XXVII Congreso Nacional de Trabajo Social. 11, 12 y 13 de septiembre de 2014
Eje: Intervención profesional: contextos, escenarios y estrategias metodológicas
INTERVENCIÓN PROFESIONAL: DISTRIBUCIÓN Y RECONOCIMIENTO. Aquin, Nora1 Baudino, Silvina2 Griffa, Flavia3
Resumen: En esta oportunidad presentamos algunos resultados y reflexiones de la investigación desarrollada en el periodo 2012-20134: ¿Titulares o tutelados? Evaluación doméstica y territorial de la AUH en los procesos de reproducción cotidiana de la existencia.A partir de lo cual identificaremos el campo de intervención social, y aportes, desde el Trabajo Social, orientados a la redistribución y reconocimiento como sujetos de derechos
Palabras Clave: Intervención Profesional – Derechos – Condiciones de Existencia.
Introducción Este proyecto buscó, por un lado, explorar las modificaciones producidas en las dimensiones doméstica y pública de la reproducción cotidiana de las unidades domesticas titulares de la Asignación Universal por Hijos. Y por otro lado describir modificaciones en relación a la participación social y ciudadana. Para estos propósitos utilizamos un estudio exploratorio – descriptivo, delineado desde la metodología cualitativa. Las unidades de análisis estuvieron representadas por unidades domésticas y referentes de distintas organizaciones sociales con enclave territorial, seleccionadas al interior de barrios con alta concentración e incidencia de la pobreza de Córdoba Capital y Gran Córdoba. Realizamos entrevistas abiertas semi estructuradas y en profundidad, con una guía flexible orientada por los objetivos específicos que permitiera recuperar y reconstruir las prácticas y
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Docente e investigadora de la Escuela de Trabajo Social, de la Universidad Nacional de Córdobanoraquin@gmail.com. Docente e investigadora de la Escuela de Trabajo Social UNC. silvinabaudino@hotmail.com. 3 Estudiante avanzada en la carrera Licenciatura en Trabajo Social. Escuela de Trabajo Social UNC. flavia.griffa@yahoo.com 4 El proyecto fue aprobado y subsidiado por la Secretaría de Ciencia y Tecnología de la Universidad Nacional de Córdoba. Dirigido y Co-dirigido por Nora Aquin y Esther Custo respectivamente. Son integrantes del equipo Alicia Zamarbide, Alicia Miranda, Gabriela Artazo, Silvina Baudino, Exequiel Torres, Natalia González, Fernanda Retamar Investigadores estudiantes: Miguel Diez, Flavia Griffa, Consuelo González, Soledad Leoni. 2
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representaciones. Las entrevistas posibilitaron arriesgar ciertas conjeturas o pistas de nuestro trabajo hasta la saturación de la muestra para poder arribar a un análisis que diera cuenta de los objetivos buscados. Consideramos que si bien las conclusiones de esta investigación no son generalizables, en el sentido de que no estipulan con qué frecuencia ocurre un determinado fenómeno (Rialp Criado, 1998), sí pueden servir de base al desarrollo de teorías que pueden ser transferibles a otros casos. Hablamos entonces de transferibilidad, y no de generalización. Cabe señalar que el equipo de investigación está constituido por estudiantes de grado, docentes y egresados insertos en diferentes áreas del campo profesional lo cual facilitó el trabajo en terreno (validación y lazos de confianza por intervenciones sociales, por investigaciones ya realizadas, u otros), a la vez que, por la misma razón, fue necesaria una constante vigilancia epistemológica.
