4 minute read
Rosa Ruiz: "Ser Evangelio es ser tú y que todos tus 'tús' valgan"
Tras abordar por la mañana el “ser” desde una visión filosófica y narrativa, la sesión de tarde comenzó con la intervención de Rosa Ruiz, quien compartió las claves teológicas que explican, hoy día, cómo ser buena noticia.
En su reflexión sobre Ser Evangelio se centró en lo que cree más esencial, ser Jesús, ser una buena noticia hoy. Para ello, Ruiz aportó 10 claves que considera necesarias.
Ser Evangelio es, en primer lugar, ser humano. Una afirmación que, aunque pueda parecer obvia, constata dos cuestiones: que nacer humano no garantiza ser humano, pues “ser humano es hacernos buenos para los demás, vivir desde los sentidos, desde la piel, desde la carne”; y que “no somos Dios, porque somos frágiles, temporales y vulnerables”.
Es ser espiritual, entendiendo la espiritualidad como la dimensión de profundidad del ser humano, creer y vivir que todo lo que existe está habitado de misterio y que antropológicamente todo humano, por el hecho de existir, está constituido por el espíritu. Para la teóloga, alguien que es espiritual tiene un talante abierto que le lleva a entender que la vida es cambio, es más agradecido, es “barro habitado de espíritu, e imagen y semejanza del Dios que adoramos”.
No somos Dios, porque somos frágiles, temporales y vulnerables
Es ser espiritual, entendiendo la espiritualidad como la dimensión de profundidad del ser humano, creer y vivir que todo lo que existe está habitado de misterio y que antropológicamente todo humano, por el hecho de existir, está constituido por el espíritu. Para la teóloga, alguien que es espiritual tiene un talante abierto que le lleva a entender que la vida es cambio, es más agradecido, es “barro habitado de espíritu, e imagen y semejanza del Dios que adoramos”.
Es ser lúcidamente valientes, como los seguidores de Jesús, y como el propio Maestro, que se atrevió a decir a otros que se equivocaban. Aludiendo a la parresía y a la libertad, en palabras de la ponente “ser valiente es atreverse a decir lo que crees que debes decir o hacer”, desde la sensación de miedo a perder algo, a que las consecuencias nos puedan complicar la vida.
Supone atravesar el fracaso, acogerlo como parte de la vida, lejos del “éxito y el brillar en el que nos han educado”, así como reconocer que en la vida no se puede con todo porque somos humanos, un fracaso entendido por Ruiz como “desconfianza, rechazo, persecución, acusación, envidias, difamaciones, proyectos que salen mal…” que se deben enfrentar en lugar de huir.
Es no ser ideología, porque en su opinión en ocasiones “nos come la ideología”, no entendida como la coherencia entre lo que pensamos y hacemos, sino como la actitud que lleva a “expulsar lo distinto”.
También es ser impertinentes, huir de la tendencia de ser políticamente correctos por “temor a ser llamados locos”, dejar de poner empeño en encajar y destinar esfuerzos a pertenecer o encontrar nuestro sitio, porque para la teóloga, “encajar no siempre significa estar en el lugar adecuado”.
Es ser amables, para Ruiz una palabra revolucionaria de la que nos estamos olvidando, que se traduce en tener un estado de ánimo que haga soportable nuestra existencia, que cuide el trato con nuestro entorno.
Es curar y expulsar demonios, en cuanto a que todas las personas podemos ser fuente de salud y toxicidad, y para ser Evangelio, incidió en que hay que elegir curar, porque es un modo especial de hacer el bien, es el “he venido para que tengáis vida en abundancia” de Jesús, afirmó.
Es luchar contra el mal y denunciarlo porque, según sus palabras “el silencio de los buenos es terrible, no basta con ser amables, hay que luchar contra el mal con valentía”.
Y por último, es ser tú, “con tu nombre y apellido”, para ella la primera vocación a la que somos llamados los seres humanos. Advirtió, además, que si promovemos ese ‘tú’ o vocación, que la gente encuentre ese nombre secreto que tiene y que Dios le ha dado (en alusión a las palabras de monseñor Argüello durante la inauguración) y se olvidan o cercenan “otros ‘tús’ de segunda categoría”, hay un problema, porque “ser Evangelio es ser tú y que todos tus ‘tús’ valgan, porque si no perdemos credibilidad”, concluyó.