ESTRATEGIAS POLÍTICO-GREMIALES EN LA ESCUELA Y OBSTÁCULOS PARA SU RECONOCIMIENTO.

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XXVII Congreso Nacional de Trabajo social. 11, 12 y 13 de septiembre de 2014

Eje temático: Enfoque de derechos y políticas públicas en la contemporaneidad

ESTRATEGIAS POLÍTICO-GREMIALES EN LA ESCUELA Y OBSTÁCULOS PARA SU RECONOCIMIENTO. Mg. Gabriela Rotondi1.

Introducción. El presente trabajo busca reflexionar acerca de algunos de los interrogantes y debates que se plantean en el marco de la investigación "Estrategias colectivas de Participación político gremial para el abordaje de necesidades de los estudiantes 2

secundarios y su relación con la ciudadanía” y “Participación Juvenil en relación a 3

derechos: Impactos en proyecto y cultura institucional de las escuelas públicas”

La mirada de las estrategias de participación de los estudiantes secundarios de las escuelas públicas de Córdoba, nos acerca a diversas experiencias organizativas, que plantean una indispensable reflexión, vinculada a los sujetos que se involucran y a los procesos que llevan adelante. Preguntarnos acerca de quiénes se organizan en la escuela y por qué sin duda es un punto de partida. Cuando aludimos a organizaciones juveniles de estudiantes secundarios, un primer aspecto sobre el cual nos detenemos a reflexionar, es la heterogeneidad de las experiencias con las cuales podemos encontrarnos, especialmente si nuestra mirada transcurre por escuelas públicas, donde se identifican de parte de sus actores, diverso tipo de necesidades en el espacio social de la escuela. Estas se instalan como dispositivos que instan a la organización a partir de lecturas que los jóvenes estudiantes hacen respecto de los problemas y necesidades que transcurren en la escuela. Ante la heterogeneidad de situaciones que se plantea, los acercamientos y el reconocimiento de experiencias, demanda una diversidad de herramientas y un intento

1 Profesora Titular por Concurso e Investigadora de la Escuela de

Trabajo Social, Universidad Nacional de Córdoba. Doctoranda del Doctorado en Ciencias Políticas del Centro de estudios avanzados, Universidad Nacional de Córdoba. E mail: gabrielarotondi@hotmail.com 2 Trabajo de Tesis Doctoral, del Doctorado en Ciencias Políticas de Gabriela Rotondi, dirigida por la Dra.

Alicia Gutiérrez. Centro de estudios avanzados. Universidad Nacional de Córdoba. 2 3 Investigación que se lleva adelante en la Universidad Nacional de Córdoba. Equipo: Directora Mgtr. Gabriela Rotondi. Equipo: Miembros docentes: Lic. Dolores Verón; Lic. Fonseca, María Cristina; Paula Gaitán; Lic. Marcelo Corona. Auxiliares de investigación: Adscriptas Lic. Ana Argañaraz y Lic. Amelia Pirroncello. Estudiantes en formación: Andrea Liascovitz. Gabriela Cansino. Rocio Colomba y Maxime Tramontana. Fabián Roldan. Gisel Molina. Palabras claves: Participación estudiantil – Proyecto Institucional – cultura Institucional.


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mirada compleja. La agremiación juvenil de los secundarios, en tanto práctica social y política, plantea rasgos propios, donde es claro un corte generacional, con un costado gremial y que remite a la posición de los sujetos (estudiantes secundarios) en una organización específica, y en un marco institucional: la escuela. Que, por otra parte se encuentra atravesada por diverso tipo de políticas y lecturas de sus actores vinculados la organización estudiantil. La importancia que adquiere la mirada de estos procesos -muchas veces devaluados como prácticas políticas- plantea diversos ángulos para el análisis. Se plantean procesos que van dejando mojones en la experiencia y en las trayectorias de participación

política

de los jóvenes

secundarios donde

expresiones

como

“reconocerse entre iguales” o “ser iguales en una condición, la de estudiante secundario”; o el planteo de “vivir problemáticas y realidades comunes que requiere ser comunicadas”, o la necesidad de “construir interlocutores” con otros actores escolares, son los primeros elementos que podemos relevar y mencionar. Esta interlocución implica poder expresarse en aspectos que requieren ser tratados entre el colectivo estudiantil y con los referentes institucionales de la escuela, con otros actores institucionales. Actores que, aun reconociéndolos no necesariamente identifican estas prácticas como prácticas político-gremiales y que no necesariamente la validan. Producir estrategias de acción colectiva en un espacio público regulado por adultos, instala una cuestión a debatir, donde "lo juvenil", demanda un enfoque que permita visualizar una construcción social, que refiera -entre otras cuestiones- al carácter relacional que esa producción de prácticas políticas plantea. Donde el contexto (en sus diversas expresiones opera con relación a la lectura que realizan los diversos actores involucrados e impacta de maneras diversas. La construcción de participación política juvenil, ha de analizarse, a partir de las múltiples relaciones que establecen los sujetos, desde sus diversas posiciones y posicionamientos4 en la escuela pública. Es en ese contexto institucional, donde habrá 4 Las nociones de posición y posicionamiento permiten trabajar sobre las condiciones y los discursos que

