ORGANIZACIONES DEL COLECTIVO PROFESIONAL: LA RELACIÓN ENTRE PROYECTOS PROFESIONALES Y SOCIALES EN LA

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XXVII Congreso Nacional de Trabajo Social. 11, 12 Y 13 de septiembre de 2014

EJE: “Proyecto Profesional y organizaciones colectivas de Trabajo Social”

ORGANIZACIONES DEL COLECTIVO PROFESIONAL: LA RELACIÓN ENTRE PROYECTOS PROFESIONALES Y SOCIALES EN LA CONTEMPORANEIDAD

Echazarretta, Marcelo; Gauna, Leandro Javier; Mallardi, Manuel; Redondi, Valeria1

Introducción Los Colegios y Consejos Profesionales de Trabajo Social y de la gran mayoría de profesiones en nuestro país, son instituciones relativamente jóvenes si los analizamos en términos de períodos históricos. Particularmente, la reflexión teórica en torno a nuestras organizaciones profesionales resulta un tema de interés para el Trabajo Social. Son escasos y dispersos los trabajos académicos y/o publicaciones en torno a esta cuestión. El presente trabajo tiene por finalidad indagar acerca de las condiciones socio-históricas que dieron origen, peculiarmente al Colegio de Trabajadores Sociales de la Provincia de Buenos Aires. Ahora bien, reconstruir las condiciones y propósitos que provocaron su surgimiento, nos obliga a analizar su actual configuración, las finalidades que persigue, los cambios ocurridos en la dirección político- institucional, su concepción de sociedad, de Estado, y sujetos colectivos, entre otros aspectos. En definitiva, estamos haciendo referencia a caracterizar los proyectos en Trabajo Social que cobran materialidad en la contemporaneidad.

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Integrantes de la Mesa Ejecutiva del Colegio de Asistentes Sociales y Trabajadores Sociales de la Provincia de Buenos Aires: Lic. en Trabajo Social .Echazarreta, Marcelo. Perito Trabajador Social del Juzgado de Flia nº 2. Moreno-Gral Rodriguez. Poder Judicial de la Pcia de Bs. As; marceloechazarreta@hotmail.com; Trabajador Social Gauna, Leandro Javier. Jefe de División Servicio Social Municipalidad de Bahía Blanca leandrojgauna@hotmail.com.; Dr. en Ciencias Sociales Mallardi, Manuel; Docente Investigador en UNICEN manuelmallardi@yahoo.com.ar y Lic. en Trabajo Social Redondi, Valeria. Docente, investigadora y extensionista en UNLP. Referente disciplinar Residencias en Salud. Ministerio de la Provincia de Buenos Aires. varedondi@yahoo.com

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Acerca de los colegios profesionales En pleno contexto sociopolítico de recuperación democrática,-década del ’80- surgen las bases de constitución de diversas organizaciones de la profesión. En particular, el Colegio Profesional de la Provincia de Buenos Aires surge con la finalidad de “ejercer el gobierno de la matrícula de los/as Asistentes o Trabajadores/as Sociales que actúan profesionalmente

