LOS MOVIMIENTOS SOCIALES COMO ESCENARIOS DE INTERVENCIÓN PROFESIONAL: REFLEXIONES E INTERROGANTES

Page 1

XXVII Congreso Nacional de Trabajo social. 11, 12 y 13 de septiembre de 2014

LOS MOVIMIENTOS SOCIALES COMO ESCENARIOS DE INTERVENCIÓN PROFESIONAL: REFLEXIONES E INTERROGANTES SOBRE LA CONSTRUCCIÓN DE LO GRUPAL EJE: Nuevos campos de intervención: demandas a la formación. Altavilla, Daniela1 Marcone, María Laura2 Pratto, Lorena3 Resumen: En la presente ponencia nos proponemos aproximarnos a los nuevos campos de intervención profesional del Trabajo Social, problematizando algunos aspectos de la inserción e intervención disciplinar en los llamados “movimientos sociales”, así como su relación con la formación en el ámbito académico desde la perspectiva del campo de lo grupal. Nos interesa discutir los múltiples atravesamientos y dimensiones que se ponen en juego en esos espacios, considerando la interrelación de aspectos históricos, políticos y económicos, así como biográficos y subjetivos, que dan sentido a las conformaciones grupales. Es interesante pensar en la fuerza de los procesos colectivos que posibilitan vivencias y experiencias y generan aprendizajes que pueden ser transferidas a otros ámbitos de la vida social. Asimismo, nos interesa debatir las formas en que estos procesos interpelan la formación académica/ profesional para nuestra disciplina. Introducción: Algunos puntos de partida Este trabajo se inscribe en un proceso más amplio desarrollado como equipo de cátedra de la materia “Trabajo Social, Procesos Grupales e Institucionales” de la Facultad de Ciencias Sociales dela Universidad de Buenos Aires4, en el cual hemos venido desarrollando un análisis activo de las nuevas configuraciones grupales en el contexto actual. Nuestro punto de partida se halla en la concepción de los escenarios de intervención como construcciones sociohistóricas dinámicas, que nos exigen por tanto de un proceso permanente de reflexión, análisis y debate.

1

Lic. en Trabajo Social. Ayudante de Primera de la materia “Trabajo Social, Procesos Grupales e Institucionales”. Carrera de Trabajo Social. Facultad de Ciencias Sociales. UBA. daltavilla@yahoo.com 2 Lic. en Trabajo Social. Ayudante de Primera de la materia “Trabajo Social, Procesos Grupales e Institucionales”. Carrera de Trabajo Social. Facultad de Ciencias Sociales. UBA.marconelaura@hotmail.com 3 Lic. en Trabajo Social. Ayudante de Primera Ad Honorem de la materia “Trabajo Social, Procesos Grupales e Institucionales”. Carrera de Trabajo Social. Facultad de Ciencias Sociales. UBA. lorenapratto@hotmail.com 4 A cargo de la Profesora Graciela Ferrari.


XXVII Congreso Nacional de Trabajo social. 11, 12 y 13 de septiembre de 2014

En este sentido, desde hace varios años se inició un proceso reflexivo al interior de la Cátedra de los contenidos teórico-metodológicos que se desplegaban en las aulas en torno a pensar los nuevos escenarios colectivos de intervención. Esto llevó a la realización de una investigación5que pretendía conocer las modalidades actuales de intervención grupal como parte del trabajo profesional en los contextos institucional, barrial y/o comunitario, teniendo en cuenta las nuevas características en que algunas modalidades de lo grupal se manifiestan en nuestra sociedad. El propósito central era realizar un aporte para mejorar la formación académica en relación a las demandas actuales de trabajo grupal. De ello se pudo desplegar la aparición de nuevos escenarios grupales donde el Trabajo Social comienza a explorar su quehacer y posibilita nuevos espacios de inserción: los movimientos sociales cobran centralidad como uno de estos nuevos escenarios de la intervención6. Es así que desde la cátedra que participamos se inició un camino de búsqueda de dichas experiencias, que implicaron tanto la indagación y revisión bibliográfica así como la aproximación a tales organizaciones. En relación con esto último, en los últimos años hemos desarrollado distintas mesas abiertas de encuentro con colegas que se desempeñan en estas organizaciones, buscando generar un ámbito de intercambio y reflexión sobre el quehacer profesional en tales espacios colectivos. En las siguientes páginas buscaremos dar cuenta de algunas perspectivas de pensamiento y líneas de análisis a partir de las cuales concebimos la inserción y la intervención profesional en el espacio de los movimientos sociales, especialmente en el marco de los denominados “movimientos piqueteros”7. No se trata de brindar respuestas acabadas, sino más bien de aportar algunas concepciones y elementos que abran el debate acerca de las formas posibles de desarrollar procesos de trabajodesde/con estos colectivos8. Para ello, partiremos de una breve introducción al desarrollo de los movimientos sociales en Argentina, para puntualizar luego sobre los 5

