EL CONTROL SOCIAL DESDE LA IDEA DE HIGIENE Y LIMPIEZA: EL CIRUJEO EN EL OESTE DE LA CIUDAD SANTA FE

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XXVII Congreso Nacional de Trabajo social. 11, 12 y 13 de septiembre de 2014

EJE: Enfoque de derechos y políticas públicas en la contemporaneidad. EL CONTROL SOCIAL DESDE LA IDEA DE HIGIENE Y LIMPIEZA: EL CIRUJEO EN EL SECTOR OESTE DE LA CIUDAD DE SANTA FE. Claudia Andrea Manibardo1 Introducción La recolección informal de residuos, a nivel mundial, se remonta a tiempos históricos como consecuencia de la complejización de las sociedades, determinada por el impulso de la industrialización, la creciente urbanización, el consumo masivo, y por tanto el incremento en la cantidad de basura producida. Así es que las personas en situación de pobreza encontraron en esta actividad una alternativa para subsistir. Existen argumentos que señalan que “pobres hubo siempre”, pero lo que no se menciona es la forma en que fueron y siguen siendo controlados, por considerarlos una amenaza social. Con el devenir histórico, los métodos de vigilancia y control persisten, pero resignificados, entre ellos las normativas reguladoras, el imaginario social construido, la estigmatización, los medios de comunicación masiva y el control policial. Es por este motivo que todos aquellos que no se enmarcaban ni se enmarcan en el orden establecido socialmente eran y continúan siendo encasillados en una misma identidad social.

Surgimiento de los barrios de la zona oeste de santa fe Hasta 1930, diversos barrios de la zona oeste de nuestra ciudad -a modo de ejemplo, San Pantaleón, Pro Mejoras Barranquitas, Villa del Parque y Barranquitas Oeste, entre otros- aún no se habían constituido, por lo que esos lugares pertenecían a las zonas bajas denominadas “bañados comunales” , los cuales eran cubiertos por las crecientes periódicas del río Salado. En 1947, el Gobierno Nacional lanzó un Plan cuya finalidad era atender la demanda habitacional de los sectores de menores recursos, que en la ciudad de Santa Fe, se plasmó en el Plan Regulador, cuyo objetivo era constituir a la zona este de la ciudad - de frente a la Laguna Setúbal-, en espacio recreativo, y remarcaba el carácter infraestructural e industrial productivo para la zona oeste- de frente al río Salado. El Plan aludido favoreció para que aproximadamente desde la década del ´50, estos bañados fueran ocupados por personas de escasos recursos, algunas de ellas 1

Estudiante de 5to. Año de la Licenciatura en Trabajo Social. Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales. Universidad Nacional del Litoral. Correo electrónico: clauchiss@hotmail.es


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provenientes de la cuña boscosa santafesina, que habían quedado desocupadas con motivo del cierre en 1957 de la empresa extranjera “La Forestal”. Se debe agregar que, desde mediados del siglo XX, se produce una expansión poblacional hacia la zona oeste de Santa Fe, conformándose una división imaginaria en la ciudad, mediante la cual en la zona este - Laguna Setúbal, en la cota más alta- se ubicaron los sectores más pudientes, mientras que en el oeste -inmediaciones del río Salado, en la cota más baja-, se ubicaron los sectores de menores recursos. En esta dirección, podemos identificar la demarcación territorial producida, entre el este y el oeste, lo cual también se transforma en un instrumento de control social, entre lo urbano y lo marginal. Asimismo, debido a la construcción de diversas obras de infraestructura, una de las primeras el terraplén Irigoyen y, posteriormente, otras como la Autopista Santa FeRosario y la Avenida de Circunvalación, progresivamente se fue transformando el ambiente natural, lo cual implicó la aparición de efectos adversos, tales como las inundaciones por falta de escurrimiento del agua tanto pluvial como aluvial. Al hablar del Terraplén Irigoyen, diremos que fue construido aproximadamente entre 1935 y 1940, constituyendo una de las primeras obras de defensa contra el avance del río Salado hacia la zona urbana, durante los períodos de crecientes. Si bien la finalidad del terraplén planteaba la protección de la población ante las crecidas, también se transformó en un problema, ya que al estar construido sobre el valle de inundación del río, se constituyó en un impedimento para el normal escurrimiento del agua. Además, sobre el mismo terraplén, se levantaron asentamientos humanos que posteriormente se extendieron junto con la proliferación de microbasurales, al espacio considerado de obra, y que corresponde al reservorio2.