y ejercer la potestad

disciplinaria sobre ellos/as.; y por tanto “la regulación del ejercicio profesional de los/as matriculados/as implica ineludiblemente velar por su pleno desenvolvimiento”. (Ley de Ejercicio Profesional 10.751 y sus modificatorias). De acuerdo a la ley vigente, el Colegio de Asistentes Sociales y/o Trabajadores Sociales de la Provincia de Buenos Aires, es un colegio único, que nuclea a más de 15.000 profesionales; cuyo asiento es la ciudad de La Plata y se encuentra descentralizado en cada Departamento Judicial de la Provincia, donde funciona un colegio distrital que lleva su nombre2. El Consejo Superior, que tiene asiento en la ciudad de La Plata se halla constituido por un presidente, un vice- presidente, un secretario y un tesorero, quienes componen la mesa ejecutiva. Ellos son elegidos por el voto directo de todos los colegiados habilitados que figuran en el padrón electoral provincial. Los Consejeros (vocales titulares y suplentes), son elegidos por el voto directo de los colegiados habilitados e inscriptos en sus colegios de distrito al que representan (Art. 37 y 38 de la ley citada). Del mismo modo son elegidos a través del voto directo las autoridades que componen el Consejo Directivo de los Colegios Distritales y los integrantes del Tribunal de Disciplina. Es bajo esta inscripción jurídico-institucional donde se materializa nuestra intervención profesional. A través de las reflexiones vertidas en el presente trabajo, nos proponemos contribuir al debate en torno a la finalidad de las organizaciones profesionales de Trabajo Social en la contemporaneidad, en dirección a la consolidación de un proyecto ético político de la profesión, que siente sus bases en determinadas concepciones teóricas y posiciones ético- políticas. Los proyectos profesionales en la contemporaneidad Haciendo referencia a los proyectos profesionales, María Lucia Barroco afirma que “un proyecto profesional implica determinadas condiciones; debe atender a necesidades sociales, realizadas de 2

Los diecinueve Colegios Distritales tienen sede en las siguientes ciudades: Azul, Bahía Blanca, Dolores, Junín, La Plata, La Matanza, Lomas de Zamora, Mar del Plata, Mercedes, Moreno-Gral Rodriguez, Morón, Necochea, Pergamino, Quilmes, San Isidro, San Martín, San Nicolás, Trenque Lauquen y Zarate-Campana.


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determinadas formas, y producir un resultado objetivo, con implicaciones sociales y desdoblamientos éticos y políticos.” (Barroco, 2001: 84). Las profesiones forman parte y son expresión de una determinada sociedad participando del proceso de producción y reproducción de la sociedad. Por lo tanto la posibilidad de aprehender el significado social de la profesión del Trabajo Social solo es posible en la medida en que ubiquemos el ejercicio profesional en el marco de la reproducción de las relaciones sociales de la sociedad capitalista. Los proyectos profesionales, según Netto ( 2003: 274) presentan la “ auto imagen de una profesión, eligen los valores que la legitiman socialmente, delimitan y dan prioridad a sus objetivos y funciones, formulan los requisitos (teóricos, institucionales y prácticos) para su ejercicio, prescriben normas para el comportamiento de los profesionales y establecen las bases de su relación con los usuarios de los servicios, con las otras profesiones y con las organizaciones sociales e instituciones”…y son construidos por un sujeto colectivo, el respectivo colectivo profesional, que incluye “no sólo los profesionales de campo, sino que debe ser pensado como el conjunto de miembros que dan efectividad a la profesión”. (2003: 275). Los proyectos profesionales son construcciones dinámicas, que se van modificando de acuerdo a las demandas sociales propias de cada momento histórico, en relación a las transformaciones económicas, históricas y culturales, y al desarrollo teórico práctico de la profesión y a la composición social de su colectivo. Es preciso reconocer la coexistencia de diferentes proyectos profesionales que se sustentan, explícita o implícitamente, en diversas fundamentaciones teórico-metodológicas, operativoinstrumentales y ético-políticas. Resulta necesario, para complejizar este ejercicio, la tarea de distinguir concepciones; principios y valores a partir de los cuales se sustentan los proyectos profesionales en disputa en el Trabajo Social. En este sentido, resulta evidente que en los últimos tiempos se ha intensificado el debate al interior de la profesión lo que contribuye a fortalecer el colectivo profesional, y al mismo tiempo, pone en evidencia la heterogeneidad de posicionamientos que remiten a diferentes proyectos profesionales en construcción. Podríamos afirmar que no existe una vinculación lineal, armónica, excluyente entre los proyectos profesionales y los proyectos de sociedad. Más bien, podemos pensar en una relación tensional y contradictoria entre los proyectos en pugna. De allí, la necesidad de descifrar aquellos componentes fundamentales que los constituyen, a fin de encontrar las claves para


