REFLEXIONES ACERCA DE LAS CONDICIONES LABORALES Y EL REPOSICIONAMIENTO DEL ROL PROFESIONAL

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XXVII Congreso Nacional de Trabajo social. 11, 12 y 13 de septiembre de 2014

EJE: Condiciones laborales de los trabajadores sociales en los distintos marcos institucionales u organizaciones. REFLEXIONES ACERCA DE LAS CONDICIONES LABORALES Y EL REPOSICIONAMIENTO DEL ROL PROFESIONAL. Mora, Analía y Ruiz, María Eva1

Introducción: La presente ponencia, se encuentra desarrollada por dos licenciadas en Trabajo Social, recibidas de la Universidad Nacional de Lujan, empleadas como tales dentro del área de discapacidad en el municipio de Pilar (Buenos Aires). Consideramos aquí, algunas de las dificultades para el reposicionamiento del rol que se corresponden a las condiciones laborales. Es así que, estamos sujetas a las condiciones impuestas por los gobiernos nacionales, provinciales y municipales de turno. Desde los cuales, se pone mayor énfasis en las intervenciones asistenciales, invisibilizando la implementación de dimensiones de promoción

y

prevención,

que

consideramos

fundamentales

para

lograr

transformaciones superadoras con la población que trabajamos. Es común que la mayoría de los contratos laborales, se caracterizan por ser temporarios; generando incertidumbre al proyecto de vida personal, dada la precariedad contractual en la que nos hallamos insertas. Sumado a esto, nos encontramos ante exigencias extra-profesionales que extienden obligatoriamente nuestra jornada y devalúan nuestra posición técnica (asistencia a actos políticos por ejemplo). Evidenciamos dificultad para modificar la etiqueta de “asistente” por la “trabajadora” social en el imaginario de las personas con las que trabajamos como del personal y / o profesional próximo en los equipos laborales. Lo cual remite a una noción de asistencia en nuestro rol. Nos es común, desarrollar nuestro trabajo en espacios físicos inapropiados tales como pasillos, o consultorios odontológicos ubicados dentro de los Centros de Salud. En ellos, se genera una interrupción del encuadre, vulnerando la confidencialidad de la práctica. Por otro lado, consideramos que si bien el Trabajo Social ha evolucionado, continúa estando relegado ante profesiones hegemónicas. Concebida en sus inicios como una 1

Dirección Para Personas con Discapacidad. Municipio de Pilar. Buenos Aires.


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profesión con “vocación de servicio” permanece, en muchas instancias, siendo funcional a los gobiernos de turno con igual propósito. Dadas estas condiciones de trabajo, nos preguntamos ¿Es posible, bajo estas circunstancias, aportar al empoderamiento y promoción de las personas? Con respecto a lo anterior, retomamos las palabras de las autoras Genolet y otras (2005), sobre el Reconocimiento de la labor en relación al concepto de P. Bourdieu “capital de reconocimiento o de consagración”. “Paralelamente en el campo de reconocimiento de las profesiones en Trabajo Social se suma el que deviene de los sujetos de la acción profesional. La particularidad de estos sujetos es su condición de excluido, discriminado, marginalizado. La posibilidad de ser reconocidos implica autoridad en el ejercicio profesional. (…) Lo llamativo de estas situaciones es que se tiene autoridad como fruto del esfuerzo y del trabajo por defender siempre las posiciones de los más débiles de la sociedad.” Pág.91. En la actualidad, nos enfrentamos a una cuestión social

que se encuentra en

permanente ebullición, debiendo actuar sobre lo urgente para paliar situaciones de violencia, adicciones, pobreza, etc. De este modo, se recortan nuestras posibilidades de focalizar sobre un eje específico y articular a fin de generar más y mejor calidad de vida. El trabajo social se inicia como mecanismo de control a los efectos de contener las masas y conservar el ejército de reserva. Luego de la reconceptualización se intenta cambiar el paradigma pero aún subyace un control social disfrazado que condiciona y aliena nuestro ejercicio profesional. De este modo, deberíamos generar una autocrítica ya que los primeros sujetos sujetados somos nosotros mismos. Consideramos necesario generar autonomía tanto para nosotros como para las personas con las cuales trabajamos. ¿Cómo ser autónomos cuando somos empleados y como tal, estamos atravesados por la condición económica? ¿Cómo generar empoderamiento del colectivo profesional sin que eso implique perder nuestra fuente de trabajo? Elegimos esta profesión y creemos en que es posible lograr la transformación: escuchar eso que nos hace ruido, cuestionar lo establecido, ejercitar la duda constante; es el camino para revalorizar el ejercicio profesional.

