonio cultural de la imaginación y el sentido común. El argumento está repleto de acertijos y enseñanzas que nos obligan a plantearnos cómo mirar las cosas y seres de este mundo con el lúcido entendimiento de un principito: ese ser que todos llevamos escondido en nuestro más profundo y hermoso interior. El Principito ha iluminado a varias generaciones y, aún varias décadas después de su primera publicación, sigue siendo un referente para jóvenes, niños y adultos, pues el mensaje cifrado sobre nosotros mismos que en él aparece, es tan válido hoy como lo fue entonces, y dudo que deje de serlo

en el futuro, ya que su ontología es atemporal. Es un libro de lenguaje sencillo, sereno y accesible; se puede leer a muchos niveles y, sin lugar a dudas, constituye una excelente ocasión para los que necesitan abrir su razón a una nueva dimensión del pensamiento y del sentimiento, o simplemente volar un poco y dejarse acariciar por una realidad más etérea e intuitiva. Bienvenidos al mundo de un aviador que soñó un día con el Principito, como lo hacemos aquellos que leemos y releemos sus páginas, una y otra vez, sin dejar de disfrutar y aprender algo nuevo. ¡Qué maravillosa aventura, qué plácido sueño! m


Antonio Marí Magíster en Gestión Educativa y Máster en Psicoterapia Gestalt

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uestra moderna sociedad, durante los últimos siglos, ha emprendido una carrera vertiginosa hacia el desarrollo exterior. Y desde cierto punto de vista nos ha ido bien: hemos potenciado una gran tecnología aplicada a la construcción, la industria, la energía, las comunicaciones, la investigación… en aras del ideal de confort. Nuestros ingenios son capaces de volar por el espacio, viajar bajo tierra y navegar por el mar. Nos comunican más allá de la distancia, nos permiten ver las lejanas estrellas y las partículas subatómicas y nos ayudan a realizar trabajos profesionales y tareas domésticas… La tecnología nos ha capacitado para hacer más y más rápido. Sin embargo, a veces, viendo este mundo y la forma de vida que hemos adoptado, siento que viajamos en un tren que va a toda marcha, y que alguien mantiene el acelerador pisado a fondo para que vaya cada vez más rápido, mientras las personas que nos encontramos en su interior nos preguntamos: ¿a dónde va? ¿Por qué va tan rápido?

Como civilización, hemos dirigido la inteligencia, el esfuerzo y los recursos hacia la vida exterior, hacia los objetos, y hemos descuidado la vida interior, el ser humano. Cuando le dedicamos mucha energía y tiempo a un solo aspecto, es inevitable que descuidemos otros. A todos nos pasa: si nos excedemos en horas de trabajo, descuidamos a los seres queridos y el descanso; si nos excedemos en responsabilidad y seriedad, descuidamos el aspecto lúdico, la alegría, la ternura, el cariño, etc. Que esto nos pase a nivel individual, en cierta manera es normal. Lo increíble es que le ha pasado a una civilización entera, la occidental, que como colectividad se embarcó en una carrera vertiginosa hacia la conquista de su entorno, desarrollando y valorando la cantidad, el resultado, la forma, la imagen y los objetos, en detrimento de la profundidad, la esencia, el contenido y la calidad humana. El resultado lo podríamos resumir, diciendo que nos interesa más aparentar que ser. Continuamente somos bombardeados desde el cine, la radio, la televisión, internet, con la idea de que para ser alguien distinguido tienes que llevar determinado reloj, ese perfume, esa ropa, ese bolso, ese lápiz de labios, ese coche, ese móvil, ese tatuaje, etc. Una larga lista de cosas que nos prometen ser diferentes, felices y especiales. Buscamos parecernos a los modernos héroes televisivos de los nuevos mitos del famoseo; héroes que brillan por unos días,

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para admiración de las masas, en el Olimpo de las portadas de las revistas de moda y los programas de cotilleo, y al siguiente día son hundidos en los infiernos de las secciones de sucesos y en los titulares de los noticieros, al descubrirse que en realidad son corruptos, maltratadores, borrachos, estafadores o drogadictos. Como decía el Principito: «lo esencial es invisible a los ojos», y resulta inevitable preguntarse: ¿qué ha pasado con nuestro mundo interior, ese mundo invisible y esencial? ¿Cómo hemos podido olvidarlo por el camino? Sin lugar a dudas la civilización occidental ha logrado un mayor esplendor en el desarrollo exterior. Los hombres y mujeres más inteligentes de nuestro planeta, se han dedicado durante décadas a diseñar aviones, electrodomésticos, armas, herramientas, cohetes, ordenadores, móviles, sistemas financieros, sistemas de producción, etc., pero ¿dónde encontrar ahora la parte que no hemos cultivado?

ción interior en estos centros superiores de enseñanza, sus frutos eran revertidos sobre todos los aspectos de la sociedad: en el arte, la política, la educación, los valores, la mística, etc. Estas milenarias tradiciones consideraron que debe existir un equilibrio entre lo interno y lo externo, por su natural interdependencia. Para ellos el universo es dual, la polaridad existe por doquier (luzoscuridad, día-noche, vida-muerte, interiorexterior). Bajo un enfoque excesivamente racionalista (como el actual) sólo los percibimos divididos y enfrentados; esto nos impide verlos, desde un enfoque holístico, en mutua colaboración y complementación. Los taoístas supieron expresar muy bien esta idea en un solo símbolo: el yin y el yang, que representa los dos polos, estados o expresiones de la energía una. A veces la energía permanece en estado latente (semilla) y a veces se expresa (árbol); a veces se oculta, se vuelve invisible, como ocurre con la Naturaleza en otoño y en invierno, cuando se aletarga; y a veces se manifiesta, como en la primavera y el verano, cuando despierta, sale a la luz, crece y florece.

Hubo otras civilizaciones como India, Tíbet, Egipto, Grecia, China, Japón, etc. cuyos sabios dedicaron su tiempo y energía, durante milenios, a conocer bien las leyes y principios que rigen nuestro mundo psicológico y espiritual, para descubrir métodos, claves y herramientas con las que desarrollar la voluntad, la concentración, la meditación, la serenidad, el discernimiento, la templanza, la intuición, la empatía, la contemplación, etc. Fueron desarrollando efectivos sistemas y doctrinas que se enseñaban en templos y escuelas de Sabiduría, y eran capaces de provocar en sus estudiantes una verdadera trasmutación, una profunda alquimia mental, emocional y espiritual. Una vez acabada la rigurosa y selecta forma-

El universo es un todo orgánico donde cada una de sus partes, de manera solidaria, ocupa un lugar en beneficio de la totalidad. Por este motivo, para la sabiduría antigua estaba claro que desarrollando la fuerza, la concentración y el equilibrio interior, automáticamente se creaba un poderosísimo efecto sobre la capacidad de perfeccionar la acción externa. Y viceversa, en el transcurso de la correcta acción en lo externo, adquirimos un valioso conocimiento sobre nosotros mismos que revertirá de manera positiva en nuestro interior. m

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L aura Sánche z

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l tema de la comunicación no verbal pasa muy desapercibido y es, precisamente, esa característica lo que le da una gran relevancia. Se piensa más en «qué» se dice, que en «cómo» se dice, y muchas veces el «cómo» afecta profundamente y modifica al «qué». Nuestra sociedad ha dado un papel predominante al logos, a la palabra y, sin embargo, las personas reflejan en su forma de hablar y en los gestos y posturas, consciente o inconscientemente, su lugar de procedencia, su estado de ánimo, sus intereses, etc.

Las personas reflejan casi siempre de manera inconsciente su lugar de procedencia, su estado de ánimo, sus intereses,...

Entre 1914 y 1940 empiezan a realizarse investigaciones sobre la comunicación no verbal. Este tema no es exclusivo de una sola disciplina ya que son muchas las que lo han considerado objeto de sus estudios. Entre ellas se encuentran: la Etología (que estudia las costumbres), la Sociología, la Psicología, la Antropología y la

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Lingüística, fundamentalmente. No siempre llegan a los mismos resultados, debido con toda probabilidad a la juventud del tema, entre otras cosas. Es un ámbito muy prometedor y tiene muchos beneficiarios en campos diversos. En literatura las descripciones en una novela de sus distintos personajes demuestra un conocimiento de la personalidad, de los estados de ánimo y de la corporeidad humana. Un ejemplo claro lo apreciamos en la novela Momo de Michael Ende, en la que hace con sus protagonistas un alarde del lenguaje no verbal. Prácticamente en cada página hay uno o más de estos comportamientos: distancia a la que se sientan los protagonistas unos de otros, intercambio de miradas, silencio, la cara roja de ira, la cara blanca de miedo, la voz en tono amenazador, apretón de manos como señal de reconciliación, encogerse de hombros, andar encorvado y despacio, hablar poco, lentamente y con volumen bajo para caracterizar a alguien reflexivo y con cierto grado de timidez…


Tipos de Comunicación no verbal La Proxémica es el estudio y clasificación del uso que el hombre hace de su espacio vital. Es de todos conocida la sensación de incomodidad que se produce cuando alguien se toma excesiva confianza e invade nuestro esfera personal pues la distancia está relacionada con el grado de intimidad. También interviene un factor cultural, pues según en qué medios este espacio vital está más distante o más cercano; por ejemplo, está muy lejano entre los alemanes que para saludarse se dan la mano como mucho, mientras que en España nos damos dos besos; y más cercano es todavía en Sudamérica, donde el contacto físico de caricias y gestos afectivos es más frecuente. «Argyle y Dean formulan hipótesis sobre un equilibrio entre fuerzas de aproximación y de alejamiento: nos sentimos atraídos por algunas personas y rechazados por otras como consecuencia de experiencias anteriores gratificantes o frustrantes, a partir de los sentimientos de simpatía o de antipatía que los demás suscitan en nosotros. En las relaciones hostiles preferimos observar a las otras personas, manteniéndonos lejos del radio de acción de su contacto físico» (Nicola Squicciarino). La Kinesia es el estudio y clasificación del movimiento corporal, también denominado Cinesis. Es el lenguaje no verbal que incluye la mirada, el movimiento de las manos y la postura del cuerpo.

Desde la infancia nos enseñan a ocultar ciertas emociones y a fingir otras...

El rostro es el más relevante para expresar las emociones y comunicar actitudes interpersonales y agrega a la comunicación verbal una especie de refuerzo o de puntualización visual que acompaña a las personas, modulando su significado. Naturalmente, revela también nuestros estados anímicos y nuestra actitud hacia los demás. Según Ekman y Friesen, existen movimientos faciales diferentes para cada uno de los estados afectivos primarios, que son comunes en todos los hombres. Hay seis «emociones fundamentales»: felicidad, ira, sorpresa, tristeza, disgusto y miedo. Estas emociones no se reflejan en el rostro de manera uniforme; por ejemplo, la parte inferior del rostro y la zona de los ojos indican felicidad y tristeza; la zona de la frente y de las cejas reflejan particularmente la ira; el disgusto se concentra en la zona inferior del rostro, que además manifiesta la sorpresa si es auxiliado por la mirada. Las expresiones del rostro no deben ser nunca aisladas del contexto de su cultura y el ámbito de comportamiento en que se desarrolla: torcer la nariz

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Hay seis «emociones fundamentales»: felicidad, ira, sorpresa, tristeza, disgusto y miedo...


varía su significado según el lugar y el contexto. En Japón el semblante ideal debe estar controlado, sin expresión, mientras que la risa y la sonrisa pueden utilizarse para ocultar la rabia o el dolor.A diferencia de otras formas de comunicación no verbal, los gestos faciales se consideran dominados en un nivel consciente, ya que conocemos su potencia comunicativa, intentamos someterlas con cuidado, inhibiéndolos y exhibiéndolos cómo y cuando queremos. Desde la infancia nos enseñan a ocultar ciertas emociones y a fingir otras; este comportamiento puede llegar a ser habitual y capaz de entrar en acción superando nuestras propias intenciones. El rostro es el espacio de las tensiones, donde las emociones, en el momento de su manifestación, son manipuladas, destacadas o negadas. A través de una serie de normas dadas por la sociedad se entra en un juego continuo de ficciones y disimulos, de enfatizaciones y omisiones. Justamente la cara, que es el elemento más elaborado de la expresión no verbal se convierte, o lo convertimos, en el falsificador no verbal.