El ciruja como amenaza a la higiene y limpieza de la ciudad El cirujeo es una de las características de América latina, que comienza a visibilizarse a mediados del siglo XIX,

con el avance de la industrialización, las migraciones

internas del campo a la ciudad en busca de un ascenso en la escala social, y la ubicación en zonas marginales en las grandes ciudades, entre otras. También se ha ido resignificando tanto como labor como así también en las formas de nombrar a quienes la efectúan, tales como basurero, botellero, cartonero y ciruja, entre otras.

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De acuerdo a lo que plantea AGUIRRE MADARIAGA un reservorio es “la zona excavada en las adyacencias de una estación de bombeo. Cumple la función de almacenar el agua caída en lluvias de mediana y alta intensidad, para que luego la estación de bombeo la saque al río. Deben estar limpios, libres de ocupación y bien delimitados para permitir la rápida llegada del agua y su posterior salida”. (2009:8)


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En la ciudad de Santa Fe, a fines de la década de los ´60, el cirujeo es considerado como una amenaza a las ideas de higiene y limpieza, por lo que se comienza a instalar en el imaginario social la noción de “cirujas como antihigiénicos”, como transgresores a la ley. Los principales dispositivos utilizados para tal finalidad son la sanción y promulgación de ordenanzas municipales, el discurso político, el diario local como medio de comunicación masiva, que van más allá del problema de la basura y la cuestión ambiental, ya que están destinadas al control social de los sectores “carenciados”.

Limpieza e higiene de la ciudad: Marco normativo regulador En la década del ’60, con el impulso desarrollista y la rápida expansión urbana, la ciudad de Santa Fe comienza a perfilar una perspectiva modernizadora, basada en las ideas de limpieza e higiene. Para alcanzar dicha finalidad se promulgan diversas leyes y ordenanzas, de las cuales mencionamos algunas. Debemos recordar como precedente normativo la Ordenanza Municipal Nº 1909, del año 1920, que prohíbe la tenencia y cría de cerdos en el radio urbano, delimitado al norte partiendo en línea recta desde el Cementerio Barranquitas y extendiéndose al este hasta la Laguna Setúbal, al este y al sur el río Santa Fe y al oeste el río Salado. (E.L. 07 – 07 – 1940)3 Posteriormente, en 1967, se promulga la Ley Provincial Nº 6279/67, la cual otorga al funcionario policial la facultad de juzgar al infractor, en base a sus órdenes o por la actuación de sus subalternos, sin la intervención del magistrado judicial. A mediados de los ´70, se comienzan a implementar algunas medidas regulatorias, entre ellas referidas al tránsito. Tal es el caso de la Ordenanza Municipal N° 7376/77, la cual prohíbe circular con carros tirados por tracción a sangre por las calles en la zona demarcada al “norte: Bv. Gálvez y Bv. Pellegrini; sur: Avenida Gral. López; este, San Luis, 27 de Febrero, Avda. Rivadavia y oeste: Avda. Gobernador Freyre”, arterias principales de la ciudad.

Limpieza e higiene de la ciudad: interjuego entre el discurso periodístico y el discurso político. En el proyecto modernizador de Santa Fe, además de las normativas mencionadas previamente, también resulta necesario analizarlas a la luz del discurso de la prensa local y del discurso político como dispositivos de control de ese momento.

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Para referirnos a la fuente histórica de información citaremos al diario El Litoral con las iniciales E. L.