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comprender su articulación en la trama efectiva en la que se desenvuelven las relaciones sociales en la sociedad contemporánea. Adscribimos a la idea que todo colectivo profesional es un campo de tensiones y luchas. La posibilidad de consolidar un proyecto profesional en su interior no suprime esas diferencias y contradicciones. Es decir, esencialmente, un proyecto profesional debe ser capaz de nutrirse de las diferencias y tensiones para construir un horizonte y una programática que articule la multiplicidad de intereses, donde el pluralismo, el respecto a distintas expresiones del colectivo profesional se torna en una condición para su materialización (Cf. Coutinho, 2013). Reflexionar en torno a los proyectos profesionales en Trabajo Social, de ningún modo nos remite exclusivamente a los colegios profesionales, pero sin duda constituyen una de las expresiones del colectivo profesional. En este sentido, si su origen se vinculó de manera decisiva a la función de regulación del ejercicio profesional, podemos afirmar que su procesualidad histórica lo condujo a asumir un conjunto de propósitos impensados en sus comienzos. El Colegio Profesional de la Provincia de Buenos Aires toma una dirección radicalmente distintiva, a partir del año 2011, cuando nuevas autoridades se proponen como proyecto político institucional “traspasar” los límites establecidos. La propuesta no provenía del vacío, sino de experiencias en la conducción de distritos, como el de La Plata, desde el año 2007. En primer lugar, es importante mencionar que la intención de superar los límites establecidos se fundamenta en una concepción particular del Trabajo Social y de su inserción en las relaciones sociales. Brevemente, podemos decir, que se considera al Trabajo Social como una profesión inserta en la división socio-técnica del trabajo que se consolida en el marco de la maduración del capitalismo monopolista y del ideario reformista burgués, confiriéndole un rol eminentemente político. Sintéticamente, podemos afirmar que El Trabajo Social, entonces, como profesión se torna necesaria con el surgimiento y consolidación de la llamada “cuestión social”, considerada como el conjunto de problemas políticos, económicos, sociales, culturales e ideológicos que surgen en el capitalismo a partir del proceso de pauperización de los sectores trabajadores y, en estrecha relación, a la movilización de distintas fracciones que reclaman por mejores condiciones de vida (Netto, 2003). Ante este panorama, la represión estatal se torna inviable como la única vía de intervención frente a la “cuestión social”, haciendo necesario el surgimiento del sistema de políticas


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sociales, generando así el espacio socio-ocupacional que hace necesaria la profesión del Trabajo Social. Este origen de la profesión no determina que unilateralmente el horizonte de la intervención profesional estará determinado por los mandatos socio-institucionales, sino que, en el marco de la tensión propia de la sociedad, “…la actuación del asistente social es polarizada por los intereses de tales clases, tendiendo a ser cooptada por aquellos que tienen una posición dominante. Reproduce, también, por la misma actividad, intereses contrapuestos que conviven en tensión” (Iamamoto, 2001: 89) Esta dinámica que se expresa en las respectivas prácticas sociales, posibilita al Trabajo Social hacer rupturas para posicionarse, como disciplina, desde una perspectiva crítica que interpele el lugar asignado de control y vigilancia. Es posible pensar, entonces, en una perspectiva profesional que pueda desplegar todas sus potencialidades en el compromiso y aporte a los diversos proyectos societales emancipatorios, considerando que los mismos se constituirán al interior de la compleja trama que el propio proceso histórico de la lucha de clases genera. Es así como en nuestro colectivo profesional se debe afianzar este aporte a partir de la visualización de proyectos profesionales que desde la dimensión ético–política articulen efectivamente con dichos proyectos societales. Sobre esta base, la reflexión de la funcionalidad socio-histórica de los Colegios Profesionales tiene que hacerse a partir de recuperar la tensión que atraviesa a la profesión y que, por lo tanto, se refleja en el accionar de las organizaciones colectivas. Es decir, así como no es posible la intervención profesional neutra, tampoco lo es una propuesta de colegiatura que se abstraiga de las tensiones sociales y de las demandas que la sociedad le plantea a la profesión. Podemos sostener que un proyecto profesional es, además de una postura ético-política, una necesidad de la realidad, una interpelación de las condiciones socio-históricas al colectivo profesional.