El aspecto externo La apariencia externa desempeña un papel importante para fijar y mantener una imagen de nosotros mismos y tiene un peso considerable de cara a la autoestima y al sentimiento de seguridad en la propia persona. En la infancia este proceso se une al del nombre, y la indumentaria constituye para el niño un motivo de orgullo porque es un importante punto de apoyo para su identidad. El interés de la aceptación social es una de las consecuencias más relevantes del aspecto físico de las personas. Eso explica por qué algunos ancianos, disminuidos físicos y psíquicos cuidan tan poco su propia compostura, precisamente porque se sienten marginados y sin motivaciones. Sin embargo, el abandono del cuidado físico no se debe sólo a esta causa, sino que los distintos movimientos e ideologías lo refuerzan; tal es el caso de los hippies y de los punks, una actitud clara de rechazo a lo establecido, a las normas y maneras de la sociedad. Otra tipología de personas son aquellas que están demasiado preocupadas o inmersas en sus propios pensamientos u ocupaciones para conceder una mínima atención a su apariencia. La indumentaria siempre significa algo, transmite información con respecto a la edad, el sexo, la etnia, el grado de religiosidad. En la actitud hacia los demás se emiten señales en cuanto a la disponibilidad

La apariencia externa desempeña un papel importante para fijar y mantener una imagen de nosotros mismos y tiene un peso considerable de cara a la autoestima y al sentimiento de seguridad en la propia persona. 14


Conocer este lenguaje no hablado nos puede decir mucho de las personas, de sus sentimientos y motivaciones. sexual, la agresividad o la rebeldía, como es el caso de los roqueros, y la formalidad en el comportamiento, el estatus social y económico, como vemos en los banqueros y «gente de dinero». Algunas profesiones precisan de una determinada indumentaria, como el uniforme de la policía, la toga del juez o los hábitos de un cura. En el interior de un hospital trasmite la información del papel que desempeña cada uno, si es enfermera, médico o paciente. No obstante, hay personas que no se sienten identificadas con la vestimenta que le obligan a llevar y hacen de ese traje su propia versión, como es el caso del adolescente que varía la forma de ponerse el uniforme del colegio, dando una información suplementaria de su propia identidad.

nuestro estado de ánimo. El hombre está constantemente emitiendo mensajes. Impregna de sí mismo cuanto le rodea, especialmente sus gestos: el cuerpo dice el noventa por ciento de lo que la persona expresa. Así pues, conocer este lenguaje no hablado nos puede decir mucho de las personas, de sus sentimientos y motivaciones. Nos dejará acceder a ese idioma no hablado que cada uno transmite. Un idioma de señales inconscientes, de miradas furtivas, entre líneas de gestos y ademanes que tienen mucho más que decir de lo que hasta ahora nos han comunicado. m

No tenemos que olvidar que la indumentaria está teñida del contexto que la envuelve, como podemos ver en el siguiente ejemplo de Humberto Eco «Lleva minifalda: es una chica ligera (en Catania, Sicilia). Lleva minifalda: es una chica moderna (en Milán). Lleva minifalda: es una chica (en París). En Hamburgo, en el Eros: lleva minifalda, quizá sea un chico». Todos los factores que hemos visto son capaces de darnos una mezcla explosiva. Un buen lector del lenguaje no verbal podría hacernos una radiografía diaria y descubriría

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Pepa Vélez

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l exotismo del teatro oriental, el virtuosismo de sus técnicas, su cuidado simbolismo y su sentido de la estética atrajeron a multitud de creadores europeos desde finales del siglo XIX a la India, China, Japón e Indonesia. En líneas generales encontraríamos allí, por ejemplo, el Kathakali de la India, las danzas Topeng de Bali, la Ópera de Pekín y el teatro No japonés. En estas culturas pervive una forma de vivir el arte y el teatro que nos sorprende por su metodología de trabajo y por la finalidad trascendente que se percibe en su vocación artística. Asomémonos por un instante a esta ventana que mira hacia el este.

danza, canto, teatro, títeres, etc., por lo que se produce un efecto de hibridación que enriquece el lenguaje artístico y lo hace visualmente más atractivo. · Decodificación del Actor: todas ellas exigen una gran preparación física del intérprete, para que su cuerpo se vaya moldeando a partir de unas técnicas extracorpóreas que facilitan la ejecución de movimientos y puedan bailar o actuar de una manera muy precisa, pues el objetivo es alcanzar la mayor perfección. En la India, la literatura sagrada es la base de sus representaciones. En el caso de la danza-teatro del Kathakali se muestran escenas del Mahabharata y el Ramayana. Los actores y bailarines hacen todos los personajes. Los previos comienzan con un maquillaje de llamativos colores y un marcado simbolismo, al que añaden volúmenes para parecerse a los dioses hindúes. Las interpretaciones se efectúan a través de una mímica alegórica, en un lenguaje corporal llamado «cuerpo poético». Su origen se ubica entre el siglo II a. C. y el II d. C. y perte-

Para comenzar podríamos destacar tres características comunes que subyacen en todas las culturas y que son: · Integración con lo Sagrado: lo sagrado y el espectáculo se unen. Puede verse ante todo en su temática, pues narran los mitos y leyendas de sus culturas. · Unión de todas las Artes: en estas disciplinas no hay separación entre música,

Actores de teatroKathakali, maquillándose para la función.

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nece a los Vedas. Bharata escribió el Natyashastra, tratado en el que están descritas las técnicas del actor-bailarín y que reúne, codificadas, las posiciones del cuerpo y las expresiones del rostro (con 24 posiciones de manos, 13 movimientos de cabeza, 7 de cejas, 36 de ojos, etc).También utilizan los mudras, que son, en conjunto, un alfabeto manual, las Nava Rasa, las diez emociones básicas, que tienen una postura determinada y que unidas forman una emoción compuesta.

En el teatro hindú de Kathakali se representan, principalmente, escenas de las grandes epopeyas de la India: elMahabharata y el Ramayana.

con una tradición que se remonta a más de quinientos años. Al salir a escena llevan unas máscaras de madera con las que narran los cuentos e historias de los «Reyes balineses», como personajes arquetípicos y también con elementos cómicos. Tienen una técnica extraordinaria de interpretación, basada en un conocimiento corporal y unas posturas básicas que se deben manifestar con dos energías: Keras, la energía fuerte y dura -equivalente al concepto Yang-, y Mani, la suave, que corresponde al aspecto yin.

La meta más alta del actor es el Bhava Rasa; Bhava significa «saborear», es decir, su finalidad consiste en que el espectador disfrute y «saboree» el espectáculo a través de la emoción y la intuición. Por su parte, Rasa es la expresión de esa emoción.

En el archipiélago japonés aún hoy goza de celebridad el teatro No.Vino a la existencia en el siglo XIV gracias a la labor de Zeami, que codificó un tratado sobre la tradición secreta del No. Es un teatro pensado para la aristocracia, con personajes sólo masculinos. El actor canta, baila y actúa llevando máscaras muy vistosas. Tiene dos personajes principales: Shite, que cambiando de máscaras hace distintos papeles, y Waki,

En Oriente los aspirantes a actores se inician ya desde niños, sobre los diez o doce años, y se ponen a cargo de un maestro que les enseñará todas las técnicas. Es un entrenamiento muy duro, que con esfuerzo, disciplina y constancia obtiene una modificación total del cuerpo. Se manipula y cualifica la parte física de tal manera que modela un «cuerpo dilatado», es decir, ya transformado, para transmitir un personaje. Este alto grado de exigencia es similar al que reclaman el ballet o la gimnasia rítmica. En las danzas Topeng de Bali, los protagonistas son también actores-bailarines

Actores-bailarines balineses representando danzas Topeng en gestos Keras (fuerte) y Mani (suave).

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que lleva sólo una blanca para equilibrar la escena. Como las representaciones duran cinco o seis horas, entre los diferentes actos se incluyen los Kiogen, entremeses cómicos que quitan dramatismo al conjunto. Este tratado sobre el teatro No se traduce como la transmisión de «La flor de la interpretación». La flor simboliza la belleza que crea el actor con su arte a lo largo de toda su vida. En las escuelas No los niños comienzan a los siete años y van pasando por varias etapas hasta alcanzar un grado sumo de perfección, que ellos sitúan sobre los cincuenta años, cuando las fuerza física del actor decae, pero ha ganado en experiencia y tiene controladas las tres etapas de la energía rítmica. Esas etapas son Jo-Ha-kyu, «preparación-expansión-aceleración», un ritmo exponencial que va in crescendo y está basado en los movimientos que tiene un animal o la misma Naturaleza. Cerrando este periplo nos detendremos en China, para conocer mejor la Ópera de Pekín, que es además la más cercana en el tiempo a nosotros, pues nació en el siglo XVIII. En aquel entonces, Chien Lung, de la dinastía Ming, recorrió China buscando entre todas las compañías de teatro, danza y música para elegir a los mejores actores, bailarines, cantantes y acróbatas. Construyó con todo ello lo que llamó la «Ópera de Pekín». En ella se mezcla canto, acrobacia, contorsionismo, juegos malabares y bailarines con danzas asombrosas, con un espectáculo muy visual de lujoso vestuario y vistosos maquillajes. Sólo actuaban hombres,

El teatro de Japón, en cuyas escenificaciones destacan las máscaras.

por lo que hacer de mujer era todo un privilegio. Mei-Lan-Fang fue la gran estrella de esta institución; a principios del siglo XX cautivó al mundo con su magistral interpretación de una mujer. La armonía de los gestos, las miradas y la delicadeza de todos sus movimientos estaban tan cuidados que era imposible adivinar que tras esos sedosos ropajes se escondiera un hombre. Y es que en las escuelas chinas, a los actores se les inculcaba desde niños un personaje y se les codificaba todo el cuerpo para adecuarlo al arquetipo que debían manifestar. La influencia oriental afecta a directores como Bertold Brecht, Meyerhold o Jacques Copeau en su búsqueda de nuevos caminos teatrales, y más cercano en el tiempo vemos su huella en el Circo del Sol y en el propio teatro actual, donde se mezclan música, canto, baile, interpretación, poesía, pintura, acrobacia, así como el uso de las nuevas tecnologías y los montajes audiovisuales. Podríamos concluir diciendo que la mayor aportación de Oriente al teatro occidental ha sido el concepto de «obra total», donde los aspectos de la representación son importantes, no sólo el texto y la interpretación del actor, sino el conjunto de los lenguajes artísticos. Ultérrimamente, tanto si nos acercamos a una función tradicional de Oriente como si contemplamos el más innovador de los espectáculos occidentales, una idea subyace en ellos: el esfuerzo por mostrar sobre un escenario una parte de la realidad y una de ficción. Esa mezcla ha hecho que la magia del teatro siga fascinándonos. m

Máscara de la Ópera de Pekin

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Francis J. Vilar

nes que mostró a los griegos el resplandor de los misterios inefables» (Eliade, 1979). Al igual que otras figuras legendarias como Krishna, Hermes Trimegisto, Zoroastro, Siddharta Gautama el Budha o Pitágoras, a Orfeo se le atribuye una paternidad mortal como hijo del rey tracio Eagro, y otra divina e inmortal, en la que Orfeo es hijo de Apolo y la musa Calíope. Esta ascendencia legitima a Orfeo como patrón fundador de las divinas artes y genio inspirador de los poetas, los músicos, los rapsodas, oradores y filósofos del mundo griego, y más tarde también del Renacimiento.

