EL MUNDO DE SOPHIA
El mundo de Sophia
Contenidos 8 PROTAGONISTAS DE LA HISTORIA Hipatia de Alejandría
Fue matemática, astrónoma y filósofa. Destacó como una de las figuras relevantes durante el ocaso del Mundo Antiguo.
11 PARA REFLEXIONAR...
La tecnología, un arma de doble filo
12 LIBROS, PELÍCULAS... 14 PSICOLOGÍA
¿Qué es el desarrollo interior?
17 LO QUE ALGUNOS DIJERON SOBRE... 18 HISTORIA
Los trovadores, poetas del eterno femenino En la convulsionada Edad Media surgieron estos artistas que, con sus cantos, ensalzaron las cualidades más nobles de la dama.
22 ARQUEOLOGÍA
Alejandría, la bella durmiente del Mediterráneo La arqueología submarina rescata de las aguas un antiguo tesoro: la ciudad de Alejandría, símbolo del conocimiento.
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El mundo de Sophia Fundación
SOPHIA · Difusión del pensamiento y el arte de las culturas tradicionales. · Mecenazgo de artistas. · Promoción del voluntariado.
26 EGIPTOLOGÍA
El libro egipcio de los muertos
30 PSICOLOGÍA
El buen humor, una visión positiva de la vida
32 ACTUALIDAD
La influencia de las radiaciones sobre nuestra salud
36 ENTREVISTA
José Lull, egiptólogo
38 ARTE
La escultura griega
43 POESÍA
Enrique González
44 CARTAS A UN JOVEN IDEALISTA Lo sagrado y lo profano
EL MUNDO DE SOPHIA
EL MUNDO DE SOPHIA 2010 Nº 40 DIRECTOR: Francis J.Vilar JEFE DE REDACCIÓN: Víctor Vilar REDACCIÓN Y MAQUETACIÓN: Elvira Rey Francisca Bustamante Felipe Aguirre FOTOGRAFÍA: Nacho Valentia Diana Hirsch HAN COLABORADO: Francis J.Vilar Herminia Gisbert Antonio Marí Víctor Vilar Nati Sánchez Elvira Rey Cristina Gavilán Felipe Aguirre José Luís Gíl Pilar Pujol Fernando Celli Mónica Gutiérrez Una publicación de: Fundación Sophia c/ Jaime Ferrer, 3 Palma de Mallorca (Baleares) www.fundacionsophia.com Telf. 971 72 15 55 mundosophia@mundosophia.com redacción@mundosophia.com www.mundosophia.com D.L. PM-2099-98 Los artículos firmados expresan única y exclusivamente la opinión de su autor, quien se hace responsable de la veracidad y autoría de los contenidos expuestos.
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El Valor de «lo Sagrado» en el Pensamiento Francis J. Vilar Humano DIRECTOR
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esde el siglo XIX ha imperado en la sociedad occidental una interpretación lineal de la historia, que nos dice que partiendo de una etapa primitiva, arcaica e infantil, propia de la prehistoria, el hombre ha ido evolucionando de forma progresiva e inexorable hacia el pleno desarrollo de la civilización, la ciencia y el progreso. Esta concepción, basada en la teoría histórica lineal de Augusto Compte, establece tres etapas o estados de la evolución humana que podemos resumir como: 1º. El estado teológico o etapa mágico-religiosa. 2º. El estado metafísico o etapa filosófico-racional y 3º. El estado positivo o etapa científico-empírica. A la primera etapa corresponden las culturas arcaicas de discurso mítico y las civilizaciones teocráticas, tanto politeístas como monoteístas. El segundo estado se relaciona principalmente con la civilización griega y el desarrollo de la filosofía especulativa. Finalmente, la tercera etapa, considerada como el único estado real y definitivo del progreso humano, corresponde a la civilización occidental a partir de la revolución científica e industrial. Esta última fase trae consigo el desarrollo de la cultura materialista a través del positivismo, el empirismo, el racionalis-
mo, el mecanicismo y toda la rica familia de «ismos». Según esta teoría todas las manifestaciones y formas religiosas de expresión –la hierofanía, la teofanía, el símbolo, el mito, el rito, la iniciación etc.– pertenecen a la etapa primitiva de la humanidad y, por tanto, el sentimiento de «lo sagrado» es propio de la ingenua mentalidad «infantil» que caracteriza la cosmovisión mágico-religiosa del hombre arcaico, la cual, según esto, ha sido ya ampliamente superada por la ciencia empírica y el progreso tecnológico de nuestra sociedad actual. Sin embargo, a lo largo del siglo XX toda una serie de antropólogos, psicólogos e historiadores de las religiones como Rudolf Otto, Georges Dumezil, C. G. Jung o Mircea Eliade, han enfocado el estudio de los mitos, los símbolos y las concepciones religiosas que caracterizan el pensamiento mito-poético de las sociedades tradicionales y las culturas preindustriales, desde un punto de vista mucho más abierto, ecléctico y respetuoso que sus homólogos
Mircea Eliade. Imágenes y Símbolos. Ed. Taurus. Madrid 1986. 2 Mircea Eliade. Op, Cit. 3 Mircea Eliade. Lo Sagrado y lo Profano Ed. Labor. Barcelona 1985. 1
de la centuria anterior, es decir, sin prejuzgar de antemano, como habían hecho Tylor o Frazer, que «todo cuanto el hombre de las sociedades arcaicas ha pensado o imaginado, todos sus mitos y ritos, todos sus dioses y sus experiencias religiosas, no son más que un conjunto monstruoso de locuras, crueldades y supersticiones felizmente abolidas por el progreso racional1.» Gracias a ellos, la antropología y la psicología actual –al menos una parte de ellas– han empezado a comprender la importante función que cumplen los mitos y los símbolos en la psique humana. De hecho hoy sabemos que el inconsciente emplea un lenguaje simbólico para transmitirle a la conciencia cierto nivel de información, que es vital para poder concebir y asimilar todas aquellas realidades fundamentales de la existencia que están más allá de la lógica racional. Ya que, tanto el lenguaje del mito y el símbolo, como el de la imagen y la alegoría, pertenecen al plano de la conciencia intuitiva y no de la conciencia racional. Dos niveles del pensamiento claramente diferenciados, (inteligencia racionalinteligencia intuitiva) que, según los estudios realizados, corresponden a su vez con el mayor o menor desarrollo de los dos lóbulos principales del cerebro (derecho e izquierdo). Los excelentes trabajos de investigación publicados por todos estos autores demuestran, sin lugar a dudas, que «el pensamiento simbólico pertenece a la sustancia de la vida espiritual del hombre»2, y por tanto «lo sagrado es un elemento de la estructura de la conciencia, no un estadio de la historia de esa conciencia»3. En primer lugar, hoy sabemos que el hombre de las civilizaciones antiguas y las culturas tradicionales tenía tan desarrollada su capacidad de observación empírica, análisis lógico y discernimiento
racional como el hombre actual, pero dado que su visión del mundo, su escala de valores y su ideal de vida, eran muy distintos de los que propone la moderna cultura materialista, toda su atención, su pensamiento y su inteligencia estaban orientadas hacia la búsqueda de respuestas metafísicas y la vivencia de lo sagrado, a fin de alcanzar su plena realización espiritual, y no hacia una insaciable búsqueda del confort, el bienestar y la autosatisfacción hedonista. De ahí que, si no desarrollaron más la tecnología y el progreso material es porque no le daban el valor que le damos hoy, ni tenía para ellos tanta importancia como tiene para nosotros. De hecho, si un sabio antiguo como Ptahotep, Confucio, Pitágoras, Patanjali, Tson-Kahpa o Epícteto pudieran contemplar nuestra actual forma de vida, con las graves contradicciones que existen en el seno de la sociedad moderna y los insensatos extremos a los que nos ha conducido el racionalismo, el materialismo, el mercantilismo y el escepticismo metafísico; nos dirían que no entienden por qué perdemos tanto tiempo y energía en multitud de cosas artificiosas y absurdas que no tienen ninguna importancia mientras descuidamos aquellas otras cuestiones esenciales de la vida que son mucho mas reales, valiosas e imperecederas, tanto para nuestra sociedad como para nuestra realización individual como seres humanos. En segundo lugar, ningún necio se atrevería a afirmar que la ciencia moderna ha hecho a todos los hombres del siglo XX o XXI más inteligentes, ni que el progreso tecnológico nos ha convertido en mejores personas de lo que eran los hombres antiguos, pues en lo que respecta al progreso humano y al verdadero desarrollo cultural, moral y espiritual, posiblemente saldríamos perdiendo. En tercer lugar, es obvio que el sentimiento de
«lo sagrado» no es incompatible en absoluto con la ciencia ni con la inteligencia racional, y buena prueba de ello es que muchos de los más grandes genios de la ciencia moderna como Leonardo, Newton, Einstein o Heisemberg, eran hombres profundamente religiosos. Por último, no debemos perder de vista que aún en una sociedad materialista, pragmática y desacralizada como la nuestra, detrás de muchas de las conductas, modas y costumbres, que a simple vista parecen totalmente profanas, se esconden en el fondo, aunque muy camufladas, unas profundas motivaciones religiosas y una inconsciente búsqueda de lo sagrado, lo extraordinario, lo mágico y lo insólito, como demostró perfectamente en su obra Mito y Realidad, el historiador de las religiones Mircea Eliade. m EL MUNDO DE SOPHIA
Personajes singulares Hamilton Naki
En 1967 la noticia del primer trasplante de corazón en humanos sorprendió al mundo. La proeza fue realizada por los doctores Christian Barnard y Hamilton Naki; sin embargo, de ellos tan sólo Barnard recibió los honores pues la operación tuvo lugar en el hospital Groote Schuur de Ciudad del Cabo, en la Sudáfrica racista del apartheid. La participación de Naki violaba las leyes de segregación racial del país, según las cuales los negros no debían recibir entrenamiento médico, ni mucho menos tener contacto con pacientes blancos. Esta
historia sorprende aún más cuando se conocen los detalles de la biografía de este médico «clandestino», cuya vida fue un constante ejemplo de superación personal y de entrega a la medicina. Hamilton Naki nació en 1926 en una aldea del antiguo protectorado británico del Transkei (provincia de El Cabo). Era de origen humilde y nunca terminó la escuela primaria. Sin embargo, en el campo de la medicina, según Barnard, «Tenía mayor pericia técnica de la que yo tuve nunca. Es uno de los mayores investigadores de todos los tiempos en el campo de los trasplantes y habría llegado muy lejos si los condicionantes sociales se lo hubieran permitido.»
Empezó limpiando jaulas de animales de laboratorio. Más tarde pasó a anestesiar, operar y finalmente hacer trasplantes en perros, conejos y pollos. Poco a poco y gracias a sus capacidades, se le fueron otorgando puestos de responsabilidad, pero siempre desde el anonimato. Según explicaba el mismo Naki, fue a partir de la mera observación que se convirtió en un experto cirujano de manos precisas y firmes, aunque esto sólo lo sabían quienes compartían quirófano con él, pues, de cara al mundo, seguía siendo un jardinero. En 2002 recibió la orden de Mapungubwe –uno de los mayores honores de su país– por su
La historia de Irena Sendler se difundió rápidamente a través de internet a raíz de su fallecimiento, acaecido en 2008, cuando tenía 98 años de edad. Su nombre no tendría mayor relevancia si no fuese porque salvó la vida de 2.500 niños en el Ghetto de Varsovia.
Durante la 2ª Guerra Mundial, Irena, que trabajaba como enfermera en el departamento de Bienestar Social de Varsovia, aprovechó el temor de los nazis a una epidemia y se las ingenió para conseguir un permiso de trabajo en el Ghetto. Son embargo, sus propósitos iban más
lejos pues, siendo alemana, conocía los verdaderos planes de los nazis. Una vez dentro, se las arregló para liberar de aquel horrible lugar a todos los niños que pudo. Comenzó a sacarlos en ambulancias como víctimas de tifus, aunque pronto se valió de todo tipo de artimañas: sacos, cestos de basura, cajas de herramientas, cargamentos de mercancías, bolsas de patatas, ataúdes... En sus manos cualquier elemento se transformaba en una vía de escape. Pero su gesta no quedó ahí; realizó un registro de los nombres de todos los niños y lo mantuvo enterrado en su jardín hasta que acabó la guerra, momento en el que intentó loca-
El cardiólogo anónimo
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contribución a la ciencia médica. Al año siguiente se le concedió un título honorífico de medicina, en reconocimiento por los años dedicados al entrenamiento de jóvenes médicos. Hasta sus últimos días sobrevivió con una modesta pensión de jardinero...
Irene Sendler
Una heroína silenciosa
lizar a aquellos padres que habían sobrevivido para reunirlos con sus hijos. Lamentablemente su hazaña no duró todo lo que ella hubiera querido: tras salvar a 2.500 niños, fue descubierta, torturada y condenada a muerte. No obstante, el destino le tenía reservado otro final, pues, cuando iba de camino a su ejecución, un soldado alemán le ayudó a escapar. Un año antes de morir, Irena fue propuesta para recibir el Premio Nobel de la Paz, pero no fue seleccionada. El galardón fue concedido a Al Gore, por su trabajo sobre el calentamiento global.
Noticias, descubrimientos, curiosidades... Egipto vuelve a descubrirnos otro de sus templos Recientemente un equipo de arqueólogos egipcios ha hecho un importante hallazgo en Alejandría. Se trata de los restos de un templo ptolemaico que estaba dedicado a la diosa Bastet y pertenecía a la reina Berenice, esposa de Ptolomeo III. En el descubrimiento se encontraron además seiscientos objetos de la época, entre ellos tres estatuas de la diosa Bastet, así como figuras de loza y bronce como las de Horus niño y Ptah. Durante la excavación también salieron a la luz diversas estructuras: una cisterna de agua de la era romana, un grupo de pozos de 14 mt de profundidad, canales de piedra y los restos de un antiguo baño.
