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Cubículos
teresa ahora, además las tiene en su propio cerebro si quisiera rememorar. Esto le hace pensar de inmediato que de alguna forma está asumiendo que este cadáver es él. ¿Cómo es posible?
Continúa escuchando, sintoniza la sensibilidad en los últimos momentos. Sonidos de trastes, copas, risas. Reconoce después los gemidos del amor y luego los cantos de la típica noche que se resguarda secretamente en su pecho y en su inconsciente desde hace muchos años, y que solo pueden provenir de su departamento, cercano al bullente rayo solar del amanecer y lejano del tumultuoso rugir cotidiano. Sus últimos días parecen cotidianos, entonces ¿cómo logró cambiar de tiempo? Esto aleja la posibilidad de que él está muerto. Pero aun así hay duda, pues para viajar en el tiempo se necesita poco tiempo, irónicamente, al menos así lo demuestran los fragmentos de literatura arcana que hay en los museos.
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Adelanta el registro sonoro, ocurre entonces algo extraño, un segundo borde, como una rebaba que había pasado desapercibida nace, por así decirlo, en el nervio vestibulococlear, haciéndolo más grueso, no lo había notado, y en su experiencia es inusual, porque es como si su experiencia auditiva se hubiera incrementado repentinamente en vida. Continúa la reproducción, millones de sonidos, de historias, de voces políglotas pero extrañamente familiares suenan ahora como si su audición se hubiera amplificado y proviniera de, cuando menos, un mundo con más sonidos, más vital. Lo piensa así pues tiene siempre en la mente que quizá sí es un viajero en el tiempo. Luego, al final, peleas, gritos, explosiones. Una persecución, quizá. Una serie de voces extrañas muerden su oreja y su entendimiento, son de otras especies no humanas, pero sobresale el idioma Tsuoloc, pues son inconfundibles las poquísimas consonantes que usan al igual que vocales, fue recientemente descubierto en una cultura de seres extraños nacidos en Luna Cúbica, que circunda al planeta supermasivo Nibohon, del cual también se conoce poco. Hay además un sonido chirriante que observa en los registros gráficos del audio y que aparece en varios momentos, que se podrían suponer corresponden con los momentos en que el muerto viajó en el tiempo, el último sucedió pocos minutos antes de morir. Sólo queda escuchar un susurro de escasos segundos, las últimas palabras quizá… es una canción arcana, raidersondestorm, Lizardo la recuerda porque compró una copia en el museo hace años. Escrita por un tal Rey Lagarto. En medio de la canción el sonido baja y una voz moribunda o muerta esgrime: huye, lo sabrán, lo saben, lo sabían… ¡sálvanos, Lizardo!
Se estremece mientras mira su cráneo sin rostro, sus ropas. Sabe que podría ser él, pero también cualquiera. Escribe un reporte vagamente convincente, mete el resultado del caso como sin resolver. Eso le dará tiempo, necesita pensar y analizar las pruebas, lo que salió o, mejor dicho, captó el oído con lo último dicho por la lengua. Sobre todo la parte en donde se escucha el idioma Tsuoloc. Necesita un intérprete, sólo un académico podría hacerlo, aunque su traducción sería apenas de un 30, quizá 45 por ciento fiable, ya que es una cultura recién descubierta, y muy reservada, se han negado a compartir totalmente su conocimiento, idioma y demás características de especie con el resto de la Vía Láctea, es decir la Organización Interespecies de la Vía Plata, no en todas las culturas conocen la leche. Solicitarlo oficialmente atraería inmediatamente la atención a su caso, y es lo que menos desea ahora Lizardo.
Aunque es ilegal guardar copias, él lo ha hecho siempre, es un hábito, una especie de instinto de supervivencia racional, por si un día algo saliese mal con algún caso. A veces piensa que ese miedo atávico que le obliga a desconfiar del gobierno, de la política y de la gente en general nació entre explosiones de sangre y huesos, de vida y pasiones quemadas entre las fuentes letales de lo que es ser humano.
Cansado de analizar las pruebas de su propio asesinato, y ya que el mensaje que se mandó a sí mismo claramente decía básicamente: perseguido, pasado, presente y futuro, desde
siempre. Algo debe haber que no vio antes en alguno de sus viejos casos.
