XXVII Congreso Nacional de Trabajo Social. 11, 12 y 13 de septiembre de 2014
Eje temático: Enfoque de derechos y políticas públicas en la contemporaneidad LA ASIGNACIÓN UNIVERSAL POR HIJO, IMPACTOS E INCIDENCIAS EN LA REPRODUCCIÓN COTIDIANA DE LA EXISTENCIA Gonzalez Natalia Debora1. Torres, Juan Exequiel. 2
Resumen El presente trabajo recupera algunos resultados obtenidos de nuestra investigación iniciada en el año 2012, bajo el nombre “¿TITULARES O TUTELADOS? Evaluación doméstica y territorial de la Asignación Universal por Hijo en los procesos de reproducción cotidiana de la existencia”.3 Para tal fin organizamos el trabajo en dos momentos: en el primero, tratamos aquello que denominamos la interrelación de los capitales y la incidencia de los mismos en
la
reorganización de las unidades domésticas; en el segundo abordamos el uso de esos capitales en el campo en la red de relaciones familiares, vecinales e institucionales que se ponen en juego. Nos centraremos en el capital social y económico, deteniéndonos en las modificaciones del mundo del trabajo y en el uso del tiempo libre, en las actividades dirigidas a obtener remuneración monetaria, modificaciones en el trabajo de cuidados y algunas consideraciones sobre el potencial desfamiliarizador y desmercantilizador de la AUH. Palabras claves: Asignación Universal por Hijo- Capitales- mundo del trabajo- tiempo libre.
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Lic. En Trabajo Social. Escuela de Trabajo Social, Universidad Nacional de Córdoba. Adscripta e investigadora. natalia.ts.gonzalez@gmail.com. 2 Lic. En Trabajo Social. Escuela de Trabajo Social, Universidad Nacional de Córdoba. Docente e investigador. exequieltorres04mas@gmail.com. 3 La investigación está evaluada y subsidiada por la Secretaría de Ciencia y Tecnología de la Universidad Nacional de Córdoba. El equipo está conformado por la directora Lic. Aquín Nora, Co-directora Mgter. Esther Custo, Lic. Alicia Zamarbide, Lic. Alicia Miranda, Lic. Exequiel Torres, Lic. Natalia Gonzalez y Lic. Silvina Baudino y los estudiantes Flavia Griffa, Consuelo González, Soledad Leoni y Miguel Diez.
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Consideraciones teóricas La AUH es un instrumento de distribución secundaria –o redistribución- del ingreso. Se trata de un conjunto de medidas que forman parte de la política fiscal, y que dispone de distintas herramientas que permiten modificar –de manera progresiva, neutra o regresivala distribución primaria4.En tanto medida de protección de la seguridad social, se inscribe en el campo de la intervención social, en el cual se dirime la “cuestión social5”. En el campo de la intervención social se estructura, desestructura y reestructura en torno a lo que Nancy Fraser (1991) llama la lucha por las necesidades, lucha que implica también disputas por su interpretación. Se trata de procesos continuos, conflictivos, negociados y socialmente construidos que develan tensiones y contradicciones, las cuales tienen efectos en la definición de las necesidades, en su incorporación o no en la agenda pública, y en las modalidades específicas de
atención de necesidades de
poblaciones específicas, todo lo cual va conformando
un tipo también particular de
política social. De ahí que las políticas sociales, lejos de ser un problema técnico, son expresión y resultado de procesos de lucha por las necesidades al interior del campo de la intervención social, y constituyen una forma particular de vínculos sociales entre las instituciones que facilitan –o restringen- el acceso a bienes y servicios necesarios para asegurar la reproducción social. Es la misma autora (1997) la que plantea que todo Estado interventor asigna beneficios conforme a la mezcla o predominancia de uno de los tres principios siguientes: El principio de la necesidad: que posee el carácter más redistributivo, pero corre el riesgo de generar estigma. El principio del mérito: según el cual los beneficios que se adquieren son proporcionales a las contribuciones que se realizan a través de distintos mecanismos, como el trabajo, la prestación de servicios o el pago de impuestos; pero es precisamente ese carácter retributivo el que torna a este principio antiigualitario y excluyente. El principio de ciudadanía: es el que guarda rasgos de mayor universalidad, pero precisamente por ello resulta muy costoso, lo cual lo lleva a una progresiva pérdida de la calidad de las prestaciones.