La Naturaleza siempre nos sorprende... ¿Quién no se ha preguntado alguna vez cómo es posible que una bandada de pájaros vuele sin romper su formación? Si este hecho por sí solo ya es asombroso, más aún lo es cuando estos bellos animales nos sorprenden con figuras como la de la fotografía, una recreación de ellos mismos a gran escala.
Seis mil años abrazados
Nanoalimentos El campo de la investigación científica no tiene fronteras y abarca aspectos de nuestra vida inimaginables en otro tiempo. La nanotecnología, por ejemplo, empieza a abrirse paso también en la rama de la alimentación. A través de estos experimentos se manipulan materiales y estructuras a una nanoescala –siendo un nanómetro la milmillonésima parte de un metro-, lo que posibilita la creación productos de consumo diario con nuevos colores, sabores y características nutritivas y energéticas.
Hay amores que ni la misma muerte puede separar. Eso es lo que debió pensar el equipo de arqueólogos cuando se descubrieron, en la zona de excavación de San Fernando (Cádiz), dos esqueletos que habían permanecido abrazados durante 6000 años. Los cuerpos, que se encontraron en el cementerio de un poblado neolítico, han sido bautizados como “los enamorados” y, junto con los “amantes de Valardo”, hallados en la localidad de Mantua en el 2007, forman parte de los pocos casos de este tipo de enterramientos. Las teorías acerca del vínculo entre esta pareja son muchas pues, según los estudios antropomórficos iniciales, se trata de un varón de unos 35-40 años y una mujer de 12-14 años. «No hay duda acerca de la intencionalidad por parte de los que efectuaron el enterramiento de que hubiese contacto físico entre ambos individuos, debido a que debió existir entre ellos un fuerte vínculo afectivo», asevera Eduardo Vijande, director del equipo arqueológico. EL MUNDO DE SOPHIA
Cristina Gavilán
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on la reciente producción cinematográfica sobre la vida de Hipatia, ha salido a la luz un personaje histórico conocido por muy pocos. Esta notable filósofa jugó un papel crucial en la época de la caída del mundo clásico; su vida nos revela la importancia que tuvo la sabiduría para la Antigüedad.
Reconstrucción de la antigua biblioteca de Alejandría.
a paganos que rendían culto a los dioses, pues sus enseñanzas trascendían las doctrinas y creencias. Una de las fuentes más importantes sobre Hipatia y los hechos ocurridos en torno a ella proviene de Sócrates Escolástico (306-439). El historiador cristiano nos narra que «había una mujer en Alejandría que se llamaba Hipatia, hija del filósofo Teón, que logró tales alcances en literatura y ciencia que sobrepasó en mucho a todos los filósofos de su propio tiempo. Habiendo sucedido a la escuela de Platón y Plotino, explicaba los principios de la filosofía a sus oyentes, muchos de los cuales venían de lejos para recibir su instrucción. Debido a su majestuosa franqueza que, como resultado de su educación, la caracterizaba, mantenía unas relaciones muy dignas con las principales personalidades de la ciudad, porque todos la tenían en gran estima y la admiraban por su prudencia y moderación.» Por su parte, Sinesio de Cirene, discípulo de Hipatia hasta que fue nombrado obispo de Pentápolis en
Una vida para la filosofía El siglo IV d.C. fue testigo de una mujer adelantada a su tiempo. Hipatia de Alejandría1, la última directora de la Escuela neoplatónica de dicha ciudad, vivió una vida intachable dedicada a la enseñanza de la sabiduría perenne. En un mundo en el que empezaba a sentirse cada vez más la tensión entre las distintas facciones religiosas, instruía tanto a cristianos como
Alejandría fue fundada por Alejandro Magno en el 332 a.C. Destacó como centro del saber y fue el punto de encuentro de diversas culturas, etnias y modos de pensamiento, convirtiéndose en uno de los primeros núcleos cosmopolitas de la historia. 1
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Protagonistas de la historia el año 395 -cinco años antes de la muerte de su maestra-, se refiere a ella como «la más santa y reverenciada de los filósofos, la profesora que iluminó nuestras almas.» Como digna heredera de la filosofía platónica, transmitía las enseñanzas con gran entrega y entusiasmo, desvelando a sus discípulos el sentido sagrado de la investigación filosófica. Les enseñaba a reconocer en sí mismos al «hijo luminoso de la razón», el ojo interior como unidad indisoluble de su mundo trascendental, capaz de romper las cadenas de la materia. Dentro de la tradición neoplatónica se otorgaba la apelación de «guía auténtica» a aquellos que se distinguían por su santidad personal o conquista; siguiendo este concepto, se la puede considerar como una auténtica guía en el camino que conduce a los misterios de la Sabiduría. Según dicen las cartas de Sinesio, la chispa de la Sabiduría encendida por el «guía divino» se convierte en una gran llama de conocimiento, concluyendo así el viaje del alma que Plotino denominaba anagoge, la ascensión hacia el cielo, hacia la divinidad.
«Hipatia es una filósofa auténtica, puesto que practica sus enseñanzas con el mayor rigor y perfección, dando ante todo ejemplo con su propia vida. Establece altos requisitos en materia de purificación interior mediante la práctica de las virtudes...» «Estaba dotada por una singular belleza, enorme inteligencia y vitalidad y su voz era divinamente dulce.» (Damascio, Diccionario Suda)
Hipatia, representada por el pintor Rafael en su obra La Academia de Atenas.
Además de enseñar ontología (parte de la Metafísica que trata del ser trascendental) y Ética, instruía en Matemáticas y Astronomía. Sobre esta última expresa Sinesio que «es por sí misma una forma divina de conocimiento; se trata de disciplinas a las que se puede llamar propiamente una medida fija de la verdad.» El principio del fin En el año 385 a.C., tras el edicto del emperador Teodosio I que prohibía las prácticas paganas, el Patriarca Teófilo (antecesor del Obispo Cirilo) lleva a cabo en Alejandría una campaña contra el paganismo, eliminando paulatinamente los cultos religiosos todavía existentes. En ella la Iglesia se apropia de templos paganos y, por orden de Teófilo, ataca el Serapheo y manda destruir la estatua de Seraphis.Tales circunstancias sociales y religiosas no impedían que Hipatia siguiera rodeada de un círculo de alumnos fieles a sus enseñanzas. Mientras tanto, Cirilo lucha por la pureza de la fe que culmina en una campaña contra los grupos que sostienen ideas heterodoxas. Orestes2, fiel a su política de tolerancia religiosa, se niega a cooperar EL MUNDO DE SOPHIA
Una de las aulas que podrían haber pertenecido a la Escuela de Alejandría.
HIPATIA v Nació hacia el año 350 a.C. v Fue la última directora de la Biblioteca de Alejandría. v Inventó el astrolabio (instrumento que se usaba para determinar el movimiento y la posición de las estrellas), la esfera plana, y el aerómetro (para medir la densidad del aire u otros gases). v Murió asesinada, víctima de la intolerancia, en el 415 a.C.
con él. Profundamente indignado, culpa a Hipatia por la influencia que ejerce sobre el Prefecto e idea un plan de propaganda negativa entre el populacho urbano. Según nos cuenta Juan de Nikiu, Hipatia es presentada como bruja, lo que provoca un miedo irresistible entre la gente supersticiosa. Esta calumnia produce resultados en un grupo de monjes llamados «parabolanos» que llevan a cabo la orden de dar muerte a la filósofa: un triste día del año 415 la asesinan brutalmente, despedazando su cuerpo y quemándolo en las afueras de Alejandría. Juan de Nikiu dice que después del asesinato de Hipatia «todas las personas se rinden al patriarca Cirilo y lo consagran como ´el nuevo Teófilo´, porque ha destruido los últimos restos de idolatría en la ciudad.» El Obispo Cirilo, por su parte, es consagrado doctor de la Iglesia y posteriormente santo.
Orestes, que asistió como oyente a las conferencias de Hipatia, era Prefecto imperial de Alejandría, gobernador civil entre los años 412-415 y figura clave en los incidentes relacionados con la muerte de la filósofa. 2
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Contemplando estos hechos desde nuestro momento actual, cabe preguntarnos si hemos aprendido la lección después de mil quinientos años. Junto a muchos discursos que hablan de solidaridad, tolerancia, pluriculturalidad y respeto, se siguen oyendo las voces de las víctimas de la intolerancia que claman justicia y el sufrimiento callado de aquellos que se ven marginados por sus creencias. Quizás esté llegando el momento de reflexionar sobre la distancia que separa las palabras de la realidad y con decidido afán ponernos a trabajar en ello, con la certeza de que podamos hacer del mundo un fiel reflejo de nuestros sueños e ideales. m
BIBLIOGRAFÍA · DZIELSKA, María. Hipatia de Alejandría. Ed. Siruela. · CHOTJEWITZ, Peter O. Der Fall Hipatia (El caso Hipatia). Ed. Eva Sabine Groenewold. · MAEGER, Annemarie. Hipatia die Dreigestaltige (Hipatia la de las tres presencias). Ed. Reuter & Klöckner · FROZE, Hermann Tragödien der Weltgeschichte (Tragedias de la Historia de la Humanidad). Ed. Hermann Paetzmann. · ZITELMANN, Arnulf. Hipatia. Arnulf Zitelmann. Ed. Belz & Gelberg
Para reflexionar...
La tecnología un arma de doble filo
José Luis Gil Miró
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ay que hacer un ejercicio de sinceridad con nosotros mismos y aceptar que en la mayoría de los casos estamos «enganchados», de una u otra manera, al apabullante universo de la tecnología. Éste ha llegado a alcanzar tal desarrollo en tan dispares aplicaciones, disciplinas y entretenimientos que es casi imposible no caer en sus seductores brazos. Hay muchos tipos de tecnología susceptibles de consumirse: en música, transportes, vídeojuegos, cine, televisión, radio, bricolaje, jardinería, telecomunicaciones, carpintería, diseño, arte, cocina, arquitectura… trate de lo que se trate, lo ha invadido todo con el fin de mejorar y hacer más fácil la vida diaria.
Las preguntas que debemos plantearnos a continuación son: ¿Ha mejorado la tecnología nuestras vidas a costa de algo importante que ha sustituido en su galopante desarrollo? o por el contrario ¿ha sido natural su expansión y asentamiento en todos nuestros ámbitos cotidianos, complementándose con todos los valores que como seres humanos debemos tener en cuenta, ofreciéndonos más herramientas con las que desenvolvernos en el difícil arte de vivir? La respuesta está ahí fuera, ante nosotros, y requiere de eclecticismo y discernimiento. El sentido común tiende a señalarnos dos posibilidades evidentes. Por un lado, negar que la tecnología ha conseguido prodigios y ha mejorado el mundo que nos rodea en muchos aspectos, sería faltar a la verdad e insultar nuestra inteligencia. Por otro lado, es más que probable que esta haya generado nuevos conflictos entre los seres humanos y pretendido suplantar e incluso desintegrar muchos valores y conductas vitales
que conduzcan a un desarrollo psíquico y humano, necesarios para crecer correctamente como individuos y como sociedad. Nos encontramos frente a una paradoja: la tecnología puede ser positiva, pero, en algunos casos también negativa. Es buena porque permite comunicarnos a través de un teléfono móvil o de un ordenador en cualquier momento y lugar; desplazarnos rápidamente de un lugar a otro sin importar la distancia; también nos facilita el trabajo y nos cura más eficazmente de dolencias y enfermedades; además, nos entretiene y reporta un razonable confort. Asimismo, es mala cuando sirve de pretexto o de cohecho para la incomunicación, el aislamiento y la falta de relaciones humanas; cuando se utiliza o está dirigida a causar daño a otros o para desproveer de las necesidades básicas para la subsistencia; cuando conta-
mina nuestro planeta, nuestro aire, nuestras vidas y nuestra mente, haciéndonos creer que somos mejores por poseerla, o por tomar por real aquello que es virtual. Es mala, en suma, si impide pensar, imaginar, soñar o discernir por nosotros mismos. Lo que debemos hacer es simple: se trata de establecer un diálogo interior con nosotros mismos; preguntarnos si tal o cual aparato me hace mejor o, por el contrario, me provoca un problema que puede ir desde lo físico a lo psíquico; si yo tengo el control o estoy controlado y esclavizado; si dejo de hacer aquello que debería, o no soy capaz de apagar y seguir con otra cosa.Todo se reduce al uso coherente y responsable de la tecnología, al hecho de saber que es un medio y no un fin, una herramienta sin conciencia, ya que ésta –entre otras cosas– es propia del individuo. m EL MUNDO DE SOPHIA
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DÉJATE LLEVAR -Take the lead- 2006
Director: Liz Friedlander
Reparto: Antonio Banderas, Dante Basco, Laura Benanti, Rob Brown, Katya Virshilas y Jenna Devan. Distribuidora: Tri Pictures Si quieres pasar un rato divertido y disfrutar con una de esas películas que te dejan un buen sabor de boca, esta es una buena opción. Aunque el baile es el tema principal de este film, tras él aparecen otros elementos que lo hacen todavía más interesante. El largometraje está basado en la historia de Pierre Dulaine, un profesor de baile que decide ofrecer clases gratuitas a los alumnos más conflictivos de un instituto. De la mano de la danza, poco a poco, va logrando romper los prejuicios, barreras y miedos de un grupo de jóvenes marginados. La película muestra cómo la educación, cuando se tiene una verdadera vocación, es capaz de transformar la vida de las personas.
El clan del Oso cavernario Autor: Jean M. Auel Editorial: Maeva Es una apasionante novela que nos transporta hacia el 45.000 antes de Cristo, una época en la que el hombre de Neandertal y el Homo Sapiens habitaron
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El símbolo perdido nuestro planeta. Este libro nos cuenta la vida de una niña sapiens rescatada tras un terremoto por un grupo de neandertales pues, como se sabe, ambas saciedades convivieron en paz aunque de forma independiente. Aunque con el tiempo llegará a formar parte del Clan, siempre será una niña diferente, con facilidad para el manejo de la honda y otras habilidades más propias de los hombres. Entre página y página se puede disfrutar de la recreación de aquellas ceremonias y rituales mágicos que se celebraban cuando todavía la humanidad se encontraba en su infancia.