1-

Ejercicio Profesional:

Mencionaremos aquí algunos de los fundamentos sobre los que se rige nuestro ejercicio profesional como trabajadoras sociales. El artículo II de la Ley 23.377 “…la actividad profesional por sí o en el marco de


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servicios institucionales…tienden al logro de una mejor calidad de vida de la población…”. Asimismo el Decreto 1568/88 decreta que son funciones del profesional del Trabajo Social… a)

Promover la participación organizada de personas, grupos y comunidades para

mejorar su calidad de vida… d) Realizar acciones tendientes a prevenir la aparición de problemas sociales y/o de sus efectos… i) Realizar estudios, diagnósticos de la realidad social sobre la que se deberá actuar… La Ley 10.571 vuelve a remarcar como competencia del Trabajo Social tender al logro de una mejor calidad de vida. Asimismo el Código de Ética que nos rige explicita que “El Trabajo Social está basado en principios filosóficos e ideales éticos, humanísticos y democráticos y considera al ser humano en su dimensión integral…y se vuelve a reiterar en el principio N° 3 la propuesta de tender al mejoramiento de la calidad de vida de la población. Ante estos antecedentes podemos decir que tanto las leyes que nos rigen como los objetivos que persigue la profesión, mediante su práctica profesional, son claros e idénticos, la cuestión radicaría en que en la práctica cotidiana de nuestro ejercicio profesional se encuentra mediatizada por limitaciones de carácter estructural que delimitan nuestras condiciones de empleo, los recursos y la mirada que se tiene de los sujetos con los cuales trabajamos. Sentimos que en este momento estamos interviniendo desde la inmediatez para calmar la urgencia, no quedando tiempo para generar propuestas superadoras como se postula en los principios que rigen nuestra profesión. Estas limitaciones que encontramos, tienen implicancias en las políticas sociales. En cuanto a estas podemos decir, de acuerdo a lo expuesto por Gambina (2012) que “las políticas sociales en América Latina son políticas para la contención del conflicto social. La política social es para disciplinar a la población, para sacar de la calle y de la protesta a los más pobres de la sociedad”(...) “las políticas sociales son políticas sociales compensatorias. Las políticas sociales son la estrategia central de los gobiernos”. En el caso del área de Discapacidad desde la cual intervenimos, mencionamos la política social que se está implementando son las pensiones no contributivas, las cuales han modificado su perspectiva, hoy no solo se contempla lo médico sino también el entorno social de las personas, es decir, no es necesario que el solicitante haya adquirido el 76 % de discapacidad otrora exigida, hoy se contemplan las 2 áreas, así, una persona que se encuentra con alguna enfermedad y con un desempleo


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crónico (a causa de su enfermedad) se le otorga la pensión. Si bien es necesario el otorgamiento para quienes están realmente discapacitados, no consideramos adecuado “discapacitar” la pobreza y generar clientelismo político, más propicio sería generar sistemas productivos y no subsidios que generan dependencia porque en definitiva éstos no abren nuevas perspectivas para desarrollar los potenciales que cada persona tiene. Siguiendo a M. Rozas Pagaza “nuestro Objeto de Intervención se construye desde la reproducción cotidiana de la vida social de los sujetos explicitada a través de sus múltiples necesidades” (Rozas Pagaza, Margarita, 1998: 60) es decir, nos llegan sus demandas y no acabamos el problema entregando un subsidio, porque detrás de cada sujeto hay muchas cuestiones entrelazadas que se van descubriendo a medida que se interviene pero que, en muchos casos, solo atacamos lo urgente y lo otro va quedando sin resolver. Con respecto a lo anterior, la Intervención Profesional tiene un fuerte