Sobre el campo de la Intervención Social Para el desarrollo de la presente ponencia partimos de considerar que la implementación de la AUH atraviesa nuestras intervenciones profesionales en el trabajo con los sujetos titulares de tal política. Por lo cual creemos necesario para realizar un análisis apelar a los aportes teóricos propios de la disciplina, recuperando la nociónde campo de intervención, en donde entran en juego tres esferas: sujetos con dificultades para reproducir su existencia, procesos de distribución secundaria del ingreso y los procesos de reproducción cotidiana de la existencia. (Aquín, 2013). Siguiendo los planteos de la autora, consideramos en primer lugar a la esfera de los sujetos que perciben la AUH y que poseen obstáculos para atender por sus medios –y por el mecanismo instituido, que es el mercado- a las necesidades propias de su reproducción cotidiana. Siendo en general –aunque no de manera excluyente- sectores ligados a la fuerza de trabajo5, que tienen dificultades6 para sostener dicha reproducción –para sí y para su grupo próximo- conforme al modo de organización social vigente. Las dificultades a que aludimos no refieren solamente al orden económico o material, sino que las dificultades pueden ser de otra índole: afectivas, de información, de capacitación, vinculares, etc.7 Se trata de déficits producto de relaciones sociales
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Cuando decimos sectores ligados a la fuerza de trabajo, incluimos a la fuerza de trabajo empleada formal o informalmente, subempleada, desempleada, “inempleable”, depreciada, suspendida (en el caso de las enfermedades, por ejemplo), en fin, a un conjunto social que cuenta excluyentemente con su fuerza de trabajo para poder afrontar los desafíos de la reproducción 6 Con esta expresión hacemos referencia a obstáculos que devienen de las desigualdades y asimetrías en las posibilidades de ser generadas por la modalidad específica de distribución primaria en las sociedades capitalistas. 7 No deberían confundirse estas afirmaciones con aquel proceso denominado “deseconomización” o “desmaterialización” de las condiciones de vida, operación que mediante una combinación acertada de poder mediático, poder tecnológico y poder político, reconstruyen a la desigualdad como diferencia, clausurando cualquier consideración de las asimetrías y de la injusticia social (Aquín, 2011). Pero tampoco sostenemos una postura economicista en torno a la cuestión social.
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generadoras de asimetrías en las posibilidades de ser, y no –como pretenden ciertos discursos- de sujetos incapaces, impotentes y atrasados. En la segunda esfera constitutiva de nuestro campo de intervención, situamos a los procesos de distribución secundaria del ingreso, también llamados de redistribución; los mismos hacen referencia al conjunto de procesos a través de los cuales el Estado aborda la cuestión social8. Danani (1996) ubica a las políticas sociales como un tipo de políticas públicas que configuran a la intervención estatal. Se trata de la invención de lo social, en términos de Donzelot (2007), una invención que apunta a que el Estado asuma su rol social y con ello, garantizar la gobernabilidad de las sociedades bajo el régimen capitalista. La asunción por parte del Estado de la cuestión social, no implica que se trate de un fenómeno puramente estatal, ya que otras instancias también intervienen en dicho campo, pero sí que el Estado permea al conjunto de la sociedad en su condición de gran organizador de la distribución secundaria del ingreso; distribución que se denomina secundaria, porque, con base en los tributos de la población, se establecen programas sociales que tienden a regular las asimetrías propias de la distribución primaria9, en donde los sujetos aparecen básicamente como capital y trabajo10. Son las políticas públicas los instrumentos capaces de modificar la distribución primaria –sus mecanismos son las transferencias y los impuestos- , y lo pueden hacer de manera regresiva o progresiva, según profundicen o disminuyan la desigualdad. Se trata de un conjunto de medidas que hacen parte de la política fiscal, y que dispone de distintas herramientas que permiten modificar –de manera progresiva, neutra o regresiva- la distribución primaria.En tanto la AUH, se constituye en una medida de protección de la seguridad social, inscribiéndose en el campo de la intervención social, en el cual se dirime la “cuestión social11”. Ante lo expuesto la AUH es un instrumento de distribución secundaria –o redistribución- del ingreso. En este sentido, podemos recuperar el impacto que la misma ha tenido en las condiciones concretas de existencia de los sujetos que acceden a la AUH, tendiendo a una redistribución progresiva del ingreso, de manera que permita achicar la brecha entre aquellos sectores que históricamente han podido acceder a la seguridad social (por ejemplo a través de Asignaciones Familiares) y aquellos que han quedado por fuera del mismo (sujetos que titulares de la AUH).
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Entendida como “la aporía fundamental en la cual la sociedad experimenta el enigma de su cohesión y trata de conjurar el riesgo de su fractura” (Castel, 1995: 20). 9 Se entiende por distribución primaria la que resulta de las relaciones asimétricas entre capital y trabajo 10 Resulta a nuestro criterio interesante advertir que la obra de Donzelot, La invención de lo social, tiene como subtítulo Ensayo sobre la declinación de las pasiones políticas. De donde queda expresado que la cuestión social, o la invención de lo social intenta atemperar la conflictividad derivada de la explotación. 11 Definida por Castel (1995) como la incertidumbre constitutiva del capitalismo a través de la cual la sociedad experimenta el enigma de su cohesión e intenta eludir el riesgo de su fractura.