Doctor en Filosofía de la Educación y Miembro Académico de la Escuela Europea de Arqueología, Antropología y Estudios Clásicos

1. El misterioso origen de Orfeo Orfeo es un personaje mítico y legendario cuyo origen se pierde en las brumas del mundo pre-homérico. Es posible que su historia se remonte al siglo XII a. C., cuando toda el área del Egeo se vio convulsionada por la invasión de los pueblos del mar, coincidiendo en Egipto con el reinado de Ramsés III. Algunos autores lo sitúan alrededor del siglo VII a. C., que es cuando aparecen las primeras referencias escritas a su doctrina. Sin embargo, como bien dice M. Eliade: «No se debe confundir la fecha de la redacción de un documento con la época de su contenido». Sea como fuere, lo cierto es que en el siglo VI a. C., cuando Pitágoras hace su aparición en el escenario de la historia, las doctrinas órficas tienen ya una larga tradición a sus espaldas. Esquilo lo cita en sus tragedias como «el que encanta a la naturaleza toda con sus hechizos». Y Eurípides, al igual que Pitágoras y Platón, afirma que Orfeo es ante todo «el fundador de iniciacio-

Investido de gran prestigio mágico, Orfeo aparece siempre representado como un joven de gran belleza que porta en su mano la lira de siete cuerdas, regalo de su padre Apolo, que las Apolo, el padre mítico de Orfeo, fue quien le regaló la lira de siete cuerdas.

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propias Musas le habían enseñado a tocar con singular maestría. Con su melodiosa voz y el dulce sonido de su arpa, Orfeo amansa a las fieras salvajes, domina la fuerza desatada de los elementos y apacigua la tempestad, el relámpago, los vientos y las aguas. Cuentan que era tal la majestad de su porte, la singular belleza de su rostro, la profunda magia de sus ojos y el vibrante poder que irradiaba su voz, que todas las criaturas de la Naturaleza quedaban subyugadas al son de su música y su canto: los animales salvajes corrían a sus pies y se desprendían de su ferocidad para escuchar sus sones. Las aves se situaban en los árboles que había a su alrededor; los vientos mismos volvían su soplo hacia aquella parte; los ríos suspendían su curso y los árboles formaban coros de danza (Noel, 1991). Mientras tanto, la excelsa melodía de sus espirituales enseñanzas hechizaba el alma de los mortales, elevándola hacia la sublime contemplación de lo divino.

Representación de una lira griega de siete cuerdas. Según el mito, fue confeccionada a partir de una caparazón de tortuga, que actuaba como caja de resonancia.

volverse hacia atrás a mirarla, hasta que haya salido completamente de su reino. Orfeo acepta y conduce a Eurídice por el pasaje oscuro guiada por el dulce acorde de su lira. Ya casi ha llegado a la luz del sol cuando le asalta la terrible duda de si su amada va en pos de él; entonces se vuelve a mirarla y Eurídice se desvanece como el humo muriendo por segunda vez. Orfeo baja de nuevo a los infiernos para salvarla, pero en esta ocasión Caronte permanece inflexible y le impide la entrada. Orfeo regresa al mundo de los hombres llorando la pérdida de su amada inmortal y la melancólica tristeza de su canto de amor desconsolado conmueve desde entonces las almas enamoradas de la belleza divina con un hondo sentimiento de nostalgia celeste.

2. El mito de Orfeo y Eurídice.

Por otra parte, el mito destaca también el episodio de su muerte y glorificación. Según el poeta Virgilio, Orfeo fue asesinado por las Ménades de Tracia, temibles hechiceras que rendían culto a la magia negra lunar, celebrando sanguinarios ritos orgiásticos en la espesura de los bosques. Una mañana, mientras él oficiaba como hierofante en el templo de su padre Apolo, las terribles Ménades entraron armadas y lo asesinaron.

Según el mito, tal y como lo cuenta el poeta Virgilio, Orfeo estaba profundamente enamorado de la ninfa Eurídice (hija de Apolo). Un día, cuando ella paseaba a orillas de un río, fue de pronto acosada por el pastor Aristeo, que intentó violarla. En su desesperada huida la bella Eurídice es mordida por una serpiente, muriendo así envenenada. Entonces Orfeo, preso de una tristeza inconsolable decide bajar a los infiernos dispuesto a rescatar a su amada y traerla de vuelta al mundo de los vivos. Orfeo desciende audazmente a las profundidades del Tártaro y con su melodiosa voz y los dulces acordes de su lira no solo hechiza a Caronte, el barquero de la laguna Estigia, y amansa al terrible Cancerbero, el monstruo de tres cabezas que custodia las puertas del inframundo, sino que consigue aplacar a los jueces del tribunal de los muertos, suspendiendo las torturas de los condenados. De tal modo conmueve el corazón de Hades ante su abnegada muestra de amor, que éste accede a restituirle a la bella Eurídice con una única condición: Orfeo tiene que iniciar el camino de retorno hacia la luz del día seguido de su amada esposa, pero bajo ningún concepto puede

Escena del mito en la que se ve a Orfeo rescatando a su amada Eurídice del Hades.

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Hades y Proserpina, los regentes del Inframundo.

significado de la bajada a los infiernos en busca de su amada Eurídice es una alegoría del alma o psique que, al encarnar en la materia, siente añoranza de lo divino y deambula desesperada sobre la tierra, pues según Empédocles «se halla presa en el cuerpo, desterrada lejos de los bienaventurados, revestida de la “extraña túnica de la carne”». En tal estado, viéndose acosada por los instintos y pasiones de su naturaleza inferior, el alma pugna por liberarse del férreo abrazo de la materia (el bestial Aristeo), mientras en su desesperada huida clama por unirse a su amado espíritu inmortal (Orfeo), anhelando su salvación. Pero he aquí que en plena fuga siente la mordedura letal de la serpiente de la Sabiduría, muriendo así para el mundo de las ilusiones sensoriales. Eurídice desciende entonces al Inframundo, siendo allí iniciada a los misterios ocultos de la Naturaleza. En su estancia y viajes por el más allá, el alma, enamorada de la Sabiduría, anhela elevarse hacia la pura luz de Apolo, el logos divino, y siguiendo la melodiosa voz de su amado inmortal asciende valerosamente peldaño a peldaño hacia el mundo celeste, con la

Su cuerpo descuartizado fue arrojado a las aguas del río Hebros y siguió flotando hasta llegar al mar. Su cabeza y su lira no dejaron de cantar en todo el trayecto, llegando finalmente a la isla de Lesbos, cuyos habitantes celebraron honores fúnebres en su memoria, erigiéndole una bella tumba. Su cabeza fue piadosamente guardada en el templo de Apolo donde profetizaba sus oráculos, y sus otros miembros fueron rescatados por las Musas que, sin dejar de llorar, los fueron reuniendo para enterrarlos al pie del monte Olimpo donde aún hoy en día dicen que los ruiseñores cantan más armoniosamente que en ninguna otra parte del mundo. Por último la Lira de Orfeo se elevó al cielo, y desde entonces sigue brillando en el firmamento estrellado, convertida en la constelación de la lira, mientras que el alma del poeta pasó a los Campos Elíseos, donde sigue cantando para los bienaventurados (Grimal, 1982). 3. Simbolismo iniciático del mito de Orfeo «¡Eurídice! ¡Oh, luz divina! –dijo Orfeo al morir.- ¡Eurídice! –gimieron mientras se quebraban las siete cuerdas de su Lira.- Y su cabeza que rueda, llevada para siempre por el río de los tiempos, clama aún: -¡Eurídice! ¡Eurídice!» (Misterios Órficos. Fragmento.)

esperanza de liberarse definitivamente de su cautiverio. Pero para ello es fundamental que la conciencia del iniciado se mantenga firme en su propósito y no dude un instante ni ceda temerosa a la tentación de mirar atrás hasta haber salido completamente de la oscura caverna de la ignorancia. Esto es así porque sólo habiendo alcanzado la liberación definitiva puede el alma unirse a su principio divino por toda la eternidad. Es por eso que el fracaso inicial de Orfeo

Orfeo encarna el arquetipo del amor místico, de la búsqueda de la verdad que protagoniza el alma enamorada de la Sabiduría, y de la férrea voluntad del iniciado que es capaz de descender al inframundo para desvelar el oculto misterio de la existencia. Dentro del contexto iniciático, el

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«Orfeo nos enseñó las iniciaciones más sagradas... mostrándonos los resplandores de los misterios inefables»

en su intento de liberarla de su cautiverio y el retorno de Eurídice a los infiernos representa a aquel que, no habiendo alcanzado aún el estado último de conciencia que otorga la iniciación definitiva, debe volver al mundo sensorial y reencarnar de nuevo en la tierra, para seguir aprendiendo y ejercitándose hasta lograr la emancipación final de su espíritu inmortal. Finalmente, el episodio del rescate de Eurídice no sólo convierte a Orfeo en símbolo del amor sublimado, sino también en modelo del héroe y del Iniciado. En ese sentido, Orfeo representa al discípulo enamorado de la Sabiduría, que está dispuesto a descender a las profundas regiones de la conciencia para atravesar las oscuras cavernas del miedo y de la duda, a fin de rescatar a su amada Eurídice (el alma) del abismo de la sensualidad y la ignorancia. Según Platón: «Morir es ser iniciado», y tal como ocurre en el mito de Er (Platón), Orfeo desciende al reino de los muertos por amor y regresa después al mundo de los vivos investido de gran poder mágico y del don de la clarividencia y la memoria. De ahí que «a su regreso de los infiernos, había instituido unos misterios basados en las experiencias recogidas en el mundo subterráneo... Así, en su descenso al inframundo en busca de su amada Eurídice, Orfeo había traído informes sobre la manera de llegar al país de los bienaventurados y evitar todas las trampas y obstáculos que esperan al alma después de la muerte» (Grimal, 1982). Es por eso que Orfeo encarna el arquetipo del héroe fundador de iniciaciones por excelencia, pues su poder para descender a los infiernos y retornar indemne, le cualifica como conocedor de los misterios del Más Allá, capacitándole para transmitir dichos secretos a los mortales a través del ritual iniciático. Por eso, según Eurípides «Orfeo nos enseñó las iniciaciones más sagradas... mostrándonos los resplandores de los misterios inefables» (Eurípides).