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Se entiende por distribución primaria la que resulta de las relaciones asimétricas entre capital y trabajo. Definida por Castel (1995) como la incertidumbre constitutiva del capitalismo a través de la cual la sociedad experimenta el enigma de su cohesión e intenta eludir el riesgo de su fractura. 5
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La AUH, a nuestro criterio, tiene como base predominante el principio de la necesidad, lo cual genera –como es de pública circulación en el sentido común dominante- prejuicios y estigmas.
Consideraciones Metodológicas Se trata de un estudio exploratorio-descriptivo, delineado desde una metodología cualitativa6 y dialéctica7en la compresión de la temática propuesta. Exploramos en ámbitos territoriales, la incidencia doméstica y pública de la AUH, seleccionamos informantes claves de ciertos espacios poblacionales y apelamos a fracciones censales de Córdoba Capital, con alta concentración e incidencia de la pobreza8. De las fracciones que resultaron, tomamos aquellos barios en los que los investigadores o auxiliares pertenecientes al equipo, tuviéramos algún grado de validación, sea por intervenciones sociales o investigaciones previas. En función de esto, los barrios en los que se realizaron las entrevistas fueron: Maldonado, Ciudad de Mis Sueños, Mercantil, Argüello Lourdes, Villa Urquiza, Villa Siburu, Villa La Tela, Estación Flores, Cabildo, Villa El Libertador, Chingolo I, II y III. En cuanto a las unidades de análisis, estuvieron representadas por un lado por unidades domésticas que al interior de estos barrios, fueron seleccionadas para construir una muestra intencional, según los siguientes atributos: -representación de grupos domésticos diversos en su organización interna. -que tengan dos o más hijos por los que perciben AUH.- grupos con los que se haya logrado algún grado de validación. Por cierto, nuestras principales informantes fueron mujeres, quienes habitualmente gestionan recursos de distinta índole para su unidad doméstica de pertenencia.
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“El análisis cualitativo se basa en una información observacional, identificada como poco estructurada y recogida con pautas flexibles, difícilmente cuantificable, donde la definición de la situación por actor social y el significado que este da a su conducta son claves para interpretar los hechos” (Gallart, Moreno y Cerrutti, 1991: 138). 7 Dado que la expresión “dialéctica” es utilizada en distintos marcos, a los fines de esta investigación, adherimos al planteo de Achilli (1994), quien establece que las lógicas complejas dialécticas, se construyen a partir de concebir al mundo de lo social, como complejo, contradictorio y en permanente movimiento , reconocer tal complejidad supone relacionar distintos niveles y ordenes de mediaciones en los procesos sociales. En el proceso de investigación se va afinando a partir de dialectizar permanentemente los referentes conceptuales con la información empírica. 8 La tasa de concentración de la pobreza surge de dividir total de hogares pobres de la fracción /Total de pobres de la ciudad; la tasa de incidencia de la pobreza se calcula dividiendo total de hogares pobres de la fracción /total de hogares de la fracción.
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Se realizaron entrevistas abiertas, en profundidad, con una guía orientadora de preguntas lo suficientemente flexible que permitiera recuperar y conocer las
prácticas de las
entrevistadas como así también sus percepciones, miradas y apreciaciones. El impacto de la AUH en los capitales. La Asignación Universal por Hijo para Protección Social nace como respuesta del Poder Ejecutivo Nacional al debate legislativo en torno a la Asignaciones Familiares (Ley 24.714) y las posibles formas de ampliarlas a otros sectores sociales. (Arrúa Néstor Nicolás, 2012). La importancia y particularidad de esta Política Social radica equiparar los derechos de niños/as y/o adolescentes hijos de trabajadores del sector formal que perciben Asignación Familiar con los trabajadores del sector informal. Este punto se constituiría uno de los núcleos de las controversias y disputas de sentido al interrogar su carácter universalizador9. Estudios en la materia, observan cómo se utilizó la palabra universal para abordar los mismos “beneficiarios” que delinearon otras políticas públicas focalizadas en el país como el Plan Jefe y Jefas de Hogar Desocupados (PJJHD) y que con la AUH implico una superposición en el proceso de transición e implementación. (Arcidiácono, P y otros, (2011); Arrúa Néstor 2012). Una característica central del programa, refiere al cambio sustancial en cuanto a la modalidad de gestión administrativa y de financiamiento de la AUH centralizado en la Administración Nacional de la Seguridad Social (ANSES) y la transferencia monetaria por sistema bancario. Otra característica establece la condición que los titulares acrediten una vez al año la concurrencia a establecimientos educativos y de salud de los niños/as y adolescentes. No obstante consideramos que en el proceso de configurar la población destinataria aún observamos la insistencia e imposición al nombrar a los sectores destinatarios de