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En palabras de Foucault (1970: 15) “Por más que en apariencia el discurso sea poca cosa, las prohibiciones que recaen sobre él revelan muy pronto,…, su vinculación con el deseo y el poder.” Para comenzar y en relación a lo discursivo de la prensa local decimos que, todavía en el año 1964, el municipio continúa implementando la obsoleta Ordenanza N°1909 -la cual describimos anteriormente. En un artículo periodístico, titulado “Los basurales…”, el propio diario El Litoral- en adelante El Litoral- responsabiliza doblemente al municipio, por un lado, por su incumplimiento y falta de control, y dice que: “Extraña…el casi olímpico desprecio por una ordenanza que data de muchos años, que prohíbe la tenencia y cría de cerdos en el radio urbano y que sea allí, precisamente en los basurales, donde existan criaderos de estos animales. Las autoridades municipales no pueden ignorar todo esto y hasta en alguna medida son responsables de la supervivencia del problema….” (E.L. 17-10-1964). Y, por otro, por la persistencia de los basurales, al indicar que el municipio prioriza la adjudicación a un privado de la explotación de los volcaderos, dando lugar a la “reactivación de los basurales y a la reaparición del “cirujerío” y al incremento de la cría de cerdos en esos infectos lugares.” (E.L. 17-10-1964). Con frecuencia, El Litoral ha expuesto el tema de basurales, cirujas y cirujeo como un problema sin resolución, y ha realizado llamados de atención a las autoridades. A pesar de eso, En 1966, a escasos cuatro meses de la asunción del intendente municipal José Ureta Cortés, resalta la labor emprendida por algunas reparticiones públicas en relación a los basurales y manifiesta que: “…con la valiosa colaboración del Ministerio de Agricultura y Ganadería de la provincia,….se procede a la incineración de las 50 toneladas de basuras que se recogen en la ciudad diariamente. Esta tarea se cumple en zonas contiguas al terraplén del río Salado, detrás del cementerio municipal. Se eliminará también el “cirujeo” esa lacra social que nunca se encaró con decisión, porque detrás de esa actividad, se movían y aún se mueven intereses muy crecidos.” (E.L. 03-10-1966). En este último párrafo, podemos inferir la exaltación del diario por la labor emprendida por dicho Ministerio, pero además, se estigmatiza al cirujeo y con ello encubiertamente a los cirujas, al denominarlos como “lacra social”. Se debe acotar que en esa época1966- ya hay personas que habitan en Barranquitas Oeste y otros barrios del sector oeste, lo cual nos lleva a interrogarnos En relación al diario El Litoral, podemos reconocer su influencia disciplinadora, en palabras de Norberto Bobbio “el poder invisible”, referido a la publicidad como medio de control y a través de la cual se dan a conocer las actividades gubernamentales, lo


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que es lícito y lo que no es lícito, según el gobierno (Manibardo, 2011: 2) . En otros términos, el posicionamiento de los grupos hegemónicos con respecto a los integrantes de los sectores más vulnerables. Pero dicho medio de comunicación, también se presenta con un carácter ambiguo, en algunos casos reproduciendo y avalando el discurso político y, en otros, resaltando las deficiencias gubernamentales. En cuanto a la reproducción del discurso político, en 1967, el intendente Ureta Cortés, evalúa el primer año de su mandato, como positivo y beneficioso, y expresa que: “hemos proyectado nuestra acción hacia el terreno de las obras y servicios públicos, centralizando los esfuerzos en la limpieza e higiene de la ciudad.” (E.L. 23-08-1967). En este sentido, resulta contradictorio lo expresado por dicho mandatario, en relación a los servicios públicos, debido a que la quema de toneladas de basura a cielo abierto se hace dentro de un barrio de la ciudad. Y, en el mismo artículo, El Litoral, considera a los cirujas como “un problema para la ciudad” y menciona que: “ha cobrado amplia difusión el problema que significa para la ciudad la presencia de los recolectores particulares de residuos, comúnmente denominados «cirujas», a la luz de una medida de la Municipalidad prohibiendo su actuación en la zona comprendida por los bulevares. Una disposición que ha originado reacción en los afectados, puesto que ellos viven de una actividad muy modesta, pero que debe supeditarse al interés general de la ciudad, por razones higiénicas y sociales. Es indudable que la situación de referencia no podía ser mantenida indefinidamente, por resultar negativa para el buen aspecto de un centro urbano de la importancia de Santa Fe”. (E.L. 23-08- 1967). Es decir que es necesario mostrar lo pintoresco, lo estético y sacar todo aquello que pueda opacar la postal urbana. En este sentido nos referimos, particularmente, a la implementación de medidas de control social, encorsetamiento e invisibilización de la pobreza en la que se encuentran los cirujas. Asimismo de lo señalado hasta aquí, podemos evidenciar un tipo de panóptico invertido, en otras palabras, la vigilancia se efectúa desde el centro, impidiendo que lo insalubre –los cirujas- se acerque territorialmente, por lo cual debe ser apartado a los márgenes de la ciudad. Y, en cuanto a remarcar deficiencias gubernamentales e institucionales, El Litoral en diversos artículos señala que: “El mantenimiento de la limpieza de la ciudad es una de las obligaciones elementales de la administración municipal y es a la vez la fundamental, ya que de la higiene depende el estado de salud general de la población y su bienestar en muchos aspectos. (E.L. 28-09-1951).