Orfeo es pues para los griegos el gran maestro de sabiduría fundador de los misterios sagrados. Es Iniciado inmortal tres veces coronado: en el cielo, en la tierra y en el inframundo. Es Orfeo el de dorados rizos, el divino tañedor eternamente joven que camina con su lira en la mano y una estrella en la frente, entre los Dioses y los hombres1. Su lira de siete cuerdas es así un símbolo que abarca todo el Universo, pues cada una de ellas responde a una parte esencial del alma humana, conteniendo a su vez los arcanos principios de una ciencia y de un arte. Lamentablemente hemos perdido la clave oculta de su música, pero sus etéreas notas han seguido vibrando desde entonces en nuestros oídos, elevando el corazón de los eternos enamorados de la Sabiduría hacia las celestes regiones donde reina la armonía universal de Apolo.

Fragmento inspirado en la obra de E. Shure titulada Orfeo. 1

BIBLIOGRAFÍA · Mircea Eliade. Historia de las creencias y de las ideas religiosas. Vol II. Cap. XXII. Ed. Cristiandad. Madrid 1979. · J. F. M. Noel. Diccionario de mitología universal. Ed. Edicomunicación. Barcelona 1991. · Pierre Grimal. Diccionario de mitología griega y romana. Ed. Paidos. Barcelona 1982. · Platón. La república. · Pierre Grimal. Op. Cit. · Eurípides. Rhesos. 943.

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arqueologia, avances, descubrimientos... y otras historias

Hubble: Una mirada al cielo Imagen del Hubble. Región del espacio poblado de un sinfín de galaxias.

El telescopio lleva el nombre de Edwin Powell Hubble (1889 - 1953), uno de los más importantes astrónomos estadounidenses del siglo XX, famoso principalmente por haber demostrado la expansión del Universo. Hubble es considerado el padre de la cosmología observacional, aunque su influencia en astronomía y astrofísica toca muchos otros campos.

Cinco años más de vida para el Hubble Astronautas del transbordador espacial Atlantis actualizaron el veterano telescopio el pasado 19 de Mayo.

Sabías que:

• En el momento de ser lanzado era del tamaño de un vagón cisterna o de un edificio de cuatro pisos, de 13 metros de longitud y 4 de diámetro, y un peso superior a las 12 toneladas. • La cámara más sofisticada del telescopio espacial Hubble ha creado una imagen mosaico de un gran pedazo del cielo, que incluye al menos 10.000 galaxias. • Con el telescopio espacial Hubble se han observado aproximadamente un millón de objetos. En comparación, el ojo humano tan sólo puede ver unas 6.000 estrellas a simple vista. • El Hubble se encuentra a 593 kilómetros sobre nivel del mar. • Las observaciones del HST, incluyendo unas 500.000 fotografías, ocupan 1.420 discos ópticos de 6,66 GB (8,34 terabytes). • El Hubble da una vuelta a la Tierra cada 97 minutos a una velocidad de 28.000 kilómetros por hora. Aún así es capaz de apuntar a un astro con enorme precisión (la desviación es inferior al grosor de un cabello humano visto a una distancia de un kilómetro y medio). • Ha viajado casi 3.000 millones de km, una distancia superior a la que supondría hacer un viaje de ida a Neptuno.

«Estamos, por definición, en el mismo centro de la región observable. Conocemos casi íntimamente nuestro vecindario inmediato. Al aumentar la distancia, nuestros conocimientos se debilitan, lo hacen rápidamente. Por último llegamos a la oscura frontera: el límite máximo de nuestros telescopios. Allí medimos sombras y buscamos, entre los fantasmales errores de medida, mojones que apenas son más sustanciales.» Edwin P. Hubble

Gracias a estar orbitando a casi 600 km de la superficie, el Hubble «ve» mejor que cualquier telescopio terrestre. Ha sido testigo de la colisión del cometa Shoemaker-Levy 9 con el planeta Júpiter en 1994. Ha visto planetas orbitando otras estrellas. Ha podido observar, en un gran número de galaxias lo que nadie ha visto: agujeros negros. Ha fotografiado una región del tamaño de una treinta millonésima parte del área del cielo, que contiene varios miles de galaxias... y todavía tiene mucho que mostrarnos...

Más información: http://www.portalplanetasedna.com.ar http://www.hubble.nasa.gov http://www.hubblesite.org

Imagen del Hubble de un planeta orbitando alrededor de una estrella más allá de nuestro sistema solar.

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Lanzado en 1990 y con casi veinte años de vida, el famoso telescopio orbital fue reparado y actualizado en una delicada misión de seis días. Durante cinco paseos espaciales, los tripulantes del Atlantis instalaron un nuevo sistema de orientación y una nueva cámara diseñada para la observación del «espacio profundo», además de reemplazar las baterías, los giróscopos e instalar una serie de placas protectoras contra la radiación solar. La NASA espera que las actuaciones aumenten la potencia del telescopio y alarguen su vida en al menos cinco años más. Tras separar el transbordador del aparato y concluir la misión, el comandante del Atlantis, Scott Altman, manifestó: «Ha sido un viaje increíble para nosotros también. Creo que ha demostrado el triunfo que pueden lograr los humanos cuando superan los desafíos que tienen por delante.»


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José Luis Gil Miró

E

Para entenderlo en su globalidad, primero debemos diferenciarlo del signo que está destinado a comunicar una información, una norma o un mensaje concreto sobre cuestiones ordinarias. Es una invención, un acuerdo tácito de convivencia entre un colectivo. Por ejemplo, las señales de tráfico son signos.

l Yin-Yang es uno de esos símbolos orientales que más universalidad ha conseguido con el pasar de los años. Casi todo el mundo lo reconoce aunque no se sabe exactamente cuál es su origen y lo que significa en realidad. Al haber alcanzado un estatus de gran popularidad su identidad ha caído en lo superficial, convirtiéndose en un amuleto de protección contra supersticiones de todo tipo o para atraer la buena suerte. El merchandising que ha surgido en torno suyo es abrumador.

Sin embargo, el símbolo encierra un mensaje no ordinario de una mayor introspección conceptual; en cierto modo, alberga «secretos» que trascienden al mismo ser humano. Su función es transmitir una realidad esencial y arquetípica a través de conceptos metafísicos de gran profundidad y universalidad, que se hacen accesibles a nuestra naturaleza objetiva y racional: la justicia, la verdad, el bien, la belleza, el espíritu, los misterios de la vida, las leyes universales… Además de encerrar un amplio contenido, también hace de puente entre esas ideas puras y nuestra conciencia.

Más allá de aspectos superficiales, nos encontramos ante uno de los símbolos de más hondo significado. Su contenido es fascinante, casi inabarcable por nuestra mente lógica. Encierra conocimientos que van desde metafísica pura y cosmogénesis, hasta cuestiones relativas a la naturaleza psíquica y física del ser humano. Símbolo y Sistema de Pensamiento El Yin-Yang es fundamentalmente un símbolo, y se entiende como tal una puerta de acceso a muchas realidades ocultas en él; es como un cofre que custodia un tesoro. La palabra nos llega del griego Sumbolon, a través del latín Symbolus, que traducimos como «Aquello que lleva» o «Lo que porta algo consigo».

En base a todo esto hay que entender que el símbolo no es un criptograma caprichoso y gratuitamente hermético, o destinado a una

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Tao es, «camino», «doctrina», una vía a seguir en relación al arte de unir y entrelazar el cielo con la tierra.

élite de individuos privilegiados. Más bien es un desafío para aquellos que necesitan respuestas en la vida y se preguntan qué es esto que llamamos existencia. El conocimiento de un símbolo está ahí, accesible; el problema está en nuestra conciencia y nuestra preparación interior para asimilar y comprender su oculta realidad.

las potencias y fuerzas sagradas con los hombres. El confuncianismo, por su parte, utiliza el Yin-Yang como una aplicación práctica y como parte de una doctrina a seguir en relación a la conducta y a la regla moral.

El profundo simbolismo del Yin-Yang acabó convirtiéndose en un sistema de pensamiento. Esto significa que encierra en su ontología una manera de pensar, de vivir y de entender el cosmos; transmite una cosmovisión muy relacionada con el Taoísmo y con el Confucianismo.

Origen y Mitología del Yin-Yang Este símbolo es mucho más remoto que sus primeras apariciones en textos pretaoístas, pues se ha encontrado en algunos objetos rituales de mucha antigüedad. Aparece en casi todos los movimientos filosófico-místicos de China: es icono y fundamento del Tai-Chi; es la base con la que se crea el oráculo del I-Ching (los hexagramas están compuestos por líneas Yin o Yang); es una de las bases del pensamiento taoísta y está integrado también en el Confuncianismo; es uno de los ejes de la medicina y la acupuntura chinas, y además forma parte de las artes marciales, del Feng-Shui, del Chi-

Tao es, «camino», «doctrina», una vía a seguir en relación al arte de unir y entrelazar el cielo con la tierra. Una de las definiciones más antiguas que nos han llegado sobre el Tao es: «Un aspecto Yin, un aspecto Yang, eso es el Tao». Para muchas escuelas orientales el Tao es el principio inmanente en todos los ámbitos de la realidad, es la esencia de todo cuanto existe; el Yin-Yang es su expresión concreta, su forma externa. El Tao y su manifestación como Yin-Yang se sintetiza, como se dijo antes, en el arte de poner en comunicación el cielo y la tierra,

El I-Ching

El Feng-Shui El Tai-Chi

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Kung, etc. Hablar de la idiosincrasia china sin mencionarlo o asociarlo es muy difícil.

Significados del Yin-Yang s Carácter Universal: según la tradición china, Yin y Yang son elementos esenciales que penetran todas las sustancias que se encuentran en la tierra y en el cosmos. Todo lo que existe, participa en un grado más o menos alto de ellos. No son una fuerza, ni una energía, ni una manifestación; en fin, no son particularidades, sino cualidades comunes a los fenómenos del Universo. Por consiguiente, no es posible identificarlas con nada concreto y específico sin que pierdan su condición fundamental de universalidad.

Según el Tao Te King, el Universo se crea de la siguiente manera: «El Tao engendra el 1 (WU-CHI o vacío), 1 engendra 2 (yin-yang), 2 engendra 3, 3, los 10.000 seres. Los 10.000

s Principio de Oposición e Interdependencia: Yin-Yang son elementos opuestos, pero a la vez complementarios, lo que nos conduce a una paradoja. Todo tiene su opuesto en este mundo, la existencia de uno expresa inevitablemente la existencia de su contrario; es decir, en el momento que designamos que algo es alto, es porque existe un punto de referencia: lo bajo. Ocurre lo mismo con el día y la noche, el frío y el calor, lo grande y lo pequeño, etc.

seres llevan el yin a la espalda y el yang en los brazos. Mezclando sus soplos realizan la armonía» (Tao Te King)

s Principio de Polaridad-Dualidad: este principio nos muestra un Universo dual, entendiendo que existen leyes de polaridad, atracción y rechazo, que van desde lo más pequeño, como el universo atómico o cuántico, hasta las relaciones humanas o más allá de los sistemas planetarios. El Universo es dual y de esa dualidad emana el equilibrio, la vida y la evolución. La polaridad es necesaria para la existencia.