operan en la escuela, donde sujetos que comparten posición por ejemplo laboral, de docente, operan desde posicionamientos construidos en un escenario público que juegan diversos encuadres ideológicos, políticos y/o accionan de manera divergente. SI tomamos en consideración los aportes de Bourdieu, para la reconstrucción de la realidad objetiva, es indispensable la comprensión de la misma realidad, ya que de otro modo no podríamos comprender por qué los sujetos piensan como lo hacen; actúan como actúan. Por qué tienen ese habitus y no otro. Para el autor, los puntos de vista de los sujetos son comprensibles porque son construidos/tomados a partir de un punto, esto es, desde una posición en el espacio social: “los puntos de vista son vistas desde un punto. Por lo tanto las representaciones de los agentes varían según su posición (y los intereses asociados) y según su habitus , como sistema de esquemas de percepción y de apre1ciación, como estructuras cognitivas y evaluativas que adquieren a través de la


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que reconocer aspectos de índole social, política y cultural, tales como la subordinación etaria fundadas en relaciones de poder asimétricas; o las posiciones ligadas al género, o la producción de normas adultocéntrica, entre otros aspectos que operan como marcos de las experiencias juveniles y de la producción de subjetividades políticas que se lleva adelante. La “agremiación juvenil” como una de las primeras experiencias políticas de los jóvenes escolarizados, se articula, con el amplio debate de la ciudadanía, pero además, con los debates de género instalados en la escuela, y la construcción de las subjetividades políticas que emergen en un debate particular en el marco de un espacio público que tiene sus propias complejidades. Estas experiencias -por otra parte- plantean un primer vínculo con el entrenamiento de la condición ciudadana de los y las jóvenes, en su dimensión política, pero contextualizados. En un espacio que se aboca a dar respuestas a un derecho social, como es la educación. Este asunto, nos invita a analizar entonces un aspecto particular, las trayectorias de participación5 y la importancia que en esas trayectorias adquieren los mojones de participación juvenil en la escuela. Cuestión que también interpela los modos de conocer y estudiar el asunto. En relación a la búsqueda de la mirada compleja algunos elementos se hacen especialmente significativos. Uno de esos elementos es el contexto. Y, una primera cuestión a plantear es la necesaria mirada de los diversos contextos que operan en el entorno de las estrategias de particularización de los jóvenes en la escuela. Al respecto, vemos que se involucran una diversidad de elementos que consideraremos de manera particular, por lo cual intentamos en el presente trabajo hacer una lectura del contexto político institucional; el contexto histórico; el contexto que plantea la mirada del joven que sostienen los que conducen los destinos institucionales y el contexto normativo. Evidentemente podríamos realizar otros recortes, pero creemos que estos son hoy claves. En el contexto normativo particular en el cual operan las estrategias de acción del colectivo estudiantil, debemos señalar que algunas de ellas se desarrollan en centros de estudiantes secundarios constituidos formalmente, donde los procesos de agremiación juvenil son parte de la propuesta organizativa en sí (enmarcadas en el caso que analizamos en Córdoba en la Resolución 124/10 que experiencia duradera de una posición en el mundo social (...) (Bourdieu, 1998, 133/4) 5 Cuando aludimos a trayectorias, apelamos a los desarrollos que realiza en particular Pierre Rosanvallon (1995), en particular donde remarca la importancia de vincular las variables explicativas de las problemáticas de los propios sujetos, con las variables biográficas, experiencias anteriores, entre otras. Trabajamos sobre la importancia de construir propuestas saliendo de la idea de “recetas aplicables, generales” para poder considerar la mirada y el abordaje singular, en el marco de procesos estructurales sociales culturales, donde se comparten condiciones de vida pero que tienen sus aspectos particulares.


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regula los procesos organizativos) y otras, en instancias de acción colectiva al interior de la escuela, planteadas con diversos rostros y formatos organizativos donde se han 6

relevado necesidades sociales -no necesariamente desde el sujeto principal que nos ocupa en la institución, el estudiante secundario y que son cuerpos de delegados, grupos pro-centro, mesa de trabajo, mesas de enlaces barriales, centros de acción juvenil, etc.