carácter

pragmático y rutinario que le impide estructurar un campo problemático que traspase las fronteras de la relación recurso/demanda, empobreciendo la comprensión de la cuestión social elevándola a un nivel de transitoriedad y naturalización. Hoy por hoy solo somos ejecutores de programas, que tienden a calmar la urgencia, no contamos con recursos, tiempos ni herramientas que tiendan a la promoción efectiva de las personas mediante un proceso de acción multidisciplinaria donde converjan todas las áreas: salud, educación, viviendas, etc. Nos permitimos reflexionar a partir de lo que señala Mirta “Cuando el Trabajo Social detecta que está sujetado a las desigualdades más escandalosas de la trama social, colocándolo en el sitio del control social, aparece allí una posibilidad de abrir el “desenganche” de las razones que argumentan este orden” (Mirta Rivero en Siede, 2012: 11). De este modo es que como profesionales insertas en este entramado nos comenzamos a replantear nuestro lugar y objetivos profesionales. Al respecto de la Intervención Profesional Yolanda Guerra expresa que “no hay intervención sin proyecto” (Op. Cit.: 15), relacionándolo a la vez con un proyecto de sociedad, de la clase trabajadora. Ante esto, estamos convencidas de que reconocer e interpelar nuestras condiciones de trabajo nos permiten ir definiendo un proyecto profesional inherente a los propósitos que queramos llevar adelante como sociedad. Es así, que nos proponemos reconocer los intereses de la clase trabajadora y dirigir en ese sentido el proyecto de sociedad.


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“El Trabajo Social no está siendo sólo el gestor de la pobreza; por el contrario, queremos tener nuestra imagen social reconocida como aquellas/os que luchan por los derechos de los trabajadores y por lo tanto, también por nuestros propios derechos” (Op. Cit.: 17) Esta posición se ve límitada de alcanzar dado que notamos un crecimiento de prácticas regresivas y controladoras diseñadas por El Estado, el cual “ejecuta prácticas regresivas, represivas y trata al pobre como un sujeto peligroso, que pertenece a una clase peligrosa. Hay un crecimiento de estas prácticas, una tendencia a solucionar problemas individualmente resultando en definitiva en soluciones burocráticas. En este escenario, se le solicita al trabajador social que sea el encargado de constatar la situación de pobreza de los usuarios” (Op. Cit.: 19). Lo cual nos produce una contradicción en relación al proyecto deseado como profesionales. “En la conformación de este Estado hay una articulación perfecta entre la precarización del trabajo, la flexibilización de la legislación laboral y las políticas focalizadas” (Op. Cit,: 20) Siguiendo con sus palabras, nos vemos exigidas en la cotidianeidad a dar soluciones prácticas, sin importar la calidad de la misma siempre y cuando la institución quede “bien” posicionada desde el “ya dimos una respuesta” no permitiéndonos generar intervenciones de otro carácter. En sintesís, tanto el diseño como la implementación de las políticas sociales desde nuestra perspectiva consideramos que las mismas remiten más a una práctica controladora, parcializada, etc. No obstante estos avatares no deben hacernos perder de vista nuestro proyecto superador como profesionales del trabajo social, debiendo perseverar en su consolidación.

2 - Condiciones Laborales: Para poder reflexionar acerca de nuestras condiciones laborales concretas debemos tener en cuenta dos cuestiones básicas con respecto a nuestra profesión: a-

Reconociéndonos al interior de clase trabajadora.