Autor: Dan Brown Editorial: Planeta Internacional
«Es imposible dejar de leer El símbolo perdido.» The New York Times.
Una nueva y trepidante aventura del experto en simbología Robert Langdon. El protagonista de El código da Vinci y Ángeles y demonios se enfrenta a un nuevo enigma inmerso en un mundo clandestino de secretos masónicos. El autor sabe desvelar, en medio de una trama vertiginosa, un gran número de reflexiones acerca de los misterios, la sabiduría oculta y la difícil y olvidada relación entre mística y ciencia. Con esta emocionante novela Dan Brown consolida su grado de maestría como escritor de thriller.
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Víctor Vilar
Profesor del C.E.S.
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l siglo XXI ha visto el amanecer de todo un impulso hacia el despertar de la conciencia y el crecimiento interior. En las librerías se amontonan títulos, abarrotando las estanterías: El secreto, Las claves del éxito, El pensamiento positivo, Inteligencia emocional, El despertar de la conciencia, Coaching para uno mismo, etc…
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Al mismo tiempo, un sinfín de métodos han aparecido recogiendo el legado de los místicos hindúes y los vanguardistas americanos: Coaching, psicología Gestalt, Rebhirthing, PNL (Programación Neurolinguística), terapia holotrópica, desbloqueo energético, etc. Estas técnicas, hijas algunas y compañeras otras de la psicología humanista, han sido introducidas en el mismo gran saco que la meditación, el Zen, el Yoga y otro tipo de ejercicios que al llegar a Occidente se desposeyeron de su elemento místico-religioso, convirtiéndose en métodos para alcanzar un equilibrio interior.
ser felices. Sin embargo no somos conscientes de que los estados internos son consecuencia de nuestro estilo de vida, de lo que hacemos, deseamos y sentimos. Y precisamente la vorágine de las grandes ciudades, el ritmo incesante de nuestro devenir, la exigencia continua e inagotable de un progreso centrado en el poseer y no en el ser, en definitiva el estilo de vida competitivo y consumista occidental (es decir, el nuestro), conllevan un modo de estar en el mundo diametralmente opuesto: estrés, insatisfacción, ansiedad, egoísmo, preocupación, depresión, inestabilidad… y un largo etc.
Como consecuencia de esta irrupción en el panorama occidental, el modelo de bienestar o felicidad ha ido reorientándose hacia nuevos valores. Conceptos como autoestima, serenidad, ternura, salud, vivir sin ansiedad, empatía, energía personal, paz, equilibrio, estabilidad, aparecen en nuestro horizonte como metas para alcanzar ese nuevo modelo y poder así
Si queremos «sentir» – «estar» de otra manera, sólo nos caben dos posibilidades, o cambiamos de mundo o cambiamos nosotros, y ambas cosas son verdaderamente difíciles. Deseamos unos estados de ánimo que nuestra forma de vida no puede brindarnos. Este desajuste se traduce en un desequilibrio emocional que tratamos por todos los medios de frenar.
Por este motivo, las técnicas y métodos antes descritos se han convertido en una especie de terapia compensatoria, o medicina para la psique, de tal suerte que, cuando nos sentimos descontentos, estresados o perdidos, nos aplicamos esta terapéutica para el alma que vuelve a nivelarnos. Es como si fuéramos enfermos que nos tomamos una pastilla cada día, o como las dietas que se comienzan cuando la báscula nos indica que hemos engordado un poco. Sin embargo ¿es esto desarrollo interior? ¿el despertar de la conciencia es solamente no tener estrés, o sentirse bien consigo mismo? Ante esta pregunta tendríamos que responder, rotundamente,«no».
El desarrollo interior se nos presenta como un sendero fascinante y no como una simple terapia para estar bien.
El desarrollo interior es mucho más que eso. Bucke lo definió como un despertar de la conciencia ligado a una iluminación o ilustración intelectual que sitúa al individuo en un nuevo plano de existencia, en el cual se produce una exaltación moral
que provoca una sensación y certeza de inmortalidad. Las personas que alcanzan un alto grado de este nivel de conciencia no pueden conceptualizar su vivencia, pues este estado es inefable y sólo se nos desvela a través de la experiencia personal. Sin embargo, aunque no se pueda explicar, no puede ser negado, pues está atestiguado por la biografía de aquellos hombres que lo alcanzaron. Otra definición, más psicológica, nos puede indicar no sólo la meta del desarrollo interior sino también los márgenes en los que trabajar: «Firmeza en la voluntad, acompañado de rectitud en los dictámenes que irradien sobre ella de forma lúcida, concreta e invariablemente; ideas morales, claras y comprensivas, hincadas con inquebrantable persuasión en el entendimiento. Voluntad firme templada por el esfuerzo repetido de obrar conforme a aquellos dictámenes; pasiones hechas a llevar el jugo de una orientación hacia el bien absoluto; Imaginación abastecida de recursos nobles para las sorpresas y exaltaciones de los agentes que externa o internamente le asedian… he aquí lo que elevará a un hombre de carácter.» (Espasa Calpe. Entrada. Educación del carácter). Todas las definiciones que subrayo apuntan a la integridad del individuo. Voluntad, pensamiento, emoción y acción, dirigidos hacia el bien. Una sinergia, o acción unida, en cada uno de los estratos en los que normalmente estamos divididos. La inseguridad, el estrés, la depresión, etc., nacen precisamente de esos conflictos internos entre el pensar, sentir, hacer y el querer; del desconocimiento de lo que nos sucede en nuestro mundo interior y de la incapacidad, fruto de la ignorancia, de cómo solucionar esos trances. EL MUNDO DE SOPHIA
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... Hemos sustituido el objeto de posesión, pero no el método de cómo lograrlo.
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El desarrollo interior se nos presenta como un sendero fascinante y no como una simple terapia para estar bien. Un verdadero viaje alquímico que transmuta; un recorrido que cambia los parámetros vitales y convierte al peregrino en responsable de sí mismo y de las acciones que realiza, exonerando al devenir y a los demás de los propios errores; un despertar de conciencia que permite ver con claridad el camino recorrido, lo que queda por andar y la maravillosa dicha de caminarlo en compañía de un universo que avanza; el sentimiento de libertad y ataraxia nacido del sincero desapego de lo «propio», pues en realidad no hay nada que podamos calificar de «nuestro». Ésta es una búsqueda en toda regla. Los tesoros se encuentran en lo profundo, no en la superficie. Para el verdadero crecimiento interior no basta con abrir un «power point», de esos que se envían a cientos, pues al leerlo uno no se convierte en más espiritual, de la misma forma que si uno lee un libro de cocina no se alimenta. No es suficiente con hacer algo de meditación u otra terapia compensatoria. Por desgracia,
hoy se utiliza como placebo, la dosis justa para volvernos a sentir bien con nosotros mismos y convencernos de que estamos desarrollando nuestro interior. Deberíamos tener en cuenta una advertencia médica: los medicamentos que atacan a los síntomas sin remediar las causas, con el tiempo dejan de causar efecto y la enfermedad sigue su curso, convirtiéndose en crónica. La paradoja es que hemos sustituido el objeto de posesión, pero no el método de cómo lograrlo. Queremos tener serenidad, paz interior, etc., de igual manera que antes queríamos un chalet o un BMW. Mejor dicho, al mismo tiempo sí es posible. Podemos adquirir las estatuas de buda y el incienso, propios de altares orientales, en tiendas de hogar, y adorarlos en garitos «chill out», mientras una música neooriental nos hace sentir espirituales. Nuestro mundo «consumista» sabe mucho de empaquetar y vender; sin embargo, el sentido común nos dice que aunque estas «terapias y técnicas» nos permiten sentirnos mejor por un tiempo, son insuficientes si en verdad queremos trabajar por el desarrollo interior. m
lo que algunos dijeron sobre...
la Solidaridad Hemos aprendido a volar como los pájaros, a nadar como los peces, pero no hemos aprendido el arte de vivir juntos, como hermanos.
Hay que unirse, no para estar juntos, sino para hacer algo juntos.
Martin Luther King
Juan Donoso Cortés
La unión nos hace tan fuertes como débiles la desunión. Esopo
Hemos nacido para colaborar, al igual que los pies, las manos, los párpados, las hileras de dientes, superiores e inferiores. Obrar, pues, como adversarios los unos de los otros es contrario a la naturaleza.
Con el puño cerrado no se puede intercambiar un apretón de manos. Gandhi
Marco Aurelio
Nadie ha aprendido el significado de la vida, hasta que ha logrado vencer su ego a favor del servicio a sus semejantes. Beran Wolfe
Mis venas no terminan en mí, sino en la sangre unánime de los que luchan por la vida, el amor, las cosas, el paisaje y el pan, la poesía de todos. Roque Dalton
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LOS
TROVADORES
Poetas del Eterno Femenino
Felipe Aguirre Director de orquesta por el Conservatorio de VIena
D
e una misteriosa forma que la historia aún no logra aclarar del todo, surgió a finales del siglo XI, en Occitania, el «arte de los trovadores». Ellos lo llamaron Gaya Ciencia (o Gay Saber) y su influencia se extendió durante las dos centurias siguientes hacia el norte de Francia, Alemania, Italia, España, Portugal y parte de Hungría. Se sabe que perduró hasta Ausias March, el último trovador conocido del siglo XV. Sin embargo, fuese cual fuese su destino histórico, lo cierto es que logró plasmar de forma tan genuina el ideal del amor cortés que aún parece seguir vivo
Al decir de C. Jung, la Diosa Madre constituye un arquetipo, una figura primordial de carácter numinoso que subyace en el inconsciente colectivo de la humanidad, influyendo en los comportamientos psíquicos del hombre. 1
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El culto a lo femenino Para explicar el origen de este ideal desde una perspectiva que no sea sólo histórica, sino también antropológica, psicológica y religiosa, es necesario contextualizar la figura femenina dentro de la sociedad medieval. Empezaremos, para tal fin, delineando brevemente los principales avatares de este arquetipo en Occidente, hasta el apogeo del culto mariano. En la Antigüedad el principio metafísico y teológico que encarnaba la Vida se expresaba ante todo a través de la Naturaleza y estaba representado por una figura divina: la Diosa Madre. Este concepto, relacionado con lo inmanente y lo «femenino» que anima la Creación, fue trasmitido bajo infinidad de aspectos1. Esto explica que hasta finales de la época clásica, la Tierra y las fuerzas fecundas que rigen sus frutos estuviesen profundamente sacralizadas. Por encima de este aspecto,
lasdiosas femeninas eran en sí mismas símbolo de adoración y devoción: Isis-Hathor en Egipto, Inanna-Ishtar en Mesopotamia, Deméter en Grecia, Cibeles en Roma, son algunos de los nombres y formas que adoptó su culto cuyos primeros testimonios arqueológicos datan de época paleolítica (la diosa de Laussel, ca. 22.000 a.C.) Es un hecho indudable, pues, que al ser uno de los tres pilares metafísicos que sostienen el trípode de la religiosidad humana –las trinidades arcaicas–, la Diosa Madre y sus múltiples manifestaciones garantizaron durante milenios el vínculo sagrado del hombre con la Naturaleza y la vida. Al producirse la caída del Mundo Clásico, la tríada original –mantenida aún por los gnósticos durante las convulsiones del cristianismo primitivo– fue modificada de forma paulatina por la llegada del concepto monoteísta y patriarcal que propuso la nueva fe. En las postrimerías del siglo IV, por medio del sello del emperador Teodosio, se reprimió uno de los últimos vestigios de la devoción antiguo: la de Diana-Ártemis. Con ésta y otras acciones se había desterrado temporalmente a la Diosa; el principio femenino iniciaba, pues, una creciente desvalorización respecto a su forma originaria. Si unimos este hecho a otros elementos de índole sociocultural, se explica por fin la desafortunada situación que vivió la mujer en la Europa medieval. A la luz de la visión jungiana, se podría afirmar que, como respuesta a la «desmitificación» de lo femenino, la psique colectiva buscó un «movimiento compensatorio» que supliera la falencia. No parece extraño, por tanto, que a partir del siglo XI miles de devotos empezaran a abrazar la figura de María como una nueva esperanza religiosa y acaso escatológica. Pero ¿hubo un factor histórico que desencadenó el auge del culto mariano, motivando además la asombrosa proliferación de catedrales e iglesias que entre 1170 y 1270 se erigieron en su nombre? Tal vez la respuesta esté ligada al surgimiento casi paralelo de dos organizaciones medievales: los Templarios y los Cátaros.Ambos jugaron un papel esencial tanto en la restitución del culto a la Virgen madre como en la necesaria revalorización de la dama. Si bien no ahondaremos en la fascinante historia de estas órdenes, sí cabe mencionar la estrecha vinculación que tuvo la fe cátara con el ideal trovadoresco. A pesar de la escasez de pruebas escritas, sería casi imposible ignorar
Demeter, una de las representaciones de la Diosa Madre en la Antigüedad (arriba).
los numerosos puntos de convergencia entre los dos fenómenos. El hecho de que muchos trovadores fueran cátaros, que ambos movimientos surgieran en la misma época y región, y que se desarrollaran a través de idéntica lengua, son sólo algunos ejemplos de su relación. Tampoco es desconocido el noble trato que recibían las mujeres cátaras per se y la «apertura religiosa», propia de dicho culto, que les permitía acceder a altas instancias dentro de la jerarquía de su Iglesia. Contexto histórico El arte trovadoresco nació de la mano de Guillermo IX de Poitiers, duque de Aquitania (1071-1127), noble, músico, poeta y erudito francés que fue el primero en dar forma a un canto que exaltase a la dama. Para definir el término, acudiremos a uno de ellos, el narbonés Guiraud Riquier, quien dice que los trovadores son «hombres dotados por Dios de un gran saber, hechos para dar claridad al universo, estimables por su conducta como por su ciencia». Estas tres concisas frases, a la vez que nos recuerdan la naturaleza del aedo griego, definen a este artista en sus tres aspectos principales: el espiritual, el intelectual y el ético: el cantor provenzal pasó a la historia y se distinguió por su erudición, su talante espiritual y su intachable conducta moral. Es importante, sin embargo, recalcar que dicha aristocracia no excluía a
2 Al respecto, es muy sugerente la afirmación de uno de los Padres de la Iglesia, Epifanio: «Que María sea honrada, pero que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo sean adorados.»