El mito de la creación chino nos cuenta el siguiente relato: «al principio, los cielos y la tierra eran solamente uno y todo era caos. El Universo era como un enorme huevo negro, que llevaba en su interior a P’an-Ku. Tras 18.000 años P’an-Ku se despertó de un largo sueño. Se sintió sofocado, por lo cual empuñó un hacha enorme y la empleó para abrir el huevo. La luz (Yang), la parte clara, ascendió y formó los cielos; la materia fría y turbia (Yin) permaneció debajo para formar la tierra. P’an-Ku se quedó en el medio, con su cabeza tocando el cielo y sus pies sobre la tierra. Permaneció entre ellos como un pilar gigantesco, impidiendo que volviesen a estar unidos.» El huevo representa el Yin-Yang: dos aspectos de la energía primigenia o universal.

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YIN es...

YANG es...

lo femenino lo frío lo interior la oscuridad la luna la polaridad negativa el recogimiento la quietud Agua Metal Conserva Reposo Retiene Profundo Blando Lento Inhibición Noche Invierno Otoño Sueño Dormitar Gestación Humedad Lo Receptivo Oculto Luna Nueva

lo masculino el calor el exterior la luz el sol la polaridad positiva la expresión la acción Fuego Madera Consume Actividad Expulsa Superficial Duro Rápido Excitación Día Verano Primavera Vigilia Despertar Nacimiento Sequedad Lo Creativo Manifiesto Luna Llena

dientes, nos muestran que si uno de ellos crece el otro decrece; de no ser así, no estaríamos en presencia de un equilibrio dinámico, que es lo que alcanza su interdependencia. Según una sentencia china: «El crecimiento es ya el germen de la muerte», pues en el momento en que se nace, se empieza el camino hacia ella. Otro aforismo dice: «Antes que la noche parta el día está por llegar». El Sol comienza a descender a partir del mediodía, cuando está en el punto más alto, para dejar paso paulatinamente a la noche. A medianoche el proceso es inverso.

Tenemos ejemplos en un átomo, con sus electrones, o entre los seres vivos, cuando lo masculino fecunda a lo femenino. A un nivel más grande, la naturaleza misma se regenera de igual forma.

s Equilibrio Universal: elYin-Yang se encuentra en un permanente equilibrio dinámico que se desestabiliza para volver a conformarse de nuevo. Ambos se consumen y se generan mutuamente. Esa armonía significa que la preponderancia del Yang va seguida por la del Yin y viceversa. En la medida que Yang crece, Yin decrece y lo inverso; y que Yin se gesta y engendra en el interior del Yang, mientras ocurre lo mismo en el seno de Yin. Todos los fenómenos pertenecen a Yin o a Yang y su compensación mantiene estable el Universo.

s Principio de Ciclicidad: el Yin-Yang también representa la energía de la renovación gracias a la ciclicidad. Su forma circular y su grafismo nos muestran elementos que cobran movimiento, que se alternan. Las polaridades se intercambian y de ese flujo continuo, de ese equilibrio constante surge el movimiento. El Universo está compuesto por una naturaleza que se alterna de manera cíclica. El Yin-Yang representa también esos ciclos de polaridad.

Este escrito no ha hecho más que despuntar la insondable realidad de este símbolo milenario. Tan sólo se ha echado una mirada fugaz, pues su misterio y sabiduría siguen velados. Sólo la comprensión aplicada en la «praxis» de la vida hará posible enriquecerse interiormente al atesorar un granito más de la Sabiduría perenne, y nos permitirá conocer los ocultos resortes con los que funciona el cosmos, y el papel que desempeñamos en él.

s Principio de Relatividad:Yin y Yang no son conceptos absolutos, sino relativos. Nada es completamente Yin ni completamente Yang, como bien indican los dos puntos opuestos en cada lado del símbolo. Por ejemplo: el invierno significa frío y el verano calor; sin embargo en un día de invierno podemos tener calor y viceversa. s Principio de Crecimiento-Decrecimiento: Yin-Yang, al ser opuestos pero interdepen-

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Cristina Gavilán Profesora de danza, expresión corporal y Pilates.

Dora Angela Duncan, «la ninfa», como se la conocería más tarde, nació el 27 de mayo de 1878 en San Francisco (California, Estados Unidos). A los cinco años le dijo a su madre que sería bailarina y revolucionaria. La inclinación de Isadora por la danza era tan grande que a los 10 años dejó la escuela para dar clases de baile a otros niños de su barrio. El divorcio de sus padres y su penosa situación económica también contribuyeron. Su madre apoyó a Isadora en su entusiasmo, transmitiéndole desde pequeña ideas innovadoras acerca de la mujer. Le daba lecciones musicales sobre Mozart, Beethoven, Schumann y Schubert, e hizo que leyera textos clásicos griegos y poesía, que tuvieron una gran influencia en su desarrollo artístico e ideológico.

«Nací a la orilla del mar. Mi primera idea de movimiento y de la danza me ha venido del ritmo de las olas…» Con esa certeza representó Isadora Duncan desde niña el incesante ritmo y devenir de los ciclos de la naturaleza, el mar, la brisa, los árboles, la alegría y la tristeza, la vida y la muerte. De ella dijeron sus contemporáneos: «Cuando Isadora baila el espíritu se remonta muy lejos en el pasado. Se remonta hasta la primera mañana del mundo, cuando la grandeza del alma encontraba libre expresión en la belleza del cuerpo.» (Crítico del Sunday Sun, Nueva York,1908). «Duncan es una personificación absolutamente rara y adorable del espíritu de la música, algo más parecido a un pensamiento que a una mujer, más un sueño que un ser humano» (Philadelphia Telegraph, 1908). «Su cuerpo se convierte en algo transparente, en un medium para la mente y el espíritu» (Daly, 69).

Cuando su familia se mudó a Chicago estudió durante una época danza clásica. Después se mudaron a Nueva York, donde con 19 años ingresó en la compañía de teatro del dramaturgo Augustin Daily. A partir de ahí pudo presentarse en varios escenarios y darse a conocer. Poco después viajó a Londres, donde completamente fascinada y hechizada

¿Cómo debió ser la danza de esta mujer, de este ser etéreo? Solamente disponemos de fotografías y pinturas de sus admiradores que nos pueden dar una idea de los pasos y gestos de esta enigmática impulsora de la danza moderna.

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siasmo. Su ideal de la bailarina del futuro se ve reflejado en sus escritos: «Oh, ¿no sienten que ya estás cerca, no están impacientes por su llegada como yo lo estoy? Preparémonos para recibirla. Yo le construiré un templo para esperarla. ¡Quizá aún no haya nacido, quizá aún sea una niña! Quizás, ¡Oh, gozosa! Puede ser mi misión guiarla en sus primeros pasos, observar el progreso de sus movimientos día tras día, hasta que superando mi pobre enseñanza, sus movimientos lleguen a ser divinos, y reflejen en sí las olas, los vientos, los movimientos de las cosas en crecimiento, el vuelo de los pájaros, el paso de las nubes, y finalmente el pensamiento del hombre en su relación con el universo. ¡Oh, está llegando, la bailarina del futuro: el espíritu libre que habitará el cuerpo de la nueva mujer; más gloriosa que cualquier otra mujer haya sido; más bella que la egipcia, que la griega, que la temprana italiana, que todas las mujeres de los siglos pasados: ella bailará nuevamente el cuerpo emergiendo de siglos de desmemoria de la civilización, ya no en guerra con la espiritualidad y la inteligencia, sino uniéndose a ellas en una gloriosa armonía! ¡La inteligencia más alta en el cuerpo más libre! (Duncan, 2003)

por las esculturas y pinturas en cerámica griega del British Museum, pasó horas estudiándolas con minuciosidad, cristalizando esa forma característica que identificó su danza y su estilo a partir de entonces: descalza, con sencillas y ligeras túnicas, representaba sentimientos, historias y poemas con coreografías que sorprendían por su originalidad y naturalidad. Su estilo era una antítesis del ballet de la época, que, según Isadora, era «antinatural, rígido y torturante para los bailarines». Ella buscaba movimientos espontáneos, libres, y sobre todo, una forma de expresión de ese espíritu que bullía en su interior. No obstante, que sus movimientos fuesen espontáneos y libres, no quiere decir que los inventara en el momento de salir a escena, como muchos insinuaron, sino que los creaba y ensayaba rigurosamente.

Y describiendo la danza que surgirá de ella: «Una danza que sería una sutil traducción de la luz y la blancura.Tan pura, tan fuerte, que la gente diría: es un alma lo que vemos moverse, un alma que ha alcanzado la luz y ha encontrado la blancura. Gracias a este medio humano, el movimiento de la naturaleza circula a través nuestro, nos es transmitido por la bailarina. Sentimos el movimiento de la luz entremezclado con el pensamiento de la blancura. Es una oración esta danza; cada movimiento alcanza con largas ondulaciones el cielo y se

Isadora jugó un papel importante en su momento porque fue la primera que se atrevió a bailar algo distinto con tal valentía y originalidad, que cautivó a miles de personas y bailarines que la vieron y se inspiraron en ella, dando origen a varias corrientes que hoy en día se conocen como danza moderna y contemporánea. Su éxito en Londres le abrió las puertas de los principales teatros europeos como Francia, Italia y Grecia. Muy pronto soñó con fundar una escuela en la que enseñaría la «danza del futuro», en la que el cuerpo pudiese convertirse en libre vehículo de expresión de un alma embriagada de entu-

«Oh, ¿no sienten que ya estás cerca, no están impacientes por su llegada como yo lo estoy? Preparémonos para recibirla. Yo le construiré un templo para esperarla.»

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cada vez más fuerza, en la que lo técnico, lo físico, lo visible y lo palpable eran lo «verdadero y digno de apreciar», ella se atrevió a danzar evocando sentimientos e imágenes, con la pretensión de desplegar las alas del alma de los que la vieron bailar. Saliéndose de lo estructurado y conocido del ballet, mostró infinidad de posibilidades, para que nuevamente los movimientos puedan fluir acordes al espíritu que los anima, a la inspiración que los impulsa.

convierte en parte del ritmo eterno de las esferas.» (La danza del futuro- Escritos sobre danza. Isadora Duncan) Esa era su concepción de este arte, más allá del movimiento y de las figuras: una imagen traslúcida del alma humana refulgente de luz. Intentó realizar el templo a la danza de sus sueños comprando una porción de terreno en Kopanos, Grecia, pero no pudo concluirlo por razones económicas. Sí consiguió bailar entre las columnas del Partenón de Atenas, y se sintió profundamente hermanada con esa Grecia que tanto la inspiraba: «En ningún otro país el alma es tan sensible a la Belleza y a la Sabiduría como en Grecia. Mirando al cielo se sabe por qué Atenea, la Diosa de la Sabiduría, fue llamada «la ojizarca», y por qué el aprendizaje y la belleza se unen siempre en su servicio.Y se siente también por qué Grecia ha sido tierra de filósofos, amantes de la Sabiduría, y por qué los más grandes entre éstos han identificado la máxima belleza con la máxima Sabiduría…» (Duncan, 2003)

Más allá de si los estilos y movimientos que surgieron después fueran más o menos bellos y armónicos, lo importante es que abrió una puerta a la expresión que antes estaba cerrada, y gracias a la cual la bailarina de hoy puede volver a recogerse en su propio santuario interior, escuchar el sonido de su alma y convertirlo en danza, y esa danza hacerla oración, para exaltar otra vez, como lo soñó Isadora Duncan, al divino espíritu que late detrás de las vestiduras y de los cuerpos, que viaja a través del tiempo por las civilizaciones y se fragua en nueva luz cada vez que vuelve a liberarse y a reconocer quién es en verdad. m

Pese a sus grandes aspiraciones no llegó a concluir su trabajo, aunque sí fundó escuelas en Alemania, Rusia y Francia, donde acogió a niñas pobres a las que dio techo, alimento, ropa y educación. Su deseo era convertirlas algún día en las nuevas danzarinas del futuro, libres e inspiradas en su ideal de belleza y armonía. Actuaron en escena durante un tiempo las «Isadorables», algunas de sus discípulas de la escuela de Alemania, pero tampoco pudo hacer un verdadero seguimiento en la formación de estas chicas y finalmente se dispersaron. Durante su vida estuvo luchando por recibir apoyo para incorporar su método y fundar centros en diversos países, proyectos que nunca terminaron de fraguarse.