Gracias al aporte de diferentes autores, nos permitimos “ubicar nuestra profesión en el contexto de la división social del trabajo, como una especialización de la división del trabajo donde nosotros somos aquellas / os que vendemos nuestra fuerza de trabajo a cambio de un salario con el cual no sobrevivimos” (Op. Cit: 17). Merced a las condiciones contractuales vigentes nos vemos obligadas ha una situación de pluriempleo para garantizar nuestra reproducción. “Los trabajadores sociales son trabajadores en tanto inscriptos en una relación de


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asalariamiento, se constituyen en vendedores de fuerza de trabajo” (Cadermatori, Campos, Seiffer; 2007: 31) Siguiendo con la autora, podemos considerar que muchos no se identifican como pertenecientes a la clase obrera y sólo se ven como profesionales. Observamos de este modo, como una doble imagen que no nos permite apropiarnos de la condición de clase trabajadora. b-

La categoría de género y la génesis de la profesión como vocación de servicio.

De acuerdo a lo expresado por Genolet (2005) el rol de trabajador social es asociado más que como profesión, como una prolongación del rol maternal, es decir, podríamos suponer que predomina en el imaginario colectivo que estamos imbuidas de un “amor y paciencia maternal” lo cual encaja con la imagen idealizada de la profesión y esto también nos afecta, no solo en el sentido que, además de mujeres, somos profesionales con igual jerarquía que las demás ramas y que ambicionar ocupar un puesto de rango preferencial no debe ser mal visto o descalificado. Debemos comenzar a romper el estereotipo que nos ubica como meramente maternales y luchar por los espacios de poder. Pensamos que a pesar de la complejidad de situaciones frente a las que intervenimos la profesión no ocupa un lugar de prestigio y poder frente a las otras, solo son valoradas a través de su vinculación con la gente. Un dato relevante es que en la actualidad de los profesionales encuestados en 2011, el 93, 5 % son mujeres y tienen entre 24 y 47 años de edad (Siede; 2012: 92). Se observa que un alto porcentaje de la profesión continúa siendo ejercida por mujeres. 2.1.

Condiciones laborales concretas.

Tomamos para el desarrollo del presente eje la bibliografía de Siede y Cademartori con respecto a encuestas realizadas a profesionales del Trabajo Social de la Provincia de Buenos Aires para expresar nuestra particularidad. De allí se desprende que la mayoría de los profesionales se han formado en el ámbito público estatal (Op. Cit: 93), incluyendo Universidades y Terciarios. En nuestro caso nos formamos en Universidad Pública. Dato significativo es que el 92,8% de los profesionales bonaerenses encuestados en 2011 (Op. Cit.) se emplea en el ámbito público estatal, de los cuales además se diferencia un 10,4% en dependencia nacional, un 52, 2% en dependencia provincial y un 30,2% en dependencia municipal. Reflejando a su vez la descentralización de la política social Con respecto a esto cabe señalar que como profesionales del Trabajo Social, no solo


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somos empleados precarizados si no que esta precarización afecta a todos los trabajadores. Siguiendo lo desarrollado por Gambina “un dato lamentable para agregar es que el principal precarizador del trabajo en la Argentina y en el mundo, resulta ser el principal empleador: el Estado”(…) “Estado flexibilizador” (Gambina en Siede; 2012: 22). Nos encontramos dentro del grupo de Empleo Precario (46,9%) (Siede; 2012: 101) donde se incluye la modalidad de contrato temporario con recibo de sueldo (6,2%), (Op. Cit.: 100) específicamente anual. Este tiempo pre-establecido hace que no tengamos posibilidad de implementar proyectos a largo plazo, proyectos superadores. Es relevante considerar lo expuesto por Siede “el promedio de la precariedad de los trabajadores sociales supera el promedio de precariedad de los trabajadores en general” (Op. Cit: 100). Vemos así en nuestra situación particular que este “tipo de contratación va a funcionar como un fuerte mecanismo de disciplinamiento que permite no solo la falta de seguridad para los trabajadores sino también la posibilidad de presionar sobre las demás condiciones del empleo: salario, horas de trabajo, horas extras, etc” (Cademartori; 2007: 73). Esta situación nos genera incertidumbre a nivel laboral, económica y afecta a las condiciones físicas / psíquicas por la imposibilidad de concebir un proyecto personal a largo plazo. Siguiendo con la investigación, observamos que en el caso de los municipios bonaerenses el 51,8% de los profesionales empleados en ámbitos públicos municipales, se encuentran bajo la modalidad de contrato con recibo de sueldo, el cual es nuestro caso específico. Este tipo de contratación nos hace perder derechos otrora conquistados por clase trabajadora. Nos encontramos incluidas en esa porción de colegas bonaerenses que estando empleados como trabajadores sociales se encuentran buscando otro empleo como trabajadora social2 respondiendo principalmente a una de las explicaciones que tentativamente ofrece la autora y es aquella que corresponde a la insatisfacción de la inserción actual. De acuerdo con Siede (2012) observamos que la tarea de formación y / o investigación es llevada adelante con exclusividad en escasos profesionales y que muchas veces corresponde al pluri-empleo. Esta situación de pluriempleo corresponde a un 38,3% de los profesionales encuestados (Siede; 2012: 96). Esto genera un mayor desgaste y 2