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hombres de clases bajas; los registros nos hablan de un buen porcentaje de personajes que lograron ser reconocidos pese a su origen humilde. En esta especie de hermandad no tenían peso las distinciones de títulos nobiliarios; más aún, eran los méritos individuales, tanto como el talento poético y la nobleza de alma, los que demarcaban la jerarquía dentro de su círculo.
Wolfram von Eschenbach, uno de los principales Minne-Sänger de la Edad Media
Antes de seguir, es necesario diferenciar entre trovadores (troubadours), troveros (trouvères) y juglares (jongleurs). Los primeros cantaban en lengua provenzal (d’oc), y su arte se difundió principalmente en el sur de Francia. Eran compositores de canciones y dominaban el arte de la armonía y la poesía. Los segundos, surgidos un siglo después al norte de dicho país –y, en cierta forma, continuadores de los primeros–, cantaron en lengua francesa (d’oíl). De los juglares –también conocidos como ministriles– se sabe que eran los intérpretes que ejecutaban las obras escritas por los troubadours. Eran músicos profesionales y polifacéticos que, además de tocar con destreza el arpa, la viola y la zanfonía, tenían habilidades para las acrobacias y el malabarismo. La tradición trovadoresca se difundió también en otros países dando lugar al Minnesang (Minne= amor cortés y Sang= canto), en Alemania; a las Laude, influidas por la poesía dantesca, en Italia; y, en España, a la famosa recopilación que realizó Alfonso X el Sabio, las Cantigas de Santamaría, con textos en lengua galaico-portuguesa. Por su parte, la palabra trobar tiene dos acepciones: la de «inventar, crear, descubrir»3, y la de expresarse por «tropos», es decir, emplear las palabras en sentido diferente del suyo habitual o, como menciona la tradición,
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entrebescar les motz (enredar el sentido de las palabras). Se definieron así dos estilos poéticos, determinados por el grado de hermetismo en su redacción: 1- El trobar plan o leu (trova plana, leve), que se caracteriza por la sencillez de su composición, tanto en lo literario como en lo musical. 2- El trobar clus o ric (trova cerrada, rica), de marcado carácter simbólico, que busca trasmitir un mensaje relacionado con aspectos secretos del amor, elementos doctrinarios del catarismo o la naturaleza oculta de lo femenino. Una de las motivaciones que llevaron a la utilización de un lenguaje hermético reside en la imposibilidad para definir el concepto de dama que se estaba gestando. «Luz verdadera», como la llama el trovador Guiraud de Borneih, es uno de tantos sobrenombres poéticos destinados a describir a esa «dama simbólica». Vemos en el siguiente poema de Guillaume de
Esto la pondría en relación con «poetizar», del griego poieīn= «ser creativo, hacer». Asimismo, el poeta medieval alemán Gottfried von Strassburg (autor del célebre Tristan und Isolde) acuñaría para el mismo concepto el término Finder= «el que encuentra». 3
Poitiers, no la alusión a una mujer concreta, sino el símbolo oculto de la renovación y la conquista de la eternidad que confiere la Sabiduría:
En este asunto, nuestra mente evoca con prontitud al Caballero de la Triste Figura cuando reprende a Sancho por desconfiar de la nobleza de su señora:
«Yo quiero retener mi Señora en orden para refrescar mi corazón y para no envejecer. Vivirá cien años quien exitosamente posea la alegría de su amor.»
«¿No te he dicho mil veces que en todos los días de la vida no he visto a la sin par Dulcinea, ni jamás atravesé los umbrales de su palacio, y que sólo estoy enamorado de oídas (…)»
Surge, en relación con ese idealismo, una natural imposibilidad de alcanzar a la dama; ella suscita un halo de pureza, belleza y perfección que alienta en los poetas la idea de un amor sublimado, cuya finalidad no es su consumación. La célebre frase «D’amor mou castitatz» (De Amor nace castidad) del tolosano Montanhagol, nos describe el nacimiento de un tópico que alcanzará su cima poética en las obras de Cervantes y Rostand.Vemos así aparecer la historia de un trovador, Jaufré Rudel que, cual Quijote, se enamoró «de oídas» de una mujer muy hermosa pero que sólo pudo ver poco antes de su muerte y en cuyos brazos exhaló su último aliento: «Nunca olvidaré un amor lejano... pero ignoro cuándo lo contemplaré. Todavía creo en la sinceridad de Dios, por eso sé que algún día contemplaré ese amor lejano…» (Jaufré Rudel a la princesa de Trípoli)
… O al imbatible Cyrano de Bergerac, que borda la idea poéticamente cuando, vislumbrando la imposibilidad de su amor, roza el misterio… «Dejad que aproveche un poco… esta ocasión que se me ofrece… de poder hablarse dulcemente, sin verse. (…) apenas uno se adivina. Vos veis de una larga capa que cae la negrura, yo percibo la blancura de una túnica de estío: ¡yo sólo soy una sombra, y vos una claridad!» (Cyrano de Bergerac) ¿Qué lograron cambiar los trovadores en los asuntos del amor? No es difícil de responder si leemos en las páginas de la historia. El fin amor (amor espiritual) de los poetas galantes dotó de un cortejo romántico al impulso instintivo predominante; refrenó las pasiones desbordadas y las sublimó a través de un verso, una palabra, un canto… En suma, el concepto que conocemos de romanticismo proviene, de forma directa o indirecta, de aquella época. Nada hacía pensar que este noble ideal llegara a su fin. Sin embargo, pasado poco más de un siglo desde su surgimiento, el movimiento trovadoresco –junto con el catarismo– empezó a ser perseguido por el fanatismo religioso y las envidias políticas. En 1245 el Papa Honorio III prohibió la lengua de Oc, llamándola la «lengua de la herejía». En 1277 la Iglesia condenó de manera oficial la doctrina del amor cortés, relegando así su expresión al norte de Francia y pocos países más. No obstante, desde la perspectiva histórica, vemos que el esfuerzo de aquellos cientos de poetas-músicos no fue en vano: sus cantos devolvieron a la Europa medieval la imagen arquetípica de la dama. Su eco aún resuena en los castillos provenzales, recordándonos un aspecto de aquel principio cósmico que Goethe llamaría, tan acertadamente, el eterno femenino. m EL MUNDO DE SOPHIA
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C
asi una centuria después de la aparición de la tumba de Tutankamon, la arqueología sigue demostrando lo poco que conocemos de nuestro pasado, incluso respecto a civilizaciones tan estudiadas como la que floreció en el valle del Nilo. Aquella tierra que tantos tesoros ha custodiado en el desierto hace gala de su versatilidad orientando los picos y palas a un medio nuevo: las aguas del Mediterráneo. Su azul abrazo silenció las voces de una serie de ciudades que hasta ahora sólo conocíamos por citas perdidas en fuentes clásicas: Canopo, Heraclión-Tonis y Menutis, 22
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así como una parte importante de la prestigiosa Alejandría. Esta última nunca dejó de estar habitada, pero su esplendor dormía aletargado a pocos metros de la costa, dejando en entredicho si existieron alguna vez sus míticos monumentos. Frank Godio es la cabeza visible del equipo que ha llevado el método de la excavación subacuática a la excelencia. En 1992, equipado con la mejor tecnología, inició su actividad en la zona de Alejandría, detectando y extrayendo restos que se hallaban a unos seis metros de profundidad. Las primeras inmersiones
debieron ser inolvidables. Las aguas de la bahía no destacan por sus tonos cristalinos y el arqueólogo se sumerge siguiendo apenas la intuición que ofrece la tecnología. Mas la Fortuna les sonrió y no tardaron en localizar las primeras losas de un gran conjunto arquitectónico. Lenta y metódicamente fueron perfilando el trazado del Portus Magnus, que cobijó en la Antigüedad un ingente comercio marítimo a la sombra del Faro; de éste, por desgracia, no queda ni rastro. Al mismo tiempo se trabajó en el barrio real: localizaron un palacio ptolemaico, el Cesareum y un templo que creen dedicado
a Isis. Allí recuperaron la imagen de un sacerdote que protegía con devoción al dios Osiris-Canopo entre sus brazos. Tras explorar las ruinas de la capital ptolemaica, Godio se propuso descubrir si otras ciudades hermanas eran sólo leyendas o existieron alguna vez. Prendió los motores, levó anclas y puso rumbo al este, hasta la bahía de Abukir. Allí duermen enclaves que un día conocieron el batir del aire. Canopo fue una ciudad griega del delta. La referencia a ella más antigua que conservamos proviene de un poema de Solón (siglo VI a.C.) Fue famosa por su templo dedicado a Seraphis, que era un lugar de sanación, y por sus grandes festivales religiosos de origen egipcio. Al sumergirse en el puerto moderno de Abukir, el equipo de Godio se topó con un gran templo de 103 m de longitud. En el fondo marino descubrieron una cabeza de Seraphis de hermosa factura, que habría correspondido a un cuerpo de al menos 4 m de altura. Estaban, por tanto, en el hogar del viejo dios sanador, que no debe confundirse con el serapheum de la parte alta de Alejandría. También robaron a las aguas una reina ptolemaica que estremece por su perfección escultórica y que se ha hecho muy célebre. Sin embargo, la pieza más impresionante del lugar es la Naos de las Décadas, una capilla de granito negro dedicada por Nectanebo I (378-361 a.C.) al dios Shu. Tiene 178 cm de altura, 88 de ancho y 80 de fondo. Algunos fragmentos se encontraron en 1817 en tierra firme y ahora se ha podido reconstruir. Esta divinidad solar que suele presentarse separando la Tierra (Geb) y el Cielo (Nut), aparece aquí como un león sentado. Su importancia para el estudio de la astronomía del antiguo Egipto es vital, pues se trata de un «calendario que divide el año egipcio en períodos de diez días, llamados décadas, definidos por la salida sucesiva de determinadas estrellas, que reciben el nombre de decanes. Hay treinta y seis grandes compartimentos o recuadros consagrados a cada una de las treinta y seis décadas del año» (GODIO & FABRE, 2008). En cada compartimento se repiten cinco imágenes, relacionadas con las diferentes fases de las estrellas decanes: ave con cabeza humana, esfinge con
cabeza de halcón blandiendo un arco, carnero en movimiento, momia de pie y momia tendida. Shu es el Señor de estos astros y por tanto el patrón de las interpretaciones astrológicas. A través de esta capilla los sacerdotes podían decidir qué días eran más o menos propicios para determinadas actividades, como emprender una campaña militar o fundar un templo, entre otras muchas. Por último hablaremos de los trabajos realizados en Heraclión-Tonis, a 6 km de la costa en la bahía de Abukir. La ciudad custodiaba el acceso al brazo canópico del Nilo, enlazando directamente con la gran colonia griega de Naucratis, en el interior del Delta. Un muro de 150 m de longitud ha sido identificado como el templo de Amón del Gereb, divinidad responsable de entregar al faraón recién coronado el legado de sus antepasados. La naos sagrada de Amón ha sido rescatada junto a numerosas estatuas bellísimas, tres de ellas colosales por sus 5 m de altura: un rey, una reina y una representación de Hapy. Una imagen femenina llama la atención por su extraordinaria belleza: la reina isíaca de piedra negra. En cuanto a ejemplos epigráficos destacan la estela bilingüe de Ptolomeo VIII y la llamada «de Tonis-Heraclion», de Nectanebo I, tallada en granito negro y datada en el año 378 a.C., con una altura impactante de 195 cm.
Buzo rescatando un Ibis (arriba) y esfinge sumergida (abajo).
Frank Godio, Presidente y fundador del Instituto Europeo de Arqueología Submarina, contemplando la estatua de una reina ptolemaica.
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Algunas de las piezas más famosas encontradas: una reina isíaca y la estela «de Tonis-Heraclion», de Nectanebo I.
Del estudio de los distintos monumentos y objetos conservados se constata que gran parte de la destrucción se debió a la acción humana, sobre todo en lo que se refiere a los templos y estatuas. Los restos que sobrevivieron a la barbarie fanática de los siglos III y IV sufrieron como colofón un tsunami (21 de julio de 365) y una serie encadenada de terremotos. Después de estos avatares, todo este esplendor habría desaparecido bajo las olas en la segunda mitad del siglo VIII de nuestra era, descansando silencioso convertido en leyenda, y hoy, en historia.
Hapy, divinidad asociada al río Nilo.