“¿Utopía Académica o estrategias concretas de Intervención?” Investigación desarrollada durante el año 2010-2012 en el marco del Program a de Reconocimiento Institucional de Investigaciones de la Universidad de Buenos Aires. 6 Si bien continúan constituyendo espacios minoritarios de inserción, en los últimos años la participación de colegas en tales ámbitos ha posibilitado la apertura de nuevas demandas y propuestas concretas hacia la profesión. En consonancia con ello, se destaca la inserción sostenida de estudiantes que realizan sus prácticas pre-profesionales en diversos movimientos sociales lo que plantea nuevos desafíos a la formación teórico-metodológica. Pero además, es necesario señalar que muchos/as trabajadores/as sociales que se desempeñan en instituciones “tradicionales” construyen cotidianamente formas de articulación con organizaciones sociales de diversa índole, y por ende, las reflexiones en torno a la relación entre Trabajo Social y m ovimientos sociales atañen al quehacer de una parte significativa del colectivo profesional. 7 Consideramos que estos espacios constituyen uno de los ámbitos organizacionales que en la actualidad han mostrado mayor relevancia en relación con la inserción de trabajadores/as sociales. 8 Cabe aclarar que la discusión respecto a los modos concretos en que se efectiviza la inserción de los/as trabajadores/as sociales en los movimientos sociales (como “asalariados”, como “militantes”) excede los objetivos de esta ponencia. Sin embargo, recuperamos los planteos de Capelli, M, Mamblona, C y Redondi, V (2008)cuando sostienen que “la falsa dicotomía “trabajo social en las instituciones” y “trabajo social con los movimientos sociales”, evidencia un obstáculo entendido como limitación de nuestra profesión en la comprensión de los cambios ocurridos en la dinámica social y en la aparición de “nuevos actores sociales”.


XXVII Congreso Nacional de Trabajo social. 11, 12 y 13 de septiembre de 2014

denominados “movimientos piqueteros” y las formas de configuración de lo grupal que tienen lugar en estos espacios. Nos interesa finalmente vincular estos planteos con la formación académica y las demandas que allí se nos plantean. Los movimientos sociales: una breve introducción Partiremos

de

la

concepción

de

movimiento

social

desde

un

paradigma

latinoamericano, teniendo en cuenta su diferenciación con los movimientos de otras regiones, dado que en América Latina adquieren su particularidad vinculados a los patrones de acumulación del capital como así también a la constitución de sus procesos políticos, culturales, e identitarios. Gohn(1997) define a los movimientos sociales como “acciones sociopolíticas construidas por actores sociales colectivos pertenecientes a distintas clases y capas sociales, articulada en ciertos escenarios de la coyuntura política y económica de un país creando un campo político de fuerza social en la sociedad civil”.Según Ansaldi (2006) los movimientos sociales fueron históricamente desde fines del siglo XIX hasta fines del siglo XX, expresiones sentidas de los/las trabajadores/as, campesinos/as y clases medias urbanas. La denominación de Movimientos Sociales surge en la década del 80, estableciéndose dos momentos de análisis, uno de ellos vinculado al final de la dictaduras y la transición a la democracia, conformado por movimientos con características plurales en términos de clase, con elementos distintivos en cuanto a la reivindicación específica de una demanda, como ser movimientos de jóvenes, de género y de derechos humanos. El segundo momento es el de movimientos sociales que combinan una doble pertenencia clasista y étnica asociados a la resistencia de la expansión de las políticas neoliberales y a la consolidación de nuevos patrones de acumulación de capital. Éstos últimos se han producido bajo regímenes democráticos consolidados en contextos de precariedad, son movimientos de resistencia a cambios regresivos de la estructura social generado por políticas neoliberales. Se trata de formas reactivas de lucha que se transformaron en políticas (Ansaldi, 2006). Existen en Latinoamérica diversos movimientos sociales, como ser El Ejército Zapatista de Liberación Nacional, de México, el Movimiento de los sin Tierra en Brasil, Movimientos de Bolivia, y los Movimientos Sociales Argentinos, entre otros. Estos movimientos

desde

el

paradigma

latinoamericano

tienen

en

común:

“laterritorialización, es decir su pertenencia a espacios físicos recuperados o conquistados a través de diversas luchas, la reubicación de los sectores populares en nuevos territorios ubicados en los márgenes de la ciudad y de la zonas de producción, la búsqueda de autonomía, material y simbólica respecto al Estado, la revalorización


XXVII Congreso Nacional de Trabajo social. 11, 12 y 13 de septiembre de 2014

de la cultura y la afirmación de la identidad, el desarrollo de prácticas con forma de organización que reproducen la vida cotidiana, familiar y comunitaria, donde los sujetos

se

instituyen

generando

un

espacio,

apropiándoselo

simbólica

y

materialmente” (Ansaldi, 2006). La conformación de lo grupal en el marco de los movimientos piqueteros: tensiones e interrogantes Svampa y Pereyra (2003) señalan el surgimiento de los movimientos piqueteros a mediados de la década de 1990, en el marco de la profunda crisis social, política y económica que tuvo lugar en nuestro país y que se cristalizó en el estallido de diciembre de 20019. El principal elemento de visibilidad de las acciones de dichos movimientos lo constituyeron los cortes de ruta. Como sostiene Manzano (2004) “La noción de movimiento piquetero engloba organizaciones diversas y líneas políticas divergentes que tienen en común la competencia por una misma base social compuesta por trabajadores « desocupados »”. En este sentido, puede sostenerse que se trata de organizaciones que nuclean a sujetos atravesados por diversas formas de desigualdad social, particularmente en términos de clase social. En el contexto de surgimiento de estas organizaciones, las prácticas y acciones tomaron como principal problemática a abordar la cuestión de la desocupación. Sin embargo, desde allí, los caminos recorridos no han sido lineales e incluyen desde la gestión de planes gubernamentales asistenciales y el desarrollo de diferentes emprendimientos productivos (panadería, carpintería, etc.), hasta espacios que buscan dar respuesta a las necesidades educativas (bachilleratos populares, espacios de formación política), de alimentación, de violencia y desigualdad de género, entre otros. Ahora bien ¿cómo pensar lo grupal en el marco de un movimiento social? Cuando los/as trabajadores/as sociales buscamos emprender acciones grupales en el marcode estas organizaciones –ya sea vinculadas a la salud, la educación, la problemática de la vivienda, u otras- ¿cómo pensamos a estos sujetos? Quirós (2006) sostiene que si bien la literatura académica sobre “piqueteros” constituye un campo heterogéneo, existe un elemento común a la mayoría de las producciones. Esto es, que “el objeto de análisis suele ser el movimiento, o los movimientos: objetos que devienen sujetos que piensan, conciben, dicen, plantean, consideran, aceptan, rechazan, juzgan (…) Como resultado, y con raras excepciones (…) las organizaciones piqueteras tienden a ser aisladas, no sólo del contexto social del que forman parte, sino por sobre todo, de la vida de quienes los integran”. ¿Por qué retomamos estos planteos? Intentaremos

9

Se hace referencia a los acontecimientos ocurridos el 19 y 20 de diciembre, que derivaron en la renuncia del entonces Presidente de la Nación Fernando de la Rúa.


XXVII Congreso Nacional de Trabajo social. 11, 12 y 13 de septiembre de 2014

esbozar algunas respuestas en línea de aportar a las intervenciones del Trabajo Social. En primer lugar, la inserción profesional en un movimiento social no puede ser pensada como un proceso sin conflicto. Una mirada “romantizada” sobre esta cuestión nos tentaría a pensar que allí los sujetos que forman parte constituyen un “todo homogéneo” con idénticos intereses, expectativas, motivaciones, percepciones, sentidos y prácticas en torno a los problemas que los atraviesan. Los planteos de Quirós resultan esclarecedores en este sentido: no podemos pensar “el movimiento” como cosa dada, como entidad en sí misma. Por el contrario, retomamos estos desarrollos para considerar la posibilidad de abordar estos espacios tomando en cuenta a las personas que forman parte de los mismos, con sus diferencias y particularidades. Apuntar la cuestión en esta perspectiva, entonces, nos sitúa en un escenario en constante tensión, en el cual la construcción de lo grupal no puede ser concebida como un a priori, es decir, presuponiendo que allí donde encontramos sujetos formando parte de un ámbito colectivo encontramos indefectiblemente “un grupo”. Pero además, siguiendo nuevamente a Quirós (2006), los discursos alrededor de la participación de los sujetos en los movimientos sociales ha tendido a reducir esta participación a dos tipos de razones: Por un lado, las razones materiales, que indican que “la gente va a los piquetes a cambio de un plan” (Quirós, 2006) deslizando una ecuación entre “piquetero” y “vago” -con las connotaciones moralmente negativas que ello presupone-. Y por otra parte, las razones ideológicas, que buscan destacar su oposición a las primeras al enfatizar que “los piqueteros luchan por un cambio social” (Quirós, 2006). Estas últimas tienden a destacar que los planes constituyen un aspecto subsidiario de los movimientos sociales, detrás de la cual descansan las “verdaderas” demandas (Quirós, 2006). Según la autora, ambos tipos de presupuestos implican miradas normativas respecto del fenómeno10. En este sentido, además de separar taxativamente a los sujetos en dos tipos de categorías irreconciliables, implican nuevamente miradas homogeneizantes que simplifican la complejidad de prácticas y sentidos de quienes forman parte de tales espacios. Nuestra perspectiva de análisis apunta a pensar las intervenciones del Trabajo Social en el marco de un movimiento social recuperando estos planteos. Así, creemos