234 casos de 995 encuestados según Siede 2012.


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una acción repetitiva de las prácticas. En cuanto a las áreas de trabajo que correspondieron los empleados entrevistados nos encontramos en ese 4% que refleja el área de Discapacidad. A este respecto, la autora expresa que a la “histórica fragmentación de la política social basada en diferenciar áreas por “problemática” (salud, educación, vivienda, etc) se acrecienta la fragmentación fundamentada a partir de la definición de “sujetos”” (Op. Cit: 97). Agregamos una reflexión con respecto a que somos profesionales insertos en un altísimo porcentaje, dentro del aparato estatal en sus tres dependencias (nacional, provincial, municipal), limitadas a ejercer de manera independiente a diferencias de otras profesiones que si lo puede hacer. Dadas las condiciones mencionadas, jamás vimos un paro de protesta por parte de nuestro colectivo profesional ni aun en casos de gravedad como lo fue el asesinato de nuestra colega Laura Iglesias. Creemos que la falta de considerarnos como parte de la clase trabajadora, no nos permite ver la posibilidad de agremiarnos y desde allí realizar movilizaciones o demandar por mejoras de las condiciones contractuales de empleo. “Posiblemente los bajos niveles de sindicalización estén íntimamente relacionados con estos elementos: la concepción de la profesión como “profesión libre” y la carga voluntarista de la actividad” (Cademartori; 2007: 97). De acuerdo a la Ley 23.377 consideramos necesario apelar al efectivo cumplimiento del artículo 4to el cual indica, la “facultad del Consejo para velar por las condiciones laborales adecuadas”, dado que observamos la poca injerencia que tiene en relación a las condiciones en las que estamos trabajando las cuales no desconocen. Sumamos los aspectos institucionales que condicionan nuestro ejercicio a saber: falta de espacios adecuados que preserven la intimidad de los sujetos con los cuales trabajamos, rotación de lugares físicos frente a la demanda del colectivo médico. En nuestro caso trabajamos en los Centros de Atención Primaria a la Salud, donde impera la hegemonía médica. Presiones institucionales para concurrir a actos de política partidaria que nada tienen que ver con nuestro ejercicio profesional. ¿Por qué lo hacemos? Por miedo a perder nuestro empleo precarizado. Triste pero real. 3-

Propuestas al interior del colectivo profesional.

¿Hacia una nueva reconceptualización del Trabajo Social? Siguiendo los lineamientos de lo hasta aquí desarrollado, consideramos que es de fundamental importancia contemplar las condiciones laborales destacadas a fin de lograr reposicionamiento del rol profesional que hasta aquí se corresponden.