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De esta manera, es posible pensar que la AUH posibilita una inscripción o reinscripción en lo social en términos de Carballeda (2008) de sectores poblacionales que tuvieron una inclusión precaria, provisoria o quedaron fuera y no formaban parte del sistema de protección social. Por lo tanto esta reinscripción implica la recuperación de lo propio, de una modalidad de lazo social no con el otro próximo sino también con las instituciones (educación, salud, bancarias, ANSES) y con el mercado a través del consumo. Con respecto a la esfera de los procesos de reproducción cotidiana de la existencia podemos advertir que la AUH se constituye como un recurso estable y regular para las familias, otorgando una nueva significación a la reproducción cotidiana de su existencia. Hablamos de procesos de reproducción cotidiana de la existencia para referirnos al conjunto de actividades de personas, grupos o instancias sociales que desarrollan para mantener o mejorar sus condiciones de vida (Aquin, 2013). En términos de Bourdieu (1988: 122) se trata de “un conjunto de prácticas fenoménicamente muy diferentes, por medio de las cuales los individuos y las familias tienden, de manera consciente o inconsciente, a conservar o a aumentar su patrimonio y correlativamente a mantener o mejorar su posición en la estructura de las relaciones de clase”. El nivel cotidiano de la reproducciónestá compuesto por dos dimensiones: la domestica que contiene las tareas de reproducción generacional, y la pública que incorpora aquel conjunto de necesidades que, no pudiendo ser enfrentados en el nivel doméstico, fugan hacia el espacio público12 en busca de generar posibilidades de una demanda colectiva. Nuestra investigación da cuenta de que percibir la AUH genera modificaciones positivas en términos de acceso de recursos que hacen a la reproducción cotidiana. Podemos compartir que las unidades domésticas comienzan a proyectar su vida cotidiana en otros términos: trascienden la sobrevivencia del día a día y pueden pensar su futuro. Esto queda de manifiesto en las expresiones de las entrevistadas que dan cuenta de que este recurso a través de la AUH se incluye en las estrategias familiares orientadas a proyectar inversiones en términos de por ejemplo: micro emprendimientos informales, acondicionamientos en la vivienda, “reservas” para casos de emergencia, compras a través del crédito entre otras posibilidades que adquieren un valor sustantivo en comparación con tiempos inmediatamente anteriores al cobro de la AUH, tiempos en los que manifiestan que vivían de lo que conseguían en el día; y los caminos de consecución para afrontar las exigencias diarias de la sobrevivencia, giraban en torno a la venta callejera, a la limosna, al “bolsón”, etc. También cabe mencionar mejoras en por ejemplo la calidad de la 12
Hablamos de espacio público en el sentido propuesto por Nora Rabotnikof, quien a partir de la afirmación del carácter histórico y cambiante de los límites entre lo público y lo domestico, propone tres sentidos asociados: lo que es de interés y utilidad para todos, lo que es visible y manifiesto, y lo que es de uso común.