BIBLIOGRAFÍA · Isadora Duncan. El arte de la danza y otros escritos. Ed. Akal, 2003. · Max von Boehm. Der Tanz. Ed. G.M.B.H. Berlín, 1925.

A pesar de todo, si miro hacia atrás y analizo la labor que realizó, pienso que dio un gran paso no solo en el mundo de la danza, sino también en el pensamiento y la expresión del ser. En una época en la que el mecanicismo y el materialismo cobraban

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Reportaje

Un

fotógrafo en la

India Nacho Valentia Fotógrafo

D

e todos los lugares a los que he viajado acompañado de mi amiga la cámara, sin ninguna duda, India ha sido y es el mejor país para fotografiar. Sus gentes, sus colores, sus paisajes, todo allí es digno de quedar inmortalizado para siempre. La luz es imprescindible para nuestro arte, puesto que sin ella no podríamos captar imágenes. La palabra «fotografía» viene del griego «foto» que significa luz, y «grafía» que significa escribir, o dicho de otro modo: escribir gracias a la luz. Es el Sol ese gran «flash» natural que tiene una intensidad perfecta y te da unos tonos cálidos que inundan de colorido cualquier fotografía. Fotografías del autor

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Un

fotógrafo en la

India

El primer día que vi una puesta de sol en esa tierra extraordinaria, supe que tenía ante mí un grandísimo reportaje si el tiempo me lo permitía. Pero todavía no conocía el ajetreo de sus calles, ni sus costumbres, ni su religiosidad diaria, y así, con el transcurrir del viaje me di cuenta de que no estaba equivocado al pensar en el resultado final de mi trabajo. El fotógrafo, al menos así lo veo yo, ejerce una labor distinta cuando realiza reportajes en zonas del tercer mundo. Allí su misión es dar a conocer cómo viven los nativos del país, cuáles son sus costumbres y los porqués que les rodean. De esta forma no sólo ofreces imágenes, sino que enseñas realidades que para el occidental, por nuestra educación y por tenerlo todo al alcance de la mano, no imaginamos que pudieran existir. Me llamó la atención que a su población se la veía feliz. No tenían facilidades en la vida, me imagino que lo habrán pasado mal, la mayor parte de los niños de las aldeas o incluso los que viven en las ciudades

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no pueden acceder a una educación, pero en su mirada se refleja una alegría muy difícil de descubrir aquí; se les ve respetuosos, agradecidos y generosos. Recuerdo que se pinchó la rueda del vehículo en el que íbamos y una señora mayor, muy pobre, que caminaba junto a una cabritilla escuálida, nos abrió las puertas de su hogar y nos ofreció bebida y cobijo mientras se cambiaba la rueda. Su casa era muy humilde, muy pequeña, pero su corazón no tardó ni un momento en darse los demás. Muchos fueron los contactos que tuve con los lugareños. Ellos se quedaban fascinados ante la presencia de una cámara fotográfica profesional, y todos, con muy pocas excepciones, me pedían que les retratase, quedándose muy agradecidos conmigo por hacerlo. Yo no me podía resistir, y aunque a alguno de ellos no le hubiera escogido «como modelo» el simple hecho de verles más felices era suficiente para inmortalizarlos. Hasta la caótica vida en las ciudades, con su tráfico sin reglas, tiene


un encanto especial. Resulta llamativo ver el contraste de los autos Rickshaw con los flamantes vehículos de lujo, o el que ofrecen las chabolas con los grandes edificios de cristal al estilo de los rascacielos. También me hizo reflexionar sobre cómo lo occidental está entrando en el país, con sus cosas buenas y con las malas. Volviendo a la gente, me quedé con sus rostros serenos, con sus miradas profundas, con sus arrugas que indican el paso del tiempo, con sus ropas y con sus colores variopintos. Mención especial merecen su religiosida. Los templos están vivos, habitados y no sólo por estatuas: las ofrendas con fuego son constantes, las oraciones, las plegarias, incluso los animales sagrados llenan diariamente los miles de santuarios que se extienden en todo el subcontinente. Multitud de grupos de diversas creencias conviven en un abanico multicultural de personas, todas fascinantes a la hora de ser fotografiadas, pues desde la gente sabia hasta la más humilde encierran dentro de sí mismos una

vida plena de sentimientos y de anhelos que se escapan a través de sus miradas y que se graban en la tarjeta cuando son retratados. Como experiencia, sentí algo único, como vivencia fue un regalo visitar este país participando con mi Nikon de la vida de sus gentes. La geografía está llena de contrastes, en ella puedes encontrar desde zonas tropicales y playas que nada tienen que envidiar al Caribe, hasta desiertos inertes; desde montañas que se levantan para tocar el cielo, hasta amplias mesetas que se pierden en el horizonte; todo con un encanto especial, todo digno de ser fijado en una foto. Como ese niño cogiendo un loto, como esa puesta de sol que desde sus aparejos disfrutan a diario los pescadores, como ese lago que sirve de espejo a los dioses. El fotógrafo tiene la capacidad de capturar instantáneas allá por donde va. En India es aún más fácil, pues todo llama la atención. Sus fotografías cuentan historias de lugares ma-

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ravillosos, de individuos diferentes a nosotros, con costumbres distintas. Son culturas antiguas que conviven con el siglo XXI, historias que suceden a miles de kilómetros de aquí y que yo tuve la suerte de poder contar con mi cámara. m

Sus gentes, sus colores, sus paisajes, todo allí es digno de quedar inmortalizado para siempre.


R ICHARDdel WAGNER visionario arte futuro

Felipe Aguirre Director de orquesta por el Conservatorio de Viena

A

l lado de músicos como Bach y Beethoven, y dramaturgos como Esquilo y Shakespeare, encontramos un personaje enigmático en la historia del arte: Richard Wagner. Músico, poeta y literato, sus ideas habrían de marcar en gran medida los derroteros de la expresión artística de su tiempo y del futuro.

así como lo suficiente de griego antiguo para procurarse una traducción propia de fragmentos de La Iliada de Homero. Eterno buscador de las «causas ocultas» del divino arte de crear y de los complejos misterios del alma humana, estudió con profundidad los Diálogos de Platón, la filosofía de Hegel, Schelling, Feuerbach y Schopenhauer, así como la filosofía budista, por la cual sentía especial afinidad; de hecho, su teoría de la reencarnación tendría alguna influencia en sus obras tardías.

Nacido en Leipzig en 1813, Wagner parecía predestinado para el arte dramático. Gracias a su padrastro –el actor y cantante Ludwig Geyer- creció en un ambiente de representaciones teatrales, literatura y pintura. A los quince años escribía ya su primera «tragedia» inspirado por Hamlet, de Shakespeare. Empeñado en dar a su mundo creativo formas cada vez más vivas y cargadas de «humanidad», decidió realzar la trama y los matices psicológicos de los personajes con la música. Como poseía una facilidad innata, comprendió en poco tiempo las leyes y técnicas más complejas del contrapunto, la armonía y la composición, cosas que a cualquier otro le significarían toda una vida de trabajo. Inquieto por acceder a todo tipo de literatura que le permitiera reconstruir las figuras enigmáticas que habitaban su mente, aprendió latín y las principales lenguas modernas,

Para el momento histórico en que vivió Wagner, la ópera, que había nacido como un intento renacentista de retornar a la idea del teatro griego, estaba sufriendo una gran crisis de valores, tanto estéticos como, sobre todo, morales. Este género artístico, en sus inicios del siglo XVI en Florencia, se había gestado entre un puñado de poetas, filósofos, músicos y humanistas –la «Camerata Bardi»-, constituyéndose como una reivindicación de la palabra -que había perdido su poder semántico con la polifonía- y una búsqueda

Arthur Schopenhauer, uno de los filósofos alemanes que más influyó en el pensamiento metafísico wagneriano.

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Estudió con profundidad los Diálogos de Platón, la filosofía de Hegel, Schelling, Feuerbach y Schopenhauer, así como la filosofía budista, por la cual sentía especial afinidad...

de la plasmación de temas mitológicos en el arte dramático. Sin embargo, durante los siglos siguientes fue transformándose dentro del canon estético del melodrama; la palabra ya no guardaba relación directa con la música –el virtuosismo vocal había pasado a un primer plano- y los argumentos se habían tornado más prosaicos. Surgieron así, hasta el siglo XVIII y principios del XIX, compositores como Rossini, Donizetti o Spontini, que lograron cautivar al público con melodías fáciles y temas triviales, pero a costa de la profundidad dramática. En este contexto apareció Wagner, poeta, músico y místico que tomó el último testigo de las más grandiosas creaciones trágicas de la humanidad –aquellas de los helenosy, cual Esquilo moderno, supo traducir a un lenguaje romántico cualidades excelsas del drama antiguo: el poder que implica representar ante el espectador una imagen de su psique para confrontarlo con sus profundos anhelos y obstáculos, en suma, con su destino.

Uno de los héroes wagnerianos: Tannhäuser. Este trobador medieval encarna el arquetipo del ser humano en su búsqueda de la redención.

Dentro de los elementos más importantes de las representaciones dramáticas griegas que asimiló Wagner para poner al servicio de su obra, se encuentra el concepto de katharsis. Conocida en Grecia dentro del antiguo culto a Apolo, la catarsis era una «purificación del alma» que tenía como fin la renovación. En época posterior, según nos cuenta Aristóteles en su Poética (Cap.VI), esta «expurgación de las pasiones» constituyó uno de los efectos naturales que producía la tragedia en el espectador. A través de la vivencia de las acciones ejemplares que se presentaban en la escena, el asistente, por identificación, podía llegar a sublimar algunas actitudes erróneas ante la vida. Intuyendo la importancia del mito en este proceso, Wagner encontró en las leyendas germanas la fuente inagotable para sus creaciones.1 Ya antes de haber escrito sus principales dramas, leía con devoción la Mitología alemana de J. Grimm y escribía: «La leyenda más ínfima me hablaba de los ancestros alemanes, y pronto toda mi sensibilidad estuvo ocupada por representaciones (…) del vislumbre de la recuperación de una conciencia largo tiempo perdida y siempre de nuevo buscada. (…) El resultado de esto en mi estado anímico íntimo no puedo expresarlo de otra forma sino como un total renacer.»2

Una representación operística del siglo XVIII. Durante esta época la ópera se extendió como espectáculo a las principales ciudades europeas.