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De acuerdo a esto, podemos pensar en un que-hacer profesional que contemple un proyecto de Trabajo Social superador, autónomo y que sea parte de la elaboración de las políticas sociales a implementar con la concepción de una sociedad más igualitaria. Dado que somos quienes conocemos a las personas en su reproducción cotidiana y sabemos cuáles son sus necesidades y sus potenciales; debiendo contemplar la posibilidad de la participación ciudadana y colectiva emitiendo su voz sobre decisiones que los involucra directamente. Esto lo decimos considerando que nuestra práctica no se remite solamente a la atención en los CAPS sino también en la diaria tarea de campo lo cual nos permite observar, compartir y conocer las condiciones en las cuales viven. Sumado a esto, repensar nuestra práctica debería incluir más espacios de investigación compartiendo experiencias con otros colegas lo cual redundaría en la posibilidad de transformar las situaciones actuales. Si pensamos que el proceso de reconceptualización aportó la idea de un Trabajo Social liberador con inclusión de sustento teórico y capacidad crítica sobre los orígenes de la profesión, creemos necesario retomar la autocrítica para constituir un nuevo proyecto profesional y de sociedad que muchas perdemos de vista por la rutinización en la que nos hallamos inmersas. Conclusiones. En síntesis, nuestra idea fue exponer las condiciones en que estamos ejerciendo nuestra labor hoy dia y debatir respecto a que mejoras se pueden arribar, también exponer como afecta al trabajador esta “naturalización” de la situación en relación a su estado físico, psíquico, emocional, y como, las secuelas del mismos afectan al trabajador en sí y en su entorno. Creemos necesario asumirnos como clase con el objetivo de lograr mejoras de nuestras condiciones laborales a partir de la representación gremial como colectivo profesional. También consideramos pertinente que los Colegios Distritales se involucren más en nuestro reclamos, propiciando más investigaciones y espacios de encuentros y supervisión. Consideramos que es tiempo de involucrarnos en un debate nacional donde todos sumen sus experiencias y expongan sus pareceres para lograr, en un próximo encuentro, ideas superadoras de las condiciones actuales en que desarrollamos nuestra profesión. De allí el deseo de sumar nuestras voces a las críticas que paulatinamente van


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apareciendo en el colectivo profesional; la intención es lograr, a través del disenso un consenso en cuanto a nuevos planteos respecto a nuestro que-hacer cotidiano que nos permita ejercer “libremente” nuestra profesión respetando los principios y valores que ideológicamente nos rigen a través de

los códigos y estatutos establecidos.

También sería importante debatir con que apoyo contamos, como colegiados, (por ejemplo: área legal, de contención, etc.) en relación a las condiciones contractuales en que nos hallamos inmersos, dado que notamos un enorme vacío respecto a dónde acudir cuando nuestro que-hacer nos desborda. Consideramos que debemos generar autonomía para no seguir siendo esos sujetos sujetados que nos condicionan, condicionando a su vez a las personas con las cuales trabajamos. Concluimos que elaborar la presente ponencia nos permitió desnaturalizar la práctica cotidiana rutinizada aportando a la crítica superadora para mejorar las condiciones actuales Apelamos, desde aquí, a aquellos colegas que tienen nuestras incertidumbres, miedos y cuestionamientos a que sumemos voluntades para el reposicionamiento de la profesión. “No acepten lo habitual como cosa natural pues en tiempos de desorden sangriento, de confusion organizada, de arbitrariedad conciente, de humanidad deshumanizada, nada debe parecer imposible de cambiar” Bertolt Brecht.

Bibliografía.

*Cademartori, Campos, Seiffer (2007); Condiciones de Trabajo de los trabajadores sociales, hacia un proyecto profesional crítico”. Espacio Editorial; Bs.As. *Ley 10.751 (y sus modificatorias); Código de Ética – Incumbencias. Colegio de Asistentes Sociales y / o Trabajadores Sociales de la Pcia. De Buenos Aires. *DECRETO 1568/88. Reglamentación de la Ley Nº 23.377. *LEY NACIONAL 23377. Del ejercicio de la profesión del Servicio Social o Trabajo Social. *GENOLET, A y otras. (2005). “La Profesión de Trabajo Social ¿cosa de mujeres?. Ed. Espacio. Universidad Nacional de Entre Rios. Facultad de Trabajo Social. * ROZAS PAGAZA, Margarita. (1998). “Una perspectiva teórica-metodológica de la intervención en Trabajo Social”. Ed. Espacio. Buenos Aires. 1º Edición. Pág. 60. *SIEDE, Maria Virginia (compiladora). (2012); Trabajo Social y mundo del trabajo: Reivindicaciones laborales y condiciones de la intervención. CATS; Bs As.


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