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alimentación o el bienestar que produce en las madres de niños en edad escolar, la posibilidad de disponer de los útiles en tiempo y forma, y de afrontar el pago de la cooperadora, lo cual es un elemento de integración que reduce las posibilidades de discriminación. Esto nos lleva a la lectura del surgimiento de nuevas necesidades cuando se supera el estado de incertidumbre frente a la sobrevivencia diaria y se logra planificar mejoras paulatinas en el bienestar de las familias. Son estos cambios no siempre visibles directamente, los que generan el tránsito mencionado de “los nadie que ahora son alguien”, superando el nivel de sobrevivencia. Cabe mencionar que se registran diferencias notorias en el uso del recurso y las posibilidades antes mencionadas dependiendo de la disponibilidad de capitales económico, social y cultural13 esto remite por tanto no solo a la modalidad de inscripción de una familia en un sistema de relaciones y el capital en juego – considerando volumen y especies de capital- sino también a la movilidad de los mismos, de los usos, del consumo, acumulación y transferencias. Lo cual señala que intentamos encontrar regularidades en el marco de las complejidades de las unidades domesticas entrevistadas porque másallá de los señalamientos generales de los resultados de esta investigación, reconocemos que existen particularidades delimitadas por los capitales antes señalados entonces por ejemplo: endonde se percibe más de un ingreso económico se advierte que los sujetos destinan parte de los mismos para actividades de recreación u ocio del grupo familiar a las que antes no tenían acceso; por su parte, los hogares donde la AUH aparece como único ingreso económico, por ejemplo hogares monoparentales con jefatura femenina donde el aportante económico es una sola persona, las opciones se reducen de manera significativa. En cuanto a la dimensión pública de la dimensión cotidiana encontramos gran heterogeneidad de opiniones y vivencias diferentes respecto a su pertenencia e integración social en el ámbito comunitario, y también en cuanto a su condición de sujetos de derecho. Los testimonios recogidos vienen a reconfirmar que la participación social se relaciona directamente con estrategias de reproducción doméstica, aparecen por tanto como una prolongación del espacio doméstico y se vinculan con los procesos particulares de autoconservación (Heller 1977). Entonces, mirando a la participación social como una condición necesaria de los sectores sociales subalternos para asegurar un mínimo de supervivencia, y que tenga por tanto un carácter predominantemente instrumental, se comprende que la AUH la restrinja, ya que observamos una relación inversamente proporcional entre satisfacción de necesidades básicas y participación social. A partir de las narraciones de las entrevistadas, en general, la AUH no constituye una plataforma sobre la cual los 13
Elegimos para nuestro trabajo los aportes de Gutiérrez (2002) quien recupera la tradición de capital social desde la perspectiva bourdieuniana. Desde esta tópica el concepto de “capital” remite al conjunto de bienes específicos que posee cada una de las unidades domésticas y que se juega en el espacio social acorde a la posición ocupada.
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sujetos participen en actividades de su comunidad o espacios sociales Pareciera que en la mayoría de las situaciones quienes no participaban de alguna actividad tampoco lo hacen ahora, y aquellos que tenían practicas comunitarias continúan de alguna manera innovándolas. A partir de lo presentado, en forma de resumen a los resultados alcanzados, se puede afirmar una modificación en la estructura y contenidos del campo de la intervención social, que interpela al conjunto de interventores sociales y en particular al Trabajo Social, en tanto profesional íntimamente articulado con este campo. De este modo, reconocemos modificaciones en las condiciones de vida de los sujetos titulares de esta política pública, pero al mismo tiempo advertimos la necesidad de reflexionar sobre nuestras propias prácticas y representaciones que operan a la hora de intervenir profesionalmente.
Desafíos para el Trabajo Social Desde nuestro punto de vista, las profesiones que intervienen en la cuestión social participan simultáneamente de las características de una práctica distributiva y de reconocimiento. A nuestro criterio, el campo de intervención social registra avances desde el punto de vista distributivo, en tanto se logran mayores coberturas desde políticas como la AUH de distribución secundaria del ingreso. De alguna manera, este aspecto colabora en procesos de construcción de justicia. Sin embargo, y siguiendo a Fraser (1997), es necesario un trabajo de
rearticulación entre la
distribución y el reconocimiento, escindidos por un lado en políticas sociales y por otro en políticas culturales. Fraser señala “lo que parece ser una elección del tipo disyuntivo exclusivo, denunciándolas como falsas antítesis, y proponiendo“cuestionar la distinción entre cultura y economía;…entender
cómo
las
dos
esferas
actúan
conjuntamente
para
producir
injusticias;…descubrir cómo, en tanto prerrequisito para remediar las injusticias, las exigencias de reconocimiento pueden ser integradas con las pretensiones de redistribución en un proyecto político omnicomprensivo”. Este camino reduciría la asociación siempre presente entre la definición de una población merecedora de apoyo estatal, y su inmediata estigmatización. Y simultáneamente, la reproducción del estigma al interior de los sectores involucrados. Según nuestro análisis, en relación a la percepción acerca de la AUH, predomina la idea de ayuda por sobre la de derecho14, tanto en los titulares de la AUH como en las instituciones por donde circulan, lo cual dificulta la diferenciación con otros planes focalizados percibidos con anterioridad. Se observa también un sentimiento generalizado de humillación frente a ciertos contenidos de la
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La referencia a la “ayuda” se repite con frecuencia también en el discurso gubernamental.