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La Universidad de Alejandría En tierra firme y desde hace cuarenta años, un equipo polaco ha trabajado sin descanso en la zona de lo que durante muchas décadas se ha considerado un teatro o un odeón grecolatino, pero que ha resultado ser un auditorio universitario. El director de las excavaciones, Gr-
zegorz Majcherek, del Centro de Arqueología Mediterránea de la Universidad de Varsovia, comunicó a la prensa en 2004 el hallazgo de catorce salas contiguas al citado odeón.Tienen doce metros cuadrados cada una, bancos de piedra escalonados en forma de herradura y una gran piedra plana frente a ellos. Se trata de las aulas de uno de los centros del saber más célebre de todos los tiempos, cuya capacidad total estaba preparada para cinco mil estudiantes. El hallazgo, aún pendiente de publicación, ha supuesto un verdadero paso adelante en la reconstrucción de Alejandría como capital cultural del Mare Nostrum. El Serapheum y la Biblioteca Hija El lector me perdonará que una de las primeras campañas arqueológicas la haya dejado para el final, invirtiendo los cánones temporales. Hay que remontarla al siglo XIX y estuvo liderada por el italiano Giuseppe Botti,
fundador del Museo de Alejandría. Trabajó intensamente en la zona que hoy es la postal más emblemática del Delta, pues conserva la imponente columna romana mal llamada «de Trajano» (en realidad es de Diocleciano) con un grupo de esfinges. Aquí se alzó hace dos mil años uno de los templos más importantes del Imperio Romano: el Serapheum, erigido en honor de Osiris-Apis en su versión grecolatina. Cobijaba la Biblioteca Hija de Rakotis, popularizada con la película Ágora de Alejandro Amenábar y heredera de la Gran Biblioteca creada por los Ptolomeos. Este conjunto místico-erudito fue destruido el año 391 d.C. por hombres enardecidos por el obispo Teófilo, apoyados por el Decreto de Teodosio que clausuraba los centros de culto pagano que aún estuviesen abiertos. Cirilo, poco después, se ocupó de los últimos supervivientes, incluida la filósofa Hipatia. El trabajo de Botti sacó a la luz un testimonio significativo de los postreros acontecimientos que allí tuvieron lugar: «Todavía tiemblo ante el horror de los muertos que Naos de las Décadas, en granito negro.
he encontrado en las excavaciones alrededor de la Columna, y especialmente hacia el Este en la segunda terraza. He contado esqueletos a centenares bajo los cascotes de los muros y los bloques rotos de granito que fueron arrojados desde arriba. Hacia la derecha habían excavado una larga trinchera y la habían llenado hasta arriba de cadáveres, apilados unos sobre otros (…) Podíamos ver allí una escena de la carnicería que se produjo con el descalabro final de los fieles de Serapis y el saco del Serapeum». (BOTTI, 1897). Con estas palabras acabamos nuestra visita arqueológica. Sentimos el salitre de los siglos en las piedras robadas a estas costas que fueron un día la puerta al mágico país de los faraones. Estas ciudades florecieron durante la Época Baja, que no fue sino el fin, la agonizante grandeza de un ciclo que se cerraba… y aun así nos sobrecoge su esplendor. Nos quedamos con la esperanza de llevarnos una reflexión importante como conclusión de este capítulo de la historia: el fanatismo y la ignorancia lo arrasan todo a su paso. Por su parte, constante y silenciosa, la Sabiduría construye. m
Zona donde se ubicó en la Antigüedad el Serapheum, espacio místico-erudito de la última etapa del Imperio Romano.
Giuseppe Botti, fundador del Museo de Alejandría.
BIBLIOGRAFÍA · BOTTI, G. (1897). Fouilles á la colonne théodosienne, 1896. Alexandrie: Société Archaelogique d’Alexandrie. · GODIO, F., & FABRE, D. (2008). Tesoros sumergidos de Egipto. (F. GODIO, Ed.) Madrid: Prestel. · JEVENOIS, P. d. (2009). Biblioteca de Alejandría. El enigma desvelado. Badajoz: Esquilo.
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LIBRO EGIPCIO DE LOS MUERTOS
EL
Una aproximación al más famoso texto funerario del Antiguo Egipto
Pilar Pujol Licenciada en Historia por la Universidad de las Islas Baleares
E
l Libro de los Muertos es la primera obra ilustrada que agrupa una serie de textos funerarios escritos mayoritariamente en papiros del Reino Nuevo, del III Período Intermedio y Baja Época1, además de otros muchos soportes2. En realidad, su nombre se podría traducir como los «capítulos de la salida al día» (prt m hrw), título que alude a los poderes de las inscripciones que permiten al individuo salir de la tumba tras su muerte3 y circular libremente entre los dos mundos a fin de lograr el renacimiento del alma. Para los antiguos egipcios, el Más Allá representaba un nuevo estado de existencia espiritual donde el difunto, a través de la transformación, se iba uniendo a diversas divinidades para ir avanzando en el camino. El principal problema para la lectura del presente corpus es la falta de unidad y continuidad entre los capítulos que lo conforman. Sus contenidos beben de fragmentos de textos anteriores al Reino Nuevo4, pero con una diferencia esencial: los capítulos del Libro de los Muertos están dedicados a un conjunto más amplio de la población. El camino espiritual, durante todo el Reino Antiguo, había estado reservado a la realeza y a una pequeña elite; en el Reino Nuevo es asequible, de modo más 26
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generalizado, gracias a la concesión de prerrogativas religiosas que tuvo lugar a raíz de las profundas transformaciones sociales acaecidas a partir del Primer Periodo Intermedio5. Muchos de los textos están grabados en escritura jeroglífica, organizada en líneas verticales con títulos resaltados en rojo, en lugar del negro habitual. Los papiros fueron ilustrados con pequeñas viñetas, primero en negro y a partir de la Din. XIX se generaliza el uso del
Egiptología color. En la Din. XXI y XXII6 hallamos las viñetas en lugares sin conexión respecto al texto. Cada papiro era confeccionado a partir de la selección de los capítulos por parte del individuo que lo encargaba. El ejemplar personalizado era colocado en la tumba en el momento del entierro y, a menudo, aparecía entre las piernas del difunto para aportar seguridad y evitar los obstáculos que se podían encontrar en el Más Allá7. De esta forma, lo localizamos entre las vestiduras y vendajes de la momia, en sarcófagos de las primeras fases del Reino Nuevo y más tarde en los muros de las tumbas y otros soportes. A principios de la dinastía XVIII el corpus textual del Libro de los Muertos aún está en formación; a esa incipiente compilación se la denomina la «recensión tebana». Se trata de fórmulas recopiladas sin orden aparente y en número variable. A partir de este momento, se difunden por todo Egipto hasta la época de Amenhotep IV, cuando la producción es brevemente interrumpida. Tras el período de Amarna, a la selección tebana8 le seguirá la saíta (c. 650 a. C. Din. XXVI), quizá la mayor revisión de que disponemos hasta la fecha. En este período se realiza la versión definitiva, que Lepsius (1842) dividió en 165 capítulos, a los cuales Pleyte (1881) añadió hasta el 173 y Naville (1886) hasta el 186. Finalmente, E.A.W. Budge (1898) incluyó el papiro de Nu, que completaría la obra hasta sumar 1909 capítulos. El considerado 191, que incluye Barguet10 en su recopilación, se basa en la versión de Goyon11.
Tales capítulos fueron divididos en grandes apartados: textos de oración y preparación de la ceremonia (1-16), de regeneración12 (17-63), de transfiguración13 (64-129), de purificación y de Solarización (130-162). Siguen los llamados «capítulos suplementarios» (163-174). Los ensalmos eran recitados por los Sacerdoteslectores, pronunciados en primera persona; después, los familiares recitaban en tercera persona «el Osiris N.» identificado con un dios. En los textos funerarios, la persona muerta se convertía en una manifestación particular del dios y se la solía evocar como, «Osiris [nombre del difunto]». Se identifica primero con Osiris por pasar a través de los rituales de embalsamamiento y purificación que le otorgan la eternidad. A pesar de alcanzar un status divino, el difunto mantenía su personalidad terrenal. Ra y Osiris, ambos «Señores de Maat», encarnan la justicia por la que el alma será juzgada ante el tribunal de los muertos en su viaje por el Más Allá y que le otorgará tras la muerte el estado ideal de pureza. El Papiro de Ani El papiro de Ani14 fue descubierto en 1887 en la región de Tebas por el inglés Sir E.A.W. Budge. Se trata de una de las composiciones más completas de las halladas hasta hoy y su conservación es muy buena, tal y como se puede observar actualmente en el British Museum (comprado en 1888 EA 10470). En su origen,
Papiro de Ani, contiene escenas que describen el destino del alma del difunto en su viaje por el Más Allá (Izquierda y pág. siguiente).
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l
El pilar djed se erige en el horizonte como símbolo de Osiris, la vida que renace igual que el Sol cada mañana. Las diosas hermanas Isis y Neftis, le acompañan como protectoras del difunto en el Más Allá.
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En el Juicio del alma en el Más Allá, el corazón del difunto, sede de los pensamientos e intenciones, es pesado con la pluma de Maat, la verdad-justicia ante los 42 dioses-jueces del inframundo.
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Tras el juicio favorable y haber evitado una segunda muerte, el difunto se convierte en un «justo de voz», lo que le permite acceder al Reino de Osiris. «Yo vengo hacia tí Unnefer. Yo te traigo al Osiris Ani. Su corazón es justo.»
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el papiro medía 23 mt de largo por 39 cm de ancho; sin embargo, con el objetivo de preservarlo y poder exponerlo, Budge lo cortó en 37 hojas que fueron enmarcadas por separado y no siempre coincidieron con el final de un capítulo; de esta forma, algunas de las viñetas fueron separadas de los capítulos correspondientes e incluso cortadas en dos. Este ejemplar de la XVIII Dinastía fue encargado especialmente para su propietario; tanto sus nombres como sus títulos ostentados en vida aparecen nombrados en el texto. De titulaciones como las de «Escriba Real», «Escriba contable de las ofrendas divinas para todos los dioses», «Jefe de los graneros de los Señores de Abidos», «Escriba de las ofrendas divinas de los Señores de Tebas», se desprende que era un hombre de gran importancia, miembro de la administración asociado a Osiris y otras divinidades de la región de Abidos. Su esposa, de nombre Tutu aparece ostentado el título propio de las damas de alto rango del Reino Nuevo, el de «Cantora de Amón». El Capítulo 16 generalmente sigue al Himno solar del Capítulo 15. En la viñeta en la que se representa el Ciclo solar desde su amanecer hasta el ocaso, se plasma la estrecha relación entre Osiris y Ra que queda manifiesta en el Himno a Osiris que aquí se representa. Éste pone especial énfasis en la realeza del dios: «Señor de la doble corona», «soberano de los dioses y de los hombres después de que haya tomado posesión del cetro heqa y el flagelo neheh (col 2-3) y sirve de introducción al Juicio del alma del difunto Ani en el Más Allá, en la «Sala de las dos verdades» ante los cuarenta y dos dioses-jueces.
NOTAS 1
Brouwer S. A. Bilbao, 2000. 2
El reencuentro entre Ra y Orisis en el inframundo permitirá a éste último su renovación y renacimiento, la vuelta a la vida –anj con brazos elevados– al amanecer en el horizonte oriental del cielo, donde es recibido alegremente por los babuinos que acogen y aclaman al Sol, la vida que renace. m
Op. Cit. BARGUET. 2000. p. 6. De forma muy fragmentaria en los muros
interiores de las tumbas y sobre material funerario. A partir del reinado de Merenptah aparece en los muros de su tumba el capítulo 125 que será completado por otras fórmulas en tumbas reales de la Din. XX. También sobre cuero, bandas de lino, amuletos y figurillas. La mayoría en jeroglíficos, escritura hierática y escritura demótica. 3
ASSMANN, J., Egipto. Historia de un sentido. Abada. Madrid, 2005. p. 144.
4
c. 1567-1085 a.C.
5
NAYDLER, J., El templo del cosmos. Siruela S.A. Madrid, 2003. 1996. p. 116.
6
NIVINSKY, A., The solar osirian unity an principle of the theology of the
«State of Amun» in Thebes in the 21th dynasty. JANES 30. 1989. p. 89. 7
Op. Cit. ASSMANN. 2005. p. 143.
8
Supone el centro más importante. Escritos sobre papiro primero en jeroglífi-
cos y a partir de la Din. XX en hierático. 9
En la viñeta, sobre una colina que representa el horizonte ajet, se observa un pilar djed que simboliza el renacimiento de Osiris. Representa la espina dorsal del dios que se erige para volver a la vida, pues estar en pie es estar vivo, y aparece flanqueada a ambos lados por las diosas hermanas y protectoras en el inframundo, Isis y Neftis.
HORNUNG, E., El uno y los múltiples. Trota Ed. Madrid, 1999. p. 11-13. BAR-
GUET, P., El Libro de los Muertos de los Antiguos Egipcios. Editorial Desclée de
Op. Cit. HORNUNG. 1999. pp. 8-14.
10
Op. Cit. BARGUET. 2000. p. 276.
11
GOYON, J.C., La veritable attribution des soi-disant chapitres 191-192 du Livre
des Morts. Studia Aegyptiaca. 1974. pp. 117-127. BELLIO, M., Catalogue des manuscrits hiéroglyphiques et hiératiques et des dessins, sur papyrus, cuir ou tisú. Publies ou signales. París, 1987. p. 481. Para el Cap. 191 en: BM 9915, 9963, 10252, 10317, 10319; Leyden T31; Chicago 9787; Louvre N 3108 y N 3129. 12
Del Cap. 18 al 20: Fórmulas de justificación. Del Cap. 26 al 30: Fórmulas del
Corazón. Del Cap. 31 al 40 Fórmulas de encantamiento contra reptiles. Del Cap. 42 al 47: divinización de los miembros del difunto. 13
Del Cap. 77 al 88: Fórmulas de transformación. Del Cap. 107 al 116: Fórmu-
las que hacen conocer las almas de los lugares santos. 14
BUDGE, E.A.W., El Libro egipcio de los Muertos. El papiro de Ani. Ediciones
Sirio S.A. Madrid. 2007.
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El
r o m u h n e bu
una visión positiva de la vida Fernando Celli
D
esde la década de los años 80 hasta nuestros días, médicos, psicólogos e investigadores han realizado numerosos estudios sobre la influencia del buen humor en nuestras vidas, llegando a descubrir muchos beneficios tanto a nivel físico como emocional que podrían mejorar la convivencia con los demás seres humanos y con nosotros mismos.
