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RESTAURANTE
Un invernadero en la ciudad
POR NATALIA CHÁVEZ
Pera el desayuno prueba los huevos con huitlacoche y flor de calabaza. Y si quieres una bebida, escoge desde un chocolate caliente hasta un coctel de amatista.
Esta casita de cristal en una esquina de la calle de Veracruz, en la colonia Roma, es el proyecto culinario más reciente de la chef Martha Ortiz: Filigrana.
Cualquier día soleado se puede ver desde la calle un vitral biselado en forma de diamante que refleja todos los colores del arcoíris y marca la pauta para la atmósfera de este restaurante, diseño de Garduño Arquitectos. Fi ligrana tiene un interiorismo original y poco visto en restaurantes de autor. Al entrar, lo primero que vemos es un árbol, más antiguo que la construcción misma. Lo rodea un comedor con mesas y sillas de madera rústica tapizadas con un terciopelo morado que hace juego con el verde de los dos sofás –de estudio Furu– en una sala muy art déco.
Al fondo hay una barra en la que sirven bebidas de ca cao y cuyo mueble de los años cuarenta remite a una botica antigua. “A donde voltees, la intención es que recuerdes espacios mexicanos que sin ser de color rosa mexicano, reviven esos recuerdos”, explica Carmen Aréchiga, inte riorista del despacho arquitectónico que realizó el proyecto. Para rescatar la herencia nacional tanto en los platillos como en la ambientación, integraron otros materiales como el bejuco con bancas y sillas de este material natural.
Tal vez la mejor parte es la cafetería donde puedes pa sar la mañana leyendo con un espresso y un pan, en una atmósfera como de un invernadero en medio de la ciudad.