10

Afirma Quirós “El debate esconde, no obstante, un consenso en el disenso, pues ambas posiciones presuponen que no es aceptable movilizarse políticamente por un plan (…) Ambas comparten una jerarquización entre lo intelectual y lo material: mientras unos censuran a través de la denuncia –el manejo de planes por parte de los movimientos es “clientelar”-, los otros censuran a través del tabú –los planes constituyen un aspecto subsidiario, una demanda meramente reivindicativa de los movimientos, detrás de la cual descansan las auténticas (y más elevadas) demandas” (Quirós, 2006, pp 29).


XXVII Congreso Nacional de Trabajo social. 11, 12 y 13 de septiembre de 2014

necesario trascender estas miradas normativas para dar lugar a la diversidad y complejidad de lo social, escapando a los reduccionismos o las miradas estereotipadas. Más que suponer que el movimiento social funciona como una entidad que explica por sí misma las prácticas y sentidos de los sujetos, creemos que posibilita un marco de trabajo donde estas personas, en sus aspectos singulares y particulares, pueden realizar experiencias significativas que se enlazan con otras experiencias de la vida cotidiana de las mismas. Este planteo implica no reducir las acciones de los sujetos a su significación como “revolucionarias” o “conservadoras”, sino por el contrario, atender a las prácticas cotidianas que posibilitan vivencias, aprendizajes y formas de construcción que pueden ser transformadoras de lo social. Así, el movimiento social cobra sentido como espacio estructurante de la acción y constituye por tanto un marco particular, donde lo político cobra centralidad. En relación con esto último, entendemos que el espacio de los movimientos sociales se estructura alrededor de una politicidad ligada a la vida cotidiana de los sujetos: la participación en un movimiento enlaza a las personas en una trama de relaciones que implica muchas veces la construcción de demandas, reivindicaciones y construcciones colectivas. Por este motivo, consideramos que si bien la participación en un movimiento social no puede ser explicada a priori, sí es posible pensar que entraña la posibilidad de una apropiación –no sin conflicto, por supuesto- de lo político en la vida cotidiana. En este sentido, se instituye como un lugar de constitución de nuevas subjetividades y experiencias, muchas veces transformadoras. La inserción del Trabajo Social en estas instancias abre el interrogante acerca de cómo acompañar los procesos de transformación que toman lugar en estos escenarios.

Algunas dimensiones relevantes en el análisis de lo grupal Como se mencionó anteriormente, desde la Cátedra donde participamos se ha ido generando la posibilidad de revisión bibliográfica, que se vio profundizada en la etapa de cambio del Plan de estudios de la Carrera de Trabajo Social. Allí, pensando lo grupal como campo de intervención, y desde la perspectiva profesional, se hace necesario un abordaje que contemple las dimensiones teórico-metodológicas y sociopolíticas de nuestro desarrollo disciplinar. Se trata de buscar entender estos nuevos fenómenos sociales, posibilitando espacios de reflexión crítica a partir de los emergentes concretos de la realidad, a fin de identificar los alcances de la intervención profesional, en la dinámica contradictoria de la sociedad actual. Nuestras consideraciones en torno al análisis de lo grupal se despliegan en una perspectiva ligada en primer término al análisis de la complejidad. Recuperamos los