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En relación a la institución policial dice que: “Si el jefe o cualquier otro funcionario ordena la detención de una persona y no la pone en libertad, al escuchar su descargo, el juicio que le instruya dentro de la repartición siempre le adjudicará la razón…, con esa arbitrariedad tan común en procedimientos policiales en los que el acusado por una simple contravención es sospechado de delincuente peligroso e incorregible”. (E.L. 20-03-1967). “…en este aspecto que tanto influye en la higiene y la limpieza de la ciudad, debe actuarse orgánicamente a nivel técnico y con una planificación adecuada, porque nada efectivo se consigue con paliativos momentáneos, y por ello es menester coordinar una acción conjunta de reparticiones sanitarias y municipales.” Y, expresa este mismo artículo que “la acción no sólo debe concretarse al centro ciudadano, sino también a los alrededores, y aún extenderla a distritos vecinos donde el abandono en calles y cunetas produce una impresión selvática.” (E.L. 15-12-1969). Y, como complemento, El Litoral, también señala la disconformidad expresada por algunos ciudadanos, en relación a las medidas implementadas, entre ellas la tala compulsiva de árboles, y la persecución de los cirujas. La carta de un lector al Diario, manifiesta que: “Quizás ignoremos las pesadas razones higiénicas, económicas y edilicias que justifiquen la implacable eliminación de nuestro buen amigo vegetal. Será desterrado de la ciudad como lo está siendo la tracción a sangre ….” (E.L.07 de febrero de 1967). Diremos que en los fragmentos antes citados, podemos visualizar por un lado, que el posicionamiento político y de la prensa escrita, encubiertamente impulsan y fomentan lo estético, lo higiénico, lo limpio. Por otro lado, la persecución, la estigmatización y el corrimiento de los cirujas hacia los márgenes de la ciudad. Y, por último, el descontento ciudadano acerca de las medidas impulsadas. El “foco fuera de tono e indigno de un centro civilizado y culto”: Los basurales del sector Oeste. Los basurales en la zona oeste de Santa Fe datan aproximadamente de principios del siglo XX, por citar algunos fragmentos extraídos, en el año 1928, el diario El Orden señala que: “Una veintena de niños, mujeres y viejos escarban los montones y van separando cuidadosamente cuanta materia ofrece alguna posibilidad de servir como alimento. Restos sucios de viandas, gallinas muertas,…latas conteniendo residuos de dulce …,