las políticas sociales: pobres, indigentes, desocupados, subempleados. Así nuestro propósito es reflejar la dinámica de los “capitales/recursos/poder” que se ponen en juego cotidianamente en la vida de las familias – unidades domesticas que 9 CELS,(2012) Con este programa el Estado reconoce que, pese a la reactivación económica, siempre habrá un número de personas que no podrán incorporarse al mercado de trabajo y, por lo tanto abre un camino para pensar que la vía del empleo y la de las transferencias universales no deben ser vistas como excluyentes sino como estrategias que deben articularse”. De acuerdo al ANSES los efectos del programa son muy importantes, pues se trata de grupos no estáticos de modo que los requisitos en cuanto a salud y educación extienden el impacto a largo plazo, contribuyendo a romper el ciclo intergeneracional de la pobreza. Por ello el organismo estatal calcula que dicho programa redujo un 30% la pobreza y y 55% la indigencia De todas maneras la reducción de pobreza no es como se la esperaba. CIFRA da algunas explicaciones al respecto: a) Los primeros que accedieron a la A.U.H, ya estaban recibiendo algún plan social y para quienes es necesario redoblar la apuesta estatal. b) Resta cubrir hogares con menores recursos más difíciles de alcanzar a las instituciones de seguridad social. c) La dificultad en el acceso a documentación, se calcula que entre 500 000 o un millón podrían estar sin DNI.
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entrevistamos- y en función de esto elegimos la perspectiva bourdiana. Desde esta tópica el concepto de “capital” remite al conjunto de bienes específicos que poseen cada una de las unidades domesticas y que se juega en el espacio social acorde a la posición que ocupe, es decir remite no solo a cómo se inscribe una familia en un sistema de relaciones y el capital en juego - a partir del volumen y de las especies - de capital económico, cultural, social, simbólico del que se trate sino también de la movilidad de los mismos, de los usos, del consumo, acumulación y transferencias. Por lo que tomando a Costa (Gutiérrez, 2004), defino al capital como “conjunto de bienes acumulados que se producen, se distribuyen, se consumen, se invierten, se pierden”. Los capitales forman parte de una “malla” interrelacionada constituida por los distintos capitales, social, económico, cultural, y relacional (prestigio y distinción) que posea un individuo, un grupo, una red. Teniendo en cuenta que las familias son actores centrales encargados de poner en práctica estrategias para la reproducción de la vida cotidiana, jugando un papel relevante en el mantenimiento del orden social a través de la reproducción biológica y social, se constituyen en espacios centrales para la acumulación de capital en sus diferentes formas (económico, social, cultural, simbólico, etc.) y su transmisión. En este sentido es interesante recuperar la dimensión sincrónica para mirar la posición de las unidades domésticas en el momento en que perciben la AUH y la dimensión diacrónica para observar la construcción histórica de las unidades domésticas en torno a las políticas públicas de transferencia informal. En primer lugar reflexionamos en relación al capital económico, reconociendo que la AUH se inscribe como política pública de transferencia monetaria, con el objetivo de brindar seguridad social, equiparando (con las asignaciones familiares) a los grupos familiares que se encuentran desocupados o en el mercado informal de empleo. El capital económico percibido por las familias, sufre un cambio desde el momento en que comienzan a percibir la AUH, no solo porque implicó un aumento cuantitativo en los haberes de las mismas, sino porque les dio estabilidad y seguridad social, es decir, les permite contar con un ingreso permanente todos los meses para garantizar su reproducción cotidiana y les posibilita al mismo tiempo planificar y ampliar el acceso no solo hacia los bienes de consumo sino también a bienes muebles e inmuebles (específicamente en la conservación y construcción de las viviendas), como
también
acceder a políticas crediticias. Esta modificación del ingreso impacta en diversos aspectos y uno de ellos es en la posición de las familias y en las relaciones entre las posiciones, tomando los aportes de
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Guitiérrez (2004:51) considero a la posición como “lugar ocupado en cada campo, en relación con el capital específico que allí está en juego”. Explicito este punto porque las unidades domésticas entrevistadas se caracterizaban por no percibir transferencias monetarias por parte del estado, o en el caso de percibirlas estas se identificaban por la discontinuidad de los beneficios y por las contraprestaciones laborales que debían desempeñar para acceder a las mismas; en el caso de la AUH, la prestación es estable y no requiere de una contraprestación laboral posibilitando que las familias continúen desempeñándose en el mercado informal de trabajo, siendo la AUH un ingreso que aumenta el capital económico y les posibilita ingresar al mercado del consumo priorizando no solo las necesidades de sobrevivencia sino ampliando la pirámide de necesidades. Es decir, las unidades domésticas poseen capital económico