Condiciones contemporáneas del ejercicio profesional Desde la década de los 90’, hasta la actualidad, se confirma lo que varios autores han definido como la contrarreforma del Estado en el marco del sistema capitalista, que a través de políticas neoliberales se instauró como “sistema de dominación de clases a nivel mundial”. Resulta necesario comprender cómo la Cuestión Social conservando sus trazos genéticos adquiere formas nuevas, nuevas maneras de manifestarse, que deben ser investigadas. Es


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necesario precisar en qué momento se encuentra la profesión hoy; qué desafíos debe sortear; qué respuestas debe elaborar, pero fundamentalmente en qué situación socio-política interviene. Como necesidad de paliar la crisis del llamado Estado de Bienestar, en la década del 70’ se implementa el modelo neoliberal que marcando dicha programática política y económica de carácter neo-conservador, se va a imponer como las recetas necesarias de los organismos internacionales para toda Latinoamérica. Este modelo va a evidenciar sus crisis financieras, principalmente en los 90’. Las consecuencias del modelo se precipitan de manera inevitable: desocupación y nuevas formas de pobreza reinstalan en la sociedad problemas estructurales. Se exacerba un rasgo propio del sistema, dada “la producción cada vez más social se contrapone a la apropiación privada del trabajo, de sus condiciones y de sus frutos” (Iamamoto, 2003). Según Montaño (2006): “La programática neoliberal representa la actual estrategia hegemónica de reestructuración general del capital (que para América Latina sigue el recetario del Consenso de Washington, de 1989) frente a la crisis y a las luchas de clases, y que deriva básicamente de tres frentes articulados: el combate al trabajo (a las leyes de políticas laborales y a las luchas sindicales y de la izquierda), las llamadas reestructuración productiva y (contra) reforma del Estado”. Las consecuencias en el mundo del trabajo se manifestaron principalmente en: aumento de la masa de desempleados, aumento de la precarización laboral, caída del trabajo asalariado y aumento de diferentes formas de intensificación y explotación de los trabajadores, recurriendo también a condiciones de esclavitud y explotación infantil. Tal es la magnitud y la centralidad que adquieren las consecuencias producidas por los cambios en la estructura productiva del país y a escala mundial. Estos cambios agravan y deterioran las condiciones de vida significativamente, generándose graves problemas para la reproducción de la vida. En la actualidad, en la Argentina, en el marco de los últimos dos gobiernos, asistimos a una “restauración de ciertos derechos ya conquistados, pero no obtención de logros primarios”, donde se “(…) reconstruyó el poder de las clases dominantes, otorgando concesiones sociales y democráticas” (Katz, 2010). Se trata de una recomposición burguesa con otorgamiento de concesiones, para lograr una hegemonía política y cultural que aquiete las aspiraciones del 2001. Varios autores denominan este proceso, como una política de corte neodesarrollista que “manifiesta más claramente una impronta de desarrollo capitalista periférico buscando consolidar la posición de los grandes capitales regionales (de base trasnacional) como proveedores de materias primas y manufacturas de bajo contenido tecnológico” (Féliz, 2011, 258).