Producción de textos en contextos complejos. La mirada de las estrategias político-gremiales en la escuela, y los obstáculos para su identificación y reconocimiento, demandan necesariamente un paso por los diversos contextos que complejizan la lectura y la producción de las mismas estrategias. Respecto del asunto escuela-contexto, podemos mencionar diversos autores que han aportado, y mas allá de este es un tema colateral en el presente trabajo, no podemos dejar de mencionar autores como Giroux, Puiggros, o Lappassade que aportan referencias concretas respectos de los conflictos en la institución educativa. Podemos identificar en la escuela contextos y límites que operan en los procesos de producción y reproducción que se juegan en estos escenarios y que al decir de Ruiz Botero "es la reflexión y construcción de una escuela en plural, con múltiples usos, sentidos y apropiaciones sociales que son portadoras de historia compartida, identidad colectiva, según las marcas instituidas y vividas por la comunidad educativa. En esta medida, el territorio escolar funda, reúne y une “Ruiz Botero(2006:12) Los jóvenes secundarios, se movilizan en una trama social y política exponiendo y poniendo en evidencia problemas de diverso tipo que operan en la escena social de la escuela. Haciendo visible aquello que enlaza la realidad cotidiana con las dimensiones micro y macro de la institución. En ese sentido, una primera cuestión respecto del contexto nos demanda una lectura, de aquellas políticas que desde el Estado se instalan y se plantean respecto de los derechos particulares relativos a las políticas educativas que hoy se desarrollan en las escuelas de Córdoba. En líneas generales y atendiendo a las garantías constitucionales, el Estado garantiza derechos que son viabilizados desde políticas concretas. Tal como señala Grassi (2003) los Derechos Políticos establecen la igualdad en la participación política (elegir y ser elegido) y los sociales suponen la garantía de acceso a los bienes básicos para la satisfacción de 6 Utilizamos la categoría de "sujeto principal" en términos institucionales, donde se alude a aquel sujeto

para el cual la misión institucional está dirigida.


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necesidades y a la seguridad frente a contingencias diversas, en ambos podemos decir que tienen un espacio de juego en las escuela. Pero qué pasa cuando en la escena social de la escuela se intentan desarrollar derechos políticos? Podríamos también, agregar a este planteo, los derechos gremiales y reproductivos como parte de la ciudadanía plena, a la que los jóvenes aspiren. Sin embargo es evidente que los derechos, sean civiles, políticos, sociales, gremiales, o reproductivospermanecen condicionados en términos estructurales, por la lógicas de organización social que también se expresan en instituciones como la escuela. En relación a esto último, se plantea la necesaria búsqueda en un contexto institucional particular, una escuela que emerja como una de las instituciones creíbles para la búsqueda y el fortalecimiento de la ciudadanía.

La trama construida en la escena institucional de la escuela, podemos decir que produce y reproduce proyectos políticos de sociedad que no necesariamente validan en todos los casos el derecho social y político de los jóvenes a organizarse y politizarse. Esto expresa diverso tipo de luchas encuentros y desencuentros que se plantean en la escuela. La lectura entonces que tendremos que hacer del escenario concreto involucra un análisis relacional que aporte a la lectura y mirada de los vínculos que la escuela misma establece con el contexto donde está ubicada. Y donde un punto importante a analizar en esta trama relacional es la noción de confianza en las sociedades que además es parte de un debate que no puede eludirse. Suele suponerse que no hay otra opción que confiar en los expertos, en instituciones, en roles sociales. Y en tal sentido la escuela opera como una institución ineludible en el espacio social, en el que se supone, las garantías surgen como algo espontáneo. Si tomamos ésta idea llevada a la clase política y los ciudadanos, la confianza disocia la sociedad civil de una clase política que se supone competente, y disuade al ciudadano de situarse en el espacio público de la política. La escuela en ese entorno, juega con sentidos construidos históricamente y genera límites particulares, simbólicos, y puntos de disputa social respecto de la educación, y el sujeto que habita la escuela, al que, no necesariamente todos están dispuesto a atribuirle derechos políticos. Surge así la importancia de mantener el derecho y la posibilidad del ciudadano de expresar su palabra, desarrollar su acción, mantenerse en el espacio público, y en ese sentido la escuela en sí es además de un espacio social un espacio público en el cual se juegan conflictos, además de derechos. Que por otra parte plantean ciertos cotos definidos por normativas de diverso tipo y generalidad.


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Contextos normativos para la agremiación juvenil. Las normativas que coexisten expresando o aludiendo en diversas direcciones a los derechos gremiales, son sin dudarlo un punto clave del contexto, que dada la importancia atribuida desarrollaremos en este punto. Un particular elemento que hace un contexto inicial a revisar es el hecho que una de las demandas respecto a la reformas a la ley 8113, planteadas ya en 2010, con motivo de las tomas de escuelas en Córdoba, es que la misma no plantea la obligatoriedad de la formación de centros de estudiantes como espacio de representación gremial de los 7

mismos estudiantes

.