«El buen humor es un deber que tenemos para con nuestros prójimos y semejantes» La risoterapia, la terapia del humor, los talleres y clubes de la risa, los médicos payasos que hacen reír a los niños en los hospitales, empresas que integran
el humor en sus programas de formación de los trabajadores, etc., son algunas de las técnicas modernas que promueven, estimulan y reconocen la influencia que tiene este estado de ánimo. Existen incluso algunas ONGs que están realizando campañas para que la UNESCO declare a la risa patrimonio de la humanidad, pues parece que éste hábito tan sano y natural se está perdiendo cada vez más en los tiempos que corren. Pero ¿Que es el humor? ¿Cuales son sus beneficios? y ¿En que puede ayudarnos? El humor es definido normalmente en psicología como un estado de ánimo o disposición del carácter, por lo que está relacionado con nuestras emociones y afecta de forma positiva o negativa directamente sobre ellas; es un estado del alma es universal e inherente a la especie humana.
«Uno no deja de reír por hacerse viejo, se hace uno viejo por dejar de reír» Los especialistas aseguran que sus beneficios son muchos y diversos, pero para sentir sus 30
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efectos, obviamente hay que tener primero sentido del humor. Su esencia está en la capacidad de reírse de uno mismo; este es su aspecto más terapéutico. «Bienaventurados los que se ríen de sí mismos porque nunca les faltará motivo de qué reírse», dice un refrán popular. Esta actitud se revierte, para quien la posee, en inteligencia y buena salud mental. Nos permite conocernos y aceptarnos tal cual somos. Se dice que es de sabios tomarse las cosas con buen humor y ser optimista ante el infortunio, lo que genera una visión positiva de la vida, de que nada es tan importante como para hacernos
perder la ilusión de vivir. Esta respuesta ante los retos y situaciones difíciles, nos hace estar siempre radiantes y con una sonrisa, ser agradables en el trato con los demás e incluso contagiarles nuestra alegría.
«La función química del humor es ésta: cambiar el carácter de nuestros pensamientos» Efectos fisiológicos
Efectos psicológicos w Nos ayuda a desconectar de la rutina diaria. w Es un buen antídoto contra el miedo; reírnos de las cosas que nos asustan les resta trascendencia. w Sirve como una válvula de escape por la cual se liberan las tensiones. w Aumenta la sensación de felicidad y, en general, la estabilidad emocional. w Es un antidepresivo natural que ayuda también a controlar la ansiedad y las obsesiones. w Mejora la autoestima.
Efectos en las relaciones humanas
w Fortalece el sistema inmunológico porque aumenta el nivel de «células T», que defienden al organismo de tumores y virus. w Minimiza los niveles de hormonas relacionadas con el estrés, como el cortisol y la epinefrina. w Relaja los músculos y reduce el ronquido. w Estimula el rejuvenecimiento. w Mejora el sistema cardiovascular, aumenta la circulación de oxigeno, e incrementa la producción de endorfinas. w Alivia el dolor, es analgésico.
w Elimina barreras, aumentando la comprensión y la solidaridad, y disminuyendo la agresividad y la intolerancia:«la risa es la distancia más corta entre dos personas». w Libera de emociones como la tristeza, la culpa y la vergüenza, favoreciendo la apertura hacia los demás. w Facilita la comunicación y favorece el aprendizaje. w Cohesiona a los equipos humanos permitiéndoles trabajar mejor y más eficazmente.
«Con una sonrisa puedo comprar todas aquellas cosas que no se venden», cantaba hace tiempo José Luís Perales, y quizá esta frase resuma de manera magistral los beneficios que tiene el buen humor a un nivel mas profundo. Mientras los especialistas analizan los efectos que produce el buen humor, seguimos buscando el secreto de la tan ansiada felicidad, de algo que nos devuelva un poco la esperanza y nos permita convivir con los demás seres de manera armónica. Tal vez una sonrisa, que no cuesta dinero e ilumina el rostro, sea la respuesta a muchos de nuestros problemas. m
«Una sonrisa produce alegría en el hogar, buenas vibraciones en el trabajo y es la cortesía de la amistad. Además de lo anterior, da sosiego al intranquilo, combate el desconcierto, da luz a la tristeza y es el antídoto a las peleas» GANDHI EL MUNDO DE SOPHIA
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La influencia de las radiaciones sobre nuestra salud. Antonio Marí
Director del C.E.S. y Máster en Psicoterapia Gestalt
L
a antigua tradición china desarrolló durante varios milenios un sistema para armonizar la vida humana con las energías de la Naturaleza: el Feng Shui. Para los sabios chinos, la tierra, el cielo y el hombre, poseen redes de energía o chi que interactúan constantemente, produciendo influencias benignas y nocivas para la salud. El Feng Shui, inmerso en la cosmovisión taoísta, propone que el entorno circundante nos afecta en virtud de la orientación, el magnetismo, los materiales, los colores, la disposición, la funcionalidad del espacio, etc., a través de las vibraciones que nos aportan. El especialista en esta materia busca armonizar las energías del entorno, potenciando, conduciendo o bloqueando sus características. En Occidente, durante el último siglo, encontramos también algunos científicos e investigadores de distintas ramas que han profundizado en el estudio de este campo singular. Sus hallazgos han dado nacimiento a la Geobiología, ciencia incipiente que hereda los co32
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nocimientos de la sabiduría tradicional y añade los nuevos descubrimientos sobre las interrelaciones entre los seres vivos, las energías de la Tierra, las radiaciones cósmicas y aquellas provenientes de las creaciones humanas derivadas del electromagnetismo. Esta amplia amalgama de radiaciones muestra también un aspecto negativo, pues ha despertado cierta alarma social al aparecer cada día más estudios serios que ven en ellas la causa del desarrollo de las más diversas enfermedades. De esta manera, la acción central de la Geobiología se suele orientar al entorno residencial y laboral, espacios en los que pasamos la mayor parte de nuestro tiempo, con el consiguiente riesgo a exposiciones perjudiciales para nuestra salud. A las enfermedades provocadas por un exceso de radiación, sea natural o artificial, durante un periodo prolongado de tiempo, se les denomina geopatías. La mayor influencia detectada hasta la fecha se centra en el sistema inmunológico. El espectro de enfermedades se amplía considerablemente, desde las leves, como el insomnio, migrañas o trastornos intestinales, hasta las graves, como el cáncer, la leucemia o la esclerosis. Las geopatías de origen natural se pueden considerar aquellas producidas por corrientes de agua (las más nocivas), por la influencia de las
Actualidad líneas Hartmann y las Curry o por fallas geológicas. Menos frecuentes son aquellas ocasionadas por radioactividad natural o por gas radón. Las de índole artificial tienen su origen en los campos electromagnéticos producidos por los aparatos (televisión, ordenador, microondas, etc.) y las redes eléctricas (tendidos de alta y media tensión, estaciones y subestaciones eléctricas), además de las ondas de radiofrecuencia producidas por las antenas de telefonía móvil, radio y televisión. Pero ¿cuáles son los síntomas de una geopatía? Teniendo en cuenta que otras muchas causas pueden provocar estos síntomas –y por lo tanto no debemos substituir un buen diagnóstico médico– los más frecuentes en este tipo de enfermedades pueden ser: insomnio, cansancio al levantarse, dolores de cabeza y/o espalda, dolores reumáticos, cansancio crónico, problemas circulatorios y cardíacos, nerviosismo, irritabilidad, depresiones, etc. Probablemente muchos lectores estén pensando que tanto él mismo como sus allegados, sufren o han sufrido este tipo de síntomas. Este hecho tiene su lógica, pues vivimos en una sociedad que ha convertido en imprescindibles para la vida cotidiana las fuentes antes mencionadas.
Apuntemos, pues, algunos consejos básicos para protegerse del electromagnetismo. 1. Con respecto a la telefonía móvil, para las personas que hablan con mucha frecuencia, sería recomendable utilizar un manos libres, de forma que el aparato y su antena estén lo más alejados posibles del cerebro, una de las partes más sensibles a las radiaciones de nuestro cuerpo.
Plano de la Tierra desde la perspectiva de la Geobiología.
2. Evitar aparatos eléctricos cercanos al cabezal de la cama. 3. Mantener la cabeza a una distancia prudencial de tubos fluorescentes o lámparas, del televisor o monitor. 4. Vigilar los lugares en los que pasamos mucho tiempo y en los que la pared oculta aparatos como microondas, frigoríficos, hornos eléctricos, o electrodomésticos de gran consumo. 5. Evitar el trabajo con ordenadores portátiles sobre nuestro cuerpo. La lista puede ser muy amplia y hoy en día se pueden conseguir fácilmente recomendaciones mucho más exhaustivas. Las fuentes productoras de radiaciones nocivas creadas por el hombre son
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Ernst Hartmann, descubridor de las líneas de radiaciones que llevan su nombre.
Las cruces Hartmann son intersecciones de las líneas de fuerza, donde la energía es más intensa y perjudicial.
bien fáciles de encontrar, pero ¿qué pasa con las naturales, las que provienen de la Tierra? Este tipo emisiones vienen a ser líneas de fuerza del campo terrestre que recorren toda la superficie de nuestro planeta, son invisibles y las podemos clasificar en tres grupos: La Red de Hartmann Descubierta por el médico alemán Ernst Hartmann y su equipo de colaboradores a mediados del siglo XX, estas líneas de radiaciones terrestres tienen un ancho aproximado de entre 20 a 100 cm. (se conocen importantes variaciones, por ejemplo durante un eclipse solar o un movimiento sísmico). Su disposición paralela está organizada a intervalos de
aproximadamente 2,5 m. en las orientadas norte-sur y de unos 2 m. en las orientadas este-oeste (su trazado también tiene variaciones por ondulaciones, contracciones, accidentes diversos e incluso interrupciones puntuales). El Dr. Hartmann y su equipo midieron la resistencia del cuerpo humano y las variaciones que ésta experimentaba al desplazarse una persona dentro del área estudiada. Fueron marcando sobre un plano los puntos donde se encontraban alteraciones bruscas. Para su sorpresa, descubrieron que formaban una especie de cuadrícula por la intersección de unas hipotéticas líneas de fuerza, dispuestas en forma de malla o red. También constataron que éstas no están solo pegadas al suelo, sino que conforman paredes invisibles que se elevan a toda la biosfera. Las podemos imaginar como paredes de energía sutil que, emanando del subsuelo, se extienden verticalmente hasta una altura de 2.000 metros, detectables en todas partes: llano, montaña, agua, interior de las viviendas, etc. La red Hartman se descompone en tres partes, cada una con un tipo diferente de radiación. Por un lado, longitudinalmente, las paredes cuya intensidad es demasiado débil para molestar al hombre. Por otra parte, la zona neutra, delimitada por las paredes de la cuadrícula. En su interior se encuentra el área más benéfica, que ayuda a armonizar las constantes biológicas del individuo. Por último, están las cruces Hartmann, las intersecciones de las líneas de fuerza, donde la energía es más intensa y perjudicial.
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Influencia de la radiación solar en relación con el campo electromagnético de la Tierra
La Red Curry Fue descubierta por el médico alemán Manfred Curry, como continuación de los trabajos de Hartmann. Se trata de franjas de radiaciones de 15 cm de ancho orientadas en diagonal con los puntos cardinales y con una distancia aproximada de 0.85 cm entre sí. Las vetas de agua o ríos subterráneos Se trata de cursos de agua que recorren el interior de la Tierra, pero cuya ubicación se suele desconocer. Un alto riesgo para la salud derivaría de dormir en una cama que se encuentra ubicada a lo largo de una veta de agua. La emisión provocada por la corriente de agua afecta directamente el flujo sanguíneo, haciendo que las células se despolaricen. Se ha descubierto que las culturas antiguas jamás construían sus viviendas ni sus templos sobre los nudos formados por estas líneas de fuerza. En aquellos tiem-
pos carecían de grandes adelantos tecnológicos para descubrir su emplazamiento, simplemente aprovechaban la agraciada capacidad de percepción de las radiaciones que tienen algunos seres humanos, con la ayuda de una horquilla de madera, una rama, un péndulo, etc. Estos zahorís o radiestesistas siguen siendo útiles hoy en día, pues los sistemas electrónicos empleados en los laboratorios, son de muy compleja aplicación. El Dr. Hartmann mismo ideó un sencillo instrumento que recibe el nombre de varilla Hartmann, que cuenta con la sensibilidad humana como medio de detección de las líneas. m EL MUNDO DE SOPHIA
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Entrevista José Lull Egiptólogo
Por Pilar Pujol
José Lull es licenciado en Egiptología por la Universidad de Tübingen (Alemania) y licenciado en Geografía e Historia, en la especialidad de Arqueología, por la Universidad de Valencia, además de profesor en el Máster Oficial de Egiptología de la Universidad Autónoma de Barcelona de historia de Egipto.
w ¿Cómo nació su interés por la astronomía en el Antiguo Egipto? Realmente esta curiosidad hacia el mundo de las estrellas me venía de mucho tiempo atrás ya que desde niño la Astronomía me fascinó. En el caso de Egipto he compaginado mi profesión como egiptólogo con esta, mi gran pasión. w Hoy conocemos los estudios de Astronomía actuales pero, en el viejo país de Kemet ¿dónde aprendían a plasmar el orden celeste que vislumbraban bajo las noches estrelladas? Tenemos muy poca información a ese respecto. Debemos entender que las Escuelas de Sabiduría como la Casa de la Vida o la Casa del Libro, serían las fuentes principales para los interesados, pero siempre en relación con el mundo de la religión porque es desde esa esfera donde nace el interés por la Astronomía en el Antiguo Egipto. A partir de esos documentos, que desgraciadamente no tenemos, es como un egipcio interesado
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en este conocimiento podría empezar a estudiar y hacer el cielo útil y práctico dentro del ambiente religioso. Existen algunos títulos de libros astronómicos como por ejemplo en la biblioteca del templo de Edfú. De estos papiros, hoy desparecidos, se conservan los títulos inscritos que muestran el interés por la Astronomía en el recinto del templo egipcio y, sobre todo, por el movimiento y la mecánica celeste de los cuerpos. w Viendo las representaciones más conocidas en el Templo de Dendera y en la tumba de Senenmut, nos damos cuenta de que son imágenes muy diferentes. ¿Qué representa cada una de ellas? El caso del techo astronómico de Senenmut es el ejemplo más antiguo de una representación astronómica plasmada en una superficie plana, en una tumba. En este caso tenemos un cielo partido en dos mitades independientes completamente. Por una parte una mitad con un listado
de estrellas y constelaciones decanales (del ámbito meridional de la bóveda celeste) a las que se suman varios de los planetas visibles; por la otra, una mitad del techo donde, a parte de los doce meses lunares representados mediante circunferencias divididas en veinticuatro sectores, tenemos un pequeño listado de constelaciones boreales o cercanas a la esfera boreal de la bóveda celeste. Asimismo, encontramos el mal llamado zodíaco de Dendera, que es un planisferio de la bóveda celeste, es decir, un conjunto homogéneo de constelaciones visibles a lo largo de un año, tanto en la parte septentrional como en la meridional. Cabe tener en cuenta que estos dos ejemplos pertenecen a épocas muy alejadas en el tiempo. El modelo de Dendera, además de ser una muestra tardía que incluye constelaciones, no sólo de origen egipcio sino que también plasma otras de origen mesopotámico, es el único testigo que se convierte en una bella ayuda para la identificación de las constelaciones egipcias en comparación con planisferios actuales.