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Esquilo (izquierda) es considerado el creador de la tragedia. En sus obras se reflejan aspectos mitológicos propios de las celebraciones mistéricas de la antigüedad griega conjugándose de forma artística en el escenario. Wagner, por su parte, rescató a través de sus obras parte de la cosmovisión sagrada del antiguo pueblo germano. Sin embargo, más allá de estas dos visiones, los símbolos y arquetipos que encarnan los personajes esquileos y wagnerianos trascienden las fronteras geográficas y temporales, dando al hombre de todos los tiempos claves para su desarrollo humano y espiritual.

tratado en su totalidad: la poesía explica a su mente Ideas, la música las trasmite con el matiz emocional adecuado y la danza o la mímica las representan ante sus ojos, convirtiendo el cuerpo en «símbolo viviente». Por su parte, las bellas artes aportan el escenario, el espacio de decorados y los ambientes que cualifican la trasmisión del mensaje. Este concepto integral parecería anticiparse a nuestro moderno «séptimo arte»; sin embargo, desde un punto de vista ontológico, va más allá de él, puesto que es un acto artístico que surge de forma inminente e irrepetible como un organismo vivo, a través de individuos que actúan in situ como interpretes.

Para conseguir tales fines, Wagner tuvo como modelo primordial el aspecto religioso y estético de la tragedia antigua, en la que se conjugaban, como un solo ser, la poesía, la música y la danza. La unión de estas tres modalidades, con las otras tres expresiones plásticas genuinas -pintura, escultura y arquitectura-, debía dar lugar a lo que en su mente se constituyó como la «obra de arte del futuro». En ella el ser humano –en tanto unión de psique y soma- es

A esta imagen del drama se suma la visión wagneriana de la tragedia como «celebración religiosa convertida en obra de arte»3 y del actor como sacerdote, es decir como intermediario entre la Idea y el público. Con este planteamiento comprendemos por fin el celo que tenía Wagner respecto

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cia artística y simbólica. Se hace necesario, pues, un «retorno a los orígenes», como lo enunciaron Verdi, Gaudí y M. Eliade.

Partitura de una de sus obras más representativas: Tristán e Isolda. La música de este drama revolucionó el lenguaje armónico romántico y abrió el umbral hacia la modernidad.

Desde las representaciones osiríacas del Antiguo Egipto,4 pasando por los Misterios Eleusinos y el origen de la tragedia, hasta nuestros días, vemos en Wagner un digno sucesor de Esquilo. Si éste logró hacer de la ceremonia religiosa un acto artístico para el mundo antiguo, aquel le devolvió al drama su carácter sagrado en tiempos modernos. El reto para nuestra presente generación –y la que viene detrás- será, entonces, por medio de un lenguaje escénico «moderno», reencontrar la profunda naturaleza de las obras wagnerianas: la visión del ser humano en su búsqueda de plenitud, de redención, de la liberación catártica de los lastres psicológicos y morales que va acumulando durante su existencia; en suma, la plasmación de un arte que es algo más que entretenimiento. m

a la representación y el tratamiento de sus obras más sagradas. En el caso de Parsifal, su último y más profundo drama, llegó incluso a titularlo Bühnenweihfestspiel (festival escénico sagrado) y a restringir su ejecución al marco del Festival de Bayreuth. Para su puesta en escena, el maestro cuidaba –además de la calidad musicalcada detalle del vestuario, el decorado y la expresión corporal en sí, pues cada pequeño símbolo –una espada, el grial, la lanza, una copa- no era sólo «un objeto de utilería» sino un elemento cargado de un poder mágico ancestral, que portaba consigo la llave para comprender una realidad superior. Tal vez por eso, en lo que respecta a la interpretación de los dramas wagnerianos, se vive ya desde hace décadas una especie de malentendido: Las grandes obras de arte no están allí para que el ser humano las transforme sino para transformarlo a él. La exploración de nuevas formas de expresión trae consigo el riesgo de alejarnos de la esen-

M. Eliade, respecto al poder del mito, dice: «La recuperación del tiempo primardial [es decir, el tiempo mítico] es lo único capaz de asegurar la renovación total del cosmos, de la vida y de la sociedad.» (M. Eliade, Aspectos del mito, Ed. Paidós. Barcelona 2000.) 2 R. Wagner, Mi vida, Ed. Turner. Barcelona 1995. 3 R. Wagner, La obra de arte del futuro, Col·leció estètica & crítica. Valencia 2007. 4 Las fiestas en honor a Osiris eran un complejo ceremonial-ritual que duraba seis días y era realizado una vez al año, entre otros aspectos, con una finalidad simbólica de renovación. Hoy en día, son consideradas por algunos investigadores modernos y egiptólogos como las formas más antiguas de representaciones teatrales «mistéricas» de la humanidad. 1

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Escena final de Parsifal. En este «Festival escénico sagrado» Wagner plasma la síntesis de sus creencias religiosas y filosóficas más profundas; es el mito del alma humana y su anhelo de perfección.


LAS RAICES DEL FUTURO

América: el compromiso inevitable

Conferencia impartida por el Lic. Jorge Nuño Jimenez, Director del Centro de Estudios Económicos y Sociales del Tercer Mundo (CEESTEM), en la Universidad de Marruecos, Rabat.

E

l arte mudéjar conquistó España, es evidente. Dejó su marca indeleble. La Alhambra -lo más bello que he visto- es monumento eterno a una relación amorosa entre dos pueblos unidos por una misma pasión, oceánica en ocasiones: la cultura. Amor turbulento de amantes con rupturas y reencuentros entre emires, califas, almorávides y sus pares cristianos. Reyes, duques, caballeros, compartieron la dulzura del azúcar que se trasladó a los nombres y a la lengua. Moros y cristianos aspiraron alhelíes y reposaron sus cabezas en las mismas almohadas. Los Omeyas hicieron de Al-Andalus una provincia, con capital en Marrakech, donde destacó Ibn Baqí y el Ciego de Tudela, exponentes de una poesía de honda intimidad. Gracias a ellos se han conservado las célebres jarchas en las que fue maestro Ibn Quzman. Ahí flore-

cieron dos de las más importantes figuras de la poesía andalusí: Ibn Hafaga de Alcira y su sobrino Ibnal-Zaqqáq, que son –como Góngora en las letras españolas- la cima extrema de la poesía neoclásica que tras ellos sólo puede repetirse o declinar. También en el norte de África tuvo inicio la potencia religiosa y militar de los almohades quienes después de apoderarse de Marruecos conquistaron Al-Andalus. Con ellos alcanzan de nuevo las letras un gran desarrollo, destacando tres figuras importantes: Ibn Tufayl de Guadix -autor del Viviente hijo del Vigilante-, conocido en la Edad Media como Philosophus autodidactus; Ibn Rusd, llamado Averroes por los escolásticos, gran filósofo y comentador por excelencia de Aristóteles; Ibn al-Arabí de Murcia, principal figura del sufismo en España. Con ellos la poesía alcanzó de nuevo gran calidad. El Reino de Granada fue el largo ejemplo tanto del esplendor como de la agonía andalusí. Castilla, comandada por Santiago, vuelve extranjeros –extraños- a sus amores y a sus amigos; también expulsa a los judíos. Por razones políticas necesita unificar a la población –a todos cristianos-. Desaparecen las juderías y morerías en el territorio y se impone una sola lengua: la castellana. En 1492 el sevillano Antonio de Nebrija publica su gramática, «compañera del imperio.» Con ella, seguida de Santiago, llevará su amor negado, nunca olvidado, al «Nuevo Mundo», a nuestro valiente mundo nuevo, como lo llamó Carlos Fuentes.

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América Latina fue eslabonada al mudéjar, por los andaluces que tendieron el puente sin dejar por ello de amar a España. El afecto perdura hasta hoy en una dulce palabra que es ante todo esperanza: Ojalá. El cantautor cubano Silvio Rodriguez se valió de esas tres sílabas para escribir: Ojalá se te acabe la mirada constante La palabra precisa La sonrisa perfecta (...) Ojalá que no pueda tocarte ni en canciones Ese amor que nunca ha cortado sus lazos afectivos, perdura aureolado en América, como magistralmente lo demostró Ikram Antaki, abundan las estrellas ochavadas, y la fina sensibilidad de sus versos. Llegaron con los señores de la guerra, extremeños en su mayoría, que fueron al mismo tiempo empresarios. La conquista de América fue empresa de particulares, ya antes el portugués –pero al fin y al cabo peninsular- Vasco de Gama contó con el más grande de los pilotos árabes: Ahmed Ibn Majid. Los soldados-empresarios, estuvieron todos al servicio de la Corona. Lo mismo trajeron alcaldes –vueltos Mayores en los pueblos indios- que albaceas, así como todo su entramado jurídico. No podían olvidar los almacenes ni las arrobas; tampoco a los albañiles y los oficios netamente urbanos.

La Virgen de Guadalupe, o Tonantzin, la madre tierra india, es expresión de una misma fe en diferentes mentalidades.Virgen nacional, identidad mestiza. La conocemos y reconocemos sostenida por una luna creciente y entre nopales. América Latina fue eslabonada al mudéjar, por los andaluces que tendieron el puente sin dejar por ello de amar a España. Contacto entre la cristiandad, el Islam y un mundo indígena todavía poco comprendido. Similitudes y diferencias que explican lo que tenemos de único e irrepetible en América Latina, espacio histórico y geográfico donde la actividad intelectual está vinculada al compromiso de todo orden: social, político, económico y cultural.

La Alhambra

El gran escritor cubano Alejo Carpentier lo definió como «América: compromiso inevitable.» lugar donde confluyen la historia y la magia, lo real-maravilloso. Espacio no cuantificable en el tiempo eurocentrista: Cortés llegó en el año Ce Ácatl -uno caña- no en 1519. Sus ejércitos hispano-indios tomaron a la Gran Tenochtitlan –ciudad isla-, construcción de lo firme sobre lo inestable, espacio onírico. Carpentier trazó la ruta cultural del continente a través de las Voluntades de Testimonio, comenzando por el «soldado inspirado» como llamó al historiador Bernal Díaz del Castillo, cronista

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quien formuló un verdadero ideario democrático, antirracista y antiesclavista: como en el Isllam, dicen sus Versos Sencillos: Yo sé de un pesar profundo Entre las penas sin nombre La esclavitud de los hombres Es la gran pena del Mundo Creador de un lenguaje de la dimensión americana -prosa al servicio del mejoramiento de la sociedad y el hombre- Martí fue a la vez poeta e independentista cubano, fundamento de la conciencia americanista. Somos tierra de pueblos combatientes, en eso nos parecemos: Marruecos no cedió ante los otomanos. Al continente americano hay que amarlo, tratar de comprenderlo, de hablarle, hablar de él, mostrarlo, mostrar los errores, las grandezas y las miserias; hablar de él más y más. América está hoy inserta en el proceso mundial de globalización, no se niega a la integración pero conserva su identidad propia. Lucha con la única arma de que dispone: su gran cultura. Busca, entre y con sus iguales, el intercambio de experiencias y todos aquellos elementos que le permitan continuar su desarrollo. A los individuos lo mismo que a las sociedades se les explica no por sus similitudes, sino justamente por sus diferencias.

de la Conquista de la Nueva España, epopeya definitoria de México-Tenochtitlán y sus pobladores. Seguida de Los Comentarios Reales, del Inca Garcilaso de la Vega, erudito cuzqueño, mestizo, evocador de la grandeza del otro gran polo cultural, El Perú: tierra de Atahualpa, Señor de los Cuatro Puntos Cardinales, lugar donde Francisco de Pizarro murió a consecuencia del golpe de una garrafa de barro de Guadalajara, no de una estocada de Martín de Bilbao como consignó Francisco de Xerez en su Verdadera Relación de la Conquista del Perú y Provincia de Cuzco, llamada Nueva Castilla.