Este hecho particular, aun en el marco de la nueva ley nacional respecto de la agremiación juvenil (Ley nacional 26877) se pone en dialogo con la normativa provincial, Res 124 que expresamente alude a la confirmación de los centros de estudiantes. Normativa que por otra parte emerge en un contexto de conflicto y crisis durante 2010, ligado a las tomas de escuelas realizadas en Córdoba por diversas agrupaciones juveniles, escolares y políticas. Pero avanzamos entonces con la normativa cordobesa. La Resolución 124/10 del 21/4/2010 del Ministerio de Educación de la Provincia de Córdoba, plantea en sus considerando dos elementos que asumimos como significativos a la hora de analizar los contextos normativos en Córdoba respecto de los derechos políticos de los jóvenes. La normativa alude al “Centro de estudiantes como instrumento idóneo para que el claustro estudiantil exprese y manifieste sus expectativas, aspiraciones” y demandas y en tal sentido menciona que “por sus objetivos y fines es el organismo apropiado para que los alumnos inicien y consoliden prácticas ciudadanas que apunten al desarrollo de una conciencia democrática y republicana”. En su capítulo segundo, en los fines y funciones de los Centros de Estudiantes la resolución ministerial se plantea acorde a las necesidades planteadas de ejercicio ciudadano adolescente en cuanto que establece como fines de dichos organismos estudiantiles. Propiciar el ejercicio de una ciudadanía comprometida y democrática. Respetar y defender los derechos humanos y las libertades fundamentales de las personas (…) Desarrollar y fortalecer la formación integral de los estudiantes desde los valores de libertad, justicia, igualdad, solidaridad, respeto a la diversidad, no discriminación y bien común. Contribuir a la construcción de una cultura política pluralista (…) 7 Art. 12 – de los derechos de los alumnos inc. e) A asociarse para participar en el funcionamiento de las

instituciones educativas, a través de centros, asociaciones y clubes de estudiantes en relación con las edades y de acuerdo con lo dispuesto por las reglamentaciones que al efecto se dicten.


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Estas funciones, expresadas de manera concreta, luego se retoman y hacen una declaración explícita de las actividades que se deben promover desde los centros de estudiantes. Sin embargo, las titularidades en orden a los derechos aportan enfáticamente a la posibilidad de construcción ciudadana, el análisis de las prácticas y las representaciones que se plantean ante la cuestión permiten analizar desde otro ángulo el ejercicio que de la normativa se plantea y en tal sentido el estatuto planteado es un elemento de análisis fundamental donde habrá que tener en cuenta de modo 8

plural los discursos entre los diversos actores institucionales

.

Si bien el elemento normativo opera como convocante respecto de la instalación de espacios particulares de ejercicio político en la escuela, también es real que pone coto a la participación con una noción, la de “acompañamiento” a los centros de estudiantes de parte de los docentes, figura mediada por un docente asesor. Y en tal sentido esta figura también instala debates y discursos que son los interpelados en búsqueda de autonomía de parte de los estudiantes secundarios que reclaman para sus organizaciones de base posibilidad de constitución y de acción autónoma. El debate de la autonomía, expresa relaciones con valores concretos. Podríamos decir valores 9

ligados a la condición ciudadana que emergen ante los derechos políticos

.

La aprobación por parte del Ministerio de Educación de la Provincia de Cba., de la Resolución Nº 124 en la que al mismo tiempo se aprueba un Estatuto Modelo para Centros de Estudiantes, esto fue el 21 de abril de 2010, dio un paso adelante respecto de la instalación de un marco normativo en el que se reconoce el grado de desactualización de la legislación vigente, considerando que, “el Centro de Estudiantes es el instrumento idóneo para que el claustro estudiantil exprese y manifieste….” Tal como dijimos antes. 8

Al respecto profundizamos la cuestión en el texto Revista Palobra. No. 12. Agosto de 2010 - Julio de 2011. Agremiación y acción juvenil en espacios educativos de Córdoba, Argentina. Rotondi, Gabriela. 2011. 9 Al respecto el estudio, Vigencia de los valores de ciudadanía en juventud y la sociedad cordobesa,