XXVII Congreso Nacional de Trabajo social. 11, 12 y 13 de septiembre de 2014

planteos de Morín (1990)al entender que hablar de complejidad implica contemplar el orden y el desorden, partiendo de caracterizar el análisis de la realidad como multidimensional y multirreferencial. Esto supone una lectura plural, heterogénea y dialéctica de los entramados grupales, que escape a lecturas simplistas o reduccionistas de los fenómenos y problemáticas que buscamos abordar. En consonancia con ello, y para resumir lo planteado hasta aquí, consideramos que la construcción de lo grupal en el marco de un movimiento social implica recuperar los aspectos sociohistóricos que estructuran la participación de los sujetos en los mismos (sus condiciones de vida, los procesos diversos que han ido constituyendo el devenir de determinados colectivos sociales, etc.) así como la singularidad de las personas que forman parte de los mismos, evitando subsumir cualquiera de estas dimensiones a la otra. En este sentido, lo grupal se configura precisamente en la interrelación entre los aspectos históricos, políticos y económicos, con aquellos biográficos y subjetivos, que imprimen un sentido específico y particular a las distintas conformaciones grupales. Así, creemos que toda intervención en lo grupal parte necesariamente de una lectura en torno a sus configuraciones, condicionamientos y particularidades, donde lo contextual atraviesa la realidad del grupo, posibilitando la aparición de lo nuevo. En este sentido nos apartamos de cualquier “receta metodológica” que pretenda deshistorizar los procesos de trabajo y/o plantear la existencia de “los grupos” como dimensiones estáticas y cosificadas. Como sostiene Sartre, “el grupo no es. (…) Es un proceso en marcha, una marcha que (…) es dialéctica. Es decir, que lo que se intenta describir es al grupo como un devenir y no como una cosa” (Rosenfeld, 1972). Ahora bien, en este devenir como proceso, existe la posibilidad de generar aprendizajes y experiencias colectivas, así como también de “volver a la serie”11 y por tanto de dispersión de los sujetos. Este último planteo se enlaza en el desarrollo del autor con la noción de alienación, la que aparece como dimensión inscripta en la misma praxis humana. Y menciona que desde su nacimiento el sujeto está en situación de alienado, y es por esto que también el grupo está en una lucha constante contra la misma (Rosenfeld, 1972). Dados estos planteos, nuestra perspectiva apunta a recuperar la fuerza de los procesos colectivos, buscando acompañar desde el quehacer profesional el fortalecimiento de espacios grupales en los cuales se posibiliten aprendizajes y experiencias transformadoras de lo social. Estos ámbitos resultan espacios privilegiados donde pueden ponerse en marcha

11

Rosenfeld, tomando a Sartre señala que la serie es un tipo de relación humana que se establece entre los individuos que la componen, donde cada miembro es sustituible por otro, indiferenciado, son pluralidades de soledades.


XXVII Congreso Nacional de Trabajo social. 11, 12 y 13 de septiembre de 2014

procesos de construcción de reciprocidades, y por tanto de “lucha contra la serialidad y la alienación” (Rosenfeld, 1972). Es en este sentido que consideramos de importancia los aprendizajes que se generan en el interior de los grupos, ya que la toma de conciencia de la fuerza de los procesos colectivos posibilitan vivencias y experiencias que pueden ser transferidas a otros ámbitos de la vida, siendo lo grupal el espacio indudable de inclusión y de resubjetivación de lazos sociales. Entendemos al aprendizaje como cambio, como acción transformadora. Siguiendo a Bauleo (1970) es poner en juego la información, la emoción y la producción. Aprendizaje implica cambios, modificar conductas, mejorar y optimizar conocimientos y actuar creativamente promoviendo el descubrimiento de nuevas potencialidades y la construcción de nuevos saberes. Para Freire (2007)el aprendizaje es praxis que significa la acción y la reflexión de los hombres y las mujeres sobre el mundo para transformarlo desde una perspectiva de la educación liberadora, que parte de reconocer el carácter histórico y la historicidad

de los

hombres y las mujeres como sujetos con conciencia y capacidad crítica, creativa y transformadora.

Reflexiones finales En el presente trabajo hemos buscado plasmar algunas líneas y conceptualizaciones que entendemos centrales para abordar la relación entre Trabajo Social y Movimientos Sociales.