w ¿Qué explicación tiene ese interés por este tipo de representaciones? Todas las constelaciones son útiles desde el punto de vista práctico y religioso. El caso de la tumba de Senenmut es el primer ejemplo hallado en el techo de una tumba, pero existen casos anteriores: conocemos restos mal conservados de un ataúd del Imperio Medio. A pesar de la fragmentación de dichos hallazgos, se observan partes correspondientes a lo que es en el techo de la tumba de Senenmnut donde las constelaciones boreales y el significado es muy claro: se trata de un ámbito celeste. En diecisiete representaciones del Imperio Medio tenemos referencias de constelaciones decanales útiles para medir el tiempo y contar las horas de la noche. Simbólicamente es lógico que un egipcio quisiera rodearse de las constelaciones conocidas por él, ya que le serían útiles en el viaje por el Más Allá. La pregunta sería ¿por qué Senenmut tiene ese primer ejemplo? Y eso tiene una difícil respuesta.
w ¿Podría contarnos qué proyecto se encuentra desarrollando actualmente? En este momento sigo con mis investigaciones dentro de la historia y la cronología del Tercer Período Intermedio, entre las dinastías XXI y XXII, basándome en linajes de sacerdotes y sacerdotisas. En la parte astronómica estoy realizando un estudio local arqueo-astronómico. Se trata de un rayo de luz que entra por un arco natural de una montaña cercana a la ciudad de Alicante, hecho que está relacionado con la tradición del día del solsticio de invierno. El día de Santa Lucía, el Sol entra por ese arco e ilumina una parte del pueblo y estoy estudiando todo lo referente a esa tradición. m
Fragmento del zodiaco en el templo de Hathor en Déndera
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Mónica Gutiérrez Directora de la Academia de Artes Renacimiento
A Estatua de la diosa Atenea (derecha).
quellos que añoramos la Grecia clásica hemos imaginado con la ayuda de los textos de sus sabios y poetas aquella ciudad hija de la belleza. A través de sus quebradas columnas levantadas en honor a la verdad, de sus ruinas y de sus vivas estatuas que agudizan nuestro ensueño, hemos volado a una época que fue faro para la humanidad. Si pudiéramos presenciar a sus gentes dialogando sobre la vida y la naturaleza o descubrir en sus esculturas un mito, un héroe o un dios, nos recordaría que compartimos con ellos un hermoso legado. El «duende» griego quedó impreso entre las grietas del mármol, que tímidamente muestra la perfección lograda en cada ángulo. Él inspiraba en los talleres nuevos modelos, originales modos de esculpir y dotaba al escultor del poder único de reflejar la vida interior de las figuras representadas. El filósofo Sócrates recomendaba a los artistas «trasmitir los movimientos del alma»; en ello radica quizás uno de los más profundos secretos del genio helénico. Una notoria sensación de admiración nos sorprende al contemplar sus esculturas, hay algo en ellas que las dota de vida: tal vez la naturalidad y la sencillez, el realismo impactante, la armonía de sus medidas y proporciones, el desafío del espacio o la conquista del movimiento. Un profundo estudio de la figura humana se convertiría en el fundamento esencial de toda la estética griega. Como Luis Racionero explica en su libro Atenas de Pericles:
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«El arte para los griegos es siempre una forma de Sofía o sabiduría y una tecné o técnica con reglas que se deben aprender.» La sabiduría permitía al artista acercarse a su ideal de belleza al fusionar ciencia y sentimiento en su creación. Este ahondamiento en la naturaleza de las cosas revolucionaría el arte de aquella época. Estas características, en suma, constituyen la síntesis de una evolución que convierte la plástica griega en precedente del arte occidental y en modelo de perfección estética. Para el escultor de la Helade cada descubrimiento se trasformaba en un escalón y en una experiencia que le conducía a alcanzar su ideal.
Desarrollo Histórico En el siglo VII a.C. comenzaron los griegos a esculpir, basándose en lo que el arte egipcio les había legado: el orden de encajar siguiendo un patrón geométrico, el hieratismo y la verticalidad. Todo ello se aprecia en los Kouroi o las Korai, figuras de atletas desnudos o de mujeres vestidas. Son las primeras estatuas con una clara herencia del país del Nilo que nos ofrecen un modelado sencillo, la típica posición frontal con las piernas adelantadas, los brazos pegados al cuerpo y los puños cerrados. Sus grandes ojos almendrados y una sonrisa arcaica se mantienen fijos en el horizonte como si vislumbraran el futuro. Tras las invasiones persas del siglo V a.C., Pericles lideró la reconstrucción de Atenas y con motivo de celebrar la victoria descubrió nuevas formas y artistas, convirtiendo a esta ciudad en núcleo de una de las épocas de mayor esplendor. Surgieron artistas como Critos, que se inició con el «contraposto», es decir: la rodilla levemente doblada, autor de los Tiranicidas y el Efebo atleta; Mirón, broncista, que conquista el movimiento y el espacio al captar el instante del famoso Discóbolo. Otros escultores, como Polícleto, basaron la estética de sus creaciones en el estudio de las proporciones, haciendo de la cabeza la medida de todas sus obras (en una relación de siete veces la altura total del cuerpo) cuya aplicación se ve reflejada en el Dorifero, el Portador de la lanza y Diadumeno. Pocas son las esculturas en bronce encontradas, dado que se fundieron cuando el metal escaseó durante el Medioevo. A pesar de todo, quedó como ejemplo, protegido por las arenas de la montaña, el famoso Auriga del santuario de Delfos, que con su penetrante mirada de cristal, muestra un realismo que impacta al espectador.
Estatua de Kore, la «doncella». Esta figura, por su vinculación mitológica, fue objeto de numerosas representaciones.
Reconstrucción de un detalle del Partenón.
El gran artífice de dioses espectaculares fue Fidias y aunque sus obras hoy no existen, su inmortalidad perdura en los relatos que las recuerdan y que nos hacen intuir su maravilla. Dio vida a las dos esculturas criselefantinas: Atenea Parthenos y Zeus de Olimpia. La pimera, diosa de la EL MUNDO DE SOPHIA
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Afrodita de Cnido
El método para crear la belleza era infundir vida al antiguo caparazón pétreo, retocarla paulatinamente hasta que la superficie del mármol pareciese respirar.
Kouroi de Anaphe
Apolo sauroctono
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sabiduría, de doce metros de altura y que custodiaba la capital ática desde el interior del Partenón. Como patrona de los atenienses, con su coraza, su casco, su escudo y una figurilla de la Victoria de tamaño natural en la mano, alentaba a su pueblo con su presencia. El segundo, padre de los dioses, tenía unos quince metros de altura; sentado en su trono con una Victoria en la mano derecha y un cetro en la izquierda, inspiraba a los vencedores de los más famosos juegos de la historia. En los frisos del Partenón, la conquista del movimiento y el espacio se muestran de forma majestuosa. Realmente no conocemos hoy las manos que lo crearon, pero sí las que le devolvieron la vida, a través de Fidias. La época que sigue provocará un cambio de actitud: el artista es consciente de su poder y eso le da seguridad en su maestría. Es capaz de captar el momento divino y traerlo al presente, hacernos sentir el viento, cual si fuese real, al contemplarlo juguetón entre los pliegues de un peplo de la diosa Victoria.Tal es el caso de la estela del friso del templo de Atenea Niké, cuyo realismo nos hace enmudecer. El gran artista del siglo IV a.C. fue Praxíteles que, junto a otros, hizo del conocimiento su punta de cincel. Destacó por la delicadeza, la elegancia y las superficies suaves, que imprimían un carácter amable y sugestivo a sus creaciones. Era capaz de dotar al cuerpo de toda su gracia y hacer desaparecer cualquier huella de rigidez. De sus manos afloraron el Hermes de Olimpia, el Apolo Sauroctono, la Afrodita de Cnido y la Afrodita de Arles. El método para crear la belleza era infundir vida al antiguo caparazón pétreo, retocarla paulatinamente hasta que la superficie del mármol pareciese respirar. En la última etapa, las figuras empiezan a moverse bajo las manos del hábil escultor,
apareciendo ante nosotros acabadas representaciones del cuerpo humano como el Apolo del Belvedere de Leócares. Alejandro Magno inauguró la época helenística, que influyó en el realismo del último periodo al extenderse por medio mundo. El arte quería resultar impresionante y tal vez es más violento en sus escenas, pues el objetivo que prevalece es llamar la atención antes que trasmitir un mensaje moral, mítico o mágico. Expresión e intensidad emotiva era lo que valoraban del artista en ciudades como Alejandría y Pérgamo. Ejemplos conocidos son los relieves del Altar de Zeus en Pérgamo, donde las figuras buscan escapar del friso; o el conjunto de Laoconte, famoso por su expresividad y la representación del dolor mediante una anatomía en tensión por el esfuerzo físico.
Altar de Zeus de Pérgamo, detalle. Museo de Berlín
Apolo del Belvedere, una de las creaciones más acabadas de la escultura griega.
Dotar de alma las esculturas; ver los movimientos detrás de cada forma convierte una simple estela en una obra de arte. Impreso entre las grietas, el ser más profundo del artista nos habla en un lenguaje único que despierta en nuestro interior el amor a algo inapresable, de escurridiza definición: la belleza. m EL MUNDO DE SOPHIA
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Enrique González Martínez (1871-1952)
Por Elvira Rey
P
ara cualquiera que ame o admire la poesía, el nombre de Enrique González Martínez puede no representar una figura de la familia lírica universalmente conocida, pero es que su vida estuvo volcada en muchas y no poco importantes vertientes, de las cuales la poesía sólo fue una. Se dedicó a ella como medio de plasmar sus pensamientos más íntimos y humanistas y de devolver a su país parte de sus tradiciones olvidadas. Por ello, en los círculos poéticos de su tiempo rectificó algunos aspectos del Modernismo de su época para rescatarlo de excentricidades y sentimentalismos innecesarios, de adjetivaciones suntuosas y superfluas, como ya había intentado Amado Nervo. Ese otro abanico en el que también dio lo mejor de sí se abre con acierto y alto grado de responsabilidad hacia la medici42
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na y la enseñanza, la diplomacia, como divulgador cultural, escritor y poeta, cauces de actuación y de expresión impregnados de un profundo humanismo. Enrique González Martínez nació en Guadalajara, capital del estado de Jalisco, el 13 de abril de 1871, donde estudió Medicina, ejerció y fue profesor adjunto de Fisiología en la Escuela de Medicina e ingresó en la Academia mexicana de la Lengua. En 1903 aparece su primer libro, Preludios; con Silenter, abre silenciosamente su alma y Senderos ocultos. Otros títulos relevantes son: La muerte del cisne, La hora inútil, El libro de la fuerza, de la bondad y del ensueño, Parábolas, La palabra del viento, El romero alucinado, Poemas truncos, Ausencia y canto, El diluvio de fuego y El nuevo Narciso y otros poemas. En uno de sus últimos libros, Babel, denuncia el holocausto atómico de la II Guerra Mundial.
Pedro Henríquez Ureña lo describe como poeta prolífico elegante, profundo y humanista, «uno de los siete dioses mayores de la lírica»; «buscó una poética de la profundidad, de la intimidad, meditando continuamente sobre el origen, la evolución, las formas de los seres humanos y de las cosas, reflexionando y profundizando sobre las sensaciones, los sentimientos humanos y penetrando en las honduras del alma»; «… su autobiografía lírica es la historia de una ascensión perpetua, una ascensión en escalera de caracol en busca del yo más íntimo, de la serenidad y de la rectitud en busca del más estricto y austero sentido de la vida y del más profundo meditar». Dirigió y fundó dos revistas literarias: Arte y Argos; fue miembro del influyente grupo Ateneo de la Juventud, volcado en la renovación de la identidad mexicana, divulgar el conocimiento y el cultivo de las humanidades; profesor de Literatura francesa y de Literatura mexicana y recibió el premio Avila Camacho en 1944 «… por su profundo sentido humano y altísimas cualidades literarias y por ser acaso el valor más representativo de la sensibilidad y el espíritu mexicano en la actualidad.» Desde esta ventana dedicada a la poesía, he hallado un poeta que profundizó en el alma humana proyectando sus palabras al corazón de sus lectores; y detrás se ha hecho presente el verdadero hombre, responsable, polifacético y brillante orientando su trabajo hacia la búsqueda de la propia identidad y de la de su país, México. Y qué mejor manera de conocer realmente a Enrique González Martínez que con dos de sus poesías escogidas:
A VECES UNA HOJA DESPRENDIDA A veces una hoja desprendida de lo alto de los árboles, un lloro de las ninfas que pasan un sonoro trino de ruiseñor, turban mi vida. Vuelven a mí medrosos y lejanos suaves deliquios, éxtasis supremos; aquella estrella y yo nos conocemos, ese árbol, esa flor son mis hermanos. En el abismo del dolor penetra mi espíritu, bucea, va hasta el fondo, y es como un libro misterioso y hondo en que puedo leer letra por letra. Un ambiente sutil un aura triste hacen correr mi silencioso llanto, y soy como una nota de ese canto doloroso de todo lo que existe. Me cercan en bandada los delirios... ¿Es alucinación..., locura acaso? Me saludan las nubes a su paso y me besan las almas de los lirios. ¡Divina comunión!... Por un instante son mis sentidos de agudeza rara... Ya sé lo que murmuras, fuente clara; ya sé lo que me dices, brisa errante. De todo me liberto y me desligo a vivir nueva vida, de tal modo, que yo no sé si me difundo en todo o todo me penetra y va conmigo. Mas todo huye de mí y el alma vuela con torpes alas por un aura fría, en una inconsolable lejanía, por una soledad que espanta y hiela. Por eso en mis ahogos de tristeza, mientras duermen en calma mis sentidos, tendiendo a tus palabras mis oídos tiemblo a cada rumor, naturaleza; Y a veces una hoja desprendida de lo alto de los árboles, un lloro de las linfas que pasan, un sonoro trino de ruiseñor, turban mi vida.
