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Qué es la Buena Muerte
from Cruz de Guía 2022
Cristian Gallego Martín-Romo
Desconozco el origen y motivo de la llegada de la advocación de “Buena Muerte” a nuestra ciudad, Don Benito. El primer dato del que tengo constancia data de marzo del año 1931, cuando una asociación de fieles, denominada Congregación de la Buena Muerte y erigida canónicamente en la capilla del Claret, organizó un Quinario al Crucificado de la Agonía. Ya en 1939 llegó la imagen de nuestro Cristo, donado a la Parroquia de Santiago por la Condesa de los Campos de Orellana, doña Luisa Torre Galeano. ¿Por qué se le nombró Cristo de la Buena Muerte? Pues hay dos hipótesis, puede ser por el Crucificado de la Hermandad de la Hiniesta de Sevilla, que se talló un año antes por el mismo imaginero y en el que está inspirado, o por la advocación del Cristo de la Hermandad de los Estudiantes de la capital andaluza, pues las reglas de esta corporación sirvieron de base en la fundación de nuestra hermandad.
Podemos afirmar que es una advocación muy ligada a las imágenes de Cristo crucificado. Además, tiene un especial vínculo con la Legión Española, a través del Cristo de Mena malagueño. En 1960 se impulsó que cada acuartelamiento de la Legión tuviera una imagen de esta advocación.
También se puede decir que es una advocación jesuita, es decir, muy ligada a la Compañía de Jesús. Ésta es una orden religiosa, fundada por el español San Ignacio de Loyola, junto con otros religiosos, entre los que se encuentra el navarro San Francisco Javier, patrón de Don Benito según varios historiadores. Se trata de la mayor orden religiosa católica de hoy en día. Tiene un carácter apostólico y sacerdotal, aunque la conforman también religiosos no ordenados. Está ligada al papa por un “vínculo especial de amor y servicio”, siendo su finalidad “la salvación y perfección de los prójimos”. Además, reseñar que el Papa Francisco es jesuita.
Antonio Castillo Lastrucci otorgó a la madera la expresión de lo divino, hizo hermosa la tragedia. El imaginero sacó de la muerte, dulzura, y de un cuerpo sin vida, esperanza. La dulce y serena concepción del rostro justifica la advocación de la Buena Muerte de Cristo. Yace en la cruz, no le queda pulso, no hay latido, no hay respiración, ni gesto, sin embargo, algo nos hace pensar todo va bien.
Las personas tenemos miedo, es un sentimiento muy humano, como el amor. Tememos al dolor, al pecado y, sobre todas las cosas, a la muerte. Un enigmático trance que sobrecoge, que inquieta, pero qué es inevitable. Su desconocimiento nos aturde solo con pensarlo, pero hay un arma que consigue disipar la oscuridad, es la FE, la que nos ayuda a afrontar las debilidades, la que nos asegura que el final del camino terrenal no es lo último sino el principio ¿es este el significado de la vida? ¿es el destino del creyente? En el ocaso de los días ¿es posible la Buena Muerte?
En el plano físico, la de Jesucristo no fue una buena muerte. Lo primero que hay que tener en cuenta es la situación de estrés que tiene en la oración en el huerto, que le hace sudar sangre (hematidrosis). Se lleva toda la noche de un interrogatorio a otro, caminando por la ciudad, con frío, recibiendo golpes. Fue castigado brutalmente con la flagelación y después tiene que cargar con su propia cruz, cayendo varias veces. Le dejan el cuerpo con una debilidad extrema y encima lo crucifican. Una persona crucificada, y con esa debilidad muscular, intenta respirar con lo que se llama la musculatura accesoria, pero llega un momento en que se cansa y muere por asfixia. Hay otras causas que pueden influir en la muerte, como es la perdida de una gran cantidad de sangre. Los crucificados, habitualmente, tardaban dos o tres días en morir. Jesús murió en horas, debido a todas las circunstancias previas ¿cómo pudo aguantar semejante calvario? parece una contradicción la Buena Muerte ¿es posible morir bien?
El concepto de Buena Muerte tiene que comenzar con la propia aceptación de esta muerte, en el cristianismo la muerte no es algo malo. Indudablemente, es un concepto abstracto que da por bueno el sacrificio de Cristo, que Dios se haga hombre y ese hombre dé su vida por todos nosotros, ese el origen del concepto de Buena Muerte y no el hecho físico de la expiración. Muere por amor, es decir, que su muerte es una buena muerte para la redención de los pecados de la humanidad, ha cumplido la voluntad de Dios. No es una muerte dolorosa, trágica y sin fin, sino que es el inicio de una nueva vida en presencia del Padre.
El Cristo de la Buena Muerte humanamente ya está muerto, pero teológicamente nosotros creemos que Él desciende a los infiernos, no porque tuviera que purificar pecados porque él es verdadero Dios, sino para salvar las almas de los justos que estaban allí. Él se hace pecado, carga con el pecado la humanidad, para enseñarnos que el pecado no tiene la última palabra y acabar con esa muerte eterna a la que estábamos llamados todos por el pecado original.
Si es así, una parte de nosotros se marcha a otro lugar, al esperado ¿qué es aquello que trasciende al cuerpo? ¿es el alma? Cómo cristiano creo en el alma y en su inmortalidad. El alma es inmortal, de eso se trata la Buena Muerte, es eso lo que nos quiere contar nuestro imponente Crucificado. Nos está diciendo que seamos felices, que vivamos plenamente, que confiemos, que tengamos fe. La Buena Muerte es la mayor ESPERANZA, Él nos está prometiendo que allí donde vamos el AMOR no acaba.
Aceptar que llega, vivir la vida amando y marcharse en paz. No tener miedo, tener esperanza y creer. Más allá del duro trance, más allá del dolor la muerte, no es más que el paso del alma a la eternidad. La Buena Muerte no es más que una VIDA con mayúsculas.