Nos interesaba

centralmente

poner de relieve el

entramado

de

complejidades que juegan en la configuración de lo grupal en estos ámbitos, así como los desafíos que se presentan para nuestro campo disciplinar al momento de pensarnos insertos y/o articulando con los sujetos que forman parte de estas organizaciones. La perspectiva adoptada en relación con los fenómenos grupales busca recuperar un análisis crítico tanto de la realidad de los fenómenos abordados, así como de la propia inserción de los/as trabajadores/as sociales en estos procesos. Ello supone poner en primer plano la dimensión política de nuestra intervención, cuestionando aquellos planteos que buscan instituirla como un mero saber técnico y neutral, negándole su propia historicidad y sus mismas contradicciones. Esto va de la mano con sostener tanto en nuestro desarrollo profesional como en la formación académica una lectura activa de los procesos históricos, buscando aproximarnos a los mismos a través de la construcción permanente de nuevos saberes teórico-metodológicos.


XXVII Congreso Nacional de Trabajo social. 11, 12 y 13 de septiembre de 2014

En relación con estos planteos, creemos que la formación académica no puede mantenerse ajena a las transformaciones que van tomando lugar en el campo socio político. Por ello consideramos que es necesario mantener abierto el debate acerca de los modos de relación entre los ámbitos académicos y los espacios sociales donde se están jugando activamente procesos políticos que atañen a la vida de los sujetos y colectivos con los que trabajamos. Si la información académica recibida no cuenta con esta amplitud de miradas y de posicionamientos, la universidad, o los colegios profesionales y los propios involucrados, deberíamos sentirnos interpelados ante el desafío de pensar estrategias para transformar y/u optimizar los contenidos curriculares, en pos de mejorar los procesos de enseñanza y aprendizaje.Partiendo de una relación vincular entre estudiantes y docentescomo protagonistas de dicha construcción. Como equipo de cátedra, creemos que estas posibilidades de construcción activa y crítica nos imponen un desafío central en la formación académica: reflexionar en torno a los modos en que se construyen los saberes en el mismo espacio del aula. ¿Cómo fortalecer este espacio áulico en tanto ámbito de debate crítico? ¿A través de qué procesos

favorecer

una

apropiación

colectiva

de

las herramientas

teórico-

metodológicas que consideramos centrales en la intervención? Nuestra apuesta apunta precisamente a desplegar en el espacio del aula procesos de construcción grupal de saberes y conocimientos. Creemos que el grupo constituye el escenario propicio para poder trabajar estos interrogantes entendiendo a los mismos como espacios tácticos donde se visualiza la producción de efectos singulares e inéditos, donde los grupos no son islas ya que tienen inscripciones institucionales reales o imaginarias. Referencias Bibliográficas

ANSALDI, Waldo (2006). Quedarse afuera, ladrando como perros a los muros. Protesta y movimientos sociales en América Latina en la bisagra de los siglos XX y XXI. En Movimientos sociales. Experiencias Históricas. Tendencias y conflictos. Rosario, Escuela de Historia de la Facultad de Humanidades y Artes de la Universidad Nacional de Rosario. BAULEO, Armando (1970). Ideología, Grupo y Familia. Capítulo Aprendizaje. Editorial Kargieman. CAPELLO, M; MEMBLONA C, Y REDONDI V. (2008). Movimientos Sociales y Universidad. La articulación con los Movimientos Sociales un desafío pendiente para


XXVII Congreso Nacional de Trabajo social. 11, 12 y 13 de septiembre de 2014

el Trabajo Social. Cátedra de Trabajo Social V de la Facultada de Trabajo Social de la Universidad de la Plata. DEL CUETO, Ana María y FERNÁNDEZ, Ana María (1985).El dispositivo grupal. En Lo Grupal 2, Del Cueto, et al., Buenos Aires, Búsqueda. FREIRE, Paulo (2008).Pedagogía del Oprimido. Capítulo II. 3ra edición. Argentina, Editorial Siglo veintiuno. GHON, María (1997). Teoría de los Movimientos Sociales. Sao Pablo, Editorial Loyola. QUIRÓS, Julieta (2006) Cruzando la Sarmiento: una etnografía sobre piqueteros en la trama social del sur del gran Buenos Aires. Buenos Aires, Antropofagia. MORÍN. Edgar(1995) Introducción al pensamiento complejo. España, Editorial Gedisa. MANZANO, Virginia (2004).Movimiento social y protesta social desde una perspectiva antropológica. SVAMPA, Maristella y PEREYRA, Sebastián (2004). La política de los movimientos piqueteros. Revista da Sociedad Brasileira de Economia Política, Rio de Janeiro, Brasil, nro 15. ROSENFELD, DAVID (1972): Sartre y la psicoterapia de los grupos. Capítulo I. Buenos Aires, Editorial Paidos.


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.