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En cuanto a las políticas sociales en este período, las mismas evidencian un crecimiento en relación al financiamiento y a la cobertura. Es de resaltar la implementación de la asignación universal por hijo, reivindicación histórica de movimientos sociales y políticos de nuestro país, junto a la ejecución de otros programas sociales destinados a sostener el consumo interno, por un lado, y a la instauración de políticas de Estado dirigidas a la ampliación de derechos ciudadanos. Al mismo si recuperamos las características de las políticas sociales de la década de los años noventa, podremos constatar que tanto la focalización, la tercerización y la descentralización son rasgos fundamentales que aún permanecen. El campo de las políticas sociales se encuentra diluido entre los distintos niveles estatales, asistiendo a una superposición, descoordinación y vacíos en temas fundamentales. En la provincia de Buenos Aires, por ejemplo, temas centrales como la promoción y protección de los derechos del niño, de las mujeres y de otros sectores de la población sufren un permanente proceso de desfinanciamiento a nivel central y una atención residual en la mayoría de los municipios que la componen. Estos cambios no son solo datos del contexto sino que atraviesan y modifican la propia condición de trabajadores asalariados del colectivo profesional. Tanto es así que este proceso debe ser estudiado en su doble dimensión: la de quienes acuden a los servicios sociales por sus obstáculos en la reproducción social – empobrecimiento- y las propias condiciones del Trabajador Social como asalariado en el marco de la implementación de políticas públicas. Las figuras de contratación se van adecuando a las formas de empleo precario, aún con regulación estatal. Colegio Profesional y desafíos contemporáneos del Trabajo Social Recuperando los elementos arriba mencionados, en la continuidad del trabajo se sintetizan elementos que se constituyen en una programática particular que procura fortalecer la autonomía profesional y la jerarquización del Trabajo Social. En primer término, es necesario afirmar que, la realidad interpela a concebir a la institución colegio como “una herramienta política de los trabajadores sociales”. Esto remite fundamentalmente a cuestionar la función meramente regulatoria de la intervención profesional; refundando al colegio profesional como espacio colectivo que se encuentra en sintonía con las demandas y necesidades de los profesionales, en cuanto al derecho a la formación continua, de calidad y no arancelada; a la defensa de condiciones dignas de trabajo de su intervención profesional; a la jerarquización y pleno ejercicio profesional en igualdad de condiciones con otras profesiones; a la participación de nuestro colectivo como sujeto colectivo interlocutor “por excelencia” en la definición y redefinición de las políticas sociales.


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Sabemos que para la jerarquización de la profesión es necesario fortalecer el trabajo colectivo, pero, sobre todas las cosas, solidificar la intervención fundada en una perspectiva teóricometodológica concreta. El camino que asimila ejercicio profesional con militancia ya ha demostrado sus flaquezas, por lo cual volver a retomarlo sería un equívoco que nos haría retroceder como profesión. Esto no significa negar la dimensión ética y política de nuestra intervención, sino superar la asociación simplista entre proyecto partidario y colegio profesional. Por ello, es necesario fortalecer el Colegio Profesional como un espacio más amplio de participación, encuadrado en proyectos que protejan y garanticen los espacios de intervención y los posicionamientos profesionales. Al interior de nuestro colegio, hoy, la amplia participación de colegas de distintas perspectivas teóricas y pertenecientes a distintos proyectos políticos, viene permitiendo que cada una de las acciones se base en el respeto por los fundamentos de la profesión y por las diferencias que existen en el colectivo profesional. La honestidad intelectual de quienes participan en este proyecto hace que en la actualidad, nadie tenga que plantear sus posturas a escondidas ni ocultar sus adhesiones. Esto posibilitó que colegas que militan en otros espacios: organizaciones sociales, sindicatos o partidos políticos tengan un rol protagónico en la gestión realizada y que en la propuesta provincial y de cada distrito se produzca una renovación generacional. El Colegio Profesional no puede ser un apéndice de un proyecto partidario concreto, sino una herramienta de discusión que no debe estar atada a los partidos políticos, porque los márgenes de negociación se achican si claudicamos de antemano al proyecto de otros intereses. Debemos ampliar el camino, y no restringirlo a las sendas que se marcan en otras agendas.

Ahora bien, nos podemos preguntar…. ¿Cuál es la diferencia entre una propuesta que pretende imponer una única mirada en el colectivo profesional y otra que busca la participación de cada uno de los representados? La respuesta no es anecdótica. Mientras que en la primera posibilidad podemos encontrar una caja de Pandora, donde con el único fin de ganar una elección las alianzas son forzadas y se permite que reaparezcan referentes de las gestiones más conservadoras del Colegio, la segunda propuesta tiene la capacidad de articular las posturas de los sectores más representativos de los colegas en cada lugar de trabajo, en cada ciudad, en cada distrito, sin preguntar de antemano sobre la adscripción o no a un partido político en particular.


