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Directo al corazón

Ana Mª Sánchez García. Presidenta de Escuelas Católicas

Tiempo de agradecer

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En medio del dolor y de la crisis, siguen existiendo el bien, la bondad y la belleza

Nos acercamos ya al final de un curso que, sin duda, ha sido muy especial. Seguramente tenemos las agendas llenas de tareas para estos días que nos quedan… Entre tantas, hay una que quizá no hemos apuntado, pero me parece fundamental; es, sencillamente, AGRADECER.

Agradecer supone pasar lo que hemos vivido estos meses por el corazón, descubrir y reconocer todo lo que en ellos ha sido don, regalo, bendición, lo que nos ha hecho crecer, lo que nos ha acercado a los otros y a Dios, lo que nos ha dado motivos para mantener la ilusión. Agradecer nos reconcilia con el pasado, nos hace vivir con paz el presente y mirar el futuro con esperanza. Agradecer nos hace salir de nosotros mismos y ponernos en relación. Agradecemos a los otros, a la vida, a Dios… Agradecer nos impulsa a compartir, a servir, a dar y a darnos.

La pandemia nos ha obligado a cambiar muchas cosas en nuestra vida. También en la vida de los centros, en la organización de los mismos, en la manera en que nos relacionamos en ellos y en la forma en que educamos. Al mismo tiempo, nos ha hecho descubrir y valorar muchos detalles que nos pasaban desapercibidos, o que quizá dábamos por sentado, y que ahora reconocemos como regalos. Nos ha dado oportunidades para sacar lo mejor de nosotros mismos, para cuidar y ser cuidados, para amar en gratuidad. Y nos ha hecho más conscientes de lo privilegiados que somos.

Podemos estar contentos porque, a pesar de tantas dificultades, nuestros centros se han mantenido abiertos y han seguido encarnando y transmitiendo los valores del Evangelio. Tenemos que agradecer a todos los que han hecho esto posible, todos los que, día a día, con su entrega valiente y generosa, con inmensa creatividad y sin dejarse vencer por el desánimo, han sostenido las actividades pedagógicas y pastorales y los servicios que prestan los colegios. Tenemos que agradecer a nuestros alumnos, que con sus ganas de aprender y vivir empujan las nuestras, y a sus familias, que han cuidado la comunicación y la colaboración, aun teniendo que respetar las distancias.

Si miramos más allá de nosotros mismos, a nuestro entorno y a nuestro mundo, seguiremos sumando motivos para el agradecimiento: en medio del dolor y de la crisis, siguen existiendo el bien, la bondad y la belleza, sigue habiendo personas comprometidas en la construcción de la paz, la justicia y la fraternidad. Y tenemos que agradecer, ahora y siempre, a Dios, que nos acompaña en toda circunstancia, que continúa invitándonos a colaborar con Él en su tarea creadora a través de la educación, que sostiene nuestros empeños y nuestros sueños.

Ojalá, en medio de nuestros quehaceres de estos días, podamos encontrar un espacio para pararnos, mirar las cosas y los acontecimientos desde el corazón, y dejar que brote, sincero y hondo, nuestro agradecimiento, para que empape nuestras palabras y nuestros gestos, todo nuestro actuar. Que vivamos este tiempo como TIEMPO DE AGRADECER.

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