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opinión pública, o aún de cierto trato que reciben de algunas instituciones15. De este modo, si bien podemos reconocer un cambio sustantivo en las condiciones cotidianas de existencia de los sujetos con los que trabajamos, podría decirse, por contraparte, que se están ejerciendo derechos sin que se adquiera concomitantemente la conciencia de tener derechos. Este es un campo desde donde podemos pensar intervenciones superadoras que recuperen la dimensión cultural y permitan trabajar con aquellas representaciones de los sujetos que continúan ancladas en la dimensión de la “ayuda”. De la lectura del decreto, se deriva el carácter de derecho de la AUH, y de sujeto de derecho de sus titulares. Pero estas definiciones no han logrado revelarse como realidad empírica. En la perspectiva propuesta por Fraser (1997), entendemos, a partir de las primeras exploraciones en nuestra investigación, que hay un déficit del trabajo de reconocimiento, que constituye un desafío importante para el conjunto de actores que, desarrollando su actividad en el campo de la intervención social, trabajan por la constitución de una sociedad más justa. En distintos espacios laborales como trabajadores sociales, nuestras prácticas tienen directa vinculación con las dimensiones referidas a la redistribución y reconocimiento aportadas por Fraser (1997). El posicionamiento teórico, ético y político y la revisión critica de tales posicionamientos, nos permitirán contribuir al acceso a derecho de los sujetos, no solo en términos del recurso que contribuye a la reproducción cotidiana de la existenciade las unidades domesticas sino también en el reconocimiento. Consideramosaportes de Aquin (2013) referidos a que nuestra intervención se vincula con la redistribución en tanto puede facilitar el acceso a la AUH dado que si bien su modalidad de implementación realiza avances significativos en la accesibilidad en comparación a políticas anteriores por el carácter directo de las transferencias16, podemos encontrar situaciones en donde por ejemplo la falta de documentación personal obstaculiza el acceso, problemas de regulación de tenencia de los niños/as por que no siempre son los padres quienes conviven con estos y asumen responsabilidades de manutención, desconocimiento de los mecanismos de acceso, entre otros. Tender puentes de acceso como: acompañar a las familias, informar, articular recursos, entre otras acciones son parte de las intervenciones que, como profesionales en el campo de la intervención social,
realizamos.El Trabajo Socialimplica una
mediación activa,
y ello en
base
a
dosfundamentos: por un lado, la afirmación de quetodo profesional interventor social introduce 15
Pregunta una entrevistada: “¿Por qué será que a los que cobran salario familiar no les obligan a mostrar la libreta de la escuela o el carnet de vacunas? Tendría que ser igual para todos”. 16 La AUH se inscribe dentro de las prestaciones de seguridad social a través de Anses e evita grandes estructuras de administración del recurso, sortea en gran medida los complicados procesos de “verificación” de condiciones aptas para el ingreso y permanencia en los programas, limitando por tanto las prácticas clientelares, todo lo cual colabora para que la transferencia llegue a destino
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suespecialidad en el área más vasta y compleja delas decisiones sociopolíticas (De Certeau, 2000)transformando su competencia en autoridadsocial, y lo hace conforme a concepciones y aintereses, de manera que se trata de una autoridadcon posibilidades de orientarse en diversossentidos; por lo tanto, la mediación activa puedeorientarse hacia la burocratización o hacia lacomprensión, hacia una intervención con base enderechos o hacia una intervención basada en elcontrol social. El segundo fundamento deriva de la afirmación por Else Oyen17 quien – refiriéndose a la pobreza- plantea que la misma se produce fundamentalmente por factores económicos, en interacción con factores sociales, políticos y culturales, pero que se perpetúa a través de individuos, grupos, instituciones y prácticas –también las profesionales - que conjuntamente con los sistemas perceptivos y discursivos, reproducen la pobreza y la dominación. En esta perspectiva, no hay demasiados atajos que nos eximan de nuestra responsabilidad por lo que hacemos y por lo que dejamos de hacer como profesionales, y ello sin negar el conjunto de condicionantes que rodean nuestra intervención. Una intervención que se estructura desde la especificidad de ciertos marcos de referencia, de ciertos objetos, de ciertos objetivos, funciones y procedimientos. Y que a su vez, se articula con el campo de la intervención Pero como sostieneFraser(1997) es necesario la articulación entre redistribución y reconocimiento; por lo tanto queremos acentuar la importancia de este aspecto para que esta política materialice modalidades de reconocimiento de los derechos de quienes acceden a la AUH y para poder entender la importancia de trabajar