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Tenemos que saber que ante la ampliación de las acciones del Colegio, la apertura a las demandas de los matriculados, las propuestas de supervisión y capacitación de calidad y no aranceladas, una propuesta de discusión colectiva y pluralista, la restauración conservadora que vació el colegio en los últimos años, viene sosteniendo la necesidad del arancelamiento y la participación restrictiva propia de una década que en sus planteos parecen denostar. Luchar contra el neoliberalismo no se reduce a apoyar un proyecto político en particular, sino que exige demostrar en el cotidiano una alternativa a su expresión más profunda: la mercantilización de la sociedad. Aquí cabe la reflexión sobre la necesidad de posicionarnos como trabajadores sociales, desde la autonomía relativa de la profesión. Esta noción acuñada por Marilda Iamamoto, no significa ubicarse desde una mirada endogenista de la profesión, aislada de los procesos macroscópicos de la sociedad, de los proyectos de sociedad en disputa, muy por el contrario, implica asumirnos como trabajadores asalariados que por la misma actividad que desarrollamos, respondemos a intereses contrapuestos: los provenientes del Estado, nuestro principal empleador, y los ligados a las demandas de las clases trabajadoras y subalternas. Y en ese doble y contradictorio movimiento, el Trabajo Social puede desplegar su actuación en dirección a la ampliación de derechos sociales, en articulación a un proyecto societal que persiga como horizonte la emancipación humana. Responder acríticamente a las exigencias del Estado; oficiar de “promotor incondicional de sus políticas”, bajo el argumento del posibilismo; implica decisivamente resignar nuestra autonomía como profesionales. Contamos con fundamentos propios en nuestros posicionamientos y criterios profesionales; sostenemos que es necesario establecer una relación de interlocución crítica con las instancias del Estado, manteniendo independencia y de ningún modo limitar la intervención a la “ejecución” de políticas sociales. Es necesario, entonces, reafirmar que un proyecto profesional no puede asimilarse a un partido o movimiento político. Portan naturalezas diversas. El primero necesita responder a las necesidades, derechos y compromisos ético-políticos de una profesión. El segundo se constituye como propuesta programática para el conjunto de la sociedad. Perder de vista que ambos comportan intereses distintivos, puede resultar como consecuencia, la subsunción de los proyectos profesionales. Aquí corre riesgo, la pluralidad. Porque la

heterogeneidad se vincula con la importancia del

pluralismo. Es necesario del debate e intercambio de ideas, aunque esta tarea no puede conducirnos a conciliar puntos de vista teóricos irreconciliables, sobre todo si pensamos las


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perspectivas teóricas desde la totalidad y no como fragmentos que pueden ser “tomados” aisladamente. Así, en relación al pluralismo se lo considera en referencia a los planos social y político por un lado, y con la construcción del conocimiento por el otro. La distinción efectuada es solo con fines analíticos dado que, una determinada perspectiva de conocimiento está íntimamente vinculada con perspectivas políticas y se asocia a un determinado proyecto de sociedad. De este modo, es preciso señalar que el pluralismo está ligado a la concepción moderna del mundo. Pero, no supone tolerancia y respeto sin límites. Todos aquellos valores e ideas que se contraponen con la construcción de la democracia, que atentan con los derechos de los sujetos, entendidos como ciudadanos, no pueden ser tolerados. Lo importante para el Trabajo Social argentino, afirmamos, está vinculado con el desafío de construir y consolidar un proyecto profesional cuyo principal objetivo sea la emancipación del hombre. Desde esa perspectiva se considera necesario orientarnos a fortalecer un proyecto profesional con esa direccionalidad, la que se sostiene en una perspectiva que analiza críticamente la sociedad capitalista en la contemporaneidad (Cavalleri y Parra, 2007) y que estratégicamente desarrolla una programática que avanza por la igualdad de las personas. Ahora bien, este posicionamiento ético-político que funda una manera alternativa de concebir a los Colegios Profesionales requiere de una programática y un accionar que lo materialice. En este sentido, para concluir, a continuación se exponen las principales directrices que orientan el accionar del Colegio Profesional de Trabajadores/as Sociales de la Provincia de Buenos Aires: 1) Recuperar la categoría de trabajador/a para entender el ejercicio profesional en la actualidad: Frente a posturas que analizan a la profesión del Trabajo Social abstraída de las relaciones sociales, el proyecto colectivo en marcha fundamenta su accionar en recuperar el carácter de trabajador/a de los/as profesionales del Trabajo Social. Como consecuencia, aparecen en la escena cotidiana, la discusión sobre las condiciones de trabajo y empleo y sus implicancias para el ejercicio profesional. Asimismo, se torna necesario profundizar la intervención institucional en articulación con otras instituciones que defienden los derechos de los trabajadores. La importancia de este eje para pensar el Trabajo Social en la actualidad fundamentó la realización de una investigación llevada adelante por el Colegio de Trabajadores Sociales de la Provincia de Buenos Aires, en 2011, sobre las condiciones laborales de los profesionales. Los resultados arrojan datos que guardan correspondencia con otras investigaciones realizadas con anterioridad sobre el tema, afirmando que “(…) hay un 49,5%