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ingresan a la bolsa que cada uno de esos buscadores porta colgada a la espalda.” (E.O4. 02-07-1928). Y, en el año 1941, el diario El Litoral, alude a que: “No hay necesidad de insistir sobre este problema, cuando es conocido por la generalidad de los habitantes, que saben, tanto como los poderes llamados a resolverlo, que en la zona oeste, a poca distancia del radio urbano, existe un foco completamente fuera de tono e indigno de un centro civilizado y culto”. (E.L. 08-031941). Pero, la recolección informal se hace evidente como actividad “peligro” o “amenaza” social, a mediados de los ´70. Análogamente, también se comienza a cuestionar la insuficiencia del servicio oficial de recolección de basura. Tal como lo expresa el Diario al decir que: “Ni los clásicos camiones recolectores, bastante obsoletos, en honor a la verdad; ni ese servicio que ha surgido y se mantiene paralelamente al oficial y que está a cargo de modestos ‘cirujas’, han devuelto a la ciudad su prestancia de centro que se distinguía por su higiene.” (E.L. 26-12- 1975). Esto último, nos lleva a interrogarnos si quizás, este cuestionamiento es el origen de la justificación de peligrosidad del ciruja. Debemos recordar que, en la década del ´70, América Latina –incluida la Argentina-, a causa de los gobiernos militares, la ideología imperante desde los poderes del Estado fue que todo lo indeseable era considerado subversivo, por lo cual había que erradicarlo. Ello quedó explicitado entre otros mecanismos, por los Planes de Erradicación masiva de las villas. Pero además de la reticencia social, también predomina en el discurso hegemónico, la conceptualización prejuiciosa hacia los cirujas y su actividad –o hacia la pobreza en general-, al considerarlos como una patología, como amorales, incultos, entre otros calificativos. Teniendo en cuenta el contexto político imperante, en

1976, a pocos meses de

ocurrido el Golpe militar en Argentina, el Intendente Coronel Miguel Alfredo Coquet, menciona que: “El problema ´cirujeo´, término no aceptable por razones obvias, se está tratando dentro y fuera del ente municipal. Debe entenderse que estas personas –mayores y niños- deben ser encauzadas en tareas edificantes en lo moral, físico y educativo y existen posibilidades de compatibilizar esa actividad mediante un ordenamiento que

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Para referirnos a la fuente histórica de información citaremos al diario El Orden con las iniciales E.O.


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apunte a una solución de tipo socio-económico, tendiente a su recuperación.”(E. L. 1009- 1976). Asimismo, debido al malestar social que ocasiona en esa época el trabajo del cirujeo a los diferentes actores sociales, y por diferentes intereses en juego, las limitaciones y restricciones impuestas a los cirujas son cada vez más opresivas. Tal como un artículo del Diario expresa que: “Inspectores de la Municipalidad de Santa Fe con el apoyo de efectivos policiales vienen llevando a cabo un operativo tendiente a impedir el “cirujeo” en el radio céntrico comprendido entre los bulevares.”(E.L. 30-08-1976). Este mismo artículo también menciona, que se ha procedido a la detención de 17 personas que se dedican al cirujeo y que además se les han secuestrado los carros. Con lo cual se puede inferir que la noción subyacente es criminalizar la pobreza. De todo lo expresado previamente, se evidencia una estrecha relación entre lo discursivo político, la fuerza policial y el medio de comunicación masiva, en este caso el Diario El Litoral. Dicha interrelación produce un doble efecto de éste último, ya que por un lado avala las decisiones gubernamentales y por otro, legitima la ilegalidad y criminaliza la pobreza. Frente a esta situación problemática y a la luz de la Constitución Nacional Argentina, se podría decir que encubiertamente, se están vulnerando determinados derechos de las personas, entre ellos el de trabajar y el de transitar y circular libremente. Con lo cual, se puede evidenciar que la implementación de la fuerza policial fue y sigue siendo un dispositivo de control social hacia este sector mencionado.