pero la AUH implicó un aumento del volumen de este capital en las mismas y modificó la estructura entre los distintos tipos de capital. Sin embargo, la controversia de la posición se encuentra en el carácter legítimo de la posesión del capital, ya que si bien existe un reconocimiento legal de la AUH se hallan fuertes críticas al sentido de la misma, obstaculizando reconocer este ingreso como legítimo para las familias, no se reconoce como un derecho, es percibida como ayuda económica. Respecto a las relaciones entre las posiciones, la AUH implicó el acceso de las unidades domésticas a diversos espacios institucionales (ANSES, bancos, etc.), espacios que eran exclusivos de agentes sociales dominantes en el campo, movilizando en este sentido las relaciones de fuerza entre los agentes y las instituciones que están en el juego, es decir, la AUH se utilizó como una estrategia de subversión, que fue instalada por el campo estatal para el ingreso de nuevos sujetos a las instituciones, sin embargo no llego a constituirse en una redefinición de las relaciones de poder en sentido. Otro de los capitales es el cultural “está ligado a conocimientos, ciencia, arte” (Gutiérrez, 2004:37), puede distinguirse tres formas del mismo, interiorizado (conocimiento hecho cuerpo), objetivado (objetos que funcionan como indicadores de capital cultural, libros, cuadros, etc.) e institucionalizado (conocimiento reconocido como legítimo a través de instituciones sociales acreditadas para la administración de dicho capital), donde “la reproducción de la estructura de la distribución del capital cultural se lleva a cabo en la relación de las estrategias de las familias y la lógica de la institución escolar” (Bourdieu, 1997:33). La AUH también tiene injerencia en este capital, especialmente en las formas interiorizada e institucionalizada, ya que intenta por medio de las condiciones establecidas para el cobro, garantizar el acceso y permanencia a la educación de los niños/as y
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adolescentes titulares; lo que no significa que las unidades domésticas no garantizaran con anterioridad el derecho a la educación, sino que lo realizan desde otra posición, ahora pueden pagar el bono educativo, participar de los actos académicos y posibilitar la permanencia de sus miembros en el sistema educativo hasta los 18 años, lo que se representa para las unidades domésticas como la posibilidad de “ser alguien” a través de los títulos otorgados por las instituciones sociales de legitimación cultural del saber incorporado. Sin embargo, si bien la escuela es una institución de legitimación, “contribuye a la reproducción de la estructura de la distribución del capital cultural entre clases, y con ello, a la reproducción de las relaciones de clase existentes” (Bourdieu, Passeron, en Gutiérrez, 2004); este “ser alguien” que expresan las familias hace visible al capital cultural como específico para una modificación y salto cualitativo en la posición que ocupan los agentes en el espacio social general, que deviene de las representaciones construidas a lo largo de la historia nacional, considerando al capital cultural como el que posibilita abrir las puertas al mercado de trabajo formal y por lo tanto a un aumento del volumen y modificación de la estructura de los capitales. Por último, en este capital es imprescindible considerar el tiempo, ya que la incorporación y acumulación del saber desde la lógica educativa implica el insertarse en las instituciones escolares una cierta cantidad de años, a fin de alcanzar el nivel obligatorio, esta variable se relaciona con el capital económico, en la medida en que la seguridad económica brinda a las familias la estabilidad para garantizar la permanencia de sus miembros en el sistema evitando constituirse en un motivo de deserción, la AUH coadyuvaría en este sentido. Cuando el ingreso económico de la asignación se ve amenazado o directamente retenido en el sistema bancario, las entrevistadas ponen en marcha un conjunto de mecanismos accesibles y efectivos para cumplimentar correctamente ante el ANSES y así percibir el dinero destinado al niño, niña adolescente. Es necesario tener en cuenta que los capitales o recursos que se movilizan ponen en marcha mecanismos que mueven poder; a través de los relatos pudimos observar cómo se ponen en marcha esas acciones acreditando con capital acumulado: hablan con los médicos conocidos en el dispensario, con el empleado que la atendió bien en el ANSES, con el empleado del banco que tiene paciencia. La posibilidad de “perder” la AUH “es algo que está en juego (enjeu) por lo cual se está dispuesto a luchar. (Gutierrez Alicia (2007) de esta manera interpretamos que el capital social y relacional se pone en juego ante la pérdida de otro capital el económico. Otro de los capitales mencionados por Bourdieu (en Gutiérrez, 2004:38), es el social, que define como “conjunto de los recursos actuales o potenciales que están ligados a la