sobre el reconocimiento recuperamos los resultados de la investigación en donde se indagó acerca de las representaciones18 vigentes en torno a la AUH, desde la mirada de sus protagonistas. Esto toma relevancia porque el esquema de percepciones que un sujeto construye en relación a los hechos y sucesos de la realidad; lo que definirá Bourdieu (1997) como punto de vista, se desarrolla a partir de relaciones objetivas entre las distintas posiciones y de las relaciones necesarias que se establecen entre las posiciones y las tomas de posición correspondientes. Es decir, entre el punto ocupado en el espacio social y el punto de vista sobre el mismo. Es así como los sujetos construyen representaciones a partir de percepciones y éstas operan como ordenadoras de sus prácticas. A cuatro años de la implementación de la AUH se ha recogido en las entrevistas una persistente dificultad para reconocerse como sujetos de derechos. Ello queda expuesto al momento de 17
Citado por Alvarez Leguizamón S. (2005). La representación según Moscovici es un proceso en el cual las personas juegan un papel activo y creador de sentido. Para este autor, las representaciones emergen en la dialéctica que se establece entre las interacciones cotidianas de los sujetos, su universo de experiencias previas y las condiciones del entorno; “sirven para orientarse en el contexto social y material, para dominarlo.” (Moscovici, 1979: 18). Por lo tanto, las representaciones sociales hablan, muestran, comunican, producen determinados conocimientos. Podríamos decir en síntesis que las mismas constituyen una versión contemporánea del sentido común. 18
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consultar sobre las opiniones o miradas que perciben de los otros. Cómo vivencian los titulares de la AUH el no corresponder a esta supuesta “moralidad”19 genera muchos interrogantes pero es claro que mientras se siga percibiendo como ayuda el cobro de la AUH y no como derecho esta “moralidad” seguirá presente. Entonces a pesar de nuestro reconocimiento a la constitución de una nueva estatalidad, en la práctica concreta hemos encontrado una reedición permanente de la dicotomía señalada como “la gente bien” y los “cabecita negra” que se constituyen como indicios de polaridad entre grupos sociales20, a través de la distinción “cobra plan”-“no cobra plan”, y dentro del primer grupo “lo merece/le hace falta” versus “no lo merece/no le hace falta”.Como lo señala Noel (2011) las relaciones entre unos y otros son dinámicas y varían tanto en relación a la distancia social relativa entre ambos grupos como en cuanto al correlativo diferencial de poder entre ellos. Estas variaciones producen fortalecimiento o mengua del poder relativo, acorde al nivel de distribución y reconocimiento de derechos sociales conquistados en un proceso de luchas. La percepción de “ayuda” pondría en evidencia la configuración fundacional de la población destinataria de los programas sociales. Desde la constitución del Estado Nación argentino y antes con la creación de la Sociedad de Beneficencia su apoyo e intervención en la “cuestión social” marcaron patrones básicos relacionados con la caridad cristiana; patrones que se filtran y entrelazan con diferentes concepciones de políticas y prácticas de acción social, plasmados a lo largo de la historia en programas/planes sociales (Cardarelli y Rosenfeld, 2008). Una de las dimensiones a partir de las cuales abordamos el tema alude al acceso a las instituciones estatales. Siguiendo a Kaminsky (1994) entendemos que las mismas se constituyen en conjuntos de relaciones que atraviesan y/o confluyen en un mismo espacio,a partir del cual los sujetos construyen sentidos y significaciones. Advertimos que las diversas dinámicas institucionales configuran pero también condicionan las percepciones de los sujetos. Destacamos así, la accesibilidad a establecimientos educativos, centros de salud/Hospitales, ANSES, Banco, Correo, entre otras Lo planteado marca un desafío para nuestra profesión cuyo eje, entendemos que debe ser la defensa de los derechos lo cual está instaurado en nuestros discursos. Lo que nos interpela es lograr su materialización en las prácticas.Entendemos que debe haber un reconocimiento por las 19
La identificación con un colectivo social puede entenderse como resultado de una negociación sobre la base de una asimetría de poder, entre los "ciudadanos de bien" (el establishment) y del otro lado los que no pertenecen al colectivo y son impugnados por los primeros, en relación a la base de la ausencia de ciertos atributos que se suponen inherentes a la identidad a la que se aspira. Sin embargo, la pertenencia al establishment está supeditada a que sus miembros "se comporten como se debe" (Noel, 2011). Siendo la moralidad, ese conjunto de atributos que se establecen desde el grupo de mayor poder como la identidad que se debe tener para pertenecer. 20 la historia de nuestro país podría, en cierto aspecto, contarse como la historia de la vieja dicotomía entre “la gente bien” y “los cabecitas negras”. Noción que se ha construido como producto histórico en una suerte de conflictiva social que oscila en disputas con un trasfondo racial y clasista
