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Jesús es condenado a pena de muerte
from Cruz de Guía 2022
Jesús es condenado a muerte
Fermín Solano Casero
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(Mt. 27, 22-23.26)
Con esta cita evangélica comenzamos la meditación del Via- Crucis, cuya Primera Estación, en nuestra parroquia, está ubicada junto a la imagen del Santísimo Cristo de la Buena Muerte.
Así lo describe el evangelio de San Mateo:
Pilato les preguntó: -Y ¿qué hago con Jesús, a quien llamáis el Mesías? Contestaron ellos: - ¡Que lo crucifiquen! Pilato les repuso: -Pero ¿qué ha hecho de malo? Ellos gritaban más y más: - ¡Que lo crucifiquen! Oh, no, no, el pueblo judío crucificado también durante tanto tiempo por nosotros, no la multitud, que siempre prefiere a Barrabás, aquel que devuelve mal por mal; no ellos, sino nosotros, todos y cada uno de nosotros, porque todos nosotros somos asesinos del amor.
Y, he aquí que el Viviente (el que Vive), en quien no existe simiente de muerte, es condenado a muerte. El látigo lacera el cuerpo donde respira el Espíritu. Es llevado fuera para ser crucificado.” (Del Vía-Crucis presidido por Juan Pablo II en el Coliseo de Roma en 1999).
Entonces les soltó a Barrabás; y a Jesús, después de mandarlo azotar, lo entregó para que lo crucificaran. “¡Que sea crucificado! Este grito, multiplicado por la ciega pasión de la multitud, -extraña liturgia de la muerte- ha seguido resonando a lo largo de la historia, resuena a lo largo de los siglos; cenizas de Auschwitz y hielo del Gulat, agua y sangre en los arrozales de Asia, en los lagos de África, paraísos masacrados. Tantos niños aniquilados, prostituidos y mutilados.
2.- Condena a muerte: La Pena de muerte en el mundo.
También hoy, en el siglo veintiuno, se sigue aplicando, en muchos países del mundo, la condena a muerte; se sigue ejecutando la denominada Pena de Muerte.
que mientras el mundo se centraba en encontrar maneras de proteger las vidas frente a la Covid-19, otros recurrían a deshacerse de personas humanas a toda costa.
Según la citada ONG, al menos fueron ejecutadas 483 personas, si bien permanecen condenadas a dicha pena capital un total de 28.567. Los cuatro países principales protagonistas de tales ejecuciones han sido Irán, Egipto, Irak y Arabia Saudí, sin descartar, sino más bien, destacándolas como mucho más responsables, a China, Corea del Norte, Siria y Vietnam. Concretamente en China, la pena de muerte ha sido uno de los castigos posibles para la ocultación de síntomas del coronavirus. Es más: China es clasificada como el gran verdugo del mundo, aunque desconocemos el número de ejecuciones al ser éste un secreto de Estado, pero “sí existe la sospecha -sigue diciendo Amnistía Internacional- de que China ejecuta a miles de personas cada año”.
3.-La Pena de muerte en España
La Pena de muerte fue utilizada en España sin interrupción hasta 1932, cuando fue abolida a raíz de una reforma del Código Penal introducida durante la Segunda República, aunque continuó en el Código de Justicia Militar y en el Código Penal de la Marina de Guerra, siendo restablecida en 1934 para delitos de terrorismo y bandolerismo. El general Franco la reincorporó en 1938, llevándose a cabo las últimas ejecuciones en 1975, de las que fueron víctimas dos miembros de la ETA y tres del FRAP.
Por entonces, recuerdo, ya firmábamos muchas personas, entre las que me encontraba yo, manifiestos en los que solicitábamos la abolición de la Pena de muerte. Abolición que se llevó a cabo con la Constitución de 1978, si bien permanecía aún la excepción de “lo que puedan disponer las leyes penales militares para tiempos de guerra”, siendo abolida de forma total en 1995, cuando todos los partidos políticos representados en el Congreso de los Diputados votaron la ley orgánica 11/95 del 27 de noviembre. Y, por último, en 2009, España ratifica el Protocolo nº 13 de la Convención Europea de Derechos Humanos que prohíbe la pena de muerte en cualquier circunstancia.
4.-Finalmente…y ¿nosotros?