Está revisando el caso de Sony Ehstil, un maniático adorador de la ciencia arcana. Tarda varios días por toda la información que tuvo que reaprender. Ahí, entre las fotos nanodrónicas yace un manual para viajar en el tiempo y una copia la tiene él, Lizardo Irunta Maranam, una copia ilegal. Piensa que entonces todo comienza con ese manual. Construye la máquina y, el primer día de prueba, muere.
Tiempo después se descubre que los Tsuolocs usan un lenguaje especial para inducir fantasmagorías, alucinaciones y delirium tremens que duran mucho tiempo. Actualmente es una especie cazada, domesticada y sus glándulas sublinguales son comercializadas ilegalmente para inducir estados mentales alucinantes, para organizar golpes de estado, crímenes y recreación. ¬
María Susana López, Mala comunicación digital (2021).
Santiago Falconí (Ecuador)
JOAQUÍN VIO a la muchacha entrar alrededor de las diez de la mañana. Estaba acompañada de un funcionario de la empresa y era evidente que le estaba por mostrar su nueva oficina. Él sólo la vio pasar. Llevaba una camisa azul y pantalones negros. El funcionario la llevó por el fondo de un pasillo.
Al siguiente día la vio pasar sola. Caminó con bastante seguridad y se perdió por el mismo pasillo. Lo que a Joaquín le sorprendió es que no se detenía a saludar a nadie. No echaba un vistazo a los alrededores o a los cubículos, que era el lugar donde Joaquín trabajaba. Los demás empleados comenzaron a notarla a partir de la primera semana. Antes de eso era un ser invisible que, a las diez de la mañana, iba a su oficina para no salir.
La tercera semana de trabajo la muchacha llamó la atención a un pasante por dañar la cafetera. El pasante se disculpó una vez. Sin embargo, parecía molesto. La miraba a los ojos y su cuerpo parecía querer aplastarla contra la pared. El pasante se fue después de algunos minutos y la muchacha reparó la cafetera ella misma.
La cuarta semana todos hablaban de ella. Joaquín podía escuchar el murmullo de las conversaciones en los otros cubículos. La quinta semana ya todos estaban dentro de una sala de chat discutiendo sobre quién era esta muchacha y qué hacía en la empresa. ¿Era la jefa?, preguntaba uno de ellos en el chat. Otro le respondía que no tenía ni la menor idea. Otra compañera insinuó que debía tener una respetable cantidad de Prodata. Joaquín meditó sobre eso. Sabía que existía la Metadata, pero nunca había escuchado hablar de los Prodatos.
Al final de la quinta semana, Joaquín se acercó a su compañera y le preguntó sobre los Prodatos. ¿Sabes de la Metadata verdad?, le preguntó ella. Joaquín le respondió que lo sabía a breves rasgos. ¿Has visto tu hoja de vida o tus informes de trabajo?, volvió a preguntar. Joaquín respondió que no. La compañera hizo un gesto de descontento y se volvió a Joaquín. Es una pena que no les digan estas cosas a los muchachos, continuó la compañera, siempre hay líos por este tipo de desinformación. Dentro de los Metadatos existen dos grupos: Prodatos y Contradatos. Para dejártela corta, los Prodatos son datos positivos sobre ti y los Contradatos son negativos. La próxima vez que puedas ver tus informes de trabajo échale un vistazo al apartado de los Metadatos. Por lo general no ponen un número, suele estar un visto bueno o un positivo o negativo.
En la sexta semana, Joaquín, desde la computadora del trabajo, investigó que era la Metadata. Le habían dicho en el colegio que era importante recabar la suficiente Metadata para entrar a un trabajo estable. Crear algunas entradas en la red, una saludable cuenta en las redes sociales. Había veces que un blog o un videoblog ayudaban mucho, pero Joaquín era el tipo de muchacho que no le gustaba estar frente a una cámara. Intentó, antes de graduarse, abrir un blog sobre carpintería. No duró mucho. También intentó ser activo en foros sobre agricultura, que era otra de las cosas que le gustaban, pero se olvidó de hacerlo. Cuando se graduó, y los reclutadores lo evaluaron, lo enviaron a ese trabajo de oficina. No le incomodó, así que se quedó. Cuando llegó la muchacha, Joaquín llevaba tres meses trabajando allí.
Joaquín descubrió que la Metadata era el conjunto de información que un sujeto dejaba disperso, consciente o inconscientemente, alrededor de la web. Es decir que había una or-