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posesión de una red duradera de relaciones más o menos institucionalizadas de interconocimiento y de interreconocimiento; o, en otros términos, a la pertenencia a un grupo, como conjunto de agentes que no sólo están dotados de propiedades comunes (susceptibles de ser percibidas por el observador, por lo otros o por ellos mismos), sino que también están unidos por lazos permanentes y útiles”. A partir del cobro de la AUH, las familias expresan que se ha producido una modificación de las relaciones sociales entre los vecinos y la familia extensa, ya que las relaciones entre los mismos se daban frente a la contingencia, es decir, ante la imposibilidad de satisfacer las necesidades básicas las unidades domésticas utilizaban el capital social para garantizar la reproducción cotidiana, pero una vez que las mismas a partir de un ingreso sistemático pueden satisfacer ciertas estructuras de necesidades retraen las relaciones desde la contingencia, para darles un nuevo sentido el del placer. Por otro lado, una de las aristas que emergen en el análisis de este capital, es el control social que surge en medio de las relaciones como mecanismo de diferenciación y de reconocimiento de la pertenencia al grupo, es decir, existe un control social vertical que es el que implementa la política pública en relación a los condicionamientos para el acceso y continuidad en la percepción de la AUH, y un control social horizontal que se genera entre las unidades domésticas titulares de la AUH, generando criterios de legitimidad y reconocimiento para pertenecer al grupo de aquellos que realizan un “buen uso” de la AUH, diferenciándose de aquellos que lo “malgastan”. También dimensionamos que percibir el cobro de la AUH otorga un plus de distinción “de los otros” que merecen y no merecen” reproduciendo así una representación social hegemónica. De allí la necesidad de los sujetos de lidiar con la representación social del “beneficiario” que se construyen en torno a los titulares de de la AUH, encontramos cómo en cada una de las justificaciones o motivos que opera como distinciones respecto de los otros y viceversa. “Estas representaciones son múltiples, flexibles y maleables y permiten advertir cómo los sujetos se apropian de la identidad socialmente atribuida y al mismo tiempo (o por eso) intentan distinguirse (Grassi-Dannani 2009). Las entrevistadas referían: “Hay muchos chanta, en líneas generales hay mucho chanta y como hay gente que la invierte bien y hay gente que es un desastre….tienen niños para cobrar la Asignación y no se dan cuenta que se están llenando de hijos tan solo por cobrar $200 o $300 que no tiene sentido, me parece a mí, yo persona con dos dedos de frente.” Cecilia “estaban dos viejitas (…) cuchicheando y dice- ahora que les han aumentado van a tener más chicos esto. ¿Y vos que pensas de eso? No. Bah, hay algunos que sí, que van a
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tener más hijos porque quieren cobrar, porque hay algunos que son cómodos….es que algunos no quieren trabajar y cobran eso…”Chela. Estos fragmentos nos permiten analizar cómo opera la distinción. Siempre se encuentra otro peor posicionado hacia el cual hacer pasar el estigma. En términos de Goffman E.(1981) “dejamos de ver al otro como una persona total y corriente para reducirlo a un ser inficionado y menospreciado…”. Por último, el capital simbólico, Bourdieu (2007: 190) considera que es el capital del reconocimiento o consagración, es poder simbólico. Este capital simbólico aparece interrelacionado al capital económico modificado por la AUH, por que la percepción de este ingreso implicó ampliar las estructuras de necesidades, y reconocerse como “ciudadanos”, que pueden acceder a prácticas que eran hasta el momento restringidas a otros, como son las vacaciones, las celebraciones de cumpleaños de quince, la elección respecto a que consumir (marcas y no sólo precios) o que trabajo aceptar; en este sentido “el capital simbólico vale incluso en el mercado: como uno puede vanagloriarse de haber hecho una compra a un precio exorbitante, por dignidad, para mostrar que podía hacerlo” (Bourdieu, 2007:190). Las familias se auto reconocen y reconocen a las demás como ciudadanos y erigen diferentes criterios para consagrarse en este paso de “no ser nadie a ser alguien, ciudadanos”, entre estos esta el acceso al mercado de consumo. Es necesario reflexionar como estas unidades domésticas se alejan de lo que se denomina gustos de necesidad, para obtener una ganancia simbólica a partir del gusto por el reconocimiento, sin tener importancia el gasto insumido sino la dignidad (reconocimiento y prestigio) ganada
Mundo de trabajo: Algunas pistas y reflexiones en torno a la AUH. En este apartado, se exponen algunas estrategias de vida que los grupos familiares ponen en juego en relación al mundo del trabajo10 desde el cobro de la AUH. En primera instancia y a los fines de nuestra investigación, incorporamos en el concepto de trabajo por un lado, el conjunto de formas y condiciones de realización de las capacidades generadoras de ingresos de la población que, por contar sólo con su fuerza de trabajo, es dependiente del capital (Grassi y Danani, 2009); y por otro, el conjunto de
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Entendemos por trabajo el conjunto de formas y condiciones de realización de las capacidades generadoras de ingresos de la población que, por contar sólo con su fuerza de trabajo, es dependiente del capital (Grassi y Danani, 2009).