(673 casos) de trabajadores sociales con


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Empleo protegido (aquellos que tienen la categoría de Planta Permanente) y un 46,9% (638 casos) de trabajadores sociales encuestados que están empleados en condiciones de Precariedad” (Siede, 2012: 101). Siguiendo a la autora que analizara los datos precedentes3, podemos afirmar que “los trabajadores sociales vieron modificadas las lógicas de las políticas sociales que ejecutan pero al mismo tiempo vieron transformadas sus propias lógicas de inserción en cuanto trabajadores asalariados, quedando incluidos en los procesos masivos de precarización y flexibilización laboral (Siede, 2006). Por ello es importante analizar los diversos problemas que acontecen en relación a la condición de asalariamiento de los trabajadores y en esa dinámica examinar la particularidad de los cambios para el colectivo de los Trabajadores Sociales en tanto asalariados, incorporando las experiencias organizativas que enfrentan tales condiciones. Porque aunque se trate de rasgos del modelo universalmente dominante, el mismo no se instala sin luchas y resistencias por parte de las clases sociales más afectadas. En este sentido, resulta indispensable contar con herramientas para el desempeño profesional que permitan visualizar las contradicciones que presentan diferentes prácticas sociales, tener elementos para poder desenmascarar manifestaciones reificadas que se muestran como únicas y –cuasi- verdaderas de la realidad, así como identificar las respuestas organizadas de las clases trabajadoras. 2) Fortalecer la formación y la actualización permanente de los/as profesionales: El Trabajo Social se encuentra estrechamente vinculado a los cambios acaecidos en la sociedad, por lo cual el profesional debe ser capaz de tener una lectura competente que le permita comprender las transformaciones sociales y, en relación, elaborar estrategias de intervención coherentes y fundadas. Para ello, la actualización y la capacitación permanente, constituyen una exigencia de la realidad; exigencia que demanda al Colegio Profesional un rol protagónico en el diseño de respuestas a los desafíos del colectivo. En este sentido, se ha priorizado: a) el acceso no mercantilizado al conocimiento: mediante la realización de jornadas, cursos de capacitación, charlas y seminarios de manera no arancelada. Asimismo, el Colegio ha fortalecido la comunicación electrónica con los matriculados, incluyendo la socialización de producciones académicas y reflexiones sobre las prácticas profesionales; b) la puesta en práctica de una línea 3

Para ampliar los datos y análisis sobre el tema ver SIEDE, M. Virginia. (comp) “Trabajo Social y Mundo del Trabajo: Reivindicaciones laborales y condiciones de la intervención. Colección Debates en Trabajo Social. Colegio de Trabajadores Sociales de la Provincia de Buenos Aires. La Plata.2012


