Fanzine Espejo Humeante. Edición 11.5 LENGUA FICCIÓN

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teresa ahora, además las tiene en su propio cerebro si quisiera rememorar. Esto le hace pensar de inmediato que de alguna forma está asumiendo que este cadáver es él. ¿Cómo es posible? Continúa escuchando, sintoniza la sensibilidad en los últimos momentos. Sonidos de trastes, copas, risas. Reconoce después los gemidos del amor y luego los cantos de la típica noche que se resguarda secretamente en su pecho y en su inconsciente desde hace muchos años, y que solo pueden provenir de su departamento, cercano al bullente rayo solar del amanecer y lejano del tumultuoso rugir cotidiano. Sus últimos días parecen cotidianos, entonces ¿cómo logró cambiar de tiempo? Esto aleja la posibilidad de que él está muerto. Pero aun así hay duda, pues para viajar en el tiempo se necesita poco tiempo, irónicamente, al menos así lo demuestran los fragmentos de literatura arcana que hay en los museos. Adelanta el registro sonoro, ocurre entonces algo extraño, un segundo borde, como una rebaba que había pasado desapercibida nace, por así decirlo, en el nervio vestibulococlear, haciéndolo más grueso, no lo había notado, y en su experiencia es inusual, porque es como si su experiencia auditiva se hubiera incrementado repentinamente en vida. Continúa la reproducción, millones de sonidos, de historias, de voces políglotas pero extrañamente familiares suenan ahora como si su audición se hubiera amplificado y proviniera de, cuando menos, un mundo con más sonidos, más vital. Lo piensa así pues tiene siempre en la mente que quizá sí es un viajero en el tiempo. Luego, al final, peleas, gritos, explosiones. Una persecución, quizá. Una serie de voces extrañas muerden su oreja y su entendimiento, son de otras especies no humanas, pero sobresale el idioma Tsuoloc, pues son inconfundibles las poquísimas consonantes que usan al igual que vocales, fue recientemente descubierto en una cultura de seres extraños nacidos en Luna Cúbica, que circunda al planeta supermasivo Nibohon, del cual también se conoce poco. Hay además un sonido chirriante que observa

en los registros gráficos del audio y que aparece en varios momentos, que se podrían suponer corresponden con los momentos en que el muerto viajó en el tiempo, el último sucedió pocos minutos antes de morir. Sólo queda escuchar un susurro de escasos segundos, las últimas palabras quizá… es una canción arcana, raidersondestorm, Lizardo la recuerda porque compró una copia en el museo hace años. Escrita por un tal Rey Lagarto. En medio de la canción el sonido baja y una voz moribunda o muerta esgrime: huye, lo sabrán, lo saben, lo sabían… ¡sálvanos, Lizardo! Se estremece mientras mira su cráneo sin rostro, sus ropas. Sabe que podría ser él, pero también cualquiera. Escribe un reporte vagamente convincente, mete el resultado del caso como sin resolver. Eso le dará tiempo, necesita pensar y analizar las pruebas, lo que salió o, mejor dicho, captó el oído con lo último dicho por la lengua. Sobre todo la parte en donde se escucha el idioma Tsuoloc. Necesita un intérprete, sólo un académico podría hacerlo, aunque su traducción sería apenas de un 30, quizá 45 por ciento fiable, ya que es una cultura recién descubierta, y muy reservada, se han negado a compartir totalmente su conocimiento, idioma y demás características de especie con el resto de la Vía Láctea, es decir la Organización Interespecies de la Vía Plata, no en todas las culturas conocen la leche. Solicitarlo oficialmente atraería inmediatamente la atención a su caso, y es lo que menos desea ahora Lizardo. Aunque es ilegal guardar copias, él lo ha hecho siempre, es un hábito, una especie de instinto de supervivencia racional, por si un día algo saliese mal con algún caso. A veces piensa que ese miedo atávico que le obliga a desconfiar del gobierno, de la política y de la gente en general nació entre explosiones de sangre y huesos, de vida y pasiones quemadas entre las fuentes letales de lo que es ser humano. Cansado de analizar las pruebas de su propio asesinato, y ya que el mensaje que se mandó a sí mismo claramente decía básicamente: perseguido, pasado, presente y futuro, desde


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