(1998 y 1999) dirigidos por la Profesora Aquìn nos ubicaron ante una realidad juvenil que jugándose en diversos ámbitos, nos interrogaba en torno a los sustentos valorativos de las prácticas y representaciones de la ciudadanía en el contexto cordobés. En ese marco nos preguntamos en su momento sobre el papel de la escuela en los procesos de construcción ciudadana, la construcción de valores, y los contenidos de significación de las prácticas de participación. Las condiciones históricas de la ciudadanía y el ejercicio en una diversidad de prácticas de participación planteaban para el debate consecuencias importantes que se reflejaban en la cultura política del colectivo de jóvenes, dado que en la ciudadanía convergen tres elementos constitutivos: la posesión de derechos y la obligación de cumplir ciertos deberes en una sociedad específica; la pertenencia a una comunidad política determinada que se ha vinculado en general la nacionalidad, y la oportunidad de contribuir a la vida pública de la comunidad a través de la participación. “Pudimos observar que las creencias compartidas son condiciones básicas para la construcción de la democracia, en tanto creencias y prácticas de actores que constituyen la subjetividad. Y teniendo en cuenta que la ciudadanía no es simplemente una condición legal sino una actividad deseable, además de conjunto de derechos y obligaciones es autopercepción del actor social”. Aquìn, Acevedo, Rotondi, Nucci, Custo (2000, p. 5)


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Ahora bien, ¿de qué manera se instala o traducen estos enunciados normativos al interior de las escuelas y operan como contexto concreto en cada caso? Diversos anclajes y también diversos desconocimientos se plantean ante estas normas entre los diversos actores que conviven en la escuela y que podrían involucrarse en relación a las organizaciones estudiantiles. Y también son variadas las dificultades que se hacen presentes a la hora de analizar los posicionamientos de los sujetos que debieran tomar parte en estos procesos educativos y de entrenamiento de derechos. Es decir que un señalamiento concreto se vincula al hecho que no existen perspectivas unificadas ni consensos respecto de la agremiación, más allá de que existen normas concretas. Por otra parte la idea de autonomía organizativa, plantea algunos puntos de debate ya en la misma resolución 124/10, que como decíamos lo explicita en su anexo, cuando recomienda por estatuto, la elección de un tutor, elegido por los estudiantes, cuya función de seguimiento y acompañamiento. Esta tarea “tutorial” es parte de la tarea docente, en cuanto a la orientación teórica en materias afines, en cuanto a la presencia en las instancias de preparación y práctica del ejercicio democrático de planificar las elecciones, elegir candidatos y ejercer el derecho de voto, como funciones tribuidas al tutor. A tres años de la aprobación de la Resolución Nº 124, la Presidencia de la Nación, sanciona con fuerza de ley la Nº 26.877 sobre Representación Estudiantil- Creación y funcionamiento de los Centros de Estudiantes. Sancionada el 3 de Julio de 2013 y Promulgada el 1º de Agosto de 2013. Si bien la promulgación es reciente, las escuelas cuentan con este instrumento, aún no analizado ni mucho menos puesto a debatir entre autoridades, docentes y estudiantes. Sin embargo, y a efectos de establecer parámetros de análisis en el marco de la presente investigación, hacemos una lectura de la misma esbozando algunos comentarios preliminares que sin duda deberán profundizarse conforme la norma vaya instalándose en las escuelas.

En su Art. 1°, la Ley 26.877, enuncia: “Las autoridades jurisdiccionales y las instituciones educativas públicas de nivel secundario, los institutos de educación superior e instituciones de modalidad de adultos incluyendo formación profesional de gestión estatal y privada, gestión cooperativa y gestión social, deben reconocer los centros de estudiantes como órganos democráticos de representación


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estudiantil.”

En el Art. 2º “…….deben promover la participación y garantizar las condiciones institucionales para el funcionamiento de los centros de estudiantes.” La nueva ley además de responsabilizar a las instituciones educativas plantea el hecho que las instituciones deben difundir la ley y su alcance, a los fines de brindar las condiciones necesarias para el funcionamiento y por otra parte ofrecer un espacio físico. Se incorpora una tarea educativa que involucra la responsabilidad de la institución para hacer efectiva a la ley. Y donde si bien se avanza en las condiciones y amplía el campo del protagonismo y la oportunidad de los estudiantes en participar sin condicionamientos en la conformación de los Centros de Estudiantes, cuando establece que estos organismos surgirán como iniciativa de los estudiantes en cada establecimiento, y entrega potestades a los docentes, reproduce de cierto modo una trama social y organizativa en la misma institución. Reconocer este asunto además plantea una necesaria mirada de la posición y el posicionamiento de los docentes ante los derechos políticos de los estudiantes. La ley nacional, supera la Resolución Nº 124, en el sentido que aquélla no dejaba claro o en todo caso, permitía la adecuación de la participación estudiantil, a las valoraciones personales e individuales. El enunciado ya da por sentado que la creación de los centros de estudiantes como forma de participación democrática, será un objetivo del Proyecto Institucional, atribuyéndoles el derecho a g) “Promover la participación activa y responsable del alumnado en la problemática educativa”; h) “Gestionar ante las autoridades las demandas y necesidades de sus representados” y i)”Proponer y gestionar actividades tendientes a favorecer el ingreso, la permanencia y el egreso de sus representados.” Es claramente llamativo que articule la cuestión en relación al Proyecto institucional, en tanto eso de suyo involucra a los diversos actores institucionales. Consideramos sin embargo que aún no estamos en condiciones de observar los impactos que esta nueva normativa, respecto de su incidencia plantea en los proyectos institucionales. Hay que considerar que el Proyecto Institucional refleja la construcción de finalidades y destinos de una organización. Demandas, reclamos, ofertas y ofrecimientos van dando formato al proyecto, que a su vez tiene el marco de las políticas públicas y el contexto socio

político

y

cultural.

El

Proyecto

Institucional

desnuda

además

las

intencionalidades de la institución, el tipo de necesidades que resuelve o no, la 10 Ley 26.877 Representación estudiantil. Creación y funcionamiento de los Centros de Estudiantes.

Sancionada: Julio 3 de 2013. Promulgada: Agosto 1 de 2013. Senado y Cámara de Diputados de la Nación Argentina.


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precisión de saberes y haceres que requiere y por otra parte plantea marcos o límites a la misión de la institución en sí. Es decir es tal vez la construcción institucional que especifica los propios horizontes. Un elemento a considerar en el análisis, sin embargo es el hecho que la nueva ley introduce una nueva demanda en la escuela. Y podemos mencionar que las demandas que se inscriben en la escuela, no reciben iguales respuestas de parte de los actores institucionales, específicamente docentes. Los enfoques y respuestas que podrían plantearse respecto de la realidad organizativa de los estudiantes es múltiple y demandará la gestión de ciertos consensos. Y en este sentido, el posicionamiento docente es una clave que opera involucrando perspectivas, creencias, prejuicios, posiciones personales que tienen que ser objetivadas. Sin embargo y pese a ello las demandas sociales ‘excesivas’ que se le plantean a la escuela, se constituyen en uno de los mayores obstaculizadores para resolver situaciones diversas (podríamos decir problemas sociales pero también agregaríamos problemas políticos, que en este caso aluden a la formación). Al interior de una institución cuya misión está ligada a la transmisión de conocimientos plantea una veta paradójica: por un lado el estado involucra a la escuela en la resolución de múltiples necesidades sociales específicas, políticas, etc. para las cuales pareciera que la escuela no cuenta con recursos. Y, por otra parte es un dato concreto que la escuela por su potencial para convocar de manera cautiva sujetos sociales, por su potencial social integrador, sus recursos, redes sociales y por su misión institucional en sí, se vincula de manera directa a la vida social de sus sujetos principales (los estudiantes) pudiendo dar desarrollo (al menos en términos teóricos) a una dimensión política en su formación. En este caso particular, sin embargo, no es atribuible a modo de punto de fuga la sobrecarga respecto de la inclusión de la política o el debate de la agremiación juvenil. Ligamos a la escuela al conocimiento y el entrenamiento de las nuevas generaciones; el punto es que la formación y acción política no solo se aprende con la apropiación de contenidos, esto es un alerta respecto de cuestiones tales como la transmisión de prejuicios, de aspectos ligados a la participación y sus prácticas de entrenamiento. La escuela debe y puede hacerse cargo de esta cuestión, pero también es real que tendrá que recibir aportes, apoyos, y procesos formativos para el abordaje. El contexto que plantea la mirada que del joven sostienen los que conducen los destinos institucionales Claramente son parte del contexto aquellos contenidos, representaciones y visiones que, de los jóvenes tienen los adultos que gravitan en la escuela y en el entorno


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organizativo de los centros de estudiantes. La subordinación etaria fundadas en relaciones de poder asimétricas; o las posiciones ligadas al género, la producción de normas adulto céntricas, entre otros aspectos, operan como marcos de las experiencias juveniles y de la producción de subjetividades políticas que se lleva adelante desde las prácticas de los centros de estudiantes. Abordaremos entonces en el presente punto, trabajo algunos de estos aspectos que se ponen en juego y que hacen a la construcción de las organizaciones gremiales en la escuela.. Las relaciones que se plantean en el espacio social de la escuela respecto de la participación política estudiantil y los derechos opera como un elemento que nos convoca a reflexionar considerando las relaciones con nociones como la de ciudadanía, identidad juvenil, entre otros conceptos. La participación requiere consolidar un “nosotros” en el núcleo juvenil, en un espacio organizativo, como lo expresa construyendo una identidad colectiva anclada en intereses comunes, valores y motivaciones compartidas, buscando resolver intereses colectivos, comunes al grupo, en los cuales no existe una injerencia externa en la definición de los mismos. Esta misma afirmación podría interrogarse si consideramos las posibilidades que habilita la norma respecto de la injerencia en los espacios organizativos juveniles. La otra cuestión en la que podríamos detenernos también sería aquella que plantea diversos tipos de participación estudiantil, ya que no necesariamente organizarse implica un recorrido por las cuestiones netamente gremiales. Otro elemento que podríamos considerar a la hora de aludir a los contextos que plantea la mirada que del joven sostienen los que conducen los destinos institucionales, es aquel que considera la noción de participación en sí. Asumiendo por ejemplo los desarrollos de autores como Krauskopf (2008) en torno a la participación, recuperamos su idea acerca de que la participación involucra una relación de equidad intergeneracional en los cuales la tensión producida por la asimetría de capitales dentro del plano de negociación se relativiza y se funde una relación entre generaciones que parte de una equidad contractual. Propicia, en este sentido relaciones de solidaridad, de escucha mutua, de colaboración y respeto entre los grupos de diferentes edades, reconociendo la importancia que poseen los aportes de cada uno. Estas nociones sin embargo se encuentran con un sentido pluridimensional de la participación que muestra diversos posicionamiento en las instituciones educativas en torno al asunto. Un particular aporte realiza Martín Criado (1998) en su texto Producir la juventud, texto que contribuye sin dudas a realizar una lectura de las diversas vertientes a considerar para la lectura de la cuestión y recuperando a


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Bourdieu plantea las relaciones que se establecen entre la problemática de la juventud y las estrategias de reproducción de los grupos sociales, rupturando la idea de juventud unificada. Por otra parte aludimos a participación político gremial en la escuela, y en tal sentido el contexto escolar plantea la presencia de una estructura rígida en los espacios institucionales que también ha favorecido la emigración de los jóvenes a espacios no formales de participación, inscribiendo sus actividades en procesos no controlados por el mundo adulto o institucionalizado. Sin embargo en particular en los centros de estudiantes la cuestión se complejiza en tanto los adultos se encuentran en una disyuntiva en la cual por un lado opera el hacer escuchar la palabra desde las organizaciones Correa (2006) y por otro lado, la reproducción de pautas, normas, conceptos sobre el tema. Como expresa Nuñez (2010) Frente al debilitamiento de los mecanismos de integración social tradicionales, las y los jóvenes recrean lazos de corresponsabilidad que asumen un carácter selectivo .Esto plantea también diverso tipo de intereses e inquietudes de los jóvenes secundarios respecto del hecho de la agremiación. Donde en ocasiones el centro de estudiantes no aparece como una instancia de interés, que convoque a los jóvenes. Particularmente podemos además aludir al hecho que las mismas normas operan como palabra adulto-céntrica en un espacio que está por construirse. Ahora bien, hay aspectos que consideramos significativo respecto de las construcciones que se plantean a la hora de aludir a los centros de estudiantes y que se vinculan al hecho de quienes participan en las organizaciones. Donde particularmente observamos una precarización de las organizaciones y dificultades para la consolidación que presentan los Centros de Estudiantes. Cuestión que dificulta la reproducción del espacio, vedando de alguna manera su continuidad. Esto se encuentra relacionado con quienes son los estudiantes que participan y se sienten convocados por estos particulares derechos, en general alumnos de los últimos años, que al egresar plantean un vaciamiento de la organización. Esta pierde fuerza y vigencia para garantizar su reproducción y consolidación hacia el siguiente año, iniciando desde cero los impulsos de agremiación estudiantil, viéndose vaciada la memoria histórica institucional, planteada por Caraveo y Stoopen (2001, 46) sufriendo de alguna manera una amnesia anterógrada institucional, en la cual no se acumulan en la memoria de la misma los acontecimientos formados a largo plazo, por lo cual debe re-iniciarse el proceso. Proceso que en sí mismo vemos valioso en términos de entrenamiento de los derechos políticos de los jóvenes, pero que sin embargo, esta


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mirada no es generalizada en la escuela. Por último queremos señalar un particular asunto y que es el vacío exploratorio que presenta la palabra “agremiación” entre algunos representantes de centros de estudiantes, tal vez por ser la misma una categoría ajena al ámbito educativo y provenir del ambiente laboral ( Leslie Serna 1998) refiere algunos puntos para comprender los nuevos movimientos juveniles; algunos de estos puntos explican que se otorga prioridad a las acciones inmediatas intentando transformar lo local, lo micro para luego influir en lo global; los procesos de participación no son verticales sino presentan estructuras más horizontales, buscando la conformación de redes; por último marcando que las causas de movilización no son exclusivamente de mejoras de educación o democratización de gobierno, sino influyen también otras temáticas como protección del ambiente, violencia en el noviazgo, derechos sociales y reproductivos, etc. Esta desigualdad además también alude a los significados que plantea la participación para los diversos sujetos. Desafíos y Propuestas. Analizar las experiencias político-.gremiales y sus contextos en el marco de la conflictiva de estas instituciones, no solo implica considerar la lectura de los instituyentes en la organización, las tareas, los espacios. Sino también, las relaciones sociales que los sujetos establecen en un escenario como las instituciones escolares que impactan en la misión institucional, es decir las prácticas educativas. La escuela se encuentra desbordada de problemas y demandas que superan lo pedagógico exigiendo el desempeño de competencias que se alejan del proceso de enseñanza y del proyecto curricular institucional. Necesidades sociales y también políticas de los jóvenes sujetos que habitan la escuela, en suma instituciones por situaciones que desvían el foco de atención y proponen el abordaje de los problemas sociales en el escenario escolar. En este sentido habrá que analizar las políticas que se instalan en la escuela y avanzar sobre estrategias de protección de la educación y sus sujetos, aun desde estas leyes y normas que aportan en torno a los derechos gremiales. Este punto, aspecto clave de nuestro estudio, demanda lecturas que involucran aquellas estrategias de los jóvenes desde su posición de agremiados, pero además aquellas estrategias que desde diverso tipo de políticas abordan el asunto de las prácticas políticas estudiantiles en la escuela. Tal vez una de las claves de los nuevos marcos legales, tenga que ver con los procesos de apropiación que se llevan adelante en la escuela en torno a los derechos políticos de los jóvenes. En ese sentido, la inclusión


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en el proyecto institucional de aspectos que potencien las prácticas políticas de

agremiación, instala desafíos concretos en tanto plantee el desarrollo de estrategias mediante la cuales se instalan los centros de estudiantes. Y si bien la inclusión en el proyecto institucional, pueda operar como una "garantia" de los derechos políticos, esto solamente podemos señalarlo en términos teóricos. Identificar los diversos actores, que podrían operar respecto de esta garantía, es un aspecto que nos acerca no solo a las relaciones sociales que se juegan en torno a los derechos, sino además a las representaciones sociales de los actores que operan en la trama de la escena social de la escuela. Y este es un punto a profundizar. Por otra parte, la escuela en una institución donde circulan relatos e historias de padecimiento que muchas veces dialogan entre si. El espacio institucional implica una superposición de mundos y lógicas que dan cuenta de una enorme diversidad. Pero no debemos confundir diversidad con fragmentación. Hacer visible la problemática y los derechos políticos de los jóvenes involucra una acción propositiva como forma previa a la acción y a la implementación de las normas. En la compleja trama institucional, la diversidad de problemáticas busca responsables o actores a quienes involucrar con tareas. La responsabilidad recae en todos y en nadie al mismo tiempo, lo que impacta en la falta de claridad y transparencia en definir una posición y en los procesos de toma de decisiones en los diferentes niveles en los que se definen las políticas y las acciones, de allí que sea tan importante abordar sincronizadamente transversalidad y aporte curricular. Al respecto, diversos tipos de esfuerzos realizan docentes, directivos, preceptores, sin embargo, las condiciones en las que se desarrolla la tarea docente, con horas de trabajo en distintas escuelas, o con más de una actividad laboral para llegar a fin de mes, espacios curriculares e institucionales que no contemplan la dedicación docente constituye uno de los obstáculos a la hora de concretar estrategias de abordaje de los derechos políticos de los jóvenes Recuperar al sujeto en la construcción nos plantea la necesidad de correr el velo de la invisibilidad con que se oscurece la participación de los jóvenes, en particular cuando quieren organizarse. Francisco Guerra García (1980) plantea al respecto, problemas relativos a la participación, vinculados a las distintas significaciones que ella adquiere en diferentes contextos socio-culturales y a las limitaciones que distintos regímenes políticos plantean a la expansión de los procesos participatorios. En este sentido y aludiendo a los procesos de subjetivación y los contextos Weiss (2012) propone una construcción en la cual se supere la unilateralidad entre los estudios sobre estudiantes y los estudios sobre jóvenes. Plantea además la importancia de la diferencia entre experimentación y experiencia y el interrogante respecto de los procesos que los


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jóvenes recorren y aquellos retornos entre los jóvenes escolares, proponiendo visualizar las trayectorias escolares y laborales como “una red de caminos -algunos marcados, otros por hacer- en cuyos cruces los jóvenes tienen que elegir sus recorridos” Otro elemento importante en este punto es el hecho de que el diseño de estrategias en sí, implica procesos de reflexión sobre los haceres previos, prácticas y desarrollos y en tal sentido como señala Poggi (2001) el pensamiento a posteriori tiene la ventaja de la distancia para reflexionar sobre las estrategias, los principios prácticos y las representaciones imaginarias que determinan formas de actuación y condicionan ciertos cursos de acción por sobre otros; sobre la manera en que se definen los problemas sobre el propio rol actuado en cada contexto institucional.

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