Volvamos, pues, al intercambio más rico, el cultural, entendido como dialéctica de diferenciación y fusión. De nuestras fuertes culturas, estoy seguro, habrá de provenir el único futuro posible: las sociedades incluyentes y plurales. En México seguimos esperándolos para beber juntos un te de menta. m

Las Voluntades de Testimonio se vieron continuadas tres siglos después con la aparición del escritor y político argentino Faustino Sarmiento. Dualidad del continente: cultura y política. Su Facundo es la culminación de una constante latinoamericana: el caudillaje debatiéndose entre la civilización y la barbarie; ensayo sociológico y crónica histórica. Toma el testigo José Julián Martí, América Latina hecha palabra, amante de su pueblo, predicador de la guerra sin odio y visionario de los peligros del imperialismo 1

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Mario Benedetti.

1920- 2009 路 In Memoriam

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Cartas a un joven idealista Sócrates, Platón y el FENÓMENO griego (II Parte)

Herminia Gisbert

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latón alcanzó las más excelsas alturas del pensamiento y, tras haber accedido a los ocultos Misterios de la Sabiduría, fue capaz de racionalizar de forma clara y coherente elevados principios metafísicos cuyo conocimiento estaba reservado (hasta entonces) a los Iniciados (mystes en griego), abriendo la mente de sus contemporáneos a la comprensión de eternas verdades. De ahí que cuando desvela determinadas enseñanzas relativas a los Misterios, lo hace siempre de modo alegórico a través del mito, pues estaba comprometido a guardar el secreto respecto a ciertas enseñanzas ocultas referentes a la naturaleza de los dioses y del alma humana.

el lenguaje mito poético para que por medio de la intuición cada cual acceda al plano de realidad que está preparado para asimilar. Por eso en sus obras los mitos tienen tanta relevancia pedagógica, siendo el mito de la caverna de La República, y el del Carro Alado de Fedro, los que mejor explican su teoría de las Ideas. Esos, junto a los conocimientos que expone sobre la reminiscencia y la inmortalidad del alma en Fedón, constituyen los tres pilares que considero claves para entender y justificar la esencia de su obra, y por lo tanto, del alma de Platón.

Como ya hemos comentado en alguna oportunidad, el mito es una de las aportaciones más importantes de la tradición espiritual y fue utilizado en las antiguas escuelas de sabiduría para explicar determinadas realidades para-racionales. El mito despierta en el hombre esa magnífica y tan poco conocida herramienta mental que es la intuición, a través de la cual puede llegar a captar ciertos conocimientos difíciles de entender con la razón. De ahí que el maestro Platón, a través del diálogo, vaya llevándonos de la mano hasta las más altas regiones intelectuales. Sin embargo, cuando quiere explicar algún misterio del alma humana, de la naturaleza o de los dioses, usa

A través del Mito de la caverna, el maestro nos habla de su teoría de los dos mundos: el Sensible o mundo de las apariencias y el Inteligible o mundo de lo real. El primero está simbolizado por la caverna, donde viven los hombres esclavizados por sus propias pasiones y su ignorancia. Es el lugar de las sombras y de la opinión, ya que el método para percibir la realidad se basa en los sentidos engañosos, que tan sólo nos muestran una parte ilusoria de la misma.

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Por su parte, el exterior de la caverna representa el mundo inteligible, donde brilla el Sol, símbolo por excelencia de la verdad y del conocimiento. Es el ámbito de la Luz, de las causas primeras, de los arquetipos, donde el acto de conocer se realiza a través de la contemplación. La misión de la filosofía consistiría en dar al hombre las herramientas necesarias para romper las cadenas que le mantienen ligado al universo fenoménico de los efectos, para salir de la caverna en busca de la causa y el origen de todo, que para Platón es la Idea del Bien, «fuente de todo lo recto y hermoso que existe en las cosas». Una vez en el exterior, la tarea del filosofo será adoptar la disposición interior para «contemplar» aquellas ideas que el alma ya posee por propia naturaleza, puesto que como él mismo nos recuerda: «Somos dioses, aunque lo hayamos olvidado». De ahí podemos deducir, como muy bien explica el Dr. Sánchez Meca, que «La misión del filósofo tiene, por una parte, una vertiente ascética, de liberación de lo sensible para elevarse a lo inteligible, y por otra una vertiente metodológica, el empleo de la dialéctica, en virtud de la cual el pensamiento se eleva, por encima de las meras opiniones, hasta alcanzar la verdad de las Ideas.»

Estatua de Platón.

ma divinidad, es porque en algún momento previo a nuestro nacimiento el alma estuvo en contacto con esos arquetipos. Así, en su diálogo Fedón o del alma, nos dice: «Hemos tenido que aprender en algún tiempo anterior aquello de lo que nos acordamos ahora.Y esto no sería posible si nuestra alma no hubiera existido en alguna parte, antes de tomar esta forma humana, si nuestra alma no fuera inmortal (…) Los que aprenden no hacen más que recordar», y en otra parte: «La ciencia no es sino una reminiscencia».

Y desde aquí llegamos a otra de sus grandes aportaciones: el conocimiento como reminiscencia. Platón apunta que si tenemos en nuestro interior la intuición de la idea del bien, o de la belleza, o de la mis-

En Fedro, a través del famoso mito del carro con los caballos alados, nos revela el momento en que el alma inmortal aprende. En la alegoría nos muestra una imagen que representa la naturaleza trina del alma humana: un carro con un auriga dirigiendo dos caballos alados, uno blanco y otro negro. El auriga es símbolo de la parte racional; su naturaleza es divina, espiritual e inmortal y Platón la llama también «alma Inteligible». El caballo blanco, hermoso y dócil, sigue las indicaciones del conductor y representa la parte irascible del alma; aunque teniendo condición mortal es «auxiliar por naturaleza de la razón, siempre que no se haya deformado por una mala educación». El caballo negro es de sustancia contraria, es decir, malo y rebelde; podemos relacionarlo con el «alma concupiscible», instintiva y pasional, «la que desea y se perturba con los apetitos».

Representación del mito de la caverna de Platón.

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la educación, gracias a la cual el alma recuperaría la memoria de su linaje celeste. Es muy curioso observar cómo el término griego aletheia no sólo significa «Verdad», sino también «ausencia de olvido», haciendo referencia a la frase que decía Platón: «El saber estriba en recordar el conocimiento y en conservarlo sin perderlo u olvidarlo». Y no podemos finalizar este breve acercamiento a Platón sin mencionar su obra cumbre, La República, suma y síntesis de todo el idealismo platónico, donde expone su filosofía política y realiza un magistral paralelismo entre la ética individual y la del Estado. De la misma manera que en el individuo la justicia se conquista cuando cada aspecto del alma cumple con la virtud que le es propia -es decir, cuando la parte racional es sabia y prudente, la irascible valerosa y fuerte y la concupiscible moderada-, también el Estado será justo si las tres clases sociales -los magistrados que lo dirigen, los guardianes que lo protegen y los comerciantes y artesanos que generan la riqueza y estabilidad económica- cumplen la virtud que les corresponde. De ahí que este sabio dedique extensos fragmentos a la educación del gobernante, que deberá ser filósofo por naturaleza, ya que «sólo en un alma donde haya florecido el amor a la verdad es capaz de anidar el Bien».

Vasija griega con la representación del mito del carro alado del Fedro.

Este carro alado sigue el cortejo de los dioses por el mundo celeste en contacto con los Arquetipos. El caballo blanco, por su propia idiosincrasia superior, tiende hacia las alturas de las divinas esencias; sin embargo, el caballo negro se desboca por su necesidad de seguir experimentando en el plano de las formas y, encabritándose, hace descender al alma, arrastrándola hasta el ámbito de las sombras donde queda encarcelada en un cuerpo. Y así, sumida en la oscuridad y rotas las alas, olvida su origen y su patria celeste. Es aquí donde comienza el cautiverio para el hombre, sumido en las tinieblas de la ignorancia, o el peregrinaje de retorno a casa, en busca de su condición inmortal. Todos somos libres de elegir, pero a ninguno se nos priva de la responsabilidad de esa elección. Por eso el alma busca incansablemente, por eso lucha, cae y se levanta, acierta y se equivoca, siente, sufre, ama, vive… en una palabra: experimenta, siempre en pos de encontrarse a sí misma, siempre en pos de recordar «Quién soy, de dónde vengo y hacia dónde voy». No obstante, cuando en su destierro vislumbra los reflejos de los arquetipos, es decir, cuando se pone frente a cosas o seres que traslucen Belleza, Justicia, Bondad o Verdad, el alma recuerda y tiene la reminiscencia de su origen y esencia divina. Por eso el ser humano tiene en sí mismo la posibilidad de acceder al mundo de lo Real a través de

Platón sincretizó en sus más importantes Diálogos, por boca de su maestro Sócrates (abajo en el relieve), «la sabiduría de los pitagóricos, la ciencia espiritual de la India y la de Egipto».

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No cabe duda de que podemos considerar a Platón como el padre de la Filosofía occidental. Su preclara inteligencia supo aunar magistralmente la filosofía moral de Sócrates con la sabiduría de los pitagóricos, la ciencia espiritual de la India y la de Egipto. Su influencia en la historia del pensamiento ha sido extraordinaria, no sólo porque su obra haya sobrevivido prácticamente completa, sino también porque su Academia se mantuvo en activo novecientos años, hasta que en 529 d.C. el emperador Justiniano ordenó su clausura por difundir ideas paganas. Su autoridad se ha puesto de manifiesto a través de multitud de pensadores: filósofos judíos como Filón de Alejandría, árabes como el místico sufí Ibn Arabi y cristianos como Clemente de Alejandría, San Agustín o Dionisio Areopagita. A éstos sumemos los grandes sabios que se autodenominaron explícitamente neoplatónicos, tanto los de Alejandría del siglo III con Plotino a la cabeza, como los de la Escuela de Florencia bajo la dirección de Marsilio Ficino, o la escuela de Cambridge ya en el siglo XVII. En nuestros días, cuando el estudio y la lectura están al alcance de muchos, Platón se ha convertido en uno de los fundamentos esenciales de nuestra cultura.

Marsilio Ficino

Plotino

Filón de Alejandría

No quiero terminar sin invitarte de nuevo a que leas su obra en primera persona y te conviertas en un contertulio más de los diálogos platónicos, ejerciendo tu divino privilegio de pensar, que en palabras de Platón «es un diálogo del alma consigo misma.» ¡Que lo disfrutes!

San Agustín

Ibn Arabi

P.D. Como decía el gran Píndaro: «En el cielo aprender es ver, en la tierra aprender es recordar. Dichoso el que atravesó los misterios pues él conoce la fuente y el fin de la Vida.» m

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