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actividades que corresponde al denominado trabajo de cuidados11 –intra y extrahogareñoque no es remunerado, pero que resulta fundamental para el sostenimiento de la vida. En nuestro estudio, todas las entrevistadas fueron mujeres en su posición de madres y/o referentes, titulares de la AUH, la cual según sus dichos constituye una fuente alternativa de provisión de ingresos que posibilita la satisfacción de algunas necesidades del grupo familiar. Más allá de la situación actual, se observa en el relato de las entrevistadasenmarcadas en situaciones de pobreza- diferentes trayectorias individuales y familiares que permitieron se fueran apartando, restringiendo y/o manteniendo, sus posibilidades de inclusión en el mercado laboral. Dichas entrevistadas forman parte de grupos familiares insertos precariamente en el mercado laboral, situación que conlleva inestabilidad en las relaciones laborales, ausencia de beneficios sociales, ingresos insuficientes que les implica encontrarse al límite de la satisfacción de sus necesidades. Es decir que ubicarse dentro de este grupo denominado “sector informal” condiciona e imprime características particulares a las estrategias de reproducción cotidiana impulsadas por estas unidades familiares. En ellas el ingreso de la AUH, se convierte en el ingreso mensual estable al que se añaden otros provenientes de transferencias formales y del esfuerzo propio. En relación a las modificaciones del mundo del trabajo desde la percepción de la AUH, hemos diferenciado tres aspectos: modificaciones en las actividades dirigidas a obtener remuneración monetaria, modificaciones en el trabajo de cuidados y finalmente, algunas consideraciones sobre el potencial desfamiliarizador de la AUH. En relación al primero, se ha producido un abandono de los trabajos más penosos, que involucraban también a los niños: la venta nocturna de estampitas o de flores en los bares, a donde las mujeres permanecían con sus hijos; el cuidado de vehículos en horario nocturno, la venta callejera y domiciliaria en días de lluvia. Estas son restricciones positivas de la participación femenina en el aporte de ingresos monetarios al hogar. Para algunas de las entrevistadas, es justamente la situación de precariedad laboral la que incide en la decisión de dejar el trabajo remunerado y dedicarse exclusivamente al trabajo doméstico. Esto podría responder a que las titulares de
la AUH se encontraban
trabajando en empleos de carácter informal, con salarios que las ubicaban en el más bajo estrato de ingresos laborales y que en algunas oportunidades ni siquiera alcanzaba el
11 Debe reconocerse que la actualidad de los debates en torno al trabajo de cuidados se debe en gran parte a los movimientos y producciones feministas, con menor resonancia en el ámbito académico.
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monto
que
perciben
por
la
AUH.