El cirujeo de “lacra social” a Recuperadores Informales Urbanos. Marco normativo regulador de la recolección RSU Debido a la creciente preocupación por el deterioro de la naturaleza y sus consecuencias a nivel mundial, en la década de los ´90, se incluyen en las constituciones latinoamericanas los derechos de tercera generación o de incidencia colectiva. Los mismos conciernen a derechos sobre el medio ambiente, sobre usuarios y sobre consumidores. Asimismo, se integran con jerarquía constitucional Tratados Internacionales, entre ellos se encuentran la Declaración Americana de los derechos y deberes del hombre, la Declaración Universal de Derechos Humanos y la Convención Americana sobre Derechos Humanos, entre otros. En Argentina, con la Reforma Constitucional de 1994, se incorporan a la Carta Magna, los artículos 41 y 43, referidos al medio ambiente y su protección a través de instrumentos jurídicos tales como el Amparo. Cabe recordar que si bien ya existían


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Tratados Internacionales referidos al tema ambiental, en nuestro país, a partir de 1994, mediante el Artículo 75 inciso 22, adquieren jerarquía constitucional. Desde entonces, se comienza a abordar la problemática, impulsando normativas tanto a nivel nacional como regional. En la provincia de Santa Fe, se promulga la Ley Provincial N° 11717/99, denominada “Medio Ambiente y Desarrollo Sustentable”, cuyos objetivos refieren a establecer principios para la preservación, mejoramiento y recuperación del medio ambiente, el goce de un ambiente saludable para el desarrollo de la dignidad y vida humana, como así también promover la participación de los ciudadanos. Como marco regulatorio a nivel nacional, en el año 2005, se crea la Estrategia Nacional para la Gestión Integral de Residuos Sólidos Urbanos –ENGIRSU-, cuyo objetivo refiere a modificar “las inadecuadas prácticas actuales de manejo de los Residuos Sólidos Urbanos –RSU-, con el fin primordial de mejorar la salud de la población, entendiendo a la salud en su sentido más amplio”. Diremos que como precedente lejano sobre la preocupación por el tratamiento de los residuos, lo podemos encontrar en la obra escrita por Parsons en 1906, titulada “La Disposición de Desecho Municipal”, quien en sus objetivos menciona que: “Para describir las características de las diferentes clases de desechos, y dirigir la atención al hecho de que, se pudiera mantener un método uniforme de nomenclatura y registro de las cantidades manejadas por diferentes ciudades, entonces los datos obtenidos y la información así acumulada sería un avance material hacia la disposición sanitaria de los desechos. Tal uniformidad no acarrearía gastos sobre las ciudades, y se podrían hacer comparaciones y conclusiones correctas para el beneficio de otros." (Parsons, 1982: 18). En 2007, se instrumenta en la ciudad de Santa Fe, la Ordenanza N° 11398, por medio de la cual se incorpora al reglamento de tránsito el artículo 81 bis, que dispone la prohibición para que los “carros, sulkys, etc.” sean conducidos por menores de 18 años. Diremos que como medida precautoria, resulta adecuada y oportuna en resguardo de la vida y la integridad física de los niños y niñas que colaboran en la actividad de recolección. Posteriormente, en 2011, el gobierno municipal se expide mediante el Decreto N° 02147, en el que se establece reemplazar gradual y definitivamente los vehículos a


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tracción a sangre por vehículos alternativos5, como así también ordenar y reconvertir las actividades “de los Recolectores Informales Urbanos”, es decir, los cirujas. Asimismo, en el año 2013, se crea la Ordenanza N° 11917, denominada “Gestión de Residuos de manejo especial”, en la que se delega la obligación y responsabilidad a los comercios - llamados Grandes Generadores- de acumular y tramitar el retiro y traslado a la planta de tratamiento, entre los que se encuentran según lo expresa el artículo 20 inc. “a) Los establecimientos gastronómicos: bares, restaurantes, pizzerías, confiterías, confiterías bailables, cafeterías, casas de comidas rápidas, rotiserías, establecimientos que procesen alimentos, salones de fiestas y eventos o similares., inc. b) Supermercados, hipermercados y megamercados.” Según la ENGIRSU (2005: 78), considera a los grupos informales como colaboradores de importancia en la recolección de residuos urbanos, “…siempre y cuando reciban una