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editorial propia: mediante la Colección Debates en Trabajo Social, el Colegio Profesional se ha instalado en la Provincia de Buenos Aires como un actor protagónico en la divulgación de ideas e información fundamental para el ejercicio profesional. 3) Afirmarse como un interlocutor independiente del Estado: El papel protagónico que tienen los/as trabajdores/as sociales en el campo de las políticas sociales les permite conocer los avances y límites de la intervención del Estado sobre la “cuestión social”. Ello implica, conocer cuales son las problemáticas sociales que se encuentran instaladas en la agenda estatal y cuales son invisibilizadas, como así también tener elementos para considerar las características que adquieren las políticas públicas. Por ello, recuperando estas trayectorias, el Colegio Profesional ha procurado fortalecer su funcionalidad en la instalación en la agenda pública de temas que hacen a la relación Estado, políticas públicas y ciudadanía. Mediante la realización de pronunciamientos particulares, vinculados, por ejemplo, a la situación del sistema de promoción y protección del niño; a la desigualdad de género y el desarrollo de políticas públicas específicas, entre otros ejes. El Colegio Profesional se está constituyendo en un actor político que interpela y aporta al campo de las políticas públicas, por lo cual, el distanciamiento institucional con las trayectorias partidarias encuentra nuevamente su fundamento, pues se trata de acompañar críticamente la procesualidad real de los acontecimientos o forzar discursos que justifiquen lo dado y lo posible. 4) Acompañamiento a los reclamos sociales y de los trabajadores sociales: Desde el Colegio Profesional se considera fundamental estar presente en los reclamos sociales que se presentan para visibilizar la vulneración de derechos históricamente conquistados. Asimismo, se ha trabajado permanentemente en el acompañamiento a los profesionales que en distintos lugares de trabajo vienen reclamando por mejores condiciones laborales. Este acompañamiento no sólo es políticoreivindicativo, sino que, en estrecha relación, se han generado instancias de reflexión colectiva para cualificar el reclamo, es decir, promover el análisis de las condiciones generales de trabajo, sus determinantes y su vinculación con el ejercicio profesional, para, de este modo, afianzar la jerarquización profesional. Afianzar la autonomía profesional: un desafío colectivo La mención de los ejes arriba incluidos pretende socializar algunas líneas estratégicas del accionar del Colegio Profesional en la Provincia de Buenos Aires, con la intención de fundamentar la necesidad de continuar apostando a fortalecer un proyecto profesional autónomo y crítico.


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Este horizonte colectivo no es una intencionalidad caprichosa o azarosa. Su fundamento se encuentra en las necesidades del colectivo profesional. Asistimos permanentemente a transformaciones en las condiciones de trabajo, donde la flexibilización y la precarización laboral se han instalado en el cotidiano de los profesionales. Asistimos también al deterioro de las condiciones generales de empleo, con escasez de recursos de funcionamiento, sobredemanda de la población y achicamiento de las prestaciones en los distintos lugares de trabajo. De igual manera, en la actualidad se visualiza una polivalencia del ejercicio profesional en las instituciones, donde se le demanda al trabajador social un conjunto de tareas que escapan a sus incumbencias profesionales: la sobrecarga de tareas administrativas y la dependencia en la toma de decisiones procuran instalar prácticas profesionales inmediatas, rutinarias y superficiales. Es importante mencionar que, a pesar de este panorama, asistimos también a un permanente movimiento de profesionales que no aceptan lo dado, que buscan interpelar la demanda institucional y fortalecer la autonomía profesional. Individual o colectivamente, quienes ejercen la profesión en distintos espacios de trabajo, muchas veces asociados con otros sectores trabajadores, quieren cualificar la intervención profesional. Ahora bien, sabiendo que los escenarios en donde se libran estas tensiones tienden a ser desfavorables para los profesionales, se torna necesario, entonces, un rol protagónico del Colegio Profesional, donde la jerarquización de la profesión y el fortalecimiento de la autonomía sea el horizonte a fortalecer, brindando insumos para fundamentar posicionamientos y prácticas alternativas. Se trata, por lo tanto, de responder a las demandas socio-históricas: recuperar el carácter colectivo de la autonomía profesional.

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