Asimismo
se
verifican
la
concreción
de
microemprendimientos por medio de ahorros. Siempre considerando los efectos de la AUH en relación a los trabajos que generan algún ingreso monetario, hemos encontrado también que la mayoría de las mujeres entrevistadas están buscando trabajo, aunque en este aspecto encontramos algunas heterogeneidades. Quienes lo buscan, piensan a futuro, en la posibilidad de la jubilación, en el acceso a la obra social, tienen interés en el trabajo “en blanco”. Entre este grupo, hemos encontrado también el peso del trabajo permanente de consumo, de cuidado y de relación. Con la AUH el trabajo doméstico femenino se ha visto incrementado. Si retomamos los conceptos aportados por Esteinou (1996) en relación al trabajo familiar –no remuneradoéste abarca el trabajo doméstico, el trabajo de consumo y el trabajo de relación. Al restituirse el espacio de comensalidad hogareña, la tarea femenina de decidir qué y dónde comprar y concretar el proceso de compra de alimentos, sumado a la actividad diaria de cocinar, ha aumentado el monto de trabajo en el hogar. El cual se ve también incrementado por la participación femenina en los procesos de autoconstrucción o de ampliación de la vivienda. Por otra parte, se mantiene el trabajo de gestión y de relación, aunque cambien los términos de este trabajo, que ahora se realiza fundamentalmente en ANSES, instituciones bancarias, escuela y centro de salud. Además, al estar los niños más tiempo en casa, e incluso utilizar la casa para invitar amigos, se incrementa el trabajo de cuidados, de afecto y de socialización. Es importante destacar, que la totalidad de nuestra muestra genera ingresos económicos propios a partir de la inserción de uno o más integrantes del grupo familiar en el mercado laboral informal. Esta evidencia empírica resulta adversa para aquellas afirmaciones y discursos de tinte político y mediático, instalados en el sentido común dominante, que intentan denigrar la propuesta de la AUH, satirizándola como “plan descansar”. De hecho se puede inferir a partir del relato de las entrevistadas que el “trabajo”, es considerado como una dimensión central en el desarrollo de la vida cotidiana de estas familias, tanto en el momento actual como en los anteriores o futuros. Como supuesto podemos decir que el acceso a políticas de transferencia directa de ingresos por parte del estado, es significado por las entrevistadas como una “ayuda”, que no reemplaza al trabajo ni permite garantizar las condiciones de reproducción de existencia de los sujetos. El acceso a la AUH, más allá de ser vivenciado como una ayuda, en muchos casos se convierte en la única posibilidad de acceso de recursos
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económicos materiales o al menos en el más estable, en las familias insertas en el mercado informal de trabajo y en las de trayectoria de extrema pobreza. La
AUH presenta un potencial desmercantilizador ya que en algunas situaciones
familiares particulares posibilita la sustitución de ingresos provenientes del mercado laboral informal. Cabe aclarar que cuando nos referimos a la AUH como arreglo normativo e institucional hablamos de “potencial desmercantilizador”,
ya que los procesos de
“desmercantilización se producen cuando se presta un servicio como un asunto de derecho y cuando una persona puede ganarse la vida sin depender del mercado. La AUH y sus impactos en el uso del tiempo libre. Uno de los nodos de análisis en nuestra investigación ha sido las estrategias de vida implementadas por las unidades domésticas en torno al uso del tiempo libre y las posibles modificaciones que éste ha tenido a partir del acceso a la AUH. Existe una diversidad de definiciones de tiempo libre, advertimos que la multiplicidad de enunciaciones referidas al tema tienen en común la idea de que se define a partir de su oposición con el tiempo no libre, tiempo de trabajo, tiempo en que el sujeto debe cumplir obligaciones y responsabilidades en el mercado laboral (Scarlato, 2011). Notamos en esta definición una perspectiva que restringe el concepto de trabajo a aquél que se realiza en el mercado laboral formal. Así el tiempo libre aparece como un tiempo dinámico atravesado por variantes objetivas, subjetivas y las trayectorias de los sujetos, donde las preferencias en relación a las actividades que elijan para desarrollar en él, “se determinan en la relación entre el espacio de las posibilidades y de las imposibilidades ofrecidas y el sistema de las disposiciones, puesto que todo cambio del espacio de las posibilidades determina un cambio de las preferencias subordinadas a la lógica del habitus” (Bourdieu 2007:82). Teniendo una visión más amplia hemos considerado como tiempo libre aquel que se dispone por fuera de la generación de ingresos y por fuera del trabajo familiar (doméstico, relaciones y consumo). En aquellos grupos familiares donde se percibe más de un ingreso económico (por ejemplo hogares biparentales donde tanto el hombre como la mujer aportan ingresos monetarios) se advierte que se destina parte de los mismos para actividades de recreación u ocio del grupo familiar, sea para realizar paseos al parque, a la plaza, al cine, a las sierras, a tomar un helado, a comer un sándwich, siendo éstas cuestiones asociadas a la esfera del placer de los sujetos. Como sostiene Andrea “una salidita…al más chico que lo llevé a un cine o una plaza”…