adecuada

asistencia

en

organización,

concientización,

capacitación

y

eventualmente soporte financiero”. Al poner en diálogo a la normativa nacional - ENGIRSU- con la normativa municipal de la ciudad de Santa Fe, y especialmente en relación a esta última, consideramos que impacta directamente en perjuicio de los sectores vulnerables que se dedican a la actividad del cirujeo. Debido a que les impide, por un lado, efectuar la recolección y posterior selección de materiales sólidos para la venta - tales como cartón, papel y latas, entre otros-, como también obtener la ración de alimento para sus animales cerdos, caballos, patos, gallinas, perros. Y, por otro lado, resultaría una medida restrictiva, en cuanto a la intencionalidad de que los cirujas no desarrollen su labor en el casco céntrico. Pero además, dicha ordenanza, desde la perspectiva de ciudadanía se estaría constituyendo en un obstáculo, debido a los requisitos obligatorios solicitados. Porque en la mayoría de los casos, para quienes se dedican al cirujeo, resultaría difícil solventar y afrontar los gastos que implican mantener un vehículo – es decir gastos de mantenimiento, seguro, combustible, patente. Con lo cual resultaría una utopía pensar en la igualdad de condiciones para competir con las grandes empresas que efectúan el tratamiento de la basura. En esta misma dirección, López Cerezo (2000: 76) señala que “…el riesgo actual tiene un gran parecido a la lepra medieval…” Desde una de las posturas políticas, los concejales Leonardo Simoniello y Jorge Henn, consideran que “La decisión es que los carros no transiten por las calles, y

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El Decreto Municipal N° 02147, en su art. 3, establece la entrega una “´bicicleta ecológica´ –vehículo eléctrico-, y un carro metálico, el que cumple la función de soporte para una bolsa del tipo Big Bag (incluida)”, a cambio de la entrega del carro y el caballo por parte de su propietario.


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nuevamente pareciera que la solución al problema es sacar de la vista lo que molesta, lo que perturba, y tal vez la forma que el cirujeo pase desapercibido en las calles de la ciudad utilizando un mejor medio de transporte para realizarlo.” (Simoniello, Henn: s.f.) Es decir aquellas personas que poseen algún impedimento – tal como desempleo, pobreza, subempleo, entre otros-, principal y fundamentalmente económico, son excluidos y aislados por el sistema. Para tal finalidad, se implementan diversos mecanismos de control tales como los medios de comunicación masiva, el imaginario social creado alrededor de las personas pobres, siendo etiquetados como vagos, peligrosos, delincuentes, entre otros calificativos. De este modo, se produce la criminalización de la pobreza y se encubren las verdaderas causas que han llevado a las personas a esa situación. Dicha cuestión es identificada en diversos barrios del cordón oeste de la ciudad de Santa Fe, entre ellos Villa Hipódromo, San Pantaleón, Pro Mejoras Barranquitas y Barranquitas Oeste, entre otros. En la actualidad, podemos encontrar formas similares –aunque resignificadas- de delimitación territorial y de categorización de los sujetos, tales como el control policial, creación de nuevas ordenanzas acerca del cirujeo como actividad laboral y la estigmatización e idea de peligrosidad de las personas por pertenecer a determinado barrio, entre otras. Al referirnos al control formal de la policía, desde hace algunos años, en la ciudad de Santa Fe, una organización de la sociedad civil “en defensa del maltrato animal” también se ha tomado la atribución de perseguir y hacer detener a los cirujas. Aclaramos que no estamos a favor del maltrato animal, pero sí de proteger a las personas en el momento de realización de dichos operativos. A modo de ejemplo se puede referir un artículo publicado por Redacción Santa Fe, el 1° de noviembre de 2013, en el que se menciona que el 13 de marzo de 2013, al retener un carro y detener a su conductor, se dejó desprotegidos en la vía pública a dos niños que también lo tripulaban. Otro, refiere a las irregularidades en los procedimientos coordinados entre la policía y la Asociación Civil S.O.S. Caballos, en la que dicha fuerza acata las órdenes de ésta última y se realizan de manera violenta y discriminatoria contra los cirujas.