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instituciones por donde transitan los sujetos titulares de la AUHpara lo cual es necesario revisar en primer lugar cómo se nombra a los sujetos porque“ninguna conceptualización que se haga de los sujetos es neutra, sino que se sustenta en un marco teórico y también político, está envuelta por alguno de los paradigmas de la teoría social, que encubren y develan determinados intereses vinculados a la reproducción o al cuestionamiento del orden vigente de cosas” (Acevedo, 2012).En las instituciones por donde circulan los titulares de la AUH las formas de nombrarlos son diversas: clientes, beneficiarios, pacientes entre otras denominaciones marcan una significación especial que no contiene la perspectiva de derechos.Dado que nombrar equivale, en alguna medida, a crear, estamos ante el desafío de reflexionar en torno a los modos de nombrar a los sujetos de nuestra intervención. También en relación alas prácticas que desarrollamos, al lugar que otorgamos a la participación activa de los sujetos en la resolución de sus necesidades, a la consideración de cómo actuamos como puente en el acceso a derechos tanto al interior de las instituciones como fuera de ellas en las articulaciones que hacen a la intervención,a cuáles son los discursos imperantes en las instituciones. En ese sentido es necesario posicionarnos como profesionales de los social no solo en lo técnico – operativo sino desde también desde lo teórico, ético y político que habilita a una mirada integral sobre la realidad social y su complejidad, y el por quédefendemos lo que defendemos.
Nuevos desafíos para el equipo de investigación Hasta aquí hemos comentado resultados y propuesto desafíos en base a los resultados de la investigación desarrollada en período 2012-2013, cuyo contenido hemos mencionado al comenzar esta ponencia. Sintéticamente, hemos encontrado mejoras sustantivas en el consumo y en el uso de servicios, modificaciones en el capital cultural y social, y no ha habido ampliaciones relevantes en el plano de la participación comunitaria. Ahora bien; la AUH se sustenta sobre dos condicionalidades: salud y educación, bajo el supuesto de que la atención obligatoria para los titulares de estos dos aspectos mejorará las condiciones de vida de niños, niñas y adolescentes, en el corto plazo. Pero las condicionalidades se plantean sólo desde el lado de la demanda, estableciendo obligaciones para los titulares, sin considerar una mejora o incremento de la oferta de los servicios de salud y educación de modo tal de asegurar el cumplimiento de las condiciones establecidas.
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Frente a ello, nos proponemos trabajar para el periodo 2014-2015 a partir del proyecto21 de investigación titulado “AUH, ESCUELAS Y CENTROS DE SALUD: posibilidades y límites de la ampliación de derechos” para poder profundizar los aspectos mencionados, partiendo de considerar nuevos interrogantes y aportes que surgieron del trabajo con la investigación anterior. De esta manera buscamos analizar las representaciones y prácticas de los agentes institucionales en torno a la AUH en los ámbitos de salud y educación. Nos preguntamos:¿Las instituciones estatales están preparadas para considerar, en el diseño y aplicabilidad de las políticas públicas, las modificaciones que la AUH ha generado en las estrategias de vida de las unidades domésticas? Resulta relevante, a nuestro criterio -y considerando algunos hallazgos de nuestra investigación anterior- estudiar por un lado, la capacidad de provisión de las instituciones involucradas en el cumplimiento de las condicionalidades de la AUH, y por otro de qué manera lo hacen: si con respeto, con indiferencia, con maltrato, con malestar en relación a la disponibilidad de recursos, etc. Ello a partir de la afirmación de que los agentes institucionales que implementan políticas sociales no son meros operadores terminales, sino mediadores activos, en tanto tienen el poder de gestar un espacio público peculiar. En este sentido es necesario considerar no sólo las condiciones objetivas de desarrollo de la tarea, sino también los posicionamientos subjetivos y la participación en procesos de subdeterminación22 por parte de los agentes profesionales, en tanto todo contexto define condicionamientos y habilita posibilidades. Finalmente, digamos que las intervenciones institucionales –para nuestro caso de salud y educación- son orientadas por las políticas sociales vigentes, las cuales a su vez expresan tipos de Estado, modelos de desarrollo y visiones de sujeto y sociedad que los modelos sustentan. Pero también, y en buena medida, por los modos concretos de percepción, conocimiento y asunción de estos modelos y de las demandas públicas
por parte de operadores que sostienen
determinadas posiciones y disposiciones frente a los objetivos de las políticas en cuyo marco desarrollan su actividad.