BUSCA EN TODAS LAS COSAS Busca en todas las cosas un alma y un sentido oculto; no te ciñas a la apariencia vana; husmea, sigue el rastro de la verdad arcana, escudriñante el ojo y aguzado el oído. No seas como el necio, que al mirar la virgínea imperfección del mármol que la arcilla aprisiona, queda sordo a la entraña de la piedra, que entona en recóndito ritmo la canción de la línea. Ama todo lo grácil de la vida, la calma de la flor que se mece, el color, el paisaje. Ya sabrás poco a poco descifrar su lenguaje. . . ¡Oh divino coloquio de las cosas y el alma! Hay en todos los seres una blanda sonrisa, un dolor inefable o un misterio sombrío. ¿Sabes tú si son lágrimas las gotas de rocío? ¿Sabes tú qué secreto va contando la brisa? Atan hebras sutiles a las cosas distantes; al acento lejano corresponde otro acento. ¿Sabes tú donde lleva los suspiros el viento? ¿Sabes tú si son almas las estrellas errantes? No desdeñes al pájaro de argentina garganta que se queja en la tarde, que salmodia a la aurora. Es un alma que canta y es un alma que llora. . . ¡Y sabrá por qué llora, y sabrá por qué canta! Busca en todas las cosas el oculto sentido; lo hallarás cuando logres comprender su lenguaje; cuando sientas el alma colosal del paisaje y los ayes lanzados por el árbol herido. . .
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Cartas a un joven idealista lo sagrado y lo profano Herminia Gisbert Vicepresidenta de la Fundación Sophia y Doctora en Filosofía de la Educación
Querido Jorge: Hoy me gustaría que nos adentrásemos en una de las polaridades más importantes de la existencia, puesto que abarca toda una manera de ser, de pensar, de sentir y de actuar. Son dos semillas que florecen tanto en el interior del hombre como en el alma de los pueblos y que lógicamente generan dos tipos de árboles diferentes con sus frutos característicos. En realidad podríamos decir que lo sagrado y lo profano representan dos momentos de la vida una. Son como la respiración del Universo, con sus dos movimientos naturales, uno de inspiración o de retorno hacia el centro y otro de espiración o alejamiento; una fuerza centrípeta que hace que todo regrese al origen de donde partió y otra centrífuga que aleja las cosas de su punto inicial. La energía centrípeta está en relación con lo sagrado, pues es aquella que atrae y se absorbe en el centro, reintegrándose en lo Uno. Es una mentalidad unificadora, inclusiva y trascendente. Por su parte, la centrífuga se relaciona con lo profano, ya que se expande hacia la multiplicidad y la diferenciación de las formas y, por lo tanto, es un poder disolvente, separatista y excluyente. Y entre esas dos potencias complementarias se mueve la vida en su totalidad: emanación, expansión, desarrollo, regeneración, concentración, unificación y reabsorción… permitiendo así que la vida se renueve constantemente. 44
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Continuando con la línea del gran antropólogo Mircea Eliade, podríamos afirmar que lo sagrado y lo profano constituyen «dos modalidades de estar en el mundo» y de vivir. Son dos contextos existenciales aceptados por la humanidad a lo largo del tiempo. En ellos, la concepción sobre la posición que el ser humano ocupa en el Universo es lo que determina una u otra mentalidad: el hombre integrante y partícipe del gran plan de la evolución, propio de la mentalidad sagrada; o el hombre material, individualista, alejado de la corriente de la vida y, por lo tanto, aislado y separado de la fuente del Ser, que establece la mentalidad profana, cuyo significado etimológico (profanus) es «fuera del templo». A nivel individual esto significa que todo aquello que nos devuelve a nuestro centro de conciencia, reintegrándonos con nuestra esencia espiritual y unificándonos con nuestro propio dios interior, pertenece al ámbito de lo sagrado. En cambio, aquello que nos dispersa, alejándonos de nuestra columna de la estabilidad –como dirían los antiguos egipcios– y que nos separa de nuestro eje interior y de los demás seres vivos, cabría considerarlo dentro de la esfera de lo profano. Si lo miramos a escala civilizatoria, encontramos también dos cosmovisiones confrontadas o dos modelos sociales específicos, fundamentados en ambas posturas.
Siguiendo el patrón de todas En las tradiciones con la fuente de energía germinal las polaridades de la existencia de los orígenes, permitiendo así de mentalidad que estamos tratando, es obvio la renovación constante. que tampoco en este caso vamos trascendente a encontrar un hombre o una Para la mentalidad trascendenlo que prima es te, el hombre es un ser vivo más cultura en la que imperen, únicamente, los elementos de corte dentro de la gran sinfonía de la el «Ser», en sagrado o los de corte profano, creación. Comparte con miríacon absoluta exclusión de cualcontraposición das de seres un mismo hábitat, quier valor de su contrario. Pero la madre Naturaleza y un mismo con el «tener» que nuestra propia evidencia histórica destino en el plan de la evolución. nos muestra que sí podemos ge- propone la cultura Como parte integrante de ese neralizar en torno a dos visiones Universo, pone su objetivo no materialista. del mundo contrapuestas, que gesólo en encontrar su lugar y senneran dos tipos de mentalidades. tido de vida como ser pensante, Una de corte materialista, más característica sino también en descubrir su parte de misión de las sociedades modernas y del mundo occi- dentro del plan general. Para él, por tanto, el dental, que se interesa fundamentalmente por conocimiento de las leyes que rigen el cosmos, un progreso de índole económico y material.Y los ciclos de la vida y la muerte, la dualidad otra trascendente, más común entre las anti- que permite la armonía de los opuestos, la ley guas civilizaciones y culturas de Oriente, cuya de renovación constante, etc., son una necemáxima preocupación ha sido, hasta hace muy sidad vital. El conocimiento y la comprensión poco, el crecimiento y la transformación inte- de esas leyes le permiten obrar en armonía rior. O dicho de otra manera: en contraste con con ellas al no contravenir el orden natural, la visión materialista, basada en los principios cuyo desconocimiento o trasgresión ha llevade progreso tecnológico, desarrollo industrial, do al hombre moderno a tantas calamidades racionalismo, empirismo, status social, confort existenciales, catástrofes naturales, accidentes y bienestar, nos encontramos con la sagrada, y enfermedades. que está orientada hacia toda una serie de realidades espirituales y valores humanos muEn las tradiciones de mentalidad trascendencho más elevados. te lo que prima es el «Ser», en contraposición con el «tener» que propone la cultura mateCada una de estas mentalidades está ligada rialista de la vigente sociedad de consumo, en también a una determinada manera de conce- la que el dicho «tanto tienes, tanto vales» se bir el paso del tiempo, empezando por el que llamamos «profano», que tiene una dimensión lineal y uniforme; avanza inexorable hacia el futuro, devorando minuto a minuto la breve existencia presente en pos de un crecimiento cuantitativo. Por su parte, el tiempo «sagrado» es cíclico y la vida es un «eterno retorno» hacia aquellos valores fundamentales que le dan un sentido espiritual, trascendiendo el aspecto banal y efímero del simple transcurrir de las horas que todo lo desgasta y destruye; tal es el motivo de que genere un crecimiento cualitativo, pues conviene no olvidar que la clave de la maestría está en la repetición consciente. El tiempo profano toma su modelo de una línea, cuyo origen se pierde en las brumas del pasado, continuando hacia el futuro en un progreso indefinido. La cosmovisión sagrada, en cambio, se inspira en el aspecto cíclico de la propia Naturaleza. En cada «re-evolución», aunque las experiencias se repitan, siempre lo hacen como la primera vez, ya que conectan EL MUNDO DE SOPHIA
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ha convertido, por desgracia, en una verdad generalizada. Para la cosmovisión sagrada, detrás de todo lo visible subyace ese misterio inabarcable que hace que la Naturaleza y el cosmos no sean algo frío y mecánico, sino un torrente desbordante de imaginación en donde el gran Artista, con su paleta de mil colores, pintó una pléyade de aromas y armonías, vistiendo con exquisitos detalles las inexorables leyes que rigen lo grande y lo pequeño, al Universo y al hombre... A ese misterioso Ser, por indefinible, se le han puesto multitud de nombres a lo largo del tiempo: Causa Primera, Uno sin segundo, Demiurgo, Espíritu del Universo, Divinidad, Gran Arquitecto, Dios… y más allá de los seudónimos que le demos, según nos dice un viejo texto hindú: «En verdad nadie logrará con su “mente perecedera”conocer su verdadera naturaleza, a pesar de cuanto sobre Él se ha enseñado, dicho o pensado». Sin embargo, mi querido amigo, no puedo sino seguir la lógica natural de pensar que donde hay un espacio ordenado debe haber un ordenador y donde hay unas leyes establecidas debe haber un legislador. Pienso también que en este argumento lo que menos importa es el nombre con que se le designe o la forma que se le dé a ese gran misterio que, según nos dicen los grandes maestros y sabios, es el primero al que nos enfrentamos y el último que desvelaremos.
Llegados a este punto: sagrado y profano, mentalidad trascendente y mentalidad materialista, tiempo cíclico y tiempo lineal, mundo antiguo y mundo moderno, Oriente y Occidente… tal vez debamos preguntarnos ¿Acaso puede existir un misterioso arte de vivir que unifique lo sagrado y lo profano? ¿Podemos encontrar en la propia Naturaleza el arquetipo para que cada una de esas concepciones ocupe el lugar idóneo dentro del plan evolutivo? ¿Existe una calidad de tiempo que pueda sintetizar los movimientos lineal y cíclico en uno solo que los trascienda? ¿Es posible reconciliar la postura concéntrica de Oriente con la excéntrica de Occidente en una unidad fértil, mejorada y engrandecida por los diferentes matices? La verdad es que siento en lo más profundo de mi corazón, no sólo que sí se puede, sino que además es tiempo de hacerlo. Pienso que es necesario conciliar ambas orientaciones
A ese misterioso Ser, por indefinible, se le han puesto multitud de nombres a lo largo del tiempo: Causa Primera, Uno sin segundo, Demiurgo, Espíritu del Universo, Divinidad, Gran Arquitecto, Dios… para ser capaces de crecer y progresar cuantitativa y cualitativamente, para enriquecernos con las diferencias y para vivir en el ahora, haciendo cada instante único y a la vez eterno. Tal vez esa forma de fusión entre las dos posturas existenciales y las dos calidades de tiempo nos conduzcan a descubrir otro de los grandes misterios: el arquetipo con el que el divino Constructor modeló el mismo Universo: un todo perfectamente armonizado, nacido de un centro y que se desarrolla en espiral. Como muy bien dice el humanista Teilhard de Chardin: «la evolución es un camino en espiral ascendente, hasta llegar al “Punto Omega”.» Recuerdo una antigua narración oriental según la cual cuando un niño nacía, se le daba como responsabilidad sembrar dos semillas
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de grandes árboles en parejos recipientes, colocados uno al lado del otro. Cuando las plantas comenzaban a brotar, debía colocar, sujetándose entre ambas, una vara de bambú para que fuera elevándose a medida que crecían los dos arbolitos. La responsabilidad del niño era velar para que ambas plantas crecieran por igual, ya que de este modo la vara se mantendría equilibrada en constante elevación. Como ya habrás supuesto, estos arbolitos representaban las dos facetas complementarias de la existencia: vida interior y vida exterior, los dos aspectos de la Vida una, siendo la vara la personificación del alma del niño… Sinceramente, creo que el hombre es un ser de naturaleza espiritual en cuyo interior
subyacen latentes unas potencialidades extraordinarias. Un ser consciente de su propia existencia que es capaz no sólo de luchar para sobrevivir y para desvelar los misterios que encierra la materia, sino también de amar esa vida que fluye dentro y fuera de sí mismo, extrayendo la perfección que se halla latente en el corazón de todas las cosas. Un ser pensante y sensible, cuya inteligencia le permite conocer y comprender las leyes de la Naturaleza y cuya alma es capaz de conmoverse ante la sublime contemplación de la divina armonía del Universo. Todos, en algún momento de nuestro peregrinaje por la vida, nos hemos quedado absortos contemplando el crepitar de las llamas del fuego o hemos juga-
do en la playa ensimismados apretando entre los dedos un puñado de arena mientras escuchábamos el canto mantrámico de las olas. Muchos nos hemos extasiado con la contemplación de un cielo estrellado presidido por la reina de la noche, o hemos vertido lágrimas de emoción al admirar los colores con los que se viste el cielo en el amanecer del astro rey o en su ocaso… ¿Y quién no pidió un deseo cuando al alzar la mirada vio cruzar una estrella fugaz en el firmamento?... Y es que hay cosas que embelesan el alma, despertando ecos dormidos, desde no sabemos qué época ni en qué lugar… pero intuimos que más allá de las formas y de las eras, más allá de los escenarios, hay cosas que no cambian, pues son tan viejas como la humanidad misma. m
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