Con esto podemos decir que por proteger un

derecho se omiten y vulneran otros, en el primero de los casos descriptos referidos a la niñez, y en el segundo, a la violencia verbal, física, a las expresiones racistas y discriminatorias tal como lo expresa una damnificada -Petrona – quien “asegura que la presidenta de SOS Caballos, Cristina Pagani “nos grita negros de mierda, negros bastardos, es imposible hablar con esa mujer.”


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Algunas consideraciones finales En el sector Oeste de la ciudad - y a lo largo del Distrito Oeste- el cirujeo es un trabajo familiar, en el que se incluyen los niños y niñas que acompañan a sus padres en la recolección. Si bien surge como actividad a mediados de los ´70, es en los ´90 cuando alcanza notoriedad. Cabe destacar que en el barrio Barranquitas Oeste, también hay personas con trabajo formal, pero actividades como cuidacoches, limpiavidrios y cirujeo son las más identificadas, principalmente en la zona del terraplén Irigoyen. A mediados de los ´90, surge con fuerza el cirujeo como forma de supervivencia, aparece la figura del ciruja como nuevo actor social. Cabe remarcar que, esta actividad ya existía con anterioridad, pero adquiere relevancia en este período mencionado, resultante de una mayor exclusión dada por el incremento de la desocupación -a los pobres estructurales ahora se suman los nuevos pobres provenientes de la clase media empobrecida. Y, con la crisis político-económica y social de 2001, la problemática se agudiza, aumenta la cantidad de personas que viven de este trabajo en condiciones de vulnerabilidad social, de salud, habitacional y económica, por mencionar algunas, y expuestas a innumerables riesgos. Si bien el cirujeo es considerado una labor informal, en realidad es un trabajo por medio del cual este individuo produce y reproduce su vida. Lo cual nos lleva a reflexionar acerca del Artículo 41 de nuestra Constitución Nacional, que enuncia el derecho de todos los habitantes a un ambiente sano y equilibrado. Al mencionar ambiente sano, refiere a aquel que permite ser habitado por las personas en condiciones favorables para su bienestar, por lo que esas condiciones deben considerarse tanto para los actores sociales como para su entorno natural. Estamos en el siglo XXI, plena era del desarrollo tecnológico, tendríamos que cuestionarnos y problematizar si en realidad, este sector vulnerable de nuestra sociedad debería seguir realizando tareas en condiciones que pueden considerarse precarias y que atentan contra su derecho al ambiente sano y la dignidad humana para poder lograr el sustento diario. A modo de conclusión consideramos que persisten, de manera resignificada, las prácticas de control hacia el ciruja y su actividad, argumentando en la década del ´60, la limpieza e higiene de la ciudad, y a fines de los ´90, el ambiente sustentable, tal es el caso de las últimas ordenanzas establecidas por el Gobierno municipal. Las mismas, si bien señalan el tema ambiental y la inclusión al trabajo formal, en realidad continúan siendo una política social excluyente. En el sentido de que por un lado, los requisitos impuestos a dichas personas para considerarse trabajadores formales se


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transforman en un impedimento. Y, por otro, la Estrategia ENGIRSU, considera a los cirujas como actores fundamentales, pero remarca “siempre y cuando reciban una adecuada asistencia en organización, concientización, capacitación y eventualmente soporte financiero”, lo cual es prácticamente inexistente. Y, por último, la atribución de poder policial de cierta organización de la sociedad civil, que atenta contra principios constitucionales e instrumentos internacionales. Por tanto, consideramos un desafío para el Trabajo Social, comenzar a abordar de manera integral la temática referida. Diremos que no se trata de un trabajo en soledad, sino que debe realizarse de forma conjunta e interdisciplinaria, teniendo como principales actores sociales a los cirujas y además a organizaciones públicas, privadas, de la sociedad civil, autoridades municipales, provinciales y barriales. El trabajo conjunto posibilita el acompañamiento y favorecimiento de construcción de ciudadanía de los sectores sociales vulnerables.

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