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El proyecto fue aprobado y subsidiado por la Secretaría de Ciencia y Tecnología de la Universidad Nacional de Córdoba. Dirigido y Co-dirigido por Nora Aquin y Alicia Zamarbide. Son integrantes del equipo Esther Custo, Alicia Miranda, Silvina Baudino, Exequiel Torres, Natalia González, Miguel Diez, Flavia Griffa, y Soledad Leoni. 22 Entendida como la consideración de los criterios y valores utilizados para decidir entre perspectivas o enfoques: consistencia, simplicidad, coherencia, poder unificador de la teoría, capacidad de explicar campos diversos, fecundidad, esto es, capacidad de revelar fenómenos inesperados.(Garma, 2005).
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Consideraciones Finales
Como en todo proceso de indagación sobre la realidad social nos encontramos con más interrogantes que los iniciales. Estos interrogantes no solo abren puertas a nuevos proyectos de investigación como el que estamos transitando sino que nos interpela, aún más, como profesionales del campo de la intervención. En este momento surgen interpelaciones que pretendemos visibilizar y socializar dado que al dimensionar la importancia de revisar nuestras intervenciones profesionales en el campo de lo social nos preguntamos¿De qué manera podemos pensar y re-pensar las intervenciones como trabajadores sociales? ¿Cómo opera la lógica de la ayuda en las representaciones profesionales a la hora de la implementación de esta política pública? ¿Cómo plateamos intervenciones que propicien un reconocimiento en los sujetos titulares de la AUH? Sabemos que contamos con un lugar privilegiado para intervenir en lo social y para enfrentar nuevos desafíos que se ponen en juego a la hora de trabajar con enfoques que propicien una perspectiva de derechos, rompiendo con la noción de “ayuda social” que históricamente ha permeado los programas sociales. Esto implica un desafío no sólo para los profesionales del Trabajo Social sino también para aquellos especialistas y funcionarios, que conforman el espacio estatal y público-societal. Sobrelo expuesto en esta ponencia, surge lo que consideramos es la tarea predominante del Trabajo Social en las actuales complejidades de la intervención social: “El desafío es que medidas como la AUH se comprendan como un derecho y sean parte de la constitución de sujetos autónomos23”. Un desafío que, a nuestro criterio, debe extenderse al conjunto de políticas sociales actualmente en vigencia y a las futuras también. Para finalizar tomamos las palabras de Waldo Ansaldi, “Le corresponde al Trabajo Social acompañar este proceso con lo más valioso de su arsenal: su capacidad para estar al lado de los más necesitados, los excluidos de siempre” (2012:37), proponemos avanzar en el trabajo a nivel de la dimensión cultural del Trabajo Social, con fuerte acento en una concepción de derechos, abandonando las marcas duras de aquellas intervenciones basadas en la división de los pobres entre “merecedores” y “no merecedores”, reiterando el carácter conflictivo de las instituciones que vehiculizan políticas sociales, en tanto ámbitos que disputan sentidos de la intervención, y en los
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Esta expresión pertenece a Estela Grassi en un reportaje realizado por Iniciativa. Disponible en http://espacioiniciativa.com.ar/?p=10200. Fecha de publicación: 25 de setiembre de 2012. Fecha de consulta: 4 de diciembre de 2012.
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que es posible tensar las posibilidades de lo real a fin de generar los arreglos que posibiliten accesibilidad –y por lo tanto contribuyan a la igualación- del conjunto de los ciudadanos
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XXVII Congreso Nacional de Trabajo Social. 11, 12 y 13 de septiembre de 2014
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