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Se evidencia que el tiempo de ocio es accesible solamente para los grupos familiares que cuentan con más de un aporte de ingresos económicos. En cambio, en aquellos grupos familiares monoparentales con jefatura femenina donde el aportante económico es una sola persona, percibiendo en algunos casos la AUH como único ingreso económico, las opciones para realizar actividades recreativas se ven acotadas. Las entrevistadas en esta situación expresan que la AUH solo les alcanza para satisfacer las necesidades básicas, como el caso de Lili (Jefa de Hogar con cuatro niñas a cargo) quien sostiene: “La AUH es mi única entrada (…) “No me alcanza ni para ir a la plaza y comprarles un helado (…) estamos bastante ajustadas”. Algunas entrevistadas sostienen que en sus tiempos libres aprovechan para estar con sus hijos/as. Una entrevistada menciona: “puedo compartir con los chicos”, “antes no paraba, me iba a la mañana y volvía a la noche, estaba todo el día trabajando”. La mayoría afirma que sus tiempos libres no se han incrementado a partir del acceso a la AUH, advirtiendo una mayor realización de trabajo familiar
(trabajo que para las
entrevistadas involucra tanto tareas de cuidado como de construcción/ mejoramiento de la vivienda), acotando el margen de tiempo para momentos de recreación personal. Esta se constituye en una modificación sustantiva y paradojal ya que no necesariamente el cobro de un ingreso monetario implica una mayor disponibilidad de tiempo libre para las entrevistadas, sino más bien observamos que además de acrecentarse el trabajo familiar, las titulares ponen en práctica emprendimientos autogestivos como por ejemplo los elaboración y venta de pastelitos, artículos de limpieza, entre otras. Lo cual refleja nuevamente la íntima relación entre el tiempo libre y el trabajo. En referencia al tiempo libre de los niños, niñas y/o adolescentes, (tiempo en el cual no asisten a clases) observamos que desarrollan diversas actividades recreativas y/o deportivas además de diferentes paseos en algunos casos. Por ejemplo, Cecilia expresa: “Agustín juega al futbol pero no dentro del barrio”. Patricia menciona que su hijo de dieciséis años va a pasear con sus amigos al centro de la Ciudad de Córdoba. Pensar en el tiempo libre remite a la esfera de libertad, donde el sujeto puede elegir y por consiguiente encontrar en ese espacio cierta autonomía del mercado laboral. Por esto retomamos los aportes de Esping Andersen (1993) al mencionar el potencial desmercantilizador12 que adoptan ciertas políticas sociales (en este caso la AUH) cuando 12
En Esping Andersen (2000:64) la desmercantilización“aspira a captar el grado en que los estados del bienestar debilitan el nexo monetario al garantizar unos derechos independientes de la participación en el mercado, como manera de especificar la noción de derechos de ciudadanía social de T.H. Marshall.”
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facilitan que las familias/unidades domésticas accedan a determinadas condiciones de vida (consideradas socialmente aceptables) independientemente de la suerte que les haya tocado en el mercado de trabajo. La AUH es un ingreso que permite a los sujetos que la cobran manejarse con cierta autonomía o autonomía relativa del mercado laboral, pudiendo realizar actividades asociadas a la esfera del placer en el tiempo libre que poseen. No obstante, el tiempo disponible socialmente determinado para la realización de actividades recreativas, requiere la existencia de ciertas condiciones socioeconómicas que posibilitan en mayor o menor medida que los sujetos accedan a determinado abanico de opciones para la recreación y el entretenimiento (Pérez Sánchez, 2002).
Conclusiones La AUH ha implicado una modificación de las prácticas sociales de las unidades domésticas que la perciben, incidiendo en las estrategias de reproducción de la vida cotidiana, e implicando un salto cualitativo para las mismas, que pasaron de la búsqueda por satisfacer las necesidades básicas (garantizar su supervivencia) a ampliar la estructura de necesidades y elegir de acuerdo a la búsqueda del placer; el análisis de las unidades domésticas que perciben la AUH, nos permite mirar a dichos agentes desde las estrategias que despliegan para mantener y mejorar la posición actual que ocupan y observarlos desde las potencialidades que poseen, es decir, desde sus capitales, poderes y de los intereses y lógicas de las prácticas que se ponen en juego en la lucha por modificar las relaciones de fuerza. Sin embargo, la AUH no solo implicó una modificación de las estrategias de reproducción de la existencia de las unidades domésticas, sino también que generó nuevas tensiones y necesidad de reconfiguraciones en dos instituciones pilares como son la escuela y los centros de salud, en relación a los cuáles actualmente estamos desarrollando nuestra investigación. Por último, quiero terminar con una frase que contiene parte de lo que implicó la AUH en las prácticas de las familias, “Basta que exista la posibilidad de que las cosas vayan de una manera distinta que la que pretenden ´las leyes mecánicas´ del ´ciclo de reciprocidad´ para que toda la experiencia de la práctica y al mismo tiempo su lógica se vean modificadas” (Bourdieu, 2007:159).
XXVII Congreso Nacional de Trabajo Social. 11, 12 y 13 de septiembre de 2014
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