Hemos leído en el pasaje evangélico con el que iniciaba mi reflexión que “ellos gritaban más fuerte… ¡que lo crucifiquen!”. Me viene el recuerdo de cómo muchas veces escuché en mi vida, en la tertulia de un bar o en conversaciones a pie de calle, que a “ese lo que habría que hacer era atarle una soga al cuello y colgarle en la plaza pública, para ejemplo y escarnio de la gente”. (Así fue ejecutado, por citar sólo uno de los últimos “ejemplos”, Yahya Arhab en Yemen el 31 de julio de 2017).
Sin embargo, lo que leemos en el Evangelio es otra cosa. He aquí la cita evangélica a la que me estoy refiriendo:
“Vosotros, por el contrario, amad a vuestros enemigos…Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso; no juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados; dad y se os dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante, pues con la medida con que midiereis se os medirá a vosotros” (Lc.6, 35-38).
Maravilloso mensaje del Señor. Preciosas palabras de Jesús.
“No juzguéis”. Es verdad: ¿quién soy yo para juzgar a nadie? ¿Qué sé yo lo que ha pasado por el cerebro y dominado la mente de esa persona concreta, -de cualquier persona-, para juzgar su corazón? Claro que puedo juzgar cualquier acción y ver si es éticamente correcta o reprobable. Pero nunca el corazón de las personas. Qué hermoso es, por el contrario, juzgar lo bueno de cada ser humano y de esta manera poder valorarlo. “En cada uno de nosotros hay un bien y hay un mal”, cantábamos en los años 70 con aquel conjunto musical de “Viva la Gente”. Precisamente pude escuchar sus canciones en una actuación que tuvieron en Don Benito, creo que, en el 1973, año en que realizaron una gira por España, y a la cual asistí. Por el bello recuerdo que me trae no me resisto a copiar la letra de la canción que lleva precisamente su nombre: “viva la gente” (up with people)
Esta mañana de paseo Con la gente me encontré El lechero y el cartero Y al estudiante saludé
En puertas y ventanas También reconocí Mucha gente que antes Ni siquiera la vi
Viva la gente La hay donde quiera que vas Viva la gente Es lo que nos gusta más
Con más gente a favor de gente En cada pueblo y nación Habría menos gente difícil Y más gente con corazón
Viva la gente, (Viva) La hay donde quiera que vas (Donde quiera que vas) Viva la gente Es lo que nos gusta más Con más gente a favor de gente En cada pueblo y nación Habría menos gente difícil (Difícil) Y más gente con corazón
Habría menos gente difícil Y más gente con corazón
Por ello, porque no juzgamos el corazón, tampoco condenamos a nadie. Sí condenaremos -repito- lo mal hecho, cualquiera mala acción, pero nosotros no condenaremos a ninguna persona y, todavía más, trataremos, siempre con la gracia y ayuda de Dios, hasta de perdonar. Al escribir esta palabra, no puedo por menos de recordar aquella otra, la primera que Jesús pronunció desde la Cruz: “perdónalos, Padre, porque no saben lo que hacen” (Lc.23,34). Ante ella sólo cabe guardar silencio y meditarla una y mil veces en nuestro corazón. -Difícil, muy difícil, ¿verdad? Pero así murieron, perdonando, los primeros mártires, desde el protomártir, San Esteban que moriría diciendo “Señor, no les imputes este pecado” (Hech. 7,60), hasta el último mártir del s. XXI. Sí; por citar un solo ejemplo, he ahí a Shahbaz Bhatti, ministro que fue en Paquistán en el Gobierno de Asif Ali Zardari, entre el 2008 al 2011. Y su testimonio: “Quiero vivir en Cristo y quiero morir en Él. Los extremistas han intentado matarme muchas veces, me han encarcelado, amenazado, perseguido…Yo sólo digo que, mientras esté con vida, hasta mi último suspiro, seguiré sirviendo a Jesús y a esta pobre y sufriente humanidad, a los cristianos, a los necesitados, a los pobres”. Cristo de la Buena muerte, haz que demos muerte en nuestro corazón a todo juicio de condenación, a todo atisbo de maldad, a todo sentimiento de rencor. Haznos ser capaces de rezar aquello que nos enseñaste: “Perdónanos nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden”